Las representaciones sociales: Ejes teóricos para su discusión

Las representaciones sociales: Ejes teóricos para su discusión (2002)
Sandra Araya Umaña

CUADERNO DE CIENCIAS SOCIALES 127
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO)
Sede Académica Costa Rica
Apartado 11747-1000, San José, Costa Rica
Primera edición: octubre 2002
ÍNDICE
Presentación……………………………………………9
I. ¿Qué son las representaciones sociales?……11
II. ¿Por qué estudiar las representaciones sociales?…….12
III. Los alcances conceptuales………12
3.1 La realidad social………………13
3.2 Su devenir histórico…………………………….19
3.3 Las influencias teóricas………………20
3.3.1 Los aportes de la sociología clásica durkeimiana 21
3.3.2 Lucien Lévy-Bruhl……………….22
3.3.3 La sicología genética piagetiana..23
3.3.4 El psicoanálisis freudiano……………23
3.3.5 Los aportes de Fritz Heider…………..25
3.3.6 Berger & Luckmann……..25
3.4 El concepto………26
3.4.1 El alcance de lo social……………31
3.5 Formación de las representaciones sociales……………………………………………33
3.5.1 La objetivación……………….35
3.5.2 El anclaje…….36
3.6 Funciones de las representaciones sociales…………….37
3. 7 Sus condiciones de emergencia………………….38
3.8 Sus dimensiones………………39
3.8.1 La actitud…………………..39
3.8.2 La información……..40
3.8.3 El campo de representación……………41
3.9 Conceptos afines…………………….42
3.9.1 Las ideologías………………43
3.9.2 Las creencias……………………44
3.9.3 La percepción……………………..44
3.9.4 Los estereotipos……………………..45
3.9.5 La actitud…………………….45
3.9.6 La opinión……………45
3.9.7 La imagen…………46
IV. ¿Cómo se estudian las representaciones sociales?……….47
4.1 Las escuelas……………………….47
4.2 El enfoque procesual……………………..49
4.2.1 Presupuestos epistemológicos y ontológicos…………50
4.3 El enfoque estructural………………………..51
4.3.1 Presupuestos epistemológicos y ontológicos…..53
V. Técnicas de recolección………………54
5.1 Las técnicas interrogativas……………54
5.1.1 La entrevista……………………55
5.1.2 El cuestionario..57
5.1.3 Las tablas inductoras……………57
5.1.4 Dibujos y soportes gráficos……………58
5.1.5 Técnicas etnográficas………..58
5.2 Las técnicas asociativas…………………….59
5.2.1 La asociación libre………..59
5.2.2 La carta asociativa……………….60
5.3 Métodos de identificación de la organización y de la
estructura de una representación …..62
5.3.1 Técnicas de identificación de los lazos
entre elementos de la representación ………63
5.3.1.1 Construcción de pares de palabras..63
5.3.1.2 Comparación pareada………………..63
5.3.1.3 Constitución de conjunto de los términos…..63
5.3.2 Técnicas de jerarquización de los ítemes…..64
5. 3.2.1 Los tris jerarquizados sucesivos……………….64
5. 3.2.2 Las elecciones sucesivas por bloques…………..65
5.3.3 Técnicas de control de la centralidad………66
5.3.3.1 Técnica de cuestionamiento del núcleo central……..66
5.3.3.2 Técnica de inducción por guión ambiguo (ISA)………67
5.3.3.3 Técnica de los esquemas cognitivos de base (SCB)….68
VI. Métodos y técnicas de análisis…………………69
6.1 Análisis cualitativo según la Grounded Theory..70
6.1.1 Las etapas de análisis………..71
6.2 Análisis de procedencia de la información……74
6.3 Análisis gráfico de los significantes…….76
Bibliografía………….79

Presentación

(Serge) Moscovici propuso el concepto de representación social en 1961. Desde entonces, se ha pasado de la elaboración del concepto a un desarrollo de la teoría que ha permeado las ciencias sociales porque constituye una nueva unidad de enfoque que unifica e integra lo individual y lo colectivo, lo simbólico y lo social; el pensamiento y la acción.

La teoría de las Representaciones Sociales es una valiosa herramienta dentro y fuera del ámbito de la sicología social porque ofrece un marco explicativo acerca de los comportamientos de las personas estudiadas que no se circunscribe a las circunstancias particulares de la interacción, sino que trasciende al marco cultural y a las estructuras sociales más amplias como, por ejemplo, las estructuras de poder y de subordinación.
La mayor parte de las investigaciones sobre representación social son producciones europeas. En América Latina son México, Brasil y Venezuela los países con mayor producción en este campo. Este escrito cuyo propósito es ofrecer un instrumento que sintetice los principales aportes teóricos y metodológicos que hasta la actualidad se han desarrollado, es producto de una pasantía de investigación doctoral realizada en México en el año 2000.
Sandra Araya es Trabajadora Social (Universidad de Costa Rica, UCR), con un Doctorado en Educación por la misma casa de enseñanza. Se desempeña como docente del Programa de Posgrado de Trabajo Social (UCR) e Investigadora del Instituto de Investigación para el Mejoramiento de la Educación Costarricense (IIMEC) y consultora en temas de educación, trabajo infantil y familia y pobreza para la UNICEF. Ha publicado en México y en Costa Rica acerca de temas relacionados con género y educación y género y representaciones sociales.

I. ¿Qué son las representaciones sociales?
Cuando las personas hacen referencia a los objetos sociales, los clasifican, los explican y, además, los evalúan, es porque tienen una representación social de ese objeto.
Esto significa, como bien lo señala Jodelet (1984), que representar es hacer un equivalente, pero no en el sentido de una equivalencia fotográfica sino que, un objeto se representa cuando está mediado por una figura. Y es solo en esta condición que emerge la representación y el contenido correspondiente.
Las personas conocen la realidad que les circunda mediante explicaciones que extraen de los procesos de comunicación y del pensamiento social. Las representaciones sociales (R S) sintetizan dichas explicaciones y en consecuencia, hacen referencia a un tipo específico de conocimiento que juega un papel crucial sobre cómo la gente piensa y organiza su vida cotidiana: el conocimiento del sentido común.
El sentido común es, en principio, una forma de percibir, razonar y actuar (Reid, 1998). El conocimiento del sentido común es conocimiento social porque está socialmente elaborado. Incluye contenidos cognitivos, afectivos y simbólicos que tienen una función no solo en ciertas orientaciones de las conductas de las personas en su vida cotidiana, sino también en las formas de organización y comunicación que poseen tanto en sus relaciones interindividuales como entre los grupos sociales en que se desarrollan.
Las R S, en definitiva, constituyen sistemas cognitivos en los que es posible reconocer la presencia de estereotipos, opiniones, creencias, valores y normas que suelen tener una orientación actitudinal positiva o negativa. Se constituyen, a su vez, como sistemas de códigos, valores, lógicas clasificatorias, principios interpretativos y orientadores de las prácticas, que definen la llamada conciencia colectiva, la cual se rige con fuerza normativa en tanto instituye los límites y las posibilidades de la forma en que las mujeres y los hombres actúan en el mundo.
II. ¿Por qué estudiar las representaciones sociales?
¿Por qué las personas no usan preservativo, a pesar de las evidencias de su carácter preventivo del VIH/SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual? ¿Por qué las mujeres víctimas de violencia doméstica, esperan — algunas, dolorosamente, hasta su muerte— la conversión del agresor? ¿Cuál es la representación social de “amor”, “cuerpo” “violencia” o “sexo” que está acompañando estas prácticas?
Emprender estudios acerca de la representación de un objeto social —VIH/SIDA; relaciones entre mujeres y hombres, por ejemplo— permite reconocer los modos y procesos de constitución del pensamiento social, por medio del cual las personas construyen y son construidas por la realidad social.
Pero además, nos aproxima a la “visión de mundo” que las personas o grupos tienen, pues el conocimiento del sentido común es el que la gente utiliza para actuar o tomar posición ante los distintos objetos sociales.
El abordaje de las RS posibilita, por tanto, entender la dinámica de las interacciones sociales y aclarar los determinantes de las prácticas sociales, pues la representación, el discurso y la práctica se generan mutuamente (Abric, 1994).
De lo anterior se deriva la importancia de conocer, desentrañar y cuestionar el núcleo figurativo de una RS alrededor del cual se articulan creencias ideologizadas, pues ello constituye un paso significativo para la modificación de una representación y por ende de una práctica social. (Banchs, 1991).
III. Los alcances conceptuales
En 1961, tras diez años de investigaciones empíricas y de elaboraciones teóricas, Serge Moscovici publicó su tesis doctoral “La psychanalyse, son imàge et son public”.
Aunque el psicoanálisis era el principio organizador de la obra, el contenido de la misma no se dirigía a la comprensión del psicoanálisis, sino al entendimiento de la naturaleza del pensamiento social.
En su trabajo teórico, Moscovici introduce la noción de representación social y aunque sus planteamientos iniciales intuían la relevancia de las nociones derivadas de las teorías constructivistas, es en la obra rubricada en 1976 (traducida al castellano en 1979) cuando introduce las aportaciones teóricas de los estudios de Berger y Luckmann .
Moscovici estudió cómo las personas construyen y son construidas por la realidad social y a partir de sus elaboraciones propuso una teoría cuyo objeto de estudio es el conocimiento del sentido común enfocado desde una doble vía: desde su producción en el plano social e intelectual y como forma de construcción social de la realidad (Banchs, 1988).
En este sentido la noción de realidad social y su proceso de construcción es un elemento clave para la comprensión de esta teoría.
3.1 La realidad social
La construcción social de la realidad es una idea fundante de la sociología. Durkheim fue quien más la desarrolló y posteriormente Schutz “sociologiza” los aportes filosóficos de la fenomenología de Husserl y desarrolla su teoría de la importancia de los significados sociales (Ritzer, 1 9 9 7).
A partir de los planteamientos de Schutz, Peter Berger y Thomas Luckmann son quienes más desarrollan el concepto.
Para Berger y Luckmann (1991), la construcción social de la realidad hace referencia a la tendencia fenomenológica de las personas a considerar los procesos subjetivos como realidades objetivas. Las personas aprehenden la vida cotidiana como una realidad ordenada, es decir, las personas perciben la realidad como independiente de su propia aprehensión, apareciendo ante ellas objetivada y como algo que se les impone.
El mundo de la vida cotidiana es aquel que se da por establecido como realidad. El sentido común que lo constituye se presenta como la “realidad por excelencia”, logrando de esta manera imponerse sobre la conciencia de las personas pues se les presenta como una realidad ordenada, objetivada y ontogenizada.
¿Cómo se forma en las personas la visión de la realidad? ¿Se forma individualmente o socialmente? ¿Cómo incide esta visión en sus conductas cotidianas? Sin duda, cada persona forma su propia opinión y elabora una particular visión de la realidad sin que, de modo alguno, esto signifique que dicha elaboración constituya un proceso individual e idiosincrásico.
Las inserciones de las personas en diferentes categorías sociales y su adscripción a distintos grupos, constituyen fuentes de determinación que inciden con fuerza en la elaboración individual de la realidad social, y esto es, precisamente, lo que genera visiones compartidas de la realidad e interpretaciones similares de los acontecimientos.
La realidad de la vida cotidiana, por tanto, es una construcción intersubjetiva, un mundo compartido. Ello presupone procesos de interacción y comunicación mediante los cuales las personas comparten y experimentan a los otros y a las otras. En esta construcción, la posición social de las personas así como el lenguaje juegan un papel decisivo al posibilitar la acumulación o acopio social del conocimiento que se transmite de generación en generación.
En resumen, el medio cultural en que viven las personas, el lugar que ocupan en la estructura social, y las experiencias concretas con las que se enfrentan a diario influyen en su forma de ser, su identidad social y la forma en que perciben la realidad social.
El anterior planteamiento goza del consenso en un amplio sector de quienes realizan investigación en las ciencias sociales (Ibáñez,1988). No obstante, dicho consenso empieza a desvanecerse cuando el análisis es referido a las propiedades objetivas de la realidad.
Efectivamente, en este aspecto existen puntos de vista divergentes. Por un lado, hay quienes señalan que las propiedades objetivas pueden ser descritas por observadores objetivos y observadoras objetivas. Agregan, además, que dichas propiedades pueden ser reconstruidas de forma incompleta y sesgada por los distintos protagonistas sociales en función de sus intereses particulares, de sus posiciones sociales, de sus experiencias culturales y de sus influencias culturales. De esta forma, la realidad objetiva se convierte en las realidades personales, siguiendo un proceso de distorsión que responde, él también, a determinaciones perfectamente objetivables.
En otras palabras, quienes se adscriben a estos planteamientos admiten que la realidad varía con las personas, pero consideran que es en el proceso de tratamiento de la información proporcionada por la realidad objetiva donde radica el mecanismo responsable de la existencia de realidades plurales (Ibáñez, op.cit.).
Otra posición, por el contrario, señala que la realidad presenta una serie de propiedades que, aun y siendo “realmente” constitutivas de la misma, no dejan de ser absolutamente subjetivas. O sea, son propiedades que conforman la realidad objetiva, pero que resultan de las actividades cognitivas y, en términos más generales, de las actividades simbólicas desarrolladas por las personas. Esto implica que la realidad tal y como es está parcialmente determinada por la realidad tal y como es para las personas. Significa ello que, en cierta medida, la realidad pasa a ser el resultado —o el producto— de la construcción subjetiva que de la misma realizan las personas.
Según está posición, no es que existan diferentes realidades porque existan diferentes maneras de tratar la misma realidad objetiva, sino que existen diferentes realidades porque la propia realidad incorpora en sí misma, y como parte constitutiva de sí misma, una serie de características que provienen de la actividad desarrollada por las personas en el proceso que les lleva a formar su propia visión de la realidad. (Ibáñez, op.cit.).
El punto álgido de la discusión es entonces la existencia de diversas realidades subjetivas y en particular lo que respecta a la descripción de sus características o la lógica de su elaboración. Y son estos aspectos, precisamente, los que quieren resolver las investigaciones sobre las R S.
Efectivamente, el estudio sobre los razonamientos que hacen las personas en su vida cotidiana y sobre las categorías que utilizan espontáneamente para dar cuenta de la realidad, ha permitido la aproximación a las leyes y a la lógica del pensamiento social.
Es decir, del tipo de pensamiento que las personas utilizan como miembros de una sociedad y de una cultura, para forjar su visión de mundo (de las personas, de las cosas, de los acontecimientos y de la vida en general).
La teoría de las R S constituye tan solo una manera particular de enfocar la construcción social de la realidad. La ventaja de este enfoque, sin embargo, es que toma en consideración y conjuga por igual las dimensiones cognitivas y las dimensiones sociales de la construcción de la realidad. Ello hace que su óptica de análisis; la elección de aspectos relevantes a investigar y la interpretación de los resultados difieran en gran medida de la cognición social .
En cuanto a la óptica de análisis, la cognición social centra su interés en los mecanismos de respuesta social, mientras que en las representaciones sociales se busca entender los modos de conocimiento y los procesos simbólicos en relación con la conducta ( Gilly, cfr. Banchs, 1994: 11).
Una condición inherente en los estudios de representación social es la identificación del contexto social en el cual se insertan las personas que elaboran las R S, pues se busca detectar la ideología, las normas y los valores de personas e instituciones y los grupos de pertenencia y referencia. En los estudios de cognición se manipulan variables independientes a fin de observar sus efectos sobre los mecanismos mentales individuales independiente de los contextos sociales.
Mientras que a la sicología cognitiva le interesa identificar los mecanismos de los que se valen las personas para procesar y combinar informaciones, con las representaciones sociales lo que se busca es entender en qué medida sus contenidos reflejan los substratos culturales de una sociedad, de un momento histórico y de una posición dentro de la estructura social (Banchs, 1994).
De lo que se trata, en palabras de Moscovici, (cfr. Banchs, 1988) es de pasar de la cognición social a la representación social, lo cual implica tres pasos decisivos:
• Cambiar el foco de nuestro interés y de nuestras investigaciones del plano individual al plano colectivo, lo cual nos conduce a dar prioridad a los lazos intersubjetivos y sociales más que a los lazos sujeto-objeto.
• Acabar con la separación existente entre los procesos y los contenidos del pensamiento social y siguiendo el ejemplo de la antropología y el psicoanálisis, elucidar los mecanismos viendo el contenido que de ellos resulta y deducir los contenidos partiendo de los mecanismos.
