Eduardo Sancho o el rostro humano del revolucionario

Fue difícil para mí encontrar un título justo o exacto para esta columna, en donde trato de trasladar al lector el diálogo que sostuve con Eduardo Sancho, el hombre que hizo de la lucha revolucionaria la base de su vida. Por supuesto, me aparto de la tentación de comentar su actuación guerrillera, por aquello de ser ampliamente conocida, amén de estar detallada en su última producción, Crónicas entre los espejos, cuya primera edición se agotó rápidamente. Hoy tengo entre mis manos, la segunda edición, ambas de la Editorial Francisco Gaviria. Empiezo a releerla y le encuentro mejor sabor tanto por sus recuerdos de colegial como por los recuerdos suyos de los intelectuales, entonces jóvenes. Ya hice un breve comentario de la importante obra en este periódico.

Un libro, en rigor, enriquecedor de nuestra bibliografía. Intento ahondar en lo humano del revolucionario, cosa que Eduardo, quien después se convirtió en Fermán Cienfuegos, desea recalcar a sus lectores. Y bien que lo hace. Recuerda complacido el colegio en donde estudio, el Externado de San José; su primera comunión en la Iglesia San José, contiguo al colegio. Menciona al padre Jesús de Esnaola, quien muchos años atrás fue mi profesor de álgebra, geometría, trigonometría. Entonces no viejito, tal como lo conoció Eduardo, pero sí terriblemente cascarrabias. Sin quererlo, el hoy investigador académico traza, en su libro, la vida cotidiana juvenil, colegial, de fines de los cincuentas.

FORMACIÓN INTELECTUAL

“Yo soy de formación marxista”, afirma de sopetón. Con énfasis. Eso sí, “No soy comunista”, aclara con la misma firmeza, y a renglón seguido ataca: “Aquí, todo lo relativo al urgente cambio de la sociedad salvadoreña, al necesario cambio social, político, cultural, se dice que es comunista. Yo soy un social-demócrata”, recalca.

Eduardo o Fermán continúa refiriéndose al marxismo como una de las principales escuelas de la Sociología: “Se confunde el uso utilitario que hacen del término –marxismo-, los partidos comunistas que elevan la idolatría y al paganismo de las ideas marxistas, por lo tanto, las degeneran”, dice. “Para mí, la Sociología es la ciencia que estudia la organización de los seres humanos en las distintas culturas”, asienta. Eduardo Sancho es sociólogo. Explica que estudió la Sociología como carrera, en la Universidad de El Salvador, y ya para concluirla en 1971, tuvo que suspender los esfuerzos estudiantiles para integrarse de lleno a la lucha guerrillera para derrocar el despotismo castrense que agobió el país. Concluida la guerra con el Acuerdo de Paz de 1992, Eduardo continúa sus estudios en la UES en 1994, y se graduó en el año 2000. A partir del 2001 es investigador de la Universidad Francisco Gaviria.

GENEALOGÍA Y REVOLUCIÓN

Y cuando le hablo de la revolución, del movimiento insurgente nacional, el ex-guerrillero enfatiza “Ser revolucionario es tener sensibilidad social. Lo demás es fraseología, es dogma, es caudillismo. Es usar a los pobres, vivir de los problemas del país, en fin, no hacer nada…”. Vemos, pues, a Eduardo-Fermán lanzando en pocas frases, toda una ideología. El primer seudónimo de Eduardo dentro del movimiento guerrillero, fue Pietro, el nombre de su bisabuelo italiano. También el de Esteban.

A veces se acercan estudiantes universitarios en búsqueda del investigador, Eduardo los saluda y cortésmente les suplica dispensarlo, pues por el momento no puede atenderlos, y sugiere otro momento. La plática se desenvuelve en sus oficinas de UFG. Y en el transcurso, le suelto a mi interlocutor mi impresión primera de las lecturas de las iniciales páginas de Crónicas… En el principio, el autor, Eduardo, describe su genealogía, y no sólo ello, también incluye su árbol genealógico: “Me da la impresión –comento- de advertirle, tú, al lector la condición social familiar…, o sea, tratas de decir yo no soy un cualquiera”. El ex-guerrillero mueve la cabeza, pues no se trata de dañar al prójimo. Entonces explica el objeto de incluir en el relato de genealogía. Intenta, explica, resaltar la importancia de la influencia hereditaria en su personalidad revolucionaria.

Recuerda a su bisabuelo italiano Pietro Colombari, seguidor de Giussepe Garibaldi, ingeniero en rieles, combatiente en la unificación de Italia. Luego, el ex-guerrillero también está emparentado con el ex-presidente de la República el doctor Rafael Zaldívar, derrocado por la revolución encabezada por Francisco Menéndez, en 1886. Bueno, este es otro son de la Historia. Sigo. Carmen Zaldívar, sobrina del doctor Zaldívar, es la abuela de Eduardo. Carmen fue liberal, feminista. Su esposo fue Benjamín Castañeda, de ideología fascista. Ambos esposos se enfrascaban en ardientes discusiones con base en el respeto hogareño. Don Benjamín fue muy amigo del coronel Juan Merino, de suma importancia durante el régimen del general Maximiliano Hernández Martínez, y a tal extremo de que siendo Director de la Policía Nacional, Merino nombró a don Benjamín contador del cuerpo. “Qué curioso –comenta Eduardo- mi abuelo trabajó en la Policía Nacional, y nosotros los negociadores del Acuerdo de Paz de 1992, deshicimos ese cuerpo”. Eduardo tuvo conocimiento de que el coronel Merino fundó la Marimba de la Policía, labor en que ayudó de sobremanera don Benjamín. Eduardo es fruto del matrimonio formado por el doctor Guillermo Sancho Colombari y doña Lilian Castañeda Zaldívar.

