Celebramos una vez ms la llamada Semana Santa, cuya tradicin tiene una fuerte influencia en nuestra Amrica Latina y el Caribe. Me parece atinado compartir esta reflexin despus de varias semanas de nuestra visita a Israel y Palestina. Adems, de solicitar la solidaridad de hombres y mujeres de buena voluntad hacia una situacin grave y urgente.
Visitamos Israel y Palestina por primera vez mi esposa Raquel y yo en setiembre de 1973, junto a una delegacin de lderes de la Iglesia Cristiana (Discpulos de Cristo) de los Estados Unidos y Canad, para asistir a un congreso internacional sobre religin y espacio sagrado. Han pasado ya ms de tres dcadas.
Ahora hemos estado en Beln con visitas a Ramallah y Jerusaln, donde nos recibe el Centro Internacional de Beln de la Iglesia Luterana en Jordania y la Tierra Santa. La primera impresin en Tel Aviv fue el impresionante moderno aeropuerto internacional Ben Gurin. Aunque las medidas de seguridad no parecan tan estrictas se senta una atmsfera tensa.
Ya encaminados hacia Beln fuimos percibiendo el notable desarrollo del lado israel con una infraestructura impresionante que se aprecia por las modernas autopistas y los edificios construidos recientemente.
Entonces, nos topamos con el primer punto de seguridad hacia Beln y la realidad nos golpea sbitamente: estamos en medio del conflicto rabe-israel. La tensin crece. El guarda y el chofer intercambian frases que parecen insultos en rabe, pero sabemos que culturalmente el idioma nos suena as, aunque no sea tan dramtica la situacin. El chofer explica que l se haba quejado de que haban dejado pasar a otros vehculos y nos seguan postergando a nosotros.
Observamos inmediatamente que la entrada a Beln en ese puesto de seguridad est en franco proceso de transformacin. La gran muralla que se construye para aislar los territorios palestinos de Jerusaln y todo el territorio de Israel est siendo erigida aceleradamente. Se nota que la vida nocturna, que segn nuestros hermanos y hermanas en Beln era tan vibrante, ya no existe, otro dato que abona a la sensacin de un asilamiento que ha sido impuesto a la poblacin palestina de Beln.
Esa noche fuimos recibidos en el Centro Internacional de Beln, con un espritu hospitalario y fraterno. Luego del desayuno y antes de la introduccin a la experiencia que nos aguardaba, tuvimos un devocional que comenz con un bello himno navideo, Oh, Aldehuela de Beln.
La reflexin nos obliga a situarnos. Estamos en la Beln que vio nacer a Jess y sin embargo aqu se ha sitiado a la poblacin palestina, ha habido vctimas de la brutalidad militar de Israel. Hay seales de balas disparadas por los soldados israeles, an en la Baslica de la Navidad.
En ese momento nos percatbamos de la razn por la que estbamos all. No ramos turistas comunes, ramos parte de la Iglesia de Jesucristo en testimonio solidario y as tena que ser. De aqu en adelante nuestros ojos fueron abiertos para sensibilizarnos tanto al sufrimiento evidente como a la esperanza vibrante.
Esta primera maana en Beln fuimos llevados a un centro de salud y bienestar que ofrece un espacio para la gimnasia, una piscina, clases de natacin y ejercicios de artes marciales que pareceran un lujo en cualquier otra sociedad. Pero aqu cumple un papel importante al ofrecer un espacio para que la poblacin palestina pueda en parte lidiar con la tensin y el asedio cotidiano que viven.
Me impresion el trabajo de la clnica de audiologa que ayuda a personas afectadas por la violencia de los bombardeos constantes que tambin han minado la voluntad misma de la gente. Muchos nios vienen a recibir tratamiento y se nota que las necesidades y desafos son muy grandes.