• Revertir el rol de laboratorio y el rol de observación, es decir, emprender el estudio de las representaciones sociales en su propio contexto preocupándonos por nuestras realidades (Moscovici, cfr. Banchs, 1988: 369).
El énfasis en lo colectivo y en la comprensión de la realidad social a partir de su construcción social, son elementos centrales de la teoría de las R S. Moscovici (1991) indica que en la interacción sujeto-objeto, no existe un solo sujeto, sino que intervienen otros sujetos, a los que el autor les llama Alter (A), que además de relacionarse estrechamente entre ellos y ellas, guardan también íntima relación con el objeto social.
Con este planteamiento, Moscovici trasciende de un esquema diádico, donde sujeto (S) y objeto (O) interactúan, para pasar a un esquema triádico donde los otros sujetos también interactúan e inciden en la relación sujeto-objeto. Expresado en forma esquemática sería:
A
S O = (triangulo)
El esquema triádico de Moscovici da supremacía a la relación de sujeto – grupo (otros sujetos), porque: a) Los otros y las otras son mediadores y mediadoras del proceso de construcción del conocimiento y b) La relación de los y las otras con el objeto —físico, social, imaginario o real— es lo que posibilita la construcción de significados.
Esta concepción, a su vez, ilustra sobre la posición epistemológica en la que se inscribe quien estudia las representaciones sociales. En primer término, se parte de que el conocimiento no es solo comprensible desde la tradicional concepción que señala la existencia de un conocimiento científico y de un conocimiento cotidiano o del sentido común.
En esta concepción se comprende el conocimiento como fenómeno o fenómenos complejos que se generan en circunstancias y dinámicas de diversa índole y cuya construcción está multideterminada por relaciones sociales y culturales.
Por su parte, las personas son concebidas como seres que piensan autónomamente y que producen y comunican constantemente representaciones y no como meras receptoras pasivas, por lo que cualquier determinismo social es rechazado. En la construcción de la realidad social el papel del Alter es significativo. Las personas se relacionan entre sí y en esta relación con los otros y las otras, elaboran observaciones, críticas, comentarios y “filosofías” no oficiales que tienen una influencia decisiva sobre sus escogencias, formas de educar a sus hijos e hijas, en la elaboración de sus planes, etcétera.
Por lo anterior, la teoría de las R S hace énfasis en la importancia de los procesos inferenciales presentes en la construcción de la realidad y en la insistencia de que la realidad es “relativa” al sistema de lectura que se le aplica. De ahí que para acceder al conocimiento de las representaciones sociales se deba partir de un abordaje hermenéutico.
Al concebir a las personas como productoras de sentidos, el análisis de las R S focaliza en las producciones simbólicas, en los significados y en el lenguaje a través de los cuales las personas construyen el mundo en que viven. Por esta focalización, la teoría de las R S y la corriente hermenéutica se intersectan y presentan algunos puntos de afinidad.
No obstante, entre ambas hay diferencias.
Para la corriente hermenéutica la realidad siempre actúa a través de la interpretación de los seres sociales, de modo que no hay más realidad que la realidad tal y como es descifrada por las personas. Son los significados que se le atribuyen los que van a constituirla como la única realidad que, efectivamente, existe para las personas: La realidad tal y como la interpretamos es la única realidad que puede tener, por consiguiente, unos efectos sobre nosotros (Ibáñez, op.cit: 26).
La teoría de las R S también enfatiza la importancia de los significados; el papel de los aspectos simbólicos y de la actividad interpretativa de las personas, sin embargo, no admite que la construcción de la realidad pueda resumirse a su interpretación.
Desde la teoría de las R S, la realidad social impone a su vez las condiciones de su interpretación por los sujetos, sin que ello implique un determinismo estricto. Esto significa que las matrices socioestructurales y los entramados materiales en los que están inmersas las personas definen su lectura de la realidad social, sus claves interpretativas y reinyectan en su visión de la realidad una serie de condicionantes que reflejan sus inserciones en la trama socioeconómica y en el tejido relacional.
Así pues, si bien es cierto que gran parte de los efectos que produce la realidad social pasan por la interpretación que de ella hacemos, también es cierto que nuestra actividad hermenéutica está determinada en buena medida por factores que son independientes de cualquier interpretación (Ibáñez, 1988: 26).
3.2 Su devenir histórico
En la década del sesenta, a excepción de los trabajos de M.J. Chombart de Lauwe (1963), Rene Käes (1968) y Claudine Herzlich (1969) (cfr. en Banchs, 1990) no se presentan reacciones a las propuestas de Moscovici. Es a mediados de la década del setenta, cuando dichas proposiciones son retomadas por diversos autores y autoras, entre los que sobresalen Denise Jodelet, Robert Farr, Irwuin y Deutsh (cfr. Banchs,1986).
Este período de latencia por 10 años es explicado, fundamentalmente, por cuatro razones (Ibáñez.op.cit.):
• El predominio del conductismo: pese al declive que empezaba a experimentar el conductismo, su predominio en la década del sesenta era aún significativo. Por ello, las referencias de Moscovici a entidades de tipo mental que nacían a través de un proceso colectivo, eran inadmisibles. Su postura, desde el punto de vista epistemológico, era abiertamente crítica al conductismo y al positivismo. Aunado a ello, la metodología utilizada por Moscovici —entrevistas y análisis de contenido— no gozaban “del respeto” que tenían los experimentos de laboratorio.
• La influencia del psicologismo: una vez que el conductismo se fue debilitando era de esperar que desaparecieran las resistencias a la teoría de las R S. Sin embargo, ello no fue así. Una de las razones es el privilegio que la sicología social concede al estudio de los procesos individuales, considerando lo social como un valor añadido. Las aportaciones de Moscovici, por lo tanto, eran consideradas claramente “sociologizantes” .
• La imagen que prevalece en los Estados Unidos sobre los trabajos de procedencia europea y más concretamente los de origen francés. En efecto, se considera que estos trabajos caen fácilmente en el verbalismo, por lo que el lenguaje metafórico utilizado por Moscovici, en su primera obra, contribuyó aún más con esta imagen.
• La cuarta razón obedece a un mecanismo que es explicado precisamente por la teoría de las representaciones sociales, el mecanismo de anclaje. Según Moscovici, las innovaciones son asimiladas por el pensamiento social a través de un proceso de reducción a los esquemas que ya están establecidos en dicho pensamiento.
En este sentido, se tiende a utilizar el concepto de actitud como aproximación al concepto de RS.
3.3 Las influencias teóricas
Moscovici (1989) identifica cuatro influencias teóricas que lo indujeron a plantearse la teoría de las R S: Emile Durkheim y su concepto de representaciones colectivas; Lucien Lévy-Bruhl y su estudio sobre las funciones mentales en sociedades primitivas; Jean Piaget y sus estudios sobre la representación del mundo en los y las niñas y las teorías de Sigmund Freud sobre la sexualidad infantil.
Asimismo, Fritz Heider con sus estudios sobre sicología del sentido común y Berger y Luckmann, con su propuesta de la construcción social del conocimiento ejercieron influencia directa en la obra de Moscovici.
3.3.1 Los aportes de la sociología clásica durkeimiana
Emile Durkheim es el pionero de la noción de representación. Este autor acuñó el concepto de representaciones colectivas para designar de esta forma el fenómeno social a partir del cual se construyen las diversas representaciones individuales. Las primeras son variables y efímeras, en tanto las segundas son universales, impersonales y estables, y corresponden a entidades tales como mitos, religiones y arte, entre otras.
Para Durkheim, las representaciones colectivas son una suerte de producciones mentales sociales, una especie de “ideación colectiva” que las dota de fijación y objetividad.
Por el contrario, frente a la estabilidad de trasmisión y reproducción que caracteriza a las representaciones colectivas, las representaciones individuales serían variables e inestables o, si se prefiere, en tanto que versiones personales de la objetividad colectiva, sujetas a todas las influencias externas e internas que afectan al individuo ( Elejaba-rrieta, 1991:257).
Las representaciones colectivas, según Durkheim se imponen a las personas con una fuerza constrictiva, ya que parecen poseer ante sus ojos, la misma objetividad que las cosas naturales. Por lo tanto, los hechos sociales —por ejemplo, la religión— se consideran independientes y externos a las personas, quienes, en esta concepción, son un reflejo pasivo de la sociedad.
La influencia del positivismo es observable en los postulados de este autor y es precisamente el determinismo sociológico de Durkheim uno de los desacuerdos fundamentales de Moscovici.
Según Moscovici, la sociedad no es algo que se le impone desde fuera al individuo, los hechos sociales no determinan las representaciones como una fuerza externa (social) que hace impacto sobre los individuos que la componen. La sociedad, los individuos y las representaciones son construcciones sociales.
Resumiendo, mientras que las representaciones colectivas, de acuerdo con la concepción clásica de Durkheim, son un término explicativo que designa una clase general de conocimientos y creencias (ciencia, mitos, religión, etc.), desde nuestro punto de vista, son fenómenos ligados con una manera especial de adquirir y comunicar conocimientos, una manera que crea la realidad y el sentido común. Enfatizar esta diferencia fue mi propósito al sustituir el “colectiva” de Durkheim por “social”…
Las representaciones colectivas han cedido el lugar a las representaciones sociales. Vemos fácilmente porqué. De un lado hacía falta tomar en cuenta una diversidad de origen, tanto en los individuos como en los grupos. Del otro lado, era necesario desplazar el acento hacia la comunicación que permite converger sentimientos e individuos, de suerte que algo individual puede devenir social, o viceversa.
Al reconocer que las representaciones son al mismo tiempo generadas y adquiridas, le quitamos ese lado preestablecido, estático que ellas tenían en la visión clásica. Lo que cuenta no son los substratos sino las interacciones. De allí la observación enteramente exacta acerca de que lo que permite calificar de sociales las representaciones, es menos sus soportes individuales o grupales que el hecho de que ellas sean elaboradas en el curso del proceso de intercambios y de interacciones [el resaltado no es del original] (Moscovici, cfr. Banchs, 2000:8-9).
3 . 3 . 2 Lucien Lévy-Bruhl
Los estudios sobre los mitos o formas de pensamiento de las sociedades primitivas, provenientes de la sociología y la antropología, descubrían un tejido de supersticiones y absurdos que eran atribuidos a las limitaciones de las personas y a su incapacidad de razonar como las personas de sociedades “no primitivas”. Lévy-Bruhl revierte esta posición al considerar que no son los actos y pensamiento atomizados los que deben retener nuestra atención, sino el conjunto de creencias y de ideas que tienen una coherencia propia (cfr. Moscovici, 1989).
De esta forma, Lévy-Bruhl, abandona la oposición entre lo individual y lo colectivo e insiste sobre la oposición de mecanismos psicológicos y lógicos en dos tipos de sociedades, la primitiva y la civilizada. Según sus proposiciones teóricas, la primera se orienta hacia lo sobrenatural, la segunda se funda sobre siglos de ejercicios rigurosos de la inteligencia y la reflexión. Esta distinción, permitió a otros teóricos, entre ellos Moscovici, focalizar la atención sobre las estructuras intelectuales y afectivas de las representaciones.
Con las representaciones colectivas, Durkheim revela el elemento simbólico de la vida social. Con Lévy-Bruhl se entra en una segunda fase del estudio de la representación.
El acento se desplaza del adjetivo al sustantivo. En una palabra, la dinámica de la representación cuenta más que su carácter colectivo (Moscovici, 1989) .
3 . 3 . 3 La sicología genética piagetiana
J. Piaget también fue influenciado por Lévy-Bruhl. De la misma manera que éste no consideraba inferior el pensamiento primitivo, aquel postulaba que el pensamiento del niño era esencialmente diferente al de los adultos, pero no inferior. Su aporte, según Moscovici (1989), es que su análisis establece la especificidad de las representaciones en términos psíquicos.
La importancia del lenguaje en los procesos de construcción de la inteligencia son los aportes que en particular rescata Moscovici de la teoría piagetiana. No obstante, Piaget estudió la construcción de la representación desde su desarrollo individual – social y no desde su desarrollo social – grupal. Por esta razón, según Moscovici, sus aportes son insuficientes como criterios para analizar las situaciones sociales globales. En este sentido, algunos estudios sobre la teoría de las R S (López,1999) señalan, como hipótesis, que también los aportes de la sicología sociocultural de Vygotski influyeron en la obra de Moscovici .
3.3.4 El psicoanálisis freudiano
Sigmund Freud, en su obra “Sicología de la masas y análisis del yo” escrita en 1921, anota un aspecto que impactó a Moscovici:
La sicología individual se concreta, ciertamente, al hombre aislado e investiga los caminos por los que él mismo intenta alcanzar la satisfacción de sus instintos, pero sólo muy pocas veces y bajo determinadas condiciones excepcionales le es dado prescindir de las relaciones del individuo con sus semejantes. En la vida anímica individual aparece integrado siempre , efectivamente “el otro”, como modelo, objeto, auxiliar, o adversario, y de este modo, la sicología individual es al mismo tiempo y desde un principio sicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado (Freud, cfr. López, 1999: 43).
La teoría de las R S no se ocupa del inconsciente, no es esta su preocupación. Sin embargo, el análisis de Freud del ser humano como ser social fue lo que ejerció gran influencia en las reflexiones de Moscovici. Dicha influencia se evidencia en los comentarios del psicoanálisis como objeto de conocimiento y como teoría generadora de explicaciones diversas sobre el sujeto y su mundo social:
Más allá de la figura de ese gran sabio, ciertas palabras —complejo, represión—, ciertos aspectos particulares de la existencia —la infancia, la sexualidad— o de la actividad psíquica —el sueño, los lapsus— cautivaron la imaginación de los hombres y afectaron profundamente su manera de ver. Provistas de esas palabras o apoyándose en esa manera de ver, la mayoría de las personas interpretan lo que les llega, se hacen una opinión sobre su propia conducta o la conducta de su prójimo, y actúan en consecuencia.
Entre las categorías utilizadas en la descripción de las cualidades o la explicación de las intenciones o motivos de una persona o de un grupo, las derivadas del psicoanálisis, sin duda, desempeñan un papel importante. Componen el número de esas teorías implícitas, de esas “teorías profanas” de la personalidad de la que somos portadores y que, a la luz de muchas investigaciones, determinan las impresiones que nos formamos del otro, de sus actitudes en el trato social [el entrecomillado es del original] (Moscovici, 1979: 12).
Cuando Moscovici decide integrar su concepto representación a lo social, es decir, cuando adjetiviza la representación como una representación social está remitiendo a un elemento básico de su teoría: toda representación social contribuye al proceso de formación de las conductas y de orientación de las comunicaciones sociales, elemento que, sin lugar a dudas, retomó de los aportes de Freud.
3.3.5 Los aportes de Fritz Heider
Conocida también como la sicología ingenua (Aroldo, 1987; Morales, 1995; Mugnne, 1990, Elejabarrieta, 1992 y Deutsch y Krauss, 1990; cfr. López, op.cit.), la sicología del sentido común es desarrollada por Fritz Heider.
Heider se proponía descubrir cómo los seres humanos perciben y explican el comportamiento y el de los demás en situaciones de la vida cotidiana. Consideraba importante el conocimiento ordinario— en oposición al pensamiento prevaleciente en su época (1958)— debido a su papel fundamental para comprender y explicar las conductas. Su tesis fundamental es que y construye así una sicología ingenua, muy parecida a lo que es una ciencia. Conceptos importantes derivados de la teoría de Heider son “atribución” y “equilibrio” .
La concepción “heideriana”, ejerció influencia sobre el pensamiento de Moscovici, en particular, en su planteamiento de que las representaciones sociales, implican un pensamiento social cuyo valor está fundado en la vida cotidiana de los sujetos sociales.
Asimismo, las posturas de la sicología común de Heider guardan cercanía con las posturas del interaccionismo simbólico y con los enfoques cualitativos en la investigación que, a su vez, fueron fuente de apoyo teórico en la propuesta de Moscovici.
3.3.6 Berger & Luckmann
Para la formulación de sus propuestas teóricas estos autores parten de un supuesto básico: la realidad se construye en la vida cotidiana y la sociología del conocimiento debe estudiar los procesos por medio de los cuales se genera el conocimiento.
