Los primeros das de la administracin Saca: ms de los mismo o lo mismo y ms?

Por Roberto Caas*IElecciones y Legitimidad Meditica, Hasta Cundo?Los resultados de las elecciones presidenciales de marzo del 2004 produjeron un cambio de coyuntura poltica en El Salvador. Este cambio en el balance de fuerzas favorece al Gobierno, al partido ARENA y a la derecha oligoplica frente al FMLN y al conjunto de fuerzas democrticas de izquierda. Este fortalecimiento pasa por una mayor cohesin del bloque econmico en la medida que el triunfo del fenmeno Saca les insufla confianza y logra reincorporar sectores desafectos como el agrario; ello ha requerido de un reacomodo en la relacin entre el aparato de Estado y la gran empresa privada, en tanto el capital de origen rabe logra ocupar el papel de bisagra principal de esa relacin.Las fuerzas victoriosas presentan los resultados electorales como el principal indicador de la legitimidad del Gobierno de Saca, sin mayor duda para continuar desarrollando el proyecto econmico neoliberal, ahora con un discurso que enfatiza lo social; el proceso electoral mismo se maneja como la indiscutible seal de que el pas avanza hacia la consolidacin de la democracia; nada se dice de la debilidad que significa para la alternabilidad real un cuarto perodo de ARENA en el rgano Ejecutivo; sin embargo, para salirle al paso a esta debilidad, algunos de los ideolgicos de la derecha manejan la tesis de que puede haber alternabilidad sin cambio de partido en el Gobierno, siempre y cuando ese partido se haya renovado en su interior y sea capaz de presentar otro programa, tal como supuestamente habra sucedido con ARENA con la hegemona de la corriente liderada por Elas Saca. A pesar del irrespeto a las reglas del juego democrtico evidenciado en las elecciones y a la inoperancia de la institucionalidad llamada a hacer respetar esas reglas, el presidente Saca y su Gobierno son ungidos con la legalidad formal y hacen ostentacin de una legitimidad poltica que tiene como explicacin el conformismo, el clientelismo y una sostenibilidad meditica que vende la idea de que la situacin cambiar para mejorar, espejismo que se enraza en una sicologa social que la apuesta al mal menor y a darle otra oportunidad a ste, mientras no se perciba otra opcin ms atractiva y viable en el horizonte inmediato.Sin embargo, la derecha sabe que esa legitimidad es endeble e inestable, que puede ser de corta duracin, en la medida que mantenerla depender, entre otros factores, de su capacidad de que las promesas electorales encuentren correspondencia con la gestin gubernamental. Sabedora de sus lmites para convertir en realidad su discurso proselitista, ha buscado apuntalarla con una permanente compaa meditica que pone el acento en el tema social y cuyo principal efecto buscado es introyectar la imagen de un mandatario cercano a la gente y concertador; la actitud acrtica y panegirista de las grandes empresas periodsticas juega un papel de primer orden para recrear y difundir esa imagen de un presidente con una legitimidad inmaculada y de un gobierno con rostro humano. La propuesta de concertacin no es slo un recurso propagandstico, pues persigue, adems de darle credibilidad a esa imagen, neutralizar a las fuerzas de izquierda y arrebatarle uno de los recursos de su arsenal crtico, as como desmontar potenciales conflictos sectoriales (ISSS, transporte, etc.) que puedan ser eventuales obstculos a los planes gubernamentales en aquellas reas sociales ms sensibles.Esta campaa meditica tiene otros contenidos subliminales; uno de los ms destacados es apelar a un cierto espritu conservador del salvadoreo promedio y a su necesidad de seguridad, as como al esfuerzo y al trabajo como responsabilidad personal y explicacin ltima del triunfo o fracaso econmico de cada quien, en relacin al cual el Gobierno aparece slo como facilitador. Est claro que el giro hacia lo social no pasa por un mayor protagonismo del Estado en la actividad econmica, sino que debe entenderse como fomentar la responsabilidad social del empresario; de tal manera que el papel del Estado consistira en promover una especie de beneficiencia laboral y en aconsejar a los consumidores sobre las ventajas de la austeridad y otras virtudes como el trabajo, la honradez y el ahorro. Dentro del discurso oficial el estatus adquirido mediante el esfuerzo propio se ha erigido en el paradigma a seguir.Un eventual deterioro de la legitimidad del Gobierno de Saca no slo depender de los lmites intrnsecos de la campaa meditica en su confrontacin con la realidad, sino tambin de las contradicciones que se generen al interior del bloque dominante alrededor de la prioridad y la forma de enfrentar los problemas sociales y de la necesidad de una reforma fiscal para financiar algunas medidas que apunten