El joven rico que se transformó en el Che

El joven rico que se transformó en el Che
Reflexión sobre Marcos 10: 17-31

Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro… ya veces lloro sin querer.
Rubén Darío. Canción de otoño en primavera.

La juventud es una etapa mágica de la vida. Es una época especial. Por lo general, es cuando somos jóvenes que nacen los ideales y se forjan los sueños. La vida es entonces un camino lleno de alegría y esperanza. Cuando somos jóvenes somos los dueños de la fuerza y de los sueños. Y cuando la fuerza y los sueños de los jóvenes en nuestros países, son acompañados por un rumbo hacia la justicia es que surgen las revoluciones. La juventud es una fuerza transformadora. Así fue en 1932, en 1944, en 1980 y así será con seguridad en el futuro. No existe ninguna duda al respecto.

Pero también la juventud además de ser una etapa biológica es una melodía del corazón. Es una actitud, es una decisión, es una voluntad, porque se puede ser joven con mentalidad reaccionaria. Se puede ser joven condenado a la indiferencia, al egoísmo, a la resignación ante las tormentas de la vida. Ser joven es una invitación a tomar riesgos, a jugarse el pellejo por sus ideas, a sentirle gusto a la sal del compromiso.

En este texto de Marcos se nos presenta a un joven que además es rico y es bueno. Pero ni su juventud, ni su riqueza, ni el cumplimiento de las obligaciones religiosas pueden llenar su corazón y esto hace que cuando escuchó hablar de Jesús decidió ir a buscarlo. El estaba buscando llenar el vacío de su corazón por medio del mensaje liberador de Jesús. Y buscó y encontró a Jesús. Y le pregunto sobre las condiciones para alcanzar la vida eterna, cuales eran los requisitos.

Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres

Jesús le responde que debe cumplir los mandamientos de la ley mosaica. El joven alega presuntuosamente que ya lo ha hecho. Y entonces Jesús con una mirada de dulzura en sus ojos, sospechando lo que iba a suceder, le dice: una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo y luego ven y sígueme. Este es el desafío de Jesús para todos nosotros, Jesús nos reta a seguirlo y en ese seguimiento encontrar la vida eterna, en la lucha popular encontrar la salvación.

Y la respuesta del joven rico fue no aceptar la invitación. El peso de sus riquezas le marcó su respuesta. No estuvo dispuesto a dejarlo todo para seguir a Jesús. No estuvo dispuesto a enfrentarse al mundo para seguir a Jesús. No estuvo dispuesto a nacer de nuevo a la comunidad del sacrificio y la esperanza. Y el joven se preocupó al oír las palabras de Jesús y se fue triste porque era muy rico.

Este joven rico tomó la decisión de no tomar riesgos. Y hay muchos jóvenes pobres que toman esta misma decisión. Jóvenes en nuestras comunidades que se vuelven esclavos de los vicios del sistema, que se vuelven indiferentes ante el sufrimiento de los demás, que asumen las mismas actitudes que los opresores, que se burlan de la lucha y de los sacrificios que realizan los sectores populares para defender la vida.

Jesús les explicó a sus discípulos que es muy difícil para los ricos entrar en el reino de los Cielos pero no imposible. Depende de su actitud. Los ricos están amarrados a los privilegios derivados de su situación y le rinden culto a su poder. Su mentalidad esta cerrada a la solidaridad y la justicia.

Pero también hay jóvenes ricos que aceptan la invitación de Jesús para seguirlo y viven y mueren proclamando la luz del evangelio de la lucha por la justicia. Muchas veces lo hacen desde fuera de la iglesia pero desde dentro de la fe por la justicia. Porque hay iglesias que no merecen pronunciar el nombre de estos jóvenes ricos o de jóvenes pobres que entregaron su vida por la construcción del Reino. El joven bautista Guillermo Castro es un ejemplo de esto.

El ejemplo del Che

Cuando era muy joven me impactó fuertemente el pensamiento y la práctica liberadora de Ernesto Che Guevara. Me acuerdo que compre en una librería de la calle 14 en Nueva York su Obra revolucionaria y pase semanas leyéndola cuidadosamente. Y me volví un seguidor del Che Guevara. Hasta compre una boina negra con una estrella y me deje crecer el pelo para parecérmele. Quería ser como el Che.

