Sobre algunos problemas de organización

CUADERNO No. 1
SOBRE ALGUNOS PROBLEMAS DE ORGANIZACIÓN QUE CONSIDERO EL
COMANDO CENTRAL
Divulgación estrictamente interna – a los cuadros – de los acuerdos y orientaciones aprobadas por el Co-Cen de
las FPL Farabundo Martí, en Agosto de 1981.
Elaborado por el Compañero Marcial, 1er Responsable del Co-Cen.
En la última reunión del Comando Central, se estudió un punto:
EN CUANTO AL PARTIDO, A SU CONSTRUCCIÓN
En El Comando Central se vio que en El Salvador existe la necesidad de la existencia del verdadero
Partido Comunista Marxista-Leninista, proletario. Esta tarea es ahora mayor que nunca, porque estamos llegando
a escalones elevados de la Guerra Popular Revolucionaria sin tener el verdadero Partido Marxista Leninista en El
Salvador.
Esta es una de las características de nuestra revolución; una de sus características más negativas.
El hecho de que estamos llegando a niveles muy elevados de la guerra y lucha revolucionaria popular,
sin que existe una verdadera Organización que aplique como método de apreciación, de análisis y de
transformación el Marxismo-Leninismo, que lo aplique de manera creadora, no sólo en la teoría, sino en la
práctica y que enriquezca realmente a la misma a través de la experiencia y de la práctica del Marxismo
Leninismo en nuestro propio país, en sus condiciones propias.
Existen experiencias que son generales, se puede decir, universales en esto. Toda Guerra Popular es la
expresión, en un elevado grado, de la lucha de clases dentro de una sociedad. En ésta época en que el mundo
globalmente marcha en el periodo de transición del Capitalismo al Socialismo, una guerra de liberación contra el
Imperialismo tiene en si al mismo tiempo, la expresión de un choque de clases que ha llegado al extremo, a un
punto bastante agudo, en el cual hay necesidad de apelar a todos los medios: los pacíficos, los políticos y
armados para poder dilucidar el problema de clases que hay en un país.
El problema de la liberación está unido indisolublemente al problema de la liberación de las clases
explotadas y fundamentalmente del proletariado y el campesinado.
Una de las leyes generales del desarrollo de las revoluciones en el mundo en ésta época, demostrada
como una necesidad, es que una revolución, no pueda llevarse hasta las últimas consecuencias, hasta el
desarrollo de sus superiores etapas, si no está dirigida por un verdadero partido Marxista-Leninista, que
represente de verdad, en concreto y en la práctica, los intereses de la clase obrera y de sus aliados más fieles; el
campesinado pobre y las capas medias avanzadas. Esto no es un capricho, y quedó evidenciado desde que
comenzaron las revoluciones socialistas. Desde entonces, las teorías Leninistas y la práctica revolucionaria
mostraron la innegable necesidad del Partido Marxista como conductor de la revolución; así mismo mostraron
que un Partido que aspire a conducir la sociedad hasta el Socialismo, tiene que ser un partido de determinado
tipo.
La lucha que Lenin sostuvo para abrir estos conceptos, esta práctica contra los Mencheviques y contra
los oportunistas de la II Internacional, era una lucha no sólo clasista en cuanto a las tareas revolucionarias que
esta organización se trazaba y que debe de llevar adelante, sino, también en cuanto al contenido de clase de esta
organización, de allí sus características bastante diferentes a las organizaciones que hasta entonces se habían
llamado Marxistas y Socialistas.
Desde mediados del siglo pasado comenzaron a funcionar organizaciones bajo el molde Marxista, pero
con una orientación no proletaria, con métodos y estilos de trabajo no proletarios.
Los partidos de la II Internacional, aún cuando nacieron bajo la bandera del Socialismo, durante los
últimos 25 años del siglo pasado, fueron partidos que expresaban en esencia las modalidades de vida y trabajo de
la pequeña burguesía. Partidos que al expresar esto en su organización, tenían una forma liberal, amoldados más
o menos a las modalidades de los partidos pequeño burgueses y burgueses.
Algunas Características de los Partidos Pequeño-burgueses que se llamaban “Marxistas”
¿En qué se expresaba esto?
En primer lugar en que la militancia de cada miembro del partido no estaba controlada, ni estaba
organizada diariamente cada una de sus horas y días de trabajo, dentro de un plan que obedeciera a un conjunto
de tareas de toda la organización, sino, que cada quien que se consideraba a si mismo miembro del partido, si
acaso, asistía a algunas reuniones o aportaba alguna contribución o daba su voto durante las elecciones. Era una
masa amorfa, que favorecía mucho la forma de trabajo liberal pequeño burgués que reinaba entonces. En último
término, la dirección del partido era la fracción parlamentaria. En tales organizaciones se excluía la lucha armada
como medio de lucha y se utilizaban sólo los medios políticos abiertos y legales que aseguraba el régimen
burgués. Eso era hasta cierto punto explicable en una época en que el imperialismo no se había desarrollado
tanto, y no había impreso tanto su sello a la Sociedad Capitalista. Pero ya cuando el imperialismo concentró
enorme poder de dirección en todo el mundo a través de sus trust, monopolios y gobiernos adecuados a estos
intereses, entonces, había necesidad de que el proletariado buscara un sello en un partido, y que este partido
expresara los intereses que éste tiene como clase.
Entonces, Lenin expuso aquellas ideas de que al partido del proletariado no podían ingresar todos
aquellos que se consideraban revolucionarios o marxistas, sino que el ingreso al partido, a su membresía, era un
salto de calidad en la conciencia y en la práctica, en las costumbres y en la militancia revolucionaria de una
persona. Que no era necesario que sólo los proletarios ingresaran, pero sí, que era necesario que el que ingresara
al partido se comprometiera a asimilar plenamente las cualidades del proletariado; es decir que se proletarizara;
Que para ello es necesario que esté su vida controlada y organizada por un organismo que se llama célula.