La realidad de la vida cotidiana se me presenta además como un mundo intersubjetivo, un mundo que comparto con otros. Esta intersubjetividad establece una señalada diferencia entre la vida cotidiana y otras realidades de las que tengo conciencia. Estoy sólo en el mundo de mis sueños, pero sé que el mundo de la vida cotidiana es tan real para los otros como lo es para mí. En la realidad, no puedo existir en la vida cotidiana sin interactuar y comunicarme continuamente con otros.
Sé que mi actitud natural para con este mundo corresponde a la actitud natural de otros, que también ellos aceptan las objetivaciones por las cuales este mundo se ordena, que también ellos organizan este mundo en torno de “aquí y ahora” de su estar en él y se proponen actuar en él” [El entrecomillado es del original] ( Berger y Luckmann, 1991:40-41).
Para Elejabarrieta (op.cit.), el trabajo de Berger y Luckmann aporta tres elementos fundamentales a la propuesta teórica de Moscovici:
• El carácter generativo y constructivo que tiene el conocimiento en la vida cotidiana. Es decir, que nuestro conocimiento más que ser reproductor de algo preexistente, es producido de forma inmanente en relación con los objetos sociales que conocemos.
• Que la naturaleza de esa generación y construcción es social, esto es, que pasa por la comunicación y la interacción entre individuos, grupos e instituciones.
• La importancia del lenguaje y la comunicación como mecanismos en los que se transmite y crea la realidad, por una parte, y como marco en que la realidad adquiere sentido, por otra (Elejabarrieta, 1991: 259).
Estos aspectos contribuyeron de manera significativa en la teoría de las R S. Las aproximaciones al conocimiento cotidiano, considerando seriamente el carácter productor más que reproductor de los significados de la vida social es un elemento claramente visible en la teoría.
3.4 El concepto
Son múltiples los conceptos que tratan de definir las representaciones sociales. Ello ocurre porque las R S son fáciles de captar, pero su definición conceptual no comporta la misma facilidad debido a la complejidad de los fenómenos de los que da cuenta.
Por lo anterior se despliegan a continuación diversas propuestas que pretenden evidenciar y, a la vez, aclarar la complejidad del concepto.
Moscovici (1979) define las R S como:
(…) una modalidad particular del conocimiento, cuya función es la elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos… La representación es un corpus organizado de conocimientos y una de las actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la realidad física y social, se integran en un grupo o en una relación cotidiana de intercambios, liberan los poderes de su imaginación (Moscovici, 1979:17-18).
Jodelet (1984), indica que el campo de representación designa al saber de sentido común, cuyos contenidos hacen manifiesta la operación de ciertos procesos generativos y funcionales con carácter social. Por lo tanto, se hace alusión a una forma de pensamiento social.
(las representaciones sociales son)… la manera en que nosotros sujetos sociales, aprehendemos los acontecimientos de la vida diaria, las características de nuestro medio ambiente, las informaciones que en él circulan, a las personas de nuestro entorno próximo o lejano. En pocas palabras el conocimiento “espontáneo”, ingenuo (…) que habitualmente se denomina conocimiento de sentido común o bien pensamiento natural por oposición al pensamiento científico. Este conocimiento se constituye a partir de nuestras experiencias, pero también de las informaciones, conocimientos y modelos de pensamiento que recibimos y transmitimos a través de la tradición, la educación y la comunicación social. De este modo, ese conocimiento es en muchos aspectos un conocimiento socialmente elaborado y compartido. Bajo sus múltiples aspectos intenta dominar esencialmente nuestro entorno, comprender y explicar los hechos e ideas que pueblan nuestro universo de vida o que surgen en él, actuar sobre y con otras personas, situarnos respecto a ellas, responder a las preguntas que nos plantea el mundo, saber lo que significan los descubrimientos de la ciencia y el devenir histórico para la conducta de nuestra vida, etc. [el resaltado en el original] (Jodelet, 1984:473).
Por su parte, Robert Farr ofrece su versión de la noción de representaciones sociales señalando que, desde una perspectiva esquemática, aparecen las representaciones sociales cuando los individuos debaten temas de interés mutuo o cuando existe el eco de los acontecimientos seleccionados como significativos o dignos de interés por quienes tienen el control de los medios de comunicación. Agrega además que las representaciones sociales tienen una doble función: “Hacer que lo extraño resulte familiar y lo invisible perceptible”, ya que lo insólito o lo desconocido son amenazantes cuando no se tiene una categoría para clasificarlos. Parafraseando a Moscovici, Farr señala que las representaciones sociales son:
Sistemas cognoscitivos con una lógica y un lenguaje propios. No representan simplemente “opiniones acerca de”, “imágenes de”, o “actitudes hacia” sino “teorías o ramas del conocimiento” con derechos propios para el descubrimiento y la organización de la realidad. Sistemas de valores, ideas y prácticas con una función doble: primero, establecer un orden que permita a los individuos orientarse en su mundo material y social y dominarlo; segundo, posibilitar la comunicación entre los miembros de una comunidad proporcionándoles un código para el intercambio social y un código para nombrar y clasificar sin ambigüedades los diversos aspectos de su mundo y de su historia individual y grupal ( Farr, 1984: 496).
María Auxiliadora Banchs las define como:
La forma de conocimiento del sentido común propio a las sociedades modernas bombardeadas constantemente de información a través de los medios de comunicación de masas (…) en sus contenidos encontramos sin dificultad la expresión de valores, actitudes, creencias y opiniones, cuya sustancia es regulada por las normas sociales de cada colectividad. Al abordarlas tal cual ellas se manifiestan en el discurso espontáneo, nos resultan de gran utilidad para comprender los significados, los símbolos y formas de interpretación que los seres humanos utilizan en el manejo de los objetos que pueblan su realidad inmediata ( Banchs, 1 9 8 6 : 3 9 ) .
Ivana Marková retoma en su definición la interdependencia entre lo individual y lo social.
La teoría de las representaciones sociales es fundamentalmente una teoría del conocimiento ingenuo. Busca describir cómo los individuos y los grupos construyen un mundo estable y predecible partiendo de una serie de fenómenos diversos y estudia cómo a partir de ahí los sujetos “van más allá” de la información dada y qué lógica utilizan en tales tareas. . .
Son parte de un entorno social simbólico en el que viven las personas. Al mismo tiempo ese entorno se re – construye a través de las actividades de los individuos, sobre todo por medio del lenguaje… Estos dos componentes de las representaciones sociales, lo social y lo individual, son mutuamente interdependientes. Además estos dos elementos son rasgos fundamentales de todos los fenómenos socioculturales institucionalizados, como por ejemplo los idiomas, los paradigmas científicos o las tradiciones.
Si no fuese por las actividades llevadas a cabo por los individuos, el entorno social simbólico no pertenecería a nadie y por consiguiente no existiría como tal [el resaltado es del original] (Marková, 1996: 163).
Es posible encontrar otras exposiciones acerca de lo que son las RS en autores como Di Giacomo (1987) quien resalta su papel práctico en la regulación de los comportamientos intra e intergrupales; y Páez et al (1987) quienes indican que las RS se refieren a:
Las estructuras cognitivo-afectivas que sirven para procesar la información del mundo social, así como para planificar las conductas sociales.
Si bien todo conocimiento es social, al ser una resultante de la socialización, las representaciones sociales, en particular, son las cogniciones o esquemas cognitivos complejos generados por colectividades que permiten la comunicación y que sirven para orientar las interacciones (Páez, et al 1987: 18) .
Doise (cfr. Díaz, 1998) acentúa la conexión entre la representación social y los factores socioestructurales, tales como los estatus socialmente definidos. Este autor resalta, por lo tanto, la relación directa que mantienen las R S con la ubicación social de las personas que las comparten.
Las representaciones sociales constituyen principios generativos de tomas de postura que están ligados a inserciones específicas en un conjunto de relaciones sociales y que organizan los procesos simbólicos implicados en esas relaciones (Doise, cfr. Díaz, 1998: 32).
Como puede observarse, existen diferentes énfasis según sea la posición del autor o la autora. Sin embargo, todas las definiciones guardan en común su referencia a las funciones que cumplen las R S. Es decir, su importancia para la comunicación, la interacción y la cohesión de los grupos sociales.
Es importante recordar, por último, la noción de construcción social de la realidad implicada en la conceptualización de las R S. En este sentido, es significativa la definición proporcionada por Tomás Ibáñez (op.cit.).
“La representación social es, a la vez, pensamiento constituido y pensamiento constituyente. En tanto que pensamiento constituido, las representaciones sociales se transforman efectivamente en productos que intervienen en la vida social como estructuras preformadas a partir de las cuales se interpreta, por ejemplo, la realidad. Estos productos reflejan en su contenido sus propias condiciones de producción, y es así como nos informan sobre los rasgos de la sociedad en las que se han formado. En tanto que pensamiento constituyente, las representaciones no solo reflejan la realidad sino que intervienen en su elaboración… La representación social constituye en parte el objeto que representa. No es el reflejo interior, es decir, situado en la cabeza de los sujetos, de una realidad exterior, sino que es un factor constitutivo de la propia realidad…La representación social es un proceso de construcción de la realidad y debemos entender esta afirmación en un doble sentido: primero , en el sentido de que las representaciones sociales forman parte de la realidad social, contribuyen pues a configurarla y, como parte sustancial de la realidad, producen en ella una serie de efectos específicos. Segundo, en el sentido de que las representaciones sociales contribuyen a construir el objeto del cual son una representación. Es porque la representación social construye en parte su objeto por lo cual este objeto es, en parte, realmente tal y como aparece a través de su representación social [El resaltado es del original] (Ibáñez, 1988: 37).
En resumen, las representaciones sociales son “filosofías” surgidas en el pensamiento social que tienen vida propia. Las personas, al nacer dentro de un entorno social simbólico lo dan por supuesto de manera semejante como lo hacen con su entorno natural y físico. Igual que las montañas y los mares, los lenguajes, las instituciones sociales y las tradiciones forman un panorama del mundo en que viven las personas, por tanto, ese entorno social simbólico existe para las personas como su realidad ontológica, o como algo que tan solo se cuestiona bajo circunstancias concretas.
Sin embargo, las personas también son agentes. Tienen maneras específicas de comprender, comunicar y actuar sobre sus realidades ontológicas. Una vez que comprometen su pensamiento, las personas ya no reproducen su entorno social simbólico de manera habitual y automática sino que lo incorporan a su esquema cognitivo. En otras palabras, no solo reproducen sus realidades ontológicas sino que se comprometen en procesos epistemológicos y como resultado de ello cambian sus realidades ontológicas al actuar sobre ellas (Marková, op.cit.).
3.4.1 El alcance de lo social
Según Moscovici (1979) para calificar de social a una representación es necesario poner el acento en la función, más que en el agente que la produce.
Así, lo social de una representación proviene de su contribución al proceso de formación de las conductas y de orientación de las comunicaciones sociales.
Las representaciones son sociales en la medida en que facilitan, a su vez, la producción de ciertos procesos claramente sociales. Las comunicaciones sociales, por ejemplo, serían difícilmente posibles si no se desenvolvieran en el contexto de una serie, suficientemente amplia, de representaciones compartidas. En la medida en que crean una visión compartida de la realidad y un marco referencial común, las representaciones sociales posibilitan, entre otros muchos procesos sociales, el proceso de las conversaciones cotidianas.
En este sentido, las conversaciones se pueden definir como el lugar donde las personas, provistas de unos esquemas interpretativos socialmente adquiridos, construyen y negocian el sentido de la interacción (Criado, 1991).
Lo colectivo impregna también un carácter social a las representaciones. Es decir, son sociales porque son compartidas por conjuntos más o menos amplios de personas. No obstante, no es porque cierta característica es compartida por diversas personas, grupos, o entidades de más amplio abasto, que una propiedad es social. Lo social es una propiedad que se imprime en determinados objetos con base en la naturaleza de la relación que se establece con ellos, y es precisamente la naturaleza de esa relación la que es definitoria de lo social.
Veámoslo con un ejemplo: el agua de los ríos, el agua bendita y el agua para beber. La segunda por la implicación simbólica que tiene para los y las actoras sociales, y la tercera por la relación vitalmente relevante que se establece con ella, pueden considerarse objeto social, mientras que el agua de los ríos —a excepción de que provoque un desastre social— puede considerarse como algo irrelevante y sin entidad social (Wagner y Elejabarrieta, 1998).
Lo social en las RS no se polariza ni hacia lo micro ni hacia lo macro: existe una determinación social central (macro) y otra, social lateral (micro) de las representaciones (Moscovoci, 1979). La primera se refiere a la cultura global de la sociedad en la que se insertan los grupos, los actores y las actoras sociales y la segunda al grupo en particular en el cual se insertan las personas.
Estas dos formas de determinación social no tienen un sentido unidireccional: las personas se constituyen y constituyen sus RS y en forma paralela también constituyen un mundo social y construyen y reconstruyen permanentemente su propia realidad social y su propia identidad social.
Todos estamos insertos en una sociedad con una historia y un fondo de conocimiento culturales, pero todos estamos insertos en una parcela de esa sociedad. Es decir, en grupos que manejan una ideología y poseen normas, valores e intereses comunes que de alguna manera los distinguen como grupos de otros sectores sociales. A su vez, esos grupos están compuestos de individuos, hombres y mujeres que en el proceso de socialización primaria y secundaria van construyendo una historia impregnada de emociones, afectos, símbolos, reminiscencias personales, procesos motivacionales, pulsiones, contenidos conscientes e inconscientes, manifiestos y latentes (Banchs, 1991: 13).
El papel, por último, que desempeñan las representaciones en la configuración de los grupos sociales, y especialmente en la conformación de su identidad, las instituyen como fenómenos sociales. Si bien no se puede afirmar que un grupo es tal por el hecho de compartir determinadas representaciones sociales, sí es evidente que, en ocasiones, la denominada cultura grupal define intensamente al grupo y está vinculada no sólo con una memoria y con un lenguaje compartidos, sino también con representaciones comunes.
En resumen, las representaciones son sociales por:
• Las condiciones de producción en que emergen (medios de comunicación, interacción cara a cara, comunicación, lenguaje).
• Las condiciones de circulación de las RS (intercambio de saberes y ubicación de las personas en grupos naturales y de los grupos sociales naturales en contextos sociales particulares dentro de una estructura social).
• Las funciones sociales: construcción social de la realidad en el intercambio social, desarrollo de una identidad personal y social, búsqueda de sentidos o construcción del conocimiento del sentido común.

3.5 Formación de las representaciones sociales
Las R S se construyen a partir de una serie de materiales de muy diversas procedencias:
• El fondo cultural acumulado en la sociedad a lo largo de su historia. Dicho fondo está constituido por las creencias ampliamente compartidas, los valores considerados como básicos y las referencias históricas y culturales que conforman la memoria colectiva y la identidad de la propia sociedad. Todo ello se materializa en las diversas instituciones sociales, por ejemplo en la lengua y en general en todos los objetos materiales. De acuerdo con Ibáñez (op.cit.), las fuentes de determinación de las R S se encuentran en el conjunto de condiciones económicas, sociales e históricas que caracterizan a una sociedad determinada y en el sistema de creencias y de valores que circulan en su seno.
• Los mecanismos de anclaje y objetivación. Ambos son mecanismos que provienen de la propia dinámica de las representaciones sociales. El primero de ellos concierne a la forma en que los saberes y las ideas acerca de determinados objetos entran a formar parte de las R S de dichos objetos mediante una serie de transformaciones específicas. El segundo da cuenta de cómo inciden las estructuras sociales sobre la formación de las representaciones sociales, y de cómo intervienen los esquemas ya constituidos en la elaboración de nuevas representaciones .
• El conjunto de prácticas sociales que se encuentran relacionadas con las diversas modalidades de la comunicación social. Es, en efecto, en los procesos de comunicación social donde se origina principalmente la construcción de las R S. En este sentido, los medios de comunicación de masas tienen un peso preponderante para transmitir valores, conocimientos, creencias y modelos de conductas. Tanto los medios que tienen un alcance general, la televisión o los que se dirigen a categorías sociales específicas como las revistas de divulgación científica, por ejemplo, desempeñan un papel fundamental en la conformación de la visión de la realidad que tienen las personas sometidas a su influencia. La comunicación interpersonal y en particular la de las innumerables conversaciones en las que participa toda persona durante el transcurso de un día cualquiera de su vida cotidiana, es otra modalidad de la comunicación social cuya influencia es igualmente significativa.
