La fuga de Rogelio y el ajusticiamiento del “Cirujano.”

LA FUGA DE ROGELIO Y EL AJUSTICIMIENTO DEL ‘CIRUJANO’.

En honor a todos los asesinados y desaparecidos políticos, siempre estarán en nuestra mentes y en nuestros corazones. Nunca los olvidaremos…!

A continuación les voy a contar una historia verdadera que posiblemente a muchísimas personas les puede resultar un cuento de camino real y fácilmente podrían pensar que son puras mentiras. Esta no es una “pasada” personal, tampoco es una historia de la cual yo fuí el personaje principal, sino más bien uno bien secundario. Ella es verdadera, no es ningún invento… Esta crónica no tiene un estilo jodedor ni dicharachero como con el que yo tengo el gusto y el placer de escribir, a menudo, para ustedes ; acuérdense que la guerra civil salvadoreña fue muy dura y yo no puedo “suavizarla” en esta oportunidad. Esta horrenda historia sucedió y aconsejaría a las personas que tengan algun trauma serio o malos y horrendos recuerdos debido a los acontecimientos de la Guerra Civil Salvadoreña, que no deberían leerla.

Y quiero aclarar que los nombres de los principales personajes que forman parte de estos acontecimientos los he cambiado porque algunos de ellos aún estan vivos. He cambiado tambien algunos detalles, siempre con el mismo afán de proteger el anonimato de mis ex camaradas. Lo que sí no puedo cambiar son los hechos, no lo puedo hacer porque simple y llanamente es una historia seria y no quiero que ella caiga en el olvido, ni que sea adulterada ; esta historia forma parte, quiérase o no, de nuestra historia nacional y podría parecerse mucho a tantas otras historias de asesinatos, secuestros y torturas que fueron perpetrados por los seres más viles y rastreros que ha parido la historia nacional salvadoreña. El único detalle que la diferencia de las demás es que el personaje principal pudo escaparse de esas mazmorras y dar testimonio del horror. Lastimosamente no sucedió así con tantos hermanos y hermanas torturados y desaparecidos, por los cuales todavía lloramos y honramos sus memorias…

Es una historia muy violenta y muy triste, tal como fue, cabalmente, la guerra ; han pasado casi veintidos años desde entonces y cuando aún recuerdo lo que pasó, muchas emociones se atropellan en mi ser… A pesar de todo, ella encierra un final felíz porque se hizo justicia y el compañero Rogelio, personaje principal y victima, ahora goza de una vida apacible al lado de sus familiares, en un país de Europa.

Tambien quiero dejar claro que yo no fui un testigo principal de lo que pasó en los sótanos de la tristemente célebre Policía de Hacienda ; nunca estuve preso, muy a pesar de las serias jugarretas que les hice pasar a los gorilas asesinos. Lo que pasó en las carceles clandestinas de los cuerpos represivos salvadoreños, ya ha sido ampliamente documentado en libros como el de Nidia Diaz y su ‘Nunca Estuve Sola’ ; o el de Cayetano Carpio y su ‘Carcel y Capucha’ o el de la decepcionante Ana Guadalupe Martinez y su ‘Cárceles Clandestinas’.

Mi afán no es el de hacer un libro con esto, sino dar a conocer una pequeña crónica. Mi objetivo es que las nuevas generaciones de salvadoreña y salvadoreños sepan lo que realmente pasó en nuestro país durante la guerra civil. Si yo puedo hablar de esta historia es porque el compañero Rogelio nos la contó a un grupo de camaradas…Entonces puedo decir que fui un testigo directo del testimonio de Rogelio, declaraciones que ahora les transmito a ustedes, así como el desenlace de todo esto que culminó con el ajusticimiento de “El Cirujano”, terrible torturador sicopata de los sótanos de la terrorífica PH.

Bueno, hasta aquí los preambulos, ahora voy a los hechos… Pero antes déjenme hablarles un poco del compa Rogelio…

Cuando lo conocí, él tendría a lo sumo unos 24 años ; fue en el año 82. Había llegado desde el departamento de Usulutan, era hijo de una familia de campesinos, quienes a duras penas habían hecho sacrificios para que él terminara sus estudios de escuela primaria. El muchacho había hecho los mil oficios y pasado las mil penas. Había comenzado a trabajar con su papá en las labores agrícolas desde la edad de seis años (ustedes ya saben como sufren nuestros niños en el campo). La había hecho de agricultor, de quesero, de panadero y se había reventado el pellejo en las salineras de la costa.

En la capital vivía una de sus hermanas, ella era una jóven profesora y miembro de ANDES 21 de junio, organización gremial de profesores. Ella le hizo un lugar, a su hermanito, en su apartamento de unos edificios multifamiliares de la colonia Zacamil, donde ella vivía sola porque a su esposo, jóven profesor tambien, lo habían capturado y desaparecido. Como este Rogelio era un muchacho bien inteligente, rápidamente se consiguió un trabajo en una panadería industrial de la cual voy a callar el nombre por razones evidentes. Era bien “echador de riata”, laborioso como ninguno. Claro que teniendo una hermana bien consecuente con las luchas populares, el Rogelio comenzó a interesarse por las cuestiones de las organizaciones del pueblo y todo lo concerniente a las luchas que en ese tiempo se llevaban.