En eso precisamente se distinguía el Partido del Proletariado; el nuevo tipo de partido, de los partidos
pequeño burgueses.
Decía: no todo el que se llama comunista puede ser miembro del partido, no todo el que se llame
Marxista, ni todo profesor, estudiante ni huelguista, por el hecho de serlo, tienen la calidad de ser miembros del
partido, sino que es la organización la que escoge y promueve a la calidad de miembros del partido a aquellos
revolucionarios que los considere dignos de serlo dentro de la sociedad, fundamentalmente del proletariado, del
campesinado, de los sectores medios de la población. Para que den ese salto a miembros deben de estar
dispuestos a que su vida esté acondicionada y amoldada a la línea del partido, dentro de la organización y de un
organismo que se llama célula.
Esa es precisamente una de las innovaciones de Lenin, que distinguía bastante al verdadero Partido
Marxista, de la fácil militancia, del pajareo que hasta entonces en los partidos pequeño-burgueses había habido:
el liberalismo, el amiguismo y que identificaban la militancia partidaria, con la vida fácil, cómoda, de
costumbres pequeño burgueses, de no amoldarse a una disciplina; elementos que habían sido característicos de
los partidos de la II Internacional.
En segundo lugar hay otra cuestión: que la teoría tiene que llevarse a la práctica. No basta con la teoría
Marxista, no basta con dominarla, con ser un teórico estudioso, sistemático del marxismo, sino que se necesita
que el Marxismo se lleve a la práctica por seres humanos pertenecientes, principalmente a la clase obrera, el
campesinado y sus aliados más cercanos que son las capas medias avanzadas.
En tercer lugar, el partido de la clase obrera de nuevo tipo, tenía que estar dispuesto a conducir al
proletariado y demás clases revolucionarias en la tarea de la toma del poder, que es una tarea que se lleva a cabo
en último termino con las armas, ya sea por la insurrección general o por otras modalidades de Guerra Popular y
por su combinación estrecha. Es el pueblo el que toma las armas de acuerdo a la fórmula científica de Marx, de
qué “la violencia es la partera de la historia” y que por medio de ella la Sociedad da el salto de una calidad a otra
calidad.
Lenin señaló también otra cuestión: estos partidos de la II Internacional, pequeño-burgueses y los
partidos burgueses de la sociedad alemana, francesa etc., tenían una característica: los partidos burgueses se
forman alrededor de corrientes; las corrientes las encabezan distintas personas. En los partidos burgueses hay
una convergencia y un convenio entre distintas corrientes y ambiciones de ellos. Eso se ve en las agrupaciones
en los mismos parlamentos. Un partido puede tener 10 ó 20 senadores pero cada senador tiene su propio partidito
y, en un momento determinado dentro de los partidos burgueses hay algunos desplazamientos de grupos en el
control de la dirección, de acuerdo a las conveniencias de grupo, incluso en acuerdo con otros partidos cercanos.
El funcionamiento de los partidos burgueses estriba en los acuerdos entre las distintas facciones, en los
diversos estratos políticos que allí se encuentran organizados. Los partidos burgueses no son partidos que tienen
una centralización verdadera, sino que la centralización se deriva de los acuerdos de las facciones. Esa,
generalmente es la dinámica de los partidos burgueses. Por eso es que manejan tanto el parlamentarismo, la
maniobra, el cálculo político, el regateo previo a los votos que van a sacar. Si les conviene estar en mayoría en
un momento determinado dan su voto con esa mayoría para determinados puestos, determinada influencia.
Si ven que esa mayoría está desgastada por algo y que luego va a perder fuerza, se ponen en la minoría,
en la oposición, para después estar en el poder con más ganguería, puestos etc. La vida en los partidos burgueses
es bien diferente a los partidos proletarios, porque en aquellos lo que juega fundamentalmente son los intereses
de grupo en servicio de la burguesía, con el método del pragmatismo burgués, que es la norma y regla para todas
las componendas y cabildeos dentro de estos partidos. Así es, como funcionan estos partidos burgueses, lo que
vale es la mayor capacidad política de cada grupo por mantener a estas fracciones políticas dentro del partido y
servirse de ellas y del partido y de tener la capacidad de que cuando se llegue el desengaño tener otra fórmula
que los mantengan.

Esa es la regla de esos partidos, esa es la norma. Por eso ellos toman como modelo lo que llaman
“política” a las teorías y las prácticas de Maquiavelo y Fouché. A los partidos pequeño burgueses llamados
Marxistas en la época de Lenin y anterior a él, se les había dado bastante peso, sobre todo porque estaban
dirigidos por fracciones parlamentarias y no apoyadas por el proletariado. Al proletariado y a las otras clases las
veían como clientela de votación, clientela del partido, para tener fuerza en las elecciones, pero lo que
predominaba fundamentalmente eran las camarillas y grupos parlamentarios que propiamente eran las que
dirigían la política del partido.
También estaban formados por fracciones unidas por algunos intereses de tipo político parlamentario y
otros intereses. Es decir que distintas corrientes convergían en un mismo partido. Por consiguiente también había
el cabildeo, el pacto, para que tal o cual corriente esté representada en la dirección, en el Comité Central. Eso lo
combatió Lenin tomando en cuenta que eran las modalidades burguesas metidas en los partidos que se
denominaban Marxistas, y se estableció algunas bases que desde entonces han mostrado que al irse desarrollando
de acuerdo a las condiciones de cada país, guardando la esencia del Leninismo, son la médula vital de los
partidos que han logrado conducir a sus pueblos hasta la victoria.