Es importante recordar que la inserción social o la ubicación de las personas en la estructura social, no solo interviene para la exposición selectiva de distintos contenidos conversacionales, sino que ejerce también una influencia sobre el tipo de experiencia personal que se establece con relación al objeto de la representación. Esta experiencia, variable según las distintas ubicaciones sociales, condiciona la relación con el objeto así como la naturaleza del conocimiento que se alcanza sobre él.
Todos estos elementos contribuyen a la configuración de la representación social, entrelazando sus efectos con los que provienen de las comunicaciones sociales.
3 . 5 . 1 La objetivación
El amor, la amistad, la educación, son entre otras, muchas de las cosas de las que no se tiene una realidad concreta y, sin embargo, en forma consuetudinaria las personas las incluyen en sus comentarios de manera concreta y tangible. Esta concretización de lo abstracto se lleva a cabo por el proceso de objetivación por lo que dicho proceso es fundamental en el conocimiento social.
El análisis del proceso de objetivación no es exclusivo del campo de las representaciones sociales, sino que también se ha desarrollado en la sociología del conocimiento ( Berger y Luckmann, op.cit.); en lingüística (Lakoff y Johnson, 1995) o en la cognición social (Zinder y Swann cfr. Wagner y Elejabarrieta, op.cit.).
En la teoría de las representaciones sociales, el proceso de objetivación se refiere a la transformación de conceptos abstractos extraños en experiencias o materializaciones concretas. Por medio de él lo invisible se convierte en perceptible.
Este proceso implica a su vez tres fases (Jodelet, 1984):
• La construcción selectiva: es decir, la retención selectiva de elementos que después son libremente organizados. Dicha selección se da junto a un proceso de descontextualización del discurso y se realiza en función de criterios culturales y normativos.
Se retiene solo aquello que concuerda con el sistema ambiente de valores. De ahí que las informaciones con igual contenido, sean procesadas diferencialmente por las personas.
• El esquema figurativo: el discurso se estructura y objetiviza en un esquema figurativo de pensamiento, sintético, condensado, simple, concreto, formado con imágenes vividas y claras, es decir, las ideas abstractas se convierten en formas icónicas.
Estas imágenes estructuradas es lo que Moscovici (1979, 1981,1984 a, b) ha denominado núcleo figurativo, o sea, una imagen nuclear concentrada, con forma gráfica y coherente que captura la esencia del concepto, teoría o idea que se trate de objetivar. Esta simplificación en la imagen es lo que le permite a las personas conversar y también comprender de forma más sencilla las cosas, a los demás y a ellas mismas y a través de su uso, en diferentes circunstancias, se convierte en un hecho natural.
Wagner y Elejabarrieta (op.cit.) ilustran el núcleo figurativo con la expresión bíblica: “Y Dios creo al hombre a su imagen y semejanza”. Esta expresión no es solo una explicación religiosa sobre el origen del hombre, sino también una forma que permite disponer de una imagen de Dios, materializar la entidad abstracta en una figura concreta. A ello, debo agregar que con dicha expresión el rostro femenino de Dios es de difícil representación para sus creyentes, quienes en esencia vinculan su representación con un hombre.
• La naturalización: la transformación de un concepto en una imagen pierde su carácter simbólico arbitrario y se convierte en una realidad con existencia autónoma.
La distancia que separa lo representado del objeto desaparece de modo que las imágenes sustituyen la realidad. Lo que se percibe no son ya las informaciones sobre los objetos, sino la imagen que reemplaza y extiende de forma natural lo percibido.
Sustituyendo conceptos abstractos por imágenes, se reconstruyen esos objetos, se les aplican figuras que parecen naturales para aprehenderlos, explicarlos y vivir con ellos, y son esas imágenes, las que finalmente constituyen la realidad cotidiana.
3 . 5 . 2 El anclaje
El proceso de anclaje, al igual que el proceso de objetivación, permite transformar lo que es extraño en familiar. Sin embargo, este proceso actúa en una dirección diferente al de objetivación. Si lo propio de la objetivación es reducir la incertidumbre ante los objetos operando una transformación simbólica e imaginaria sobre ellos, el proceso de anclaje permite incorporar lo extraño en lo que crea problemas, en una red de categorías y significaciones por medio de dos modalidades:
• Inserción del objeto de representación en un marco de referencia conocido y preexistente.
• Instrumentalización social del objeto representado o sea la inserción de las representaciones en la dinámica social, haciéndolas instrumentos útiles de comunicación y comprensión.
Si bien el proceso de anclaje permite afrontar las innovaciones o el contacto con objetos que no son familiares para las personas, hay que advertir que las innovaciones no son tratadas por igual por todos los grupos sociales, lo cual evidencia el enraizamiento social de las representaciones y su dependencia de las diversas inserciones sociales.
En efecto, los intereses y los valores propios de los diversos grupos actúan con fuerza sobre los mecanismos de selección de la información, abriendo más o menos los esquemas establecidos para que la innovación pueda ser integrada. Si el nuevo objeto que ha aparecido en el campo social es susceptible de favorecer los intereses del grupo, este se mostrará mucho más receptivo.
En definitiva, la integración cognitiva de las innovaciones está condicionada tanto por los esquemas de pensamiento ya constituidos como por la posición social de las personas y de los grupos.
El proceso de anclaje, a su vez, se descompone en varias modalidades que permiten comprender:
• Cómo se confiere significado al objeto representado, con relación al sentido que se le otorga a la representación.
• Cómo se utiliza la representación en tanto sistema de interpretación del mundo social y marco e instrumento de conducta. Esta modalidad permite comprender cómo los elementos de la representación no sólo expresan relaciones sociales, sino que también contribuyen a constituirlas (Jodelet, 1984:486).
• Cómo opera su integración dentro de un sistema de recepción y la conversión de los elementos de este último relacionados con la representación. Los sujetos se comportan según las representaciones; los sistemas de interpretación proporcionados por la representación guían la conducta.
Actuando conjuntamente y por su función integradora, el anclaje y la objetivación sirven para guiar los comportamientos. La representación objetivizada, naturalizada y anclada, es utilizada para interpretar, orientar y justificar los comportamientos.
3.6 Funciones de las representaciones sociales
Sandoval (1997) señala que las R S tienen cuatro funciones:
• La comprensión, función que posibilita pensar el mundo y sus relaciones.
• La valoración, que permite calificar o enjuiciar hechos.
• La comunicación, a partir de la cual las personas interactúan mediante la creación y recreación de las representaciones sociales.
• La actuación, que está condicionada por las representaciones sociales.
Los intercambios verbales de la vida cotidiana exigen algo más que la utilización de un mismo código lingüístico. Exigen que se comparta un mismo trasfondo de representaciones sociales, aunque sea para expresar posturas contrapuestas. Este trasfondo común suple el estricto rigor discursivo que es necesario para transmitir sin ambigüedades los significados adecuados, rigor que es obviamente imposible mantener en las improvisaciones espontáneas de la vida cotidiana.
Es así como a partir de las representaciones sociales, las personas producen los significados que se requieren para comprender, evaluar, comunicar y actuar en el mundo social.
3. 7 Sus condiciones de emergencia
Según Moscovici (1979), las R S emergen determinadas por las condiciones en que son pensadas y constituidas, teniendo como denominador el hecho de surgir en momentos de crisis y conflictos. De manera convergente, Tajfel (cfr. www.geocities.com 1999) propone que las representaciones sociales responden a tres necesidades: a ) clasificar y comprender acontecimientos complejos y dolorosos; b ) justificar acciones planeadas o cometidas contra otros grupos; y c ) para diferenciar un grupo respecto de los demás existentes, en momentos en que pareciera desvanecerse esa distinción. En suma, causalidad, justificación y diferenciación social.
Moscovici (1979) infiere tres condiciones de emergencia: la dispersión de la información, la focalización del sujeto individual y colectivo y la presión a la inferencia del objeto socialmente definido.
• Dispersión de la información. Según Moscovici, la información que se tiene nunca es suficiente y por lo regular está desorganizada. En este sentido, los datos de que disponen la mayor parte de las personas para responder a una pregunta, para formar una idea a propósito de un objeto preciso son, generalmente a la vez, insuficientes y superabundantes. Es decir, nunca se posee toda la información necesaria o existente acerca de un objeto social que resulte relevante.
• Focalización. Una persona o una colectividad se focalizan porque están implicadas en la interacción social como hechos que conmueven los juicios o las opiniones.
Aparecen como fenómenos a los que se debe mirar detenidamente.
Para Banchs (1988, 1990) y Herzlich (1975) la focalización es señalada en términos de implicación o atractivo social de acuerdo con los intereses particulares que se mueven dentro de la persona inscrita en los grupos de pertenencia. La focalización será diversa y casi siempre excluyente.
•Presión a la inferencia. Socialmente se da una presión que reclama opiniones, posturas y acciones acerca de los hechos que están focalizados por el interés público.
Esto significa que la vida cotidiana, las circunstancias y las relaciones sociales exigen del individuo o del grupo social que sean capaces, en todo momento, de estar en situación de responder.
Las exigencias grupales para el conocimiento de determinado evento u objeto se incrementan a medida que su relevancia crece. El propósito fundamental es entonces no quedar excluido/a del ámbito de las conversaciones, sino poder realizar inferencias rápidas, opiniones al respecto y un discurso más o menos desarrollado.
Estas tres condiciones de emergencia —dispersión de la información, grado de focalización y presión a la inferencia— constituyen la base que permite la aparición del proceso de formación de una representación social y, en mayor o menor grado, al conjugarse hacen posible la génesis del esquema de la representación.
3.8 Sus dimensiones
Las R S como forma de conocimiento aluden a un proceso y a un contenido.
En tanto proceso las R S refieren a una forma particular de adquirir y comunicar conocimientos.
Como contenido, a una forma particular de conocimiento, que constituye un universo de creencias en el que se distinguen tres dimensiones: la actitud, la información y el campo de representación (Moscovici, 1979).
3.8.1 La actitud
Consiste en una estructura particular de la orientación en la conducta de las personas, cuya función es dinamizar y regular su acción. Es la orientación global positiva o negativa, favorable o desfavorable de una representación. Su identificación en el discurso no ofrece dificultades ya que las categorías lingüísticas contienen un valor, un significado que por consenso social se reconoce como positivo o negativo, por tanto, es la más evidente de las tres dimensiones.
La actitud expresa el aspecto más afectivo de la representación, por ser la reacción emocional acerca del objeto o del hecho. Es el elemento más primitivo y resistente de las representaciones y se halla siempre presente aunque los otros elementos no estén. Es decir, una persona o un grupo puede tener una reacción emocional sin necesidad de tener mayor información sobre un hecho en particular.
La concepción unidireccional de las actitudes considera que ellas se componen básicamente de un elemento afectivo. La concepción bidimensional añade al anterior, el elemento cognoscitivo. Finalmente, un punto de vista tridimensional la complementa con una tendencia comportamental.
Es esta última visión sobre la actitud la que más se aproxima al concepto de R S. Sin embargo, el origen del término actitud es eminentemente psicológico y aunque se usa en el campo social, no ofrece la estructura dinámica que tiene el de representación. Se puede decir entonces que las R S contienen a las actitudes y no a la inversa, ya que aquellas van más allá del abordaje tradicional de las actitudes y acercan mucho más el concepto al campo social.
3.8.2 La información
Concierne a la organización de los conocimientos que tiene una persona o grupo sobre un objeto o situación social determinada. Se puede distinguir la cantidad de información que se posee y su calidad, en especial, su carácter más o menos estereotipado o prejuiciado, el cual revela la presencia de la actitud en la información. Esta dimensión conduce, necesariamente, a la riqueza de datos o explicaciones que sobre la realidad se forman las personas en sus relaciones cotidianas. Sin embargo, hay que considerar que las pertenencias grupales y las ubicaciones sociales mediatizan la cantidad y la precisión de la información disponible.
El origen de la información es, asimismo, un elemento a considerar pues la información que surge de un contacto directo con el objeto, y de las prácticas que una persona desarrolla en relación con él, tiene unas propiedades bastante diferentes de las que presenta la información recogida por medio de la comunicación social.
3.8.3 El campo de representación
Refiere a la ordenación y a la jerarquización de los elementos que configuran el contenido de la R S. Se trata concretamente del tipo de organización interna que adoptan esos elementos cuando quedan integrados en la representación.
En suma, constituye el conjunto de actitudes, opiniones, imágenes, creencias, vivencias y valores presentes en una misma representación social.
El campo de representación se organiza en torno al esquema figurativo o núcleo figurativo que es construido en el proceso de objetivación. Este esquema o núcleo no sólo constituye la parte más sólida y más estable de la representación, sino que ejerce una función organizadora para el conjunto de la representación pues es él quien confiere su peso y su significado a todos los demás elementos que están presentes en el campo de la representación.
La teoría del esquema figurativo tiene importantes implicaciones para el cambio social.
En efecto, las actuaciones tendientes a modificar una representación social no tendrán éxito si no se dirigen prioritariamente a la modificación del esquema puesto que de él depende el significado global de la representación.
En síntesis, conocer o establecer una representación social implica determinar qué se sabe (información), qué se cree, cómo se interpreta (campo de la representación) y qué se hace o cómo se actúa (actitud). Estas tres dimensiones, halladas por Moscovici, forman un conjunto que tan sólo puede escindirse para satisfacer las exigencias propias del análisis conceptual.
No cabe duda que el campo de representación constituye la dimensión más interesante y más original y quizás la más difícil de captar. Es importante, por lo tanto, tener claridad —dado que las tres dimensiones refieren al análisis de contenido de los discursos— que el campo de una representación es una dimensión que debe analizarse en función de la totalidad del discurso y no sólo en un párrafo o en una frase (Banchs,1986).
Por ejemplo, puede ser que la R S de un objeto carezca de campo, debido a que el discurso de la persona se expresa a través de elementos dispersos que carecen de organización y en los cuales se observa que la representación no está aún estructurada.
Para ilustrar lo anterior se exponen los extractos de dos entrevistas cuyo objetivo era conocer las representaciones del feminismo. Las respuestas que se consignan se produjeron ante la pregunta ¿Qué es el feminismo?
R e s p u e s t a 1: el feminismo… no sé… una mujer que tiene que estar preparada tanto para la sociedad como para el matrimonio ( ¿ Y cómo es eso?) La sociedad debe prepararse para la vida, la vida es muy difícil.
Respuesta 2: Yo pienso que el feminismo es una corriente organizada en el mundo de hoy y sus organizaciones se van extendiendo a muchos países desarrollados y no desarrollados; que tienen planteamientos muy interesantes porque reivindican el papel de la mujer en cuanto a su papel en la sociedad en los distintos niveles, pues, en el mismo nivel de igualdad que los hombres.
En la 1: Esta respuesta textual de una entrevistada comienza con una frase que refleja una idea lejana de lo que es el feminismo. Cuando la entrevistadora le pide precisar información, la sujeto se extiende en un discurso que se aleja del concepto de feminismo, para luego volver a referirse a ideas que se relacionan con la realidad de ese objeto de representación.
En este caso no existe campo o una estructura en la representación, sin embargo se habla de una representación porque la persona puede expresarse sobre el feminismo con idas y venidas en su discurso alejándose del objeto. En los casos en que las entrevistadas respondieron que el feminismo era “ser femenina” o “tiene que ver con lo afeminado”, no existe representación del objeto. En la respuesta 2, observamos el campo estructurado de la representación (Banchs, 1986: 33-34).
3.9 Conceptos afines
Las R S no son las únicas producciones mentales que tienen un origen social. Otras modalidades del pensamiento surgen también del trasfondo cultural acumulado a lo largo de la historia. Tampoco son las únicas que se forman con base en instancias sociales estructuralmente definidas y que tienen un modo de existencia social.
Las R S, por último, no tienen la exclusiva de desempeñar funciones sociales específicas.
Otras producciones mentales de tipo social cumplen también funciones pragmático-sociales, orientando la interpretación-construcción de la realidad y guiando tanto las conductas como las relaciones sociales. Las ideologías son algunas de las modalidades de pensamiento social que reúnen, al igual que las R S, estas características.
3 . 9 . 1 Las ideologías
La estrecha relación conceptual que une a las R S y a las ideologías ha hecho que algunos autores (Robert y Faugeron, cfr. Ibáñez, op.cit.) afirmen que las R S no son sino la manifestación concreta y objetivada de las ideologías que las engendran. Según este punto de vista, las R S constituyen la forma concreta en que se manifiestan las ideologías cuando éstas se encaran con un objeto social específico.
