SCHAFIK

SCHAFIK

José Humberto Velásquez

El nombre Schafik lo escuché por primera vez en 1945 en el Colegio Francisco Gavidia, ubicado en la primera avenida norte y quinta calle poniente, dirigido entonces por don Celestino Castro; lo mencionaba con frecuencia su compañero de promoción, el ahora doctor Enrique Silva – vecino mío en el Barrio San Jacinto. En el Colegio, Schafik se distinguía porque durante los recreos armaba ruidosas y acaloradas discusiones sobre temas de la vida nacional.

Cuando en 1950 ingresé a la Universidad Nacional, ya Schafik era líder estudiantil de quienes luchaban por la autonomía constitucional de la UES, en contra del mandato del rector Dr. Carlos Llerena. Durante la lucha los estudiantes ocuparon el local de la Universidad, ubicada entonces al poniente de la catedral metropolitana y al norte del palacio nacional.

Fueron desalojados por la fuerza pública, que ingresó al recinto por un boquete abierto en la pared que separaba a la Universidad del Correo Nacional. No se si Schafik fue de los desalojados, pero me consta que a partir de entonces jeteaba un grupo de estudiantes que todos los días a las doce, hora de salida de empleados y autoridades, nos ubicábamos en la acera poniente de catedral y coreábamos “Salgan boqueteros! salgan boqueteros!“ agregando “Vayase doctor Llerena!“.
Durante ese tiempo ya tenía en la primera avenida sur, frente al edificio que fue de Obras Publicas, una fabrica de pantalones que el mismo cortaba – con una máquina eléctrica – y le cosían tres o cuatro costureras.
Después de eso casi le perdí la pista, hasta que en la década de los sesenta teníamos en el Departamento de Filosofía de la Facultad de Ciencias y Humanidades un círculo de estudios, al cual asistía Schafik a pesar de su clandestinidad. Era sorprendente su dominio sobre Hegel y la influencia de Feuerbach en Marx, producto indudable de su formación chilena; discutía de tu a tu con los profesores de Filosofía doctores Mariano García Villas y Juan Serrano Vivanco, españoles de grata recordación.
En la actualidad Schafik es candidato a la presidencia de la República. Los mass media y sus adversarios políticos lo clasifican como marxista “ortodoxo“ – lo cual no está mal si se usa el término en su acepción correcta.
En efecto, en latín y griego, ortodoxo significa conformidad con la doctrina fundamental de una religión o escuela; pero hay que examinar el tipo de religión o escuela de que se trata. En el tipo marxista actual nadie promueve una u otra interpretación e implementación del marxismo como la más “auténtica“; por el contrario, después de la caída del muro de Berlín, se actualiza el principio marxista de que cada generación se apropia de los legados intelectuales e históricos, incluyendo el de Marx, según su propia conveniencia social, condiciones objetivas y creatividad dirigencial. Y no hay duda de que si llega una nueva generación política al poder escogerá su propia interpretación Como lo dijo Gramsci “Ser ortodoxo es volver a comenzar; pero volver a comenzar no es regresar, sino el inicio de situar la política en el terreno de lo real.“
*Texto en preparación.

Carta para el señor Presidente

Carta para el señor Presidente

Dagoberto Gutiérrez

Como en un torbellino su gobierno tiene casi seis meses y han sido semanas rápidas y días cortos, pero intensos, me parece que ha estado bien su rápida definición sobre sus vínculos con el partido FMLN, de todos modos, todos sabemos, incluidos los pericos del volcán, que usted no tiene ni ha tenido y no tendrá mayor vinculación con este partido que la de cumplir requisitos electorales; a lo mejor usted sí tendrá algún palpito común con el FMLN, pero no con el partido del mismo nombre.

Por ahora su gobierno goza de las expectativas de la gente y de cierta sicología que pide, darle tiempo para que se descubra el velo misterioso de su gobierno, aquel en donde se apoye a la gente más humilde y se apoye en ella y se gobierne para ella; mire cómo son las cosas señor Presidente, porque aunque usted hace todo lo necesario para que se sepa muy bien para quien gobierna y con quien gobierna, la gente de carne y hueso todavía espera que en algún momento u esquina o en alguna alambrada se muestre o demuestre que usted no está gobernando para los poderosos; sin duda que esto es lo que provoca en las últimas encuestas números favorables; Ahora bien, esta esperanza no siempre convive con la confianza porque más bien se trata de un afán natural de los seres humanos para hacer que la realidad sea como se desea y no como es la realidad en realidad.

Por supuesto, estimado señor Presidente, que usted sabe muy bien lo que está haciendo, pero a lo mejor no sabe tan bien cómo el pueblo entiende lo que usted está haciendo y lo que dice usted que está haciendo, porque no debe caberle duda que si algo sabe el pueblo es ese oficio penoso de atenerse a los hechos y estos, los hechos, son como usted lo sabe bien, primer Mandatario, tercos, tenaces e insuperables .

En realidad no es apreciable, suficientemente, la diferencia entre su política y la manera de hacer política de su gobierno y los gobiernos anteriores de postguerra y en cuanto a los discursos, que también son importantes, hay algunos mejores en el pasado.

Es comprensible que usted trate de acomodar su política al mismo modelo económico de ARENA, y también lo es el hecho que establezca su vinculación estratégica con Washington, al fin y al cabo allí está situado su pensamiento fundamental, porque generalmente uno no va más allá de lo que piensa; no tengo ninguna duda, sin embargo, que usted sabe muy bien, que el norte de América tiene menos posibilidades que el sur, y que en todo caso, nuestro país, necesita tener abiertos al mundo sus ojos, sus sentidos y su cerebro.

Mire cómo son las cosas de caprichosas y revueltas, porque sin que su gobierno fuera un factor desencadenante, el partido ARENA se descompone y desconecta, y rápidamente, se forma un bloque legislativo con los doce exdiputados de ARENA en beneficio de su gobierno, y así las cosas, usted parece gozar de la confianza de las derechas y de la confianza del pueblo, y también, de la confianza de sectores oligárquicos, y puestas así las cosas, parece que hay un momento inmejorable para emprender el cambio o los cambios que durante su campaña electoral conmovieron a sus votantes.

Aunque todo esto sea favorable para usted, también lo pone en situación comprometida, porque si se tiene mucho a su favor, no encontrará excusas para no hacer esos cambios, a menos que muy claramente se diga que los está haciendo, aunque estos no sean los que la gente espera y por los que la gente votó.

En todo caso, don Mauricio, es probable que a los seis meses convenga hacer un alto en el camino, para revisar lo hecho y sus consecuencias, y para encontrar las diferencias en el ejercicio de la política con los gobiernos anteriores, para descubrir los puntos débiles y definir el rumbo para atenerse después a las consecuencias, porque si bien es cierto que el partido que ganó la votación responderá por lo bueno y por lo malo que se haga, aunque no conduzca el gobierno, también es cierto que la política de su gobierno merece, como se ha visto, ser apoyada por votos de la derecha legislativa, y esto, en cierto modo, confirma que usted no necesita totalmente de los votos del partido que ganó las votaciones en marzo, porque tiene los de la derecha, por algo su gobierno no es de izquierdas, sino de Unidad Nacional.

El último acontecimiento ambiental, mostró, bastante bien, las vísceras de su gobierno, porque al no funcionar el sistema de alerta temprana, al no tener una política de prevención, al carecer de una estructura de protección civil de acuerdo a la ley y al ser sorprendidos por el funcionamiento de la naturaleza, un evento físico produjo un desastre social, de grandes proporciones. En este punto es necesario, informar al pueblo de lo ocurrido, de lo hecho hasta ahora puntualizando la ausencia de un mapa nacional de riesgo y de una política de protección civil, que atienda la vulnerabilidad, que, como usted sabe, es humana y social y que precise las amenazas, que son físicas y externas.

Resulta un buen momento para demostrar que se es diferente o para confirmar que no hay diferencia, porque las depresiones tropicales no saben todavía que en El Salvador hay un nuevo gobierno.

Sin duda que ni su gobierno ni usted produce sobresaltos a las cúpulas empresariales, pero sí está produciendo desconfianza, desencanto, y desengaño en sectores populares que le dieron su voto, y aunque se confíe mucho en las encuestas y sus datos, no creo que le haga daño aprender a escuchar a los sectores que no lo han sido nunca y a aprender a comunicarse desde arriba como si se estuviera hablando desde abajo. Seis meses es un tiempo corto, pero fugaz y suficiente, para saber para quién se trabaja o para quién se gobierna y con quién se gobierna, y si hubiere confusión, esta nunca será eterna.

Manifiesto a la Nación del FMLN (13 de Noviembre de 1989)

MANIFIESTO A LA NACIÓN

Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional
El Salvador, Centro América

El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional desde 1981 ha venido insistiendo en la necesidad de una solución política a la guerra. Este esfuerzo enfrentó la terca oposición de la Fuerza Armada y de los sectores ultra-derechistas del país que son los que en la realidad han mantenido el poder total. Presentamos decenas de propuestas negociadoras en las que fuimos flexibilizando cada vez mas nuestras posiciones muy a pesar de que la realidad militar demostraba que eramos imbatibles. Al actual gobierno de Arena le hicimos una propuesta que abría reales perspectivas a la paz. Sin embargo, se respondió con un escalamiento de la represión a través de la tortura y los asesinatos que vinieron a culminar con la masacre de los trabajadores de FENASTRAS.

El gobierno rechazó de palabra y de hecho nuestras fórmulas de negociación, a la vez que profundizaba las causas de la guerra agravando la crisis social y cerrando los espacios a los sectores populares.

Ante este peligroso cuadro que no sólo amenazaba con oponerse a una salida pacífica a la guerra sino que también amenazaba con nuevas matanzas y violaciones flagrantes a los derechos democráticos de nuestro pueblo, el FMLN decidió lanzar una enérgica y estratégica ofensiva militar que le pusiera alto a los fascistas y abriera la posibilidad de ponerle fin a la guerra.

Es así como a las veinte horas del día once de noviembre nuestras fuerzas entraron en combate en todos los objetivos previstos en la ofensiva, burlando las medidas preventivas y dispositivos que el ejército puso para intentar deternernos. Nuestros aguerridos combatientes, muy a pesar de su desventaja en fuerzas y medios, sobrecumplieron todas las metas ejecutando una guerra popular. En menos de 15 horas tomamos control de territorios estrategicos, aniquilamos decenas de unidades enemigas, hicimos prisioneros, recuperamos armas y destruimos medios blindados y aéreos.

Cuando se han cumplido cuatro dias ininterrumpidos de combate, nuestras fuerzas han rechazado todos los contra-ataques enemigos, tomado nuevas posiciones y miles de pobladores de las ciudades han protagonizado levantamientos populares en apoyo a nuestras fuerzas, incorporandose a ellas nuevos combatientes.

Ante esta situación, el gobierno arenero y la camarilla de oficiales corruptos conocida como la Tandona, al mando de la Fuerza Armada, han desatado criminales bombardeos contra la población civil con el propósito de detener los alzamientos populares, lo que ha hecho crecer el apoyo a nuestras fuerzas y redoblado la cólera popular contra el gobierno de Cristiani y el ejercito. De esta manera se ha configurado un cuadro que exige que nuestras fuerzas acompañen la decisión de llevar la ofensiva desatada por nuestras fuerzas y el pueblo hasta sus últimas consecuencias. La paz sólo es posible expulsando del poder a los que han hecho de la guerra un negocio.

En correspondencia con lo anterior, la Comandancia General del FMLN:

1°) Ordena a todas nuestras unidades mantener las posiciones conquistadas y proceder a organizar el levantamiento general de nuestro pueblo y a desarrollar todas las tareas de seguridad y defensa de la población, así como las medidas de requiza y distribución de alimentos a los mas necesitados.

2°) Llama al pueblo a generalizar los levantamientos para incorporarse al combate, partcipando en todas las formas que sea posible y haciendo uso de todo tipo de armamento popular que le permita defenderse y golpear al enemigo.

3°) Comunica que, a partir de la emisión del presente manifiesto, declaramos territorios liberados por el pueblo todas nuestras zonas bajo control en los departamentos de Morazán, San Miguel, La Unión, Usulután, Cuscatlán, Chalatenango, San Vicente y Cabañas. En consecuencia con esto, nuestras fuerzas y el pueblo pasarán a organizar en todos los municipios de esas zonas los gobiernos populares. Al mismo tiempo, nuestras fuerzas que controlan territorios dentro de las ciudades, deben arreciar la lucha para asegurar el control total del país.

4°) Exhorta a todo el pueblo trabajador a paralizar sus labores como forma de generalización de la lucha que contribuya al debilitamiento del gobierno arenero y que además permita la integración de todos al combate. Por lo tanto, hacemos saber que el actual paro de transporte y las acciones de sabotaje a la energía y el cierre de gasolineras van a mantenerse por tiempo indefinido, por lo que el pueblo debe prepararse para esa situación. Advertimos de manera categórica a los empresarios que obliguen a sus trabajadores a asistir as sus empleos, que nuestras fuerzas tienen ordenes de actuar para garantizar que se cumpla esta disposición.

5°) Pide a la comunidad internacional y organizaciones humanitarias que envíen ayuda a las víctimas civiles de los bombardeos y contribuyan a la creación de refugios y centros de protección a la población contra la acción criminal desatada por el gobierno de Cristiani y el alto mando de la Fuerza Armada.

6°) Formula un vehemente llamado a todas las fuerza políticas y sociales, organizaciones populares y a los empresarios de nuestro país para que, en este momento, asuman el histórico papel de gestores y constructores de una solución democrática nacional que traiga paz duradera a nuestro país.

7°) Hace un exhortación patriótica a los oficiales y tropa del ejército nacional, para que no permitan que la Tandona, Arena y los intereses de los Estados Unidos los lleven a enfrentarse mas con el pueblo manchandose las manos de sangre. Nuestro frente no los considera enemigos y está listo para hacer la paz con los sectores del ejército que quieran para nuestro país justicia, soberanía y una verdadera democracia.

El enemigo común de todo el pueblo y de todas las fuerzas sociales y políticas de nuestro país, es la Tandona, que se ha enriquecido con la guerra y los escuadrones de Arena; ellos son los enemigos de la paz, de la democracia y los que no quieren un régimen de justicia. Contra ellos llamamos a toda la nación a luchar, para que podamos cantar la estrofa del himno nacional que la tiranía ha tratado de enterrar y que dice:

“Libertad es su dogma y su guía
que mil veces juró defender
y otras tantas de su audaz tiranía
rechazar el odioso poder”.

