Deseo Agradecer la invitacin de la Comunidad Cristiana Mesoamericana para compartir con ustedes algunas ideas sobre el camino recorrido como Consejo Nacional de Iglesias en nuestro acompaamiento al Movimiento Social y Popular salvadoreo. El perodo que voy a cubrir es el de estos ltimos doce aos, a partir de la firma de los Acuerdos de Paz en 1992 que pusieron fin a la guerra.
Antecedentes.
Los doce aos que van desde 1992 hasta nuestros das los dividiremos en cuatro perodos a partir del criterio principal que orient las acciones de la iglesia comprometida y del movimiento social. El primer perodo se relaciona con el cumplimiento de los Acuerdos de Paz, el segundo con el debate sobre la reconstruccin del pas, el tercero con los desastres naturales y el cuarto y ultimo, con la globalizacin y los tratados comerciales.
Debemos sealar como antecedente que como iglesias y movimiento social iniciamos este nuevo perodo histrico de construccin de la paz con una rica herencia de trabajo ecumnico y de lucha por la justicia heredada del perodo anterior, del perodo del conflicto armado, que se prolonga tambin por doce aos, de 1980 a 1992 y que marc a los actores bsicos que seguimos actuando en el escenario ecumnico y progresista de las iglesias vinculadas al movimiento social. El gran referente ecumnico, evanglico y proftico de nuestro trabajo fue Monseor Romero. Y lo sigue siendo.
Como iglesias comprometidas durante esta etapa del conflicto armado, de manera unificada construimos espacios y generamos procesos para la humanizacin del conflicto armado, para la atencin humanitaria a las vctimas que iban desde torturados y desaparecidos hasta poblacin desplazada de sus lugares de origen; y para la lucha por una solucin poltica a la guerra y las labores de denuncia de la represin y la ingerencia de estados Unidos en nuestros asuntos internos. Es con estos presupuestos que llegamos al 16 de enero de 1992, fecha de los Acuerdos de Paz, a los que contribuimos desde el Comit Permanente del debate Nacional por la Paz (CPDN).
Momento uno: el cumplimiento de los Acuerdos de Paz.
Como iglesias y sectores populares nos sentamos muy felices de haber conquistado la paz. Habamos logrado la paz luego de doce aos de conflicto armado. Era un sentimiento generalizado. Pensbamos que ibamos a construir un nuevo pas. Y para eso era necesaria una nueva institucionalidad. Definimos como tareas prioritarias de nuestro trabajo la democratizacin, la desmilitarizacin, la reconstruccin y la reconciliacin. Eran los cuatro pilares de nuestro esfuerzo en esta momento post Acuerdos de Paz.
Le apostamos con mucho entusiasmo a la creacin de una nueva polica: la Polica Nacional Civil. Totalmente diferente, esperbamos, pensbamos, a los anteriores cuerpos de seguridad existentes, a la Polica Nacional, la Polica de Hacienda y Guardia Nacional que eran organismo profundamente represivos, pilares de la dictadura militar que torturaban y secuestraban. Fueron el ncleo de donde surgen los escuadrones de la muerte.
Tambin participamos en la configuracin de la Procuradura para la Defensa de los Derechos Humanos, un organismo del estado que iba a tutelar, a vigilar para que se respetaran los derechos humanos en nuestro pas. En un pas con sesenta aos de dictadura militar y de doce aos de conflicto armado la creacin de esta institucin era una conquista importantsima, pensbamos.
Y fuimos testigos de otros procesos, de la creacin de un Tribual Supremo Electoral, de una nueva Corte Suprema de Justicia, de la legalizacin del FMLN y su transformacin de fuerza poltico-militar en un partido poltico. Presencibamos la creacin de una nueva institucionalidad democrtica, novedosa. Y pensbamos que el pas iba a cambiar.
Fuimos testigos de la depuracin y reduccin de las fuerzas armadas. El pas se desmilitarizaba ante nuestros ojos. Y una institucin que dirigi los destinos del pas por sesenta aos era obligada a jugar un papel subordinado, incluso con una nueva doctrina militar, de naturaleza civilista. Haba una nueva institucionalidad. Esto nos llev alrededor de dos aos, del 92 al 94. Como iglesias acompaamos a los sectores populares en este momento de transicin. Lo fundamental era el cumplimiento de los Acuerdos de Paz.
Segundo Momento: la lucha por la reconstruccin.
A medida que se iban agotando las tareas vinculadas a la democratizacin y desmilitarizacin, iba surgiendo con fuerza creciente el debate sobre la reconstruccin del pas. La discusin era entre dos posiciones: la gubernamental que planteaba que la reconstruccin estaba vinculada a la creacin de una infraestructura-carreteras, aeropuertos- que permitiera mayores niveles de inversin extranjera.
Y por parte de los sectores populares se discuta la necesidad de poner como centro la satisfaccin de las necesidades de la poblacin, proporcionando crditos para los sectores agropecuarios. Dos visiones totalmente opuestas. Me acuerdo que en 1993 hicimos una Consulta Nacional para el Desarrollo con participacin de ONGs, sectores rurales, sectores comunales e iglesias. Al final predomin la visin neoliberal de sectores de la ANEP, de ARENA y del GOES.
