“Ingrese en Chalchuapa y en |1970 al Partido Comunista…” Entrevista con Mauricio El Sólido

SAN SALVADOR, 14 de abril de 2013 (SIEP) “Ingrese al Partido Comunista de El Salvador en 1970, soy originario de Chalchuapa, lugar donde estudie plan básico, por cierto junto con Dagoberto Gutiérrez, aunque él era mayor y salió antes…” nos comparte Mauricio El Sólido, militante revolucionario salvadoreño.

La influencia de Victoriano

“Ya en bachillerato conocí a Victoriano García, que venía de Santa Ana, de Cutumay Camones, y más específicamente del cantón Primavera. Victoriano me impactó. Fue el primero al que le oí hablar y con pasión, con fuerza de la necesidad de incorporarse a la lucha popular, y de quitarle la tierra a los ricos. Eso golpeó mi pensamiento hasta ese entonces conservador…”

“Al principio lo cuestionaba, haber explícame: ¿Y por qué le vamos a quitar la tierra a sus legítimos dueños? Y él, de origen campesino, sin educación formal, me narraba pacientemente todo el proceso histórico de saqueo que habían sufrido las comunidades indígenas. Y me hablaba de Atonal, de Atlacatl, de Anastacio Aquino…”

“En las discusiones que sostenía con Victoriano, que quizás, quizás…había llegado hasta cuarto grado, debo reconocer que me sorprendía con sus argumentos, me dejaba desarmado…parecía tener respuesta para cualquier pregunta y con mucha seguridad hablaba tanto de economía como de la situación internacional.”

“Parecía haber leído mucho. Realmente me impresionaba, aunque me costaba aceptarlo. Había cierta resistencia porque me consideraba estudiado. Pero me dejaba pensativo con la fuerza de su lógica, meditando en sus respuestas. Y tenía que concluir: tiene razón.”

“Victoriano fue cuñado mío, y vivía en mi casa ya que mi tía le alquilaba una pieza…El fue el que me puso en contacto con el Viejo Hilacha, que se llamaba Hilario y le decían así por un mechón de pelo blanco que tenía en la frente. Hilario era uno de los discípulos de Victoriano. Y Victoriano todavía sigue dando batallas dentro del movimiento campesino y cooperativista. ”

Una vez encontré en unos papeles de mi hermano mayor un folleto de las FAR de Guatemala y me intrigó y empecé a leerlo. Claro, Toyano como le decíamos, se lo había dado. El folleto de las FAR me ayudo a entender muchas cosas, me amplió el horizonte.

Me acuerdo que una vez Toyano como le decíamos, me invitó para acompañarlos en una actividad, se trataba de la visita a Chalchuapa del Dr. Fabio Castillo, candidato presidencial del PAR. Había que ir a recibirlo a la entrada al pueblo. Me invito un sábado y el Doctor Castillo venía el día siguiente. Bueno, temprano en la mañana estaba tocando la puerta de mi casa, ni me había levantado y entonces suavecito le dije a mi mamá: decile que no estoy, que ya salí.

Pero no se lo creyó sino que me espero afuera de la casa. Yo me bañe y salí pensando que ya se había ido, pero para mi sorpresa ahí estaba esperándome parado frente a la casa. Me dijo con seguridad ¿ya nos vamos? Vamos para Casablanca. Un sitio arqueológico a las afueras del pueblo. Me ayudás a llevar esta red de alambre y esta pancarta.

Yo pensé que solo lo íbamos a ver pasar y saludar a la comitiva, pero cuando llegamos al lugar ya había llegado Fabio y había gente a su alrededor. Me dice: extendé la manta. Y entonces veo que decía: ¡Exigimos una Reforma Agraria Profunda! Y veo que Toyano se pone a hablar con ellos. Antes me dice: “extendé la mata y llévala. Conseguite a alguien que te ayude.” Y se va y no vuelve a aparecer.

Y entramos al pueblo en marcha. Y yo voy llevando la manta mencionada. Me di un gran color…El mensaje de Fabio gustaba: cinco soluciones a cinco problemas. Llegó bastante gente al parque a oírlo, era su primer mitin, estamos a finales del 66. Ese día me acuerdo cumplí 18 años y saque mi cedula de identidad. Ya era mayor de edad.

Fíjate que el que fue después el segundo al mando del Batallón Belloso, de nombre José Ernesto Mendoza Rodríguez, estudiaba entonces bachillerato conmigo y el lunes al verme me grita con odio: ¡comunista No era todavía militar pero ya llevaba esa idea.

Un día me llevan el programa del PAR, lo guarde unos días, como para olvidarlo, pero después comencé a leerlo y me lo leí completo, y lo iba analizando, no me despegaba de la lectura, en realidad le encontraba mucho sentido a lo que decía, me convencía…

Abrimos un local del PAR en Chalchuapa

Dago (Gutiérrez) era mayor que yo, él para ese tiempo ya estaba en la U. Estaba también el Viejo Hilacha, el Chino Santiago, Carmen Portillo, con ellos comencé a reunirme aun sin ser militante de partido, abrimos el local del PAR…A mi me afectó fuertemente al saber después que había sido ilegalizado. Tenía que aceptar la necesidad de cambiar de camiseta. Y me preguntaba: ¿y ahora con quien, con qué partido? Estaba un poco confundido, preocupado.

Luego nos explicaron que no se trataba de cambiar camiseta sino de lograr contar con un instrumento que nos permitiera hacer conciencia a través del proceso electoral y formar cuadros. Toyano nos dio una charla al respecto. Estaba bastante claro. Yo me decía oyéndolo: este viejo tanto que dice que sabe…En realidad Toyano era muy activo, le metía al trabajo, siempre andaba jalando nueva gente, estudiando, reclutando, consiguiendo simpatizantes, y nos imprimió esa mística, de siempre jalar gente, de estudiar, de analizar, de saber lo que está pasando en el país y el mundo.