Yo conocí al compita en una reunión de un comité de estudio, las reuniones las hacíamos una vez por semana en un lugar de la capital. En ese comité de estudio habían obreros, estudiantes y profesionales ; era un comité bastante diverso en lo que respecta a sus miembros. Rogelio era el más curioso y el más trabajador del grupo, yo así lo recuerdo, siempre quería saber mucho más de lo que se hablaba en las reuniones. A nuestro delegado político le daba risa y siempre le decía a Rogelio : “compañero, no quememos etapas, ya llegaremos a esos temas“…Rogelio siempre preguntaba : “Disculpe compita, qué libro de nuestra biblioteca puedo echarme esta semana? “. Leía con un poco de dificultad, pero lo hacía con todo el interés, siempre nos preguntaba “qué quiere decir esto o lo otro ? “… Nunca se quedaba con niguna duda.

Los hechos.

El tiempo pasó y el compa Rogelio, ya con una gran capacidad y maduréz política, comenzó a organizar el sindicato de empleados de la antes mencionada fábrica de pan. Claro que con esto lo “ubicaron” rápidamente en su medio laboral… “se dió color”, como decimos por allá. El sindicato se organizó muy bien, llevaron a cabo reuniones y establecieron reivindicaciones laborales. Lógicamente que el sector patronal hizo caso omiso de todo esto. Se les amenazó con despedir a los líderes del sindicato y, en un afán por desarmar la organización, hubo rotación de los empleados en tres turnos y algunos despidos de empleados… “recortes” llamaron a eso.

Y las amenazas y acciones de intimidación comenzaron a lloverle a él y a los demás compañeros del sindicato. Aunque la verdadera bujía de ese sindicato, y muy a pesar de su juventud, era Rogelio… Pero no fue él el primero en pagar las consecuencias de las actividades políticas desarrolladas por él y los trabajadores de esa empresa. Una noche de un sábado llegaron a matar a su casa a Humberto, el trabajador más veterano de la compañía y quien le entraba con todos los ímpetus a las actividades sindicales. Si bien Humberto era miembro del sindicato, no era miembro de nuestra organización ni de nuestra célula. Lo mataron salvajemente enfrente de sus hijos y cuando le dejaron ir la rafaga de G-3, las balas de fuerte calibre atravezaron su cuerpo y fueron a impactar en el cuerpo de su hijo más pequeño, quien tenía 9 añitos. Humberto pagó con su vida el hecho de estar organizado en un sindicato.

Pero el compa Rogelio nunca perdió los ánimos, no se “ahuevó”, como decimos nosotros los salvadoreños. Al contrario, se llenó de mucha indignación y llevó la lucha sindical a un grado más álgido. Los compañeros panificadores protestaron por las presiones y el asesinato de Humberto y terminaron por tomarse la fábrica. Ese conflicto ya duraba como tres meses, había una situación bastante complicada en esa compañía porque los trabajadores acuzaban a los propietarios de haber patrocinado el asesinato de Humberto.

Estábamos casi a mediados de los ochenta y dadas las circunstancias y exigencias de la guerra, nuestro comité de estudio dió un salto de calidad y se transformó en una célula guerrillera urbana. El problema que se planteaba era la situación de Rogelio, pues él no quería abandonar la lucha de sus compañeros de trabajo; pero al mismo tiempo, el hecho de ser miembro de una célula militar conspirativa, lo ponía en situación de conflicto ya que la discreción era esencial para poder funcionar. Rogelio estaba convertido en una figura pública y no pasaba una semana sin que se le viera en los periodicos o en los telenoticieros.

Yo quiero plantearles algo bien importante a esta altura de la historia que nos ocupa, y es que, historicamente, en todo proceso de lucha, el guerrillero urbano corre muchísimas veces más peligro de morir o ser capturado que el compañero de la montaña. La situación es así por los problemas de compartimentación, problemas de seguridad, problemas de organización y, en muchas oportunidades, problemas de infiltración … todo eso se verá reflejado en la seguridad de los miembros de una célula guerrillera urbana. Era algo bastante frágil y había que andar con mucho cuidado siempre. Pero Rogelio salía en los periodicos y en los noticiarios de la televisión. Bien difícil esa situación, verdad ?

Lo que nosotros nos planteabamos era que él se saliera de ese conflicto laboral lo más rápidamente posible, no podíamos continuar así, simplemente no se podía ; corríamos un grave riesgo todos nosotros, incluyéndolo a él. Cualquier revolucionario puede ser muy aguerrido, políticamente muy capaz, muy discreto, muy maduro, pero nadie escapaba a una captura y a la consiguiente tortura. Eso es difícil, hay que decir que el cuerpo tiene sus límites. Todos corríamos el riesgo de caer, uno después del otro.

Bien recuerdo la fecha del mes de mayo del ochenta y cinco, se había decidido que Rogelio pasaría a la clandestinidad absoluta. Eso significaba que tenía que dejar la ciudad y marcharse al campo. Él había aceptado eso con todo el dolor de su alma, no había otra alternativa, ya habían matado a Humberto y no podíamos correr más y mayores riesgos. El compa tenía que irse al monte.