Moscovici, que coincide en este particular con Althusser, considera que las R S y las ideologías se encuentran en una relación de inclusión. Una ideología es, en esta perspectiva, el sistema constituido por un conjunto de representaciones sociales y la relación entre ambas pertenece por lo tanto al tipo de relación que une a las partes con el todo.
De acuerdo con Ibáñez, (op.cit.) en la primera versión se reconoce la importancia de las R S, pero se les sitúa en una relación de dependencia con respecto a las ideologías, lo cual minimiza el concepto de R S pues su interés sería el de facilitar el acceso a las ideologías implícitas. En la versión de Moscovici, sin embargo, se anula la utilidad del concepto de ideología, la cual se ve reducida a un concepto englobador, que se queda vacío si se le restaran las representaciones sociales.
Una perspectiva que no reduce un concepto a otro y que trata de mantener la potencia explicativa de ambos conceptos es la enunciada por Ibáñez (op.cit.). Para este autor, las R S se refieren siempre a un objeto particular y pueden ser asignadas a agentes sociales específicos. Es decir, las R S son siempre representaciones de algo y de alguien y siempre son construidas por grupos o personas, lo cual excluye la existencia de representaciones sociales genéricas y socialmente indiferenciadas en cuanto a sus portadores.
En oposición con estas características, la ideología sí tiene un carácter de generalidad que la asimila a un código interpretativo o a un dispositivo generador de juicios, percepción, actitudes, sobre objetos específicos, pero sin que el propio código esté anclado en un objeto particular sino que atraviesa todos los objetos, además de que no es atribuible a un agente particular.
No obstante, se puede afirmar que la ideología —al igual que las conversaciones, las vivencias, la ubicación de las personas en la estructura social—, es una de las condiciones de producción de las R S. Es decir, la ideología es uno de los elementos de causalidad que interviene en la génesis de las R S, pero esta relación de causalidad es de tipo circular, puesto que las R S pueden modificar a su vez los elementos ideológicos que han contribuido a su propia formación.
En definitiva las ideologías y las representaciones sociales son objetos distintos pero estrechamente vinculados entre sí por relaciones de causalidad de tipo circular.
El estudio de cada uno de estos dos fenómenos es relevante para la comprensión del otro…(y) nos informa sobre la ideología que subyace a la representación social. Es preciso estudiar las representaciones sociales para esclarecer los fenómenos ideológicos (Ibáñez, 1988: 60).
Existen otros conceptos de menos alcance que el de ideología y aunque no son formas del pensamiento social en el pleno sentido de la expresión, mantienen una proximidad con las RS, por lo que es necesario precisar sus puntos de similitud y de diferenciación.
3 . 9 . 2 Las crencias
Según Rokeach (cfr. Gallego, 1991:297) las creencias son proposiciones simples, conscientes o inconscientes, inferidas de lo que las personas dicen o hacen, capaces de ser precedidas por la frase: “Yo creo que…”
El contenido de una creencia puede: a ) describir el objeto de la creencia como verdadero o falso, correcto o incorrecto; b ) evaluarlo como bueno o malo o, c) propugnar un cierto curso de acción o un cierto estado de existencia como indeseable. Entre creencia y actuación existe una relación, pero no como causa-efecto, sino como tendencia, predisposición o prescripción, en el sentido de orientación o norma para la acción.
Si bien no es común que creencia y R S se confundan, el concepto de creencia es uno de los elementos que conforman el campo de representación, sin que ello signifique que los estudios sobre las creencias sean estudios de R S.
3 . 9 . 3 La percepción
La percepción y R S aluden a la categorización de personas u objetos por lo que ambos conceptos se tienden a confundir. Sin embargo los estudios de percepción social se centran en los mecanismos de respuestas sociales y de procesamiento de la información y los de R S en los modos de conocimiento y los procesos simbólicos en su relación con la visión de mundo y la actuación social de los seres humanos (Gilly cfr. Banchs, 1986).
3 . 9 . 4 Los estereotipos
Los estereotipos son categorías de atributos específicos a un grupo que se caracterizan por su rigidez. En este sentido son más dinámicas las R S pues éstas se modifican constantemente en la interacción diaria de las personas. Asimismo la R S se diferencia de los estereotipos por su función: los estereotipos son el primer paso en el origen de una representación; cuando se obtiene información de algo o de alguien se adscribe en el grupo o situación a las cuales ese grupo o situación pertenece, o sea los estereotipos cumplen una función de “economía psíquica” en el proceso de categorización social.
3 . 9 . 5 La actitud
Una de las principales diferencias entre el concepto de actitud y el concepto de R S estriba en que la actitud se sitúa exclusivamente en el polo de las respuestas. El concepto de actitud implica la existencia de un estímulo “ya constituido” hacia el cual se reacciona según el tipo de disposición interna que se haya construido hacia él. Por el contrario, la R S se sitúa en ambos polos o, mejor dicho, entrelaza la respuesta y el estímulo de forma indisociable (Ibáñez, op.cit.).
La respuesta que las personas dan ante un objeto determinado está prefigurada ya en la forma en que construyen ese objeto. El estímulo provoca efectivamente un cierto tipo de respuesta, pero se construye el estímulo con base en las respuestas que las personas son susceptibles de dar. Las R S actúan simultáneamente sobre el estímulo y sobre la respuesta. En otras palabras, la actitud determina, orienta la respuesta frente a cierto estímulo; la R S constituye el estímulo y la respuesta que se da.
La disposición a responder de cierta forma no se adquiere, por lo tanto, como un fenómeno separado de la elaboración del estímulo.
3 . 9 . 6 La opinión
Según Moscovici (1979), la opinión es una fórmula socialmente valorizada a la que las personas se adhieren y, por otra parte, una toma de posición acerca de un problema controvertido de la sociedad o de objetos sociales cuyo interés es compartido por el grupo.
La opinión propicia la utilización de conceptos; no obstante, ella no es el origen de tales conceptos porque los significados que los originan provienen de las R S que se confrontan en el contexto de la comunicación y la divergencia (Rodríguez, 1997). Es decir, la diferencia entre la opinión y la R S es que esta última informa del contexto, de los criterios de juicio y de los conceptos subyacentes en la opinión, mientras que la opinión solo informa sobre la reacción de las personas hacia los objetos dados desde afuera independientemente de los y las actoras sociales.
Los estudios de opinión se refieren a la toma de posición frente a cuestiones sociales de relevancia. En cambio, el estudio de las R S considera las relaciones y las interacciones sociales, pues son ellas las que generan los cambios de opinión de las personas frente a circunstancias distintas: personas, lugares, situaciones.
3 . 9 . 7 La imagen
La imagen es el concepto que más se utiliza como sinónimo de R S.
Tanto la imagen como la representación social hacen referencia a ciertos contenidos mentales fenomenológicos que se asocian con determinados objetos, supuestamente reales.
La imagen, sin embargo, es una reproducción pasiva de un exterior en un interior. Esto equivale a decir que la imagen se construye esencialmente como reproducción mental de un objeto exterior y se relaciona básicamente con los mecanismos perceptivos.
La RS, lejos de constituir una reproducción especular de cierto objeto exterior, consiste en un proceso de construcción mental de un objeto cuya existencia depende en parte del propio proceso de representación. Es decir, aunque la representación alude a imágenes y figuras, la representación es algo más que un puro reflejo del mundo exterior por el marcaje social que contiene y por la función que cumple en la interacción social (Ibáñez, op.cit.).
Reproducir y producir pertenecen a distintos ámbitos y denotan la distancia entre ambos conceptos. Si bien, al igual que ocurre con el concepto de actitud, la R S integra el concepto de imagen en su propia formulación; es necesario insistir que cuando se habla de R S se parte de que no hay un corte entre el universo exterior y el universo de las personas o de los grupos y de que, en el fondo, el sujeto y el objeto no son heterogéneos en su campo común. El objeto está inscrito en un contexto activo, móvil, puesto que, en parte, fue concebido por la persona o la colectividad como prolongación de su comportamiento y solo existe para ellas en función de los medios y los métodos que permiten conocerlo.
Los conceptos de imagen, de opinión y de actitud no tienen en cuenta esas vinculaciones, ni la apertura que las acompaña. Se considera a los grupos en forma estática, no por lo que crean y lo que comunican, sino porque utilizan una información que circula en la sociedad.
En resumen, las R S son conjuntos dinámicos, su característica es la producción de comportamientos y de relaciones con el medio, en una acción que modifica a ambos y no una reproducción de esos comportamientos, o de estas relaciones, ni una reacción a un estímulo exterior dado (Moscovici, 1979:31).
IV. ¿Cómo se estudian las representaciones sociales?
La metodología de recolección de las R S es un aspecto clave para determinar el valor de los estudios sobre representación. Es posible hacer estudios sobre opinión, actitudes o creencias, entre otros, pero éstos no constituyen estudios de representación social, aunque dichos tópicos sean constitutivos de las R S.
No es discutible que la elección de la metodología (tanto de recolección como de análisis) está (o debería estar) en estrecha vinculación con los supuestos epistemológicos y ontológicos de la investigación —y del investigador o investigadora—.
De ahí que la primera cuestión a resolver para estudiar la representación social de un objeto sea tener claridad sobre estos supuestos, recordando, no obstante, que la opción por la teoría de las R S ya contiene una posición epistemológica.
4.1 Las escuelas
De acuerdo con Pereira de Sá (1998) existen tres líneas de investigación de las R S que se han ido perfilando a través del tiempo:
• Escuela clásica: desarrollada por Denise Jodelet en estrecha cercanía con la propuesta de Serge Moscovici. El énfasis está más en el aspecto constituyente que en el aspecto constituido de las representaciones. Metodológicamente recurre, por excelencia, al uso de técnicas cualitativas, en especial las entrevistas en profundidad y el análisis de contenido.
• Escuela de Aix-en- Provence: esta escuela es desarrollada desde 1976 por Jean Claude Abric y está centrada en los procesos cognitivos. Se le conoce como el enfoque estructural de las R S. Por excelencia recurre a las técnicas experimentales.
• Escuela de Ginebra. El máximo exponente es Willen Doise. Es conocida como la escuela sociológica pues se centra en las condiciones de producción y circulación de las R S.
Las dos primeras escuelas o líneas de investigación evidencian los dos enfoques en que han sido abordadas las R S: el procesual y el estructural.
Para la comprensión de estos dos enfoques es preciso recordar que las R S son pensamiento constituyente y a la vez pensamiento constituido. Es decir, al ser parte de la realidad social, la R S contribuye a su configuración y producen en ella una serie de efectos específicos. Pero también, las R S contribuyen a construir el objeto del cual son una representación, por lo que este objeto es, en parte, realmente tal y como aparece a través de su representación social (Ibáñez, op.cit).
Aunque ambos enfoques significan una manera diferente de apropiarse de la teoría esta separación tiene una connotación heurística y de ninguna manera debe conducir a una falsa dicotomía entre ellos. Sin embargo, se puede afirmar que el aspecto constituyente del pensamiento son los procesos y el constituido son los productos o contenidos.
El enfoque que se centra en el primer aspecto es el procesual y el estructural se centra en el segundo aspecto.
El enfoque procesual descansa en postulados cualitativos y privilegia el análisis de lo social, de la cultura y de las interacciones sociales, en general. El estructural, privilegia el funcionamiento cognitivo y el del aparato psíquico y para ello recurre a los postulados que se derivan del método experimental así como a sofisticados análisis multivariados.
La discusión en torno a estos dos pensamientos es análoga a la discusión acerca de la investigación cualitativa y la cuantitativa (Spink, 1999), pues no se trata de definir qué métodos tienen más posibilidades de traducir las cosas como de hecho “son”, pues desde la metodología cualitativa como de la cuantitativa se producen versiones sobre el mundo que no son “puras”. Es decir, ninguna de las dos escapa al carácter “construido” de los conocimientos y en ninguna se está en condiciones de asegurar que el conocimiento producido es, esencialmente, producto de un contacto “exitoso” con la “realidad” (Araya, 2001).
La afiliación a un método no garantiza per se la superación de los sesgos investigativos o la incorporación del punto de vista de los y las actoras sociales. Las posibles distorsiones investigativas de las que constantemente son acusados los métodos cuantitativos (manipulación de la realidad, por ejemplo) podrían estar presentes también en la investigación cualitativa.
De igual manera, no se puede generalizar que todos los trabajos de RS autodefinidos como procesuales (de tendencia cualitativa) integran los contenidos sociales de la teoría ni todos los trabajos estructurales (de tendencia cuantitativa) ignoran lo social (Banchs, 2000).
4.2 El enfoque procesual
Para acceder al contenido de una representación, el procedimiento clásico utilizado por este enfoque es la recopilación de un material discursivo producido en forma espontánea (conversaciones), o bien, inducido por medio de entrevistas o cuestionarios. Los discursos cristalizados en obras literarias, soportes periodísticos, grabaciones de radio pueden ser también objeto de análisis. Independientemente de su modo de producción, este material discursivo es sometido a tratamiento mediante las clásicas técnicas de análisis de contenido. Este tratamiento proporciona una serie de indicadores que permiten reconstruir el contenido de la representación social.
Tiene en común con el Interaccionismo Simbólico:
• Conciencia de la reactividad, efectos experimentales, efectos del entrevistador o entrevistadora, no como artefactos metodológicos indeseables, sino como partes normales del proceso de interacción social y de la definición de la situación que entra en toda investigación.
• Un foco de análisis en unidades micro o sociopsicológicas más que sobre sociedades o instituciones.
• Una visión de la sociedad como empresa simbólica.
• Una visión de la sociedad más como proceso que como estado.
• Una concepción de los seres humanos como interactores autónomos y creativos más que como reactores pasivos abofeteados por las fuerzas externas sobre las cuales no tienen control.
• La suposición de que lo que es real y que amerita ser estudiado es lo que los miembros de una sociedad definen como real ya que es eso sobre lo que ellos actúan.
• Un compromiso con los métodos que reflejan y detectan las definiciones de los miembros más que los constructos de los científicos (Deutscher, cfr. Banchs, 2000:5).
Estas convergencias, sin embargo, no significan que el interaccionismo simbólico y el enfoque procesual sean equivalentes pues el segundo trasciende del primero hacia una postura socioconstruccionista, ciertamente originada en los postulados del interaccionismo simbólico y claramente influenciada por la literatura foucaultiana, sobre todo en términos de análisis del discurso. El énfasis está en el proceso social, en el contenido de la R S y no en los mecanismos cognitivos.
4.2.1 Presupuestos epistemológicos y ontológicos
• El acceso al conocimiento de las R S es por medio de un abordaje hermenéutico, en el que el ser humano es visualizado como un productor de sentidos.
• Focaliza en el análisis de las producciones simbólicas, de los significados, del lenguaje, a través de los cuales los seres humanos construyen el mundo en que viven.
• Privilegia dos formas de acceso al conocimiento: una, a través de métodos de recolección y análisis cualitativo de los datos. Otra, la triangulación combinando múltiples técnicas, teorías e investigaciones para garantizar una mayor profundización y ampliación del objeto de estudio.
• La naturaleza del objeto de estudio que se intenta aprehender por esta vía, alude a un conocimiento del sentido común versátil, diverso y caleidoscópico.
Este enfoque, en resumen, se distingue por ser una aproximación cualitativa, hermenéutica, centrada en la diversidad y en los aspectos significantes de la actividad representativa; por tener un uso más frecuente de referentes teóricos procedentes de la filosofía, lingüística y la sociología; por un interés focalizado sobre el objeto de estudio en sus vinculaciones sociohistóricas y culturales específicas y por una definición del objeto como instituyente más que instituido.
4.3 El enfoque estructural
Asume características cercanas a la sicología social cognitiva de la línea estadounidense.
Desde este enfoque, el análisis de una R S y la comprensión de su funcionamiento necesitan obligatoriamente una doble identificación: la de su contenido y la de su estructura. Es decir, los elementos constitutivos de una representación son jerarquizados, asignados de una ponderación y mantienen entre ellos relaciones que determinan la significación y el lugar que ocupan en el sistema representacional. Esto implica, necesariamente, una metodología específica de recolección (Abric, 1994).
