Pensar al Che, en El socialismo y el hombre en Cuba, desde el movimiento social popular en América Latina

Pensar al Che, en El socialismo y el hombre en Cuba, desde el movimiento social popular en América Latina.
Alberto Pérez Lara
Pérez Lara, Alberto. “Pensar al Che, en El socialismo y el hombre en Cuba, desde el movimiento social popular en América Latina.”. http://www.filosofia.cu/. 2010

A propósito del aniversario cuarenta y cinco de la publicación del ensayo de Ernesto Che Guevara “El socialismo y el hombre en Cuba”[1] y por la importancia del mismo, como síntesis, de una parte de su pensamiento crítico-creador sociofilosófico, con visión futurista, resulta valioso hacer una relectura de sus tesis fundamentales, asociada a la diversidad de procesos revolucionarios transformadores que se están dando en América Latina hoy, los cuales tienen como orientación el socialismo, lo que consiguientemente incluye la formación de su sujeto portador: el hombre nuevo2. Estos cambios de orientación socialista se dan desde los Estados que como Venezuela, Bolivia y Ecuador han emprendido visibles transformaciones de perspectiva socialista, hasta las emergencias emancipatorias anticapitalistas que a menor escala subyacen, como construcción heroica cotidiana, en las cosmologías, saberes y prácticas de los movimientos populares en el continente.

María del Carmen Ariet, señala al respecto: “En el caso de Latinoamérica, si alguien estaba preparado para percibir un futuro de cambios era el Che, porque demostró su sentido de pertenencia desde que en épocas tempranas de su juventud fue atrapado por esa “Mayúscula América”, de la que nunca quiso salir por voluntad propia, y a la que le entregó lo mejor de sí. Es cierto que sus tesis más avanzadas apuntaban hacia la unidad tricontinental y de lucha global, pero nunca dejó de ser un actor principal en la región al vislumbrar una América integrada, apta para enfrentar las transformaciones a partir de los procesos revolucionarios que necesariamente se debían asumir como parte de los caminos de la lucha contra el poder del capital, basados en el surgimiento de un nuevo hombre, donde primara la solidaridad y la justicia social como base de la plena emancipación humana, lo que renueva el contenido moral en la política.”[3]

El Che pensó al hombre nuevo y fue un hombre nuevo en sí mismo; fue un hombre adelantado en los tiempos, incluso para el tiempo que transcurre hoy día. En su pensamiento como en su acción podemos encontrar las claves de lo que hoy vaticinan los foros de los movimientos sociales de que otro mundo mejor es posible. Sus reflexiones con una “proyección de futuro, resultan fundamentales no solo para comprender, sino para emprender los nuevos caminos de transformación social que, aunque sustentados en un auténtico pensamiento socialista y marxista, tienen el reto de no excluir lo autóctono de cada proceso, cada lugar, cada cultura.”[4]

Es evidente que el pensamiento del Che está presente en la intencionalidad y no intencionalidad de la reproducción de socialismo que en sus disímiles escalas lleva adelante el movimiento popular latinoamericano. “El socialismo para el Che –destaca Omar Marcano- era el proyecto histórico de una nueva sociedad, basada en valores de igualdad, solidaridad, colectivismo, altruismo revolucionario, libre discusión y participación popular, todos conceptos ya plasmados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y llevados a la práctica paso a paso en la construcción del Socialismo del Siglo XXI liderado por el Presidente Chávez, mediante la formulación y ejecución de políticas públicas de profundo contenido social, las cuales están a la vista en Venezuela.”[5]

El Che es de aquellos seres humanos excepcionales que vivieron y concibieron con mayor celeridad que el resto de los actores, el futuro por adelantado; por ello su pensamiento y acción tienen tanto valor para presagiar y recomponer el socialismo existente hoy, tanto el histórico, como el que está naciendo desde las entrañas de nuestros pueblos de América, así como el que está latente en las emergencias emancipatorias anticapitalistas, presentes en el accionar del movimiento social popular. Es sobre la base de estos preceptos que me propongo hacer un comentario sobre algunas de las ideas centrales que el Che aborda en esta destacada obra de la ensayística latinoamericana marxista.

En el centro de los análisis que él realiza se encuentra como hilo conductor de todas las demás propuestas la relación entre individuo y sociedad, así como la relación entre masas populares y el papel de la personalidad en la historia. De manera muy concreta y refiriéndose al tema señala: “Es común escuchar de boca de los voceros capitalistas, como un argumento en la lucha ideológica contra el socialismo, la afirmación de que este sistema social o el período de construcción del socialismo al que estamos nosotros abocados, se caracteriza por la abolición del individuo en aras del Estado…”[6]

El análisis crítico de este precepto marxista el Che lo hace discurrir a través de la experiencia de la Revolución Cubana y sus líderes, en especial Fidel Castro. Lo primero que argumenta es que en esa relación lo social (en este caso representado por el Estado) se puede equivocar, lo que produce importantes dificultades para el avance del proceso revolucionario, por lo que considera muy importante la participación de los individuos expresados en las acciones de masas. Eso significa la necesidad de garantizar la plena participación de los individuos, especialmente aquellos que acompañan el proyecto revolucionario, tener en cuenta sus opiniones, deseos y necesidades que pueden llevar a la rectificación de políticas aplicadas. En este sentido la fuerza y el mandato principal lo sitúa en el pueblo, en las masas populares como los hacedores de su propia historia.

