Ascenso y derrota de la Revolución Salvadoreña
Bajo la sombra de Esquipulas II
Ascenso y derrota de la Revolución Salvadoreña
Por Eugenio Recinos Belloso
Revista 1857, Nº 1, sept/dic de 2007
El triunfo de la revolución contra Somoza, el 18 de Julio de 1979, generalizó la situación revolucionaria al resto de Centroamérica, especialmente a El Salvador. Sin embargo, el imperialismo norteamericano y la oligarquía salvadoreña no se quedaron de brazos cruzados e iniciaron un conjunto de maniobras políticas y ataques militares para evitar la destrucción del Estado burgués y el orden semicolonial en la región centroamericana.
Tres Juntas de Gobierno
El 15 de octubre de 1979, la autodenominada “Juventud Militar” derrocó al dictador general Carlos Humberto Romero (1977-1979), poniendo fin a 17 años de gobierno del Partido de Conciliación Nacional (PCN). Este golpe de estado gozó del apoyo del Foro Popular, en el que participaba el Partido Comunista Salvadoreño (PCS), y el socialdemócrata Movimiento Nacional Revolucionario (MNR).
La Junta Revolucionaria de Gobierno (JRG) estuvo conformada por los coroneles Jaime Abdul Gutiérrez y Adolfo Arnoldo Majano, y por Román Mayorga Quiroz, rector de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas, Mario Andino, empresario y Guillermo Manuel Ungo del MNR. El democristiano Rubén Zamora fue nombrado ministro de la Presidencia y el empresario Enrique Álvarez Córdoba como ministro de Agricultura. Héctor Dada Hirezi fue nombrado ministro de relaciones Exteriores, en representación del ala “progresista” del Partido Demócrata Cristiano (PDC) A pesar del “apoyo critico” del PCS y de sectores de la burguesía, el Frente de Acción Popular Unificada (FAPU), junto con el Bloque Popular Revolucionario (BPR) se lanzaron a las calles, promoviendo la movilización revolucionaria con huelgas, manifestaciones y tomas de edificios públicos.
Entre el 2 y el 5 de enero de 1980, los 3 miembros civiles de la Junta, junto con el gabinete de ministros, renunciaron a sus cargos excepto el ministro de defensa, coronel García. Los sectores “progresistas” abandonaron el proyecto de reforma del régimen militar. La reforma impulsada por los Estados Unidos terminó en un profundo fracaso. Las contradicciones entre el Coronel Majano y el Coronel Gutiérrez, reflejaba la profunda división de las fuerzas armadas en como detener el ascenso revolucionario El 9 de enero de 1980 se anunció la conformación de la segunda Junta Revolucionaria de Gobierno, conocida como Segunda Junta. Se mantuvieron al mando los coroneles Gutiérrez y Majano, se incluyó a José Antonio Morales Erlich, de PDC, continuó participando Héctor Dada Hirezi, quien había ocupado la cartera de Relaciones Exteriores. Esta segunda Junta duró apenas dos meses. El 9 de marzo renunció Dada Hirezi, siendo sustituido por José Napoleón Duarte.
Las bandas paramilitares de ORDEN, antecesoras de ARENA, continuaran asesinado selectivamente a los militantes de izquierda. El asesinato más significativo de ese periodo de terror fascista ocurrió el 24 de marzo, cuando un escuadrón de la muerte asesinó en plena misa a Monseñor Oscar Romero.
En septiembre de 1980, el Coronel Arnoldo Majano renunció a su cargo, dando paso a la tercera y ultima Junta de Gobierno, conformada por el Coronel Jaime Abdul Gutiérrez, José Napoleón Duarte, Antonio Morales Erlich y José Ramón Ávalos Navarrete.
La guerrilla salvadoreña
Cuando triunfo la revolución nicaragüense en julio de 1979, la guerrilla salvadoreña se encontraba fragmentada en varios grupos. Inspirados en la unidad del sandinismo para obtener la victoria militar, las organizaciones guerrilleras desarrollaron un proceso de unidad.
El 19 de diciembre de 1979 se formó la Coordinadora Político Militar, integrada por las Fuerzas Populares de Liberación “Farabundo Martí” (FPL), la Resistencia Nacional (RN) y el Partido Comunista Salvadoreño (PCS). El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) fue excluido temporalmente por exigencias de la RN. Posteriormente, el 22 de mayo de 1980 esta coordinación de transformó en la Dirección Revolucionaria Unificada (DRU).