En esos días, los compañeros de Rogelio se habían tomado las instalaciones de la fábrica y la Policia de Hacienda ya había estacionado dos tanquetas enfrente del lugar. Ya la situacion estaba bien difícil y se respiraba un ambiente que anticipaba una masacre. Nosotros no eramos partidarios de vidas sacrificadas en vano.

Como el “compita” tenía que marcharse a Tenancingo, entonces estaba organizando sus cositas personales en casa de su hermana, allá en la Zacamil. En ese mismo momento la PH entró a la fábrica de pan y masacró a sus compañeros de la dirigencia sindical, aplastándoles las cabezas con las llantas de la tanqueta, luego de haberlos amarrado, golpeado y acostado en el cemento. Los demás trabajores fueron salvajemente golpeados y capturados. Los policías tenían informes de que el cabecilla del sindicato era Rogelio ; como sabían que ese día descansaba, lo fueron a buscar a la Zacamil, a casa de su hermana.

Llegaron cuatro policías de hacienda al lugar, vestidos de civil, en un pick-up Toyota. Subieron al apartamento y abrieron la puerta a patadas. El compañero no andaba armado. Inmediatamente comenzaron a golpearlo como bestias, a pesar de que Rogelio no les oponía ninguna resistencia. Su hermana, al ver que secuestraban al muchacho, se puso a gritar histéricamente y les comenzó a tirar unas botellas de vidrio. Ahí nomás, uno de los Policías de Hacienda, disfrazado de “escuadronero”, le gritó :

-Y vos, hijadeputa comunista, tambien te querés morir como este mierdero…?

A continuación le acercó la punta de su G-3 en la parte baja de sus costillas y, a quemarropa, bang !, le dejó ir un balazo. La mujer quedó tirada en un mar de sangre mientras su hermano era arrastrado, inconsciente, por las escaleras del edificio.

Minutos después, los vecinos salieron a ver qué pasaba, entraron al apartamento y vieron a la muchacha por el suelo, casi inconsciente pero aún respiraba… Llamaron a una ambulancia, la llevaron al ISSS, la operaron y sobrevivió. La bala de G-3 le había destrozado un 60% de su hígado, pero iba a sobrevivir. Luchó mucho contra la infección de sus sistema digestivo ya que una parte de su blusa, en tela de lona de jeans, le había entrado en los intestinos, empujada por la potencia de la presión inicial del estallido de la munición. No la mató la bala pero la peritonitis que se le presentó por poco la mata.

Y así pasaron los días y las semanas ; de Rogelio no se sabía nada, no se tenía noticia alguna. Los padres de él llegaron a San Salvador a cuidar a la hija convalesciente. Indagaron por su hijo desaparecido y nadie les daba noticias de él. Incluso, una vez que fueron a preguntar al cuartel central de la PH, por el hijo, la única respuesta burlona y de desprecio que obtuvieron fue :

-“Vayan a buscarlo al playón o a los basureros de la capital, aquí no guardamos tanto tiempo a los comunistas…!”

Ya se podrán imaginar ustedes el dolor de la familia ante la pérdida de su hijo. Ustedes tambien pueden tener una pequeña idea de todas las medidas de seguridad que nosotros adoptamos. No teníamos la más mínima idea de lo que le había ocurrido, no sabíamos de su secuestro ni de la situación de su hermana ni la de sus familiares (no los conocíamos y era mejor así). Esto lo supimos después, ya cuando ordenamos todo el rompecabezas de la historia. Nosotros esperabamos el regreso de Rogelio a una hora determinada y en vista de su ausencia decidimos, ipso-facto, proceder a instaurar los procedimientos de seguridad. En esas situaciones no había que esperar ni cinco minutos para actuar.

Nosotros ya lo dábamos por muerto, su familia no perdía las esperanzas y no paraban de buscar al hijo desaparecido…en vano.

Como a los cinco meses del secuestro de Rogelio, una compañera llamémosla Roxana, quien era miembro de nuestra célula, así como tambien de una asociación de estudiantes universitarios, visitó el local de un sindicato. Ella llegaba ocasionalmente a darle orientacion política a la gente. Resulta que en esa reunión, Roxana salió a buscar unas bebidas gaseosas al comedor ubicado contiguo al local del sindicato. La dueña del comedor, en una plática inopinada sobre la caridad cristiana (era evangélica), le suelta la siguiente frase a Roxana :

-Ay m’hija, fíjese que hace dos días m’hijo encontró un viejecito todo raquítico y chuquito, allá por las canchas de las Cabañas de la Policía de Hacienda. Pobrecito ! andaba cagadito y todo rotito… Mi hijo, como buen cristiano, lo tiene en la casa y ya lo va a llevar al asilo de viejecitos porque no dice nada, sólo sabe su nombre…Los dedos de la mano derecha sólo son ñuñuquitos. Las heridas ya las tiene secas, mi hijo lo curó…viera qué lástima dá, casi no come, está todo cholquito y tiene las encías reventaditas….

-Aaaah!, y cómo dice el viejecito que se llama ? le preguntó Roxana

-Lo único que dice es que se llama “Rogelio“…-le respondió la señora-

-Esta segura, doña Rosita ? “Rogelio” se llama?

-Si m’hija, por qué ?