COMANDANCIA GENERAL DEL FMLN

Cmdte. Salvador Sánchez Cerén
Cmdte. Francisco Jovel
Cmdte. Eduardo Sancho
Cmdte. Schafik J. Handal
Cmdte. Joaquín Villalobos

El Salvador, 13 de noviembre de 1989.

En 1958 me incorporo al PRAM…Entrevista con Tirso Canales

SAN SALVADOR, 28 de octubre de 2009 (SIEP) “En 1958 me incorporo al Partido Revolucionario Abril y Mayo, al PRAM, pero ya venía desde 1956 participando en lo que se llamó la Generación Comprometida, uniendo en mi vida a la literatura y la política” nos comparte el escritor revolucionario Tirso Canales.

“Trabajaba en ese entonces en el Banco de Londres y Montreal, que quedaba frente a la Casa Castro. Una vez me mando llamar el gerente, Don Enrique Rivas Cañas, que era el auditor de la oligarquía ya que tenía bajo su cargo las auditorias de empresas grandes como el Banco Hipotecario y el Banco Capitalizador… y me dijo: Sr. Canales se ha abierto una oportunidad de trabajo en la Compañía Cafetalera y confío que Usted la aceptara. Fui a la entrevista y me dieron la plaza…”

“Nos encontrábamos en ese tiempo, junto con otros jóvenes en la oficina del Diario Latino, en un cuarto facilitado por Juan Felipe Toruño, que quedaba en la Calle Delgado, donde estuvo Virgilio Crisonino, a preparar nuestras publicaciones; a la vuelta quedaba la Librería Claridad, de Ana Rosa Ochoa…”

“En esa librería, esquina opuesta del Parque San José, nos encontrábamos con cantidad de gente, ahí fue que conocí a mucha gente y a muchos libros que nos iniciaron y nos marcaron para toda la vida… y cerca de ahí, sobre la 5ta. calle Oriente, quedaba la editorial Universitaria, donde trabajaba Italo López Vallecillos.
También nos reuníamos en la Facultad de Derecho, al costado poniente de Catedral”

“Para esa época llegó Manlio (Argueta) de San Miguel, Roberto Armijo estudiaba en el INSFRAMEN, el Pichón Cea era asistente de Oswaldo Escobar Velado…y era amigo nuestro el Ministro de Economía Alfonso Rochac, que había sido líder estudiantil en el 44…

“Tomábamos como guía a Oswaldo Escobar Velado… para nosotros él era el mejor, aunque él no guiaba a nadie…no le interesaba guiar a nadie…pasábamos mucho tiempo hablando de política y literatura, en la cafetería Doreña, que quedaba en la primera planta del Edificio de la Cafetalera Salvadoreña, donde trabajaba.”

“A Jorge Arias Gómez el Partido Comunista lo había comisionado para realizar trabajo con los sectores juveniles e intelectuales y él nos buscaba…y así fuimos conociendo y entrando al Partido…así conocimos a Raúl Castellanos Figueroa, que era de los más calificados cuadros del PCS; así conocimos a Rafael Aguiñada Carranza. Y nos juntábamos donde Ana Rosa Ochoa; se subían dos gradas y se penetraba en una sala espaciosa, y atrás habían muchos libros…

Ana Rosa Ochoa

“Ana Rosa Ochoa era una intelectual que había sido la secretaria de Alberto Masferrer…era una persona muy culta y había publicado Perdigones Quemados y Patriotas Indoamericanos…Nos compartíamos: Ana Rosa tiene este libro o este otro…Además era de izquierda y bastante de avanzada en sus ideas; sabía escoger los libros que traía; encargaba buena literatura, conocía editoriales, escritores, nos orientaba sobre lecturas, autores, los jóvenes estudiantes acudían a ella para orientación…a la Librería Claridad, llegaba un amigo, el poeta René Araujo Solís, que luego se fue para Guatemala y se quedo allá…

Me acuerdo que Ana Rosa contaba con un equipo de vendedoras, muchachas que llevaban libros a los ministerios para vender a plazos, obras de Víctor Hugo como Los Miserables, El Conde de Montecristo, obras de la literatura universal, libros de poemas, la Paloma del Vuelo Popular de Nicolás Guillen, que con esta forma especial de vender apareció el libro por 50 centavos de entrada y lo demás el día de pago, y contaba con una red de clientes que ella mantenía…en la Librería Claridad encontraba uno documentos del PCS, y revistas internacionales.

Ana Rosa jugó su papel en la promoción cultural de esa época cuando San Salvador era una provincia; al norte llegaba hasta San Miguelito, ahí llegaba hasta el café Remi la ruta 1; aquí donde estamos ( Col. El Roble) era la Finca Mena…

Me acuerdo que ahí conocí la primera revista mexicana Proceso, el director era Manuel Sardinas. Ahí conocí también al declamador cubano Dumé, que vivía aquí exilado de Batista…al peruano Manuel Scorza. Ahí pude obtener El Cristo Crucificado del griego Nikos Kasantzakis; conocí ( leí) al también griego y comunista Mikis Teodorakis, el Poema pedagógico del ruso Makarenko; El Llamado de la Selva de Jack London…

Y me prendí de Jack London, y leí mucho de él, colmillo Blanco, El talón de acero…London era de la gran generación de escritores norteamericanos de la época de la gran Depresión, que hicieron escuela, como Faulkner, Dos Passos, las Viñas de ira de John Steinback, el Manhattan Transfer de Henry Miller, a Tennessee Williams, leíamos a todos esos autores y sus obras…y era un orgullo conocerlas y nos esmerábamos en leerlas, era como una emulación…

También había otra buena librería, la Cultural Salvadoreña, que quedaba al costado poniente de la Biblioteca Nacional, donde trabajaba Danilo Velado, juez progresista, cuñado de Roberto Castellanos Calvo…

Al encontrarnos con amigos lo primero que nos decíamos, era: enseñá poeta, que andás leyendo…Roberto Armijo era un gran lector, era muy culto, lo mismo Italo López Vallecillos, y de la literatura pasamos a la política, ya andábamos activando y nos fuimos metiendo más, en los mítines del PRAM era el maestro de ceremonias obligado y me fui fogueando como orador y agitador…ahí conocí a Raúl Castellanos Figueroa…a veces en las pegas de propaganda nos capturaba la policía, éramos luchadores en contra de la que calificábamos como dictadura oligárquica militar.

El PRAM tenía local allá por Candelaria…nunca fuimos legales pero recogimos firmas y presentamos la solicitud ante el Concejo Central de Elecciones, que lo presidía el Loco Zarate, la oficina estaba en la Avenida España…

Mi primera captura…

Mi primera captura fue cuando venía de invitar a un mitin del PRAM…yo venía manejando y al pasar por San Miguelito nos detuvo un motorizado y me pidió la licencia, el permiso para andar parlantes, le explique que no tenía y entonces me dijo: nos van a acompañar…

Venía con Julio Alberto Domínguez Sosa, abogado progresista, y también iba Manlio…ah y Efraín, mi hermano menor que murió en la guerra…nos metieron por tres días a la celda 16 del piso de arriba de la Policía Nacional…. salimos con multa y ahí empezó una serie de carceleadas, golpizas, exilios y hasta campañas de difamación por parte de personas como Julio Fausto Fernández, Rolando Velásquez, Quino Caso que nos adversaban en los periódicos y nos calificaban de “malos poetas” por nuestro mensaje político, pero nosotros seguimos publicando…con el apoyo de Juan Felipe Toruño, nicaragüense que vivía en El Salvador desde 1929, que nos apoyaba y nos publicaba el último sábado del mes los Sábados de Diario Latino.

Por esa época como PCS impulsamos un esfuerzo con trabajadores municipales para formar AGEPYM. A esa altura ya Julio Fausto Fernández estaba en la derecha, era de los ideólogos del PRUD

En 1960, días después del golpe de estado del 25 de enero, el Comité Central del PCS toma la disposición que nadie debía de asilarse, a partir de la experiencia de 1944 en la que muchos escritores como Cristóbal Humberto Ibarra, Antonio Díaz, se asilaron y esto dificulto la respuesta popular, pero Roque lo hizo, se fue a la Embajada de México y por eso el Partido lo sancionó…

A mi me capturan en 1961 y me expulsan a Guatemala… y de allí me pasan a México y buscó a Roque, él vivía en la casa de Mauricio de la Selva…nos encontramos. Una vez estábamos en la Alameda como a las 7 y media de la mañana, íbamos para la casa de Ricardo Bogrand, que vivía cerca de Bucarelli, cuando Roque me dice: ¡mirá quien viene allí poeta! Vi solo la figura alta de un anciano. Me dice Roque: ¡si es León Felipe! Lo saludamos y el le dice: Soy el poeta Roque Dalton de El Salvador y le presento al poeta Tirso Canales. Nos vamos a tomar un café…le manifestamos que éramos su admiradores y que conocíamos su obra, incluso me atreví a recitarle un poema suyo que escuchó sorprendido y hasta con lágrimas en los ojos. El poema decía:
¡Qué lastima!

Que yo no pueda cantar a la usanza de este tiempo
lo mismo que los poetas que hoy cantan!

¡Qué lástima que yo no pueda entonar
con una voz engolada esas brillantes romanzas a las glorias de la patria!
¡Qué lástima que yo no tenga una patria!

Sé que la historia es la misma,
la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra,
desde una raza a otra raza,
como pasan esas tormentas de estío
desde ésta a aquella comarca.

¡Qué lástima que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña en la estepa castellana

Y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada:
Pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
Y mi juventud, una juventud sombría, en la montaña.
Después… ya no he vuelto a echar el ancla
y ninguna de estas tierras me levanta ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
¡Qué lástima que yo no tenga una casa!
Una casa solariega y blasonada,
una casa en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
y el retrato de un mi abuelo
que ganara una batalla.
¡Qué lástima que yo no tenga un abuelo
que ganara una batalla, retratado
con una mano cruzada en el pecho,
y la otra mano en el puño de la espada!

¡Qué lástima que yo no tenga siquiera una espada!
Porque… ¿qué voy a cantar
si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo
que ganara una batalla,
ni un sillón viejo de cuero,
ni una mesa, ni una espada?

¡Qué voy a cantar si soy
un paria que apenas tiene una capa!
Sin embargo… en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo también.
Y todo mi ajuar se halla en una sala muy amplia
y muy blanca que está en la parte más baja
y más fresca de la casa. Tiene una luz muy clara
esta sala tan amplia y tan blanca…

Una luz muy clara que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas leyendo en mi libro y viendo cómo pasa la gente al través de la ventana.

Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen
arrastrando sus miserias de Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.

¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana siempre, y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia tiene su cara en el cristal aplastada con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa…
Ella entonces me llama ¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de mala gana,
ni se para en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala, muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.

Y en una tarde muy clara, por esta calle tan ancha,
al través de la ventana, vi cómo se la llevaban
en una caja muy blanca… En una caja muy blanca
que tenía un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana…
Al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda siempre
el cristalito de aquella caja tan blanca.
Todo el ritmo de la vida pasa
por este cristal de mi ventana…
Y la muerte también pasa…

¡Qué lástima!
Que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo
que ganara una batalla,
ni un sillón viejo de cuero,
ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria que apenas tiene una capa…
venga forzado a cantar, cosas de poca importancia!

Ya para esa época había consulado del PCS en México. porque teníamos consulados en todas partes, y lo encabezaba Miguel Ángel Vásquez, de la Librería del Fondo de Cultura Popular.. en Tegucigalpa estaba Don Roque, y había cónsul en Nicaragua y Guatemala…uno siempre tenía donde llegar…era un red muy organizada….

Un personaje de fábula de esa época fue Braulio Pérez
Marchand, ecuatoriano, conocido por nosotros como “León con Jiote.”cónsul honorario de cinco países, incluyendo a Sur África. Mario Flores Macall que fue su alumno en una famosa escuela de oratoria que dirigía lo llamaba “El Ecuatoriano Audaz.” fue de los pocos que lograron burlarse y seguir vivos del general Maximiliano Hernández Martínez a quien le vendió unos caballos “de raza” que eran un fraude.

En 1967 causamos un gran revuelo cuando publicamos un libro conjunto de poesía Los Cinco (Manlio, Roberto, José Roberto, Alfonso y mi persona) De aquí en adelante… poemario con el cual decíamos iniciaba la poesía salvadoreña…¡te imaginas la reacción de la derecha!

En el III Pleno ampliado del PCS que fue en una finca en Cojutepeque, tuve el honor de que se me impusiera una medalla al Mérito por parte del entonces secretario general, el camarada Daniel Castaneda., el inolvidable Pío.

Junto con Roque y José Roberto fuimos de la Juventud 5 de Noviembre….Ricardo Bogrand era el presidente… hacíamos muchas actividades: caminatas, bailes, excursiones, etc. el Pichón lo menciona en La Generación Troncometida. En la Juventud 5 de Noviembre estábamos todos: Armando Herrera, El Chiquitín García, Edgardo escoto, Brenny Cuenca, Mario Cuenca, teníamos el local por el Campo Marte…

El PCS era un grupo selecto, de cuadros, en su dirección estaba Raúl Castellanos Figueroa, Schafik Handal, Roberto Castellanos Calvo, Daniel Castaneda, Salvador Cayetano Carpio, Jorge Arias Gómez y Miguel Mármol. Y el obrero de la construcción, que era brillante, erudito, Miguel Ángel Cea, estaba el primer Gorila Marxista, me refiero a Julio Cesar Castro Belloso, El Ratón Hidalgo que fue luego Presidente de la Lotería…

Nos reuníamos en el edificio de la facultad de Economía, el antiguo edificio Chahin, en el FUAR estábamos organizados por columnas, y junto con Raúl castellanos Figueroa y Rafael Aguiñada Carranza éramos el Grupo Cabeza de la Columna 9 de Mayo. Éramos una organización político-militar, y estábamos organizados por zonas por cuadrantes, yo era el responsable del cuadrante del centenario, pasando por la Avenida España hasta el centro.