Entre junio y agosto de 1980 se produjeron huelgas generales con características insurreccionales, en las cuales participaron las organizaciones armadas y de masas dirigidas por la Dirección Revolucionaria Unificada (DRU). El ascenso de masas era tan poderoso, que para septiembre de ese mismo año, la DRU informó sobre el establecimiento de cuatro frentes de guerra.
En septiembre de 1980 la RN abandonó la DRU, a causa de las pugnas internas con el ERP. Se reintegro a la coordinación unos meses antes de la fundación oficial del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el 10 de octubre de 1980. En diciembre se sumó el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC).
Todas estas organizaciones guerrilleras tenían su frente de masas. La coordinación militar también produjo una coordinación en los frentes de masas, y fue así que se creó el 11 de enero de 1980 la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM), integrada por el Bloque Popular Revolucionario (BPR) dirigido por las FPL; el Frente de Acción Popular Unificado (FAPU) dirigido por la RN; la Unión Democrática Nacionalista (UDN) dirigida por el PCS, y las Ligas Populares 28 de Febrero (LP- 28) dirigidas por el ERP. En mayo de 1980 se incorporó el Movimiento de Liberación Popular (MLP), dirigido por el PRTC.
El Frente Democrático Revolucionario (FDR)
La experiencia nicaragüense, en la que el FSLN desarrolló alianzas con la burguesa opositora para derrocar a Somoza, fue copiada en dos fases.
En la primera se constituyó, a comienzos de marzo de 1980, el Frente Democrático Salvadoreño (FDS), integrado por organizaciones de clase media como el Movimiento Independiente de Profesionales y Técnicos de El Salvador (MIPTES), el Movimiento Popular Social Cristiano (MPSC), escisión del Partido Demócrata Cristiano (PDC) y por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).
En la segunda fase, en abril de 1980, se constituyó el Frente Democrático Revolucionario (FDR) con la participación de la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM), y el Frente Democrático Salvadoreño (FDS), pero ninguno de estos frentes amplios logró a atraer a sectores significativos de la burguesía salvadoreña. Esta cerró filas alrededor de las trece familias de la oligarquía, le tuvieron pánico a la revolución que se desarrollaba en Centroamérica.
Propuestas conciliadoras
En diversas oportunidades el FMLN-FDR hizo diversas propuestas de negociación política.
El 25 de noviembre de 1980, el Presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno (1979-1982), Ingeniero José Napoleón Duarte, llamó públicamente a un diálogo “de todas las fuerzas políticas”. Sin embargo, dos días después los cinco miembros de la dirección del FDR fueron capturados, torturados y brutalmente asesinados por los cuerpos de seguridad.
Esta masacre selectiva mostró trágicamente que la oligarquía salvadoreña no estaba dispuesta a negociar absolutamente nada en ese momento. Bajo la dirección de Guillermo Manuel Ungo y Rubén Zamora, el FDR se convirtió en la cancillería del FMLN, encargado de explorar y abrir relaciones diplomáticas a nivel internacional.
A pesar de la masacre de su dirigencia, en diciembre de 1980 la alianza FMLN-FDR se declaró disponible a entrar en diálogo con el gobierno de los Estados Unidos, pero al asumir la presidencia Ronald Reagan (1981-1989), en Enero de 1981, este inicio una contraofensiva brutal para detener la revolución en Nicaragua, El Salvador y resto de Centroamérica.
Primera ofensiva general
La primera ofensiva general se produjo el 10 de enero de 1981, días antes que Reagan asumiera la presidencia de Estados Unidos. Se combatió durante una semana en las principales ciudades de El Salvador. Esta ofensiva estaba destinada, más que a tomar el poder, a forzar en la mesa de negociaciones la constitución de un nuevo gobierno. La ofensiva general no logró sus objetivos, pero a pesar del fracaso militar el 28 de febrero de 1981 el FMLN-FDR se mostró dispuesto a negociar y aceptó la mediación propuesta por la Internacional Socialista. No hubo ninguna negociación, el nacimiento de bandas fascistas tenia el objetivo primordial de imponer el terror en las ciudades, restarle base de apoyo a la guerrilla, y recuperar el control del aparato del Estado.
El Ejercito logró imponerse militarmente, y la guerrilla fue forzada a realizar un “repliegue táctico” desde enero hasta junio de 1981.