Toyano intentó en el 68 meterme al partido y él que llegó de Santa Ana, del Comité Departamental del PCS, de nombre Mariano, que hacía ladrillos, concluyó luego de hablar conmigo: no está todavía preparado. Costaba entrar. Fue hasta 1970 que ingrese a una célula. Así era entonces. Adopte el pseudónimo de Pablo, por la novela La Madre de Máximo Gorki, que era una obra muy popular en las filas del Partido. Y por amor a mi mamá…

En la célula que era lógicamente clandestina estaba un muchacho de nombre Alirio, que murió combatiendo ya durante la guerra, cayó en Morazán…el Viejo Hilacha (Hilario) que después fue el Comandante Alejandro de las FAL de nombre Julio Cesar Castro Ramos, que murió en 1989. A su esposa, que era también compañera sindicalista, le decían La Pasionaria, porque era aventada, audaz, no le temía a nada, era dirigente del Sindicato del Café, de SICAFE. Su nombre era Vilma Castro. Vive todavía, con un hijo, el otro hijo cayó en la toma de la subestación eléctrica de Nejapa, sí, claro, en las filas de las FAL…

Estaba el Chele Lunita, estaba Herman Padilla, que murió asesinado, lo llegaron a sacar de su casa. Estaba el Chino Santiago. El primer responsable de la célula fue Hilario, luego estuve yo. Hilario era obrero panificador. Estuvo acompañando a Salvador Cayetano Carpio cuando este se declaró en huelga de hambre frente a Catedral en 1967. Mi responsabilidad clandestina era la propaganda. Y en el frente abierto, o sea en el PAR y luego en el PR-9 de Mayo, la organización, y también la educación.

En las reuniones periódicamente realizábamos ejercicios de crítica y autocritica como mecanismos para superar deficiencias y crecer en la militancia revolucionaria. Una vez criticaron a un compañero por haber agarrado mi trabajo de propaganda, pero es que yo se lo había permitido. Nos atendían políticamente de la Departamental de Santa Ana del PCS.

Hacíamos repartos de propaganda por la noche en el pueblo, y la policía nunca nos descubría porque conocíamos sus movimientos, sus horas de entrada y salida y donde vigilaban. Repartíamos hasta en Trapiche, en Galeano. Hubo un momento en que se me destacó a la Juventud Comunista y entonces me tocaba pagar cuota en el Partido, en la Juventud y en el frente abierto.

Y vendíamos el periódico clandestino del partido llamado La Verdad así como un periódico abierto Tribuna Popular que después se convirtió en Voz Popular y ya luego de 1992 en Alternativa. Yo lo pasaba dejando a colaboradores y simpatizantes.

Como PCS contábamos con cuatro locales abiertos el de ANDES, el de ATACES, el de SICAFE y el del PR. SICAFE era de derecha y por medio de nuestro trabajo político logramos tomarlo. Incluso a su dirigente nacional Fidel Palacios una vez le oí decir: que estamos colaborando y yo sé quién está detrás de esto. Me dije para mis adentros ya cayó o ya va caer.

En el local del frente abierto del partido todas las noches había actividad. Dagoberto se ponía una su chaqueta estilo militar, color verde olivo, que tenia y llegaba y nos hablaba de la situación nacional e internacional o nos leía poesía. Le gustaba leernos El Canto General de Neruda o Patria Exacta de Escobar Velado. Incluso había gente que llegaba solo para oírlo a él. Y preguntaba si no lo veía: ¿y el Comandante va venir hoy? La gente así le decía. Lo importante era que le gente iba tomando confianza en llegar. Y en esto Dago con su peculiar estilo jugó un papel destacado. A veces nos visitaba Mario Rivera, que era de Santa Ana y que hoy es concejal en San Marcos. Éramos muy activos.

Hacíamos venta de yuca frita y sancochada. Entre todos nos bolseábamos para comprar la yuca y las ganancias eran para el pago del local del Partido. Quien preparaba la yuca era la esposa de Alfredo Acosta, que luego fue de la CP del partido. Era mi vecino, vivía a la vuelta de mi casa, por eso conozco a su hijo Ernesto.

Hacíamos excursiones. Íbamos al balneario El Salto del Espino. Nos íbamos caminando por la vía férrea, comiendo marañones y fruta que encontrábamos en el camino, en los potreros, discutiendo de política, soñando con la revolución.

Hacíamos bailes. Una vez un grupo de jóvenes se nos acercaron a proponernos realizar un baile en el local y aunque eran reconocidos marihuanos los aceptamos. Y lo hicimos y llegaron muchos jóvenes. Y muchos de ellos nos pidieron luego que les diéramos charlas de marxismo, de teoría política, y dimos unos cursos. Incluso reclutamos a algunos para la JC. Y dejaron la mota. Y se volvieron cuadros revolucionarios. Lo que necesitaban era una oportunidad.

Y ya en la JC crearon el Club Boinas Rojas. Era en respuesta a las Boinas Negras de los Marines gringos en Vietnam. En cada actividad que realizaban, en cada fiesta, rifaban un chaleco o una boina roja entre los asistentes. Y era un honor entre los jóvenes pertenecer a las Boinas Rojas, hacían veladas culturales, participaban en las Fiestas Patronales, que son del 11 al 16 de agosto.

Y las muchachas no se quedaron atrás y crearon el Club Femenino Nataly. Por la canción Nataly de los Hermanos Arriaga. Te acordás. Estaba de moda y va así: la Plaza Roja desierta delante de mi Nataly, tenía un lindo nombre mi guía…Lo coordinaba Vilma Chafoya (+), que hizo el curso político junto con Ramiro. Y fue ahí que José Luis conoció al hoy presidente Lobo, que estaba ahí por el PCH.