En este periodo surgen experiencias de autogestin comunitaria realizadas por poblaciones vinculadas al FMLN, entre las que sobresale las experiencias de la Comunidad Segundo Montes en Morazn, Guarjila en Chalatenango y la Ciudadela Manuel Ungo en las faldas del cerro de Guazapa. Exista la visin de un modelo alternativo de desarrollo, superior al modelo capitalista. Como iglesias acompaamos este proceso de bsqueda de nuevas formas de organizacin social y econmica.
Este momento va desde 1993-1994 hasta finales de 1998. En su ultimo tramo, y bajo el impulso de FUNDE, UNES, ASDI, FUNSALPRODESE y el CNI se forma la red SAPRIN, vinculada a un esfuerzo de cuestionamiento de las poltica del Banco Mundial. Con este esfuerzo adems de aglutinar a una gran cantidad de ONGs y organizaciones sociales pudimos vincularnos orgnicamente al movimiento mundial antiglobalizacin que se preparaba para la batalla de Seattle. Alfonso Goitia y luego Roberto Rubio fueron claves en este proceso.
Tercer momento: la lucha por la gestin de riesgos en las comunidades.
A finales de 1998 se abri una nueva coyuntura en las luchas de los sectores sociales centroamericanos a partir de la tormenta Mitch que golpe duramente a la economa y a poblaciones enteras de Honduras, Nicaragua y El Salvador. Esta tormenta nos revel la fragilidad de nuestros sistemas de proteccin frente a desastres naturales y la necesidad que asumiramos el reto de denunciar esta situacin, de supervisar la ayuda millonaria que empezaron a recibir los gobiernos as como la urgente tarea de capacitar a nuestras comunidades en la gestin y elaboracin de mapas de riesgo.
Este momento nos permiti coordinar a nivel centroamericano y conformar la organizacin Centro Amrica Solidaria (CAS) que incluso realiz labores de cabildeo en Europa para gestionar fondos de ayuda para damnificados y reconstruccin. A nivel de nuestro pas, como fruto de esta experiencia surge el Foro de la Sociedad Civil, que posteriormente asume perfiles de coalicin popular contra el modelo neoliberal.
En enero y febrero de 2001 suceden dos terremotos que configuran una nueva situacin de emergencia nacional. Alrededor de esta nueva situacin se configura una nueva coalicin de ONGs y sectores populares, la Concertacin Ciudadana para la Reconstruccin. En este esfuerzo juega un papel orientador el Obispo auxiliar de San Salvador, Monseor Gregorio Rosa Chvez.
Cuarto momento: la lucha contra los tratados comerciales
La amenaza de tratados comerciales como el Plan Puebla Panam y el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos (CAFTA) abren un nuevo momento en el desarrollo de las coaliciones de sectores populares y sociales, con presencia de la iglesia comprometida.
Frente a estos tratados existen dos visiones: hay un sector del movimiento social que rechazan los acuerdos pero consideran que es posible y factible realizar modificaciones que reduzcan los principales elementos de riesgo y que para esto hay que participar en el proceso de discusin, mientras otro sector piensa que hay que desplegar un rechazo frontal a tales tratados porque son nocivos para nuestros pueblos y no se deben de legitimar. En ambos sectores hay crculos de la iglesia comprometida.
Asumen la primera visin diversos sectores no solo nacionales sino a nivel centroamericano aglutinados en la Iniciativa Mesoamericana CID. Por otra parte, los que se oponen categricamente a los tratados comerciales se aglutinan en diversas coaliciones que todava no logran unirse. Una de estas es la Red de Accin Ciudadana Sinti Techan, surgida en el ao 2000 y que aglutina a importantes ONGs como son la UNES, DIGNAS, FESPAD y CDC.
En el ao 2003 surgen dos agrupaciones populares con una clara vocacin de lucha contra los tratados comerciales. El Bloque Popular Social y el Movimiento Popular de Resistencia 12 de Octubre. Ambos con presencia de sectores religiosos comprometidos con la paz y la justicia. En agosto de este ao surge el Movimiento Ciudadano por la Vida con Justicia Social, una nueva coalicin popular comprometida con la lucha por el cambio social.
En todos estos esfuerzos hemos participado. Esta es la riqueza de nuestra experiencia, de nuestra lucha. Somos una iglesia comprometida con la paz, con la justicia, con la democracia, con la verdad, con la confianza de la victoria de Jess de Nazaret sobre todo lo que esclavice a los seres humanos.
*Ponencia presentada por Rev. Roberto Pineda, a nombre del Consejo Nacional de Iglesias de El Salvador en Taller de Capacitacin del Consejo Mundial de Iglesias y de la Comunidad Cristiana Mesoamericana realizado este 21 de octubre de 2004 en la Universidad Luterana, San Salvador, El Salvador.