El Partido Comunista de Nuevo Tipo: Un Partido Marxista-Leninista
El primer verdadero Partido Comunista fue el de la URSS, el Partido Bolshevique, que tuvo necesidad
de deslindarse de la escoria de los Mencheviques, que eran los que defendían el tipo liberal de partido. Lenin
forjó al nuevo Partido Bolshevique en las cualidades del proletariado y en la aplicación creadora del Marxismo.
Así pudo el Partido Bolshevique conducir al proletariado en condiciones muy difíciles en 1905, en una
insurrección que no logró el éxito deseado. Luego, en los años tremendos de represión, de vida clandestina y de
trabajo muy represivo y después en el desarrollo de la lucha armada del pueblo en 1917.
Todos los compañeros que han tenido el honor de ir a Vietnam pueden atestiguar que la regla de oro de
ese heroico pueblo es la de que una revolución popular como la que ellos llevaron a cabo contra el imperialismo,
sólo puede lograr el pueblo con gran estoicismo, con alto grado de organización, de disciplina, con el combate y
ofensiva continua, con la combinación de lo político con lo militar, lo interno como lo fundamental, lo
diplomático como medio estratégico y coadyuvante y el trabajo entre las tropas enemigas bajo la sabia dirección
del verdadero Partido del Proletario Marxista-Leninista. También la experiencia mundial nos enseña que, de lo
contrario, la revolución se estanca en cualquiera de las coyunturas o en cualquiera de sus niveles y no se lleva
hasta sus últimas consecuencias.
En tal situación, los intereses del proletariado que están ligados al Socialismo se ven postergados y la
reacción se ve entonces con todas las posibilidades de retardar el proceso revolucionario, hasta cuando el
proletariado pueda tener la conciencia y el partido que lo pueda conducir hasta el Socialismo, pasando por las
diversas etapas, para actuar consecuentemente en cada etapa y en cada coyuntura y aunque tengan que
establecerse gobiernos intermedios que todavía no son el Socialismo, pero que son una necesidad en
determinadas etapas para el desarrollo, incluso en esas fases. Si no existe el Partido Comunista verdadero, que
sepa conducir el proceso, se va la alianza o bien por el lado del oportunismo y el logrerismo, con el olorcito a
poder, de los gobiernos intermedios, o bien se va por el lado del sectarismo extremo que no permite unificar a la
sociedad en estas etapas intermedias.
Esta dirección y conducción correcta, sólo la puede dar el verdadero Partido Comunista, Marxista-
Leninista, que se base creadoramente en el Marxismo para el análisis y la transformación de la sociedad y que
use también los medios adecuados. Que sea capaz de tener una línea política adecuada en cada momento
determinado y que pueda mover a todos sus miembros en una sola dirección, y a través de sus miembros, a la
mayor parte del pueblo, en una dirección y en una línea revolucionaria consecuente en cada momento
determinado. Esa condición la tuvo el pueblo Vietnamita y por eso pudo llevar en forma tan limpia y correcta la
revolución, pudiendo hacer un frente grande, nacional, pudiendo apoyarse en él, siendo amplios y al mismo
tiempo, teniendo la capacidad de orientarse correctamente dentro de los marcos de esa amplitud para manejarse
hacia los intereses del proletariado y no hacia los intereses de la burguesía y por construir un ejército y fuerzas
locales tan grandes. Desde hace 52 años, es indiscutible que Vietnam, tiene un Partido Comunista que logró
llevar a la sociedad Vietnamita hasta el Socialismo en una parte del país y luego continuó la tarea para unificar la
patria y construir el Socialismo en el país; Esto es algo básico, si queremos avanzar al Socialismo y sí queremos
defender los intereses del proletariado de verdad y no demagógicamente.
A la luz de esto, podemos ver como, para nuestro pueblo es básica la construcción del Partido
Comunista verdadero de El Salvador.
A veces se ponen ejemplos para diluir la conciencia y la voluntad de empeñarse a fondo en ésta tarea
histórica y se dice: “Bueno, los cubanos hicieron la revolución de otra manera y después, tomaron un buen
camino.” Eso es cierto en parte; no fue el Partido Marxista el determinante para el camino, para el triunfo y para
la primera etapa de la revolución. Pero allí sucedió algo muy importante, el Partido Marxista si tenía un gran
forjamiento proletario y una gran influencia sobre el proletariado: el Partido Socialista Popular. Su grave error
consistió en el dogmatismo que lo llevaba al conservadurismo en la línea política, por lo que no supo estar a la
altura de la necesidad de la lucha armada. En las primeras etapas de la lucha armada se opuso a ella. Se unió al
final a esa lucha armada. Por otra parte, al terminar la primera etapa de la guerra, es decir, al tomar el poder el
pueblo, hubo una cualidad muy grande por parte de los dirigentes del 26 de Julio, en gran medida porque existe
allí un Fidel, un revolucionario excepcional que se ha caracterizado por estar a la altura de las necesidades de su
pueblo en todo momento y por eso muy sensible a las necesidades históricas de ese pueblo.
Se recordará que unos días después del triunfo de la Revolución en Cuba, Fidel decía abiertamente que
no era Marxista, que la Revolución en Cuba no era roja, sino verde como las palmas. Entonces hubo el peligro de
que esa revolución se estancara. Sin embargo tuvo tanta capacidad de dirección, sobre todo Fidel, que es un
verdadero genio revolucionario, que se dan los pueblos en determinados momentos de la historia, que supo
comprender cuál era el rumbo de la revolución frente a las amenazas del imperialismo y frente al porvenir que
planteaba una parte del 26 de Julio, (que tuvo que ser depurado, de los anticomunistas que planteaban la
continuación de gobiernos burgueses). Otra cosa, que frente a las amenazas y agresiones del imperialismo, Fidel
y toda Cuba supo contestar, dando un paso adelante. Eso indudablemente llevó a todos los revolucionarios
cubanos verdaderos a la conciencia y a la comprensión de que sólo por el Marxismo-Leninismo y que sólo con
un verdadero Partido Comunista se podía continuar consecuentemente a la revolución Cubana. De lo contrario,
la revolución hubiera naufragado como tantas otras revoluciones, de direcciones pequeño burguesas y burguesas.