-Es que yo tengo un tío abuelo, bien viejecito, que se echa los “trancazos” y se pierde siempre en sus borracheras…talvez es él. Siempre se le escapa a mi mamá. Ella vive allá por la Calle Concepción. Mi tío abuelo tambien se llama Rogelio…

-Ay ! Dios ! Mire m’hija, si quiere yo la llevo donde está él, pobrecito, está bien débil y todo tembloroso, talvez debe ser la falta de trago…

-Vaya pués, mire yo voy a venir mañana por la tarde a su comedor, y en caso de que sea él voy a regresar con mis dos hermanos para que lo carguen…

-Si m’hija, y de aquí nos vamos para la casa de m’hijo, no se me preocupé…

-Si, de acuerdo doña Rosita, mañana nos veremos…

Y en eso quedaron las dos mujeres… Me cuenta Roxana que no hallaba qué hacer, que andaba bien nerviosa y agitada después de esa plática, sólo se despidió de los compañeros quienes se quedaron preguntando que “qué le pasaba, que si le podían ayudar, que si se sentía bien…” Ella les dijo que no se preocuparan y salió disparada a comunicarse con el responsable de nuestro grupo, a quien le explicó la situación.

Raúl, el responsable del grupo le recomendó que lo fuera a ver, pero que si era Rogelio de quien se trataba, que sus emociones no la fueran a traicionar, ya que era una compañera un tanto emotiva (y claro que había razón de estar emotivo !). Que llegara armada y acompañada de Ernesto, quien era un jóven médico en una unidad de salud de la capital. La última recomendación que nuestro responsable le dió fue que si se trataba de Rogelio que ahí lo dejara mientras se organizaba un operativo para sacarlo en seguridad.

Cabe mencionar que sólamente Roxana y yo, después de la reestructuración que habíamos establecido por razones de seguridad, quédabamos como únicos miembros de la antigua célula. De esta nueva sólamente conocíamos a Rogelio, Roxana y yo.

Al día siguiente, Roxana, Ernesto y la señora Rosita llegaron a la pobre habitación del hijo de esta última. Entraron y vieron al viejecito. Roxana no lo reconoció, Ernesto no lo conocía, pero Rogelio sí reconoció la voz de Roxana. Dicen que el “viejecito” se agitó y se puso a llorar… Tenía las comisuras de los labios reventadas, presentaba un cuadro de escorbuto y avitaminosis avanzado, tenía problemas de visión en razón de la falta de vitamina A y por el encierro. Su piel estaba en lamentable estado por el jiote y los parásitos. Había perdido sus cabellos por una severa infección en el cuero cabelludo. Un oido le supuraba sangre y pus…El hombre estaba hecho un guiñapo a pesar de su jóven edad, de las casi 165 libras que pesaba, no le quedaban más que unas 70. Era los huezos recubiertos por una delgada capa de piel…

-Rogelito, sos vos papito ? le preguntó Roxana

-Llevame, me duele,! Le suplicó lentamente Rogelio

Y Roxana, temblando y llorando todas las lágrimas de su cuerpo, le dice…

-Si, papito, mañana te voy a venir a buscar, me oíste ? Aquí te vas a quedar hoy…

-Comprame un coquito!

-Roxana le susurró Ernesto , no lo podemos dejar así, no podemos dejarlo esta noche aquí…tu “tío” necesita ayuda médica de inmediato. Sería irresponsable dejarlo pasar la noche en ese estado, este hombre necesita que se le inyecte suero, esta en un estado de deshidratación avanzada…

Fue una situación bastante apremiante y delicada, si la compañera tomó la decisión de partir esa misma noche con Rogelio, fue algo que ella improvisó… yo ni nadie la criticó. Claro que ella saltó algunas reglas de seguridad, pero qué se podía hacer en ese caso?…Somos humanos !

Seis días después, Rogelio se reposaba en una casa de seguridad de la Colonia Miramonte, en San Salvador, cerca de Clínicas Médicas. La decisión que Roxana tomó, bajo el consejo de Ernesto, le había salvado la vida.

Lo habían operado de los intestinos, era la operación más necesaria y urgente, ya que presentaba una lesión en el colon porque lo habían violado con un objeto metálico. Había perdido el oído izquierdo por introducción de un lapiz en el canal auditivo, los dedos de su mano derecha le habían sido seccionados con una tijera de jardinería (un pedacito a la vez), había perdido todos sus dientes por la tortura y el escorbuto, su craneo era una masa sanguinolienta por las heridas y la infección en el cuero cabelludo. Le esperaban otras operaciones para tratar de salvarle uno de sus ojos y otra para restablecer el funcionamiento de una de sus rodillas…

En esa época no existían las máquinas para hacer Scaners médicos, las operaciones exploratorias era necesarias para poder descubrir los daños en la cabeza y en el sistema digestivo. Rogelio había sufrido varias conmociones cerebrales y el médico no sabía si era por eso que no recordaba grandes pasajes de su cautiverio. El médico nos explicó que cuando hay traumas mentales severos, el cerebro, en un acto de defenza, cae en una especie de locura y borra parcial o definitivamente esos malos recuerdos.

