SAN SALVADOR. 19 de agosto de 2005 (SIEP) La organización ecuménica Comunidades de Fe y Vida (COFEVI) de El Salvador propuso esta mañana a la pastora indígena luterana Sihuat Tutut, como una de las mil candidatas al premio Nóbel de la Paz.
El propósito –explicaron- es dar a conocer el papel protagónico desempeñado por las mujeres alrededor del mundo en la construcción y promoción de la paz y la defensa de los derechos humanos, tanto en sus comunidades como a nivel internacional.
Diversas iglesias luteranas de Estados Unidos y Europa felicitaron a la candidata salvadoreña, que es reconocida internacionalmente por su valiente compromiso a favor de los derechos de los pueblos indígenas, en especial el derecho a construir su propia espiritualidad.
La Rev. Tutut, de 50 años, es pastora de la Iglesia Luterana Popular y reside en Nahuizalco, departamento de Sonsonate, a 75 kilómetros al occidente de San Salvador, lugar con fuerte raigambre indígena y una antigua tradición de resistencia popular ante los terratenientes y militares.
“Es para mi un honor y una gran responsabilidad aceptar esta propuesta” expresó la Rev. Tutut, quien también dirige la Asociación Cultural Indígena SIHUAT, que trabaja “en el rescate de la identidad cultural y espiritual de los pueblos maya, pipil y lenca.”
“No lograron destruir nuestras raíces indígenas, nuestra espiritualidad basada en la Madre Tierra, ni los conquistadores españoles con las encomiendas ni los militares genocidas con la dictadura, ni lo lograran los neoliberales areneros de la globalización, nuestras raíces son muy profundas…” aseguró en entrevista en el programa radial Fe y Esperanza.
“Mi familia emigró a San Salvador cuando estaba pequeña y me pusieron a estudiar en una escuela pública. Venimos con mi mamá, papá y abuela materna, que era originaria de Guaymango. Vivía en dos mundos. El de la escuela, donde me socializaban en el mundo occidental, ladino, y el de mi casa, con mi abuela, que sin saber leer ni escribir, conocía el mundo mágico de mis antepasados y me lo trasmitía en un profundo sincretismo. La escuela era un mundo confuso donde había que competir y aprobar, con mi abuela me sentía más libre, más solidaria…”
“La escuela fue también al inicio un espacio muy duro, de enfrentamiento, se burlaban de mis vestimentas, de mis forma de hablar, de mis costumbres, del color oscuro de mi piel, eran aspectos que lo estigmatizaban a uno como diferente, como indígena. Tuve que hacerle frente a todas estas cuestiones que en vez de desanimarme afirmaron mi verdadera identidad y es por eso que luego renuncie a mi nombre de esclava y asumí el nombre que me dieron mis abuelos…”
“Una experiencia que me marcó fuertemente fue la militancia de mis hermanos mayores a principios de los setenta en el Partido Comunista. Te imaginas lo que significa en un país como el nuestro, represivo y machista, ser acusada de mujer indígena, bruja, comunista, curandera y hoy metida a pastora luterana… “
“Al salir de sexto grado mis padres me matricularon en el Instituto Obrero José Celestino Castro, un colegio vinculado a los sindicatos, a la FUSS; quedaba en la Avenida Cuscatlan, fue allí donde fui tomando conciencia social, aclarándome sobre las injusticias que nos rodeaban, y también me encontre con la encrucijada del materialismo que allí se enseñaba y negaba la existencia de Dios, cuando yo era creyente. Al final prevaleció el espíritu creyente de mi abuela sobre los manuales de materialismo…”
“Recuerdo de esa época, con mucho cariño a los profesores Mario Medrano, dirigente magisterial, que era el director del Celestino, a Fina Murillo, a Guadalupe Lozano, a Noe Coto, a don Hipólito, que nos enseñaba a jugar ajedrez, esa era la materia que daba…”
“Nosotros creamos una organización estudiantil, el FRES, Frente Revolucionario de Estudiantes de Secundaria, el fresco le decíamos, eramos un grupo de jovenes soñadores y muy activos. Luchábamos por los intereses estudiantiles, por la libertad de organización, por rebajar las cuotas de escolaridad, contra la dictadura militar…”