Argumenta a través de pasajes de la Revolución Cubana, desde la etapa guerrillera, la importancia del individuo como “factor fundamental para el triunfo o el fracaso” de la contienda revolucionaria y la manera en que ello se fue ampliando a una “vanguardia” guerrillera, generadora de “conciencia y entusiasmo” para movilizar al pueblo. “Fue esta vanguardia el agente catalizador, el que creó las condiciones subjetivas para la victoria.”[7] Esta formulación de vanguardia no está identificada con la concepción del partido como vanguardia, cuestión que aborda más adelante en su ensayo; más bien se trata en términos guerrilleros, de una avanzada, de un grupo, como parte de la masa, que sirve de chispa para contagiar, movilizar al resto y multiplicar las acciones revolucionarias. De esa misma manera opera este proceso con la parte más activa de los movimientos sociales, especialemente en aquellos que se proponen desarrollar transformaciones que se convierten en emergencias emancipatorias anticapitalistas.

Destaca además la importancia que hay que otorgarle al “trabajo de educación revolucionaria” y la manera en que nos debemos dirigir al individuo, para tocar su corazón y su mente en relación al proyecto socialista, lo que significa su vinculación con esa vanguardia, que cada día tiene que ser más amplia dentro del movimiento popular para llevar adelante la revolución. En la medida en que los límites entre el individuo, la vanguardia organizada y las masas populares se hagan más difusos, en el sentido de crecimiento cualitativo de la revolución, más cerca estaremos del socialismo y de los hombres y mujeres que construirán ese futuro para todos.

Los movimientos sociales más avanzados de nuestro continente, como lo es el MST de Brasil conciben el fortalecimiento de su organización, no en la ampliación del número de sus participantes, ni en la cantidad de tierras ocupadas y puestas a disposición de la comunidad rural creada por el asentamiento, sino por el crecimiento, en el orden cualitativo, que se logre en cada uno los individuos que la conforman; en la medida en que el bienestar y la plenitud individual es la garantía del bienestar del otro y con ello del colectivo. Por otra parte, la manera en que esta organización desarrolla la educación revolucionaria a través de la participación activa de todos sus miembros en la comunidad y en la escuela, representa una superación de las lógicas culturales del capitalismo y por lo tanto emergente como acción emancipatoria que se encarna en la visión guevariasta de presente-futuro socialista. Así lo señala uno de sus líderes “Llegamos donde ni imaginábamos llegar al inicio de nuestra organización, construyendo la Escuela Nacional Florestan Fernandes, haciendo florecer escuelas en los campamentos y asentamientos esparcidos por nuestro país, emprendiendo la mayor lucha contra la ignorancia,…”[8]

Relacionado a lo anterior y que expresa una profunda visión crítica del Che, en su apreciación del futuro y derivado del papel de los individuos en la historia, es el hecho de la necesaria transformación por los individuos, de la “heroicidad trascendental” en acontecimientos puntuales de la historia, en “heroicidad cotidiana”, lo que significa que el socialismo no será nunca trascendente, si a la vez no es cotidiano, quiere decir que hay que construirlo cada día, en cada acción y en cada espacio, en una relación objetiva-subjetiva-objetiva de manera permanente, como conciencia reproducida en la realidad y viceversa (a pesar de la independencia relativa de la primera). No se trata de un acumulado para un después, o una sumatoria de cambios, medidas y transformaciones que por sí mismas las que llevarán a un resultado esperado; son procesos simultáneos a diferentes escalas, para ahora y para después. La realidad es mucho más compleja de lo que pensamos y la historia del socialismo hoy nos permite hacer un balance crítico de la manera en que este principio se descuidó en unos casos y se abandonó en otros, conduciendo al debilitamiento y al fracaso o la derrota temporal del socialismo.

Esta idea de heroicidad cotidiana donde se mezclan valores y realización humana revolucionaria, hace cuarenta y cinco años atrás, cuando fue escrito este ensayo, no era reconocido en toda su dimensión, como sucede hoy. A pesar de que el Che era un estratega de la lucha revolucionaria y la revolución en su sentido más amplio, apegado a la dialéctica que ello supone con la táctica, jamás abandonó lo cotidiano, como seguridad de lograr lo trascendente. Esa deducción teórico-práctica del Che los movimientos sociales de nuestro continente en sus luchas antineoliberales se han encargado de confirmarla una y otra vez y la han convertido en un elemento distintivo de estas organizaciones. El propio MST, al que hemos hecho referencia antes, no puede esperar por el triunfo parcial o completo del socialismo en Brasil para aplicar una Reforma Agraria popular, de nuevo tipo, como ellos se proponen; sencillamente hacen “heroicidad cotidiana” para conquistar esas tierras por y para los campesinos, en función de la sociedad toda y organizan en ellas, formas de producción y reproducción de la vida que toman distancia de las lógicas del capitalismo. Con esa “heroicidad cotidiana” están contribuyendo mucho a la trascendentalidad futura del socialismo en ese país.