Sabíamos que él iba a sobrevivir, pero no sabíamos cómo iban a quedar su cuerpo y su mente…

Nos hervía la sangre de pura rabia, sabíamos de lo que eran capaces las bestias asesinas, pero era la primera vez que eramos testigos directos de los sufrimientos que las torturas pueden provocar y de lo maltrecho que puede quedar un ser humano. El régimen era especialista en actos macabros y sádicos, diariamente aparecían cuerpos horriblemente mutilados, el mensaje que querían pasar era un mensaje de horror y miedo. Pensaban que actuando de esa manera ellos iban a poder detener las luchas reivindicativas de la pobre gente. El miedo y el terror eran sus principales aliados.

Ya ustedes se pueden imaginar esa mezcla de alegría que experimentabamos por tener al compañero vivo, y de ese odio por todo lo que le hicieron soportar, por el sadismo, por el horror que él vivió. Sería difícil explicar los sentimientos que experimentábamos. Ustedes no saben cuán difícil es explicarlo…simplemente no se puede explicar.

Tres meses duró la rehabilitación de Rogelio. A los tres meses de haberlo encontrado, Rogelio ya podía hablar. Había quedado muy mal de un ojo y sordo de un oído. Su rodilla funcionaba bien, habia perdido definitivamente grandes porciones de sus cabellos. Viajaría a un país del Caribe para poder salvarle el ojo, resolver un problema con sus intestinos y para que comenzara una terapia sicologica. El hombre no era el Rogelio que nosotros habíamos conocido, era un hombre avejentado e introvertido. Rogelio había perdido parte de su alma en los sótanos de la Policía de Hacienda. Se le llenaron los ojitos de alegría cuando sus padres y su hermana llegaron a verlo…lloró como un niño, eso lo tranquilizó un poco y le ayudó a dormir mejor. Creo que la presencia de sus padres y de su hermana llevó un poco de luz a los rincones tristes de su espíritu.

Viajaría con sus familiares. Su hermana iba a recibir cuidados médicos tambien. Antes de partir, Rogelio nos contó, con muchísimas dificultades, una parte de los días de su cautiverio. No recordaba los últimos días del conflicto laboral en su trabajo, tampoco recordaba el momento de su secuestro. Nunca llegó a reconocerme, el recuerdo de este compañero suyo que tanto lo estimó se le borró de la mente, eso provocaba en mí una gran pena. El relato que Rogelio nos contó es más o menos como sigue… :

-“Recuerdo que me tiraron al suelo, yo estaba vendado de los ojos y amarrado de las manos y de los piés. Estaba sangrando por la nariz y la boca, no podía respirar. Me dieron con las culatas de los fusiles y con las botas en el estómago y en la cabeza. Yo no sé si era el mismo día de mi secuestro o días más tarde, no lo sé…”.

“Recuerdo haber resentido un gran dolor al respirar, no sé si era porque, talvez, yo tendría algunas costillas rotas. Puchica ! Esos babosos me daban de alma. No paraban de preguntarme por los miembros de mi sindicato, que quien nos endoctrinaba, que si teníamos armas, que si eramos del Partido Comunista…”.

“Una vez llegó un oficial a decirme que mejor hablara, que aquí habían muchos policías malos, que él quería ayudarme. Que si hablaba yo iba a salirme rápido de la carcel. Pero que si no hablaba iban a torturarme, a violarme y matarían a mi familia. Yo no sé quien era, yo no podía verlo porque me habían puesto una gran capucha en plástico”.

“Yo les dije que yo no sabía nada de nada. El oficial me dijo que “ya había sido demasiado bueno y comprensivo conmigo”. Yo le pedí que si me podía ver un médico porque me dolían las costillas al respirar. Él me respondió que si yo cooperaba, ellos me iban a mandar al hospital para poder ver a un médico. Yo le respondí que yo no sabía nada y que iban a matarme en vano”. “Hoy te llevo la legión de putas Rogelito me dijo, hoy vas a sentir lo que es canela fina… “.

“Llegaron a buscarme y me acostaron en una cama de metal, sin colchón, le metieron electricidad, me dieron duro…yo saltaba como con ataques. Hay cosas que no recuerdo. Los policías se cansaron de pegarme y de torturarme. Pero lo que más me dolía era la soledad. Yo ya me daba por muerto, pero no quería morirme sin ver por última vez a una cara conocida, eso era bien duro…”

Rogelio sufrió mucho, pero lo que estaba por venir sería mucho peor de lo que nos había contado hasta ahí…

-“Yo ya tenía bastante tiempo en la carcel. Bien feo era sentirse solo y oir los gritos y lamentos de los otros presos. Una noche llegaron a buscarme a mi celda, me dijeron que me iban a enviar a ver al “Cirujano”. Yo me alegré porque me dije que talvez se habían compadecido de mí y me enviarían a ver algun médico de la carcel. Me volvieron a poner la capucha pero no me amarraron, de todas formas yo ya me sentía bastante débil para forcejearlos, de nada hubiera servido, es más, ellos me hubieran golpeado…”

“Bajamos como a un sótano, ahí me metieron dentro de una celda. No se oía ningún ruido, había mucho silencio. Era bastante frío y sombrío ahí abajo. Yo creo que me dormí, pero me despertó un alarido bien horrible. Al lado de mi celda alguien comenzó a llorar…era la voz de una mujer que pedía a su mamá. Hablaba como una niña chiquita, pero era voz de mujer. Un poquito más lejos de mi celda escuché la voz de un hombre que rezaba, ese hombre rezaba como si tuviera el alma en pena… y poco tiempo después se puso a reir como loco… “