La ofensiva general representó una derrota militar, pero el FMLN-FDR logró el reconocimiento como fuerza política beligerante por parte de los gobierno de México y Francia, los cuales declararon el 28 de agosto de 1981 que reconocían “que la alianza del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional y el Frente Democrático Revolucionario constituyen una fuerza política representativa, dispuesta a asumir las obligaciones y ejercer los derechos que de ello se derivan. En consecuencia es legítimo que la alianza participe en la instauración de mecanismos de acercamiento y negociación necesarios para una solución política”.
A pesar de la brutal represión, el ascenso de masas continuó, facilitando a la guerrilla el establecimiento de bases de poto en todo el país. En ese periodo, el FMLN lanzó como consigna: “resistir, desarrollarse y avanzar”. En sus inicios, el FMLN libró una guerra de guerrillas en los centros urbanos.
El Ejército desarrolló la estrategia de imponer el terror contrarrevolucionario en las ciudades, a través de escuadrones de la muerte, bandas fascistas lideradas por Roberto Dabuisson, para restar base social a la guerrilla. Las milicias populares en San Salvador fueron prácticamente aniquiladas. En cierta medida, esta sangrienta estrategia dio los resultados esperados por el imperialismo: mantener el control de los importantes y estratégicos centros urbanos, mientras apuntalaba al ejército títere.
Para las elecciones de 1982, a pesar que se combatía en los principales centros urbanos, el FMLN fue forzado a crear nuevos frentes guerrilleros en las zonas rurales, sobre todo en los departamentos de Morazán y Chalatenango. Mientras se producían estos cambios en los escenarios de la guerra, la tercera Junta de Gobierno convocó a elecciones de Asamblea Nacional Constituyente para el 28 de marzo de 1982.
El 2 de Mayo se instaló la Constituyente, eligiendo como presidente provisional al banquero Álvaro Magaña, (1982-1984) poniendo fin al sangriento experimento de las Juntas de Gobierno. La guerra civil continuó su curso, y el proceso electoral amañado no logro detenerla.
En julio de 1982 la Conferencia Episcopal de El Salvador hizo un llamado al diálogo entre las partes para poner fin a la guerra. Sin embargo, el imperialismo yanqui no deseaba negociar en ese momento, necesitaba primero recomponer su fuerzas y mantener el control de la situación. Magaña se negó sistemáticamente a negociar con la guerrilla. No obstante, Richard Stone, embajador plenipotenciario de Ronald Regan, se reunió en julio y agosto de 1983 en repetidas ocasiones delegados del FMLN-FDR en Bogotá, Colombia, por mediación del Presidente Betancur, y posteriormente en San José de Costa Rica, a finales de agosto de ese mismo año. Estas fueron maniobras exploratorias de Reagan con el objetivo de calmar la oposición de los demócratas, y demostrar que se estaban produciendo cambios democráticos en El Salvador, aunque esto era evidentemente una fachada política para incrementar la ayuda militar al Ejército.
Para 1983 la comandancia del FMLN informó que mantenía el control de la quinta parte del país.
Se produjo, entonces, una dualidad de poderes a nivel territorial: la guerrilla era fuerte en el campo, mientras el ejército lograba mantener el control en los centros urbanos.
El gobierno de Napoleón Duarte
Esta situación permitió la realización de las elecciones de 1984. Los grandes competidores fueron el fascista Roberto Dabuisson, fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), y el democristiano José Napoleon Duarte, siendo electo en segunda vuelta este último. José Napoleon Duarte gozaba de mucho prestigio político en la clase media.
Duarte había ganado las elecciones en 1972, como candidato de la Unión Nacional Opositora (UNO), pero un fraude electoral colocó en la presidencia al coronel Arturo Armando Molina. También había sido miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno (1979-1982), tras el derrocamiento del general Carlos Humberto Romero.
A pesar de la sangrienta guerra civil, Duarte fue el primer presidente “civil” de El Salvador, electo democráticamente, desde la represión desatada por el General Maximiliano Hernández Martínez en 1931.
Durante más de cincuenta años, las dictaduras militares fueron los gobiernos preferidos del imperialismo y la oligarquía. Con esta careta civilista, el gobierno de Duarte desarrolló una estrategia contra insurgente basada en el asistencialismo social, construcción de escuelas, campañas de salud, combinado con el fortalecimiento de la capacidad militar del Ejército, así como el desarrollo de una política de democratización, pacificación y negociación política con la guerrilla del FMLN.
