La izquierda uruguaya: de la hegemona cultural a la hegemona poltica

La izquierda uruguaya

De la hegemona cultural a la hegemona poltica

Ral Zibechi

ALAI-AMLATINA 26/10/2004, Montevideo.- El Frente Amplio es un

caso nico en Amrica Latina, en virtud de la profunda penetracin

que la izquierda consigui en la sociedad uruguaya. La hegemona

poltica, que est a punto de conseguir, fue precedida por una

hegemona cultural construida en las tres ltimas dcadas.

Desde el punto de vista de las alianzas, el programa y las

estrategias, la izquierda poltica uruguaya agrupada en el

Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayora es una

fuerza de centroizquierda, que incluye desde los revolucionarios

radicales hasta personalidades de centroderecha. Pero si la

observamos desde la base, estamos ante una extensa red

sociocultural que llega a todos los rincones del pas y a todos

los sectores sociales, e incluye las ms diversas manifestaciones

de la vida: desde las relaciones familiares hasta el deporte y la

cultura.

Una y otra realidad han conseguido convivir en armona -no exenta

de desencuentros puntuales- del mismo modo que los diversos

sectores que componen la alianza han alcanzado formas de

cohabitacin estables y duraderas, sobre la base de dejar de lado

las disputas ideolgicas y concentrar fuerzas en la conquista del

gobierno.

La unidad como estrategia

Cuando fue fundado en 1971, el Frente Amplio recogi dos de las

tres tradiciones de la izquierda uruguaya: comunistas y

socialistas se unan por primera vez, quedando fuera slo las

corrientes anarquistas(1) . En esa alianza, participaron desde el

comienzo sectores que se identificaron con la lucha armada del

Movimiento de Liberacin Nacional-Tuparamos. Hasta ah se

trataba de los acuerdos habituales en la izquierda. Sin embargo,

confluy tambin la Democracia Cristiana (que en otros pases, y

en esos aos, rechaz cualquier colaboracin con la izquierda), y

sectores desgajados de los partidos tradicionales, entre ellos

destacados ex ministros como Zelmar Michelini, y grupos

nacionalistas, o blancos, que abandonaron su partido en diversos

momentos de los conflictivos aos 60.

Sellar la unidad de semejante heterogeneidad, no fue sencillo.

Fueron los comunistas quienes mostraron mayor flexibilidad para

atraer aliados, cediendo en los puntos que provocaban ms

fricciones. La izquierda tuvo habilidad como para colocar a su

frente -en un momento de gran polarizacin poltica con la

guerrilla y los sindicatos- a un general de larga y destacada

carrera en las fuerzas armadas: Liber Seregni. Desconocido hasta

el momento en que fue proclamado como candidato a la

presidencia por el Frente Amplio, Seregni mostr habilidades de

estratega, priorizando la negociacin y el dilogo por sobre la

confrontacin y el ensanche del espectro de alianzas sin medir las

opciones ideolgicas; actitudes que en su momento pudieron ser

atacadas por excesivamente pragmticas, pero que rindieron casi

siempre buenos dividendos.

Sin embargo, fue la dictadura (1973-1985) la que sell la unidad

de la fuerza recin nacida, y buena parte de su legitimidad. A

partir de la reinstalacin de la democracia, la izquierda no slo

recuper su legalidad sino un lugar muy destacado en el escenario

poltico. La legitimacin fue notoria a travs del reconocimiento

de sus dirigentes, que trascendi fronteras polticas e

ideolgicas, no slo en el caso de Seregni, sino tambin de

dirigentes tupamaros como Ral Sendic, que soport con entereza

trece aos de torturas y prisin en condiciones muy duras,

pasando meses en aljibes con el agua hasta los tobillos. La

dictadura consolid la identidad de la izquierda, tanto a nivel de las

bases como de los dirigentes, a travs de una suerte de pacto de

sangre que sell lealtades. En paralelo, los cambios polticos

operados por las dictaduras, y luego profundizados por el

neoliberalismo, fueron homogeneizando la variedad de estrategias

y formas de lucha, que quedaron focalizadas en las elecciones y el

cambio a travs del acceso constitucional al gobierno.

La hegemona cultural

Fue bajo el autoritarismo cuando la izquierda, como cultura de

oposicin y resistencia, se fue haciendo hegemnica en las

principales manifestaciones culturales y de la vida cotidiana

colectiva. Pese a la dura represin y la emigracin masiva, la

cultura de izquierda se conserv replegndose en el entorno

familiar, donde perdur con fuerza y se recre en base a

solidaridades fuertes. En este punto, debe introducirse un breve

parntesis, ya que la peculiar historia del Uruguay est impresa

de muchas maneras en la propia izquierda, pero a su vez es un

factor clave para explicar su fuerza actual.