“Me case muy joven, tengo cuatro hijos, mi compañero era organizado pero la vida familiar como a muchas mujeres en nuestro medio me alejo de la lucha política. Además era un momento de mucha confusión, convulsiones, divisiones, unos amigos míos se quedan en el PCS, otros se van con las FPL, otros con el ERP…”
“Conozco a Mario Vigil, que se queda en el ERP, a Vladimir Rogel, eramos un grupo muy combativo en secundaria, celebrábamos el 1ro. de Mayo junto con los sindicatos, con efigies del Che y de Lenin, conmemorábamos a Saúl Santiago Contreras y Oscar Gilberto Martinez, obreros que habían muerto en la huelga de ANDES, hacíamos muchas actividades…”
“Luego me alejo de todo esto y me acerco más a mis raíces indígenas, me inicio con grupos espirituales de Izalco, a descubrir la espiritualidad indígena, a empatar de nuevo con las enseñanzas de mi abuela, a seguir el rastro de Feliciano Ama , de mis abuelos y abuelas asesinados en el 32, a hurgar en mi dimensión personal anímica…”
“La espiritualidad indígena nuestra es bastante sincretista, hace una mezcla de mezclas, que incluye desde visiones teosóficas cardianas, de doctores espiritistas hasta la veneración al niño de Atocha, desde costumbres ancestrales de cofradías hasta los rezos a las vírgenes, entendés que necesitaba reencontrarme con mis raíces y esto se da en experiencias clandestinas…”
“Y descubro que así como en San Salvador existía la clandestinidad por motivos políticos aquí en Izalco existe la clandestinidad por motivos religiosos. La resistencia cultural indígena florece en la clandestinidad , por eso no pudo ser destruida. Resistimos quinientos años. Nuestros abuelos y abuelas nos la guardaron pero no la enseñamos a todos, ellos fueron como dice el evangelio prudentes y a la vez astutos…”
“Por ejemplo en la tradición indígena existen un sin fin de santos, se parecen a los santos de la Iglesia Católica en los nombres y las imágenes, pero sus historias son diferentes, el mensaje es distinto. Con mucho orgullo te cuento que una de mis maestras fue la Juana Torres, el poeta Cea también de Izalco, sabe de quien te estoy hablando, una bruja completa, ella fue mi maestra…”
“Sí, a mi también me acusaron de bruja, con mucho orgullo, no de Salem sino de Izalco, fijate que en 1995, te voy a contar, aquí en San Salvador, aparecieron papeles fuera de mi casa denunciándome como bruja y condenandome a muerte, por hacer ritos indígenas y practicar el zoomorfismo. Firmaban la nota Los Angeles Salvadores. Puros escuadrones. Decían que me convertía en las noches. Y mis hijos se reían y me preguntaban que donde había dejado la escoba…”
“En el 2000 formamos la Asociación Cultural Indígena SIHUAT e iniciamos un trabajo de rescate de la identidad y de resistencia frente a la globalización, en diverso municipios de Sonsonate, como Izalco, Nahuizalco, Santo Domingo de Guzmán, hicimos un Museo Comunitario itinerante, me acuerdo que nos decían la mara cultura…”
“Nos pusimos Sihuat no porque signifique mujer en nahuat, sino porque representa la parte femenina de la madre Tierra. A mi el nombre me fue dado en una ceremonia religiosa, con médiums, en la mediumnidad. Y desde entonces abandone el nombre de esclava, que fue el de Teresa Escamilla. Nosotros somos pipiles, de origen nahuat pipil…”
“Mi encuentro con la Iglesia Luterana y mi militancia en la Iglesia Luterana Popular, en la que soy pastora, surge cuando me entero que tenían una Pastoral Indígena, luego de los Acuerdos de Paz de 1992, y los voy conociendo, me identifico mucho con la practica de oración y lucha de sus pastores, con su visión del proceso popular de liberación y aquí estamos, agradeciéndola a nuestra Madre Tierra la oportunidad de vivir, soñar y luchar…”
“El próximo 12 de octubre vamos a celebrar el Día de la Resistencia Indígena. Lo vamos a hacer con el Bloque Popular Social, desde ya los estamos invitando y lo vamos a hacer en Antiguo Cuscatlan, donde esta la estatua de Atlacatl, vamos a tener un ceremonial indígena y luego un acto político-cultural desde ya lo estamos invitando…”