Ya van como 80 revoluciones de liberación nacional en Asia y en África, que se han estancado y se han
convertido en regímenes burgueses atrasados, neocolonizados, que neutralizan los intereses del proletariado al no
caminar hacia adelante. Las luchas revolucionarias, pueden llegar a una etapa de triunfo en su revolución,
conducidas por diversas clases, por la burguesía o por la pequeña burguesía; eso se ha visto en los últimos 30
años.
Si pudiéramos estudiar cómo han llegado a su triunfo determinadas revoluciones de liberación nacional
en África y en Asia, (una cantidad enorme, que pasa de 50), podríamos ver que allí donde no ha habido un
verdadero Partido Comunista, en donde han sido partidos pequeño-burgueses o burgueses los que han dirigido el
proceso (ya sea por falta de desarrollo del proletariado como clase o por otras causas), realmente esas
revoluciones se han estancado en la etapa que se llama de liberación nacional, y muchísimas han retrocedido
hacia situaciones casi parecidas a las que tenían antes. Muchas han caído bajo tiranías militares feroces, al
mando de los franceses, de los norte americanos, ingleses. Otras simplemente se han sostenido en una situación
precaria, con un pié en el capitalismo y bajo el dominio del imperialismo y otras tratando de avanzar hacia el
fortalecimiento de su independencia o hacia el Socialismo.
Allí donde no hay un verdadero Partido consciente y bien organizado, el Partido Comunista que tenga
respeto en toda la sociedad, allí, lo que la historia nos dice, es que las revoluciones pueden llegar a gobiernos
provisionales en un determinado momento, a un gobierno aparentemente en manos del pueblo, pero realmente en
manos de la pequeña burguesía o de la burguesía, por la carencia del verdadero Partido Comunista. Pueden haber
infinidad de variantes para llegar al poder; la cuestión está, en cómo la llegada a ese poder inicia un proceso que
profundice las bases para los subsiguientes pasos y que en ese periodo real se den los subsiguientes pasos que
conduzcan al Socialismo.
Eso sólo lo puede conducir el Partido Marxista-Proletario: ese interés sólo puede tener la clase obrera
que es la clase que está ligada al Socialismo, la clase proletaria. Ya volviendo al caso de nuestro país, la
desgracia que tiene precisamente nuestra revolución es que no ha habido un verdadero Partido Comunista en El
Salvador
Necesidad Histórica del Verdadero Partido Marxista Leninista en El Salvador
En el país hay un Partido Comunista que se fundó en 1930, que durante sus primeras etapas cumplió
una brillante actuación, con aspiración a proletarizarse, a conducir al pueblo con todos los medios de lucha. Fue
la etapa de Farabundo Martí. Desgraciadamente no se pudo conducir el proceso debido a otro tipo de
debilidades, entre ellas: de no tener suficiente poderío ni organización militar para poder combinarlo
acertadamente con el enorme movimiento de masas.
Pero luego, ese partido Comunista ha hecho balbuceos en algunos momentos en que los sectores más
avanzados de él, han tenido mayor posibilidad de utilizar todos los medios de lucha. Pero en general, después de
las acciones del 2 de abril y 8 de mayo de 1944, la línea del Partido Comunista fue la de la acumulación de
fuerzas por medios pacíficos. Sólo en 1959, en la caída de Lemus, y en 1961-62, cuando entró el Gobierno de
Rivera que derrocó a la Junta Democrática, sólo en esa época, el Partido Comunista hizo intentos por
implementar la lucha armada o algunas formas de lucha armada y de autodefensa de las masas.
Pero en general, la línea oficial del Partido desde los años 1944 y 1945 para acá, ha sido, en lo político
una línea bastante oportunista, que finalmente llegó a hacerse recalcitrante en cuanto a la necesidad de la lucha
armada. Después, en 1970 luchó tesoneramente contra las organizaciones que estaban comenzando a formar la
guerrilla y que impulsaron la estrategia Político Militar. Y luchó tesoneramente durante 7-8 años en forma
abierta, desplegada, tomándolas dentro del sector popular, como las contendientes y los adversarios
fundamentales.
No estoy diciendo con eso que ellos consideraron a las FPL, como el enemigo fundamental, porque por
suerte ellos no se desviaron en eso, y siempre consideraron como enemigo fundamental al Imperialismo. No
obstante, dentro de la lucha por las masas ellos lucharon de una manera dura, desleal, abierta contra las
organizaciones político-militares, especialmente contra las FPL. Y cuando llamaban a la unidad, era a una
unidad tradicional, en la cual no se garantizaba en absoluto la hegemonía de las clases proletarias, sino por el
contrario, ellos llamaban a una unidad que no tomaba en cuenta que fuera el proletariado y el campesinado el
que en esa unidad tuviera la hegemonía (aunque no se dijera). Durante 8 años lucharon abiertamente contra lo
que llamaban “la violencia, venga de donde venga”.
