Presentación Apostólica en el Eco santuario de San Salvador

Presentación Apostólica en el Eco santuario de San Salvador, El Salvador
octubre 11, 2015

11 de octubre de 2015 fue la fecha señalada, en que el Apóstol de Jesucristo Naasón Joaquín García se presentaría con los hermanos de la República de El Salvador.
El Pastor Evangelista Lee Mineeman dio inicio a la consagración de esa mañana, en el Ecosantuario que la Iglesia La Luz del Mundo tiene en esta capital centroamericana.
A las 10: 33 de la mañana hizo su arribo el Ungido del Señor, ante una multitud profética que se oía como el estruendo de corrientes de muchas aguas. “Dios les bendiga, Dios les pague, ¡Que alegría estar con vosotros! aquí estoy para decirles que soy vuestro en Cristo Jesús, ¡Qué alegría siente mi corazón!. Eran sus palabras: Mi corazón ansiaba ver vuestros rostros para decirles que soy vuestro… permítanme abrazarlos en un abrazo espiritual y darles un beso, un ósculo de amor en Cristo Jesús, mi alma esta saltando de alegría por estar entre vosotros”, fueron sus primeras palabras mientras ingresaba al impresionante recinto religioso.
El hermano P.E. Abner Pardo Medrano le dio la bienvenida a nombre de la iglesia de el Salvador; entre otras, con las siguientes palabras: “Varón de Dios, haga todo lo que le viniere a la mano, porque Dios está con usted…”.
De esa manera el joven y poderoso Apóstol expresó a los hermanos el valor que para él representa esta nación y enfatizó cómo durante diez meses esperó para venir a este lugar no por un menosprecio, sino por una plena confianza que como padre, le tiene a esta Iglesia que simboliza el hijo mayor de la familia y le dijo: “Permíteme hijo, abrazarte y estrecharte en mis brazos, quiero sentir tu aroma, como Isaac sentía el aroma de su hijo Jacob, te extrañaba tanto que hoy también grito de alegría y mis lágrimas salen porque tenía deseo de veros y estar entre vosotros”.
La bendición apostólica
Tras manifestar su alegría por el hermoso reconocimiento manifestado en esta recepción, refirió a la Iglesia algo que en palabras de él mismo era su bendición apostólica:
“Señor mira el olor del hijo mayor, quiero sentir tu aroma como el olor del campo que Jehová ha bendecido; Dios pues te de prosperidad, Dios te de grandeza más de la que te ha dado. Como el viento que llega a los rincones de la tierra, así el Señor te bendiga en este lugar, que tus hijos sean batallones espirituales que llenen este país y el mundo entero. Benditos los que te bendijeren y malditos los que te maldijeren”. El fervor de los hermanos se desbordó ante su bendición y una dulce sincronía entonaron Apóstol e Iglesia: el salmo 136, que exalta las bondades de Dios a su Pueblo: “Porque para siempre es su misericordia”, y el himno 509 que a su letra dice: “Si oscura fue mi vida y errado mi camino”.
No me pidas que te deje
Dio inicio a su prédica refiriendo el testimonio bíblico de Ruth y Nohemí, quienes ante la separación física del esposo de Ruth e hijo de Nohemí, la segunda le propone que se vuelva a su tierra y a sus dioses. La respuesta de Ruth fue categórica:
“No me ruegues que te deje, porque donde quiera que tu fueres, iré yo y donde tú vivieres viviré yo, tu pueblo será mi pueblo y tu Dios mi Dios, donde tu murieres moriré yo y allí seré sepultada; así me haga Jehová y aún me añada, que solo la muerte hará separación entre nosotras dos”.