en esa direccin. Este Gobierno se debatir, pues, entre la necesidad de ser consecuente con su discurso proselitista para mantener su credibilidad y la necesidad de ser leal a los grandes empresarios que financiaron la campaa presidencial; la tensin se dar entre la necesidad de atacar el problema de la pobreza para evidenciar su voluntad de cambio y la oposicin de esos grupos econmicos a una reforma fiscal que permita financiar las polticas sociales, en el entendido que si invirtieron en la campaa fue para ganar y no para hacer obras de filantropa o hacerle el trabajo a la izquierda.Otro factor que determinar ese deterioro ser la capacidad de la izquierda partidaria de darle un correcto tratamiento a la iniciativa de concertacin emprendida por el Gobierno, as como a las polticas que ste impulse para darle respuesta a sus compromisos en el campo econmico social. Para la izquierda el dilema ser oponerse a esas polticas o propugnar por profundizarlas. El principal obstculo para que esa izquierda conciba tal tratamiento consiste en que continua prisionera de un anlisis esttico basado en una percepcin no actualizada de la realidad del pas y del mundo y en un pensamiento dogmtico de corte manualero. Tal parece que no ha tomado debida nota de los cambios operados en los ltimos 35 aos por lo menos; , si los conoce, no ha sacado todas las consecuencias estratgicas de los mismos, lo que la lleva a manejar un discurso para un pueblo que ya tiene otro marco de referencia.IIConcertacin Real o Virtual?Mientras la izquierda partidaria sigue enfrascada en su conflicto interno y an no logra procesar su derrota electoral, identificando las causas reales y sacando todas las consecuencias, la derecha ha tomado nuevamente la iniciativa poltica impulsando la conformacin de distintas mesas de concertacin sobre problemticas que el Gobierno de Flores se neg a buscar solucin. No obstante su mpetu inicial, la concertacin se debate ya entre ser una manifestacin de voluntad real para avanzar en la ruta hacia una gobernabilidad democrtica o ser simplemente un recurso demaggico que persiga aumentar la popularidad del presidente en los primeros cien das de su gestin; entre ser un recurso para desmontar potenciales conflictos y neutralizar y dividir a la izquierda y as abrirle cauce a medidas posteriores de corte privatizador, o ser una poltica permanente no excluyente con el conflicto, que busque construir y abordar una agenda nacional sobre las reformas pendientes y necesarias para darle sostenibilidad a la democracia en el pas.Despus de ms de dos meses de su convocatoria, los resultados de las mesas han sido desiguales; se ha logrado algunos resultados en materia de reforma penal y del ISSS; otros han sido los resultados en las mesas con los empresarios del transporte y de gobernabilidad con los partidos polticos. La concertacin en la principal mesa institucional, que es la Asamblea Legislativa, despus de la aprobacin del presupuesto, se encuentra empantanada luego de la eleccin, a contrapelo de la Constitucin, con el apoyo de ARENA y el beneplcito presidencial, de dos magistrados del Tribunal Supremo Electoral.Algunas medidas del Gobierno, por cierto, no reflejan esa disposicin a concertar; por ejemplo, la reforma a la Ley del Sistema de Ahorro para Pensiones, el nuevo envo de tropas a la guerra en IRAK, la eleccin de los magistrados del PCN y del PDC para el TSE, el ocultamiento del plan de reforma al Sector Salud, el soslayamiento de la reforma fiscal y el silencio sobre temas como la ley de libre competencia, la ley sobre vulnerabilidad y prevencin de riesgos, etc. No obstante, la Administracin Saca puede sumar a su favor, para efectos de balance de sus primeros cien das, la ampliacin de la seguridad social a los hijos menores de 12 aos, el despliegue parcial de la polica rural, la aprobacin del las reformas penales, el reinicio de la siembra de algodn, la consulta a la juventud, entre otras. Se ha guardado prudente silencio sobre los resultados de la visita a Washington, que indudablemente constituye un fracaso en relacin a las expectativas publicitadas.Cada quien har su manejo de la concertacin. Queda claro que el FMLN confrontar al GOES con sus promesas electorales, mientras ste confrontar a quel con su propuesta de concertacin. El riesgo de crisis de esta iniciativa se dar cuando se intente abordar los temas medulares de la agenda nacional. El Gobierno buscar mantener el dilogo en los lmites de los procedimientos y los temas perisfricos, mientras el Frente propugnar hacer de la concertacin el espacio para abordar aquellos temas que el interlocutor evitar tratar, tales como: la corrupcin, las prcticas monoplicas, la reforma poltica, la reforma fiscal, la reforma en salud, la poltica medio ambiental, la poltica en materia