Según Abric (op.cit), todos los autores después de Moscovici están de acuerdo con la definición de la representación como conjunto organizado. Sin embargo, quienes se inscriben en el enfoque estructural parten del supuesto de que toda representación tiene una estructura específica que le es propia, cuya característica central es que está organizada alrededor de un núcleo central y que éste es el que determina su organización y significación.
Y es precisamente la Teoría del Núcleo la que distingue el enfoque estructural del procesual.
Por núcleo central se entiende el elemento o conjunto de elementos que dan a la representación su coherencia y su significación global.
El núcleo tiene dos funciones: la generadora, que crea o transforma la función de los demás elementos de la representación, es decir le da sentido a la significación de esos elementos y la organizadora que organiza los elementos de la representación.
Cuenta además con dos dimensiones: normativa y funcional. En la primera se expresan dimensiones socioafectivas, sociales o ideológicas, dentro de las cuales pueden incluirse normas, estereotipos o actitudes. En la funcional se encuentran las situaciones con una finalidad operativa o aquellas que se refieren al funcionamiento del objeto (Uribe et al, 1997).
El núcleo central es el elemento que más resistirá al cambio, pues una modificación del núcleo produce la transformación completa de la representación. Está protegido, por tanto, por los sistemas periféricos, los cuales permiten, esencialmente, la adaptación de la representación a las evoluciones del contexto.
Los elementos periféricos están en relación directa con el núcleo, lo cual equivale a decir que su presencia, su ponderación, su valor y su función están determinados por el núcleo. Están jerarquizados: pueden estar muy cerca de los elementos centrales y en este caso juegan un importante papel en la concreción del significado de la representación.
Distantes de los elementos centrales, ilustran, aclaran y justifican esta significación.
Cumplen tres funciones:
• Función concreción: directamente dependientes del contexto, resultan del anclaje de la representación en la realidad permitiendo su investidura en términos concretos, comprensibles y trasmisibles de inmediato. Integran los elementos de la situación en la que la representación se produce, refieren el presente y lo vivido por las personas.
• Función regulación: por su mayor flexibilidad en relación con los elementos centrales, los elementos periféricos desempeñan un papel esencial en la adaptación de la representación a la evolución del contexto. De esta forma, cualquier información nueva o transformación del entorno se integra a la periferia. Elementos susceptibles de poner en duda fundamentos de la representación podrán ser integrados ya sea otorgándoles un estatus menor, sea reinterpretándolos o concediéndoles un carácter de condicionalidad. Frente a la estabilidad del núcleo central, constituyen el aspecto móvil y evolutivo de la representación (Abric, op.cit.).
• Función defensa: el sistema periférico cumple una función de “parachoques” al proteger al núcleo central de su eventual transformación. Si el núcleo central cambia es porque el sistema periférico es poco resistente o porque las nuevas informaciones contienen mucha fuerza. En todo caso, es el sistema periférico el que soporta las primeras transformaciones: cambios de ponderación, interpretaciones nuevas, deformaciones funcionales defensivas, integración de condicional de elementos contradictorios. Es por ello, que las contradicciones aparecen y se sostienen, en primer término, en el sistema periférico.
El polo estructural ha sido desarrollado no solo por Abric, sino también por Codol, Flament, Plon, Apfelbaum y dentro de la escuela psicosocial vasca, por Páez y colaboradores (cfr. Banchs, 2000).
4.3.1 Presupuestos epistemológicos y ontológicos
• El estudio se centra sobre los procesos y mecanismos de organización de los contenidos de la R S independientemente de su significación.
• Los estudios que hablan de procesos casi siempre son estudios cognitivos que buscan identificar estructuras representacionales.
• Las vías más utilizadas para acceder al conocimiento del objeto de estudio son técnicas correlacionales y análisis multivariados o ecuaciones estructurales.
• Desde el punto de vista ontológico, se busca aprehender tanto los mecanismos cognitivos de constitución, como las funciones, dimensiones y elementos de una estructura cognitiva.
Algunas de las técnicas utilizadas en el enfoque estructural (análisis de similitud y análisis de correspondencia, por ejemplo) han recibido críticas por no dar cuenta del valor simbólico ni del tipo de relaciones entre los elementos representacionales.
Según Ibáñez (op.cit.) la opción por estos procedimientos es producto de la reticencia que los procedimientos cualitativos —propios del enfoque procesual— generan en un sector de la comunidad de investigadores e investigadoras.
No obstante lo anterior, según mi criterio, la existencia de un doble sistema en las R S impone que ambos enfoques sean pertinentes. Debe recordarse que una de las características esenciales de la R S es que son, a la vez, estables y móviles; rígidas y flexibles. Estables y rígidas porque están determinadas por un núcleo central profundamente anclado a la memoria de un pueblo y a su sistema de creencias. Móviles y flexibles porque son alimentadas de las experiencias individuales e integran los datos de lo vivido y de la situación específica, la evolución de las relaciones y de las prácticas en que las personas están inmersas.
Así, si las R S deben ser abordadas desde un contexto histórico y social es justamente en los elementos estables del núcleo donde se podría rastrear su genealogía. Si se abordaren solo en términos constituyentes y procesuales, no se daría cuenta del carácter histórico de la R S, lo cual necesariamente nos hace perder la visión de totalidad.
Acertadamente Banchs lo sintetiza de la manera siguiente:
Lo saludable sería, independientemente del modo de aproximación que adoptemos, preguntarnos no solo qué entendemos por social cuando hablamos de representaciones sociales, sino sobre todo cómo lo abordamos, cómo lo integramos a nivel cognitivo, metodológico, empírico; con cuáles contenidos llenamos el adjetivo histórico y el adjetivo social. Se trata de que honremos el carácter histórico social de las representaciones, estudiando en su estructura no solo los mecanismos sino los contenidos en tanto que memoria social y huella cultural y analizando los procesos sociales de su construcción en la interacción cara a cara (Banch, 2000: 13).
V. Técnicas de recolección
En América Latina, las mayores producciones sobre R S se encuentran en México, Brasil y Venezuela, países en que las ideas de Moscovici se difundieron desde finales de la década del setenta. Si bien en estas investigaciones se encuentra la presencia de ambos polos, el énfasis mayor es el enfoque procesual (Banchs, 2000).
Sin embargo, es en Europa donde se concentra la producción mayor (más del 90% de las publicaciones) las cuales, en su gran mayoría, se perfilan más hacia el enfoque estructural (Ibáñez, op.cit).
Como consecuencia de lo anterior, para el abordaje de las R S, las técnicas de investigación más utilizadas en América Latina son las de naturaleza cualitativa.
5.1 Las técnicas interrogativas
El análisis de la R S privilegia el análisis de los discursos y, por tanto, la entrevista abierta junto con el cuestionario se convierten en las técnicas que mayormente se utilizan.
5.1.1 La entrevista
La entrevista en profundidad (E P) constituye una técnica de reiterados encuentros cara a cara con la investigadora/or y las/os informantes. Dichos encuentros están dirigidos hacia la comprensión de las perspectivas que tienen los y las informantes respecto de sus vidas, experiencias o situaciones, tal como se expresan con sus propias palabras. Con esta técnica, la propia investigadora o investigador es el instrumento de la investigación y no el protocolo o guión de la entrevista. El rol implica no sólo obtener respuestas, sino también aprender qué preguntas hacer y cómo hacerlas (Taylor y Bodgan, 1992).
Por lo anterior, si bien las características externas de la persona entrevistadora —el sexo, la edad, la apariencia física y social— y otras menos aparentes —actitud o personalidad y de aptitud o conocimiento de la materia— juegan un papel importante en el éxito de la entrevista, son otros los rasgos a los que se debe poner atención. La persona entrevistadora debe poseer una personalidad flexible y ser lo suficientemente perspicaz para evaluar críticamente la información que recibe e indagar en busca de mayor claridad y exhaustividad en las respuestas.
Existen tres niveles relacionales que determinan el sentido del discurso que se genera a partir de la aplicación de la entrevista:
1 El contrato comunicativo
2 La interacción verbal
3 El universo social de referencia.
El contrato comunicativo
Hace alusión al carácter paradójico de la entrevista: por un lado, se solicita por ser una forma de producir expresiones de carácter íntimo pero, por el otro, al producirse, dejan de ser íntimos. El establecimiento de un contrato de comunicación es, entonces, fundamental para el funcionamiento del dispositivo de comunicación porque diluye o elude esta situación paradójica al remitir el uso de la información y la comunicación a un contexto exterior al propio encuentro, o sea, al informe escrito de la investigación en el cual se desbloquea y da salida a la misma situación de la entrevista (Alonso, 1998).
Lo anterior se traduce en que E P se debe someter a las reglas de la pertinencia y a la renegociación permanente de las reglas implícitas y explícitas, lo cual no significa que los y las participantes conozcan con exactitud los objetivos de la investigación, por los posibles sesgos que de esta situación se podrían derivar. Sin embargo, es un imperativo que conozcan las condiciones de la investigación, sus fines y propósitos en forma general y los usos que, una vez finalizada la investigación, se le dará.
La interacción verbal
La interacción se fundamenta en la apertura de las personas a la comunicación y la aceptación de las reglas. El mínimo marco pautado es un guión temático previo, que recoge las temáticas que interesan a la investigadora o al investigador. No obstante, tal guión no está estructurado secuencialmente, pues lo que interesa es que, durante la entrevista, la persona produzca información sobre todos los temas de la investigación, pero sin inquirir sobre cada uno ellos en un orden prefijado.
El universo social de referencia
Más que analizar la situación particular de la persona entrevistada, este nivel relacional de la E P remite a la determinación central y lateral de las R S. Esto significa que, cuando se analiza el discurso elaborado por la persona entrevistada, su situación personal es vista a la luz del entramado social y cultural en la que está inserta, por lo que dicho análisis no se orienta por las características de su situación personal, sino por los condicionamientos ideológicos de su proceso motivacional típico.
Por lo anterior, y de acuerdo con Ibáñez (1988), cuando las personas revelan sus representaciones mediante sus producciones verbales, no están efectuando la descripción de lo que está en su mente, sino que están construyendo activamente la imagen que se forman del objeto con el cual les confronta las preguntas de la investigadora o investigador.
En este sentido, la entrevista se instituye y desenvuelve a partir de su capacidad para dar cuenta de la vivencia individual de la persona entrevistada (manifiesta o latente) y del sistema de marcadores sociales que encuadran su vida social.
El discurso que se produce por medio de la entrevista es, por lo tanto, un relato en que la situación implicativa genera “una inversión de la persona” que al verse en sí misma en la realidad observa el sistema de etiquetas sociales que la enmarcan (Alonso, op.cit.).
5.1.2 El cuestionario
Consiste en un conjunto de preguntas respecto de uno o más tópicos. Puede contener preguntas cerradas o abiertas.
Las preguntas cerradas contienen categorías o alternativas de respuesta que han sido delimitadas por la investigadora o el investigador: Pueden ser dicotómicas o incluir varias alternativas de respuesta. En cambio las preguntas abiertas no delimitan de antemano las alternativas de respuesta. (Hernández et al, 1998).
Dentro de sus ventajas está la estandarización que no solo reduce los costos, sino también los riesgos que se derivan de las posturas subjetivas de las personas que entrevistan.
Sin embargo la estandarización es también una limitante pues inhibe la expresión libre de las personas al sujetarlas a las interrogantes que les son propuestas y al limitar sus propias interrogaciones.
Por lo anterior, para el estudio de las R S, el cuestionario debe ser concebido de manera que permita y valorice la actividad de la persona interrogada, por medio de la inclusión de un número mayor de preguntas abiertas y proponiendo a la persona entrevistada un amplio abanico de respuestas, es decir: ofreciéndole la posibilidad de emplear su propia gestión.
5.1.3 Las tablas inductoras
Esta técnica de recolección de las representaciones ha sido utilizada hasta el momento en estudios dirigidos a poblaciones con dificultades para apropiarse de los modos de interrogación clásicos (entrevistas o cuestionarios).
Se inspira en las aproximaciones proyectivas, pues consiste en presentar a las personas una serie de dibujos, elaborados por la investigadora o el investigador, ilustrando los temas principales procedentes de una pre – encuesta, y se les pide que se expresen libremente a partir de la tabla propuesta.
Se trata de una variante de la entrevista semidirectiva cuyas reactivaciones son constituidas no por una forma oral, sino por una estimulación gráfica.
Ha demostrado ser muy efectiva (Abric, 1994b) pues este tipo de apoyos favorece ampliamente la expresión de las personas en relación con las respuestas obtenidas por medio de entrevistas clásicas.
Requiere, no obstante, un análisis previo que limite el alcance, la selección de los temas y su formulación figurativa. Por otro lado, el análisis de las respuestas obtenidas, además de las dificultades clásicas de análisis de contenido, se torna más complejo por la necesidad de proporcionar expresión a los elementos figurativos frecuentemente caracterizados de manera deliberada por la ambigüedad (para permitir el proceso de proyección) sin que su lectura se pueda basar en normas y marcos de referencia cuya estandarización sea establecida claramente como en la práctica de los tests en que se inspiran.
Es un modo de aproximación de las R S que —en la condición de ser elaborado y relacionado cuidadosamente con otras maneras de interrogar —puede facilitar la emergencia explícita de las dimensiones implícitas además de que permite profundizar en ciertas dimensiones o categorías de apuntalamiento de la representación.
5.1.4 Dibujos y soportes gráficos
Esta técnica abarca tres fases: a) la producción de un dibujo (o de una serie de dibujos), b) la verbalización de las personas a partir de esos dibujos, c) un análisis —cuantificable— de los elementos constituyentes de la producción gráfica.
El interés de este análisis es —además de poner en evidencia elementos constitutivos de la representación— penetrar con cierta facilidad en los elementos organizadores de la producción, es decir en la significación central de la representación producida.
Efectivamente, en la mayoría de los casos, los dibujos no son, por supuesto, una yuxtaposición de elementos, sino un conjunto estructurado y organizado alrededor de elementos o significaciones centrales que permiten identificar el contenido y formular hipótesis sobre los elementos centrales de la representación.
5.1.5 Técnicas etnográficas
La aproximación monográfica es la vía más enriquecedora para el estudio de las R S.
Sin embargo es mucho más lenta y difícil de ejecutar que los métodos precedentes.
Inspirada en los métodos de la antropología, permite recoger el contenido de una representación social, referirla directamente a su contexto y estudiar sus relaciones con las prácticas sociales establecidas por el grupo. De esta manera es posible combinar las técnicas etnográficas, entre otras, con encuestas; cuestionarios y análisis históricos.
5 . 2 Las técnicas asociativas
5.2.1 La asociación libre
A partir de un término inductor (o de una serie de términos), se les pide a las personas que produzcan todos los términos, expresiones o adjetivos que se les “ocurran”.
El carácter espontáneo —por lo tanto menos controlado— y la dimensión proyectiva de esa producción deberían permitir así tener acceso, mucho más rápido y fácil que en una entrevista, a los elementos que constituyen el universo semántico del término o del objeto estudiado.
La asociación libre permite actualizar elementos implícitos o latentes que serían ahogados o enmascarados en las producciones discursivas.
Abric (op.cit) considera que la asociación libre es probablemente una técnica capital para recolectar los elementos constitutivos dcl contenido de la representación. No obstante, insiste en que la producción obtenida por asociación libre es difícil de interpretar a priori, por la dificultad de distinguir en las asociaciones producidas, las que tienen un carácter prototípico de las que son centrales y organizadoras de la representación.
En este sentido, Grize, Vergés y Silem (cfr. Abric, 1994) propusieron y validaron un procedimiento para analizar el material resultante de esta técnica. Se trata en un primer tiempo de situar y analizar el sistema de categorías utilizado por las personas que permita delimitar el contenido mismo de la representación.
Después, en un segundo tiempo, de extraer los elementos organizadores de ese contenido. Se pueden utilizar entonces tres indicadores: la frecuencia del ítem en la población, su rango de aparición en la asociación (definido por el rango medio calculado sobre el conjunto de la población), y finalmente la importancia del ítem para las personas (se obtiene pidiendo a cada persona que designe los dos términos más importantes para ella).
A partir de ahí un coeficiente significativo entre las dos clasificaciones permite confirmar o reforzar la hipótesis de que se está en presencia de elementos organizadores de la representación. La congruencia de los dos criterios (frecuencia y rango) constituye un indicador de la centralidad del elemento.