Para el III Pleno del FUAR en 1962, Carpio se fue enojado…me acuerdo que dijo: me voy porque tengo que ir a atender a un grupo de compañeros de la clase obrera que están realizando trabajo sindical…lo que pasaba es que estaba contrapunteándose con Schafik que dirigía el FUAR y a quien acusaba de ser ultra-izquierdista y aventurero…

Nosotros éramos grandes admiradores de la Revolución Cubana, incluso de antes que triunfara, nos reuníamos para escuchar Radio Rebelde, para oír la voz de Violeta Casal: aquí Radio Rebelde desde la Sierra Maestra…me gustaba oírla, con un radito Sony que tenía…

Continuara…

La sociedad humana como la naturaleza misma siempre esta en proceso de transformación

“LA SOCIEDAD HUMANA COMO LA NATURALEZA MISMA
SIEMPRE ESTÁ EN PROCESO DE TRANSFORMACIÓN”

Miguel Mármol
Habana, 4 de julio de 1990.

La naturaleza en constante movimiento interaccionado produce los cambios de tiempo: el invierno, la primavera, el verano y el otoño. Cambios de tiempo que producen fenómenos desastrosos: nevadas, inundaciones, tempestades, sequías, maremotos, terremotos, etc. Fenómenos violentos que acaban con vidas humanas, y que destruyen la obra material del hombre; pero éste las repara y construye cada vez mejor.

Semejante a la naturaleza en constante movimiento, la sociedad humana está en perenne proceso de cambios sociales cuantitativos y cualitativos hasta dar el gran salto. Para pasar de un sistema social en caducidad a otro superior. Del comunismo primitivo caduco pasó al sistema esclavista; del esclavismo pasó al feudalismo; del feudalismo al capitalismo; del capitalismo al socialismo, iniciado en Rusia en 1917. Socialismo que como los demás sistemas pasados de la historia es irreversible en tanto no se den las condiciones precisas, de pasar al comunismo científico. La sociedad humana forma en su ascenso un espiral, espiral que cada vez se aleja más de su primitivismo.

Previo a los cambios cualitativos de la sociedad se procesan los cambios cuantitativos: los esclavos se alzaron contra sus amos, hasta realizar sublevaciones armadas resonantes como las que dirigió Espartaco; los campesinos se rebelaron contra los señores feudales en todas partes del mundo; en China hubo la guerra campesina de los cien años; internacionalmente la burguesía es sacudida en grandes movimientos obreros reprimidos sangrientamente; quedándoles como única alternativa la lucha política rumbo a la revolución socialista, tal como lo registra ya la historia. El capitalismo de carácter imperialista sigue siendo poderoso pero con un futuro de desesperación.

Los imperialistas no tienen el modelo económico social con el cual superen la dramática situación que el tercer mundo padece; tercer mundo cuyo descontento que acumula de ahora en hora, de día en día y de año en año, que estallará por fin para estremecer al capitalismo avaro, explotador y miserable; al imperialismo le nace además, la contradicción Inter-imperialista; pues cada imperio aspira al dominio de la hegemonía económica-política mundial. Contradicción Inter-imperialista que se agudizará catastróficamente, ante un socialismo que se revertirá muy poderoso de la crisis que experimenta.

La sociedad capitalista la caracteriza el hecho de que la clase minoritaria de la sociedad se ha apropiado de los grandes medios de producción: tierras, fábricas, riquezas naturales, etc., para explotar primariamente a la clase obrera y a los campesinos; con la utilización de científicos, técnicos, especialistas, burócratas, profesionales e intelectuales, propietarios de otras actividades económicas como decir la banca, el comercio y el transporte. Los sectores sociales de que se hace mención lastimados con la veracidad capitalista gran parte de ellos entran en contradicciones consecuentes con que se realicen cambios económicos.

Bajo el Sistema Capitalista el salario es bajo para la mayoría de explotados; existe el empleo, el desempleo permanente masivo y empeora en las grandes mayorías la miseria, la desnutrición, el hambre, las enfermedades, la mendicidad, el robo y demás males sociales, sin las perspectivas de oportunidades la juventud se da al abandono, a los vicios denigrantes, a la delincuencia, etc.; que yo sepa estos males sociales propios del Sistema Capitalista no han ocurrido con igual magnitud en los países socialista del Este Europeo.

En la antigua Rusia Zarista, fueron los obreros y campesinos los más explotados. Los parias sin derechos sociales y políticos; fueron en consecuencia, la fuerza motriz de la Revolución de Octubre, originando como se instauró el socialismo científico, por primera vez en el mundo caracteriza al socialismo el hecho de que los grandes medios de producción, las riquezas todas de propiedad privada, pasan a poder público administrada por el Estado Socialista. Obreros, campesinos y pueblo en general forjan su destino socialista a través de los sindicatos obreros, cooperativas campesinas, asociaciones juveniles, etc. Verdad esta que la observé por espacio de tres meses.

Estuve en la URSS en 1930, en ocasión de asistir al Quinto Congreso de la Internacional Sindical Roja, celebrado en Moscú en la segunda quincena de agosto. Terminado el Congreso, delegados del exterior presenciamos el afán con el cual los trabajadores, los científicos y los técnicos construían las bases materiales del socialismo científico, para cumplir a cabalidad el primer Plan Quinquenal de 1928 -1933. En Moscú, Rostov, Bacú, Tifles y en los campos trabajaban aceleradamente en la industria pesada, industria ligera, industria eléctrica, en las minas de carbón de piedra, en los pozos petroleros a orillas del Mar Caspio, en las cooperativas campesinas; vimos también la reconstrucción de la ciudad de Leningrado.

En la construcción socialista los soviéticos encontraron la forma de elaborar con eficiencia, con espíritu leninista, con sentido creativo, con gran sentido de responsabilidad: la emulación socialista, consistente en trabajar en cadena, en brigadas de choque para producir más y mejor con ahorro de materiales. Hubo además el trabajo voluntario, los domingos llamados rojos leninistas. Reunidos después de cada jornada de trabajo, se daba la revisión de todo, la crítica y la autocrítica para superar responsabilidades, para forjar la conciencia socialista.

En cada empresa existían dos cosas que forjaban conciencia y sabiduría: el Periódico de Pared (mural) y el Rincón Lenin. En el periódico de pared se leían los logros obtenidos; pero fundamentalmente la crítica y la autocrítica como forma superior de concientizar señalando irresponsabilidades, deficiencias, errores y perjuicios. En el Rincón de Lenin se leían las obras escogidas del maestro del proletariado mundial.
Los capitalistas sostenían con burlas: El Plan Quinquenal no lo terminarían ni en treinta años, porque los soviéticos carecían de científicos, técnicos, especialistas, mano de obra calificada y de la materia prima necesaria; pero los capitalistas se equivocaron de pies a cabeza. El Plan Quinquenal de la Industria Ligera la terminaron en dos años y medio. A los delegados extranjeros nos tocó en suerte asistir al Teatro Bolshói, donde se celebró pomposamente el gran éxito. La industria pesada se realizó en menos de los cinco años.

El pueblo soviético soportaba estoico las tremendas limitaciones que les ocasionaba el pertinaz bloqueo económico del capitalismo mundial y el sabotaje dirigido y financiado desde el exterior. Donde el anti-sovietismo era feroz, no les llegaba ni un alfiler, los saboteadores envenenaban las fuentes de agua para matar el ganado, destruían los sembrados; de eso que la población comía carne y bebía leche sólo cinco días al mes; para los niños y para las parideras sí había la leche diaria; en Moscú escaseaba la fruta, la ropa, los zapatos, otros artículos de uso indispensable; agua sólo había tres veces al día; pero frente a todo eso se alzaba el trabajo empeñoso de científicos, técnicos, especialistas y de las masas productoras.

Algo que no olvido y que formó mi conciencia socialista, fue el encuentro con obreros y con niños escolares. En la fábrica de pan de Moscú por entonces la más grande del mundo le pregunté a una obrera que recogía el pan que salía del horno eléctrico si comía de ese pan, contestó que a la hora de comer —les es prohibido, insistí, —prohibido no, pero si me comiera uno o dos panes, se quedarían sin comerlo otros, pues es que aquí todo está planificado. Otra me dijo ser católica, que no iba a la iglesia por tener tareas que realizar de orden social, político y cultural; una tercera me explicó que después de trabajar se dedicaba a estudiar porque quería ser una obrera instruida.

Niños escolares nos dijeron muy seguros, la cantidad de técnicos y trabajadores que construían un edificio que teníamos a la vista, agregando que, como esa construcción se edificaban muchas más en el país. Precisaron que el socialismo terminaría con el enorme atraso que la URSS heredó de la Rusia Zarista, carente de energía eléctrica con una agricultura atrasada y sin el desarrollo industrial por lo que Rusia Imperial marchaba a la cola de los países capitalistas europeos. Que el socialismo en construcción llegaría a ser ejemplar en el mundo.

Aquellos escolares soviéticos estaban seguros de lo que decían; en cuarenta años (1917-1957), el socialismo convirtió a la atrasada Rusia en la gran potencia paralela al imperialismo norteamericano sin explotar ni vivir de naciones sometidas. Cuando la Segunda Guerra Mundial terminó con el agresor nazifacismo en los campos de batalla. Científicos y técnicos soviéticos, primeros en lanzar al espacio cósmico dos satélites artificiales en 1957: El primero el 5 de octubre y el segundo el 4 de noviembre con la perra Laica a bordo; Yuri Gagarin cobró celebridad en el mundo. Los soviéticos han expresado el internacionalismo proletario y la solidaridad internacional a los países liberados del colonialismo siendo por eso que exista el Tercer Mundo. Con la política soviética de paz y la distinción han conseguido contener la guerra nuclear ansiada por los imperialistas encaminados a destruir el socialismo y la Democracia Popular Norcoreana y China. Querer ignorar tanta grandeza socialista es traición de Lesa Humanidad; pero millones de extranjeros somos fieles al socialismo científico; fieles al marxismo-leninismo.

El bolchevismo triunfante instauró la Dictadura del Proletariado, para destruir hasta en sus últimos vestigios la estructura del Estado Feudal-Burgués que explotó y martirizó a obreros y campesinos y todos los pueblos sometidos a Rusia Imperial. Dictadura proletaria que tenía de misión histórica, garantizar el desarrollo y la vida del socialismo. Dictadura proletaria que enfrentó vencedora la contrarrevolución; la intervención armada de las potencias europeas y otras; que supo soportar el bloqueo económico y el sabotaje financiado desde el exterior. Entiendo que la dictadura proletaria desaparecería, al producirse la paz y la seguridad con el crecimiento del socialismo mismo, del que emergerían masivamente: científicos, técnicos, especialistas y otros sectores sociales intermedios importantísimos que como tales, tienen derecho a participar en puntos claves del Estado Soviético, para aportar mucho más al socialismo.

Pero ocurrió que dicha dictadura proletaria no cumplió con su cometido histórico al permitirse la dictadura unipersonal de Stalin, quien desde un principio dio por tirar por la borda los principios socialistas leninistas, para imprimir en la sociedad una actitud de veras no marxista-leninista. Stalin, para su seguridad dictatorial no perdió oportunidad para desaparecer cuadros valiosos del Partido, la Juventud Comunista y del Ejército Rojo. También le valió de que muchos bolcheviques connotados murieran en defensa del socialismo, cuando la contrarrevolución, cuando la Gran Guerra Patria, cuando la intervención armada de las grandes potencias. Por eso es que cuando la Segunda Guerra Mundial, Stalin decidió todo; fue el manda más. Stalin dejó a la sociedad soviética en enredos ideológicos, económicos y políticos; enredos que afloraron violentos, no para continuar con el socialismo, sino para virar hacia el capitalismo.

Esto no hubiese ocurrido así, si los verdaderos comunistas hubiesen continuado cultivando el marxismo-leninismo en las nuevas generaciones de obreros y campesinos y demás estamentos surgentes; labor de concientización socialista que fue descuidada, por los que idealizan el capitalismo que consiguieran confundir a las mayorías.
En 63 años de edificación socialista, crecieron masivamente sectores importantísimos en el área de los científicos, técnicos, especialistas, burócratas, profesionistas, mentores e intelectuales valiosos en la construcción del socialismo; pero fue en parte de estos sectores no proletarios, donde se engendró la ideología anti-socialista, pretendiendo regresar al pantano inmundo del feudalismo-burgués de la Rusia de 1917. Eso es dar patadas, a la gloriosa revolución de octubre.

Mientras en el Este europeo el socialismo se derrumba, tembloroso aún en la misma Unión Soviética, Vietnam, Corea del Norte, Gran China y Cuba, países constituidos en poderosas columnas del socialismo científico. En Cuba, isla a sólo 90 millas del territorio norteamericano, el socialismo avanza exitosamente, pese al bloqueo económico y a las presiones diplomáticas y militares del imperialismo yanqui.
Veamos lo ocurrido en América Latina y el Caribe en 50 años de sistema capitalista (1930-1980). En medio siglo de capitalismo subdesarrollado, éste tuvo un relativo crecimiento, con ello crecieron masivamente capas sociales no proletarias, no comunistas que inconformes con el modo de vida económico político burgués, partes de estos albergan principios ideológicos, políticos diferentes, engrosan el partido social demócrata, Demócrata Cristiano, partidos de derecha, o forman su propia agrupación a su gusto y sabor; así dispersos luchan en mutua competencia; de eso el caos en el que es tan variada para luchar contra el imperialismo que en las nuevas condiciones nos atrapa.

En 1932, las fuerzas motrices de la revolución salvadoreña la constituyeron los obreros y campesinos, las capas sociales intermedias, no creídas aún cooperan en buena parte con el genocida General Maximiliano Hernández Martínez, otros con la indiferencia; pero hoy parte de los sectores sociales dicho, cooperan con el FMLN y los partidos de oposición, en parte consecuente con la insurgencia. Por eso el ejército y el gobierno fascista han hecho desaparecer a numerosos profesores, estudiantes universitarios y de secundaria, a profesionales, al gran caficultor Enrique Álvarez Córdoba, sin escapar Monseñor Oscar Arnulfo Romero, varios sacerdotes y los seis jesuitas.

La unidad política opuesta al oprobioso régimen de El Salvador, es ejemplo para los pueblos latinoamericanos y del Caribe por eso es que lo ocurrido en los países ayer socialistas, en Panamá y Nicaragua, nos duele mucho. Pero el FMLN prosigue firme con perspectivas de victoria; gracias si a la solidaridad internacional.

