El Pontificado de Juan Pablo II ha sido largo y complejo. Slo le haremos justicia si lo consideramos dentro de un amplio marco de temas que desde hace mucho tiempo preocupan a la Iglesia.
Cul es la caracterstica fundamental de este Papado? La restauracin y el retorno a la gran disciplina. Juan Pablo II no se caracteriz por la reforma, sino por la contrarreforma. Represent la tentativa de detener un proceso de modernizacin que irrumpi en la Iglesia desde los aos 60 y que estaba interesando a todo el cristianismo.De este modo retras el ajuste de cuentas que la Iglesia est haciendo en relacin a dos graves problemas que la martirizan desde hace cuatro siglos.
El primero est ligado al surgimiento de otras iglesias como consecuencia de la Reforma Protestante del siglo XVI, que fractur la unidad de la Iglesia romano-catlica y la oblig a tolerar otras iglesias que interpretaba como cismticas y herticas.
La segunda gran cuestin deriva de la modernidad de las luces, con el surgimiento de la razn, de la tecnociencia, de las libertades civiles y de la democracia. Esta nueva cultura colocaba en jaque la revelacin de la cual la Iglesia se siente portadora exclusiva y denunciaba la forma en que la Iglesia se organiza institucionalmente: como una monarqua absolutista espiritual en contradiccin con la democracia y la vigencia de los derechos humanos.
En relacin a las iglesias evanglicas, la estrategia del Vaticano apuntaba a la reconversin a fin de restaurar la antigua unidad eclesistica bajo la autoridad del Papa.
Hacia la sociedad moderna la relacin era de crtica y condena de su proyecto emancipatorio y secularizador con miras a recrear la unidad cultural bajo la gida de los valores morales cristianos.
Las dos estrategias fracasaron. Las otras iglesias crecieron y se afirmaron en todos los continentes. La sociedad moderna, con sus libertades, su ciencia y su tcnica se convirti en el paradigma para el mundo entero. La Iglesia catlica se vi transformada en un bastin de conservadurismo religioso y de autoritarismo poltico.
Fue obra del buen sentido y la osada de un Papa, Juan XXIII, la convocatoria de un Concilio Ecumnico para enfrentar valientemente aquellas dos cuestiones no resueltas.
Efectivamente, el Concilio Vaticano II (1962-65) asumi como lema, no ms el anatema sino la comprensin, no ms la condena sino el dilogo. Respecto a las otras iglesias inaugur el dilogo ecumnico, que presupone la aceptacin de la existencia de otras iglesias. Respecto al mundo moderno se plante una reconciliacin con las esferas del trabajo, la ciencia, la tcnica, las libertades y la tolerancia religiosa.
Pero an faltaba el tercer ajuste de cuentas: con los pobres, que son la gran mayora de la humanidad. Fue mrito de la Iglesia latinoamericana el recordar que no existe solo un mundo moderno desarrollado sino tambin un submundo subdesarrollado, que suscita una pregunta incmoda: Cmo anunciar a Dios como Padre en un mundo de miserables? Slo tiene sentido anunciar a Dios como Padre si somos capaces de sacar a los pobres de la miseria, si convertimos esta realidad de mala en buena.
Es precisamente lo que hicieron los sectores ms dinmicos en Latinoamrica, animados por algunos profetas como Helder Camara.La consigna era la opcin por los pobres y contra la pobreza.
El viraje alent a muchos cristianos a ingresar en los movimientos sociales de liberacin y hasta en frentes armados, mientras numerosos obispos y cardenales asumieron un papel destacado en el combate a las dictaduras militares y en la defensa de los derechos humanos, entendidos principalmente como derechos de los pobres.
Juan Pablo II fue elegido Papa cuando estaba en curso ese proceso.Su Pontificado se situ desde el comienzo en la contracorriente de estas tendencias que eran dominantes. Seguramente fueron deteminantes en su postura su origen polaco y los crculos de la Curia Romana, marginalizados pero no derrotados por el Concilio Vaticano II.En Roma el nuevo Papa se encontr con la burocracia vaticana, conservadora por naturaleza, que pensaba lo mismo que l. Se estableci as un bloque histrico poderoso Papa-Curia con la meta de imponer la restauracin de la identidad y la antigua disciplina.
Las condiciones personales de Juan Pablo II lograron realizar de la mejor manera ese proyecto, gracias a su figura carismtica, a su innegable irradiacin, a su habilidad de dramatizacin meditica.