Al regresar para el almuerzo en el Centro Internacional record la experiencia de la guerra en Centroamrica en la dcada de los 70 y 80, cuando trabajamos all mi esposa Raquel y yo como misioneros. Siempre los ms inocentes son los que ms sufren y parece que no logramos aprender. Seguimos empecinados en creer que la guerra soluciona algo y al final lo que hace es crear otros problemas.
El sbado 26 de febrero fuimos a visitar en la maana la escuela Dar al Kalima en Beln, auspiciada por la Iglesia Luterana y el refugio Duhaisha bajo el auspicio de la Naciones Unidas.
La escuela es una demostracin de cmo la iglesia est tratando de ser un factor de reconciliacin entre cristianos y musulmanes y, adems, ofrecer una buena educacin con principios cristianos, pero sin violentar el derecho a los que profesan la fe islmica, ofrecindoles a ellos tambin un espacio para su fe. Me pareci que este esfuerzo ecumnico es encomiable y admirable.
Pudimos constatar el hacinamiento en ese campo de refugiados y cmo la gente ha luchado por reclamar su derecho a vivir con dignidad. Se siente all con crudeza la lucha palestina por sobrevivir. Sabemos que existen en la dispora palestina refugios en el Lbano, Jordania y Siria.
Esa misma maana visitamos la escuela en Beit Sahour, tambin fundada por la Iglesia Luterana. Me impresion la limpieza del lugar y la atencin tan esmerada dada a los nios del jardn infantil. Al final de ese cargado itinerario fuimos a visitar la Casa de Abraham y la Iglesia Luterana en Beit Jala. Lo ms impresionante all eran el programa de albergue para nios y jvenes hurfanos y el santuario hermoso y acogedor.
La tarde del 26 de febrero fue una mezcla de asombro e indignacin. La primera visita fue a la Escuela del Buen Pastor de la Iglesia Ortodoxa Griega en Beit Sahour que es parte de un proyecto auspiciado por el Centro Internacional de Beln, que incluye 10 escuelas religiosas privadas en el distrito de Beln.
La sorpresa ms agradable all fue ver una exposicin de trabajos artsticos creados por los estudiantes con temas que reflejaban bsicamente la angustia y la esperanza de una generacin de jvenes que aspiran a vivir en paz con justicia. Cada obra artstica posea esa mezcla de dolor con esperanza, que al final nos sobrecoga y daba nimo.
Para concluir el da fuimos a la gran muralla que construyen los israeles en Beln. El ambiente no puede ser ms desolador. Despus del muro de Berln y el apartheid de Sudfrica uno se imagina que algo debimos haber aprendido. Resulta frustrante, pero confirma la decepcin, que se siga dando tanto atropello y lo ms grave es que no se plantee la indignacin internacional sobre el asunto.
El domingo 27 de febrero participamos en el culto de la Iglesia Luterana en Beit Sahour. Aunque no entendimos ms de la mitad del culto en rabe, la congregacin nos dio una recepcin calurosa y cordial. El momento fraternal, con caf luego del culto, ofreci un espacio muy hermoso para compartir y reafirmar nuestra comn fe y amor. Al medioda salimos para Ramallah que es prcticamente la capital de los palestinos y centro de la vida comercial y poltica.
La primera experiencia impactante fueron los controles que el ejrcito israel ejerce en el puerto de seguridad. Dos jvenes mujeres uniformadas nos trataron con arrogancia y altanera. Pudimos observar cmo los taxis autorizados (otros vehculos privados de palestinos ni pueden circular libremente a no ser con permisos) literalmente se apiaban esperando su turno para pasar el control de seguridad.
Ya en Ramallah disfrutamos de un suculento almuerzo que no pudo ocultar la realidad ambigua y deprimente que vive la poblacin palestina all. Pasamos por los cuarteles bombardeados, donde Yasser Arafat fue sitiado e incomunicado. Uno no puede dejar de pensar en esta historia de ultraje y vejacin a un pueblo como el palestino. Es como si los quisieran borrar del mapa.