CUMPLIENDO UN COMPROMISO POST MORTI

CUMPLIENDO UN COMPROMISO POST MORTI

Roberto Becerra Alvarado (1928-2002)
Comandante del Movimiento Revolucionario
Francisco Morazán de Honduras,
organizado en La Habana, Cuba en 1961.

En el año de 1992, tuve la necesidad de ir a la isla de Cuba, a que me hicieran una operación en mi corazón, porque tenía obstruidas las coronarias que me tenían al borde de la muerte, en Honduras ya había sido desahuciado por el Seguro Social. Me practicaron la operación y me trasladaron al Hotel Internacional del Vedado de la Habana. Allí en ese Hotel estaban hospedados muchos revolucionarios de los distintos países de América Latina que habían sufrido alguna lesión en sus cuerpos y habían buscado la ayuda médica de este país revolucionario considerado en el mundo como una atención médica de las mejores. Entre los compañeros revolucionarios que estábamos rehabilitándonos en el Hotel se encontraba el Sr. Miguel Mármol, fundador del Partido Comunista en El Salvador. Como un respeto que le debía a su lucha revolucionaria me hice amigo personal de él y conversamos e intercambiamos muchos puntos de vista coincidentes con su pensamiento comunista. Al momento de regresar a Honduras acompañado de mi esposa, el compañero Mármol me entregó un escrito personal que refleja el conocimiento que tenía sobre el proceso revolucionario de la Unión Soviética y de todos los procesos revolucionarios Marxistas de otros países. El documento me lo entregó, con el objeto de que si algún día tenía la oportunidad de escribir algún libro, que incluyera en el mismo su documento. Es por eso que pasa a formar parte de mis memorias denominadas La miseria y la traición y cumplo con mi palabra después de que él regresara a su patria El Salvador y recibiera por parte de la Universidad Nacional de dicho país, el título de Doctor “Honoris Causa” en honor a todo su trabajo revolucionario, hecho en el mundo entero donde tuvo oportunidad de exponer su pensamiento comunista.

“LA SOCIEDAD HUMANA COMO LA NATURALEZA MISMA
SIEMPRE ESTÁ EN PROCESO DE TRANSFORMACIÓN”

Miguel Mármol
Habana, 4 de julio de 1990.

La naturaleza en constante movimiento interaccionado produce los cambios de tiempo: el invierno, la primavera, el verano y el otoño. Cambios de tiempo que producen fenómenos desastrosos: nevadas, inundaciones, tempestades, sequías, maremotos, terremotos, etc. Fenómenos violentos que acaban con vidas humanas, y que destruyen la obra material del hombre; pero éste las repara y construye cada vez mejor.
Semejante a la naturaleza en constante movimiento, la sociedad humana está en perenne proceso de cambios sociales cuantitativos y cualitativos hasta dar el gran salto. Para pasar de un sistema social en caducidad a otro superior. Del comunismo primitivo caduco pasó al sistema esclavista; del esclavismo pasó al feudalismo; del feudalismo al capitalismo; del capitalismo al socialismo, iniciado en Rusia en 1917. Socialismo que como los demás sistemas pasados de la historia es irreversible en tanto no se den las condiciones precisas, de pasar al comunismo científico. La sociedad humana forma en su ascenso un espiral, espiral que cada vez se aleja más de su primitivismo.
Previo a los cambios cualitativos de la sociedad se procesan los cambios cuantitativos: los esclavos se alzaron contra sus amos, hasta realizar sublevaciones armadas resonantes como las que dirigió Espartaco; los campesinos se rebelaron contra los señores feudales en todas partes del mundo; en China hubo la guerra campesina de los cien años; internacionalmente la burguesía es sacudida en grandes movimientos obreros reprimidos sangrientamente; quedándoles como única alternativa la lucha política rumbo a la revolución socialista, tal como lo registra ya la historia. El capitalismo de carácter imperialista sigue siendo poderoso pero con un futuro de desesperación.
Los imperialistas no tienen el modelo económico social con el cual superen la dramática situación que el tercer mundo padece; tercer mundo cuyo descontento que acumula de ahora en hora, de día en día y de año en año, que estallará por fin para estremecer al capitalismo avaro, explotador y miserable; al imperialismo le nace además, la contradicción Inter-imperialista; pues cada imperio aspira al dominio de la hegemonía económica-política mundial. Contradicción Inter-imperialista que se agudizará catastróficamente, ante un socialismo que se revertirá muy poderoso de la crisis que experimenta.
La sociedad capitalista la caracteriza el hecho de que la clase minoritaria de la sociedad se ha apropiado de los grandes medios de producción: tierras, fábricas, riquezas naturales, etc., para explotar primariamente a la clase obrera y a los campesinos; con la utilización de científicos, técnicos, especialistas, burócratas, profesionales e intelectuales, propietarios de otras actividades económicas como decir la banca, el comercio y el transporte. Los sectores sociales de que se hace mención lastimados con la veracidad capitalista gran parte de ellos entran en contradicciones consecuentes con que se realicen cambios económicos.
Bajo el Sistema Capitalista el salario es bajo para la mayoría de explotados; existe el empleo, el desempleo permanente masivo y empeora en las grandes mayorías la miseria, la desnutrición, el hambre, las enfermedades, la mendicidad, el robo y demás males sociales, sin las perspectivas de oportunidades la juventud se da al abandono, a los vicios denigrantes, a la delincuencia, etc.; que yo sepa estos males sociales propios del Sistema Capitalista no han ocurrido con igual magnitud en los países socialista del Este Europeo.
En la antigua Rusia Zarista, fueron los obreros y campesinos los más explotados. Los parias sin derechos sociales y políticos; fueron en consecuencia, la fuerza motriz de la Revolución de Octubre, originando como se instauró el socialismo científico, por primera vez en el mundo caracteriza al socialismo el hecho de que los grandes medios de producción, las riquezas todas de propiedad privada, pasan a poder público administrada por el Estado Socialista. Obreros, campesinos y pueblo en general forjan su destino socialista a través de los sindicatos obreros, cooperativas campesinas, asociaciones juveniles, etc. Verdad esta que la observé por espacio de tres meses.

Estuve en la URSS en 1930, en ocasión de asistir al Quinto Congreso de la Internacional Sindical Roja, celebrado en Moscú en la segunda quincena de agosto. Terminado el Congreso, delegados del exterior presenciamos el afán con el cual los trabajadores, los científicos y los técnicos construían las bases materiales del socialismo científico, para cumplir a cabalidad el primer Plan Quinquenal de 1928 -1933. En Moscú, Rostov, Bacú, Tifles y en los campos trabajaban aceleradamente en la industria pesada, industria ligera, industria eléctrica, en las minas de carbón de piedra, en los pozos petroleros a orillas del Mar Caspio, en las cooperativas campesinas; vimos también la reconstrucción de la ciudad de Leningrado.
En la construcción socialista los soviéticos encontraron la forma de elaborar con eficiencia, con espíritu leninista, con sentido creativo, con gran sentido de responsabilidad: la emulación socialista, consistente en trabajar en cadena, en brigadas de choque para producir más y mejor con ahorro de materiales. Hubo además el trabajo voluntario, los domingos llamados rojos leninistas. Reunidos después de cada jornada de trabajo, se daba la revisión de todo, la crítica y la autocrítica para superar responsabilidades, para forjar la conciencia socialista.
En cada empresa existían dos cosas que forjaban conciencia y sabiduría: el Periódico de Pared (mural) y el Rincón Lenin. En el periódico de pared se leían los logros obtenidos; pero fundamentalmente la crítica y la autocrítica como forma superior de concientizar señalando irresponsabilidades, deficiencias, errores y perjuicios. En el Rincón de Lenin se leían las obras escogidas del maestro del proletariado mundial.
Los capitalistas sostenían con burlas: El Plan Quinquenal no lo terminarían ni en treinta años, porque los soviéticos carecían de científicos, técnicos, especialistas, mano de obra calificada y de la materia prima necesaria; pero los capitalistas se equivocaron de pies a cabeza. El Plan Quinquenal de la Industria Ligera la terminaron en dos años y medio. A los delegados extranjeros nos tocó en suerte asistir al Teatro Bolshói, donde se celebró pomposamente el gran éxito. La industria pesada se realizó en menos de los cinco años.
El pueblo soviético soportaba estoico las tremendas limitaciones que les ocasionaba el pertinaz bloqueo económico del capitalismo mundial y el sabotaje dirigido y financiado desde el exterior. Donde el anti-sovietismo era feroz, no les llegaba ni un alfiler, los saboteadores envenenaban las fuentes de agua para matar el ganado, destruían los sembrados; de eso que la población comía carne y bebía leche sólo cinco días al mes; para los niños y para las parideras sí había la leche diaria; en Moscú escaseaba la fruta, la ropa, los zapatos, otros artículos de uso indispensable; agua sólo había tres veces al día; pero frente a todo eso se alzaba el trabajo empeñoso de científicos, técnicos, especialistas y de las masas productoras.
Algo que no olvido y que formó mi conciencia socialista, fue el encuentro con obreros y con niños escolares. En la fábrica de pan de Moscú por entonces la más grande del mundo le pregunté a una obrera que recogía el pan que salía del horno eléctrico si comía de ese pan, contestó que a la hora de comer —les es prohibido, insistí, —prohibido no, pero si me comiera uno o dos panes, se quedarían sin comerlo otros, pues es que aquí todo está planificado. Otra me dijo ser católica, que no iba a la iglesia por tener tareas que realizar de orden social, político y cultural; una tercera me explicó que después de trabajar se dedicaba a estudiar porque quería ser una obrera instruida.
Niños escolares nos dijeron muy seguros, la cantidad de técnicos y trabajadores que construían un edificio que teníamos a la vista, agregando que, como esa construcción se edificaban muchas más en el país. Precisaron que el socialismo terminaría con el enorme atraso que la URSS heredó de la Rusia Zarista, carente de energía eléctrica con una agricultura atrasada y sin el desarrollo industrial por lo que Rusia Imperial marchaba a la cola de los países capitalistas europeos. Que el socialismo en construcción llegaría a ser ejemplar en el mundo.
Aquellos escolares soviéticos estaban seguros de lo que decían; en cuarenta años (1917-1957), el socialismo convirtió a la atrasada Rusia en la gran potencia paralela al imperialismo norteamericano sin explotar ni vivir de naciones sometidas. Cuando la Segunda Guerra Mundial terminó con el agresor nazifacismo en los campos de batalla. Científicos y técnicos soviéticos, primeros en lanzar al espacio cósmico dos satélites artificiales en 1957: El primero el 5 de octubre y el segundo el 4 de noviembre con la perra Laica a bordo; Yuri Gagarin cobró celebridad en el mundo. Los soviéticos han expresado el internacionalismo proletario y la solidaridad internacional a los países liberados del colonialismo siendo por eso que exista el Tercer Mundo. Con la política soviética de paz y la distinción han conseguido contener la guerra nuclear ansiada por los imperialistas encaminados a destruir el socialismo y la Democracia Popular Norcoreana y China. Querer ignorar tanta grandeza socialista es traición de Lesa Humanidad; pero millones de extranjeros somos fieles al socialismo científico; fieles al marxismo-leninismo.
El bolchevismo triunfante instauró la Dictadura del Proletariado, para destruir hasta en sus últimos vestigios la estructura del Estado Feudal-Burgués que explotó y martirizó a obreros y campesinos y todos los pueblos sometidos a Rusia Imperial. Dictadura proletaria que tenía de misión histórica, garantizar el desarrollo y la vida del socialismo. Dictadura proletaria que enfrentó vencedora la contrarrevolución; la intervención armada de las potencias europeas y otras; que supo soportar el bloqueo económico y el sabotaje financiado desde el exterior. Entiendo que la dictadura proletaria desaparecería, al producirse la paz y la seguridad con el crecimiento del socialismo mismo, del que emergerían masivamente: científicos, técnicos, especialistas y otros sectores sociales intermedios importantísimos que como tales, tienen derecho a participar en puntos claves del Estado Soviético, para aportar mucho más al socialismo.
Pero ocurrió que dicha dictadura proletaria no cumplió con su cometido histórico al permitirse la dictadura unipersonal de Stalin, quien desde un principio dio por tirar por la borda los principios socialistas leninistas, para imprimir en la sociedad una actitud de veras no marxista-leninista. Stalin, para su seguridad dictatorial no perdió oportunidad para desaparecer cuadros valiosos del Partido, la Juventud Comunista y del Ejército Rojo. También le valió de que muchos bolcheviques connotados murieran en defensa del socialismo, cuando la contrarrevolución, cuando la Gran Guerra Patria, cuando la intervención armada de las grandes potencias. Por eso es que cuando la Segunda Guerra Mundial, Stalin decidió todo; fue el manda más. Stalin dejó a la sociedad soviética en enredos ideológicos, económicos y políticos; enredos que afloraron violentos, no para continuar con el socialismo, sino para virar hacia el capitalismo. Esto no hubiese ocurrido así, si los verdaderos comunistas hubiesen continuado cultivando el marxismo-leninismo en las nuevas generaciones de obreros y campesinos y demás estamentos surgentes; labor de concientización socialista que fue descuidada, por los que idealizan el capitalismo que consiguieran confundir a las mayorías.
En 63 años de edificación socialista, crecieron masivamente sectores importantísimos en el área de los científicos, técnicos, especialistas, burócratas, profesionistas, mentores e intelectuales valiosos en la construcción del socialismo; pero fue en parte de estos sectores no proletarios, donde se engendró la ideología anti-socialista, pretendiendo regresar al pantano inmundo del feudalismo-burgués de la Rusia de 1917. Eso es dar patadas, a la gloriosa revolución de octubre.
Mientras en el Este europeo el socialismo se derrumba, tembloroso aún en la misma Unión Soviética, Vietnam, Corea del Norte, Gran China y Cuba, países constituidos en poderosas columnas del socialismo científico. En Cuba, isla a sólo 90 millas del territorio norteamericano, el socialismo avanza exitosamente, pese al bloqueo económico y a las presiones diplomáticas y militares del imperialismo yanqui.
Veamos lo ocurrido en América Latina y el Caribe en 50 años de sistema capitalista (1930-1980). En medio siglo de capitalismo subdesarrollado, éste tuvo un relativo crecimiento, con ello crecieron masivamente capas sociales no proletarias, no comunistas que inconformes con el modo de vida económico político burgués, partes de estos albergan principios ideológicos, políticos diferentes, engrosan el partido social demócrata, Demócrata Cristiano, partidos de derecha, o forman su propia agrupación a su gusto y sabor; así dispersos luchan en mutua competencia; de eso el caos en el que es tan variada para luchar contra el imperialismo que en las nuevas condiciones nos atrapa.
En 1932, las fuerzas motrices de la revolución salvadoreña la constituyeron los obreros y campesinos, las capas sociales intermedias, no creídas aún cooperan en buena parte con el genocida General Maximiliano Hernández Martínez, otros con la indiferencia; pero hoy parte de los sectores sociales dicho, cooperan con el FMLN y los partidos de oposición, en parte consecuente con la insurgencia. Por eso el ejército y el gobierno fascista han hecho desaparecer a numerosos profesores, estudiantes universitarios y de secundaria, a profesionales, al gran caficultor Enrique Álvarez Córdoba, sin escapar Monseñor Oscar Arnulfo Romero, varios sacerdotes y los seis jesuitas. La unidad política opuesta al oprobioso régimen de El Salvador, es ejemplo para los pueblos latinoamericanos y del Caribe por eso es que lo ocurrido en los países ayer socialistas, en Panamá y Nicaragua, nos duele mucho. Pero el FMLN prosigue firme con perspectivas de victoria; gracias si a la solidaridad internacional.