En un paralelismo magistral, dijo a los hermanos de El Salvador que ante el deceso físico del Apóstol Samuel Joaquín Flores, él también se sentía desolado y desconsolado, también en sentido puramente humano llego a pensar: “¿Quién me va a amparar? Porque el que lo protegía y cuidaba ya no estaba para hacerlo, ignorando lo que el alto Dios estaba haciendo en los corazones de toda la Iglesia, hasta el momento en que simbólicamente escuchó las mismas palabras de Ruth, ahora expresadas por su pueblo:
“No nos pidas que te dejemos, porque a donde tu fueres iremos nosotros, tu pueblo será nuestro pueblo y tu Dios será nuestro Dios”, y añadió: “Pensé que como Orfa os regresarías a vuestras tierras, pero cuando volteo y veo este pueblo hermoso que levantaba sus manos y me decía: Aquí estamos con usted y seguiremos con usted… Por lo cual en este día hermanos de El Salvador, yo los nombro y considero como Rut. Vive en ti el espíritu de amor de Ruth, eres tú, Ruth entre las iglesias, reconozco en vosotros un espíritu fiel y leal y quiero que las iglesias miren el amor de vuestras almas, podías haberte despedido y marcharte, podíais haberte regresado a tus dioses antiguos, pero me dijiste que te quedabas a mi lado, por lo que ahora yo te bendigo y te digo: Tú serás la Ruth entre las iglesias. Dios te bendiga, Dios te siga prosperando”.
La iglesia me ha protegido
Tras la hermosa comparación y antes de dar inicio a su tema de esa mañana, visiblemente conmovido por el sollozo de la multitud de almas regocijadas con su presencia, hizo una pausa y con lágrimas en sus ojos dijo: “Es que siento alegría. Han querido destruir a su hermano y la Iglesia me ha protegido, han querido difamarme y la Iglesia me ha blindado, han querido desaparecerme y aquí estoy delante de Dios, porque en ti Dios me ha dado esa fortaleza…ahora más que nunca vean los enemigos que esta Obra jamás, jamás la van a separar, esta Obra se irá perfeccionando porque esta Obra es de Dios”.
Las cualidades de una Iglesia que persevera en Dios
Dio inicio al tema leyendo la primera carta del Apóstol Pablo a los Corintios, capítulo 15, verso 58, cuyo texto refiere: “Así que hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”.
De manera poética exaltó la obra de Dios en esta nación, semejante al relato del Cantar de los cantares de Salomón cuando narra las bendiciones de la lluvia en el campo tras concluir el invierno y su deleite al disfrutar de ese huerto espiritual. Recordó la labor apostólica del hermano Samuel Joaquín en ese país, quien independizó la primera Santa Cena.
Tras esta breve introducción, preparó su mensaje certificando que la Iglesia que persevera en doctrina del Señor Jesucristo, tiene tres características o cualidades incuestionables que son: La firmeza, la constancia y el crecimiento.
¿Qué significa la firmeza?
La firmeza es entereza -testificó. Es la fuerza y la resistencia que muestra el que no se deja abatir o destruir, son aquellas raíces que profundizan la fe y vuelven al cristiano inconmovible. Estar firme es estar seguro -refirió a los presentes con relación a las noticias que han llegado a su conocimiento: Que aunque ellos al igual que otros también han sido atacados en su fe por los embates de quienes no aceptan la Obra de Dios, han venido a ser semejantes a aquella roca golpeada por el mar, cuya firmeza la mantiene estoica e imperturbable tras el correr del tiempo.
Precisó que estar firme no significa que el hermano no sufra los embates del enemigo contra su fe, sino más bien significa que aún sufriéndolos, mantiene la certeza y seguridad de su esperanza, da un testimonio hermoso de valor, fortaleza, decisión y seguridad. Citó la segunda epístola universal del Apóstol Pedro, capítulo 3, verso 17, que refiere: “Así que vosotros oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza”.
Enseguida, realzó la figura de un hermano firme en la fe, quien a causa de ser probado y en la misma, se vuelve el orgullo de Dios, como lo fue Job, para quien era un placer verdadero servir a Dios junto con toda su familia; provocando con ello alegría y satisfacción para Dios, a tal grado que cuando Satanás se presenta delante de Él, éste exalta la fidelidad, el temor y la firmeza de Su siervo Job, porque en el hombre como Obra perfecta de Dios, fue creado para dar a Dios la honra, la gloria y la alabanza a través de su propia vida.