Esta conclusión el Che la extrae de la experiencia de la Revolución cuabana; por un lado, dadas las transformaciones que se producían en los territorios que se iban liberando antes del triunfo en el 1959 y por otro en la medida en que los diversos sectores de la población cubana se radicalizaban en la lucha contra la burguesía, el imperialismo y la construcción de una sociedad más justa y equitativa, tanto en la cotidianidad, como en la trascendencia en que se iban conformando posicionamientos socialistas. En esas condiciones es que el Che aprecia lo trascendente, como socialización de anticapitalismo y desajenación en la cotidianidad de los individuos que conforman el movimiento popular, y señala que “aparecería en la historia de la Revolución cubana, ahora con caracteres nítidos, un personaje que se repetiría sistemáticamente: la masa.”[9] Así, en la medida en que se profundizan estos procesos, el protagonismo popular crece y con ello se fortalece al verdadero productor y reproductor de revolución y socialismo; acumulado histórico que a pesar de su inercia en los últimos tiempos ha permitido resistir, hasta hoy, todos los embates destructivos a los que se ha tenido que enfrentar.

En esta dirección el Che destaca también el papel importantísimo del líder en los procesos de comunicación y aprendizajes mutuos con el pueblo, en el que se producen y reproducen saberes y convicciones que conducen al empoderamiento de las masas; en tanto son capaces de influir también en el líder cuando este reproduce, no solo en su discurso, sino en el proyecto socialista los deseos, aspiraciones y conocimientos del pueblo. Estas relaciones existentes entre el individuo y la sociedad por una parte y el papel de la personalidad y las masas populares en la historia por otro; es una parte sustancial de lo que conduce a la construcción del sujeto social-político de la revolución, y simultáneamente, a la formación de una avanzada que vive y siente por adelantado el socialismo. Esto posee hoy un valor agregado en los movimientos sociales que favorecen el anticapitalismo. Ejemplo de ello es el MST que reconoce y aplica como aprendizaje y ejercicio del poder “…que nadie es imprescindible, y que quien conduce la organización de masas es el colectivo”.[10]

Refiriéndose a ese intercambio permanente y directo entre el líder y el pueblo, el Che señala: “Maestro en ello es Fidel, cuyo particular modo de integración con el pueblo solo puede apreciarse viéndolo actuar…Fidel y la masa comienzan a vibrar en un diálogo de intensidad creciente…”[11] Y concluye esta idea con la siguiente afirmación: “Lo difícil de entender, para quien no viva la experiencia de la Revolución, es esa estrecha unidad dialéctica existente entre el individuo y la masa, donde ambos se interrelacionan y, a su vez, la masa, como conjunto de individuos, se interrelaciona con los dirigentes.”[12] Esta experiencia de la Revolución cubana se potencia como enseñanza y nos la devuelven como aprendizaje enriquecido, los nuevos procesos emancipatorios latinoamericanos en los enclaves de resistencia a las lógicas y al sistema de dominación del capitalismo.

Che destaca como en las condiciones contemporáneas para el capitalismo estos procesos de relación no se pueden dar, porque el patrón de interacción social en este caso está mediado por la ley del valor. En estas condiciones, señala, “el ejemplar humano, enajenado, tiene un invisible cordón umbilical que le liga a la sociedad en su conjunto: la ley del valor. Ella actúa en todos los aspectos de su vida, va moldeando su camino y su destino.”[13] En esta dirección, las leyes del capitalismo, estimulan la individuación y el individualismo de los seres humanos y con ello el egoísmo por encima de la socialidad, el colectivismo y el internacionalismo. Cuando estas relaciones-otras aparecen en el seno del capitalismo, contrario a sus lógicas, es porque se están incubando cambios progresivos y revolucionarios a diferentes niveles de la lucha por una sociedad diferente. Esta relación individuo-sociedad en la forma en que el Che la analiza y presente en la mayoría de los movimientos sociales, como parte de las emergencias emancipatorias anticapitalistas, es generadora de revoluciones y produce, en perspectiva, acumulados socialistas.

Otra de las ideas que el Che aborda en este ensayo es intentar definir al individuo como actor en “la construcción del socialismo (en condiciones de una revolución triunfante), en su doble existencia de ser único y miembro de la comunidad.”[14] Esto supone que es un ser inacabado e incompleto, que por muy avanzado que sea su pensamiento, todavía posee lastres de la sociedad anterior, presentes en su conciencia individual, los cuales son necesarios erradicar. “El proceso es doble, plantea el Che, por un lado actúa la sociedad con su educación directa e indirecta, por el otro, el individuo se somete a un proceso consciente de autoeducación;”[15] en que están presentes los procesos de ideologización y formación o consolidación de nuevos valores. Aquí toca algunos elementos fundamentales de la teoría social marxista como es el papel de la conciencia y la necesidad de un período de transición entre el capitalismo y el socialismo; distinguiendo algunas particularidades de los procesos revolucionarios en los países subdesarrollados respecto a los países capitalistas desarrollados.