Dentro de esta política de negociación, el 15 de Octubre de 1984 se produjo la primera negociación directa entre el FMLN y el gobierno salvadoreño, en La Palma, departamento de Chalatenango. Duarte planteo la necesidad del desarme de la guerrilla y su participación en el proceso electoral. Por su parte, el FMLN planteó un programa de 29 puntos necesarios para la democratización. Las negociaciones se estancaron y se reanudaron en Ayagualo, departamento de la Libertad, el 30 de noviembre de 1984. En esa reunión se produjo un solo acuerdo: continuar negociando.
En el periodo 1979-1987 el Ejército pasó de 10.000 a 56.000 soldados. El gobierno de Estados Unidos proporcionó ayuda militar y económica equivalentes a un millón de dólares diarios. El gasto en defensa llegó en estos años a abarcar el 40% del presupuesto nacional.
El statu quo
La contraofensiva política y militar iniciada por la administración Reagan en 1981 ocasionó importantes derrotas parciales y suplementarios sacrificios a las masas en lucha. Sin embargo, a pesar de los golpes y derrotas que el imperialismo yanqui logró asestar al movimiento obrero y popular en El Salvador, y de las constantes ofensivas del Ejército contra los bastiones de la guerrilla, el FMLN continuó ejerciendo el control de la mitad del territorio de ese país.
Se mantuvo la situación de doble poder territorial, estallaron huelgas salvajes con ocupación de fábricas y edificios, resurgieron las manifestaciones obreras y populares en las principales ciudades de El Salvador, colocando nuevamente a la vanguardia de la lucha antiimperialista a la clase obrera industrial, que rápidamente se recuperaba de los estragos del terror fascista.
En todo este período, el imperialismo obtuvo triunfos importantes: convocó a elecciones en El Salvador imponiendo el gobierno de Duarte; logró el “recambio pacífico” en Guatemala con el gobierno de Vinicio Cerezo; en Honduras renovó el juego democrático burgués en donde salió electo Azcona Hoyos; en Costa Rica salio electo Oscar Arias. En esta feroz lucha entre revolución en curso y contrarrevolución imperialista, las masas nicaragüenses y salvadoreñas jugaron un rol de vanguardia, el resistir los embates del ejercito contra y del Ejercito salvadoreño.
Desde el fracaso de la ofensiva guerrillera del FMLN en 1980 hasta finales del año 1985, se estableció en la región centroamericana un encarnizado combate entre revolución en curso y contrarrevolución imperialista, que dio como resultado temporal el establecimiento de un “statu quo”, un período en que la contrarrevolución imperialista no pudo inflingir derrotas históricas a las masas en lucha, ni la Revolución en curso logró repetir triunfos colosales como el ocurrido en Nicaragua el 19 de Julio de 1979.
Este “equilibrio”, obviamente, fue muy dinámico ya que tanto la Revolución como la contrarrevolución imperialista, trataron de romperlo a su favor. No se trató de un “equilibrio” acordado en la mesa de negociaciones, sino que resultó de la correlación de fuerzas que uno y otro bando establecieron en el campo de la lucha de clases.
No debe creerse se que el FMLN abandono completamente las ciudades, sino que fue forzado a replegarse en el campo, disminuyendo su actividad militar en los centros urbanos. La presión militar ejercida por el gobierno de Duarte, obligó al FMLN a revisar sus tácticas militares. A partir de 1984 el FMLN comprendió el valor estratégico de las ciudades como la retaguardia de la política de contra insurgencia, y reinició las labores de hostigamiento.
La Cumbre de “Costa del Sol”
Para 1988 la guerra civil se desarrolla en 10 de los 12 departamentos de El Salvador. Como era de esperarse, en las elecciones legislativas de 1988, ARENA obtuvo la mayoría, y en marzo de 1989 ganó la presidencia a través de la candidatura de Alfredo Cristiani. EL FMLN intento vanamente aplazar el proceso electoral. Bajo la presidencia de Cristina continuó la política de presión militar y negociaciones diplomáticas para acorralar al FMLN.
Parte de estas presiones fue la realización de la cumbre de presidentes centroamericanos, el 8 y 9 de Febrero de 1989, en El Salvador, previa reunión de trabajo los cancilleres en Managua. El principal objetivo de esta Cumbre, que debió realizarse en Enero, era obligar al gobierno sandinista a aplicar totalmente el Plan aprobado en Esquipulas II, abandonado a su propia suerte al FMLN.