Noviembre de 1989, ofensiva militar

Domingo, 08 de Noviembre de 2009 / 20:34 h
Noviembre de 1989, ofensiva militar

Dagoberto Gutiérrez

San Salvador era una ciudad intensa y tensa, los pájaros de las arboledas comentaban sobre la ofensiva y las hormigas, desde sus oscuros socavones, calculaban que el momento del estallido estaba cada vez más cerca porque, decían, las madrugadas eran muy oscuras.

El secreto público de la ofensiva guerrillera hacía que la conspiración fuera popular y, en distintas formas, lugares y horas se implementó, con el genio creador, una logística imprescindible.

El armamento circulaba por las calles, envuelto en papel de china, en regalos de cumpleaños, en pescados fritos y hasta en ataúdes sin cadáver, pero con explosivos. Un río popular llevaba hacia delante la mayor ofensiva militar de nuestra historia, la que culminaba 20 años de guerra popular.

El heroísmo, ingenio y sabiduría política que habían caracterizado la guerra también determinaba las características de la ofensiva: Un solo plan, una sola estrategia, diversas tácticas y diferentes visiones sobre el futuro inmediato y mediato, diferentes logísticas y estilos así como diferentes métodos. El FMLN siguió siendo durante la ofensiva, el acuerdo político que perduraba, pero en la medida en que la guerra finalizaban también se agotaba este acuerdo y era sustituido, paso a paso, por el desacuerdo. Se puede decir, por eso, que la ofensiva militar de noviembre de 1989 fue el último acuerdo trascendental que logramos alcanzar los diferentes del FMLN.

La ofensiva militar tiene un rostro político y otro militar, militarmente se concentró toda la energía y experiencia acumulada durante 20 años y por eso el enfrentamiento resultó desigual porque la guerra irregular tenía más experiencia, terreno social y fuerza ideológica que la guerra regular, esta al depender de los Estados Unidos y carecer de convicción política, no contó con la energía social del pueblo, pero sí con la esperanza oligárquica, la confianza imperial y la desconfianza del pueblo.

La desigualdad favoreció a la guerra irregular y aunque el ejército gubernamental no fuera derrotado, la ofensiva demostró que ese ejército no era capaz de lograr, a corto plazo, una victoria militar sobre el ejército guerrillero. Aquí se abrió la puerta para la derrota de la fuerza armada, al cambiar el contexto histórico que determinó, en 1932, que el ejército se convirtiera en la nueva clase gobernante del país, esta calidad que tanto daño hizo al ejército se perdió durante la ofensiva militar y a la luz de su desenlace, porque toda fuerza armada que no es capaz de impedir concentraciones militares, traslado de tropas y materiales y, finalmente, el cerco militar a la ciudad capital, que es un hecho sin precedente en América Latina, está escribiendo el fin de la historia, y de su historia como clase gobernante y esto ocurrió durante la ofensiva.

La reforma al artículo 211 de la Constitución, ratificó que en el Salvador había desaparecido la antigua clase dominante cafetalera y la antigua clase gobernante, la Fuerza Armada, ambos elementos abrieron la puerta para un nuevo régimen político en el país, y esto pasó por el cáliz encendido, de la ofensiva militar de 1989.

Esta ofensiva terminó, al mismo tiempo, con el diálogo dialogante y abrió la puerta, otra puerta, para la negociación, es decir, para un diálogo en el que se toman acuerdos que comprometen y cuyo cumplimiento se verifica. En ningún aspecto como este es más relevante la relación, íntimamente amorosa, que existe entre lo político y lo militar.

El contexto planetario de la ofensiva era desfavorable, porque se derrumbaba la Unión Soviética y Washington invadía Panamá y sacaba del pelo a su empleado, el General Noriega y, sin embargo, estando la ofensiva enraizada en las condiciones locales y nacionales no necesitó de un entorno favorable porque se nutrió de la coyuntura nacional que exigía un desenlace político militar para apurar una definición también político militar.

La ofensiva mostró la cresta de la confrontación histórica, que sigue sin resolver en el país, de ese punto más alto nació la concertación y el proceso de negociación, así llamado, llegó a producir los acuerdos políticos que pusieron fin a la guerra, pero dejaron en pie al conflicto, Acuerdos de Paz han sido llamados, pero en realidad se trata de una finalización político militar a la guerra de 20 años.

Todo lo que existe en El Salvador, como proceso con valor democratizador depende, en realidad, de la ofensiva militar de 1989. Pocas veces una ofensiva militar produce ofensivas políticas tan duraderas y prolongadas que aún resuenan en nuestro país como la ofensiva de noviembre de 1989.

Oswaldo Escobar Velado. Uno

Oswaldo Escobar Velado. Uno
Manlio Argueta*

Mis dos poetas favoritos, ante de tirarme al ruedo de los toros de la poesía, lo reitero, fueron Orlando Fresedo y Oswaldo
Escobar Velado, pero con éste me uní muy fraternalmente. El acercamiento con Claudia Lars, vino despuesito, maestra
deslumbrante de la poesía, pero con ella, la mamá Claudia como le decíamos no hubo la confianza como con los dos
primeros.

Conocí al Pipo Escobar Velado (así le decíamos sus amigos poetas jóvenes: Roberto Armijo, Tirso Canales) en un
momento que me favoreció como poeta de provincia, por la siguiente razón: mientras un poeta desconocido (el discípulo)
ganaba su primer premio en San Miguel con su poemario “Canto a Huistaluxcilt”, el maestro ganaba el segundo lugar.
Para el discípulo fue haber conocido un cráter de la luna. Pues en ese entonces Pipo Escobar ya me despertaba
admiración, aun sin conocerlo, excepto por su libro: Arbol de Vida, Amor y Esperanza.

El acercamiento y amistad con el poeta fueron de inmediato, ningún celo con el joven desconocido que le había ganado,
todo lo contrario.

No lo visité en su bufet en la “Esquina de la Muerte”, intersección de la Calle Concepción y la 10 Ave. Oriente, donde morían
la mayor parte de accidentados de tránsito, unos diez al año. Después se trasladó a un edificio más moderno, muy
cerca del antiguo Hospital Bloom y luego fue a compartir una casa con su madre en el Barrio Santa Anita. En estos dos
lugares las visitas fueron frecuentes, para leer y tomar café.

Los poetas jóvenes comenzaban a ganar premios y él competía amigablemente con ellos. Era tal la carencia de
competitividad que nos leía sus poemas que participaban en certámenes, por ejemplo todo su Cristoamérica, todo su
Cubamérica, Cuscatlán en TV y Elegía Infinita pasaron por el tamiz de su voz leyéndonos a los poetas jóvenes (por lo
general, Armijo Tirso y Argueta).

Roque Dalton lo frecuentaba menos, o casi nunca; Dalton era el favorito de Pedro Geoffroy Rivas, de carácter distinto
al de Escobar Velado. Y para Geoffroy el único poeta con valor era Dalton. Claro, esta apreciación era parcial, quizás
por el talento propositivo de Dalton, insuperable, pero ya Armijo se perfilaba como un gran conocedor de los clásicos,
además de articulista de primera. Pero en esa época Geoffroy tenía más afinidad ideológica con Roque y Otto René
Castillo (poeta guatemalteco, exiliado en El Salvador, que por mucho tiempo fue cronista de LPG, muchos de sus
trabajos firmados los encontraremos, 1954-55-56). Yo a veces me colaba en la bohemia “almuercera” de Geoffroy, junto a
Ricardo Bogrand, Rodríguez Ruiz, Mercedes Durand, René Arteaga, Danilo Velado, y varios periodistas que lo rodeaban.

Mi relación con Dalton y Armijo fue bilateral sin la presencia de Geoffroy ni la de Escobar Velado, era más a nivel
ContraPunto-El Salvador
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universitario, aunque siempre alrededor de la labor poética (Círculo Literario Universitario). Por el lado de Geoffroy y
Pipo Escobar no había buenas relaciones, aunque colegas abogados y conocidos, había un valladar ideológico. Por
ejemplo, Escobar Velado ya había tendido contacto con un militar. Que yo recuerde, la relación de Oswaldo fue con un
solo militar, el coronel Alberto Carranza Amaya cuyo contacto, analizado a la lumbre mortecina de la época, era
explicable.

En esos años, una asamblea de militares decidía quién iba a ser el presidente de la república, pero después de elegir
al “ungido” (esta elección era pública, salía las fotos en los periódicos, no era nada secreto), surgían los desacuerdos de
facciones militares que apoyaban a otro. Esa vez, el electo fue el Coronel Lemus; y a Oswaldo lo buscó el coronel
Carranza Amaya pidiéndole su apoyo, éste se lo dio con la creencia que Carranza iba a ayudar a los poetas. A los
poetas del Círculo Literario Universitario (Dalton, Otto René, Armijo y Argueta). Tirso Canales, por no estudiar en la
Universidad, se unió mucho después.

La actitud de Escobar Velado con el coronel no nos pareció, pero prevalecía más la amistad. Pero esto, en la política con
cuenta mucho. Sin embargo, el Pipo, dada su carisma, su personalidad no nos despertó desacuerdos, ni ideas malsanas
de origen político. Una cosa era su noble, quizás inocente intención, con el coronel Carranza; otra la poesía que nos
vinculaba. Por ahí vino la enemistad de Geoffroy, en esa época muy radical, con Escobar Velado.

Se dieron dos grupos, los de Geoffroy, por lo general eran los más promovidos en la “izquierda”; por el lado del Pipo los
“vacilantes”, los “líricos”, los provincianos.

Para comparar, no olvidemos que Otto a sus diecisiete años ya era un exiliado de Guatemala, siendo estudiante de
secundaria, y Dalton ya había regresado de Chile. Por el contrario, Armijo acababa de resucitar en Chalatenango
después que se “murió” de un ataque de asma. Tirso era empleado de la Compañía Cafetalera y Argueta, el emigrado
provinciano de San Miguel, estudiante de Derecho y profesor de Matemática, por lo cual este pequeño grupo cafetero
de la cafetalera le llamaba el “hermano rico”, por ser el único con un salario fijo.

Escobar Velado, pese a su extracción pudiente familiar, era un abogado pobre. Contaba con muchas experiencias vitales,
ya había regresado de su exilio en Costa Rica, se dedicaba más a la poesía y a las charlas de café. Pero adolecía de un
mal que le supimos perdonar y, no solo eso, le comprendimos y lo protegimos (los poetas iniciáticos): su dipsomanía,
una tragedia en la que no quiero ahondar porque hubo mucho dolor maternal de por medio.

NUNCA compartimos una bebida de contendido alcohólico con Pipo Escobar Velado, solo café. Aunque a veces
compartiéramos la otra bohemia fuerte con Geoffray, aunque en horas diurnas, lo que en salvadoreño podría llamarse
el “almuercero”, pero que podía durar hasta las dos de la tarde, en dos cervecerías que sé donde estaban localizadas pero
he olvidado sus nombres (frente al parque San José y frente al actual Burguer King diagonal a ese parque). El primero
ya no existe. El segundo sí está el bonito edificio art deco, rodeado de ventas ambulantes y sonido violento de música,
aunque salva el espacio la venta de libros usados.

*Poeta y novelista. Director de la Biblioteca Nacional de El Salvador. Condecorado con la Orden del Mérito Civil, Grado de Encomienda, por el gobierno del Reino de España. Varios de sus libros están traducidos a dos y hasta diez
idiomas. Presidente de la Fundación Innovaciones Educativas Centroamericanas (FIECA)

Il muro e noi

editoriale da Liberazione di domenica 8 e lunedì 9 novembre 2009

Il 9 novembre, 20 anni fa, cadeva il muro di Berlino. In quell’elemento simbolico è racchiusa la fine di un regime socialista in cui – nella migliore delle ipotesi – la giustizia sociale era contrapposta alla libertà. In questa incapacità di coniugare libertà e giustizia sta al fondo il fallimento del tentativo novecentesco di transizione al socialismo. Noi che siamo nipoti della lotta partigiana – quante lapidi ci sono nel nostro paese su cui sta scritto “morto per la libertà” – abbiamo salutato positivamente la caduta del muro. Il socialismo senza la libertà semplicemente non è socialismo: è un tentativo di andare oltre il capitalismo che ha imboccato la strada sbagliata ed è abortito. Così non poteva andare avanti e così non si andava da nessuna parte. Senza libertà nessun socialismo. Giusto quindi picconare il muro e bene che il muro sia caduto; bene che i dirigenti della DDR abbiano scelto di non sparare, preferendo perdere il potere piuttosto che cercare di mantenerlo con una strage.