de vivienda, la crisis del agro, la transparencia en la gestin pblica, el dficit fiscal, el papel del Estado en la actividad econmica, etc. La apuesta gubernamental parece ser que, despus de los primeros cien das de gestin, el FMLN se retire de la mesa de gobernabilidad y quede evidenciado como anticoncertador; para suplir su ausencia, se intentar oxigenar las mesas sectoriales y crear una mesa alternativa con una nueva izquierda, en donde figuraran algunos ex comandantes que estn en la jugada.Los limites de la concertacin estarn dados por la intensidad del conflicto que se genere entre la posicin oficial que pretender ponerse de acuerdo slo sobre procedimientos inocuos para ejecutar su programa, supuestamente avalado por los electores, y el partido del FMLN que buscar promover por esa va medidas que, de haber ganado las elecciones presidenciales, hubiera ejecutado desde el rgano Ejecutivo.La concertacin es, sin mayor duda, el principal instrumento de la gobernabilidad democrtica, especialmente en pases con una institucionalidad dbil como el nuestro; sin embargo, en el caso tiene un pecado de origen que consiste en concebirse como excluyente con los conflictos y, an cuando en un principio se utilice para desmontarlos, siempre se insiste en el compromiso de no conflictividad, como si la lucha social dependiera solo de condiciones subjetivas y no, fundamentalmente, de problemas pendientes de solucin. No se quiere reconocer que la naturaleza primaria de los conflictos es objetiva y que el principal obstculo de su tratamiento democrtico radica en la debilidad de las instituciones y en el manoseo convenienciero de que stas son objeto de parte de la clase poltica.Otro limite de la concertacin estriba en que se enmarca dentro de una concepcin instrumental de la gobernabilidad; esta ha sido convertida por el Gobierno en el recurso del da para acorralar a la izquierda partidaria dentro de una institucionalidad endeble y manipulable; pero, ms all del uso ligero del concepto que pretende establecer los lmites del actuar de la oposicin, lo cierto es que la gobernabilidad es una necesidad objetiva de la construccin democrtica y del desarrollo econmico-social. Todos las fuerzas polticas aparentemente coinciden en este punto; la diferencia descansa en su forma: unas le apuestan en la prctica a una gobernabilidad autoritaria y otras a una gobernabilidad concertada; unos quieren una gobernabilidad concertada alrededor de aspectos de procedimientos y otras alrededor de temas sustantivos; unas la ven como excluyente de los conflictos y otras como las reglas para administrar esos conflictos. Casi nadie dice apostarle a la ingobernabilidad, an cuando sta se fomente con actitudes impositivas y el irrespeto a una institucionalidad de por si precaria, por lo que, de darse aquella, ser ms bien resultado de la no concertacin o de una concertacin meramente formal o excluyente.La necesidad de la concertacin se impone por su objetividad, pero su principal debilidad es subjetiva, pues radica en sus interlocutores. En cuanto al FMLN, su crisis interna lo descohesiona frente a su contrincante y, adems, por carecer de recursos no puede contrarrestar la ventaja que significa controlar el Ejecutivo. Durante la negociacin de los Acuerdos de Paz, la fuerza militar y la presin internacional fueron los factores que forzaron la solucin poltica. Hoy se carece de la fuerza social que debera ser el sustituto natural de la militar; tambin se carece de la mediacin y supervisin de las Naciones Unidas o de otros gobiernos amigos. Por su parte, el partido oficial carece de una direccin propia y autnoma, pues la ha confundido con la gubernamental y empresarial. Eso explica porqu el Presidente Saca ha creado una mesa paralela con los empresarios para consultar los acuerdos a tomar con el FMLN en la mesa de gobernabilidad. Los otros partidos se encuentran a punto de desaparecer legalmente y solo sobreviven por el favor oficial y la pretensin de darle un barniz de pluralidad al bipolarismo prevaleciente en la concertacin.Por su parte, el movimiento social no puede erigirse en un interlocutor representativo y legitimo debido a su debilidad (dispersin, desorganizacin, partidizacin, desmasificacin, etc.); esto hace que el Gobierno lo ignore y que la mesa social ni siquiera se mencione en la agenda de la concertacin y que su temtica se fraccionalice y se traslade a las mesas sectoriales o la mesa con los partidos polticos. IIIDiscurso Vrs Realidad, Continuidad o Ruptura?La administracin Saca apunta a mantener una continuidad en los contenidos fundamentales de su proyecto econmico, en su poltica exterior y especialmente en su relacin sumisa con USA, en su relacin con las grandes empresas mediticas del pas, en el papel de Estado en la gestin econmica y su