En la larga lucha ideológica, que hubo dentro de ese partido desde 1959 al 70, elaboraron teorías
bastante refinadas y después de la Primera Huelga de Maestros en 1968, decidieron parar el Movimiento de
Masas, porque decían que no convenía, que estaba llegando a niveles de radicalización. Con este fin,
establecieron una “ley” : Durante el periodo de acumulación de fuerzas, decían, la lucha armada es negativa,
dañina, y el proceso de desarrollo en el periodo de acumulación de fuerzas, debe llevarse a cabo sólo con
medios políticos y pacíficos. Por pacíficos se entendía incluso lo clandestino, lo abierto que no fuera legal, lo
semilegal, pero excluyendo la lucha armada. Elaboraron una tesis para el “desarrollo” del movimiento
revolucionario y popular: “en El Salvador, la vía de desarrollo es la acumulación de fuerzas por los medios
pacíficos. Y sólo cuando se ha acumulado suficiente fuerza y en un momento en el cual ya existen toditas las
condiciones revolucionarias, es decir, la plena situación revolucionaria, en ese momento se puede levantar en
armas el pueblo con el modelo de una insurrección general rápida.
Admitían que la lucha armada será el medio determinante para la toma del poder, pero para la
acumulación de fuerzas, hasta llegar a la víspera de la toma del poder, únicamente la acumulación de fuerzas por
medios pacíficos y políticos es admisible. Consideraron que en 1970, había la posibilidad todavía de seguir
llevando al pueblo a las elecciones. Hicieron las alianzas, con Duarte y con el MNR, participaron en una serie de
farsas electorales y en cada elección, enconaban la lucha contra las formas de lucha armada, para atraer los
votantes a las urnas y se desbocaban a tal grado que por períodos adoptaban actitudes verdaderamente
reaccionarias contra la línea político-militar.
En esa situación, el PCS no ha estado en condiciones de ser el verdadero Partido Comunista Marxista
Leninista del proletariado. Aún con rótulo de PC, ha sido un partido con una línea pequeño burguesa más, aún
cuando su estructura organizativa es la de un Partido Comunista, y aquí es donde debe entrar para nosotros la
reflexión de que la creación y construcción del verdadero Partido Comunista, no sólo es cuestión de estructuras y
de organización, aunque es algo necesario y vital la estructura leninista que es una estructura determinada; No
basta sólo pensar en sentido estructuralista para convertir al Partido Comunista en verdadero Partido Comunista,
sino también en sus métodos de trabajo, en estilo de trabajo, en línea fundamentalmente ideológica.
Hay dos cosas: Un Partido Comunista y principalmente sus dirigentes podrán manipular a maravilla y
aparentemente de manera lógica las reglas y normas del Marxismo y sus principios teóricos, y hacer
exposiciones bellísimas en relación con el desarrollo de la sociedad en general y el de su propia sociedad; más
eso, es una cosa, y otra es la consecuencia, los resultados y las conclusiones que sacan de esa belleza de
apreciaciones aparentemente Marxista pero no acordes en un momento determinado con la realidad del país.
O sea, lo que se llama línea política, de la cual se ramifican las distintas líneas políticas de área, que
obedezcan a un sólo pensamiento colectivo. Ese pensamiento se subdivide en trabajo hacia todas las áreas: la
línea de masas, la línea para lo internacional, para los aliados internos, para la diplomacia. Si la interpretación
Marxista se plasma en una política consecuente que converja en ese momento determinado y viendo hacia
adelante, a defender los intereses inmediatos y revolucionarios del proletariado, esa línea, es una consecuente
aplicación del Marxismo a la realidad, o sea de la teoría a la práctica.
Desgraciadamente con un Partido Comunista que por décadas ha jalado hacia las posiciones de derecha
y sobre todo con un Partido con una dirección ensoberbecida, autosuficiente, que no quiere dar su brazo a
torcer, que las criticas que se hace, sus autocríticas son aparentemente sinceras, pero bastante parciales, que
sólo tocan lo superficial para dejar el fondo de sus tesis, sus teorías, su actuación más fortalecidas todavía, con
una aparente sinceridad y autocrítica.
Algunas Experiencias de Nuestra Historia
Y en esto el Partido Comunista de El Salvador, su actual dirigencia (no quiero hablar de todo el PCS),
se ha caracterizado por ser maestros del maniobrerismo parlamentario y burgués, que lo utilizan en toda su
actuación; ya sea en sus reuniones bilaterales, ya sea en el convencimiento hacia una persona, hacia el conjunto
y los aliados.
El maniobrerismo burgués, su cálculo, su concepto todavía no correcto de lo que es la unidad del pueblo
en función de los intereses del proletariado, sino la unidad del pueblo como algo tradicional, con un concepto
cuantitativo, que mientras más grande es, por ese hecho es mejor; aunque se sacrifiquen los principios del
proletariado con tal de formar “una pelota bien grande” en manos de una parte de la burguesía.
Este concepto, el PCS todavía no lo ha depurado del todo. Su aparente sinceridad en la autocrítica es de
un estilo tal que le sirve para dejar las raíces de los errores siempre vivas, que no queden desacreditadas las
raíces de los errores y así en cualquier coyuntura poder actuar similarmente. Para dejar bien a las claras ese
método deformado de autocrítica, me voy a referir a la Guerra con Honduras, como un ejemplo.
En esa ocasión, los que considerábamos como una traición al proletariado internacional y al
campesinado, al proletariado y al estudiantado salvadoreño y hondureño la teoría de la defensa de la patria
salvadoreña, desarrollamos una oposición fuerte y muy aguda dentro del partido, en contra de la línea que tomó
la mayoría derechista de la dirección del Partido Comunista Salvadoreño. Esta tomó la línea de fortalecer el
esquema y la organización de “Unidad Nacional”, que promovió el General Sánchez Hernández en ese momento.
El Presidente Sánchez Hernández convocó a todas las “fuerzas vivas”, incluyendo a las organizaciones
populares, para darle base social a la agresión militar que en esos momentos se preparaba contra Honduras. El
Presidente del régimen tiránico y agresor planteó la necesidad de formar la unidad nacional en ese “momento de
emergencia y peligropara la patria”.