Nel mondo la caduta del muro è stata salutata come la vittoria della libertà sulla barbarie, come la possibilità di un nuovo inizio per la storia del mondo basato sulla libertà e la cooperazione. Sappiamo che non è andata così. Gli stati Uniti hanno colto l’occasione della sconfitta del nemico storico per rilanciare la propria egemonia incontrastata su scala mondiale e il capitalismo ha preso da questo passaggio l’abbrivio per aprire una nuova fase della propria storia, quello della globalizzazione neoliberista. I cantori del capitalismo hanno colto l’occasione per dire che eravamo alla fine della storia. Marx aveva speso la vita e scritto migliaia di pagine per dire che il capitalismo non era un fenomeno naturale ma bensì un modo di produzione storicamente determinato e quindi superabile. La caduta del muro è stata usata per “rinaturalizzare” il capitalismo, per affermare su scala globale che viviamo nel migliore dei mondi possibili; per affermare che essendo il capitalismo naturale, ogni tentativo di superarlo diventa un atto “contro natura” e in quanto tale barbarico. Gli anni ’90 sono stati caratterizzati da questo unico grande messaggio, trasmesso a reti unificate dal complesso dei mass media e da tutte le forme di produzione culturale, cioè di costruzione dell’immaginario individuale e collettivo, a partire dall’industria cinematografica. La caduta del muro è stato l’evento simbolico che ha permesso di costruire una grande narrazione che ha rilegittimato completamente il capitalismo. Kennedy non è più il presidente dell’escalation della guerra di aggressione al Viet Nam o l’aggressore di Cuba con l’avventura della Baia dei Porci. Kennedy è celebrato come il paladino della libertà e il suo discorso berlinese ne è il suggello. Dietro il paravento della libertà, sono riapparse, anche in occidente, incredibili differenze sociali e livelli di sfruttamento del lavoro che pensavamo seppelliti per sempre dopo le lotte degli anni ‘70. Nella vulgata la libertà d’impresa è diventata il presupposto della libertà dei popoli. Questa completa rilegittimazione del capitalismo ha un sapore mortifero di falsa coscienza: Che Israele costruisca muri per imporre l’apartheid in Palestina e che gli Stati Uniti costruiscano muri per impedire l’immigrazione dal Messico non fa più problema. Ogni muro è diventato lecito per l’impero del bene. In Italia questo fenomeno ha assunto dimensioni maggiori che in altri paesi in virtù della proposta di Achille Occhetto – accolta dalla maggioranza del suo partito – di sciogliere il PCI in nome di questo nuovo inizio, appiattendo così tutta la storia del movimento comunista italiano sul fallimento del socialismo reale. La storia del nostro paese è stata integralmente riscritta, la lotta partigiana è stata denigrata nel suo valore simbolico di rinascita della nazione e così si è aperta la strada all’aggressione della Costituzione. La cancellazione della memoria del paese e la sua ricostruzione fatta dai vincitori ha sdoganato ideologie razziste e comportamenti xenofobi che pensavamo definitivamente finiti nella pattumiera della storia dopo la barbarie nazista.

Il fascismo, lungi dal presentarsi come una parentesi della storia patria, si evidenzia sempre più come una delle possibilità inscritte nel sovversivismo delle classi dirigenti di un paese che – come sottolineava Gramsci – non ha vissuto la riforma protestante e il cui risorgimento non è stato fenomeno di popolo ma di ristrette elite. La democrazia e la stessa costruzione di un etica pubblica in questo paese è concretamente il frutto delle lotte del movimento operaio, socialista e comunista. La loro disgregazione apre la strada a populismi di tutti i tipi, di destra come di sinistra.
In questo imbarbarimento del costume e dei rapporti sociali nel nostro paese e nel mondo vediamo confermata quotidianamente non solo la possibilità ma la necessità di battersi per superare il capitalismo.

In questa dialettica sta il nostro giudizio politico sulla caduta del muro di Berlino: è stato un fatto positivo e necessario, da festeggiare, ma non costituisce di per se un nuovo inizio per l’umanità. E’ stato anzi l’evento utilizzato per costruire un nuovo inizio e una nuova rilegittimazione dello sfruttamento dell’uomo sull’uomo e della guerra. Mi pare che questa sia anche la consapevolezza dei compagni e delle compagne della Linke: nessuno propone di tornare a prima ma nella Germania riunificata occorre organizzarsi e lottare – all’Est come all’Ovest – contro il capitalismo e la guerra, per costruire un socialismo democratico.
Fuori da questa comprensione dialettica della positività della caduta del muro e della chiara consapevolezza che questo non segna nessun nuovo inizio, non esiste nessuna possibilità di porsi oggi il tema della trasformazione sociale e del superamento del capitalismo. Fuori da questa comprensione dialettica possiamo solo diventare anticomunisti o far finta che i regimi dell’Est non abbiano fallito nel tentativo di costruzione del socialismo. Il pentitismo e la nostalgia indulgente sono i rischi che abbiamo dinnanzi a noi: nella loro apparente opposizione rappresentano in realtà la completa negazione della possibilità di lottare per il socialismo, per una società di liberi e di eguali.

Da questa comprensione dialettica della caduta del muro scaturisce la nostra scelta della rifondazione comunista.
Dopo il fallimento del tentativo di fuoriuscita dal capitalismo che ha dato luogo ai regimi dell’Est non basta definirsi comunisti: occorre porsi l’obiettivo teorico, politico ed etico della rifondazione del comunismo e dell’antropologia dei comunisti e delle comuniste. L’obiettivo cioè di superare il capitalismo coniugando libertà e giustizia. L’utilizzo di due parole – rifondazione comunista – anziché una per definirci non è un lusso o una complicazione: è il modo più corretto per esprimere oggi il nostro progetto politico, in cui sappiamo dove vogliamo andare e sappiamo cosa non dobbiamo rifare. Il comunismo dopo il novecento è uscito dalla fase dell’innocenza. Compito nostro è farlo diventare adulto ed è un compito per cui val la pena spendere la vita.

Ideología y crisis del marxismo

Ideología y crisis del marxismo

Por Alvaro Rivera Larios (*)

Texto para el debate sobre el marxismo, su crisis y El Salvador de la actualidad

MADRID – En el horizonte político en el cual vivo, el de la Europa posterior a la caída del muro de Berlín, nadie duda de la existencia de una compleja crisis en el marxismo. Podrían surgir desacuerdos en torno a cuáles son sus características y las causas de su origen, pero negarla sería como pretender negar que el agua moja. Ningún izquierdista europeo perdería el tiempo negando lo innegable, más bien dedicaría sus esfuerzos intelectuales a buscar una salida. La crisis del marxismo ya aparece como una entrada especifica hasta en los diccionarios de marxismo, pero todavía hay marxistas que la niegan en un lejano país del trópico. Y es que en sociedades donde nunca ha arraigado una cultura del pensamiento crítico, en sociedades donde este prendió como creencia utópica y no como ciencia, es difícil percibir lo que Georges Labica denominó las crisis del marxismo.

Labica habla de “las crisis” por dos motivos: a lo largo de su historia, en su andadura política, el marxismo se ha enfrentado a muchos instantes difíciles. Cada uno de ellos tuvo sus propios rasgos. Valgan como ejemplos la escisión reformista que lideró Eduard Bernstein a finales del siglo XIX y sucesos del siglo pasado como la revuelta contra el leninismo que protagonizó Kautsky, los desacuerdos entre Lenin y Rosa Luxemburgo, las pugnas internas del comunismo soviético, el derribo ideológico del Stalinismo y “la caída del muro de Berlín”. Según Labica, el marxismo siempre ha estado en crisis y ha avanzado a través de ellas, lo que equivale a decir que también es una praxis sometida a la dialéctica de la historia. Dada su condición de teoría y práctica, sus crisis han sido multidimensionales.

Pero ¿qué es eso que supuestamente estaría en crisis y a lo que damos el nombre de marxismo? Aquiles Montoya ofreció en su “postalita” una pobre definición del fenómeno y para superarla me basta con cederle la voz a Juan Valdés Paz, científico social cubano. Valdés afirma que “Por marxismo podemos entender cosas muy diferentes: desde el cuerpo teórico e ideológico de sus fundadores hasta el conjunto de seguidores que interpretan, revisan y se desvían, por diferentes motivos, de las fuentes originarias dando lugar a la tradición marxista, a saber, la diseminación e historia de sus disímiles corrientes. A la postre, el marxismo es un acervo cultural e histórico muy amplio donde siempre hacemos una escogencia política”. Qué lejos está Valdés de las observaciones crípticas y dogmáticas de Aquiles Montoya.

Dado que Marx entendió su esfuerzo intelectual como parte de un accionar práctico, las crisis de implantación histórica que sus conceptos han enfrentado con bastante frecuencia se han vuelto crisis teóricas y sus dilemas teórico-prácticos con bastante facilidad se han convertido en incendios políticos. Al convertirse en un conjunto de ideas que cohesiona y da sentido a grupos e instituciones, la suerte del marxismo, como teoría, a menudo involucra su suerte como doctrina institucional, de ahí que las distintas interpretaciones y aplicaciones de la teoría siempre supongan un riesgo para “la unidad de acción”. Tal como sucede con la Iglesia Católica, para mantener la unidad del organismo institucional hay que cuidar la unidad de la doctrina y es por eso que cualquier rectificación de una idea en el marxismo puede traspasar los límites del mero pensamiento científico para encender acalorados debates en torno a la pureza ideológica y la lealtad política a los intereses de los explotados y la revolución.

Hasta ahora el marxismo no ha encontrado una formula que permita, dentro de sus instituciones, una coexistencia fértil entre la unidad y la diversidad. Su rigidez política interna impide que sus partidos diseccionen con más prontitud aquellos obstáculos que situaciones nuevas le oponen a “la teoría”. Esa rigidez que tan mal se adapta a los dialécticos procesos de la vida es una de las razones que acercan al marxismo al peligro permanente del cisma. Es paradójico que un pensamiento político dialéctico le tema tanto a la dialéctica en el interior de sus organizaciones.

Este problema no es nuevo, se planteó en el seno de la socialdemocracia alemana a finales del siglo XIX. La discusión tuvo dos planos interrelacionados: el político y el epistemológico. Un líder como Eduard Bernstein juzgaba que ciertas predicciones económicas de Marx no se habían cumplido. Más allá de lo discutibles que hayan podido ser sus juicios, Bernstein consideraba que si el marxismo era una ciencia, no podía mantener la “unidad doctrinal” a costa de ignorar aquellos datos de la experiencia que contradecían alguna de sus hipótesis. Si el “edificio teórico” tenía que adaptarse a la realidad contingente, no podía ser visto como una estructura cerrada y acabada. Por fuerza tenía que estar abierto a nuevas rectificaciones y aplicaciones. En este punto surgía el problema político. Para que el marxismo fuese tratado como una ciencia era imprescindible que hubiese “libertad de crítica” dentro de la izquierda. De ahí que Bernstein defendiese la idea del pluralismo en el interior del movimiento comunista. Coherente con esa perspectiva, el teórico alemán también rechazaba la idea marxista de la Dictadura del proletariado.

Entre Bernstein y Lenin lleva debatiéndose la izquierda desde hace un siglo. El triunfo de la revolución rusa decantó la discusión en favor de Lenin. Pero la caída del socialismo real ha elevado el valor de aquellos a quienes Lenin bautizó despectivamente como “marxistas legales”. Pero el problema es complejo, aunque las alternativas parezcan semejantes, la situación no es la misma. Si Lenin ha perdido parte de su prestigio, también es cierto que la democracia representativa no es el paraíso, de ahí que para la izquierda se abra un periodo de búsqueda en el que ya no es posible ser un leninista dogmático ni un marxista legal ingenuo. Esta es (parte de) la crisis.

Toda crisis tiene su geografía. Los rasgos de la crisis del marxismo mexicano no son idénticos a los de la crisis del marxismo europeo. Nada más apunto que, en México, hace treinta años, Oscar del Barco publicó unas “Observaciones sobre la crisis del marxismo”. Sólo apunto que en 1980, en el apéndice de su libro “Marx y América Latina”, el argentino José Aricó incluyó una nota sobre “Rosa Luxemburg y la crisis del marxismo”. Nada más apunto que, treinta años después, este dilema todavía es un tabú dentro de la izquierda salvadoreña. La geografía de la crisis es también una geografía cultural. Así se explica que algunos sectores de la izquierda en México y Argentina tengan desde hace mucho constancia y conciencia teórica del problema, mientras que la izquierda salvadoreña se persigna cuando el asunto es mencionado.

II

Para tener una existencia política el pensamiento marxista no tiene más remedio que transformarse en una ideología. Pero dicha transformación no se opera sin pagar un precio en términos de racionalidad. Y no es que los contenidos ideológicos caigan por norma en el terreno irracional, pero funcionan en un campo que se regula por principios diferentes a los de una ciencia.

Introducida en la dinámica de la lucha de clases, tal como esta se objetiva en la superestructura de una formación social determinada, la dialéctica de la ideología marxista se le aparece al marxismo teórico como un hecho social objetivo que tiene su propia entidad histórica. Dicha entidad, aunque tenga cierta coherencia racional, ya no es metódica ni sistemática y se articula como un nuevo lecho de creencias, valores y símbolos que posibilitan una acción política organizada y permanente. Las reglas por las que se rige esta dimensión superestructural del marxismo son de carácter sociológico y político y sus agentes, por lo general, no reflexionan teóricamente sobre ellas ni sobre la forma en que tales reglas condicionan la praxis.

Desde mi punto de vista, la ideologización del marxismo se debe también a la misma naturaleza de su proyecto político y al destino que este tiene cuando es aplicado en sociedades donde no se ha consolidado una opinión pública compleja y autónoma. Como bien dice Hannah Arendt: “La verdad filosófica, cuando entra en la calle, cambia su naturaleza”. Según cuáles sean las calles y los barrios de la ciudad a la que llegue, así será el grado de fundamento y de fluidez que el pensamiento marxista adquiera al convertirse en un conjunto de nociones ideológicas.

La recepción y aplicación sesgadas del marxismo se deben a las mismas condiciones sociales objetivas (las de la alienación) en que se forma la conciencia de aquellos receptores que busca y privilegia la teoría de Marx. El tema es complejo y, por supuesto, mis opiniones son discutibles. Intentaré fundamentarlas más adelante.