Más adelante dijo que la fe tiene que ser probada al igual que el oro se ensaya en el fuego para comprobar su pureza. Tras el dolor y sufrimiento de Job, al perder todos sus bienes, su ganado, sus siervos y toda su familia incluyendo su esposa, Dios tenía preparado algo mejor. Aseguró que todos sin excepción alguna, tenemos que ser probados y cuando alguno de nosotros no salva la prueba, Satanás se burla de Dios, insinuando demostrarle, que se equivocó al escoger a tal o cual persona. Dicha burla logra que el altísimo Dios tenga que esconder su rostro delante de Satanás a causa de la vergüenza que esta afrenta le ocasiona.
En virtud de ello continuó “es necesario que en la demostración de tu arrepentimiento primeramente haya una confesión de labios, para que posteriormente el Ministro pueda ayudarte en tu restauración. Indiscutiblemente la carne se siente atraída por las cosas del mundo, pero hay un conocimiento en el creyente: No hay lugar donde pueda ir que me pueda esconder de Dios”. Y concluyó: “Bienaventurados aquellos que han pasado por alguna prueba y han salido vencedores”.
La constancia
Esta segunda cualidad es el resultado de la primera. Ser constante es no dejar de congregarse, no dejar de trabajar, no dejar de anunciar, no dejar de dar testimonio. Esto solo lo puede llevar a cabo quien arraigado y cimentado en la fe empieza a ser constante en todos sus caminos. El hombre que claudica, el hombre de dos pareceres, es inconstante en todos sus caminos (Cfr. Santiago 1:8), porque la falta de constancia en la doctrina eclesiástica lo hace dudar. Y con una palabra que no puede venir sino de Dios, expuso con singular sabiduría:
El corazón voluble que no se enraíza en la roca que es Cristo, nunca podrá mirar las cosas del reino de los cielos, pues la duda lo hace frenar su crecimiento. El inconstante está lleno de temores, lleno de incertidumbre; no puede buscar las cosas del reino de los cielos, porque duda hasta de las de la tierra que está observando.
Aseveró que la regla para mantener la fe viva es oír siempre la palabra de Dios verdadera, la cual se habla en las calles, en las azoteas, en la Casa de Oración; pero siempre en público, es decir; nunca en oculto. Interrogó a los presentes de la siguiente manera: ¿Dónde escuchas la palabra de Dios? En la Casa de Dios, en donde a las 5 de la mañana allí escucharas un consejo, de igual manera a las 9 de la mañana y a las 6 de la tarde, a fin de que nadie interponga pretexto alguno. Asemejó la fe del creyente con aquellos árboles verdes, llenos de vida a causa de la continua lluvia que este caso es la palabra de Dios, siendo Cristo el tronco de donde todos absorbemos la rica sabia que corre todos los días en la Casa de Oración.
Sobre este particular aconsejó a la Iglesia universal, seguir el consejo del Apóstol Pablo a la Iglesia de Roma en el capítulo 12, versículo 12, de su epístola en la que les exhorta: “Gozosos en la esperanza, sufridos en la tribulación y constantes en la oración”.
Recordó que para aquellos que se guardan de condescender a las banalidades de la carne, existe una esperanza muy firme y muy grande y es esta: “Un día el Señor Jesucristo les dirá: Venid benditos de mi Padre a poseer las moradas eternas que están preparadas para vosotros desde antes de la fundación del mundo, y es en dicha esperanza que tenemos que vivir con gozo y alegría. Cuando venga la tribulación tenemos que aceptarla tal como lo hizo Job, porque todas las cosas que provienen de Dios son para nuestro bien, aunque a veces nuestra razón no comprenda sus designios ni encuentre una explicación instantánea”.
De manera categórica afirmó: Es necesario, es de vital importancia que estés todos los días en la Casa de oración escuchando la palabra del Señor; allí se alimenta nuestra alma, allí se alimenta nuestra esperanza, allí se fortalece nuestra fe para soportar todo lo que Dios permita al enemigo nos tiente para probar nuestra fe; y el que perseverare hasta el fin este es el que será salvo.
El crecimiento en el Señor
Finalmente, para hablar de la tercera cualidad de la Iglesia dijo que El crecimiento también es el resultado de la firmeza y de la constancia y refrendó lo que ha dicho en algunas de sus presentaciones: La obra de Dios se ha engrandecido y el Señor continuará multiplicando a su Iglesia. sin embargo; para ello serán siempre necesarias la firmeza y la constancia del pueblo escogido de Dios para alabanza de su gloria.