Al rato de eso, alguien vino a buscarme, era una voz bien rara y hablaba como si no fuera salvadoreño. Me dijo : “Che, papito, vení hoy vas a ser mi mujercita”. Me tomó en sus brazos y me sacó de la celda. Yo cabal sentía que era un hombre fornido. Me tiró al suelo y me violó. Al rato me había amarrado a un poste de cemento y me puso a ver lo que le hacía a la muchacha que pedía por su mamá…A mí ya me habían golpeado bien duro en las celdas de arriba, pero lo que ví hacerle a esa pobre muchacha… ! Todavía me acuerdo de eso bien, de eso sí me acuerdo ! (se pone un poco agitado)…Lo primero que hizo fue sacarle la lengua con una tenazas y luego se la cortó porque no le gustaba oír que gritaran. Le gritaba que “su alma le pertenecía y que se dejara hacer, que de todas maneras lo que dijera ya no valía nada”. Yo le grité que la dejara en paz, pero me metió una bola de gaza en la boca y me dió un tremendo golpe con un tubo en la cabeza. Yo creo que me dormí….”

“Cuando me desperté, tuve una visión extraña. El hombre me había sacado uno de los ojos con una cucharita que aún tenía en una de sus manos. Pienso que el dolor en el ojo me despertó. Yo podía ver con ese ojo, pero me estaba viendo a mí mismo. Recuerdo que me dolían los huezos de la cabeza. Me pidió que estuviera quieto porque sino la carnita que sostenía el ojo se iba a romper. Después me lo volvió a meter. Eso me quemaba, sentía como si me hubieran echado ácido en el ojo…”

“Después tomó mi mano derecha y comenzó a cortarme los dedos con una tijera, por pedacitos. Al principio me dolía, pero yo ya no me movía a causa de la gran debilidad que sentía… pero después ya no sentí nada porque estaba todavía mareado del golpe que me había metido en la cabeza. Momentos después perdí el conocimiento. Cuando desperté yo sentí un olor a carne quemada, era bien feo ese olor. El hombre había agarrado un soplete y estaba asando los pedazos de dedo que me había cortado…Después ya no recuerdo nada…”

“Una noche en la que el rubio me había dejado tirado en el suelo, se puso a abrir una gran tapadera de la tubería de aguas negras, para meter unas tripas y pedazos de carne que había cortado. Cuando salió por un buen rato comencé a arrastrarme y me dejé deslizar por el tubo abierto. Yo solo recuerdo que me iba deslizando bien rápido hasta que fui a aterrizar a un gran lodazal. Ahí estuve tirado una gran parte de la noche. Yo imaginaba que los policías iban a salir a buscarme, por eso me arrastré hasta cerca de una cancha de fútbol y luego me escondí en unos matorrales. A la mañana siguiente escuché las voces de unos muchachos que se decían : “Miren, ahí dejaron un cadaver”. Yo alcancé a mover una de mis piernas, después perdí el conocimiento, ya no me acuerdo de más…”

“Yo recuerdo haber pasado como tres semanas en la carcel, pero ustedes dicen que fueron varios meses. Qué más les puedo decir ? Al hombre al que llamaban “el cirujano”, nadie iba a verlo, él dormía en el sótano y siempre se mantenía ahí abajo…”

Nosotros habíamos escuchado hablar de un torturador sicópata que nunca salía de los sótanos de la PH. Según las informaciones que se manejaban, por medio de compañeros infiltrados en la Policía de Hacienda, en ese cuartel se hablaba de un “cirujano torturador”, pero nadie sabía nada en concreto, o que si eran puras especulaciones o leyenda urbana. Supusimos que la gente que mantenía algún contacto con semejante personaje, era gente muy limitada. El común de los miembros de la Policía de Hacienda no conocía nada al respecto de este torturador. La información que circulaba era del tipo “dicen que dicen”, pero hasta ahí.

Nos llegó la confirmación de la existencia real de este sicópata, desde Honduras. Resulta que era un médico militar argentino que había asesinado a cientos de personas en los días más sombríos de la dictadura militar de su país. Muchos lo catalogaban como enfermo mental, un sicópata. Tanto así que hasta sus mismos complices experimentaban un gran miedo al tratarle. Este asesino había llegado a Honduras, durante el conflicto que oponía los “Contras” al Ejercito Popular Sandinista. Había trabajado con le Batallón 316, estructurado por el no menos asesino militar argentino General Gustavo Alvarez Martínez, y financiado por la CIA, vía los buenos oficios de John Negroponte, quien fungió como proconsul en tierras hondureñas y organizó los Escuadrones de la Muerte en ese país.