Y el Che me ayudó a comprender la realidad latinoamericana y a adquirir valores, que hoy comprendo, son muy evangélicos, como el valor de la solidaridad y el valor del compromiso. Hoy puedo valorar que el fue un joven rico que aceptó la invitación de Jesús de luchar por la justicia. Y no encontró esta invitación en las páginas de la Biblia. En el camino de su vida descubrió esta invitación en los rostros sudorosos y explotados de los mineros chilenos, de los leprosos peruanos, de los indígenas bolivianos. Dios se revela de manera misteriosa a sus hijos e hijas. Pero para cada uno de nosotros hay un mensaje.

El Che nació como joven rico en la Argentina de 1928. Estudio medicina. Junto con un amigo, Alberto Granados recorrió en motocicleta los países sudamericanos. Y sus ojos y su corazón fueron impactados por la pobreza de nuestra gente. Y fue creciendo en la fe al contacto con esta realidad. Creciendo en una fe que se desbordaba en cariño con los pobres e indignación frente a la injusticia. El Che nos enseña a amar a nuestro pueblo y a rechazar la explotación.

A mediados de los años 50 se encuentra en México. Allí conoce a un grupo de jóvenes, que soñaban con derrocar la dictadura de Fulgencio Batista. Allí conoce a Fidel Castro, otro joven rico que decidió seguir a Jesús…y se junta con ellos. Y una vez le preguntan que a quien hay que avisar en caso que muera. Y esta certeza le impresiona. Y comprende que en una revolución verdadera se triunfa o se muere…

Y se monta en el Granma de los sueños y cruza el Caribe para liberar a Cuba. Y cuando desembarcan en la provincia de Oriente son derrotados, casi aniquilados. Y sobreviven 12, pero separados, perdidos en la Sierra Maestra. Y cuando logran encontrarse Fidel les confiesa: ya ganamos la guerra. Optimismo histórico, el optimismo bíblico de los profetas, la confianza de Jesús en la voluntad liberadora de su Padre celestial.

Y esos doce misioneros de la dignidad van construyendo un ejército rebelde, orgullosamente vestidos de verde olivo para diferenciarse del caqui de la dictadura. Y logran la victoria sobre la tiranía y estos jóvenes barbados bajan de las montañas para construir una nueva sociedad. Y el símbolo de lo nuevo fueron los miles de jóvenes que se derramaron por toda Cuba para llevar la luz del alfabeto a toda la gente.

El socialismo o le reino de Dios solo se puede construir con un pueblo educado, con un pueblo saludable, con un pueblo que confíe en la dignidad de sus fuerzas para defenderse. Y el Che estuvo presente en estas batallas iniciales de este pueblo caribeño. Y esto es el llamado de Jesús puesto en práctica. Pero solo puede verse con los ojos del corazón.

Y solo puede entenderse desde la alegría de los humildes porque provoca el odio de los poderosos. Y así fue cuando crucificaron a Jesús. El imperio, romano o norteamericano, asirio o español, no perdona la rebeldía de los pobres. Es por esta razón que se mantiene el bloqueo contra Cuba y se encuentran presos en Babilonia los cinco héroes cubanos, seguidores del Che, seguidores de Jesús.

El Che fue asesinado hace 39 años en Bolivia. En 1966 renunció a sus cargos en Cuba y se lanzó a un nuevo proyecto revolucionario. Inicio una guerrilla en las selvas bolivianas, con una visión bolivariana. No estaban dadas las condiciones y fue capturado y asesinado. Pero no pudieron matarlo. Porque no se puede matar el viento de la mañana ni se puede ocultar la alegría de la vida. El Che sigue vivo. Aquel joven rico que decidió dedicar su vida a la liberación de los pueblos latinoamericanos, nos sigue acompañando. En la lucha se encuentra la esperanza. Y la esperanza en América Latina tiene el rostro del Che. Tiene la dignidad del Che. Tiene la confianza del Che en la victoria popular.

En su Mensaje a la Tricontinental el Che nos enseñó que “en cualquier lugar que la muerte nos sorprenda, bienvenida sea, siempre que ese, nuestro grito de guerra haya llegado hasta un oído receptivo y otras manos se tiendan para empuñar nuestras armas y otros hombres –y también mujeres me permito agregarle- se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria.”

Ese es el espíritu del Che. Oramos porque este espíritu de dignidad, de compromiso, de confianza en el pueblo este siempre presente entre nosotros y nos permita ser iglesia al lado de los pobres. Ser iglesia popular y no iglesia oligárquica. Ser iglesia de los pobres y no de los explotadores. Amén.

  • Alocución realizada el 14 de octubre de 2006, por Rev. Roberto Pineda, de Iglesia Luterana Popular de El Salvador, en programa radial Fe y Esperanza que se trasmite los sábados a las 2 p.m. por Radio Maya Visión FM 96.5

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