En las veladas también se presentaban sociodramas. Me acuerdo de uno que con la música de El Cóndor pasa, describía la lucha por la tierra del campesino andino que al final quedaba muerto. Era un final triste. Presentaron también La Danza Macabra, en la que había un ataúd en el escenario. Los jóvenes habían creado el Grupo Obrero de Teatro. Y la Profesora Aida de Jaime los dirigía.

Una vez fíjate que realizamos una asamblea abierta del Partido con presencia de simpatizantes y amigos. Llegó Nicolás Ruano, de oficio zapatero, viejo militante del partido que por su edad ya no estaba activo, pero cotizaba. Sindicalista de los años 40-50. La hicimos debajo de un palo de amate. Todo el PC y toda la JC.

Llegó René Montufar. Guatemalteco, panificador. Ahí llegaba chiquito a comprar pan Dagoberto para la tienda de su mama y se quedaba escuchando las discusiones sobre política y literatura. Ahí se reunía un círculo de poetas. Y declamaban poemas. Y llegaban personajes que empezaban a hablar de política. Llegó Pedro Molina. Reparador de radios y todo tipo de artefactos electrónicos. El por su militancia política había sufrido exilios, cárceles, vapuleadas. Ya murió. Estuvo también si mal no recuerdo Alfredo Acosta.

Una de esas noches anunciaron que había estallado la huelga de IMACASA en Santa Ana y que no podíamos dejarlos solos. Que había que ir a hacerles la noche mientras ellos reposaban. Fuimos y al llegar nos recibieron con café y pan. Había un espíritu de solidaridad y de confianza en la victoria muy fuerte.

Me acuerdo que acompañamos la huelga de IMACASA en Santa Ana, que fue después de la huelga de Acero en Zacatecoluca. Había un camarada del Partido que era locutor de la radio YSDR y por las noches llegaba a apoyar la huelga. Ahí nos formamos políticamente al calor de la solidaridad proletaria.

No dormíamos nos la pasábamos platicando, discutiendo, haciendo propuestas. Era un intercambio político impresionante. Era una escuela práctica de educación marxista, de economía política. Incluso nos enseñaron el proceso técnico productivo para elaborar un corvo. También llegaba Dago y lo escuchábamos, era del PCS el que más llegaba.

Solidaridad con ANDES 21 de Junio

Para la huelga de ANDES del 71 junto con Alirio hicimos muchas actividades, organizamos una actividad de solidaridad, junto con la célula que había en el Cantón San Juan Chiquito, pusimos una manta de apoyo y llevamos maíz y frijoles cultivado por ellos, a los maestros que en la escuela estaban en huelga. Y organizamos una colecta, la gente daba dinero y galletas, jugos, para demostrar su respaldo. Y esta actividad la realizamos acompañados por orejas y policías que siempre se nos juntaban en las actividades públicas. Alirio se llamaba José Alfredo Vallecillos. Y ya en la guerra anduvo con Schafik en Morazán.

Una tarde nos enteramos que un día antes en San Salvador habían reprimido a los maestros en huelga y que incluso la secretaria general de ANDES, Melida Anaya Montes, había sido sacada violentamente de la Asamblea Legislativa. Decidimos como Partido realizar una manifestación el día siguiente de apoyo a los maestros que habían sido reprimidos. Durante todo el día pasamos convocando.

A Alirio lo controlaron y lo detuvieron en tres ocasiones para interrogarlo y saber en qué vueltas andábamos. Y por eso mejor le aconsejamos que mejor se fuera para su casa a dormir porque lo tenían controlado. Alirio obedece y se va. Dago nos acompañó durante la mañana en la convocatoria pero en la tarde se fue para Santa Ana con el compromiso de regresar en la noche para la manifestación y para hablar en el mitin.

Al comenzar la manifestación un policía de apellido Pimentel se quita la chumpa y comienza a disparar y una muchacha de AES llamada Corina Padilla le grita en su cara: chucho, chucho. Y un Guardia se va con el G3 y le deja ir el culatazo en la cadera, el fusil se le cae y ella le pone el pie y se arma el zafarrancho. Hilario jala a la muchacha. El Guardia recupera su fusil.

Y una parte de la manifestación se va a refugiar a la Casa del Maestro, alrededor de 200 personas, entre esos la dirección local de AES, de los sindicatos y del UDN. Todos están adentro. Y mujeres del mercado con sus cantaros de barro con agua. Solo Dago y Alirio están afuera. Vilma Chafoya también está afuera. Perdemos comunicación.

Adentro pensábamos que la gente se había retirado atemorizada por los disparos. Nos habían rodeado y estaban los guardias y policías tirando piedras y quebrando los vidrios del local amenazando con ingresar. Y nos gritaban que saliéramos voluntariamente para evitar derramamiento de sangre. En Santa Ana y en San Salvador no se sabía lo que aquí pasaba.

El que dirigía la operación era el coronel Payes padre. Nos refugiamos como a las 4 de la tarde y eran las 9 de la noche. Pensamientos tristes y derrotistas me atravesaban la mente. Reflexionaba: ¿Cómo es posible que hubiera tanta participación en la marcha y hoy nos dejan aquí? Concluía: no hay respuesta popular, estamos derrotados, el pueblo nos da la espalda, el pueblo no responde, nos abandona…

Lo que no sabíamos era que el cerco de los chuchos sobre nosotros estaba acompañado por un cerco mayor, el de la gente, ellos estaban cercados a la vez por centenares de gente, que los amenazaba, que les gritaba aunque no la oíamos, que nunca nos abandonaron, que siempre estuvieron presentes aunque no los alcanzábamos a ver. Ahí se mantuvieron siempre. Y así como a nosotros nos tiraban piedras los chuchos a ellos también les tiraban. Fue una gran lección de mi vida…que la gente siempre acompaña a los que luchan, que hay que confiar en la gente.

