La Universidad de El Salvador se estremecía ante una reforma universitaria que la democratizaba y que rompía con las elites educativas que la habían caracterizado. El rector, Dr. Fabio Castillo Figueroa, sabía que la Universidad podía, debía y tenía que ser un centro científico, fuente de inspiración democrática y fuerza liberadora.
El Dr. Fabio Castillo, un médico fisiólogo, y fundamentalmente un educador, era un hombre de unos 40 años, de buena estatura, de palabra organizada y afilada, con un pensamiento que buscaba siempre con afán y tenacidad a su presa, la realidad, para entenderla y transformarla.
En la década de los años 60s del siglo pasado, tuvo la audacia y valentía de relacionar la Universidad de El Salvador con la Universidad Lomonosov de la Unión Soviética, y la derecha cavernícola del país se lanzó, cuchillo en mano, en su contra. El país fue testigo del histórico debate en televisión, en el que el Dr. Castillo defendió la reforma universitaria ante el Ministro del Interior de esa época, un coronel llamado Fidel Sánchez Hernández.
Así era Fabio Castillo, tenaz, firme y convencido de sus ideas, dueño de un inmenso prestigio y autoridad, y cuya gestión universitaria se entrelaza con las históricas huelgas magisteriales de 1968 y 1971.
Su mensaje y su posición aclararon, alentaron y promovieron las luchas magisteriales, y todo el país estaba pendiente de su palabra, sus directrices y sus llamados.
En esa misma década del 60, Don Fabio fue el candidato presidencial en la histórica campaña electoral de 1967, con el Partido Acción Renovadora (PAR), que es una escuela de campaña política que llevó al terreno electoral un programa político que recogió propuestas de solución a la crisis de ese momento. Miles de muchachas y muchachos fueron promovidos y organizados a la luz del mensaje reivindicativo del PAR, y Don Fabio recorrió todo el país llamando a la organización, la incorporación y al voto digno. Esta década abrió la puerta al momento decisivo de la década del 70, porque el proceso político llevaba a la mayor confrontación, y todos los arroyuelos y caminos conducían hacia la guerra. Esta se configura en sus contornos decisivos en la década de los años 70, y Fabio Castillo Figueroa fue uno de los diseñadores y organizadores de las fuerzas políticas que constituirían el frente guerrillero más prestigioso de nuestra historia.
El Dr. Fabio Castillo se incorporó sin vacilación a la guerra popular revolucionaria, y su experiencia, capacidad y entrega contribuyó grandemente al desarrollo de la mayor experiencia político-militar que hayamos realizado los y las salvadoreñas.
Durante 20 años, los años que duró la guerra, Fabio Castillo estuvo constante, comprometido y de pie en el mayor de los hornos de nuestra historia.
Médico de profesión, político revolucionario por compromiso ético y convicción, luchador social por su sentido democrático y por sobre todas las cosas, educador. Así era Don Fabio, dueño de una impresionante memoria histórica que le permitía el análisis y la reconstrucción de episodios históricos del proceso político. Siempre fue un firme defensor de sus ideas y una vez terminada la guerra, su talento y vocación fue puesta al servicio de la Universidad de El Salvador.
Las aulas universitarias tienen su voz grabada en sus paredes y pizarras, Sin duda que el futuro de la Universidad habrá de contar con sus opiniones y posiciones.
Don Fabio vivió entregado a sus convicciones educativas y democráticas. Su vida y su lucha encarnan al verdadero patriota que no renuncia jamás a su vida de compromiso. Las luchas actuales y futuras mucho le deben a este hombre gigante que acaba de morir.
La muerte siempre es una invitada de piedra en el festín de la vida, y por eso no sorprende; aunque siempre produce retumbos y sobresaltos, segundos trémulos y preguntas sin respuestas. La vida misma parece invitarla o pareciera que no necesita invitación alguna. Y cuando un personaje como Don Fabio Castillo se encuentra en el cruce de caminos que conduce a los retornos, un sentimiento de pérdida insustituible danza en el viento, conversa en los rayos de sol y todo está diciendo que la patria pierde a un hombre de valía, pero la memoria se fortalece con la luz de una vida que supo ser digna, valiente y entregada.