Schafik (4) – Lunes, 18 de Diciembre de 2006 hora 10:46
Dagoberto Gutiérrez
En este hombre se concitó siempre un aspecto exterior de ensimismamiento y un mundo interior de reflexión, en una primera mirada parecía y aparecía como una persona fría; pero una vez entablada una relación resultaba ser un manojo de emociones. Esta emoción a flor de piel, no terminaba siempre en exaltación pero podía terminar y cuando esto ocurría, casi siempre se relacionaba con las aventuras del pensamiento y el cruce de las ideas.
Parecía tener la palabra a flor de piel y ésta era un instrumento muy valioso en todo su taller de recursos, abundante palabra y energía desbordante para hablar, en ciertas actividades nos dieron las once de la noche, como ocurrió en una concentración en el Parque de la Ciudad de Chalchuapa, era una campaña política que el PR desató en contra del General Alberto Medrano, conocido como El Chele Medrano y de alto renombre represivo. En este mitin nos dieron las ocho, las nueve, las diez y las once de la noche hasta la campanada del reloj de la Iglesia del Patrón Santiago, que está enfrente del parque, sonó trasnochada y el pueblo seguía, muy atento, escuchando a Schafik.
Su anecdotario siempre incluía su vida infantil en Usulután y sus inicios como expositor y todo cargado de humor.
Siempre habló muy poco de su familia pero con sus padres tuvo una relación especial, Don Jorge, su padre, era la figura de Schafik después de los 60 años, solamente que sin la facilidad de palabra porque Don Jorge era de muy pocas frases a diferencia de la madre, Doña Herlinda, de fácil y abundante palabra, chispeante y de mucho humor.
No parecía cercano a la poesía ni a los poetas, algo así como Platón que los excluía del ejercicio del gobierno; pero densamente interesado en la historia y, en todo momento, mostraba un fino pensamiento jurídico porque con toda seguridad, de no ser comunista pudo ser un brillantísimo abogado.
La tenacidad y hasta la obstinación alimentó siempre su espíritu y la manera puntillosa de ordenar su reflexión nos presentaba a una persona amante del orden aunque todo lo hacía y lo pensaba al servicio del desorden revolucionario como presupuesto para un orden socialista.
Esta relación de orden y desorden es lo que lanzaba a Schafik en el gigantesco afán de construir, fortalecer y sostener el orden político, ideológico y organizativo llamado Partido Comunista de El Salvador.
Siempre pareció pulcro en su vestido y su modestia no llegaba a la exageración de parecer o aparecer como el último de los mortales o el más pobrecito y en orfandad, y así las cosas nunca ocultaba su importante apetito a la hora de comer; pero también su capacidad para limitarla cuando era necesario e inevitable como en los frentes de guerra.
Después del triunfo de la Revolución Cubana dejó de fumar; rápida, súbita y definitivamente y también empezó a dejarse crecer la barba, a lo mejor se trató de algún juramento secreto del que no tuve conocimiento.
Exteriormente daba la impresión de ser una persona tremendamente seria y hasta formalmente formal, sin embargo una vez entablada una relación de confianza se descubría su capacidad para memorizar y contar toda clase de chistes, varios de ellos tenían, sin embargo un sentido histórico porque se trataba de un humor sobre personajes de la historia reciente y cercana y sin falta de miembro del Partido Comunista. Este humor de Schafik nos ayudaba para tomar con buen sentido y ánimo las innumerables presiones y sinsabores que la lucha política clandestina exige y cobra en un país como El Salvador.
Escuchaba atentamente y parecía no descuidar, palabra por palabra, a su interlocutor rápidamente organizaba sus acuerdos y desacuerdos y respaldaba los primeros y aislaba a los segundos, de esa manera siempre se sabía cual era su pensamiento y su posición sobre todos los temas.
Siempre, pero siempre de todos los siempre, Schafik fue exactamente riguroso en el manejo de las cosas financieras y esto ayudó mucho para que durante la clandestinidad larga del Partido Comunista las cuentas no oscurecieran nuestro ambiente de trabajo. Los recursos económicos nunca fueron abundantes pero su control siempre fue riguroso de modo que la moneda no fue nunca crematística en nuestra lucha y por eso nunca sufrimos tormento ni tormentas.
Ideológicamente era un ateo pero no practicante político del ateísmo porque el Partido Comunista tenía en sus filas a miembros de diferentes iglesias y este factor nunca fue motivo poderoso de exclusión. Aunque en realidad el estudio de la religión como factor legitimador haya sido una materia pendiente, Schafik no estimuló el anticlericalismo como línea política.
Los comunistas mantuvimos una especial relación con las iglesias porque nuestras condiciones así lo permitían y lo reclamaban. Schafik comprendía esto muy bien. (Continuará…..)