“En lo referente a las prefiguraciones del futuro, el Che predice que en el comunismo el hombre nuevo entonará su canto “con la auténtica voz del pueblo”. Y previene: “Es un proceso que requiere tiempo”. Su estrategia para el mismo es la generalización de la educación. Pero la educación a la que se refiere el Che no se reduce, de ningún modo, a la educación formal, la educación académica (aunque esta sea en el socialismo parte importante de ella y no pueda, so pena de profundas desviaciones, ir por un camino diferente al de la más comprensiva), sino que incluye a la que producen todos los agentes revolucionarios de la sociedad.”[16]Esto quiere decir que consideraba la importancia de la metodología y la práctica de la Educación popular en la formación del hombre nuevo, no solo porque alfabetiza y transmite conocimientos, sino principalmente porque enseña el camino de la emanciapación anticapitalista.

Sobre la base de estos criterios superestructurales en torno a la formación de la conciencia comunista, el Che llega a la conclusión de la necesidad de romper la base económica sobre la que se asienta la sociedad capitalista, basadas en relaciones de explotación extrema, tanto del hombre como de la naturaleza, centradas en el interés material. Según la lógica de sus razonamientos, esta base económica, aunque sea en descomposición, hace una labor negativa sobre el desarrollo de la conciencia socialista; por lo tanto el proceso inverso contribuiría a desarrollarla de manera positiva. De alguna forma esta idea del Che está presente en los movimientos sociales actuales que hoy enfrentan desde diferentes espacios y gradaciones el sistema de dominación capitalista y tienen la necesidad de construir sujeto revolucionario, con conciencia socialista. Esto se expresa de manera más visible en aquellos movimientos sociales que como el MST, otros movimientos campesinos, barriales, cooperativos, ancestrales, etc. tienen la posibilidad de construir relaciones sociales y de producción nuevas, en el seno de la sociedad capitalista. Ellos en sus luchas intentan romper y rompen con esa base económica, explotadora de los seres humanos y depredadora de la naturaleza; contribuyendo así a la formación de modestos enclaves de emergencias emancipatorias anticapitalistas.

Según la lógica que el Che sigue en este trabajo la formación de esa conciencia socialista presupone que para “construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo.”[17] Este es otro de los preceptos que más resuena en la creatividad de su pensamiento revolucionario y que constituye un reto para la sociedad humana de nuevo tipo. Ninguna emergencia emancipatoria es sostenible en su paso a otros niveles de generalización, si junto a ello, desde ya, es decir, antes de, no se produce un proceso de formación de hombres y mujeres nuevos18, diversos, que estén construyendo conscientemente, el socialismo. Son seres humanos nuevos, con el cuerpo aquí y con su conciencia allá, en el futuro. Es un tipo de idealismo positivo (revolucionario), en tanto, no se desprende totalmente de sus raíces (la realidad material que lo condiciona), para aprovechar la independencia relativa de la conciencia; crear y reproducir valores socialistas que les permita vivir por anticipado el futuro.

La fundamentación que hace el Che acerca de fomentar la conciencia comunista sobre la base de potenciar los estímulos morales es muy importante, especialmente por el desbalance que tienen estos, respecto a los estímulos materiales en el seno de la sociedad capitalista; pero siempre aclara que esto debe hacerse “sin olvidar una correcta utilización del estímulo material, sobre todo de naturaleza social.”[19] En las condiciones del socialismo, el salario, ocupa un lugar importante entre los estímulos materiales, como fundamento para satisfacer las necesidades, materiales y en alguna medida espirituales también, ajustado al principio de justicia socialista de distribución con arreglo al trabajo, es decir, al aporte social de los individuos. La estabilidad del salario en el sentido planteado, como base para satisfacer las necesidades y como resultado del aporte social, condicionan de manera favorable el incremento de los estímulos morales que contribuyen a la formación y desarrollo de la conciencia comunista.

Este asunto no es solo importante, desde el punto de vista teórico-práctico, para los países en transición al socialismo. Su tratamiento requiere una actualización de la forma en que está operando en los países que continúan la construcción del socialismo en las condiciones actuales, como Cuba, China, Viet Nan y Corea del Norte y de aquellos países que han iniciado la promoción de algunas transformaciones de carácter socialista en el continente latinoamericano (Venezuela, Bolivia y Ecuador). También funciona este principio, con sus modalidades correspondientes, para otros países del continente donde las luchas de los movimientos sociales y populares han adelantado algunas emergencias emancipatorias anticapitalistas ubicadas en un ideal de perspectiva socialista. Para ellos, si bien los estímulos morales son muy importantes, la principal recompensa son los resultados materializados de sus luchas que entrañan grandes sacrificios, a través de los cuales afianzan los valores y la conciencia socialista.