La gente estaba afuera. Y también nuestros compañeros. Incluso alguna gente armada nuestra, con sus pistolitas para lo que fuera necesario. Vilma, Alirio y Dagoberto dirigían desde afuera. Tenían todas las bocacalles cubiertas con gente pendientes que no fueran a sacarnos y capturarnos. En determinado momento, Dagoberto se fue a buscar a los curas de la Iglesia del Calvario para que mediaran y se hicieran presentes.

La Guardia Nacional no podía penetrar al local aunque ya habían roto la puerta de entrada. Al llegar los curas preguntaron a los guardias: ¿que ha pasado aquí? Ellos responden: aquí no ha pasado nada. Pero los autorizan a entrar. Empezamos adentro a cantar el Himno Nacional y el himno de ANDES. Habíamos roto el cerco.

Entran los curas al local y nos explican que la Guardia pone como condición para dejarnos salir que no realicemos la marcha. Les respondemos: hay que preguntarle al pueblo que decide. Y salen y ellos mismos convocan a la gente. La GN retrocede ante la combatividad popular y les permite llegar hacia nosotros. Hacemos ahí una concentración. Estamos de nuevo juntos, la gente y su partido.

Habla Dagoberto y les explica que los curas negociaron y la condición de los militares es que no hagamos la manifestación. Se decide realizar ahí un mitin y la gente se queda, es ya casi medianoche y la gente se queda escuchando las razones de la marcha. Luego se van para sus casas, todos y todas. La gente nos había rescatado…Ese día de lucha fue el resultado de la acumulación histórica del trabajo revolucionario en el que Victoriano de ATACES jugó un papel destacado.

Al llegar a mi casa y cerrar la puerta escucho a mi abuela rezando: Señor, te pido que los protejas, no permitas que les hagan ningún daño, ellos tienen la razón, es de ellos la justicia. Que bien me digo y me prometo no volver a levantar barreras ideológicas y trabajar políticamente con mi abuela. Y lo hice y mi casa se convirtió en un cuartel con mi abuela siempre vigilando, colaborando: mirá no dejes este libro aquí, mira esta propaganda te la voy a guardar, mirá te vino a buscar fulano y te dejo esto… Comprendí que lo del ateísmo mal entendido de muchos comunistas no ayudaba a la revolución. En un hoyo de la casa tenía mi bien aprovisionada biblioteca marxista, que al irme del país se la deje a mi hermano Salvador Solís.

La marcha con antorchas

En una ocasión decidimos salir en marcha por la noche con antorchas. Siempre en solidaridad con la huelga de los maestros. La hicimos y llenamos el parque del pueblo con antorchas. Estábamos en el parque en lo mejor del mitin cuando observamos que apareció una camionada de soldados que apuntando sus fusiles venían en nuestra dirección. No eran del pueblo y seguramente los habían llamado en respuesta a nuestra marcha. Estaban preocupados por nuestra reacción. Empezamos a discutir que hacer.

Unos eran de la opinión que había que huir por los tejados y otros que quedarse. -¡Hay que salir, van a matar a la gente! – ¡Hagámosle huevo! Al final decidimos consultar con la gente que ahí estaba reunida. La respuesta unánime fue: Hay que salir, pero ordenadamente. Y lo hacemos ante la mirada sorprendida de los soldados que se habían apostado a prudente distancia. Nos dirigimos en masa de nuevo hacia la Casa del Maestro.

Por radio bemba se difundió la noticia en el pueblo que estábamos cercados así que toda la gente estaba preocupada y pendiente del desenlace porque más de algún familiar estaba en los manifestantes. En la Casa del Maestro estábamos el grueso del Partido, si del Partido Comunista. O sea la dirigencia de ATACES, SICAFE, AES, lo que quedaba del PR, ANDES, UDN, los camaradas de San Juan Chiquito, e incluso gente del PDC que nos acompañaba en la UNO y se habían sumado a la marcha.

Me acuerdo que estaban Chano, o sea el Viejo Feliciano, Carlos González, Porfirio Barrera, Jesús Agreda que luego fue de la Comisión militar del PCS, Abel, que llego a teniente en las FAL, Oti, el sargento Orlando de las FAL, Melquin, que fue de las Fuerzas especiales, el hermano de Jordán. Gabino, que viene de San Juan Chiquito. Y Javier.

Y estaba la mamá de la Seca Adriana ¿la conoces? que era dirigente sindical de SICAFE y que la llegaron a capturar a su casa a las 3 de la tarde, en pleno día, y la desaparecieron y al llegar mataron, lo cuetearon al papa de la Adriana que se les opuso y a una hermana que tenia se la llevaron también… nunca aparecieron.

Estaba un joven de apellido Sigüenza que era el principal dirigente de AES y le decían Tripa. Vivía y militaba en una célula del barrio Chinquis, que era un sector de gente conservadora, comerciante, vinculada en su mayoría al PCN. Estaba Lachi, Lázaro Arias, hermano de Salvador Arias, el del Trompudo que vive en Canadá y claro no es el economista del mismo nombre. Estaba Carmen Mercedes, la famosa Camenche, que era la esposa de Sigüenza.

No te he contado que el local del Partido estaba a la par de mi casa, solo salía y llegaba. Y presencie sorprendido al principio como solo se quitaba el rotulo del PAR y se ponía uno nuevo, el del PR, y se quitaba este y se ponía el del MNR, el partido de Melitón Barba y de Manuel Ungo, y terminamos con el del UDN. Pero la gente no se equivocaba porque nos conocía y sabía que éramos los mismos, las mismas caras y los mismos ideales de justicia. La misma mica con diferente nombre.

Desde la campaña de Fabio Castillo, desde la primera huelga de ANDES, en cada una de estas coyunturas nos quedaba ganancia, gente nueva que se sumaba a la lucha, a la que había que preparar. Esa era nuestra ganancia, nuestro tesoro, íbamos creciendo con la gente que se incorporaba en cada jornada de lucha, ganábamos en experiencia, en militancia.