No obstante Abric (1994) insiste en que este método tampoco asegura confiabilidad, pues uno de sus postulados más fuertes señala que en una asociación de palabras los términos citados primero son más importantes que los otros y más bien pareciera que lo pertinente es enfocar el rango medio —obtenido en el conjunto de la población—.
En un artículo más reciente, Vergés (1992) propone completar este análisis verificando si los términos más frecuentes permiten crear un conjunto de categorías, organizadas en torno de esos términos, confirmando así las indicaciones sobre su papel organizador de la representación.
La riqueza del material asociativo consiste en que puede constituir la base de un análisis más profundizado, como se verá en la presentación de los métodos de análisis de la estructura de una representación.
5.2.2 La carta asociativa
Una de las dificultades de la asociación libre, que necesita precisamente de la utilización de técnicas complementarias, tiende a la dificultad de interpretación de los términos producidos por las personas. Si se sabe que el término producido es, en efecto, un elemento de la representación y su significación en cambio no aparece, es por falta de contexto semántico. La presencia de un mismo término puede tener así significaciones radicalmente diferentes.
Por ejemplo, el término “jerarquía” es asociado a la palabra inductora “Hospital” ¿Qué significa jerarquía para la persona? ¿Qué hay demasiada jerarquía? ¿Insuficiente? ¿Que la jerarquía plantea un “problema?” ¿Que es necesaria o útil?
Para mitigar, al menos parcialmente esa dificultad, los investigadores y las investigadoras del enfoque estructural han empezado a utilizar un nuevo método de asociaciones libres, inspirado en la técnica de la carta mental de H. Jaoui, que identifican con el nombre de carta asociativa.
1 . En una primera fase y a partir de un término inductor, son producidas asociaciones libres: ejemplos de cadenas asociativas con respecto al término inductor
“Función de enfermera”:
Función enfermera Tarea Repartición Delegación
Función enfermera Escucha Formación I n s u f i c i e n t e
Función enfermera Escucha Papel propio Cuidados de calidad
Función enfermera R e l a c i o n e s Cuidar de otra forma Promoción profesional
Función enfermera Cuidados Técnica Competencia profesional
2 . Después de esta clásica recolección de asociaciones se pide a la persona que produzca una segunda serie de asociaciones pero esta vez a partir de un par de palabras que contengan, por una parte, el término inductor inicial y cada uno de los términos asociados producidos por ella en la primera fase.
Si por ejemplo a partir del término inductor “función de enfermera”, la persona propone como asociaciones: “cuidados”, “relación”, “tarea”, “escucha”, se le pide entonces asociar de nuevo y sucesivamente cada uno de los pares siguientes: “función de enfermera-cuidados”, “función de enfermera-relación”, “función de enfermera tarea”, “función de enfermera-escucha”. Se obtiene entonces una segunda serie de asociaciones. Se recoge así una serie de cadenas asociativas de tres elementos.
3 . Cada una de estas cadenas asociativas es utilizada entonces para solicitar nuevas asociaciones por parte de la persona. Si por ejemplo al par “función enfermera-escucha” le son asociados los términos siguientes: “papel propio”, “disponibilidad”, “formación”, se pedirá a la persona asociar con las siguientes series: “función enfermera-escucha-papel propio”, “función enfermera-escucha-disponibilidad”, “función enfermera-escucha-formación”. Se recolectan así cadenas asociativas de cuatro elementos al explorar todos los elementos proporcionados por la persona.
El método puede ser desarrollado para obtener cadenas de cinco, incluso seis elementos, pero varias experiencias llevadas a cabo para someter a prueba este método demuestran que es difícil ir más allá de las tres fases descritas (Abric, 1994).
Este método tiene varias ventajas: necesita poco tiempo y esfuerzo por parte de la persona; permite recoger un conjunto de asociaciones más elaborado e importante que con la asociación libre y, sobre todo, identificar lazos significativos entre los elementos del corpus. Requiere, no obstante, de parte del investigador o investigadora una actitud activa de reactivación y estimulación.
Es fundamental recordar que la asociación (salvo para la palabra inicial) debe referirse siempre a los pares o tríos resultantes de la asociación. No se trata, por ejemplo, en la ilustración presentada de la segunda fase de obtener asociaciones del término “Escucha”, sino específicamente acerca de la relación asociativa “Función enfermera-escucha” que es la única pertinente en el análisis de la representación estudiada.
El análisis de una carta asociativa se puede realizar como el que se practica en la asociación libre. Sobre la primera serie de asociaciones, después sobre el conjunto, primera y segunda series, finalmente sobre el conjunto completo de las asociaciones producidas. Los índices de frecuencia y los de rango pueden ser calculados, así como su correlación. Un análisis de las categorías del corpus también puede completar ese trabajo.
5 . 3 Métodos de identificación de la organización y de la estructura de una representación
Para la escuela del enfoque estructural poner en evidencia el núcleo central de la representación es más fácilmente realizable desde las técnicas desarrolladas por este enfoque que desde las técnicas clásicas (entrevistas y cuestionarios). Tal y como se anotó en líneas precedentes, esta disyuntiva no está resuelta y por el contrario concita los intereses de quienes se dedican al estudio de la R S.
Según el enfoque estructural, todas sus técnicas se fundan en un solo principio: pedir a la persona que efectúe un trabajo cognitivo de análisis, comparación y jerarquización de su propia producción (Abric, 1994: 64).
Esto permite, según los postulados de este enfoque, reducir en gran medida la parte de interpretación o elaboración de la significación del investigador o de la investigadora y hacer así más fácil y pertinente el análisis de los resultados.
No obstante, según mi criterio y de acuerdo con lo anotado supra, esta postura está ignorando el carácter construido del conocimiento y por ende la imposibilidad de realizar investigaciones “neutrales”. De ahí que definir cuál método es mejor sea una tarea bastante riesgosa y, en todo caso, infructuosa, pues como lo señala Ortí (1998), no se trata de definir cuáles métodos son mejores que otros, pues los procesos de interacción social y del comportamiento personal implican tanto aspectos simbólicos como medibles (número de actores intervinientes, tamaño de los grupos, características o tipos objetivos, etc.).
Realizadas estas consideraciones observemos las técnicas desarrolladas por el enfoque estructural.
5.3.1 Técnicas de identificación de los lazos entre elementos de la representación
5.3.1.1 Construcción de pares de palabras
Consiste en solicitar a la persona, a partir de un corpus que ella misma ha producido (por asociaciones libres, por ejemplo), que constituya un conjunto de pares de palabras que, según su criterio, deben “ir juntas”. El análisis de cada par permite especificar el sentido de los términos utilizados por las personas (como en la carta asociativa), reduciendo la eventual polisemia.
Un término puede ser elegido varias veces y ello favorece la identificación de los vocablos polarizadores o términos bisagra asociados a múltiples elementos de la representación, que pueden ser los organizadores.
La recolección se completa, finalmente, con una entrevista y así, de esta manera, la lista de los pares revela el tipo de procedimiento utilizado por la persona, o sea, el tipo de relaciones que usó para asociar dos términos: similitud del sentido; implicación; contraste; etcétera.
5.3.1.2 Comparación pareada
La técnica de las comparaciones pareadas se inspira de un proceso muy cercano al de los pares de palabras. Consiste en proponer a la persona todos los pares posibles de un corpus de términos (si es posible, producidos por ella misma), sea n (n-I) / 2 pares, pidiéndole para cada par que lo sitúe en una escala de similitud entre los dos términos (de “muy semejante” a “muy diferente”). A partir de ahí se pueden construir matrices de similitud que permitan un tratamiento estadístico por medio de los métodos multidimensionales.
5.3.1.3 Constitución de conjunto de los términos
Esta técnica consiste en pedir a la persona que agrupe en “paquetes” los ítemes que ha producido, o que se le propongan, “poniendo juntos los términos que van bien juntos”, y después interrogarla acerca de los motivos de esa reagrupación y solicitarle que otorgue un título a cada uno de los conjuntos constituidos.
El objetivo aquí es aprehender las estructuras esquemáticas de la representación al analizar los recortes efectuados por las personas y sus fundamentos, a partir de los vínculos de similitud. Es decir, abordar los “principios de construcción” de la representación.
Se pueden extraer, por ejemplo, los eventuales ejes de articulación entre conjuntos diferentes (la misma palabra puede estar presente en varias categorías) y situar familias de términos bisagra. Se puede prestar atención también a la copresencia de los términos en cada “paquete”, y construir el grado de similitud que proporciona frecuentemente una información esencial acerca de la organización interna de la representación.
5.3.2 Técnicas de jerarquización de los ítemes
En las técnicas precedentes, el peso respectivo de los ítemes en la representación es de alguna manera identificado indirectamente por el análisis de los pares de palabras o de los reagrupamientos. A continuación se presentan dos técnicas que pretenden hacer emerger esta jerarquía incitando a la persona a producirla directamente, efectuando ella misma series sucesivas de tris.
5. 3.2.1 Los tris jerarquizados sucesivos
Debe recordarse que el análisis de la producción de asociaciones libres consistía en cruzar dos informaciones: la frecuencia de aparición de un término y su rango en la producción.
Recuérdese también la reserva de Abric (1994) concerniente a la utilización de este último índice que supone que los ítemes más importantes son citados en primer lugar cuando la persona asocia.
Para suprimir esta dificultad se propone calcular el rango (valor de un ítem) a partir de una actividad de jerarquización de elementos realizada por la persona misma. A este proceso se le denomina técnica de “los tris jerárquicos sucesivos”.
El principio de la técnica consiste en recolectar, en un primer tiempo, un conjunto de asociaciones concernientes al objeto de representación estudiado. Se dispone así para un grupo dado, un conjunto de N ítemes, entre los cuales se retendrán los más frecuentemente producidos, teniendo la atención de elegir un número importante de ítemes (en general treinta y dos) con el fin de disponer de un amplio corpus que contenga ítemes poco frecuentes.
En un segundo tiempo se propone a la persona esta lista de ítemes, en forma de treinta y dos fichas correspondientes a los treinta y dos ítemes, y se le pide que los separe en dos: un paquete con los dieciséis ítemes más característicos del objeto estudiado, y un paquete con los dieciséis ítemes menos característicos.
A partir de los dieciséis ítemes más característicos retenidos por la persona, se debe repetir la operación: elección de ocho ítemes más representativos y de otros ocho con los ítemes menos representativos, y así sucesivamente con los otros más característicos, y después con los dos ítemes seleccionados (fig.1) .
32 ítemes
Fuente Fig. 1: Abric, Jean-Claude (1994). Metodología de recolección de las representaciones sociales. En Practiques sociales et Représentations.
Se obtiene así, en una población determinada, una clasificación por orden de importancia, y para cada persona, del conjunto de los ítemes propuestos, se puede calcular el rango medio de cada ítem. Entonces se puede volver a los análisis clásicos de las asociaciones libres y considerar que la correlación positiva frecuencia-rango medio es un indicador de primera importancia para identificar los elementos centrales de la representación en el grupo estudiado.
5. 3.2.2 Las elecciones sucesivas por bloques
La técnica anterior permite un análisis de similitud tradicional pero difícilmente permite calcular los índices que pueden ser reveladores para el estudio de las representaciones, en particular el de distancia. Este índice permite estudiar a la vez las relaciones de similitud y antagonismo o exclusión y su procedimiento es el siguiente:
A partir de una lista de veinte ítemes, se pide a las personas efectuar una elección por bloques. Primero seleccionan los cuatro ítemes que les parecen más importantes y que reciben el valor +2. Luego se les pide escoger de entre los dieciséis restantes los cuatro ítemes menos representativos, asignándoles el valor -2. Seguidamente, entre los doce ítemes restantes, ellas designan sucesivamente los cuatro más importantes (valor +1) y los cuatro menos importantes (valor -1). A los cuatro ítemes restantes se les asigna el valor 0.
16-
16+
8-
8+
4-
4+
2-
2+
1-
1+
Cada ítem recibe así un valor en una escala variable de (+2) a (-2) a partir de la cual se puede calcular un índice de distancia que, como una correlación, varia de (+1) (similitud máxima) a (-1) (exclusión máxima).
Esta técnica proporciona las ventajas propias del análisis de similitud y además da pie a una aproximación cuantitativa que permite comparar en grupos diferentes la importancia relativa de ciertos elementos de la representación.
5.3.3 Técnicas de control de la centralidad
Una cantidad importante de técnicas hasta aquí presentadas permite identificar un cierto tipo de organización de la representación y, en algunos casos, poner en evidencia los elementos centrales.
La verificación es una etapa privilegiada de este enfoque y con este afán se elaboraron recientemente técnicas de validación del núcleo central, con el fin de intentar confirmar la hipótesis de la centralidad.
5.3.3.1 Técnica de cuestionamiento del núcleo central
La aplicación de esta técnica supone que los elementos constitutivos de la representación de un objeto o de una situación sean conocidos por medio de un estudio previo.
Se elabora entonces una lista de los elementos sobre los que se plantea la hipótesis de que ellos pueden constituir el núcleo central de la representación. Posteriormente se presenta a las personas un pequeño texto inductor del que se ha verificado la correspondencia con su representación del objeto estudiado.
Se puede pasar entonces a la fase de control de la centralidad, siendo necesario para ello proporcionar una nueva información a la persona o, una información que pone en “jaque” el elemento estudiado (por ejemplo, luego de describir un buen grupo, se le informa que hay un jefe; estudio del elemento «ausencia de jerarquía» que destacaba como un ítem importante).
Se pide entonces a la persona si, teniendo en cuenta esta nueva información, su representación del objeto ha cambiado o no, o sea, si sostiene su rejilla de lectura. Poniendo sucesivamente en causa los diferentes elementos estudiados, se puede distinguir entonces el o los elementos cuyo cuestionamiento ocasiona un cambio de representación:
Son los elementos del núcleo central. Y aquellos cuyo cuestionamiento no provoca cambios: los elementos periféricos.
5.3.3.2 Técnica de inducción por guión ambiguo (ISA)
Moliner (cfr. Abric, 1994) siguiendo la preocupación por la investigación acerca de los métodos y técnicas de identificación y verificación del núcleo central ha elaborado una técnica que permite detectar y controlar de manera conjunta los elementos centrales de una representación.
En su propuesta para la identificación del núcleo central, Moliner retoma el principio de que una representación es un proceso activo de construcción de la realidad y a partir de ello, presenta la técnica de inducción por guión ambiguo.
Consiste en proponer a la persona una descripción ambigua del objeto de representación en estudio. La ambigüedad del escenario propuesto resulta del hecho de que puede o no referirse al objeto de la representación y proporcionar así dos tipos diferentes de descripción. Es entonces el análisis y la comparación de esas descripciones lo que permitirá identificar los elementos centrales.
A continuación se describen las diferentes fases de esta técnica por medio del trabajo del propio Moliner acerca de la representación de la empresa en estudiantes (cfr. Abric, op.cit.):
A . En primer lugar se pide a las personas redactar un texto sobre su propia concepción de la empresa. El análisis del mismo permite advertir los ítemes que reflejan las diferentes opiniones (en este ejemplo, se levantan catorce ítemes).
B . Se construye entonces el escenario ambiguo que debe respetar dos reglas: 1) Nunca referirse explícitamente al objeto estudiado (en este caso la empresa); 2) No utilizar ninguno de los catorce ítemes que reflejan las opiniones de las personas.
C . Ese guión ambiguo se presentará entonces a las personas bajo dos modalidades diferentes, haciendo referencia al objeto de representación: se concluye en un primer caso: “Es una empresa”, y en el otro “no es una empresa” (de ahí la importancia de la ambigüedad del guión, que debe permitir esas dos formulaciones contradictorias).
D . Posteriormente se propone a las personas los catorce ítemes identificados como característicos de la representación del objeto, preguntándole si el objeto presentado en el guión posee o no esas peculiaridades.
E . El análisis de las respuestas permite entonces extraer dos tipos de ítemes:
• Los ítemes correspondientes a las características escogidas indiferentemente en las dos modalidades del guión (es una empresa o no lo es) y que no pueden por lo tanto ser considerados como específicos del objeto dc representación.
Estos son los elementos periféricos.
• Los ítemes que únicamente son escogidos en los casos en que se hace referencia explícita al objeto (la empresa) y no en la otra situación (no es una empresa). Esos ítemes aparecen entonces como específicos del objeto de representación estudiado. Constituyen el núcleo central, puesto que ellos determinan la significación de la situación.