Las condiciones en que se ha desenvuelto la Revolución cubana en los últimos veinte a veinticinco años, provocado, entre otros factores, por la desintegración de la Unión Soviética, la desaparición del campo socialista y el incremento de la agresividad de los Estados Unidos contra nuestro país, nos invoca a repensar esta importante idea de la relación entre los estímulos morales y materiales, cuya efectividad depende de las condiciones concretas en que se desarrollan. Es indudable que los estímulos morales, no solo son necesarios, sino que son más a fines con el desarrollo de la conciencia comunista y la formación de sus valores a un nivel categorial y de convicciones superior; pero en determinadas etapas de la construcción y la recomposición del socialismo hay que buscar la forma de consolidar los estímulos materiales que garanticen de manera sistemática y estable las necesidades básicas del pueblo (las masas populares) con un contenido socialista y comunista; es decir, que tribute también al desarrollo y consolidación de la conciencia. Es aquí, señala el Che, donde podemos ver también a la sociedad en su conjunto “convertirse en una gigantesca escuela”. [20]

Para el Che la importancia de los estímulos morales está asociada al hecho de que existen grupos sociales rezagados que no participan en la construcción del socialismo, lo cual atribuye también en otros casos a la falta de desarrollo de la conciencia social. En este sentido distingue a los de la avanzada y la vanguardia respecto a otros que “deben ser sometidos a estímulos y presiones de cierta intensidad…no solo sobre la clase derrotada, sino también individualmente, sobre la clase vencedora.”[21] Esto opera de igual forma en los enclaves de transformación social y política anticapitalista que llegan a establecer los movimientos sociales en el seno de la sociedad burguesa. Por ello, una de las tareas a desarrollar en estas condiciones es la estimulación de la conciencia socialista, lejos de cualquier formalización, a partir de romper las ataduras fundamentales de la explotación y dominación capitalista; para no “perder de vista la última y más importante ambición revolucionaria que es ver al hombre liberado de su enajenación.”[22]

El Che con su percepción crítica de la Revolución cubana y la experiencia del socialismo existente hasta aquellos momentos, advierte sobre las graves consecuencias del burocratismo en todas sus instancias. Si bien destaca la importancia de crear un sólido Estado socialista, asociado a la institucionalización del país, señala que este a la vez, tiene su razón de ser, si garantiza la plena relación entre las masas y el individuo, es decir entre el Estado socialista y el pueblo, donde la hegemonía se traslade paulatinamente al segundo, devolviéndole el poder enajenado por el Estado burgués durante tantos siglos, a través de las formas más efectivas y creadoras de participación. Esta es una concepción que en los límites de la dominación burguesa, el movimiento social popular en América Latina cultiva y desarrolla en los individuos, en los miembros y seguidores de sus organizaciones. La forma en que establecen sus relaciones, entre los líderes, la parte más avanzada y el resto del movimiento, tiende a romper esas barreras burocráticas y a empoderar el colectivo, a las masas, como los verdaderos ejecutores del poder en las decisiones, construyendo así verdadero poder desde abajo.

El Che en su análisis crítico precisa que al socialismo le faltan mecanismos más perfectos para garantizar el protagonismo de las masas en la construcción de su nueva historia, aunque por su esencia ofrece la posibilidad de que los individuos y los colectivos puedan expresarse y hacerse sentir en el aparato social con mucha mayor facilidad. “Todavía es preciso –señala el Che- acentuar su participación consciente, individual y colectiva, en todos los mecanismos de dirección y de producción…”[23] Ello precisa también de un proceso de desajenación del ser humano que comience por otorgar una nueva condición al trabajo, lo cual requiere ir creando condiciones de largo aliento, para convertirse en un “deber social” que vinculado al desarrollo de la técnica le otorgue mayor libertad y tiempo libre al individuo, pero destaca que para lograr convertir el trabajo en “completa recreación espiritual…sin la presión directa del medio social, pero ligado a él por nuevos hábitos. Esto será el comunismo.”[24]

La advertencia que hace el Che acerca del “escolasticismo que ha frenado el desarrollo de la filosofía marxista” y la falta de pensamiento crítico creador para abordar la realidad latinoamericana desde sus tradiciones y cultura tiene un gran significado. En esta dirección, refiriéndose a la transición socialista, señala que en nuestro continente “no estamos frente al período de transición puro, tal como lo viera Marx en la Crítica al programa de Gotha, sino a una nueva fase no prevista por él;…” y señala que “es preciso dedicarse a investigar todas las características primordiales…”[25] Esta es una tarea de urgencia, en los momentos actuales, en que aparece una nueva oleada de revoluciones, de horizonte anticapitalista, protagonizada por un sujeto histórico que se está recomponiendo con la activa participación de los movimientos sociales. Un aporte importante de estos movimientos es que el pensamiento crítico no lo está importando desde afuera; sino que lo están construyendo junto a los intelectuales orgánicos que surgen desde dentro y con los que vienen a participar con ellos en sus luchas, en un proceso de articulación sociopolítica con los partidos que promueven el anticapitalismo.