Quedaban muchos cuadros nuevos y también hay que decirlo muchos nuevos policías vigilándonos, tratando de amedrentarnos. Chequeando nuestros movimientos, nos conocían y nosotros a ellos. Habíamos perdido el miedo y ellos lo sabían. Aprovechábamos nuestra legalidad para organizar y para educar políticamente al pueblo. Y estábamos pendientes de lo que pasaba en San Salvador…

Rumbo a la URSS

Salí de bachiller en 1970 y en el 72 ingrese a la U. Viajaba para Santa Ana. Pero antes de ingresar a la U aprendí el oficio de mecánico dental para ganarme mis centavos. Estando en la U estudiando Medicina fui seleccionado por el Partido para ir a estudiar a la Unión Soviética. Nos fuimos el 31 de agosto de 1973. Me acuerdo que fue Américo Araujo el que nos hizo el examen psicológico. El recién regresaba de allá.

Me acuerdo que el día que nos fuimos ya en el aeropuerto, era el Aeropuerto antiguo de Ilopango, estaba en el baño cuando me sorprende oír por los megáfonos una voz femenina que decía: se les hace un llamado a los estudiantes del Partido Comunista que van a estudiar a la Unión Soviética a que se presenten a Migración… Y se suponía que éramos e íbamos clandestinos. De la aflicción no me pude ni subir el zipper y así me fui hasta Europa.

El primer trayecto aéreo fue hasta Panamá. Íbamos doce becados. Entre estos Erlinda y Anabel Handal, Luis Díaz Herodier, Yuquita (de Ahuachapán); Jordan, Noisy, Ernesto Lemus Abarca (de Atiquizaya), El Ratón o sea Freddy Orlando Orellana, el hermano de Rolando. Mauricio Castro (Trapito) de Santa Ana, de Metapan, especialista en la imitación de acentos de otros países, etc. Y se me olvidaba, José Luís Gálvez Trejo, Tenguereche, que asumió la coordinación de hecho del grupo. Y lo hizo muy bien.

Cuando estábamos en el aeropuerto de Panamá llego Schafik a despedirnos. Segunda estación fue Venezuela. Ahí el avión se retraso porque alguien había comprado todos los boletos. Tuvimos que quedarnos una semana en Caracas pero la compañía aérea nos pago, todo hotel, comidas. Visitamos la U. A la semana partimos para Roma, Italia.

Nos hospedamos para variar en la pensión Roma y sentíamos la presencia no muy discreta de los carabineros. Fuimos a la embajada Rusa y nos ayudaron porque ya casi no teníamos dinero. Con esa plata me acuerdo que compramos una cámara fotográfica rusa a iniciativa de Trejo. Para que sirviera –dijo- al Partido aquí en El Salvador. El 11 de septiembre de 1973, estábamos aterrizando en Moscú. Ahí los traductores nos informaron del golpe de estado en Chile. Allende había muerto. Nos sentimos muy tristes. En todo este tiempo no habíamos visto noticias.

Nos hospedan en el Hotel Rossía en el centro de Moscú. El primer año consistiría en el aprendizaje del idioma y en particular de los vocablos de las materias seleccionadas. Yo iba a estudiar Medicina. Después me decidí por Técnico en Enfermería para poder regresar más rápido.

Intuía ya desde entonces que la guerra iba a estallar…me decía: se ganaron las elecciones del 72, que camino nos queda más que ese, y ya la gente va entendiendo, es un proceso que inicia con la huelga de Acero en 1967, la huelga magisterial del 68, la creación de la UNO; hay un proceso de acumulación y de aquí no nos van a parar…era lo que pensaba en aquellos inviernos fríos.

Quería regresarme rápido porque estaba seguro que la insurrección venía, en esa época pensábamos en insurrección y no en guerra. A nadie se le hubiera ocurrido que iba a ser una larga guerra de doce años. Y es que no estar aquí en el país era perdérselo todo y si me había metido en todo esto era por algo, por ese momento de definiciones…y por eso preferí la carrera de Técnico en Enfermería y no Medicina. O sea un paramédico, los que trabajan a la par de los médicos.

En 1974 llego el segundo grupo de becarios. Venían Rafael Ramírez, el Niño o sea Carlos Alberto Flores, Julio Clímaco, que estudio Pediatría, Rogelio, Edgardo Grande, Nelson García, conocido como Lenincito por calvo y barbita de chivo.

A Lenincito le gustaba hablar y en las reuniones de partido luego de discutir la situación del país por una hora decía: yo tengo algo que agregar. Y eso significaba escucharlo otra hora. Por eso teníamos roces. ¿Y por qué no hablaste antes? Le decía. Me acuerdo que un domingo había reunión de Partido y luego de AES, Asociación de Estudiantes Salvadoreños, pero ese mismo domingo se presentaba por primera vez Santana en la Plaza de la revolución y todos decidimos ir a ver a Santana y no hubo reunión.

Y Lenincito se moría de la cólera por estas que calificaba como actitudes liberales. Y a mí me acusaba. Te acordas que era el tiempo de los hippies. Nos pasaba preguntando que como veíamos la situación en la URSS para luego acusarnos. Y de indisciplinado paso a acusarme de antisoviético, cuando la mayoría de mis amistades eran rusos del Komsomol.

En realidad pude hacerme una idea tanto de las fortalezas como de las debilidades del socialismo soviético. Y es que como hablaba ruso trabaje en varias fábricas. Me relacione con el proletariado ruso. Estuve en una fábrica de productos eléctricos. Me tocaba meter unos cañitos en unos cables que usan en los tendidos en los postes. Y mis compañeros rusos me invitaban a fumar en horas no autorizadas. Y todo esto me hacia reflexionar.