Después de salvar muchas contradicciones, en esa reunión se revitalizó el Plan de Esquipulas II.
El FSLN tenía dificultades para obtener el apoyo de sus antiguos aliados. Carlos Andrés Pérez, ejerciendo un segundo mandato presidencial en Venezuela, presionaba “amigablemente” al FSLN a cumplir con Esquipulas II.
Los Acuerdos de “Costa del Sol”, constituyeron la prolongación y superación de los acuerdos de Esquipulas II, Alajuela y Sapoá. En esa reunión, el Presidente Daniel Ortega se comprometió a reformar la Constitución, la Ley Electoral, a integrar el Consejo Supremo Electoral (CSE) con representación “equilibrada” de todos los partidos políticos, a convocar anticipadamente a elecciones generales, municipales y de Parlamento Centroamericano, a más tardar el 25 de Febrero de 1990. El gobierno sandinista aceptó la supervisión del proceso electoral, por parte de una Comisión Especial de la OEA y la ONU.
Los presidentes centroamericanos hicieron un llamado “a todos los sectores y, en especial a los movimientos insurreccionales y fuerzas irregulares que actúan en el área a que se incorporen a los procesos políticos constitucionales de cada país. En este sentido formulan un llamamiento a todos los sectores salvadoreños a participar en las próximas elecciones”, en las que salió electo Alfredo Cristiani por ARENA. Con ello, la suerte del FMLN quedó sellada.
Los resultados de la Cumbre de El Salvador significaron una calendarización o concretización de los acuerdos de Esquipulas II. Lo mas graves fue que el gobierno sandinista, acosado por la guerra y la crisis económica, se comprometió a aplicarlos de manera unilateral. La famosa “simultaneidad” exigida durante tanto tiempo por los diplomáticos nicaragüenses, en el sentido de que la guerra civil en Nicaragua debía resolverse al mismo tiempo que en El Salvador, quedó en el cesto de la basura. En esa reunión, el gobierno sandinista no solo hizo graves concesiones políticas sino que fue más allá al comprometerse a contribuir a la pacificación de El Salvador.
En el transcurso de la guerra civil, el FMLN tuvo su retaguardia en Nicaragua. Los hospitales, el avituallamiento y la logística militar provenía fundamentalmente del ejército nicaragüense, que alimentaba a la guerrilla del FMLN con el objetivo de obligar al imperialismo norteamericano a negociar el desmantelamiento de la contra, a cambio de “forzar” al FMLN a entrar al juego democrático. Los comandantes sandinistas no tuvieron una posición consecuente, sino que el apoyo militar clandestino al FMLN siempre fue en base a un frió calculo político de mantener un peón sacrificable en la mesa regional de negociaciones.
El gobierno sandinista terminó aceptando en los hechos y a regañadientes la teoría de Reagan sobre la “simetría” entre el FMLN y el ejercito contra.
El FSLN acepto canjear a la pujante guerrilla del FMLN por el desarme del ejercito contra. Al perder el poder el FSLN en 1990, se redujo considerablemente la retaguardia del FMLN. El derrumbe de la URSS, le inicio del “periodo especial” en Cuba, redujeron aun mas las fuentes de avituallamiento. Con Esquipulas II no solo se decidió la suerte de Nicaragua, sino que el hundimiento de la revolución sandinista de 1979 arrastró tambien al FMLN.
La “ofensiva final”
En septiembre de 1989, el gobierno de Cristiani llegó a un acuerdo con el FMLN en México para solicitar la mediación de la ONU en el proceso de negociación de la paz. Para reforzar su posición en la mesa de negociaciones, el FMLN realizó una “ofensiva final” en Noviembre de 1989, llegando a librar combates en el centro de San Salvador.
Esta “ofensiva final” se produjo en el marco de un increíble reanimamiento del movimiento obrero, el cual comenzó a realizar huelgas y luchas callejeras, a pesar del terror fascista desatado por las bandas de ARENA. En esa coyuntura fue dinamitada la sede de FENASTRAS, una gran confederación sindical, con el objetivo de atemorizar a la clase obrera. Extrañamente, el FMLN levantó la consigna de sacar del gobierno a los fascistas que no querían la negociación. En realidad, no se podía derrocar a un gobierno por la mitad. Pero la “ofensiva final” no fue impulsada por el FMLN para derrocar al gobierno de Cristiani, sino para negociar con el.