Resulta que unos compañeros de una organización hermana, el Ejército Revolucionario del Pueblo ERP, habían organizado la ejecución de ese general argentino en Honduras…. La inteligencia del ERP había obtenido la información sobre la fecha y la hora exactas en las que el general tendría que pasar por un determinado lugar de las afueras de Tegucigalpa. Le prepararon una emboscada clásica. Una mina que estallaría al ser rotos los cables que sostenían su detonante. Luego vendría el ataque desde los costados con poderosos proyectiles RPG 7, (bastones chinos) con capacidad para penetrar el acero, granadas y nutrido fuego de fusilería. Con la capacidad destructiva del bastón chino, del general Martínez no iba a quedar más que un uniforme chamuscado. Con uno de esas armas mataron a Somoza en Paraguay…

Justamente cuando faltaban pocos minutos para que la pequeña caravana de Martínez pasara por el solitario paraje del tramo carretero y cuando el comando guerrillero tenía todos los nervios en tensión, apareció una vaca caminando de lo más oronda por la carretera. El jefe del grupo no podía creer lo que estaba pasando; la res caminaba directo hacia la mina. Le tiraron piedras, le gritaron. Pero no había manera de pararla. La pobre rompió los cables… y estalló en varios pedazos. La operación fue abortada… (Esto aparece en internet).

Casi al final de la agresión usamericana que oponía la Contra al Ejército Popular Sandinista, un grupo de militares y civiles argentinos llegaron a El Salvador, directamente desde Honduras. Algunos se dedicaron a trabajar con los Escuadrones de la Muerte de D’Aubuisson, del dentista Regalado y los Arenistas ; mientras que otros, como el caso de este médico asesino, se dedicó a la tortura. La mayor parte de estos argentinos se mataron entre ellos mismos, se habían dedicado al secuestro de empresarios y tenían muchas disputas por lo de los botines obtenidos.

Entre 1978 y 1984, Videla, Viola y Galtieri exportaron sus técnicas de exterminio. Los militares argentinos desembarcaron en Centroamérica como fuerza legionaria exterior en tanto estaban dispuestos a hacer el trabajo “sucio” que la CIA estaba restringida de hacer al comienzo del gobierno del demócrata James Carter (1977-1981); ellos presionaron para que los EE.UU. tuvieran un rol más activo en las actividades contrarrevolucionarias y, al final, se sometieron a su dirección cuando asumió Ronald Reagan (1981-1989) la presidencia.

Para el año 86, este médico era de los últimos argentinos criminales que habían quedado en el país. Nuestros servicios de inteligencia suponían que este médico asesino sufría de períodos de psicosis alucinatoria, era un psicópata que no seguía tratamiento psiquiátrico y su problema había empeorado en El Salvador. La particularidad de los sicópatas es que no tienen ningún sentimiento de arrepentimiento ni de “remordimiento de conciencia”, como se dice en términos no médicos. Para sentirse vivos asesinan y torturan. El régimen conocía esta situacion y no le proporcionaba ninguna terapia clínica. Lo utilizaban para difundir el terror, para obtener información, de la manera más cruel y sanguinaria, de los presos políticos. El régimen le proporcionaba el material ideal para que este hombre se divirtiera : cuerpos humanos vivos.

Había que deshacerse de él. La orden de la eliminación de este médico argentino llegó a nuestra célula y a otra más, un mes de agosto del año 86. Había que actuar con mucha paciencia y precisión. Tenía que mantenerse una vigilancia constante alrededor del cuartel de policía, obtener su descripción física y saber cuales días del mes saldría al mundo exterior. Para ello se contaba con la colaboración de nuestros infiltrados dentro del mismo cuartel. Una tarea bastante difícil de llevarla a ejecución, y mucho más difícil e intrincado de explicar aún en estas líneas!.

El siginificado político de esta operación era el de denuciar la injerencia de militares y civiles extranjeros en la guerra. Y sobre la cuestión militar, darle un duro golpe moral a los cuerpos represivos, eliminando a uno de sus “héroes legendarios”.

La informacion que arrojaron varios meses de vigilancia fue la siguiente : El torturador salía del cuartel para visitar una prostituta de la calle Célis, a un kilómetro del cuartel. Sus salidas oscilaban entre una vez cada cuarenta días o cada treinta y cinco días. Salía acompañado de tres policías. Siempre se conducían en una camioneta verde, marca Jeep Cherokee, con los vidrios polarizados. Visitaba a la misma prostituta. Luego se iban a un expendio de aguardiente y el torturador hacía su provisión de alcohol para el tiempo en el que no salía del cuartel. Cuando compraba su licor, el sádico se bajaba sólo, nadie lo acompañaba…

Nos organizamos para que una posta de tres se mantuviera siempre cerca del cuartel, ahí por el cine Tropicana, para crear una contensión en el caso de que el torturador recibiera refuerzos. Tendría que ser una contensión muy fuerte, con cohetes RPG-7, afin de mantener a los policías atrincherados porque así tendrían miedo de salir con sus tanquetas. El blanco sería eliminado a la salida de su visita a la venta de alcohol. Era importante tambien eliminar a su escolta. Todo eso se haría en dos tiempos, primero la escolta, con rafagas de fusil de asalto y después él, con tiros de media distancia de escopeta. Tres tirarían hacia el Jeep y uno se encargaría de eliminar al torturador. Para eliminarlo se utilizaría una poderosa escopeta automatica con balines militares. Roxana iba a dispararle.

Como de costumbre, el torturador salió del cuartel a la misma hora. Nada podía indicarle que estaba viviendo los últimos momentos de su vida. Llegó a la reja de la verntana de su meretriz preferida, entró, estuvo un buen rato con ella, salió, subió al Jeep y se dirigió con su escolta al expendio de aguardiente. Todo funcionaba como se había establecido en el plan, con la única excepción que no fue él quien se bajó a buscar su provisión de licor, se bajó el conductor del Jeep…

El compañero Raúl era quien daría la señal de la emboscada. Algo andaba mal… Cuando Raúl cargó su primera bala en la recámara de su M-16, esta quedó mal alineada, no podía disparar su arma …!