Me impactaba, porque uno llega con un gran idealismo a la patria del socialismo. Estuve también en un koljoz. Y una vez me dieron la tarea de construir un comedero para vacas. Y yo me puse a poner estacas para medir. Y mi amigo ruso Kostia las fue a quitar. Le pregunte porque y me respondió que no me preocupara. Quedo mal hecho. Aquí son vacas las que van a vivir y comer que no te interese me explico justificando su actitud.

Lo que más me sorprendió es que llego un ingeniero y al ver el trabajo dijo: muy buen trabajo. Kostia se me quedo viendo para asegurarse que comprendía el mensaje. Había un acuerdo tácito de no complicarse la vida. Incluso a veces se robaba y la dirigencia del sindicato lo sabía. Todo esto me daba mucha tristeza y desconsuelo.

Una vez me invitaron a una reunión del Komsomol. No puedo les dije no soy ruso. Sos casi ruso me respondieron. Se trataba de una clase que reciben de Entrenamiento Militar que es exclusiva para rusos y no la reciben los estudiantes extranjeros. Es obligatoria para los estudiantes rusos. Llegue y me senté. El instructor ya mayor se me quedo viendo y me dijo: yo a usted lo he visto, no es usted salvadoreño. Usted no puede estar presente aquí. Usted entiende. Mis amigos se levantaron y alegaron que yo pertenecía al PCS. El profesor se mantuvo firme. Ante esto yo dije: me voy, entiendo. Los del Komsomol, mis amigos, querían que me invitaran a sus reuniones internas.

Existe en la educación soviética lo que se llama el Zachot, que es una especie de prueba previa a un examen. Es como un examen parcial y te lo hacen para todo, y esto te hace estudiar, te crea una disciplina de estudio, y te facilitan bibliotecas y hay instructores permanentes a tu disposición. Y hasta en el Komsomol hay zachot.

Es como una sesión de crítica y autocritica. De evaluación. Revisan a sus miembros, sus valores, firmeza, conducta. Y una vez me invitaron y fui. Estaban evaluando la conducta de una muchacha que era la responsable del trabajo con estudiantes extranjeros. Al enterarme del punto de agenda me sentí un poco como utilizado.

Yo sabía que su trabajo era deficiente. Y en determinado momento, como lo temía, solicitaron mi opinión. Habla vos, salvadoreño. Que decís. Y me pare y exprese: disculpen ella es mi amiga, pero no puedo hablar bien de ella porque como comunista no puedo mentir. No cumple con sus tareas. Ojala mejore su actitud en el futuro. Me preguntaron: ¿la preparación política aquí la adquirió? Respondí: No, la traigo de mi país.

Me gradué con el diploma leninista

Y fíjate que en mis estudios logre el diploma rojo, el llamado diploma leninista. En 3 años. Luego de graduarme estaba feliz de poder regresar.
Pero el Ministerio de Educación soviético consulto con Daniel Castaneda, dirigente del PCS que estaba por esos días en Moscú, y al saber mis notas opinó que era mejor que me quedara y continuara estudiando, que no regresara por el momento. Haciendo de tripas corazones respondí: si el Partido me lo pide es para mí un honor.

Y no regrese a la patria. Y entonces a estudiar Medicina General. Ya tenía una base general, hablaba ruso, conocía de anatomía, conocía latín, esto me daba ventajas. Pero ya a mediados de 1979 empecé a puyar para regresar al país. Que cagada iba a ser no estar allá cuando estallara la insurrección. Y nos decíamos con otros compañeros: si no nos dan el permiso ni el pasaje, trabajemos y nos vamos por nuestra propia cuenta.

Durante todo el 79 realizamos actividades de solidaridad, recogimos plata. Presentamos la obra de Heriberto Montano sobre el 32 llamada La Cantata de Luz y Lucha. Heriberto había llegado antes de nosotros pero vivía en Moscú. Me acuerdo que Rolando, de nombre Saúl, y representante del Partido en la URSS, llegó de Moscú y nos pregunto riéndose delante de él: Y ustedes conocen o han leído al famoso poeta Heriberto Montano. Y respondimos al unísono: no, no lo conocemos.

Y él riéndose dijo: pues este es. Logramos conseguir el principal teatro de la ciudad para la presentación de la obra que era música de Herodier y poesía de Montano. Hicimos un afiche. Incluso como buenos guanacos, decidimos hacer artesanías para vender. Hicimos unas cumas de madera y luego las pintamos, una cumita folklórica, y también un tecomatillo a lo UDN. Y aunque era prohibido los soviéticos nos autorizaron a realizar una rifa.

La actividad fue todo un éxito. Y en la velada también se presentó Alberto Celarie y la versión rusa del Grupo Mahu Cuta que estaba integrado por un boliviano, un israelita, un salvadoreño y hasta tenían arpa. Gustó tanto que los rusos que son muy apagados se levantaron de sus asientos para gritar y aplaudir. A la entrada del teatro se colocó una pancarta en ruso que decía: Solidaridad con El Salvador.

Y hasta recogimos plata fuera del teatro. Algunos amigos se sorprendían y nos decían: son buenos para sacar la plata. Solo nos faltó hacer pupusas y panes con pavo. Y recogimos mucha plata que ahí mismo fue entregada por un viejito ruso veterano de guerra, de la lucha antifascista a un representante del Partido, a Mario Aguiñada, para la lucha en El Salvador.

Al final logramos que en la universidad nos dieran un año de permiso académico así como el permiso político aunque ya no regresamos, nos quedamos peleando durante toda la guerra. Pero la condición para regresar fue la de recibir adiestramiento militar.

Y surgen los primeros 29 que se vienen, que fueron luego llamados Los Esquimales. Te los menciono y ojala no me falle la memoria: Julio Climaco, Schafik Hijo, Deisy Cheines, Mónica, Noisy, Ramón, Edgardo Grande, Rogelio Guerra, Roberto Lorenzana, Benito Lara, Rolando El Menfis que estudiaba en Kiev, Edgardo Mira, El Viga o sea Carlos Castaneda que es de Chalchuapa, capitán Raúl o sea El Oso, que había hecho la platada aquí y esto le favorecía en lo militar, Luis Gálvez de la UES, Nelson García o sea Lenincito, que cayó, Jonathan que fue jefe en Chalatenango. Y Mauricio El Solido. Y también El Chele Gerardo de Atiquizaya y su hermano Toño. Me faltaron nueve. Luego me recuerdo.

