SAN SALVADOR, 28 de octubre de 2009 (SIEP) “En 1958 me incorporo al Partido Revolucionario Abril y Mayo, al PRAM, pero ya venía desde 1956 participando en lo que se llamó la Generación Comprometida, uniendo en mi vida a la literatura y la política” nos comparte el escritor revolucionario Tirso Canales.
“Trabajaba en ese entonces en el Banco de Londres y Montreal, que quedaba frente a la Casa Castro. Una vez me mando llamar el gerente, Don Enrique Rivas Cañas, que era el auditor de la oligarquía ya que tenía bajo su cargo las auditorias de empresas grandes como el Banco Hipotecario y el Banco Capitalizador… y me dijo: Sr. Canales se ha abierto una oportunidad de trabajo en la Compañía Cafetalera y confío que Usted la aceptara. Fui a la entrevista y me dieron la plaza…”
“Nos encontrábamos en ese tiempo, junto con otros jóvenes en la oficina del Diario Latino, en un cuarto facilitado por Juan Felipe Toruño, que quedaba en la Calle Delgado, donde estuvo Virgilio Crisonino, a preparar nuestras publicaciones; a la vuelta quedaba la Librería Claridad, de Ana Rosa Ochoa…”
“En esa librería, esquina opuesta del Parque San José, nos encontrábamos con cantidad de gente, ahí fue que conocí a mucha gente y a muchos libros que nos iniciaron y nos marcaron para toda la vida… y cerca de ahí, sobre la 5ta. calle Oriente, quedaba la editorial Universitaria, donde trabajaba Italo López Vallecillos.
También nos reuníamos en la Facultad de Derecho, al costado poniente de Catedral”
“Para esa época llegó Manlio (Argueta) de San Miguel, Roberto Armijo estudiaba en el INSFRAMEN, el Pichón Cea era asistente de Oswaldo Escobar Velado…y era amigo nuestro el Ministro de Economía Alfonso Rochac, que había sido líder estudiantil en el 44…
“Tomábamos como guía a Oswaldo Escobar Velado… para nosotros él era el mejor, aunque él no guiaba a nadie…no le interesaba guiar a nadie…pasábamos mucho tiempo hablando de política y literatura, en la cafetería Doreña, que quedaba en la primera planta del Edificio de la Cafetalera Salvadoreña, donde trabajaba.”
“A Jorge Arias Gómez el Partido Comunista lo había comisionado para realizar trabajo con los sectores juveniles e intelectuales y él nos buscaba…y así fuimos conociendo y entrando al Partido…así conocimos a Raúl Castellanos Figueroa, que era de los más calificados cuadros del PCS; así conocimos a Rafael Aguiñada Carranza. Y nos juntábamos donde Ana Rosa Ochoa; se subían dos gradas y se penetraba en una sala espaciosa, y atrás habían muchos libros…
Ana Rosa Ochoa
“Ana Rosa Ochoa era una intelectual que había sido la secretaria de Alberto Masferrer…era una persona muy culta y había publicado Perdigones Quemados y Patriotas Indoamericanos…Nos compartíamos: Ana Rosa tiene este libro o este otro…Además era de izquierda y bastante de avanzada en sus ideas; sabía escoger los libros que traía; encargaba buena literatura, conocía editoriales, escritores, nos orientaba sobre lecturas, autores, los jóvenes estudiantes acudían a ella para orientación…a la Librería Claridad, llegaba un amigo, el poeta René Araujo Solís, que luego se fue para Guatemala y se quedo allá…
Me acuerdo que Ana Rosa contaba con un equipo de vendedoras, muchachas que llevaban libros a los ministerios para vender a plazos, obras de Víctor Hugo como Los Miserables, El Conde de Montecristo, obras de la literatura universal, libros de poemas, la Paloma del Vuelo Popular de Nicolás Guillen, que con esta forma especial de vender apareció el libro por 50 centavos de entrada y lo demás el día de pago, y contaba con una red de clientes que ella mantenía…en la Librería Claridad encontraba uno documentos del PCS, y revistas internacionales.