Es interesante detenerse a pensar la manera en que el Che considera como los pilares para la construcción de la teoría del tránsito al socialismo: la formación del hombre nuevo y el desarrollo de la técnica, porque en realidad pudieran incluirse otros elementos. Por supuesto que él parte de la experiencia de la Revolución cubana y en este sentido reconoce que la estrategia trazada por Fidel acerca de “la necesidad de la formación tecnológica y científica de todo nuestro pueblo”[26] fue correcta. Esta, encierra sin embargo, una gran actualidad, visible en las prácticas que desarrollan los movimientos sociales, allí donde ha sido posible la iniciación de emergencias emancipatorias anticapitalistas. El MST ha acumulado en sus casi treinta años de existencia una experiencia importante en estos dos pilares que resalta el Che; han apostado de forma decisiva a la formación del hombre y la mujer nueva, así como al emprendimiento de “la mayor lucha contra la ignorancia, derrumbando las cercas del latifundio del conocimiento…”[27] lo que significa la formación tecnológica y científica y con ello el desarrollo de agrotécnicas no depredadoras del medio ambiente.

Otra de las ideas abordadas por el Che tienen que ver con el arte y la cultura como medios de desajenación y sus particularidades, pero presenta esta también como un campo de combate importante de las ideas y la manera en que el arte y la cultura pueden convertirse en un arma de denuncia contra el capitalismo y también de los errores del socialismo en la construcción de la sociedad nueva. Hace una crítica al realismo socialista,[28] señalando al respecto: “La cultura general se convirtió casi en un tabú y se proclamó el summum de la aspiración cultural, una representación formalmente exacta de la naturaleza, convirtiéndose ésta, luego, en una representación mecánica de la realidad social que se quería hacer ver; la sociedad ideal, casi sin conflictos ni contradicciones, (…)[29] La diversidad cultural de que son portadores los actuales movimientos sociales presagian la validez y el enriquecimiento de este enfoque, en la conformación del socialismo, para el siglo XXI o los venideros. Cultura y arte están mezclados en la construcción de posicionamientos emancipatorios anticapitalistas. Las campañas de educación “Todas y Todos sin Tierra estudiando” llevadas a cabo por el MST han dado sus frutos en la transformación cultural de la comunidad, incluido el arte. Así quedaba reflejado por la líder de su organización en el discurso inaugural del V Congreso. “Los frutos de ese incentivo al estudio es la propia realización de este Congreso. Vean: en el pasado, teníamos que contratar los artistas; hoy, tenemos la capacidad de pintar nuestro propio mural.”[30]

“El socialismo es joven y tiene errores, señala el Che. Los revolucionarios carecemos, muchas veces, de los conocimientos y la audacia intelectual necesarias para encarar la tarea del desarrollo de un hombre nuevo por métodos distintos a los convencionales…”[31] En la búsqueda de esos “métodos distintos”, incluso, desechando los que han constituido errores del socialismo real, se desempeñan los actuales movimientos sociales, con una creatividad inestimable. En este contexto es que el Che se refiere a la formación del hombre del siglo XXI como una prioridad del socialismo, la cual considera “todavía una aspiración subjetiva y no sistematizada”[32]; en ese sentido es que habla de que “el presente es de lucha (en esa configuración y construcción adelantada del hombre y mujer del siglo XXI y en esa misma medida señala que); el futuro es nuestro”.[33] Es decir, del socialismo, como una realidad que revierta la humanidad hacia una nueva civilización. Tal vez este desafío requiera por su envergadura y complejidad extenderlo hasta el siglo XXII o quizás sin colocarle una meta temporal, porque lo más importante es que representa la esperanza-certeza de tener futuro.

La cuestión del hombre nuevo es una búsqueda personal del Che, que atraviesa toda su existencia. “Y ahí vuelve al tema del hombre nuevo porque cuando habla de los trabajadores voluntarios, cuando habla de los jóvenes, cuando habla de los trabajadores de vanguardia, vuelve a insistir en lo que los sin tierra llaman “la pedagogía del ejemplo”. El Che está investigando: ¿cómo se hace para que todo un pueblo, o una parte importante de ese pueblo, genere esos hombres y mujeres nuevos y nuevas?”[34]

Como consecuencia lógica de lo anterior, señala el Che, refiriéndose a Cuba: “En nuestra sociedad, juegan un papel la juventud y el Partido. Particularmente importante es la primera, por ser la arcilla maleable con que se puede construir el hombre nuevo…”[35] Su visión de la juventud, como anticipación de futuro, tiene un alcance extremadamente profundo, no se reduce, ni a la formación partidista, ni a su relevo generacional, en los procesos revolucionarios. Está directamente vinculada a la reproducción de una sociedad completamente nueva, de la que son coprotagonistas y también decisores, porque son, en definitiva, los principales actores, responsables de esa sociedad de llegada; por eso es que él lo vincula directamente al hombre nuevo del próximo siglo.