5.3.3.3 Técnica de los esquemas cognitivos de base (SCB)
A partir de un conjunto de pares de ítemes surgidos de una asociación libre se estudiará el tipo de relación que esos términos sostienen entre sí, utilizando una lista de operadores de las relaciones, definida y formalizada, estando organizados esos operadores en familias denominadas esquemas cognitivos de base. Se puede delimitar así el tipo de relaciones que sostiene un ítem con otros elementos de la representación, estudiar el número más o menos importante de relaciones que lo unen a otros ítemes definiendo su “valencia” y considerar que esa valencia define la importancia o la centralidad del ítem.
Además de que constituye una buena representación, el método de los SCB ofrece la ventaja de permitir con cierta facilidad una comparación entre dos representaciones según los tipos de relaciones y esquemas que movilizan.
VI. Métodos y técnicas de análisis
La información recolectada por medio de las técnicas que son características del enfoque estructural recurre, para su análisis, a técnicas cuantitativas (Flament, 1986), y en particular descansa en un análisis multidimensional de tipo factorial.
Debido a que este tipo de análisis debe seguir un tipo particular de procedimiento según la herramienta estadística seleccionada, en la mayoría de las ocasiones, la investigadora o el investigador no se enfrenta al volumen de “datos” que se produce al utilizar métodos y técnicas cualitativas.
En efecto, por las técnicas que son utilizadas en la investigación cualitativa (la entrevista, la observación, las preguntas abiertas, los diarios, etc.), el tipo de dato recogido suele expresarse en cadenas verbales y no mediante valores numéricos. De ahí, que la mayor parte de los datos cualitativos poseen como una de sus características más conocidas la de ser expresados en forma de textos. Dado su carácter polisémico, su naturaleza predominantemente verbal, su irrepetibilidad y el gran volumen que suele recogerse, el análisis de datos es visto como una de las tareas de mayor dificultad en el proceso de la investigación cualitativa.
Y aunque hay autores como Abric (op.cit.) que reconocen la utilización ineludible de la entrevista, de la misma manera desmerecen su uso exclusivo en el estudio de las R S, argumentando precisamente las limitaciones que devienen del material cualitativo.
No obstante, si bien ninguna técnica, hasta ahora, permite recoger conjuntamente el contenido, la estructura interna y el núcleo central , es necesario aclarar que el material cualitativo producido por medio de entrevistas y cuestionarios puede ser sometido a rigurosos procedimientos de análisis y de esta manera reconstruir la estructura interna de las R S. A ellos me referiré en los siguientes apartados.
6.1 Análisis cualitativo según la Grounded Theory
Según Strauss y Corbin (1990) las metodologías cualitativas son, básicamente, una construcción de conocimiento que ocurre sobre la base de conceptos y son precisamente dichos conceptos los que permiten la necesaria reducción de la complejidad de la realidad social. Mediante el establecimiento de relaciones entre estos conceptos es que se genera la coherencia interna del producto científico.
El método comparativo constante (MCC) —forma en que se conoce el procedimiento de la Grounded Theory— constituye un método privilegiado para realizar el anterior proceso, justamente porque busca construir modelos teóricos acerca de las interrelaciones de los diferentes aspectos del fenómeno estudiado.
Estos autores concluyen que una teoría fundada empíricamente deberá explicar al mismo tiempo de describir, lo que hace de esta metodología una alternativa indicada para el estudio de las R S, ya que permite tanto el estudio de sus contenidos (aspecto descriptivo) como de su estructura interna (aspecto explicativo). Sus procedimientos de análisis, efectivamente, permiten reconstruir las representaciones en dos etapas: 1) análisis descriptivo y 2 ) análisis relacional.
Por medio del primero se reconstruyen inductivamente categorías generales a partir de elementos particulares, así como contenidos socialmente compartidos por medio de comparaciones de representaciones singulares. Al finalizar esta etapa se obtiene una descripción exhaustiva de los contenidos de las R S del grupo social investigado. Sin embargo, el aporte esencial de esta metodología se expresa en la segunda etapa, el análisis relacional. A través de éste se reconstruye la estructura interna de las R S, es decir las relaciones y jerarquías existentes entre sus diferentes contenidos (Krause, 1998).
6.1.1 Las etapas de análisis
Al aplicar los procedimientos de la Grounded Theory, la investigadora o el investigador debe realizar una labor inductiva, disponiendo para ello de un diseño metodológico flexible que le permita integrar información inesperada y contrastar sucesivas hipótesis (Strauss y Corbin, op.cit.).
En esta metodología se trabaja con categorías emergentes, con lo cual se maximizan las posibilidades de descubrir aspectos acerca del objeto de estudio.
La primera etapa es el análisis descriptivo, el cual consiste en construir códigos abstractos a partir de datos particulares. Para ello, el primer paso es la codificación de los datos obtenidos. La codificación incluye todas las operaciones a través de las cuales los datos son fragmentados, conceptualizados y luego articulados analíticamente de un modo nuevo. Los conceptos y códigos generados a través de la codificación tienen un carácter provisional. Este tipo de codificación se denomina codificación abierta y su objetivo principal es abrir la indagación.
Para realizar lo anterior, el material a ser analizado, es fragmentado, a fin de examinarlo línea por línea. Cada unidad de sentido es conceptualizada y nominada, es decir se le adscribe una “etiqueta verbal” que interprete el significado de la información recogida.
Los conceptos obtenidos luego se agrupan en categorías, las que se organizan jerárquicamente. El producto final de este proceso inductivo será un conjunto de conceptos relacionados entre sí, que permite dar cuenta de las cualidades del objeto de estudio.
La estrategia que se aplica a los datos codificados es la comparación permanente o constante. Los resultados que se van generando a partir de estas comparaciones se registran verbal y gráficamente y se van desarrollando e integrando a medida que progresa el análisis.
En esta etapa, así como en las sucesivas, es conveniente el uso de las notas de análisis para registrar las ideas que vayan surgiendo.
Por medio del análisis descriptivo se puede presentar todo el abanico de contenidos o significados implicados en una representación (todos los conceptos). Asimismo, este análisis permite identificar los principales componentes representacionales (las categorías principales) y organizar sus contenidos jerárquicamente.
La segunda etapa es el análisis relacional o reconstrucción del núcleo figurativo. Este análisis incluye dos pasos sucesivos: la codificación axial y la codificación selectiva.
Su objetivo es establecer relaciones o conexiones entre los diferentes contenidos que arrojan los resultados descriptivos. Para el establecimiento de estas relaciones los autores de esta escuela metodológica proponen lo que han denominado “paradigma de codificación”, el cual contiene los siguientes elementos, en función de los cuales se podrán establecer las relaciones entre los contenidos representacionales: fenómeno, contexto de aparición, antecedentes, condiciones en las que varía; estrategias de acción e interacción de los y las actoras y las principales consecuencias.
El análisis intenso al que se somete una categoría en términos de las propiedades del paradigma de codificación se denomina codificación axial o desarrollo de categorías conceptuales.
Es este el primer paso del análisis relacional y su objetivo es generar diversos modelos comprensivos sobre diferentes aspectos que se destacan en los resultados.
El segundo paso de esta etapa es la codificación selectiva por medio de la cual se construye un modelo comprensivo general, que articula los aspectos esenciales de los resultados en torno a un fenómeno central. Esto implica un mayor refinamiento analítico, el cual junto con la comparación constante, conlleva un proceso de reducción de categorías ya sea por descarte; por fusión o transformación en otras categorías de nivel conceptual superior. La identificación del fenómeno central constituye el eje significativo articulador del modelo y, aplicado a las RS, representa el núcleo central de éstas.
En resumen, el procedimiento de la Grounded Theory implica las siguientes operaciones:
1. La codificación abierta: comporta dos momentos. El primero se refiere al tratamiento de los datos brutos, los cuales se comparan constantemente. Posteriormente se les asigna un código común a los fragmentos de una entrevista que comparten una misma idea, advirtiendo que en este momento cualquier interpretación es provisional.
El segundo es el desarrollo de categorías iniciales, es decir la búsqueda sistemática de las propiedades de la categoría. Es fundamental que ambos momentos se acompañen del registro de notas teóricas, analíticas e interpretativas. Este segundo momento es el puente con la siguiente operación.
2 . La codificación axial. significa el análisis intenso de una categoría en términos de los elementos del paradigma de la codificación, el cual a su vez implica el análisis de las propiedades de la categoría (antecedentes, condiciones en las que varía, las interacciones de los y las actoras, estrategias y tácticas de estos y consecuencias).
La codificación axial permite develar las relaciones entre las categorías permitiendo, por lo tanto, avanzar hacia el paso siguiente que es la integración de categorías y sus propiedades.
3 . La codificación selectiva: implica la integración de la categoría y sus propiedades, o sea el proceso de reducción de categorías por descarte, por fusión o transformación conceptual en otras categorías de nivel superior.
El procedimiento, por último, sugiere el trazado de esquemas gráficos para facilitar no solo la descripción, sino también la explicación de los elementos que se relacionan alrededor del fenómeno que es objeto de estudio. En el plano de la teoría de las R S dichos esquemas cumplen la función de visualizar los componentes que se organizan y jerarquizan alrededor del núcleo central de una representación social.
Gráfico 1
Contexto hacia Antecedentes Fenómeno hacia Propiedad Dimensión
Fenómeno hacia Consecuencias Estrategias de acción e intervención
Condiciones en las que varía
Fuente: Krause, M. (1998) La reconstrucción de la estructura interna de las Representaciones Sociales a través de un análisis cualitativo descriptivo y relacional. En Memorias de la IV Conferencia Internacional sobre Representaciones Sociales. La era de la psicología social. México-Francia: Universidad Autónoma Metropolitana – Leps- Ehess.
6.2 Análisis de procedencia de la información
Por sí sola permite una aproximación a los aspectos procesuales de una representación. Triangulada con el MCC contribuye con la identificación del núcleo central y facilita la codificación axial (Araya, op.cit).
El objetivo de esta técnica es detectar, independientemente del contenido expresado, los diferentes tipos de fuentes de información de las cuales procede un contenido. En lugar de intentar explorar “el qué dice”, se busca responder al “de dónde obtuvo la información” de lo que dice.
Al enfocar los datos de esta perspectiva, se pone el énfasis en los fundamentos y la forma de organización de las representaciones.
Jodelet propone cuatro fuentes globales de procedencia de información extendidas en un continuum que va de lo personal a lo más impersonal:
1. Las informaciones procedentes de las experiencias vividas por las propias personas.
2. Las informaciones procedentes acerca de lo que las personas piensan, expresado en términos de roles.
3. Las informaciones obtenidas de la comunicación social y de la observación.
4. Las informaciones sacadas de conocimientos adquiridos en medios formales como los estudios, las lecturas, los medios de comunicación de masas.
Esta clasificación es elaborada por Jodelet (cfr. Banchs, 1990) a partir de un estudio que realizó sobre la representación del cuerpo.
Así la información proveniente de lo vivido resultó aquella en que las personas usaron pronombres personales (yo, mí, me, conmigo) o bien el indeterminado “uno” e igualmente por medio de algunos verbos como sentir, gozar, sufrir, etc. El sujeto de la oración es la persona misma. Por ejemplo, “a mí me gusta hacer el amor” (Banchs, 1990: 198).
La segunda categoría es producto de los papeles que las personas le atribuyeron al cuerpo como condición necesaria para la existencia y realización de sí mismas. En estos casos, el sujeto de la oración es el cuerpo. Por ejemplo, “el cuerpo es el medio a través del cual expresamos nuestra sexualidad” (Banchs, op.cit).
En la tercera categoría el sujeto de la oración son los amigos y las amigas, la familia y la gente que se observa. Asimismo agrupa los contenidos procedentes de refranes y creencias populares. Por ejemplo, “cuando arriban sobran canas, abajo faltan ganas” (Banchs, op.cit). .
En la cuarta categoría el sujeto es más abstracto, pues refiere a un concepto, una idea, una teoría, problemas de orden científico, moral, cultural, filosófico o técnico. Por ejemplo, “en nuestra cultura somos socializados bajo una represión de lo sexual”.
Es posible que un mismo contenido adquiera significados diferentes según se exprese de manera más cercana o más lejana de la persona entrevistada.
Según la experiencia de Banchs (1990) estas técnicas parecen ser más aplicables para el estudio de los objetos que refieren aspectos íntimos o personales ya que cuando respectan a entes abstractos, como por ejemplo los partidos políticos, las fuentes de información son casi siempre impersonales.
6.3 Análisis gráfico de los significantes
Esta técnica ha sido desarrollada en Brasil por Silvia Friedman (cfr. Banchs, 1990) y es aplicable a discursos, ya sea producidos por entrevistas o por materiales escritos o audiovisuales.
Tiene como limitación que es aplicable solo a un número reducido de personas, pues exige una cantidad considerable de tiempo y de “metros de papel”. Su gran ventaja es que permite no fragmentar el discurso.
Friedman utilizó esta técnica en un estudio acerca de la génesis de la tartamudez.
Con base en él se ejemplifica el procedimiento de esta técnica .
• Con las entrevistas transcritas, el primer paso consiste en enumerar las unidades de significación (en general, sujeto y predicado). Por ejemplo:
“Yo hablaba poco/ siempre que yo hablaba/yo temblaba.
• El segundo paso es dividir y enumerar las palabras, según sea su orden de aparición en el discurso. Posteriormente se identifican cuáles son las que más se repiten.( En el ejemplo anterior, “yo” tres veces y “hablaba” dos veces).
• El tercer paso consiste en reproducir gráficamente, como en un sociograma, todas las palabras y por medio de flechas se debe señalar la relación que originalmente se establecía entre ellas en el discurso.
Los anteriores pasos son mecánicos. El último requiere de sucesivos ensayos y errores ya que se trata de colocar las palabras más frecuentes en lugares céntricos (como en una estrella sociométrica) con el fin de poderlas vincular con todas las otras palabras o frases con las que fueron asociadas.
Lo que se busca es obtener la forma gráfica más ilustrativa de las relaciones entre las palabras. En el ejemplo en cuestión sería:
(Hay una gráfica: YO Poco Temblaba Siempre que…)
Conforme Friedman avanzaba en este laborioso trabajo de reproducción gráfica del discurso y a medida que los gráficos se configuraban en metros de papel, se constataron núcleos de pensamiento, los cuales son equivalentes al conjunto de significados alrededor de los cuales se estructuran las representaciones. Una vez identificados, se analizaron las relaciones entre unos y otros, observándose que se articulaban en categorías que efectivamente constituían la génesis de la tartamudez.
Es posible que las categorías surgidas en el estudio de Friedman no siempre se presenten con la misma nitidez, lo cual exigirá al investigador o investigadora una mayor organización abstracta e interpretativa de los contenidos de los núcleos en categorías.
Las anteriores técnicas constituyen formas innovadoras de realizar el análisis y de superar, en alguna medida, las limitaciones del clásico análisis de contenido (A C) .
Si bien como un conjunto de técnicas de análisis de comunicaciones, el A C puede ser utilizado para el análisis de todo lo que se escribe o se dice, no existe un acuerdo sobre su naturaleza, esencialmente, cuantitativa. En este sentido es posible distinguir diferentes líneas dentro de la perspectiva cuantitavista.
Unos sostienen que el análisis de contenido cuantitativo debe limitarse al sentido manifiesto, como lo ha hecho Berelson (1952), uno de los autores clásicos del tema; mientras que Krippendorff (1990) y Bardin (1996) representan la línea opuesta, que defiende el análisis de contenido cuantitativo, pero enfatizando en lo oculto, en el sentido latente y en la inferencia.
En cualquiera de las dos anteriores concepciones, en la utilización del A C – y, en general de otras técnicas— el investigador o la investigadora debería tener presente que la metodología de recolección es un factor que, en buena parte, contribuye con el éxito de la investigación de las representaciones sociales.
Dicho éxito estará valorado según se recolecte el contenido de la representación; se detecte la estructura y el núcleo central; se identifiquen los lazos de las relaciones y la jerarquía entre los elementos; se pongan en evidencia los elementos centrales, es decir los elementos que organizan y proporcionan su significación a la representación.
Finalmente, un estudio de R S deberá restituir la representación revelada en su contexto y captar los lazos entre la representación y el conjunto de los factores psicológicos, cognitivos y sociales que la determinaron.
Bibliografía
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