Un primer apunte debe señalar que aunque ciencia e ideología tienen puntos de contacto no tienen la misma lógica de funcionamiento. Marx demostró que la reflexión teórica no puede abstraerse de las relaciones sociales. La división entre trabajo manual e intelectual permite el desarrollo de la teoría como especialización. A pesar de las funciones sociales que cumple, la teoría se somete a una serie de protocolos lógicos y de verificación en el seno de las comunidades científicas. En cambio, la ideología es un proceso simbólico-afectivo que se gesta de forma inconsciente en la interacción de vastos grupos humanos. Pertenece al ámbito de las nociones, creencias y valores sociales y al de las múltiples funciones que estos desempeñan en el orden de la vida practica. Una de ellas es la de dar sentido y cohesión al comportamiento grupal. Y es aquí donde a veces, en nombre de la unidad colectiva, se silencian los debates y desacuerdos que la razón critica debería de asumir. El miedo y el rechazo a todo aquello que suponga un peligro potencial para la unidad ideológica del grupo, hacen que este reprima la mención abierta de ciertos temas. O dicho de otra manera: en ciertos casos, la ideología marxista obstaculiza el desarrollo de la teoría marxista.

III

Dice Aquiles Montoya que el marxismo es algo más que una simple ideología. Supongo que su juicio no es un juicio simplista acerca de las ideologías ni tampoco un juicio simplista acerca del carácter “científico” del marxismo. Asegurando que el marxismo es una ciencia no se explica por qué es algo más que una ciencia ni por qué anida en su interior la pulsión que lo convierte en una ideología.

La problemática naturaleza y el problemático destino del marxismo fueron marcados por una de las tesis sobre Feuerbach, aquella que dice: “Los filósofos se han limitado ha interpretar el mundo; ahora lo que importa es transformarlo”. Para salir al mundo y transformarlo, la filosofía ha de empuñar las armas y ha de buscar una clase social, un ejército de hombres, que destruya las estructuras objetivas de la opresión. La filosofía crítica será la ciencia y la conciencia de dichos hombres, pero al convertirse en la conciencia del ejército de los humillados y los humildes no tendrá mas remedio que transfigurase en una ideología. El marxismo, en su existencia política, lejos de las cátedras universitarias, siempre está en camino de acercarse a la ideología, a ello lo condena su misión transformadora en un mundo en el que las inercias de la alienación también afectan al destino de la ciencia revolucionaria.

IV

Voy a darle un fundamento mínimo a mi juicio de que el marxismo padece una crisis multidimensional (debo precisar que en el caso salvadoreño es más bien una ideología estancada y que las ideologías estancadas rara vez elevan sus conflictos e incoherencias al plano de una crisis teórica) y para hacerlo deberé plantear el problema del extraño status del marxismo: “puede ser ciencia y puede transformarse a su vez en una ideología”

(Algunos ingenuos creen que refugiándose en una visión positivista del marxismo van a eludir los espinosos problemas que este plantea al transformarse en una ideología. Elogian la verdad de su ciencia, pero se desentienden de sus efectos ideológicos. Creen tales ingenuos que con unas simples clases de economía política van a contribuir a que los sectores ideologizados del marxismo eleven su “nivel de conciencia”. La pedagogía marxista no puede abordarse al margen del problema de las estructuras políticas donde interaccionan los marxistas ilustrados y las personas que asumen y viven el marxismo como una creencia. No se trata de educar en abstracto, se trata de crear marcos de interacción política donde el diálogo sea una herramienta de reflexión y decisión, sólo así podría llegarse a un pensamiento deliberativo. La crisis del marxismo puede verse también como una crisis profunda de su pedagogía política. Sobre el fracaso de la pedagogía política marxista se pueden leer las lúcidas reflexiones de Jacques Ranciére en “El maestro ignorante”).

Acudir al diccionario no es la mejor salida (ideología es, ciencia es), porque las definiciones aisladas ocultan el complejo vínculo que tienen la ideología y la ciencia en la teoría marxista (en la de Marx y sus diversos seguidores). Ambas se relacionan con otro problema, ambas se vinculan con otro concepto, el de alienación.

Ciencia e ideología son ámbitos de la superestructura que se hayan condicionados por la división capitalista del trabajo, por la forma en la que cristaliza en el capitalismo la división entre el trabajo manual y el trabajo intelectual (nota: hay cierto debate en torno a si la ciencia pertenece a la base económica o/y a la superestructura). Ideología y ciencia, a pesar de sus rasgos distintivos, pueden verse como elementos diferenciados de una misma estructura compleja. En una sociedad de clases, no sólo los medios de producción y la riqueza material producida son ajenos al trabajador, también lo son “la ciencia” que ayuda a gestionarlos y los diversos saberes que contribuyen a explicar y legitimar el orden económico imperante

El proletariado, dentro de esta relación social compleja, sería el portador de una serie de representaciones fragmentarias y distorsionadas de la formación social en la que vive y del papel que juega en ella. Dicho estado de su conciencia social es (a la larga) el producto de unas determinadas relaciones de producción y el prerrequisito ideológico que a su vez contribuye a reproducirlas.

Según las célebres observaciones de Lenin, en el sentido común de los trabajadores pueden desarrollarse los elementos de un rechazo a la explotación, pero sus contradicciones no siempre escaparán del ámbito gremial y del horizonte del pensamiento reformista burgués. Para que surja una conciencia revolucionaria en el proletariado, para que los trabajadores dejen de ser una clase en sí y se transformen en una clase para sí, es necesario (según Lenin) que un equipo organizado de obreros de vanguardia y de intelectuales proletarizados, el Partido, introduzca “desde fuera” la conciencia socialista en los explotados.

El problema surge al percatarnos de que tal conciencia no es una ciencia sino que es otra cosa, lo que llega a la mente de los trabajadores es una ideología política que se legitima en base a presupuestos científicos que los obreros verifican con unos criterios de prueba que, aunque sean racionales, no son metódicos ni sistemáticos. Cuando la ideología revolucionaria ya está en la mente de los trabajadores, la ciencia crítica continúa estando afuera de sus cabezas. Ya con esto podría plantearse una discusión sobre la naturaleza sociológica de la praxis en los grupos radicales que objetivamente se hayan condicionados por la alienación imperante en el sistema social que pretenden demoler.

De facto, la elite del partido reconoce la diferencia que existe entre “su ciencia” y la opinión común del militante de base. Dada su concepción de la política científica, de hecho se admite que la opinión común del militante se ha de subordinar a la ciencia revolucionaria, es decir, a las decisiones fundamentadas científicamente que emanan del comité central del partido de los explotados.

Por un lado, la conciencia socialista que se le introduce al explotado es portadora de valores positivos y por otra parte no deja de tener un carácter instrumental: lo cohesiona, lo orienta, lo capacita para llevar a cabo determinadas acciones. Pero al verterse los contenidos ideológicos en un rigido marco de interacción política, la nueva conciencia adquiere un carácter doctrinal y de esa forma pierde la posibilidad de convertirse en una herramienta deliberativa.

V

A finales del siglo XIX, Eduard Bernstein (uno de los “discípulos” directos que tuvieron Marx y Engels) ya se preguntaba si el marxismo era una ideología. Y su respuesta fue afirmativa. Eso dejó planteada la pregunta de cómo el marxismo podía ser una ciencia y al mismo tiempo una ideología, cuando ambas en cierto sentido se oponen.

La ideología, en una de sus primeras acepciones, era una representación social, una falsa conciencia, que enmascaraba las verdaderas relaciones que los hombres establecían en el proceso de producción. Y el Marxismo era precisamente la crítica racional y revolucionaria de dicha falsa conciencia. Marx, a pesar de su crítica al idealismo, se muestra como un heredero radical de la tradición ilustrada que veía la ciencia como un arma que nos liberaría de las supersticiones. Solo que para erradicar las supersticiones, Marx proponía una revolución total, que fuese a las conflictivas raíces económicas y sociales de donde procedían las falsas imágenes y el dominio que ejercían.

A finales del siglo XIX y principios del XX, por urgencias prácticas y razones didácticas, se vuelve necesario convertir “la ciencia marxista” en una serie de principios elementales y operativos que orienten “la praxis” del proletariado. El viaje del marxismo, como pensamiento sistemático y verificable, hasta ese espacio donde se articulan las creencias sociales fue la consecuencia política del proyecto que pretendía convertir la filosofía en una fuerza que transformara radicalmente la realidad social.

Dicha filosofía tenía que volverse inteligible para la clase social que debería revolucionar el mundo con ella. Las urgencias políticas concretas ponen en movimiento ese proyecto. Y sus herramientas pedagógicas serán la propaganda, los folletos y los manuales de introducción al marxismo. Ese marxismo ya no será la compleja maquinaria de pensamiento que ideó Marx, ahora será un conjunto de ideas simplificadas que serán creídas pero que no siempre lo serán por razones científicas. Quienes despotrican contra los manuales y los folletos, no comprenden que su limitación es inevitable. Es dicha limitación la que sirve de puente entre la gran teoría y el sentido común de su destinatario: el proletariado. Pero esa limitación inevitable y operativa igual que posibilita algunas cosas también obstruye otras.

El marxismo se adecua a las mismas brechas socioculturales que le impone el modo de producción capitalista, se ubica entre ellas y se ve condicionado por ellas a la hora de hacer esa inevitable labor pedagógica que transmite las ideas de Marx a quienes no tienen la competencia teórica para leerlas en su expresión originaria. Si quiere llegar a la mente de su destinatario primordial, el proletariado, el marxismo ha de hacer un viaje desde la complejidad a la simplicidad, desde el análisis teórico a la ética y el sentido común, desde las obras de Marx hasta los folletos y la propaganda. Y ese viaje lo transforma, porque las reglas que regulan el discurso vivo de la ideología no son las mismas que las de una ciencia. La ideología está más cerca de la retórica y la sofistica que de la lógica y la metodología científica.

Los teóricos que impulsan la vida social y política de las ideas de Marx a menudo se asombran de los nuevos rasgos y la nueva vida que adoptan en su transfiguración ideológica. A menudo se desentienden de esta, porque el marxismo, como fuerza espiritual, adquiere una segunda naturaleza que obedece a las condiciones y criterios de un orden práctico muy distinto al de las grandes previsiones teóricas. Y es que la mezcla de la “conciencia socialista” con las complejas variables económicas y superestructurales de una “formación social determinada” puede dar resultados no previstos. El marxista se imagina siempre su acción de forma trascendente, siempre supera un estado de cosas, pero nunca se imagina su acción como una acción limitada dentro de un estado de cosas.

Resulta fácil ver la funcionalidad política de un conjunto de valores, nociones y creencias, hasta cierto punto resulta fácil diferenciar la ideología de lo que es la ciencia, pero no resulta fácil asumir los efectos imprevisibles del paso de las “creencias marxistas” por el mundo. Se podría creer que lo ideológico y lo político se subordinan a la ciencia revolucionaria, pero con mucha frecuencia “la ciencia marxista” sólo sirve para legitimar a posteriori opciones de orden práctico y valorativo que triunfaron en razón de la fuerza y la astucia políticas antes que por ser las vías más idóneas desde el punto de vista racional.

De esa forma, alguien como Stalin pudo valerse de Marx para darle a sus oscuras y eficaces decisiones un cariz de inevitabilidad histórica y pureza doctrinal. Expuso sus actos como si fuesen los efectos inevitables de una causalidad social objetiva. Para que esta visión determinista y escolástica triunfara (en nombre del futuro de la clase obrera, el Estado socialista y el marxismo verdadero) era necesario eliminar otras alternativas teóricas y de acción. De ahí que fueran asesinados los “reaccionarios” Bujarin, Pasukanis y Trotsky. Al ingresar en la historia de una formación social, los mismos efectos superestructurales del marxismo (la ideología dogmática sería uno de ellos) pueden terminar limitando y anulando, en determinados casos, las mejores perspectivas de su racionalidad científica.

El paso de las creencias y valores marxistas por el mundo no es algo que se le pueda atribuir a Marx de forma simplista, pero sería erróneo creer que tal hecho no le competa y no le ataña al marxismo como teoría y praxis.

Esa es la doble cara del marxismo: puede ser ciencia y creencia, puede ser racionalidad e irracionalidad, puede ser sistema teórico y propaganda. El destino de la teoría marxista, al difundirse y simplificarse de modo inevitable, dada su orientación política (radical y popular), lo llevó a convertirse en otra representación social y representación que, como se vio en el caso del Sistema Soviético, podía desempeñar el rol de una falsa conciencia.

Ya que el pensamiento marxista corre también el riesgo de convertirse en una falsa conciencia, tiene ante sí mismo un problema y un desafío: si desea mantener en alto su condición de pensamiento crítico, tendrá que volverse contra los enmascaramientos a los que son proclives los mismos marxistas. Ya no basta, por lo tanto, con quedarse en los límites de la crítica al capitalismo y sus ideologías, también hará falta enfrentarse a la experiencia de los socialismos reales y al marxismo ideologizado.

Tras la experiencia del socialismo real, las alternativas radicales ya no pueden definirse sólo de forma negativa, como una mera abolición del modo de producción capitalista, tienen que incorporar su misma experiencia histórica a las formulas positivas con que pretendan trascender “el sistema”. En ese sentido, ya no basta con denunciar las libertades formales en el capitalismo, hay que darle un nuevo y complejo contenido a las libertades dentro del socialismo. Si no es posible el retorno a un leninismo dogmático y tampoco una vuelta al marxismo legal ingenuo, una de las tareas del marxismo en el siglo XXI será la de construir una concepción abierta de la democracia.

VI

En su misma vocación transformadora, en su mismo deseo de darle una estructura y una orientación “científica” a la política de la clase revolucionaria, yace el germen que transfigura al marxismo en una ideología. Este proceso nos trasladaría a los terrenos de la sociología del conocimiento: el marxismo de los trabajadores tendería a mostrarse como un conjunto de opiniones y creencias más cercano al sentido común y a la valoración ética que a un sistema de hipótesis sometido a una verificación cuidadosa en la “realidad”. La ciencia marxista estaría arriba, en el núcleo dirigente o en su equipo de intelectuales (esos viejos consejeros renacentistas que, al igual que la Iglesia, se las arreglan para sobrevivir a todos los cambios de sistema social).

Aun dentro del mismo proceso revolucionario, la ciencia radical se continuaría mostrando ajena a los trabajadores. Esta desigual distribución del “conocimiento”, heredada de la estructura socioeconómica que se pretende erradicar, influye sobre la distinta forma de evaluar la experiencia que tienen los dirigentes y los militantes de base de una organización. Esta desigual distribución supone que en las organizaciones políticas de izquierda va a subsistir la división entre el trabajo manual y el intelectual, entre los dirigentes y los dirigidos, entre la teoría y la práctica., entre la ciencia y la creencia, entre la racionalidad sistemática contrapuesta al sentido común.