De regreso a Beln volv a pensar: estos pueblos tienen derecho a existir y vivir en paz, rabes e israeles pueden y deben vivir en paz. Qu les impide hacerlo? Las respuestas pueden parecer sencillas y claras, pero los procesos histricos y las luchas humanas tienen tantas dimensiones y complejidades que la buena voluntad no puede ingenuamente resolverlas.
Seguimos pensando que es posible vivir en paz y estoy convencido que hay personas en ambos lados que lo creen autnticamente y luchan por ello. Solo falta que la comunidad internacional y la voluntad poltica de Estados Unidos y otros pases europeos se unan para lograr un verdadero proceso de paz duradera y estable con justicia y dignidad
Es lunes 28 de febrero y nos encaminamos a Jerusaln. Ella siempre provoca una mezcla de admiracin y tristeza. Esta ciudad es santa para las tres grandes religiones del mundo: judasmo, cristianismo e islamismo. La ciudad misma est saturada de infamia, luchas imperiales, saqueo, despojo, ocupacin y juegos polticos internacionales. Pero no deja de ser santuario de paz.
Al trasladarnos hasta el este de Jerusaln llegamos al famoso hospital de Augusta Victoria, que fue fundado por alemanes y ahora cumple la tremenda funcin de ofrecer servicios mdicos de primera calidad, particularmente a la poblacin palestina. La visita incluye las salas de medicina nuclear, que estn siendo equipadas con la tecnologa mdica ms sofisticada y actualizada, con la cooperacin de centros mdicos prestigiosos como la escuela de medicina de la Universidad de Harvard, de Estados Unidos.
Nuestra visita a Jerusaln nos lleva hasta la Iglesia Luterana El Redentor, en el centro mismo de la antigua ciudad. All observamos un programa para ancianos que adems de ofrecer un espacio cotidiano para que un grupo de personas de la tercera edad jueguen, dialoguen, confraternicen, provee orientacin y cuidados fsicos, espiritual y emocionalmente, para que puedan vencer la soledad y el aislamiento
Luego procedimos al viaje turstico. El momento culminante de esa experiencia es siempre ir hasta el Muro de las Lamentaciones. Una vez ms, los creyentes sentimos angustia y expectacin. Admiro el acervo espiritual hebreo y en ningn lugar me siento tan a gusto como cuando leo los Salmos y me ofrecen una dinmica bastante realista de la angustia humana, el deseo de Dios y su bsqueda en la fragilidad ms cruda y evidente. Los Salmos no ocultan la paradjica relacin con Dios y la fe que intenta mantenernos en comunin.
All he orado sinceramente, otra vez, por la paz de Jerusaln, tanto para israeles como para palestinos. No encuentro manera ms efectiva de hacerlo. Siento que con la oracin va acompaada nuestra solidaridad y responsabilidad.
El lunes 28 de febrero haba una reunin de los centros luteranos que trabajan en una red internacional de educacin y formacin. Decid volver al centro de Beln para conversar con la gente en la calle. Confirm que muchas personas cristianas estn profundamente preocupadas por su propio destino como palestinos y cristianos. Les duele que los ignoren y no se sepa que pueden desaparecer como tales. La irona es que aqu naci Jess y ellos no cuentan.
En la ltima fase de nuestro viaje tomamos un tiempo para celebrar la Santa Comunin en una gruta que fue descubierta donde est la Iglesia Luterana de la Navidad y el Centro Internacional en Beln. En las oraciones por la paz, el abrazo fraterno y la participacin en el sacramento juntamos nuestras preguntas y nuestros anhelos. Aprend en mi tradicin eclesistica que en la Comunin nos disponemos a recibir lo que Dios tiene para su pueblo, con profunda humildad.
Aguardamos shalom, eirene, verdadera paz, que es lo que Dios quiere seguir regalndonos. Debemos seguir en esa tesitura, sin olvidar que estamos hermanados con el pueblo de Dios en Israel y Palestina.
Carmelo lvarez
Chicago, Illinois