En las vísperas de venirnos me encontré con Lenincito y me dijo con su tono agresivo: ya sabes que nos vamos. Y me espetó así como sos de indisciplinado no sé quien aprobó que vos vayas. Le respondí que cuestionara mi ida Y me respondió: Ya está aprobado. Pero me amenazo diciéndome:: allá con un error que hagás yo te mando a fusilar…Y le respondí: mira hijo… si cometo un error te voy a buscar primero y soy yo el que te va meter un tiro en la frente.

Salimos en tren de Moscú a Crimea. Iba platicando tranquilamente con Schafik y pendiente, oyendo la conversación entre el Menfis y Lenincito… El entrenamiento consistía en aprendizaje de uso de armas, bajar y subir colinas, etc. La premisa es que eran colinas similares a las nuestras. La apuesta era estar en el terreno antes de la ofensiva de enero de 1981. Pero nos atrasamos y salimos el mero día 11 de enero de Moscú hacia La Habana. Y de la Habana directo hacia Managua.

Los esquimales llegan a Managua

Cuando llegamos al sitio donde nos íbamos a quedar en Managua fue un célebre e inolvidable acontecimiento. Llevábamos viajando más de veinticuatro horas desde Moscú y estábamos cansados y además nuestro atuendo era muy llamativo en los trópicos: sombrero, corbata, saco y abrigo de invierno moscovita.

Al vernos llegar los que estaban ahí y que era el Grupo que había entrenado en Cuba, alrededor de 400 salvadoreños gritaron en la más clásica jodarria guanaca: ¡viene la burguesía roja! ¡Llegó la tandona! ¡Llegaron Los Esquimales! Y este ultimo apelativo cobró notoriedad para futuro. Nos habían bautizado los que se autollamaban Los Mambises, por el origen caribeño de su entrenamiento.

Estaban ahí 400 hombres y mujeres de las cuatro familias restantes: FPL, ERP, RN y PRTC. Y toda la imagen idílica que había cultivado fuera del país de los combatientes salvadoreños se vino abajo. Había un fuerte sector de lumpen que había sobrevivido el entrenamiento cubano. Imagínate la situación, viviendo juntos luego de diez años de estar políticamente separados.

Imagínate la desconfianza, los rencores, los prejuicios. Y no solo eso, se necesitaba realizar trabajo ideológico intenso porque eran frecuentes el uso de marihuana, de drogas, se robaban la medicina, etc. Mucho lumpen. De esos 400 si he visto un 25 por ciento ya en el frente es mucho. No sé que se hicieron. De los 29 que éramos nosotros, de dos en dos nos fuimos regresando a la patria.

El sitio era la casa de un antiguo coronel somocista. Una gran hacienda en las afueras de Managua. Estábamos armados porque a veces la Contra pasaba disparando. Imagínate teníamos armas todos. Y con tantos fanáticos sueltos suerte fue que las discusiones no terminaran en una balacera con resultados lamentables. Había cinco responsables políticos de la casa.

El nuestro de las FAL era Alberto. De las RN era un medico, Guillermo. Vivimos ahí seis largos e interminables meses, de enero a junio de 1981. Fíjate que cada día era la comida preparada por una fuerza diferente, nos dividíamos las tareas de comida, limpieza, seguridad. Una vez me acuerdo casi botaron nuestra comida y alegaban: ¿qué mierda es esta que han cocinado? ¿Nos quieren envenenar? Y se armó la crisis por la comida. Tuvieron que intervenir los responsables políticos.

Otra vez el lío estalló en la posta. Era nuestro turno y un contingente de las RN decidieron tomarse el puesto por asalto, y venían avanzando camuflajeados cuando los detectamos. Fabricio, que era un camarada venezolano del PCV los detectó y les conminó a retirarse. Les grito: deténganse y si no contestan el santo y seña voy a disparar.

Y siguieron avanzando. Y Fabricio entonces disparó al aire. Y se le abalanzaron y se armó el relajo…la gente de la RN quería desarmarlo y lo acusaban de haber tirado sobre la gente, pedían que lo entregáramos o que iban a venir por él, amenazantes. Llego Alberto, nuestro responsable y otra gente, entre estos Miguel Claros, El Cebolla. Se armó una discusión con Jonathan, Mira y Claros que mantuvieron posición de por ningún motivo entregar al compañero Fabricio.

La crisis inició a las 9 de la noche y eran las 2 de la mañana y no concluía. A esas horas comenzaron a llegar los responsables, el médico Guillermo de las RN y una mujer que era la responsable de las FPL. Incluso llegó Rolando, nuestro responsable en la URSS que se había quedado en Nicaragua. Al final las aguas se apaciguaron y nos fuimos todos a dormir.

Fíjate que a nosotros, a Carlos Castaneda y a mí, nos llamaban frecuentemente la atención la dirección del Partido: ustedes pasan mucho tiempo con otras familias. Y era porque manteníamos relaciones muy cercanas con camaradas de las otras organizaciones. Mira, Lenincito y hasta Lorenzana nos reclamaban por esto. ¿Sigfrido? Llegó un año después, en 1982.

Y es que Carlos hoy Vicecanciller es dicharachero, amable y compartía. Es de esta época que nos bautizan a él como El Viga y a mí como El Sólido por nuestra forma de ser. Es la gente de las otras organizaciones la que nos bautiza. En mi caso no es por la musculatura. En esta casa junto con Clímaco nos encargábamos de los primeros auxilios.

