Sandino: el abandono del disfraz a favor de la identidad

Sandino: el abandono del disfraz a favor de la identidad

febrero 26, 2009 – Toni Solo

Cuando el caribeño Derek Walcott escribió: “Tuve una sólida educación colonial. Adentro llevo holandés, negro e inglés, o soy nadie o soy una nación…” el poeta apuntó al impulso humano fundamental de buscar una identidad, lo cuál también, sea a nivel personal o a nivel colectivo de nación es, a la vez, el impulso hacia la libertad, la autonomía, la soberanía, la independencia.

La identidad no aparece de la nada. La libertad no existe en un vacío. Es imposible hablar seriamente del legado de Augusto César Sandino sin mirar a lo que él recibió de sus precursores, al contexto internacional en que él vivía y a la herencia que él recibía consciente o inconscientemente dentro de ese contexto.

A un nivel, como héroe de liberación nacional, Sandino se parece a otros destacados guerrilleros anti-coloniales de la época. Por supuesto, está la figura dominante de Emiliano Zapata de la Revolución Mexicana. pero uno piensa también en líderes como Michael Collins, quien enfrentó al imperio británico en la guerra de independencia de Irlanda entre 1919-1921. En el Caribe está la figura trascendental de Charlemagne Peralte, el líder guerrillero de Haiti, quien enfrentó entre 1917-1919 a la invasión de su país por los marines estadounidenses. Todos estos héroes murieron víctimas de emboscadas. Todos eran llamados “bandidos” y “forajidos” por sus enemigos imperialistas,

Pero igual o quizás más importante, en el sentido de apoyo cultural o sostén ideológico, eran las grandes figuras revolucionarias como nos ha señalado Rodrigo Quezada Monge : José Martí, Eugenio María Hostos, Ramón Betances. Recientemente, Aldo Díaz Lacayo ha escrito profundamente sobre la relación entre Ruben Darío y Sandino. Mucho depende sobre el enfoque que uno decide ocupar. Líderes políticos como Hugo Chávez, Daniel Ortega y Manuel Zelaya enfatizan la continuidad del gesto de Sandino con las ideas de Simón Bolívar y Francisco Morazán. Si se cambia el enfoque uno se encuentra considerando el actuar en Cuba de Julio Antonio Mella, y despue? Antonio Guiteras, o los movimientos contemporáneos con ellos de los obreros en Colombia y Venezuela o la revolución en El Salvador

A otro nivel Sandino es una figura de transformación social que tuvo homólogos en otras partes del mundo. Vale la pena mencionar otra gran figura guerrero-reformista del anti-imperialismo de la época Abd El-Krim Kattafi, quien peleó contra el imperio español en Marruecos. Igual que Sandino, Abd El Krim recibió la solidaridad de los movimientos progresistas y anti-imperialistas no sólo de su región sino del mundo. Igual que Sandino, Abd El-Krim infligió una humillante derrota – en la batalla de Anual – sobre el opresor. Sandino, como Abd El-Krim, quiso cambiar las relaciones socio-económicos existentes por unas relaciones más justas, en equilibrio con una espiritualidad de hecho revolucionario por motivo de su profundo antiimperialismo.

Como escribió Quezada Monge : “Si Sandino no conoció el marxismo, o si sabiendo muy poco de él, no logró entender la naturaleza de la lucha que Farabundo Martí realizaba en El Salvador (Sandino, 1930) eso no implica que su anti-imperialismo, que es lo que realmente importa aquí, sea menos válido o vigoroso, simplemente porque expresaba con honestidad sus ideas sobre lo divino y lo profano de su proyecto personal.” “El antiimperialismo a la luz de los héroes del 98: Martí, Hostos, Betances y Sandino”.

Diego Rivera, Salvador de la Plaza y sus colegas de la Liga Antiimperialista de Las Américas publicaron en la revista El Libertador imágenes de Sandino y Abd El-Krim. De esa manera reconocieron que las luchas de aquellos líderes asumieron un significativo mundial. España tuvo que aliarse con Francia. Se necesitaban dos grandes ejércitos de aquellos poderes coloniales europeos para vencer a Abd El-Krim en 1926, por medio también del uso de armas químicas, lanzados por artillería y por aviones bombarderos, contra la población civil. Los Estados Unidos en Nicaragua fue más económico. Como se hizo con Charlemagne Peralte en Haiti, usaron traidores para acabar con el General de Hombres Libres, Augusto César Sandino.

Quizás el ensayo “Caliban“de Roberto Fernández Retamar es el lugar clásico de nuestros tiempos que ha definido la centralidad de la identidad en el desarrollo de las sociedades de América Latina y del Caribe. Desde la perspectiva de la figura de Sandino, el primer párrafo del ensayo de Retamar es una poderosa letanía del pasado y futuro en que Sandino ha sido y sigue siendo una presencia clave y permanente. Retamar escribe,

“Nuestro símbolo no es pues Ariel, como pensó Rodó, sino Calibán. Esto es algo que vemos con particular nitidez los mestizos que habitamos estas mismas islas donde vivió Calibán: Próspero invadió las islas, mató a nuestros ancestros, esclavizó a Calibán y le enseñó su idioma para poder entenderse con él: ¿qué otra cosa puede hacer Calibán sino utilizar ese mismo idioma ‹hoy no tiene otro‹ para maldecirlo, para desear que caiga sobre él la “roja plaga”? No conozco otra metáfora más acertada de nuestra situación cultural, de nuestra realidad. De Túpac Amaru, Tiradentes, Toussaint-Louverture, Simón Bolívar, el cura Hidalgo, José Artigas, Bernardo O¹Higgins, Benito Juárez, Antonio Maceo y José Martí, a Emiliano Zapata, Augusto César Sandino, Julio Antonio Mella, Pedro Albizu Campos, Lázaro Cárdenas, Fidel Castro y Ernesto Che Guevara; del Inca Garcilaso de la Vega, el Aleijadinho, la música popular antillana, José Hernández, Eugenio María de Hostos, Manuel González Prada, Rubén Darío (sí: a pesar de todo), Baldomero Lillo y Horacio Quiroga, al muralismo mexicano, Héctor Villalobos, César Vallejo, José Carlos Mariátegui, Ezequiel Martínez Estrada, Carlos Gardel, Pablo Neruda, Alejo Carpentier, Nicolás Guillén, Aimé Césaire, José María Arguedas, Violeta Parra y Frantz Fanon, ¿qué es nuestra historia, qué es nuestra cultura, sino la historia, sino la cultura de Calibán?”

Retamar plantea la dilema cultural impuesto y creado por los colonizadores y por sus crímenes. Y a la vez avala el remedio, que ha sido la resistencia y la insistencia revolucionaria sobre la autodeterminación. Retamar termina su letanía de figuras heroicas con el nombre de Frantz Fanon. Fanon en su libro “Piel negro, máscaras blancas” escribió, “No soy el esclavo de la esclavitud que deshumanizaba a mis antepasados”

Una parte vital del enorme aporte de Sandino a nuestra vida contemporánea es precisamente su rechazo de la identidad que los invasores y agresores han querido imponer. Mientras los colaboradores del imperio se enorgullecen en el grado con que asumen las máscaras prestadas del opresor, Augusto César Sandino y los herederos de su legado abrieron el camino para pueblos enteros de abandonar el disfraz y reconocerse por sus propias caras, mentes y almas.

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