Con seguridad nadie se negaría a reconocer la abrumadora presencia de la juventud en los procesos revolucionarios, como tampoco en la formación de los actuales movimientos sociales que tuvieron su antesala en el Mayo francés de 1968; pero el sentido más profundo de la mirada del Che sobre la juventud, relativo a su presencia en los movimientos sociales, debemos buscarla en que ellos intervienen de manera decisiva, desde el presente, en la producción social de futuro. El MST como movimiento social de avanzada en nuestro continente de una manera firme tiene en cuenta esta proyección estratégica en su teoría y en sus prácticas, por ello se proponen “(…) Garantizar que las mujeres y los jóvenes asuman cada vez más el mando de nuestra organización, fortaleciendo las instancias de decisión…”[36] a sabiendas de que ello todavía es insuficiente para el reto que tienen por delante.

El otro elemento asociado a la juventud al que el Che le presta especial interés es al partido como “organización de vanguardia”. Su análisis es muy interesante, en el sentido de que si bien reconoce a la vanguardia como una avanzada (en el sentido político y de la conciencia) respecto a la masa, la subordina a un imperativo moral que encierra múltiples valores, en esa interacción con la clase, el grupo o el pueblo, del cual es servidor y no dueño. Esto quiere decir que la vanguardia tiene que reproducirse, multiplicarse en las masas, diseminarse en ella. No se trata de convertir la masa en Partido, sino en desarrollar su educación para el comunismo; de otra manera no se puede avanzar en la construcción socialista. Por ello afirma: “Nuestra aspiración es que el partido sea de masas, pero cuando las masas hayan alcanzado el nivel de la vanguardia, es decir, cuando estén educados para el comunismo.”[37]

Esta visión del Che a mi juicio no está encerrada en las concepciones estrechas y dogmáticas que sobre el vanguardismo del Partido, en detrimento del movimiento de masas y de los procesos revolucionarios predominó en décadas anteriores al 1980. En efecto, muchos movimientos sociales de nuestro continente surgidos por esa época, demuestran una superación de ese vanguardismo tradicional y se proyectan en la práctica como verdaderos partidos de masas. En tal sentido no se erigen como vanguardia-Partido, sino que tratan de compartir la función de vanguardia con todo el movimiento, en una educación teórico-práctica de proyección socialista, dadas en las nuevas formas de producción y reproducción de la vida que promueven en su accionar.

En la última parte de su ensayo, antes de intentar unas conclusiones, como él mismo dice, retoma, lo que es a mi juicio la idea central conductora de sus análisis: la relación entre individuo y sociedad a través del papel de la personalidad en la historia y las masas populares. Aquí destaca como la concepción de individuo visto como líder se multiplica en los procesos revolucionarios, con la presencia del resto de los dirigentes que surgen de las masas y con la expansión de la conciencia socialista. Introduce también la idea de los sentimientos de sensibilidad, amor y alegría que deben caracterizar a un verdadero revolucionario, sin faltarle “el cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejerce (…) hay que tener una gran dosis de humanidad, una gran dosis de sentido de la justicia y de la verdad para no caer en extremos dogmáticos, en escolasticismos fríos, en aislamiento de las masas.”[38] Ese paradigma de revolucionario que reclamaba el Che, lo representaba él mismo con su ejemplo cotidiano y se encuentra encarnado de forma creativa en el quehacer de los actuales movimientos sociales, especialmente en aquellos que tienen orientación anticapitalista en sus luchas y proyectos de vida.

Alberto Pérez Lara, Pensar al Che, en “El socialismo y el hombre en Cuba”, desde el movimiento social popular en América Latina. Publicado en Revista Cubana de Filosofía. Edición Digital No. 17. febrero-junio de 2010. ISSN: 1817-0137

[1]Este escrito de Ernesto Che Guevara, dirigido en forma de carta a Carlos Quijano, fue publicado el 12 de marzo de 1965, bajo el título “El socialismo y el hombre en Cuba” en el Semanario Marcha de Montevideo, Uruguay. Este es un ensayo de relieve singular donde el Che expone su concepción filosófica, ética y política que profundizan en el papel de la conciencia y su relevancia, así como en los nuevos valores que sentarán las bases para la formación del Hombre Nuevo y directamente vinculada a esto su concepción del sujeto como actor directo de los cambios sociales. En el mismo se refleja una etapa de madurez en el pensamiento del Che, a partir de sus lecturas críticas del marxismo y otras fuentes del pensamiento revolucionario universal y latinoamericano, contrastados en debate permanente con la experiencia de la Revolución cubana y el socialismo existente en su época. Las ideas que aquí sintetiza tienen una importancia sustancial para los estudios sociales en Cuba y Latinoamérica.