Esa unidad nacional significaría que la lucha de clases interna que en esos momentos estaba bastante
aguda debía de aplacarse. Que los patronos dijeran que iban a disminuir sus agresiones contra “sus” trabajadores
y que los trabajadores se comprometieran a no hacer ninguna huelga, ninguna petición de aumento de salario,
ninguna petición de clase y que cesarían sus agitaciones políticas.
La mayoría derechista de la Comisión Política del Partido Comunista de El Salvador inmediatamente
tomó el acuerdo de adherirse a ese llamamiento de Unidad Nacional”, porque daba la posibilidad, decían, de
unir a todo el pueblo por la paz.
Hay una cosa interesante: el oportunismo casi nunca trata de presentarse como tal, sino que teoriza, trata
de adornarse, de echarse una capita de azúcar, para que las masas pueden tragarse las orientaciones oportunistas.
De lo contrario no se las tragarían. En esa oportunidad, sus tesis las plantearon teóricamente, fundamentadas,
“basadas en el Marxismo”, con un enfoque de clase. Decían: En la guerra hay dos bandos: los dos obedecen a
intereses de clases; Sánchez Hernández está por los industriales y los industriales no quieren perder el mercado
de Honduras porque allí tienen 80 millones de dólares anuales, en el mercado más grande que tienen en Centro
América y una guerra podría hacerlos perder y se resquebrajaría el Mercado Común Centroamericano, y eso no
conviene a los industriales. Es un grupo que se opone a la guerra. A ese grupo es al que representa Sánchez
Hernández y son los que están por la Paz. En cambio, están por la guerra los terratenientes, porque ya es
demasiada presión interna del campesinado, y se está radicalizando mucha por no tener tierra. Los terratenientes
no quieren hacer una reforma agraria en El Salvador, no quieran dar la tierra y quieren la tierra Hondureña para
resolver dos cosas: El problema de presión demográfica y el problema social de la reforma agraria, para los
campesinos de El Salvador. Y lo quieren hacer a base de las tierras hondureñas.
Como vemos, aquí hay dos posiciones radicalmente distintas: Los que quieren la guerra y que están
capitaneados por Medrando y los que quieren la paz, que están capitaneados por el General Sánchez Hernández.
Nosotros apoyamos a Sánchez Hernández para preservar la paz y para luchar contra los guerreristas, como quien
dice, las palomas contra los halcones; y la cosa resultó al revés: se metieron de cabeza en el apoyo a la
reaccionaria política de la “defensa de la patria”, incluso le dieron a todas las células, y a todas las
organizaciones de masas la tarea de incorporarse a los grupos de defensa civil. En ellos estaban los de ORDEN.
Entonces, formaron unidad con los de ORDEN, que dirigía Medrano, en cada cuadra, multifamiliar, barrio, etc.
para controlar que la gente disciplinadamente cumpliera con las órdenes de los militares.
Andaban de cuarto en cuarto, de casa en casa, viendo que no se tuvieron encendidas las luces y que
estuvieran las cortinas bien cerradas. Y el que no cumpliera, el vecino que dejara las cortinas descorridas, ese era
un anti-patria, y lo denunciaban por estar a favor de los hondureños, dándoles puntos de referencia para el
bombardeo aéreo.
Otra tarea: Fue lograr el mayor número de dulces y abastecimientos para llevarles a los soldados de
Medrano a Ocotepeque o del Diablo Velázquez. Consideraban que no era buen miembro de la Asociación de
Mujeres u otra de masas, si no se hacia eso y ponían como ejemplo de ser buen miembro del partido, a quien
llevara chicles a los soldados defensores, es decir se metieron de lleno al asunto de la defensa de la patria. Pero
eso no fue lo fundamental, sino que lo fundamental fue haber engañado a la clase obrera. Un conocido miembro
derechista de la Dirección del PCS planteó en una reunión muy grande que se preparó la interfederación de
trabajadores (FUSS-FESTIAVTSES): “Nada ha sido dado sin lucha en el camino sindical. Nosotros lo que
hemos logrado ha sido a base de sacrificios. Aquí se ha derramado mucha sangre de compañeros obreros por
conquistar el fuero sindical, la libertad sindical, la ley para las huelgas, etc.; que no son perfectas, pero son
conquistas que han costado sangre. ¿ Qué pasará sí la burguesía Hondureña lograra imponer su régimen en El
Salvador ? Ustedes perderían las conquistas que han logrado”.
El engaño a la clase para uncirla a la agresiva política de la burguesía era bien evidente. Después, ante
la lucha ideológica fuerte, ante la critica contra esa línea y ante el desenmascaramiento de que igual había sido el
papel de los partidos oportunistas de la II Internacional, que habían lanzado obreros contra obreros en defensa de
su propia burguesía en la primera Guerra Mundial y ante las evidencias aplastantes de su traición a los principios
del Internacionalismo proletario, no tuvieron otro camino que hacerse una “autocrítica”.
Pero ¿ Qué tipo de autocrítica ? Decían: “Ustedes tienen razón, hemos cometido el error de apoyar la
línea de unidad nacional de Sánchez Hernández, pero fue ‘por falta de información’ cuando tomamos esa línea,
no nos habíamos dado cuenta que ya los industriales y los terratenientes se habían puesto de acuerdo en
impulsar una misma línea agresiva, en impulsar la guerra. Ese fue nuestro error, falta de información”. De tal
manera, no lo veían sino que lo adornaban.