EL VIAJE Y ESTADÍA EN ESPAÑA

Eduardo y sus padres vivieron en España de 1959 a 1963. El doctor Sancho, médico, estudió un post-grado en Hematología, en la madre patria. El ex-combatiente recuerda aquellos años: “Viví el franquismo. A mí me chocaba el papel de la Iglesia, de Franco y del franquismo. Sancho comenta la ausencia absolutas de las libertades civiles y políticas en aquella dictadura. La frase que usa es “estaba amarrada la libertad”. Estaba prohibido por el régimen hasta el besarse discretamente en público, natural costumbre manifestación del amor o de la estima familiar o amistosa. Esa y otras manifestaciones amorosas estuvieron prohibidas en diarios, revistas, libros, en el cine, en el teatro. Franco suprimió la libertad de expresión, de información y de prensa.

La familia regresa al país. El doctor Sancho Colombari continúa ejerciendo exitosamente su profesión, durantes años, y conquista un puesto destacada en la comunidad médica y social. En breve, médicos y dirigentes del Hospital Benjamín Bloom le harán un reconocimiento público. La Sala de Hematología del Hospital de Niños será nominada “Doctor Guillermo Sancho”.

UNA SOLA PERSONA

En la plática traté de separar al revolucionario Fermán Cienfuegos, para abordad únicamente a Eduardo Sancho, al intelectual, al poeta, al escritor, al investigador académico. Pero fue imposible para mí. Ni él, creo, puede hacerlo. El propósito de esta imposible separación era comenzar con sus inicios de poeta, de estudiante. Es un error. Eduardo-Fermán, son una sola persona. No importa que Eduardo sea su nombre de pila, y Fermán es el nombre obligado por la clandestinidad insurgente. No obstante ser las Crónicas… una demostración palpable de la unidad de la persona como intelectual, poeta, escritor y guerrillero, insistí en separarlos. Cosa imposible y es un error tratar de hacerlo. En verdad, me parece haber un principio teológico o filosófico sobre hacer dos facetas en todo humano, una dualidad. Ahora veo que hay certeza en tal creencia o principio. Claro, a Eduardo y al Fermán es de exigirle y exigirse el periodista, al penetrar, ahondar en lo histórico del desenvolvimiento del escritor y del revolucionario. Tarea futura para investigadores. Y necesaria a fin de plasmar años de la Historia Nacional. Las Crónicas entre los espejos tienen de documento histórico, es un memorial, y posee a la par intención literaria. O mejor dicho, el autor no puede separar tal requisito o cortapisa. El público lector respondió, pues la primera edición se agotó rápidamente. Ya leo la segunda edición.

El libro es un relato memorialista y un estudio del movimiento revolucionario escrito por uno de los actores. En la obra hurgarán los historiadores del presente y del futuro, obligadamente, para comprender la realidad salvadoreña y centroamericana. Incluso es una guía de la negociación tendiente a la finalización de los conflictos bélicos. Tenemos, pues, un libro de historia y a su autor, un personaje de la historia. Un hombre nacido en una sociedad y pepota en donde los detentadores del poder, violadores permanentes de la leyes y constituciones que ellos mismo se dieron, no entendieron que “la mejor estrategia de la guerra es evitarla”, tal como se asienta en las “Crónicas”; no entendieron, aquello de “las ideas no pueden matarse”. Sólo entendieron sus intereses particulares. Tales penosas condiciones hicieron surgir al autor de Crónicas…, un joven de la burguesía salvadoreña, miembro de un hogar distinguido, de abundancia economía, de envidiable educación. Lo demás léalo usted en la referida obra.

INFLUIDO POR MASFERRER Y JULIO FAUSTO FERNÁNDEZ

Alberto Masferrer tuvo influencia decisiva en la formación política del ex-combatiente, influencia reforzada por la ideas de Julio Fausto Fernández, quien fuera marxista de nota y militante del marxismo, y derivó, después hacia el cristianismo, renegando su antigua filiación. Escribió un libro justificativo. Eduardo-Fermán recuerda sus años colegiales del Externado de San José, cuando los padres jesuitas incluían en la educación, la labor social con visitar a los barrios marginales. Algunas familias de estudiantes, adversaron la medida. En sus años de Universidad de El Salvador, estaba prohibida la lectura de obras de Alberto Masferrer.

Por último, nuestro entrevistado se refiere a la polarización política actual en El Salvador. Se pronuncia por la urgencia de crear una opción del Centro, algo cercano al movimiento de Héctor Silva, incluida una federación de partidos de ideas social-demócrata, social-cristiano y liberal.

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