Luego se puso a gritarles a sus compañeros :

-Tírenle ya !… Que tiren les digooo, Ya !, ya ! !

Y sonaron las ráfagas de los fusiles, ratatatata, ratatata, ratata ! En ráfagas cortas, de cuatro o cinco balas, tal como se nos había indicado de disparar. El maldito Jeep era blindado, pero los vidrios no soportarían mucho tiempo los impactos de las balas. El escolta que se había bajado a comprar el alcohol del asesino salió de la cantina disparando con su pistola, pero la compañera Roxana lo mandó a la más mierda con dos tiros de escopeta. Ahí quedó partido…

Salieron los dos escoltas que quedaban en el Jeep, ellos sabían que los vidrios blindados ya se partirían de un momento a otro. Salieron, pero rápidamente fueron eliminados por el fuego disciplinado de los fusiles Galil de Sebastián y Pedro, de la pistola 45 de Raúl y de la escopeta automática de Roxana. La camioneta recibió una tremenda granizada de plomo, los vidrios habían estallado en mil pedazos… Hubo un momento de calma, como de diez segundos…

Los compañeros no sabían si todos los blancos estaban eliminados. Estaban los compas Sebastián y Pedro recargando sus armas, cuando escucharon el rafagazo de una pistola ametralladora Uzi, que salió del Jeep. Solo alcanzaron a ver que al compañero Raúl le cayeron unas esquirlas de los balazos en plenas nalgas, balazos tirados por el torturador, quien seguía vivo. Tambien le tiró a Sebastián, pero este alcanzó a parapetarse detrás de un carro. En ese momento el torturador abrió la puerta del lado del conductor y comenzó a disparar a mansalva…Cuando ya tenía la pistola vacía, arrancó el carro, retrocedió y… a cerrar la puerta iba cuando Roxana le dejó ir dos escopetazos.

El sicópata alcanzó a cerrar la puerta y se fue a cien por hora. Cuando iba pasando enfrente de la Maestranza comenzó a ir despacito y cuando llegó cerca del lugar donde ponían los camiones despedazados por las minas guerrilleras, cruzó a la derecha y, antes de atravezar la vía férrea que esta frente a la entrada del cuartel, paró la camioneta, abrió la puerta del carro y se bajó…se arrecostó un momento en la puerta del Jeep y, en ese momento, le vimos las tripas por fuera que parecían cables de teléfono. La compa Roxana le había arrancado la grasa y los músculos del vientre, lo había agarrado de perfil. Las tripas le colgaban hasta las rodillas…

Nosotros estábamos atónitos. Ahí estaba, mostrando el triperío y gesticulando débilmente hacia el portón del cuartel. Salieron varios Policías a ayudarle y se parapetaron detras del Jeep, nos vieron y comenzaron a dispararnos. Yo y Balta les comenzamos a tirar con nuestros G-3, ahí estuvimos tirando durante unos cinco segundos… Ya después yo no me dí cuenta de nada, sólamente de un furibundo y ensordecedor sumbido seguido de una fenomenal explosión PSSSSS… BUM !!! Y una luz terrible que me dejó “enluzado”, un poco sordo y con un golpe de onda expansiva que resentí en el pecho…Era el compa Ernesto, el médico, que les había soltado un cohetazo. De ese Jeep Cherokee, de los cuatro policías y del torturador, no quedó nada de nada….

Algunos segundos después comenzaron los vigilias de aquellos garitones a tirarnos plomo con sus ametralladoras pesadas M-30. Recuerdo la fachada del cine Tropicana haciéndose añícos y que tambien ibamos corriendo como patitos, rapidito-rapidito, sobre la Calle Concepción, en dirección de la Garita, hasta la esquina de la cuesta, allá por la fábrica de sombreros, ahí habíamos dejado un carrito robado al cual le metimos el acelerador hasta el fondo y conducimos hasta la esquina con la Cinco de Noviembre, en el exacto momento en que varios camiones de la Guardia Nacional se dirigían a la Calle Concepción…

Los demás compas de la otra célula no tuvieron necesidad de hacerle frente a los camiones de la Guardia Nacional. Ni hubo ninguna novedad por el reloj de Flores con la Policía Nacional.

Llegamos a la casa de seguridad y esperamos un momento a los demás compas de nuestra célula. Cuando llegaron, Raúl venía echando rayos y maldiciendo… decía : “Y cómo pudo escapársenos ese hijueputa ?, Me duele el culo, me arde ! Y esta mierda de fusil… gringo tenía que ser…”

Y yo le digo : “Tranquilo compa, que a Ernesto no se le fué vivo ese loco ! “

Y dice Ernesto :

-De todas formas, con cohete o sin cohete, ese hijodeputa había dejado la mitad de las tripas en el carro… no iba a vivir mucho…!

Así fue como en el mes de diciembre del 86, un criminal sicópata extranjero, héroe de los asesinos, dejó sus tripas en tierra salvadoreña…

Dejar una respuesta