Para realizar su designio de restauracin se dot de instrumentos adecuados. Reescribi el derecho cannico para que encuadrara toda la vida de la Iglesia, hizo publicar el Catecismo Universal de la Iglesia Catlica y con ello oficializ el pensamiento nico dentro de la Iglesia. Quit poder de decisin al Snodo de Obispos, sometindolo totalmente al poder papal, as como limit el poder de las conferencias continentales de obispos, de las conferencias nacionales episcopales, de las conferencias de religiosos en los niveles nacional e internacional, marginaliz el poder de participacin decisoria de los legos y neg plena ciudadana eclesial a las mujeres, relegadas a funciones secundarias, siempre lejos del altar y del plpito.
Junto con su principal asesor, el cardenal Joseph Ratzinger, el Papa profesaba una visin agustiniana de la historia, para la cual lo que realmente cuenta es slo lo que pasa a travs de la mediacin de la Iglesia, portadora de salvacin sobrenatural.Segn esa visin, lo que pasa por la mediacin de los hombres y de la historia no alcanza la altura divina y es insuficiente ante Dios.
Esta postura lo indujo a una fundamental incomprensin de la teologa latinoamericana de la liberacin. Esta afirma que la liberacin debe ser obra de los propios pobres. La Iglesia es slo una aliada que refuerza y legitima la lucha de los pobres.Para el cardenal Ratzinger esta liberacin es meramente humana y carente de relevancia sobrenatural.
Es preciso destacar que el Papa tuvo una visin corta y simplista de este tipo de teologa, que interpret con la lgica de sus detractores y, hoy lo sabemos, a partir de las informaciones que la CIA le suministraba, particularmente sobre la influencia de los telogos de la liberacin en Centroamrica. La interpret como un caballo de Troya del marxismo que l estaba obligado a denunciar, en razn de la experiencia adquirida sobre el comunismo en su Polonia natal. Se convenci de que el peligro en Latinoamrica era el marxismo, cuando el verdadero peligro siempre ha sido el capitalismo salvaje y colonialista con sus lites antipopulares y retrgradas.
En Juan Pablo II prevaleca la misin religiosa de la Iglesia y no su misin social. Si hubiera dicho vamos a apoyar a los pobres y a comprometer a la Iglesia con las reformas en nombre del Evangelio y de la tradicin proftica, otro hubiera sido el destino poltico de Amrica Latina.
Por el contrario, organiz la restauracin conservadora en todo el continente: desplaz a obispos profticos y design a obispos distanciados de la vida del pueblo, cerr instituciones teolgicas y sancion a sus docentes.
Hubo una gran contradiccin entre las actitudes del Papa y sus enseanzas. Hacia afuera, se presentaba como un paladn del dilogo, de las libertades, la tolerancia, la paz y el ecumenismo; pidi perdn en varias ocasiones por los errores y condenas eclesisticas en el pasado; se reuni con lderes de otras religiones para rezar, unidos, por la paz mundial. Pero dentro de la Iglesia acall el derecho de expresin, prohibi el dilogo y produjo una teologa con fuertes tonos fundamentalistas.
El proyecto poltico-eclesistico asumido por el Papa no resolvi los problemas que se haba planteado en relacin a la Reforma, la modernidad y la pobreza. Mas bien los agrav, retrasando un verdadero ajuste de cuentas.
Las limitaciones de su estilo de gobierno de la Iglesia no impidieron que Juan Pablo II alcanzase la santidad personal en un grado eminente. As fue, en el marco de una religin a la antigua con gran devocin hacia los santos y especialmente a Nuestra Seora, a las reliquias y a los lugares de peregrinacin. Fue hombre de profunda oracin. A veces al orar se transfiguraba y empalideca, otras veces gema y verta lgrimas. Una vez lo sorprendieron en su capilla particular extendido en el suelo en forma de cruz, como en xtasis, a semejanza de los iluminados espaoles del siglo XVI.
A quin le corresponde la ltima palabra? A la historia y a Dios. Nosotros slo podremos acceder a la historia, que nos dir cul fue su real significado para el cristianismo y para el mundo en esta fase de cambio de paradigmas y de cambio de milenio.
Leonardo Boff, telogo de la liberacin, en 1985 fue castigado con un ao de silencio obsequioso y depuesto de sus funciones editoriales y acadmicas en el campo religioso por las autoridades doctrinales del Vaticano.