Ana Rosa jugó su papel en la promoción cultural de esa época cuando San Salvador era una provincia; al norte llegaba hasta San Miguelito, ahí llegaba hasta el café Remi la ruta 1; aquí donde estamos ( Col. El Roble) era la Finca Mena…
Me acuerdo que ahí conocí la primera revista mexicana Proceso, el director era Manuel Sardinas. Ahí conocí también al declamador cubano Dumé, que vivía aquí exilado de Batista…al peruano Manuel Scorza. Ahí pude obtener El Cristo Crucificado del griego Nikos Kasantzakis; conocí ( leí) al también griego y comunista Mikis Teodorakis, el Poema pedagógico del ruso Makarenko; El Llamado de la Selva de Jack London…
Y me prendí de Jack London, y leí mucho de él, colmillo Blanco, El talón de acero…London era de la gran generación de escritores norteamericanos de la época de la gran Depresión, que hicieron escuela, como Faulkner, Dos Passos, las Viñas de ira de John Steinback, el Manhattan Transfer de Henry Miller, a Tennessee Williams, leíamos a todos esos autores y sus obras…y era un orgullo conocerlas y nos esmerábamos en leerlas, era como una emulación…
También había otra buena librería, la Cultural Salvadoreña, que quedaba al costado poniente de la Biblioteca Nacional, donde trabajaba Danilo Velado, juez progresista, cuñado de Roberto Castellanos Calvo…
Al encontrarnos con amigos lo primero que nos decíamos, era: enseñá poeta, que andás leyendo…Roberto Armijo era un gran lector, era muy culto, lo mismo Italo López Vallecillos, y de la literatura pasamos a la política, ya andábamos activando y nos fuimos metiendo más, en los mítines del PRAM era el maestro de ceremonias obligado y me fui fogueando como orador y agitador…ahí conocí a Raúl Castellanos Figueroa…a veces en las pegas de propaganda nos capturaba la policía, éramos luchadores en contra de la que calificábamos como dictadura oligárquica militar.
El PRAM tenía local allá por Candelaria…nunca fuimos legales pero recogimos firmas y presentamos la solicitud ante el Concejo Central de Elecciones, que lo presidía el Loco Zarate, la oficina estaba en la Avenida España…
Mi primera captura…
Mi primera captura fue cuando venía de invitar a un mitin del PRAM…yo venía manejando y al pasar por San Miguelito nos detuvo un motorizado y me pidió la licencia, el permiso para andar parlantes, le explique que no tenía y entonces me dijo: nos van a acompañar…
Venía con Julio Alberto Domínguez Sosa, abogado progresista, y también iba Manlio…ah y Efraín, mi hermano menor que murió en la guerra…nos metieron por tres días a la celda 16 del piso de arriba de la Policía Nacional…. salimos con multa y ahí empezó una serie de carceleadas, golpizas, exilios y hasta campañas de difamación por parte de personas como Julio Fausto Fernández, Rolando Velásquez, Quino Caso que nos adversaban en los periódicos y nos calificaban de “malos poetas” por nuestro mensaje político, pero nosotros seguimos publicando…con el apoyo de Juan Felipe Toruño, nicaragüense que vivía en El Salvador desde 1929, que nos apoyaba y nos publicaba el último sábado del mes los Sábados de Diario Latino.
Por esa época como PCS impulsamos un esfuerzo con trabajadores municipales para formar AGEPYM. A esa altura ya Julio Fausto Fernández estaba en la derecha, era de los ideólogos del PRUD…
En 1960, días después del golpe de estado del 25 de enero, el Comité Central del PCS toma la disposición que nadie debía de asilarse, a partir de la experiencia de 1944 en la que muchos escritores como Cristóbal Humberto Ibarra, Antonio Díaz, se asilaron y esto dificulto la respuesta popular, pero Roque lo hizo, se fue a la Embajada de México y por eso el Partido lo sancionó…
A mi me capturan en 1961 y me expulsan a Guatemala… y de allí me pasan a México y buscó a Roque, él vivía en la casa de Mauricio de la Selva…nos encontramos. Una vez estábamos en la Alameda como a las 7 y media de la mañana, íbamos para la casa de Ricardo Bogrand, que vivía cerca de Bucarelli, cuando Roque me dice: ¡mirá quien viene allí poeta! Vi solo la figura alta de un anciano. Me dice Roque: ¡si es León Felipe! Lo saludamos y el le dice: Soy el poeta Roque Dalton de El Salvador y le presento al poeta Tirso Canales. Nos vamos a tomar un café…le manifestamos que éramos su admiradores y que conocíamos su obra, incluso me atreví a recitarle un poema suyo que escuchó sorprendido y hasta con lágrimas en los ojos. El poema decía:
¡Qué lastima!
Que yo no pueda cantar a la usanza de este tiempo
lo mismo que los poetas que hoy cantan!
¡Qué lástima que yo no pueda entonar
con una voz engolada esas brillantes romanzas a las glorias de la patria!
