Algunos prefieren olvidar la historia porque, dicen, no quieren vivir las pesadillas del pasado. Están en su derecho, pero omiten el hecho de que olvidar el pasado implica cometer los mismos errores en el futuro. Los judíos nunca olvidan el Holocausto, y nos lo recuerdan siempre. Esta semana se conmemora una aniversario más del asesinato de los Jesuitas durante los años finales de la guerra civil salvadoreña. Algunos lo toman como una conmemoración más, otros prefieren no recordarlo, pero otros prefieren seguir el ejemplo vivo. Este es el caso de los religiosos salvadoreños que, a pesar de los riesgos que implica —incluso su propia vida—, siguen devotos a luchar con su pueblo, no desde un púlpito, sino a pie y en la calle, luchando por la dignidad y una vida mejor de los menos favorecidos por las injusticias de los poderosos.
Luis Aguilar
Su prédica cristiana no queda en el púlpito o bajo las cuatro paredes de una iglesia, sino en la realidad de su pueblo buscando liberarse de las injusticias. ‘Solo soy un simple siervo de Dios, que cumple su papel de denunciar el pecado que existe en mi tierra”, es la prédica del Rev. Ricardo Cornejo, pastor de la Iglesia Luterana Popular de El Salvador, quien estuvo de paso por Nueva York y fue entrevistado por La Tribuna Hispana USA.
De hecho, su prédica nunca ha sido fácil, y los ataques que ha sufrido recuerda los turbulentos tiempos que vivió su país durante la cruenta guerra civil. Hace dos años, cuando protestaba pacíficamente en la calle con diversos sectores populares, el Rev. Cornejo sufrió una brutal golpiza por las fuerzas antimotines de la PNC, al punto tuvo que ser trasladado hacia los Estados Unidos para un tratamiento médico.
Y el pasado año, en las semanas que precedieron las elecciones presidenciales de El Salvador, mientras sucedían unas protestas, él recibió un balazo que, felizmente, solo le afectó el pie.
Pese a todo, él sigue indesmallable con su prédica. ‘Como en los tiempos de los primeros cristianos, somos una iglesia perseguida por denunciar y rebelarse contra los poderosos’, dice el Rev. Cornejo.
En los primeros años del Cristianismo, Jerusalén y los territorios aledaños eran ocupados por el Imperio Romano, y como cita el historiador de la época Flavius Josephus en su texto Las guerras judías, los pobladores, guiados por movimientos como los Zelotes, que era una facción armada, luchaban contra los invasores imperiales.
Y uno de los hechos más controversiales sobre la crucifixión de Jesús es que, en la época de los romanos, la muerte por crucifixión solo era aplicable por razones políticas, y no religiosas por las cuales supuestamente murió Jesús. Y si las razones eran políticas es porque, de acuerdos a ciertos indicios, Jesús era un Zelote, un rebelde nacionalista contra la ocupación romana. De hecho, la Iglesia siempre ha tildado como hereje esta interpretación, y la razón no es simplemente porque va en contra de la imagen de Jesús como un ser divino, sino porque su actividad, ciertamente rebelde, marca un carácter político en la lucha por la liberación de su pueblo.
Los peligros
En este contexto histórico, este accionar de pastores dentro de la Iglesia Luterana Popular de El Salvador, ha retomado el principio de la toma de ‘conciencia social que confronta a los poderosos’, dice el Rev. Cornejo.
‘Estamos en la senda del Monseñor Romero, Rutiló Grande, de los Jesuitas asesinados hace 17 años, de defender a nuestro pueblo… pues la Iglesia que solo se golpea el pecho, no tiene el derecho a estar en un mundo secular’, señala Cornejo.
Y no niega que en estas luchas y protestas, los identifiquen con partidos políticos como el FMLN, porque ‘la iglesia tiene que aprender verdades que le vengan de fuera —como lo decía Ignacio Ellacuría—, sólo así tendrá algo que aportar desde su interior… solo así podemos aplicar la Biblia a la realidad, porque es responsabilidad de la iglesia y de sus pastores acompañar a su pueblo, que sufre y que lucha por un futuro mejor’, señala.
Pero —como los Cataros que a principios siglo XIII fueron exterminados por el Papa Inocencio III, debido a que las masas de pobladores del sur de Francia se adherían a este movimiento gnóstico y se alejaba de la Iglesia— esta labor no está libre de peligros, incluyendo el de perder la vida misma.
Pastores asesinados
‘Miembros de nuestro movimiento, inmersos en esta labor de liberación de la pobreza y las injusticias, son perseguidos y asesinados. Hace dos semanas, por ejemplo, asesinaron a nuestros hermanos Francisco y Jesús Carrillo, esposos y pastores de la Iglesia Luterana salvadoreña’, indicó.
‘Conocimos de cerca a estos pastores, a este matrimonio ejemplar, muy comprometidos con las luchas populares e identificados con los sufrimientos de nuestro pueblo. Francisco y la hermana Jesús eran pastores y eran de los Comandos de Salvamento, así como impartían charlas sobre derechos humanos. Eran infatigables en su compromiso popular’, agregó Cornejo.
Estos asesinatos se suman al del sacerdote católico Ricardo Antonio Romero, de la parroquia Santa Catarina Masahuat, en el Departamento de Sonsonate, asesinado el 25 de septiembre. Su cuerpo fue hallado en una carretera hacia Acajutla. Él había estado con la oposición al gobierno salvadoreño en defensa de los pobres. Debido a que en la escena del crimen no hubo indicios de robo, se cree que este fue un asesinato con motivaciones políticas.
‘Hace dos años el padre Romero, había logrado realizar una enorme demostración popular en un aniversario del asesinato del Monseñor Romero’, recordó el Rev. Cornejo. ‘Las autoridades locales del partido oficialista, enojados por el hecho, le dijeron que debería hacer una convocación similar pero a favor de Roberto D’Aubuisson’, el fundador de ARENA y dirigente de los escuadrones de la muerte antes y durante la guerra civil salvadoreña.
‘Él se rehusó diciéndoles ‘Yo no santifico al diablo’, y entonces fue asignado a una iglesia más pequeña, y desde entonces fue perseguido, hasta su muerte acaecida recientemente’, nos relató Cornejo.
‘Las fuerzas del mal andan sueltas asesinando pastores y sacerdotes. Las hienas creadas y alimentadas por Roberto D’Aubuisson siguen derramando sangre de mártires…’, señaló en la ocasión el Rev. Roberto Pineda, también pastor luterano.
Este asesinato, según los religiosos involucrados en las luchas de la población, es un claro signo del deterioro en que se va hundiendo El Salvador donde, ellos denuncian, hay una reactivación de los siniestros escuadrones de la muerte.
‘Pero no nos atemorizan, estamos en oración permanente y también en pie de lucha. Y le digo a nuestra población, dentro y fuera de El Salvador, tomemos responsabilidad de nosotros defendiendo la dignidad de los pueblos de todas las latitudes, por que la pobreza y la injusticia no solo existe en nuestro país, sino también aquí, contra los pobres e inmigrantes’, dice el Rev. Cornejo.
Y agrega: ‘El Monseñor Romero murió por una bala que no tenía fe. Pero nosotros tenemos fe en el cambio, luchando sin SIN VIOLENCIA por las causas de los menos favorecidos en todos los lugares del mundo, que Dios los bendecirá’.