El Che y el partido leninista

Un nuevo aniversario de la caída en combate (fusilado) de Ernesto Che Guevara, sirve para que ratifiquemos la pertenencia al mismo espacio político e ideológico de ese gran revolucionario. Ese rearme con las ideas guevaristas es necesario en un momento político complejo, pletórico de oportunidades y peligros, donde la reacción quiere sepultar al Che. Nos referimos a las notas vomitivas publicadas por “La Nación” firmadas por Alvaro Vargas Llosa y otros gusanos a sueldo del imperio.

Reivindicamos al Guerrillero Heroico no sólo por las cosas extraordinarias que hizo en vida sino también por las enseñanzas teórico-prácticas que legó a los pueblos.

Ser guevaristas hoy es luchar contra el imperialismo yanqui encabezado por neonazis como George Bush. Mientras el ala podrida del socialismo, los Gorbachov y antes los Kruschov, hacía la apología de la unidad y competencia pacífica con el imperialismo, el Che llamó a las cosas por su nombre. Dijo que éste es saqueo, guerra, ocupaciones, hambre, barbarie, napalm, neocolonialismo, usura, crímenes, etc.

Por eso sentenció: “no hay que confiar en el imperialismo ni un tantico así”. Lo sucedido en el Golfo, Los Balcanes, Afganistán e Irak, y la devastación latinoamericana producida en con el “Consenso de Washington” y el FMI, le dieron la razón.

Aquellos que recuerdan al Che, debieran ir a Mar del Plata este 4 y 5 de noviembre a repudiar a Bush en la IV Cumbre de las Américas. Un poster suyo agitado ante el Hotel Hermitage, en las narices del genocida y la maldita policía, será el mejor homenaje al fusilado en 1967 en Bolivia por orden de la CIA.

Inspirados por el Che, los revolucionarios debemos organizar campañas antiimperialistas y superar la postura cómplice del gobierno. Nos referimos a forzar el no pago de la deuda externa y romper con el FMI, a reestatizar las privatizadas comenzando por el complejo petrolero-gasífero, a estatizar la banca y el comercio exterior, a dejar los ejercicios militares con el Pentágono, etc.

Ninguna de esas banderas será realizada por el gobierno actual, que está dispuesto a firmar un ALCA “light”, mantener los ejercicios haciéndolos fuera del país, pagar la deuda, no reestatizar el agua potable ni aún ante el retiro del grupo Suez, ofrecer nuevos negocios petroleros a Repsol, etc. El Che se iría en elogios a estos regateadores como Kirchner que a la hora de la verdad suelen aflojarle al imperio.

El otro aspecto a reivindicar del camarada argentino-cubano fue que impulsó procesos de liberación nacional y social en Cuba, el Congo y Bolivia. En Cuba, bajo la dirección de Fidel Castro, no sólo se echó al dictador Fulgencio Batista y se hicieron las primeras nacionalizaciones y reforma agraria, sino que después de derrotar la invasión en Playa Girón, en abril de 1961, se comenzó la etapa de construir el socialismo.

Esa concepción de la revolución popular, democrática y antiimperialista, y su tránsito ininterrumpido al socialismo, es una lección para nuestros pueblos y la clase obrera, sobre todo de América Latina y el resto del Tercer Mundo.

Esa concepción –enfrentada al trotskismo- permite llegar al poder enfrentando al enemigo principal de cada fase de la revolución, como en Cuba. Y a su vez, demanda pasar luego al socialismo, que es lo que no supieron hacer los sandinistas tras el triunfo del 19 de julio de 1979 contra la dictadura de Anastasio Somoza. No querían ser “una nueva Cuba” y terminaron siendo una vieja Nicaragua. La descolonización en Africa lamentablemente tampoco fructificó en el socialismo. Una experiencia valiosa, aún cuando no haya llegado a la victoria, es la de las FARC-EP en Colombia.

Esa interrupción de luchas heroicas que podían terminar con victorias populares en Argelia, Sudáfrica, El Salvador, Indonesia, etc, realza un tercer elemento del pensamiento guevarista: el partido marxista-leninista. Para hacer la revolución se necesita un partido revolucionario: es la verdad de Perogrullo compartida por el Che y Mao Tsé tung. Tal herramienta también se precisa para continuar la revolución e impedir la restauración capitalista sobre la que ambos alertaron sobre Yugoslavia, Europa oriental y la URSS. El tiempo les dio otra vez la razón.

Cuando hablamos de partido marxista-leninista lo concebimos vinculado a los trabajadores y las masas populares, unido a otras corrientes antiimperialistas en frentes políticos amplios y luchando en forma combativa por el poder político.

La derrota de la oleada revolucionaria de los ´70, las promesas posteriores de gobiernos radicales y peronistas, la decepción por la debacle del socialismo en el Este y la confusión generada por la socialdemocracia, etc, desdibujaron ante el activismo la necesidad del partido leninista. Incluso crecieron concepciones basistas, antipartido, movimientistas, entristas, electoralistas, trotskistas, seguidistas de la burguesía, etc.

En este aniversario del asesinato del Che surgen sus enseñanzas de antiimperialismo, liberación nacional, socialismo, internacionalismo, hombre nuevo, factores subjetivos y partido de vanguardia. Hay que superar el atraso en forjar el estado mayor de la clase obrera argentina tomando de base al Partido de la Liberación y echar raíces en el pueblo trabajador, la juventud combativa y la intelectualidad avanzada.

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