Uruguay no tuvo oligarqua, y fue gobernado desde comienzos del

siglo XX por una clase poltica separada de la burguesa

comercial, dominante en lo econmico. La impronta de Jos

Batlle y Ordez (el batllismo), dos veces presidente luego de

1904, arquitecto de una avanzada legislacin social, de un Estado

laico con vocacin social y empresarial, y rbitro conciliador de las

disputas sociales, gener un clima de paz y estabilidad. La baja

densidad de poblacin, el abrumador predominio de la poblacin

europea y la escasez de conflictos internos de envergadura a

partir de la derrota, en 1904, de las episdicas insurrecciones

rurales acaudilladas por los blancos, pavimentaron el proyecto

socialdemcrata. La homogeneidad tnica y sociocultural se

tradujo en el predominio de una cultura de clases medias, que hizo

de la educacin su forma de ascenso social. La historia del pas

fue modelada por el batllismo, aunque con el tiempo el Partido

Colorado se convirti en una suerte de partido de Estado, y con

ello apareci la corrupcin, el clientelismo y formas diversas de

autoritarismo, an en democracia.

Al hundirse el pas batllista luego del fracaso del modelo de

sustitucin de importaciones, hacia fines de los 50, la izquierda

fue la heredera de aquel imaginario de progreso en paz e igualdad

de oportunidades, con un Estado regulador y contenedor de las

diferencias de clase. Tambin puede decirse que sin la peculiar

historia del pas batllista, no hubiera sido posible construir

una izquierda unitaria, creble para la inmensa mayora de los

uruguayos de todos los sectores sociales.

La izquierda consigui la hegemona cultural mucho antes de ser

mayora electoral. La Universidad estatal y el teatro son, desde

hace ms de medio siglo, baluartes no partidizados de una

izquierda de capas medias. Hacia los 60, la cultura de izquierda

era ya hegemnica entre los profesionales y los universitarios(2) .

Con los aos, la izquierda como sentimiento se fue haciendo

mayoritaria en la msica popular, en el carnaval y en las

principales manifestaciones de masas, incluyendo a algunas

destacadas estrellas del ftbol, que no ocultan sus preferencias

por el Frente Amplio. La gestin municipal de Montevideo, desde

1990, donde reside la mitad de la poblacin del pas, contribuy a

afianzar y profundizar esa hegemona cultural y social, sin la

cual la izquierda no podra soar con llegar a ser gobierno.

Pero, en qu consiste esa hegemona? En que las ideas-fuerza

que encarna el Frente Amplio (Estado social, gobierno honesto,

soberana nacional, justicia social, entre otros) se han

convertido en el sentido comn de los uruguayos de comienzos

del siglo XXI.

Una red social de base

Desde sus primeros pasos, el Frente Amplio aport una

originalidad que ser con los aos una de las claves de su

penetracin en la sociedad: los comits de base, donde se

agrupan militantes y activistas de todas las corrientes que lo

integran. La tupida red de comits se convirti en espacios de

socializacin, en los que se fue fraguando una identidad

frenteamplista que subsumi las identidades previas de los

sectores que lo conforman. Esta es una de las peculiaridades de

la izquierda uruguaya: la unidad es mucho ms que la suma de las

partes, es otra cosa, que marca diferencias con otros modelos y

procesos.

La red capilar de la izquierda es impresionante. Hace dos aos el

Frente Amplio (FA) tena 207 mil adeherentes o afiliados, en un

pas de 3 millones de habitantes, o sea uno cada poco ms de

diez adultos(3) . En las elecciones de 1999 el FA cosech unos

800 mil votos, lo que supone que estn organizados nada menos

que uno de cada cuatro votantes y uno de cada diez electores.

Actualmente hay unos 300 comits de base, pero en la transicin

democrtica llegaron a existir unos 500 comits slo en

Montevideo (1,2 millones de habitantes), uno cada 2.500

habitantes. Una red semejante est en la base del sostenido

crecimiento de la izquierda uruguaya, pero es adems lo que le

permiti permanecer y seguir adelante pese al fracaso del

socialismo y a las sucesivas derrotas electorales.