En diciembre de ese mismo año, cada quien por su lado, el gobierno de El Salvador, así como el FMLN, solicitaron al Secretario General de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuellar, que les ayude en la búsqueda de la paz. Pérez de Cuellar nombró a Alvaro De Soto para conducir las negociaciones políticas que duraron dos años (Enero de 1990 – Enero de 1992).
Las negociaciones políticas
Después de la firma de varios acuerdos en Ginebra, Suiza, el 4 de abril de 1990, en Caracas, Venezuela, el 21 de mayo de 1990, y en San José de Costa Rica, el 26 de julio de 1990, el Consejo de Seguridad de la ONU, mediante la Resolución 693 del año 1991, creó ONUSAL, con la misión de verificar el cumplimiento de todos los acuerdos políticos pactados entre el gobierno de El Salvador y el FMLN.
Las negociaciones decisivas se realizaron en México, el 27 de abril de 1991. En una carrera contra el tiempo, el gobierno de Cristiani le presentó a la Asamblea Legislativa un proyecto de reforma de 24 artículos de la Constitución y 3 disposiciones transitorias. La materialización de los acuerdo de paz incluía, entre otros aspectos, la creación de la Policía Nacional Civil (PNC), como un cuerpo de “naturaleza civil”, separado del Ejercito, la que fue creada mediante 729 del 14 de enero de 1992. La creación de un organismo de inteligencia del Estado independiente del Ejercito, la reestructuración de las fuerzas armadas, la reorganización del poder judicial, la desaparición de los organismos paramilitares, el fin del reclutamiento forzoso, la creación de la Procuraduría de los Derechos Humanos , la creación del Tribunal Supremo Electoral, con participación de todos los partidos políticos, y al formación de una “Comisión de la Verdad”.
Ante la resistencia de las fuerzas asesinas que permanecían en el gobierno, al final se formo la “Comisión Nacional para la Consolidación de la Paz” (COPAZ), que incluyó a delegados de ambas partes, de los Partidos y Coaliciones presentes en la Asamblea Legislativa, y a observadores de la Iglesia y de la ONU.
La última ronda de negociaciones entre el gobierno de Cristiani se produjo en la ruta México y New York. Con el asesoramiento de los cancilleres de Estados Unidos y de la Unión Soviética los textos finales quedaron redactados el 31 de diciembre de 1991, y se acordó que la firma se realizaría en el castillo de Chapultepec, México, el 16 de enero de 1992.
El Ejército se concentró en 100 cuarteles de los 14 departamentos, y el FMLN se concentró en 50 puntos, y la entrega de las armas se produjo.
En condiciones de paz, el Ejército redujo el número de sus efectivos de 60,000 a 30.000 hombres. El Consejo de Seguridad de la ONU amplió el mandato de ONUSAL hasta abril de 1995.
La nueva democracia neoliberal
A diferencia de Nicaragua, donde el FSLN destruyo a la Guardia Nacional y obtuvo una victoria completa, construyendo sus propias fuerzas armadas que le permitieron sobrevivir a la agresión imperialista y la guerra civil, en El Salvador no ocurrió lo mismo.
El Ejército de El Salvador se mantuvo intacto, la oligarquía salvadoreña nunca perdió el control de la situación. La creación de la PNC y la disolución de los cuerpos para militares no fue una gran conquista, sino una garantía mínima del juego político.
Los grandes vencedores de la guerra civil fueron el imperialismo norteamericano y los fascistas de ARENA, que ahora han cambiado el ropaje y de discurso.
ARENA lleva 18 años en el poder y cuatro gobiernos consecutivos: Alfredo Cristiani (1989- 1994), Armando Calderón Sol (1994 – 1999 ), Francisco Flores (1999- 2004) y Antonio Elías Saca (2004-2009).
La transformación del FMLN, de ser una organización guerrillera a convertirse en un partido reformista electoral, así como su evolución política, sus diferentes fraccionamientos, y el control que llegó a ejercer la corriente del PCS liderada por Shafick Handal, por su importancia merece un análisis aparte.
Aunque el FMLN ha venido progresivamente aumentando su caudal electoral, originando un sistema bipartidista, por medio del cual comparte los principales cargos públicos con el partido de gobierno, también ha venido modificando su discurso en aras de conformar una amplia alianza electoral que le permita acceder al gobierno por la vía electoral.
La joven vanguardia revolucionaria salvadoreña debe estudiar y aprender las duras lecciones del periodo anterior.