relacin instrumental con la gran empresa privada. Esta continuidad de fondo es enmascarada con un discurso populista de derecha con enfoque social que pretende esconder su espritu neoliberal; tambin es modulada por una cierta ruptura en la forma de gobernar, utilizando un estilo concertador que intenta disimular medidas inconsultas y deslindarse del mandatario anterior, pero que no se ve como contradictorio con la voluntad de avanzar en la aplicacin de un proyecto econmico que privilegia los intereses de gran capital. Este estilo concertador se ver conflictuado, sin mayor duda, por una inestabilidad originada en lo limitado de la capacidad de concesin en el plano econmico social.La continuidad Flores-Saca se destaca en los temas que dan legitimidad ante los ojos norteamericanos y de los grandes empresarios: el apoyo a USA en la guerra en IRAK; la actitud desesperada por firmar los tratados de libre comercio; el silencio cmplice en cuanto al conflicto palestino-israel; la negativa a establecer relaciones oficiales en Cuba; la doble moral en el tratamiento del problema migratorio; el nfasis represivo en el tratamiento del fenmeno de las maras y la indulgencia en cuanto al delito de cuello blanco; etc.Incluso desde el discurso inaugural del presidente se lee una continuidad con base en los temas que se omitieron: las carencias sociales heredadas del Gobierno de Flores; la reforma tributaria como medida insoslayable para financiar la deuda social; la prcticas monoplicas y la necesidad de una ley de libre competencia; la reforma poltica; el dficit fiscal; el papel del Estado como gestor de polticas tendientes a restablecer el equilibrio social; el combate a la corrupcin y la urgencia de la trasparencia en la gestin pblica; etc. La composicin del gabinete tambin expresa esa continuidad en cuanto al predominio de una visin autoritaria, solapada si se quiere, del quehacer poltico (Ministerios de Gobernacin, Medio Ambiente, Trabajo, Hacienda, CEPA, PNC, OIE, etc.), la cual contrasta con su prdica sobre la disposicin de concertar. El Gabinete tambin indica otra lnea de continuidad en la simbiosis Gobierno-ARENA-Gran Empresa Privada-Grandes Empresas Mediticas-Administracin Bush.En cuanto a la ruptura del estilo de gobernar, algunos indicadores simblicos se expresan en la campaa meditica, que rebasa a la desplegada por Francisco Flores, en la cual encontramos un mensaje que propala la idea de un presidente coherente con sus promesas como candidato: concertador, preocupado por lo social, proveniente del pueblo, cercano a la gente, desligado de la argolla dorada y distanciado de la Administracin Flores. Esa campaa lo muestra como un gobernante superdotado y casi omnipotente, pegado al pueblo, accesible y dispuesto a escuchar y recibir a todos, trabajador incansable, paciente y abierto a dialogar an con los sectores mas intransigentes. Sin embargo, este mensaje, por ratos, es contradicho por el discurso de algunos ministros y del mandatario mismo que, en el afn de calmar la inquietudes de los padrinos ms desconfiados, insisten en que se mantendrn la poltica econmica, ofreciendo a cambio concertar con la oposicin sobre problemas que obstaculizan su gestin por ser focos potenciales de conflictos; pero, incluso, la misma propuesta de concertacin transpira autoritarismo cuando se plantea como algo que se toma o se deja.Lo trgico para este pas consiste en que, a no ser que ocurra un milagro, no se advierten en el horizonte signos alentadores que hagan pensar que la Administracin Saca cambiar este pas para mejorar y que, despus de un cuarto perodo del partido ARENA, los desajustes estructurales generadores de una indignante injusticia y conflictividad social hayan disminuido significativamente; ms bien habra que esperar lo contrario. Pero lo trgico no es slo eso, sino que probablemente dentro de cinco aos el pueblo estar nuevamente en el dilema de seguir votando a favor de una derecha egosta que lo ha pauperizado cada vez ms, pero que le ofrece la seguridad de lo conocido, o por una izquierda que de mantener la continuidad de su lnea actual no ser nuevamente una opcin viable, capaz de ofrecer un cambio cierto y de ganarse la voluntad ciudadana; otra oportunidad histrica se habr desaprovechado, a no ser que desde ya, manteniendo su unidad, introduzca las correcciones necesarias para producir una ruptura en su pensamiento estratgico, que la hagan capaz de aglutinar a todas las fuerzas de oposicin alrededor de un proyecto que las conduzca a la victoria y les de a todos los salvadoreos excluidos y marginados esperanzas de un futuro mejor en su propia patria.El Salvador, C.A., agosto 13/04*Dirigente del Movimiento Patria para Todos y docente de la Maestra de Derechos Humanos de la Universidad de El Salvador.

Dejar una respuesta