Un hito trascendental para comprender el crecimiento de la

izquierda, fue la aprobacin en 1986 de la ley de caducidad (o ley

de impunidad). Aprobada por blancos y colorados, sancion que

el Estado uruguayo renuncia a juzgar y castigar a los militares

implicados en las violaciones de los derechos humanos. Para una

poblacin acostumbrada a vivir en un pas donde todos eran

iguales ante la ley, fue un mazazo. La reaccin fue el nacimiento

de un impresionante movimiento social para derogar la ley de

impunidad, que se tradujo en la formacin de unas 300 comisiones

barriales en todo el pas, integradas no slo por frenteamplistas

sino tambin por blancos y colorados progresistas. El debate

nacional generado durante ms de dos aos en las redes sociales

de base, rompi los lmites polticos, sociales y geogrficos de una

izquierda que hasta ese momento estaba confinada a la capital. A

partir de ese momento, y pese a la derrota del referndum,

arribaron al Frente Amplio nuevos sectores desgajados de los

partidos tradicionales, que fueron recogidos en la sigla Encuentro

Progresista, primero, y Nueva Mayora, ms tarde.

Para la izquierda fue posible frenar las privatizaciones y el

neoliberalismo, otra peculiaridad del proceso uruguayo, no slo a

travs de la movilizacin sino de la recuperacin de la potente

tradicin estatista nacida con el batllismo. De ah que el

referndum contra las privatizaciones de 1992 tuviera el 70% de

respaldo, mientras la izquierda no llegaba an al 30% de los

votos. En pleno auge privatizador en todo el mundo, el sentido

comn de los uruguayos indicaba que era un mal camino. En

cierto momento a lo largo de las dos ltimas dcadas, ese sentido

comn se fue volcando a la izquierda, que qued a su vez como la

nica fuerza poltica capaz de ponerlo en movimiento.

Crisis neoliberal y acceso al gobierno

La crisis del neoliberalismo aceler el fin de los gobiernos de la

derecha, pero en realidad el triunfo de la izquierda era slo

cuestin de tiempo, ya que tendencias presentes en la sociedad,

histricas pero tambin generacionales, fueron erosionando de

forma irreversible la hegemona de los partidos tradicionales.

La crisis econmica de 2002, fue letal para la derecha. Una idea

del tamao del cambio en curso, es el desmoronamiento del

Partido Colorado, que pas en pocos aos de ms del 40% del

apoyo popular a un raqutico 10% de las intenciones de voto. La

recesin se instal en Uruguay en 1999, de la mano del

estancamiento de la economa argentina. Entre enero y julio de

2002 el riesgo pas pas de 220 a 3.000 puntos; la corrida

financiera se llev el 45% de los depsitos bancarios; el precio del

dlar se duplic y el producto bruto interno cay a la mitad del de

1998. La desocupacin trep al 20% y el porcentaje de la

poblacin por debajo del ndice de pobreza alcanz el 40%.

En Uruguay la crisis del modelo no gener una situacin de crisis

poltica ni de desestabilizacin, y fue canalizada hacia el

terreno electoral, en un pas donde el Estado, an debilitado,

todava funciona; donde la cultura poltica desplaz, hace mucho

tiempo, el centro de gravedad de lo poltico-social a lo poltico-

electoral.

Podr esta izquierda cambiar el pas? Depende qu entendamos

por cambiar. Si se trata de gestiones estatales ms honestas,

ms ordenadas y ms favorables a los pobres, ello est fuera de

duda. Si se trata de salir del neoliberalismo y contribuir a

implantar un modelo de desarrollo ms justo y equilibrado, parece

dudoso que una izquierda moderada en un pequeo pas muy

endeudado, pueda gestionar cambios de rumbo de larga duracin.

La impresin es que todo depender de la relacin de fuerzas

regional -en particular de los papeles que decidan jugar Brasil y

Argentina-, pero tambin de que el debilitado movimiento social –
centrado an en los trabajadores con empleo fijo-, consiga superar

su crisis e incluir a los nuevos pobres, que son los ms

interesados en cambios radicales de largo aliento.

Notas:

(1) El Frente Amplio recogi ntegramente el programa de la

Convencin Nacional de Trabajadores, creada en 1964, y del

Congreso del Pueblo, confluencia de ms de 700 organizaciones

sociales, que sesion en 1965: nacionalizacin de la banca y el

comercio exterior, no pago de la deuda externa, reforma agraria.

(2) Dos muestras de esta presencia son el semanario Marcha, uno

de los ms prestigiosos de Amrica Latina; y la creacin del

colegio de mdicos que fue bautizado, ya en 1920, como Sindicato

Mdico del Uruguay, que alent el sistema mutual en la salud al

que estn afiliados desde hace dcadas la mayora de los

montevideanos.

(3) Los adherentes pagan una cuota mensual y eligen las

autoridades de su comit y del Frente Amplio; los comits de base

se agrupan en coordinadoras zonales de las que existen 18 en

Montevideo y otras tantas en el Interior. Las bases tienen

delegados en el Plenario Nacional y la Mesa Poltica, rganos

permanentes de direccin entre congresos.

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