Con el tiempo los roces entre las diferentes fuerzas viviendo juntas fueron desapareciendo. Fíjate que la idea inicial con todo ese marón era la de entrar en desembarco tipo Granma. Entrar de noche por mar. Quizás por Jucuaran. Pero nunca se materializó esta idea.

Rumbo a El Salvador, rumbo a la guerra

Y después de seis meses viaje de Managua a Costa Rica y luego en avión a Guatemala para entrar al país por tierra en parejas, con papeles falsos. Salí de Nicaragua el 1 de mayo. Mi pareja fue Luisito, de pseudónimo Juan José, el hijo del capitán Ulises. Eran dos hermanos, Luisito y José, conocido como Chispa. También tenían una hermana, la Vicky, que cayó combatiendo como sus hermanos. No tuvimos problemas en pasar la frontera, aunque si nos detenían, íbamos a fingir no conocernos. Y nos dirigimos ya en San Salvador a la casa de Luis, en la Zacamil, donde vivían sus papas.

Después se decidió que nos fuéramos a otra casa en Mejicanos. La Niña Esperanza, esposa de Ulises, y que murió hace poco, era la que nos cocinaba a todos los de la casa, que gradualmente se iba llenando. Luego Ulises salió a incorporarse a los Cerros de San Pedro, en San Vicente. Después regrese a la Zacamil de donde salí en ese mes de junio para Chalatenango.

Al llegar al frente en Chalate yo esperaba ver a batallones guerrilleros y me encuentro con un grupo de las FAL entre 15 y 18, mal armado, con antiguas carabinas y armamento artesanal, bombas hechizas llamadas jugos y tamales. El responsable era Moisés. Y luego fue Fernando, que se llamaba Víctor Mejía. Tenía pinta de militar, se manejaba como militar, caminaba como militar y era buen organizador, y muy querido por nuestros combatientes, que le decían con una mescla de cariño y respeto: comandante.

Entre la exigua tropa de las FAL se encontraba Germán Refuerzo, de nombre Eduardo Hernández, que ingresó a la zona en el 81. Llegaba Toño el hermano de Gerardo. Oscar conocido como Pocascachas; habían dos de Chalchuapa: Gabino, originario de San Juan Chiquito y Javier. El Chino Ramón que fue de los primeros jefes de las Fuerzas Especiales, Rolando, que era el explosivista.

Estaba Roberto, lugareño que luego fue seguridad de Schafik. Su hermana Laura que se llamaba Marta, que era jefa de escuadra; Mides que se llamaba Roberto; Mauricio, que cuando cae adopte su nombre como pseudónimo; Lalito, que venía de las FPL y que llego huyendo y vinieron a capturarlo, pero se logró que se quedara con nosotros. Otro lugareño y quizás la razón del emplazamiento en esta zona era El Prautico, miliciano que vivía a dos casas del campamento.

Era hermano de Omar. Estaba también Freddy El Comando; que se formó militarmente en Chalate y que cuando se forma la FES (Fuerzas Especiales) es de los primeros en ingresar. Esta también Macarela, camarada histórico, con altos niveles de combatividad y una alta moral, todo un ejemplo, es de la zona de La Laguna. Otro es Chacón.

Y esta Edwin, hermano de Werner, hijo del profesor Ayala. Estaba Kramer, hijo del dirigente histórico obrero del PCS, Julio Cesar Castro Belloso. Estaba El Gato Baleado, que salió de la zona y se incorporó a Guazapa. Betty, que era hija de Cachito, el más viejo de nuestros milicianos. Romeo, de San Juan Chiquito, fue el novio de la Betty desde Chalate hasta que se casan en Guazapa.

Estaba Silvia La Chalateca. Tania, que era una mulata esbelta, usaba afro, y era hija del famoso portero de la selección nacional, Raúl Araña Magaña. Estudiaba en la URSS y se vino a combatir. Estaba Joaquín, que era un medico chapín, supongo del PGT. Y mirá, el conoció a Byron, deberías de entrevistarlo.

Contaban una anécdota de esos momentos iniciales de creación del campamento, que cuando se enteraron del campamento llegaron de las FPL y se llevaron a todos los de la FAL reclutados. Y al llegar Moisés que era el responsable se fue a hablar con Netón, el responsable de las F del lugar. Y los logró rescatar.

Entre los rescatados estaba Maribel, la hija de Marlene, que era la jefa de cocina y de Otilio, que era miliciano. Esta era parte de la numerosa familia Orellana. Había otra familia también grande. Y aunque había diferencias económicas entre ellas estaban unidas por la guerra. Estaban también Joaquín y Roberto, hermanos de Laura e hijos del Prautico. Un hijo del Prautico adoptó luego el pseudónimo de Byron, en ese entonces estaba muy joven y era correo nuestro.

Gonzalo y Freddy se las ingeniaban para ir a comprar al lado de Honduras de la frontera, llevaban mulas. El primer jefe de este campamento de las FAL en Chalate fue un guatemalteco de pseudónimo Byron.

En esa época, mediados de 1981, las FAL tenía tres campamentos: Cerros de San Pedro, Guazapa (Palo Grande y La Fuente) y el Caserío El Caraguito, cantón El Jícaro, municipio de Las Vueltas, en el departamento de Chalatenango.

Entre los que se vinieron de la URSS a combatir y cayeron estaba Rafael Ramírez, Federico, le faltaba un año para terminar la carrera de medicina, a los dos meses cayó, dejo una esposa rusa y sus dos hijas. Julio Clímaco, de Guadalupe, que había sido dirigente local de AES y fue estudiante en Leningrado, le dieron en las FAL el grado de capitán postmorten, fue jefe en Jucuaran antes de caer. Carlos Alberto Flores, que lo capturan haciendo pantalones verde olivo para los combatientes de las FAL…había sido sastre. Edgardo Grande, Tamerlan, que fue el primer esposo de Norma Guevara y cayó combatiendo en Occidente. (Continuara)

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