San Salvador, 22 de marzo de 2005
Queridos hermanos y hermanas:
En los ltimos das hemos recibido muchos mensajes de solidaridad y acompaamiento que nos honran y a la vez nos comprometen a continuar nuestro camino de construir una iglesia al servicio de los sectores populares, acompandoles en sus luchas, en su dolor y en su esperanza.
La decisin del Obispo Medardo Gomz de despedirnos de la iglesia ha sido muy dolorosa. Por casi quince aos dedicamos lo mejor de nuestros esfuerzos como pastores a construir una iglesia que asumiera el compromiso de Monseor Romero de ser voz de los sin voz. Este esfuerzo lo hicimos sin pedir nada a cambio, confiados en la conduccin de nuestro Obispo a quien respetbamos por su trayectoria democrtica y progresista.
En estos ltimos meses, en particular luego de los resultado de las elecciones presidenciales de marzo del ao pasado fuimos observando diversas actitudes en contra nuestra y decisiones orientadas a “desautorizar” nuestra participacin en las luchas populares por el pan y la justicia. Pensbamos que se trataba de algo pasajero. No fue as.
Hemos sido “suspendidos” de la Iglesia Luterana salvadorea. Nosotros expresamos que la proclamacin del Evangelio no puede ser suspendida y nuestra calidad de pastores del pueblo salvadoreo, seguidores de Jess de Nazaret que fue asesinado en cruz por el imperio y resucit al tercer da, no puede ser “suspendida” por ningn obispo, por ms poderoso que se crea.
Con mucho orgullo decimos con Pablo: “Quin nos separar del amor de Cristo? Las pruebas o la angustia, la persecucin o el hambre, la falta de ropa, los peligros o la espada? No, en todo esto triunfaremos por la fuerza del que nos am. Estoy seguro de que ni la muerte… podr apartarnos del amor de Dios, que encontramos en Cristo Jess, nuestro Seor.” (Carta a los romanos, 8:35-39)
Cuando asumimos el compromiso de ser pastores del pueblo de Monseor Romero lo hicimos para toda la vida. Y con la autoridad que nos da el arriesgar nuestra vida cada da en la proclamacin del Evangelio manifestamos nuestra determinacin de continuar acompaando a nuestro pueblo hasta el ultimo aliento, hasta que nuestro Seor decida regresarnos a su casa.
Nos sentimos tristes por esta situacin pero a la vez conscientes que por encima de intereses personales o denominacionales, se encuentra la necesidad de acompaar en esta hora difcil los esfuerzos que realiza nuestro pueblo para conquistar una vida ms digna. Para eso se necesita mucha fe y oracin, mucha paciencia y esperanza, mucha determinacin y amor.
No guardamos rencor en nuestros corazones y frente a la campaa de ataques de que somos vctimas, que incluyen acusaciones y adjetivos hirientes, producto de la soberbia y el orgullo, manifestamos que responderemos con la oracin y el perdn. Nos han cerrado las puertas de una iglesia pero nuestro Seor Jesucristo nunca desampara a sus hijos e hijas.
Estamos en oracin pidiendo a nuestro Padre celestial que nos ilumine y con la confianza que Dios se manifiesta en nuestras comunidades pobres en donde beberemos la sabidura popular para ser fortalecidos n nuestra fe y consagrados en nuestra esperanza.
Con temor y temblor hemos decidido iniciar una nueva comunidad de fe, con races luteranas y profundamente ecumnica, en acompaamiento con los sectores populares en sus justas luchas por la dignidad y la vida, a la que llamamos Iglesia Luterana Popular de El Salvador.
Les pedimos que oren por nosotros, que nos acompaen en este nuevo camino, sabemos que enfrentaremos muchas dificultades, pero les reiteramos que nuestra confianza radica en el Seor Jesucristo que se identific con los que sufren y luchan. Ese es nuestro compromiso, nuestra palabra, nuestra vida.
Rev. Ricardo Cornejo Rev. Roberto Pineda