La dirección de derecha del PCS nunca ha reconocido a fondo su política oportunista, sus autocríticas
son siempre calculadas, tácticas para resguardar el fondo y las raíces de los errores. Con la admisión autocrítica
trataban de ocultar la esencia del oportunismo, mediante un reconocimiento torcido autocrítico. Trataban de
mantener vivas las raíces de los errores, para no extirparlas totalmente y para no tomar una línea correcta. Ese
estilo, ellos lo siguen utilizando en su autocrítica. Por ejemplo para ellos decir Guerra Prolongada es un error. La
guerra comenzó, según ellos cuando se comenzaron a incorporar a la misma; con ese recurso, quedan
condonados todos los años, 8 años de su política oportunista de la década del 70 y su política reaccionaria contra
las guerrillas, e incluso las delaciones masivas. En sus autocríticas todo eso queda justificada y tratan de fabricar
la historia de otra manera. Por ejemplo dicen que el 28 de febrero de 1977, fue el día en que “finalmente el
pueblo a base de su propia acción y experiencia pudo convencerse de que el camino de las elecciones estaba
agotado”, y que era necesario tomar el camino de la lucha armada. Adornan así toda su política oportunista y
antiguerrillera de los años 70, tratando de justificarla con el argumento de que la participación en las elecciones
había sido buena porque “habían llevado al pueblo a la frustración”. Los revolucionarios, desde 1970
mostramos, con el avance de la lucha armada, que la burguesía utilizando todo ese enorme andamiaje de la
saturadora propaganda, que se hace en las elecciones en ese juego electoral y que ya sabemos sus resultados,
siempre engaña a una gran proporción de masas. Ellos se jactaban sus 300 mil votos, emitidos en el carrusel de
toda la propaganda que alrededor de las elecciones había logrado, sin ganar el gobierno y volvían a levantar
ilusiones y falsas esperanzas en un pueblo, que ya realmente hubiera ganado mucho de haberlo enfilado sin
vacilaciones en la estrategia política militar, como las FPL lo estaba haciendo.
Sin embargo en 1977, después de la masacre del 28 de febrero; hasta entonces dicen ellos, “el pueblo
pudo darse cuenta de que ya no había otro camino”; y que es bueno que se reconozca que otras organizaciones
desde antes habían empezado a decir lo mismo, pero que según ellos, hasta entonces se dieron las condiciones
masivas para que éste pueblo pudiera volcarse a favor de la lucha armada.
La Técnica de Manipulación de la Autocrítica
Así como esa, se hacen otras autocríticas. Realmente “nosotros en algunos momentos caímos en el
economismo, en el burocrátismo, que después lo combatimos en el seno de la clase obrera”, etc. Críticas de
paso. Pero el fondo del oportunismo queda vivo, listo a desbordarse en coyunturas que consideren favorables.
Se hacen otra autocrítica: Durante dos años no pudimos implementar la lucha armada, a pesar de que
desde 1977 estábamos ya convencidos. Y esto se debe a las costumbres liberales de nuestro partido que estaba
acostumbrado a la lucha legal; cuesta mucho reeducar a los miembros en la nueva línea y fue hasta 1979, que
nosotros empezamos a implementar la lucha armada”.
Pero precisamente para dejar vivas las raíces del oportunismo, ellos se siguen negando a reconocer que
la lucha armada comenzó en 1970, que la Guerra Popular comenzó entonces partiendo de lo simple a lo
complejo y, sobre la base de dejar vivo el fondo de sus errores quieran hacer su historia de otro modo: que la
guerra comenzó a partir de 1978 y más aún en 1980, cuando se unieron a la fuerza. Porque guerra no es
“cualquier cosa” dicen. Guerra es una cosa “integral”. Dicen que no puede llamarse guerra a las primeras
guerrillas, ni a todos los primeros periodos de desarrollo de la lucha armada, sino cuando ya se entabla la lucha
fuerte entre dos ejércitos. Así quedan sepultados de un plumazo, todos los sacrificios y esfuerzos de la parte más
avanzada del pueblo, la sangre de centenares de héroes y mártires revolucionarios, que desde 1970 fueron
poniendo y desarrollando la lucha armada, la guerra de liberación, pasando con éxito las etapas iniciales,
desarrollando y consolidando la guerrilla urbana y rural, convirtiendo la guerrilla y la lucha armada en una
realidad irreversible en El Salvador y conduciéndola a escalones cada vez mas altos; imposible de negar, incluso
por sus más recalcitrantes oponentes ideológicos, por aquellos que durante esos años se mofaban de los que
calificaban de “aventureros, terroristas, radicalismo de izquierda, ultras y grupúsculos aislados de las masas”,
porque no se sumaban al yugo burgués sangriento electoral del régimen. ¡Hasta donde se puede llegar tratando
de mantener vivas las raíces del oportunismo! ¡Hasta donde se puede manipular la autocrítica deshonesta y
empleada tácticamente!
Son autocríticas calculadas para dejar vivas los esquemas que pueden ser utilizados en coyunturas
posteriores. Por ahora estamos entrando en un grave peligro. Ya aparecen cantares de sirena de la “próxima
campaña electoral presidencial”. Comienzan a recomponerse las fuerzas para la participación en el jolgoria
electoral próximo. Y el partido no hace una autocrítica profunda de su línea oportunista del 70-78, porque quiere
dejar vivas las raíces de la posibilidad de “manejarse en las coyunturas”, con bastante agilidad, no en un sentido
como lo entendemos nosotros y con seguridad que en la medida en que arrecie el jalón hacia las próximas
elecciones van a ver en primer lugar: el “MPSC, (que dijo que está de acuerdo con una “proyección amplia” ). Y
el PCS con su UDN, que van a empezar a vacilar bastante y va a comenzar a dar azotazos hacia las próximas
elecciones, que es la segunda fase de la maniobra política del imperialismo. Por eso, las autocríticas que ellos
hacen, tenemos que estudiarlas como gente seria, desde el punto de vista Marxista y con el conocimiento que ya
tenemos de nuestros amigos.