Citó la primera carta del Apóstol Pablo a los Corintios, capítulo 3 del verso 6 al 9, en la que el Apóstol Pablo enfatiza:
“Yo planté, Apolos regó, pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”.
Indicó de qué manera bajo la dirección de Dios en él, el Altísimo le guía y le inspira a donde ir y pone en su corazón qué palabra hablar a su pueblo, precisamente porque esta obra es de Dios. Hizo referencia al sabio consejo del Sacerdote Gamaliel registrado en el libro de Los Hechos de los Apóstoles escrito por el médico Lucas, quien acertadamente dijo:
“Si esta obra es de los hombres se va a desvanecer, más si es de Dios, no la podéis destruir”.
Ante los intentos del hombre inicuo por destruir la Obra de Dios, aclaró que la Iglesia seguirá creciendo porque es de Dios y que ellos (los Apóstoles) solo son colaboradores de esa Obra de Dios.
¿Qué significa la República de El Salvador para el apostolado?
Poco antes de culminar su discurso doctrinal, resaltó el papel de este país centroamericano en el ministerio apostólico de estos últimos tiempos, La República de El Salvador es al igual que México, pilar de la Restauración de la Iglesia del Señor; en virtud de ello, el Apóstol les demandó:
“Hermanos de El Salvador, necesito a tus jóvenes, necesito a vuestros profesionistas; hermanos de El Salvador, necesito a vuestros hijos, los necesito a todos vosotros. Os convoco a luchar por el engrandecimiento de la Iglesia del Señor”.
Trajo a colación los países conquistados desde aquí, como Australia y Cuba; “No hay un lugar donde no se hable la palabra de Dios, que no haya un hermano salvadoreño”, resaltó. Alabó el hecho que donde llega un hermano mexicano o un salvadoreño, asume tácitamente el compromiso de la evangelización y refirió el testimonio del hermano Ernesto y la hermana Aidé, ambos de origen salvadoreño; quienes iniciaron la obra evangelizadora en Australia, donde ahora se alaba el nombre del Señor.
Despedida
El Varón de Dios, concluyó su ponencia con una bendición muy hermosa para los hermanos de este país, en el entendido de que El Salvador seguirá siendo puerta de entrada para a la salvación para muchas naciones y afirmó:
“Dios me ha mandado decirle a esta Iglesia: Busca tinajas espirituales, busca casos y depósitos espirituales, porque el aceite no disminuirá y la harina no escaseará, te extenderás a tu mano derecha y a tu mano izquierda, alargaras tus cuerdas, reforzaras tus estacas, el Señor te multiplicará aún mucho más y tú, Iglesia de El Salvador Centroamérica serás la prueba también de que Dios está conmigo; serás para testimonio de que la voz de Dios se escucho aquel 8 de diciembre del año 2014 en la ciudad de Guadalajara, cuando me dijo: Naasón tu estarás al frente de este pueblo y si hoy lo ves grande, yo lo he de multiplicar aún más”.
Para despedirse pidió la alabanza marcada con el número 439 de los himnarios que en su primer estrofa categoriza: “Sed valientes vosotros los hermanos, trabajando en la Obra celestial, vuestros esfuerzos alcanzarán victoria, la bandera por doquier hemos de izar”, y en su coro refiere: “Algún día veremos los hermanos, coronado nuestro magno ideal y esparcida por todo el universo la gran Obra cristiana espiritual”.
Proyecto: Ciudades La Luz del Mundo
Para concluir su presentación, adelantó sobre el primer proyecto de Ciudades La Luz del Mundo, el cual se llevará a cabo en este país centroamericano. El proyecto se llevará a cabo en un terreno de 33 hectáreas, incluirá albergues, escuelas, casas de uso exclusivo para hermanos de esta Iglesia y templos que harán de esta nación en un lapso de tres años, que será sede en Centroamérica y segunda sede internacional de la Iglesia La Luz del Mundo, donde a partir de entonces, año con año se celebrará también la Santa Cena, en virtud de la insuficiencia de la colonia Hermosa Provincia en la ciudad de Guadalajara, Jalisco en México.

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