[2] A lo largo de estas notas utilizaré el concepto de hombre nuevo empleado por el Che, en consecuencia con lo que considero fue su intención; una apreciación genérica, humana universal, del término que en nada excluye la importante y decisiva presencia de la mujer y toda la diversidad del ser humano. De otra manera sería limitado pensar desde la propuesta del Che, la manera en que se conforma el sujeto revolucionario de nuestros días y en esa misma dirección el ser humano nuevo de los siglos venideros.

[3] María del Carmen Ariet, “Los retos del Che siguen siendo retos para América Latina hoy”. Revista Caminos (digital). Martes 26 de Enero de 2010. Entrevista a la investigadora cubana María del Carmen Ariet, a propósito de Retos de la transición socialista en Cuba (1961-1965), libro editado por Ocean Sur en asociación con el Centro de Estudios Che Guevara .

[4] Op. Cit. P. 2

[5] Omar Marcano, El Socialismo del Ché Guevara y de Raúl Baduel: El Verdadero Socialismo, Rebelión, 27/7/2007, p. 1

[6] Ernesto Che Guevara, “El socialismo y el hombre en Cuba”, en Escritos y discursos, Editorial Ciencias Sociales, La Habana 1985, tomo 8, pág. 253

[7] Op. Cit. Pág. 254

[8] Discurso pronunciado por Marina Santos en la apertura del V Congreso del MST el 6 de junio de 2007 bajo la consigna: “Reforma Agraria: por justicia social y soberanía popular”

[9] Op. Cit.pág. 255

[10] Discurso pronunciado por Marina Santos en la apertura del V Congreso del MST el 6 de junio de 2007 bajo la consigna: “Reforma Agraria: por justicia social y soberanía popular”

[11] Op cit. Pág. 256

[12] Op cit. Pág. 256

[13] Op cit. Pág. 257

[14] Op cit. Pág. 257

[15] Op cit. Pág. 258

[16] Esther Pérez; Convertir en carne y sangre del pueblo la cultura revolucionaria, los valores de un hombre y una mujer distintos a los que han existido: ese es el reto, La Ventana, Portal Informativo de Casa de Las Américas, 5 de octubre del 2007 (Fragmentos de Cuba: La alternativa de la educación popular)

[17] Op cit. Pág. 259

[18] Cfr. Ernesto Che Guevara, “El socialismo y el hombre en Cuba”, en Escritos y discursos, Editorial Ciencias Sociales, La Habana 1985, tomo 8, pág. 260. En esta obra el Che se está refiriendo a la formación del hombre nuevo en el período de construcción socialista, tomando la experiencia de la revolución cubana y generalizando de forma crítica las inconsistencias que en este sentido tuvieron otras experiencias socialistas de Europa del Este y la ex Unión Soviética que culminaron en derrumbe, a finales de los años ochenta. Como muestra de su formación materialista, para que esta idea no quede flotando en el aire, solo como aspiración idealista, él señala que este “proceso marcha paralelo al desarrollo de formas económicas nuevas.” De esta manera, en los procesos de transformación que llevan a cabo los movimientos populares en los diversos países latinoamericanos en que no se está dando una transición al socialismo, la formación de ese hombre nuevo es posible, con sus limitaciones materiales; pero donde logran establecer nuevas relaciones económicas este proceso es más dinámico y duradero.

[19] Op cit. Pág. 259

[20] Op cit. Pág. 259

[21] Op cit. Pág. 261

[22] Op cit. Pág. 262

[23] Op cit. Pág. 262

[24] Op cit. Pág. 263

[25] Op cit. Pág. 264

[26] Op cit. Pág. 264

[27] Discurso pronunciado por Marina Santos en la apertura del V Congreso del MST el 6 de junio de 2007 bajo la consigna: “Reforma Agraria: por justicia social y soberanía popular”

[28] Cfr. Roberto Fernández Retamar, Para un diálogo inconcluso sobre El hombre y el socialismo en Cuba, La Ventana, Portal Informativo de Casa de Las Américas, 14 de junio de 2003. Aquí Retamar realiza algunas valoraciones personales muy importantes sobre la influencia del realismo socialista y su manifestación en Cuba en diálogo con las opiniones del Che.

[29] Ernesto Che Guevara, “El socialismo y el hombre en Cuba”, en Escritos y discursos, Editorial Ciencias Sociales, La Habana 1985, tomo 8, pág. 266

[30] Discurso pronunciado en la apertura del V Congreso del MST el 6 de junio de 2007 bajo la consigna: “Reforma Agraria: por justicia social y soberanía popular”

[31] Op cit. Pág. 266

[32] Op cit. Pág. 267

[33] Op cit. Pág. 267

[34] Diego Olivera, El pensamiento del Che vive en el socialismo del siglo XXI. ALAI, América Latina en Movimiento, 19/10/2007

[35] Op cit. Pág. 268

[36] Discurso pronunciado en la apertura del V Congreso del MST el 6 de junio de 2007 bajo la consigna: “Reforma Agraria: por justicia social y soberanía popular”

[37] Op cit. Pág. 268

[38] Op cit. Pág. 270

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