Un partido así, que no ha sido capaz todavía de tener plena conciencia del papel que le corresponde para
dirigir a ésta sociedad hacia el Socialismo, sino que se va quedando en cada lagunita que va apareciendo en las
coyunturas, se van quedando empantanados en cada coyuntura. El resultado está en que en las coyunturas sus
previsiones no se han logrado.
En resumen: Tenemos una realidad en El Salvador, que no hay un verdadero Partido Comunista y no
hay disposición, por lo menos en la dirección de ese partido, de ser el verdadero Partido Comunista de El
Salvador.
En tales condiciones, en el proceso revolucionario de El Salvador, ha resultado que las FPL por haber
tomado con mucha dureza y sacrificio el camino más acertado para los intereses del pueblo y haberlo hecho una
realidad irreversible desde 1970, el camino de la estrategia política militar, y que algunos de sus cuadros y
miembros abandonaron ese partido para formar el instrumento del pueblo, las FPL, es ésta la organización que
ha tenido más posibilidades de formarse como el verdadero Partido Comunista. Y ese es así, tanto por sus bases
ideológicas Marxistas-Leninistas, que firmemente aspira aplicarlas creadora y consecuentemente a las
condiciones propias del país, como fundamento de la línea estratégica y política, como por su duro forjamiento
en la práctica revolucionaria.
¿Porque Corresponde a las FPL – Farabundo Martí Tomar en sus Manos esta Necesidad Histórica?
Conclusiones:
Aún cuando aquí no sea posible una exposición mas amplia sobre el pasado y el presente en el
desarrollo del proceso revolucionario en el país, de los rasgos expuestos queda evidenciada la necesidad, que hay
para el consecuente desarrollo de ese proceso, de que las FPL se convierte en el verdadero Partido Comunista
Proletario Salvadoreño.
1. Porque no existe verdadero Partido Comunista
2. Porque si realmente queremos impulsar la revolución, es necesario que exista en El Salvador el
legitimo Partido Marxista Leninista del Proletariado que vele por los intereses de la clase obrera, el campesinado
pobre y el resto del pueblo.
3. Que las FPL han creado tales condiciones en sí, por la dureza de la lucha que le ha tocado, por la
decisión con que ha tomado un camino, una línea, que en la práctica se ha demostrado que es una línea adecuada,
Marxista, a las condiciones del país. Por su devoción y su obligación de defender los intereses del proletariado,
por su aspiración y su trabajo en pro de la construcción de la base material de las alianzas y la unidad, que es la
alianza de los obreros y campesinos. Por el forjamiento de sus cuadros en el sacrificio, en el amor al pueblo, en
el internacionalismo proletario. Por todas estas razones, es la Organización en la que recae esta obligación
histórica más que en otras.
La necesidad en éste momento de la existencia del verdadero Partido Comunista, se deriva de la
necesidad histórica imprescindible y urgente para la conducción consecuente del pueblo hacia la revolución y el
socialismo.
4. En que realmente no existe ese necesario instrumento de conducción del pueblo.
5. En que las FPL tienen condiciones para ser la base del verdadero Partido Comunista de El Salvador,
si en verdad toman conciencia y se deciden a cumplir esa tarea histórica aún cuando no menosprecien la
posibilidad de que otros núcleos y otras organizaciones tomen conciencia de eso y emprendan también ese
camino, ésta es una obligación propia, no delegable a otros por las características que presentan y por las
características propias de la Organización. Es la que está en mayor capacidad de convertirse en menor tiempo en
el verdadero Partido Comunista de El Salvador, por la necesidad de la conducción de la guerra.
Sin el verdadero Partido Comunista, la conducción de la guerra popular, conduce a resultados muy
parciales, dada la necesidad de la combinación acertada de lo político y lo militar. Si no hay una fuerza
verdadera de Partido, el Partido verdadero, no se puede combinar acertadamente lo político con lo militar: o bien
lo militar predomina de una manera militarista sobre el resto de estructuras y necesidades, o bien se descuida lo
militar, y entonces, lo político en una forma unilateral y no correcta no llena las necesidades armadas del
pueblo para el triunfo de la revolución.
Sólo el Partido Comunista verdadero es capaz de dominar realmente los distintos medios de lucha de un
pueblo, tanto los medios políticos internos, como los militares y el trabajo dentro de las filas del ejército
enemigo, así como el trabajo en el exterior y en lo diplomático. Sólo el verdadero Partido Comunista, es capaz
de distribuir sus fuerzas, de hacer que todos actúen dentro de un sólo pensamiento y que haya una correcta
división del trabajo colectivo e individual dentro de una sola línea general y política que forme un solo concierto,
una sola unidad de voluntades que dé verdadero podería a la acción revolucionaria en todas partes, y ejercer
decisiva incidencia en la vida nacional y en el exterior.
Se necesita el verdadero Partido Comunista para el acertado accionar del pueblo en los actuales niveles
de lucha de clases, en las alianzas y en la unidad amplia del pueblo.
Precisamente el verdadero Partido Comunista de El Salvador que realmente lo fuera, no importando su
nombre, tendría mucha mayor capacidad de actuar de una manera positiva y consecuente en los terrenos de la
unidad, y hacer avanzar la unidad más consecuente y rápidamente a niveles superiores. Precisamente por los
intereses de la unidad se necesita de la existencia del verdadero Partido Comunista de El Salvador. Como no ha
existido, en eso estriba uno de los males fundamentales de la unidad y quizá el fundamental
!REVOLUCIÓN 0 MUERTE! !EL PUEBLO ARMADO VENCERÁ!
FIN DEL PRIMER CUADERNO
Prohibida su reproducción Total o Parcial
MARCIAL
1er Responsable del Co-Cen de las FPL Farabundo Martí

Dejar una respuesta