Esa oposición latente entre la teoría y la práctica en el interior del partido de los trabajadores, fue algo que Bakunin denunció como un peligro que tenía la concepción de Marx acerca de “la elite proletaria” y la forma “científica” con que debía conducir a la clase obrera. Bakunin le dijo a Marx que sus ideas podían desembocar en una “dictadura científica” de la dirigencia sobre los militantes. Pero Bakunin fue más allá y predijo que cualquier dictadura del proletariado se convertiría en una dictadura sobre el proletariado.

Esta observación de Bakunin tiene implicaciones más profundas, dado que afirma que las estructuras de poder también se consolidan en torno de la posesión o no posesión de conocimiento. Mientras haya una diferencia entre dirigentes y dirigidos, subsistirá la alienación en la forma de alienación política. Los organismos de dirección del partido y la misma Dictadura del proletariado se continuarán mostrando como instancias ajenas a las clases trabajadoras por mucho que afirmen representar y expresar la voluntad popular. El marxismo ideologizado nunca ha enfrentado de forma lúcida y práctica esta contradicción interna. Ha llenado esta brecha latente con propaganda. La ideología cumple aquí de nuevo su papel: oculta las brechas y legitima un nuevo orden a costa de silenciar sus contradicciones larvadas, esas que percibió Bakunin.

La unión entre los intelectuales y el proletariado, según Bakunin, tenía que buscar formas de gestión política que evitasen el riesgo de caer en una dirección verticalista en la cual se vaciara de contenido la democracia interna de las organizaciones populares. Para Bakunin el centralismo democrático de Lenin habría sido centralismo a secas. No sólo desde una perspectiva liberal puede cuestionarse la concepción del Partido y del Estado socialista que tenía Lenin, también podría hacerse desde posturas anarquistas.

Dirán, con cierta razón, quienes me hayan seguido hasta aquí, que mi rodeo es demasiado largo. Pero mi intención, al seguir las variadas implicaciones de una pareja de conceptos como los de ideología y ciencia, es la de mostrar su problemática concreta. No basta sólo con establecer la diferencia que hay entre la ciencia y la ideología en el marxismo, hay que situarlas en los complejos procesos donde se articulan la política y el modo especifico en que se distribuyen el conocimiento y las creencias en una formación social determinada. La praxis es un problema muchísimo más complejo de lo que se supone. No hay que ver las categorías en abstracto, si remiten a relaciones sociales y procesos sociales concretos, hay que ver cómo estas categorías se mueven dialécticamente en la realidad.

El vínculo de la teoría con la acción que pregonaba Marx en el terreno político (ese encuentro entre la ciencia y el proletariado), donde realmente se ha verificado es en los sectores de la pequeña burguesía radical. No resulta extraño que, en Latinoamérica, el mito del “hombre nuevo” haya sido encarnado por un joven y atractivo médico argentino. En el caso salvadoreño, tanto Roque Dalton como Salvador Cayetano Carpio podrían ser emblemas de transformación. Uno y otro, desde sus distintas posiciones sociales lucharon por transformarse en “el hombre nuevo”. Sin embargo, para “nosotros”, es Dalton quien mejor encarna el mito de la transformación y habría que preguntarse por qué. Marcial cobró conciencia de sí mismo como explotado, en cambio Dalton (que pudo pertenecer a la elite) renunció a sus posibles privilegios y prefirió sumarse al pueblo. Para la clase media radical salvadoreña, Dalton representa el mito de la unidad y la transformación y lo representa mejor que un panadero como Cayetano Carpio. Uno se pregunta hasta qué punto, el marxismo (a pesar de su amor por el proletariado) no deja de portar los rastros de una ideología de clase media radicalizada.

En lo que respecta al encuentro de “la teoría” con los explotados, no dejaba de ser en Marx una estimación optimista y utópica, una meta que solo podría alcanzarse en la futura sociedad comunista. Sólo cuando desapareciese el Estado, la praxis sería plena y universal. Pero mientras esa unión de razón y libertad no alcance su plenitud, el marxismo ha de asumir sus propias contradicciones, si quiere tender un puente entre la racionalidad y la libertad que desde su perspectiva son posibles. Y para hacer eso tiene que reflexionar sobre sus grandes fracasos históricos y sobre los puntos de encuentro y fricción de su teoría con las circunstancias locales en que se aplica.

VII

Apuntemos ahora un par de cosas acerca del marxismo salvadoreño. Nuestra raquítica infraestructura cultural ha llevado a que la mayoría de sus estudiosos se formen una idea del marxismo en vulgarizaciones cercanas a la propaganda. Eso explicaría, en parte, el grado de conocimiento que tienen de la teoría y la forma especulativa, simplista y escolástica con que la usan. Ya dije que el marxismo como ideología está mas cerca de la retórica y de la sofistica que de la argumentación seria.

¿Es el bajo desarrollo de nuestras fuerzas productivas (en el marco de unas determinadas relaciones de producción) lo que explica el bajo desarrollo de nuestra superestructura? ¿Es el bajo desarrollo de nuestra superestructura lo que explica el bajo nivel teórico de la izquierda salvadoreña? Estas dos preguntas abren el marco de una hipótesis general que deberían operacionalizar y poner a prueba las ciencias sociales.

Suponiendo que, en general, esta teoría fuese cierta, aún podrían formularse otras dos hipótesis complementarias: el marxismo ideologizado e intolerante también es producto del fracaso que han tenido los partidos de izquierda a la hora de implementar una pedagogía política y también es producto del fracaso general de nuestra sociedad a la hora de construir una cultura cívica que tolere la discrepancia y el desacuerdo, es decir, el diálogo crítico. Aunque tales fracasos sean atribuibles al grado de atraso y a la naturaleza salvaje de nuestro modelo de desarrollo capitalista, eso no nos eximiría de responsabilidad por nuestras dejaciones políticas, por nuestros errores políticos. Sabemos el daño interno que ha hecho el purismo intolerante en la historia de la izquierda salvadoreña, pero a pesar de eso el sectarismo y el dogmatismo se continúan reproduciendo.

Esas creencias inflexibles que se disfrazan de teoría, esas conductas agresivas que niegan el debate, no las vean como rasgos aislados de las personas, como virtudes particulares y negativas, véanlas como un “tipos de actitud y conducta” que se hayan presentes en la vida interna de la izquierda y que se manifiestan en su trato con otros sectores políticos de la sociedad. Hablo de una sensibilidad predominante y no de todos los marxistas salvadoreños.

Más allá de cómo nos expliquemos la cultura dogmática y sectaria de la izquierda salvadoreña, es evidente que esta ha contribuido a estrangular el desarrollo de un pensamiento más complejo y ha contribuido también a convertir las discrepancias internas de la izquierda en tragedias políticas. En esa cultura oscurantista no es posible distinguir lo que son las ideas y lo que son las creencias. Y por todo esto hay que hacerle frente y no ser cómplices de ella.

VIII

Avancemos una respuesta parcial a la pregunta de Montoya acerca de la crisis ideológica. La ideología como conjunto de creencias tiene importancia política dentro del marxismo. Una debilidad política general de la izquierda, durante un periodo largo de tiempo, puede ser el síntoma de un fracaso en el grado de aceptación social de sus creencias.

Al menos en el caso de la Europa actual, hay una concordancia entre la crisis política y la crisis ideológica del marxismo, son una misma ¿Afecta esta situación a la teoría? Depende, habría que ver hasta qué punto la teoría marxista europea es capaz de explicar la crisis política e ideológica de la izquierda radical y de aventurar posibles salidas.

Aquí debemos hacer una puntualización, Marx no fue un pensador que buscase un éxito académico para su doctrina, él lo que buscaba era una herramienta teórica para transformar el mundo. Así que el éxito o el fracaso de su teoría, él no los habría evaluado sólo en términos científicos, también los habría evaluado en términos políticos. En Marx conviven dos criterios de validación: el de la correspondencia de la teoría con los conflictivos procesos de la realidad social y el de la verificación de la teoría por medio de la práctica. Si Marx estuviese vivo, le habría gratificado la existencia de un marxismo académico, pero le habría impactado más la crisis política del marxismo europeo. Le habría gratificado que dos profesores británicos hablaran del valor explicativo de la teoría económica marxista, pero lo habría ensombrecido más el fracaso de los socialismos reales.

Los posibles éxitos del marxismo académico en Europa, no pueden ocultar su impotencia práctica. Esta impotencia es una impotencia de carácter teórico-político. Es decir que aquí estaríamos ante el caso de un marxismo que a veces interpreta bien la realidad, pero que tiene profundas dificultades para transformarla. Ante lo que Marx afirma en la tesis 11 sobre Feuerbach, este marxismo aunque fuese académicamente brillante supondría un paso atrás, por muchas verdades parciales que expusiera (y aquí no entro todavía a discutir el alcance que puedan tener dichas verdades y el estado general en que pudiese estar ahora el complejo mapa del pensamiento marxista).

Entre los marxistas europeos, aunque no crean en la eternidad del capitalismo, ya no existe aquella confianza ciega de que las mismas contradicciones y el desarrollo del capitalismo conducirán al surgimiento de otra sociedad. Ya se esfumó aquella confianza milenarista en que todo un mundo estaba a punto de colapsar y la llegada de uno nuevo era la inevitable tendencia histórica. En ese sentido su marxismo y su creencia en el cambio son más modestos y tienen el carácter de una elección que no necesariamente respaldan las leyes históricas. Es el marxismo del reflujo, que es capaz todavía de brillantes reflexiones, aunque tales reflexiones no lo liberen de la impotencia política.

La pregunta que debemos hacernos ahora no es cuáles aspectos salvamos o no salvamos del marxismo, sino que cuál ha de ser nuestra actitud intelectual frente a él: si le atribuimos los rasgos de un sistema cerrado y perfecto o si lo utilizamos como una herramienta teórica que hemos de poner a prueba en cada experiencia e investigación ¿Qué somos? ¿Los sumisos creyentes de una doctrina o seres racionales que utilizan de forma crítica una teoría?

En el caso salvadoreño podría decirse que, hasta cierto punto, no hay en la izquierda una crisis política e ideológica. El marxismo influye por vías indirectas en las creencias de amplios sectores de la población y hay un partido político bastante poderoso que defiende una línea política de orientación radical. Pero es un hecho innegable que han existido desprendimientos en el FMLN, más allá de que uno condene ética y políticamente a quienes lo dejaron para seguir otras vías de acción. El hecho está ahí y como fenómeno político revela tensiones y desacuerdos que culminaron en una serie de abandonos y separaciones que han debilitado los lazos entre el Frente y ciertos sectores de la pequeña burguesía progresista. Que sea un partido fuerte no significa que el Frente no haya padecido crisis políticas internas en los últimos 17 años. De haber perdido las últimas elecciones es bastante probable que ahora el Frente estaría sumido en nueva y compleja crisis interna.

Que el Frente sea un partido relativamente cohesionado y que posea un ejercito leal de seguidores no es evidencia suficiente para decir que no hay una crisis latente en el pensamiento político de la izquierda salvadoreña. Yo creo que la hay y que dicha crisis se muestra como una incertidumbre en torno a las implicaciones teóricas que tiene la participación de la izquierda en El Estado. De facto, hemos dejado de ser leninistas, pero Lenin continúa influyendo en nuestra teoría y en nuestros valores, que son los que hemos heredado del magisterio histórico del partido radical más antiguo de El Salvador. Existe, más allá de las críticas generales, una incertidumbre teórico-practica en torno a qué debe aceptarse y qué debe rechazarse del Estado de derecho liberal (qué rechacemos y qué aceptemos indicará cuáles son nuestras propuestas positivas en torno al sistema de libertades y la democracia).

Por todo esto afirmo que hay también una incertidumbre teórica en torno a la idea de socialismo que debemos adoptar. Cuando la teoría política de un movimiento social o de un partido está en la incertidumbre, no es raro que la estrategia política también lo esté.

El marxismo, al reflexionar sobre las condiciones que favorecían la ruptura revolucionaria, las diferenciaba como subjetivas y objetivas. Refiriéndonos a las condiciones subjetivas, me pregunto si el atraso teórico y los resabios dogmáticos del conjunto de la izquierda salvadoreña no son un factor que limite su práctica política, su capacidad para resolver desacuerdos internos y para analizar y enfrentarse a los complejos desafíos del presente. Es posible que a pesar de su capital político e ideológico haya una indefinición teórico-política, tácticamente silenciada, en el seno del FMLN y del conjunto de la izquierda. De momento, existen algunos grupos que revelan una tremenda incapacidad para interpretar los signos de la actual coyuntura (el Foro de intelectuales sería uno de los casos más notorios). Esto nos confirma que la fortaleza relativa de la izquierda no es un aval que garantice la calidad de todos sus análisis.

Las crisis teóricas son también expresión de madurez, contradicción y desarrollo y por lo mismo es difícil que se den plenamente en el seno de un marxismo intolerante y subdesarrollado, que aplasta por medio del linchamiento simbólico a cualquiera que ose plantear dudas sobre la doctrina y sobre los representantes de Marx en la tierra.

Podría decirse que la crisis del marxismo en Europa se revela como una acumulación de sucesos imprevistos y como la impotencia que ante ellos muestra un pensamiento maduro y complejo. En nuestro caso, la crisis se nos presenta como un dilema no asumido para cuya solución carecemos de un pensamiento complejo y maduro. Evidentemente podemos ahorrarnos el dilema por medio de una salida autoritaria (expulsando a cierta gente del partido) pero ese sería otro rasgo de la crisis.

No soy un individuo aislado. Hago juicios que mucha gente respalda, pero calla. Hay temor a manifestar este tipo de desacuerdos. Ese temor al linchamiento simbólico, ese temor a ser encasillados para siempre como herejes apestados, hace que muchos eludan el dar su opinión. La censura difusa que ejercen los ortodoxos impide que salgan de forma clara, a la superficie, los desacuerdos, las diferencias, los síntomas de la incertidumbre que hay ahora en torno al modelo de socialismo, la estrategia y las alianzas de clases. Se cree que aquello que se reprime y se calla no existe. No hay crisis. Yo manifiesto un desacuerdo larvado con otra gente de la izquierda. Y este desacuerdo es posible que tenga raíces sociales más hondas que no salen a la luz por razones de cálculo político y de censura y autocensura. Pero el desacuerdo existe y la clara evidencia de que existe es esta polémica y el interés que suscita.

(*) Intelectual salvadoreño radicado en España