¡Qué lástima que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma,
la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra,
desde una raza a otra raza,
como pasan esas tormentas de estío
desde ésta a aquella comarca.
¡Qué lástima que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña en la estepa castellana
Y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada:
Pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
Y mi juventud, una juventud sombría, en la montaña.
Después… ya no he vuelto a echar el ancla
y ninguna de estas tierras me levanta ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
¡Qué lástima que yo no tenga una casa!
Una casa solariega y blasonada,
una casa en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
y el retrato de un mi abuelo
que ganara una batalla.
¡Qué lástima que yo no tenga un abuelo
que ganara una batalla, retratado
con una mano cruzada en el pecho,
y la otra mano en el puño de la espada!
¡Qué lástima que yo no tenga siquiera una espada!
Porque… ¿qué voy a cantar
si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo
que ganara una batalla,
ni un sillón viejo de cuero,
ni una mesa, ni una espada?
¡Qué voy a cantar si soy
un paria que apenas tiene una capa!
Sin embargo… en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo también.
Y todo mi ajuar se halla en una sala muy amplia
y muy blanca que está en la parte más baja
y más fresca de la casa. Tiene una luz muy clara
esta sala tan amplia y tan blanca…
Una luz muy clara que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas leyendo en mi libro y viendo cómo pasa la gente al través de la ventana.
Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen
arrastrando sus miserias de Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana siempre, y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia tiene su cara en el cristal aplastada con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa…
Ella entonces me llama ¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de mala gana,
ni se para en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala, muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.
Y en una tarde muy clara, por esta calle tan ancha,
al través de la ventana, vi cómo se la llevaban
en una caja muy blanca… En una caja muy blanca
que tenía un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana…
Al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda siempre
el cristalito de aquella caja tan blanca.
Todo el ritmo de la vida pasa
por este cristal de mi ventana…
Y la muerte también pasa…
¡Qué lástima!
Que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo
que ganara una batalla,
ni un sillón viejo de cuero,
ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria que apenas tiene una capa…
venga forzado a cantar, cosas de poca importancia!
Ya para esa época había consulado del PCS en México. porque teníamos consulados en todas partes, y lo encabezaba Miguel Ángel Vásquez, de la Librería del Fondo de Cultura Popular.. en Tegucigalpa estaba Don Roque, y había cónsul en Nicaragua y Guatemala…uno siempre tenía donde llegar…era un red muy organizada….
Un personaje de fábula de esa época fue Braulio Pérez
Marchand, ecuatoriano, conocido por nosotros como “León con Jiote.”cónsul honorario de cinco países, incluyendo a Sur África. Mario Flores Macall que fue su alumno en una famosa escuela de oratoria que dirigía lo llamaba “El Ecuatoriano Audaz.” fue de los pocos que lograron burlarse y seguir vivos del general Maximiliano Hernández Martínez a quien le vendió unos caballos “de raza” que eran un fraude.
En 1967 causamos un gran revuelo cuando publicamos un libro conjunto de poesía Los Cinco (Manlio, Roberto, José Roberto, Alfonso y mi persona) De aquí en adelante… poemario con el cual decíamos iniciaba la poesía salvadoreña…¡te imaginas la reacción de la derecha!
En el III Pleno ampliado del PCS que fue en una finca en Cojutepeque, tuve el honor de que se me impusiera una medalla al Mérito por parte del entonces secretario general, el camarada Daniel Castaneda., el inolvidable Pío.
Junto con Roque y José Roberto fuimos de la Juventud 5 de Noviembre….Ricardo Bogrand era el presidente… hacíamos muchas actividades: caminatas, bailes, excursiones, etc. el Pichón lo menciona en La Generación Troncometida. En la Juventud 5 de Noviembre estábamos todos: Armando Herrera, El Chiquitín García, Edgardo escoto, Brenny Cuenca, Mario Cuenca, teníamos el local por el Campo Marte…
El PCS era un grupo selecto, de cuadros, en su dirección estaba Raúl Castellanos Figueroa, Schafik Handal, Roberto Castellanos Calvo, Daniel Castaneda, Salvador Cayetano Carpio, Jorge Arias Gómez y Miguel Mármol. Y el obrero de la construcción, que era brillante, erudito, Miguel Ángel Cea, estaba el primer Gorila Marxista, me refiero a Julio Cesar Castro Belloso, El Ratón Hidalgo que fue luego Presidente de la Lotería…
Nos reuníamos en el edificio de la facultad de Economía, el antiguo edificio Chahin, en el FUAR estábamos organizados por columnas, y junto con Raúl castellanos Figueroa y Rafael Aguiñada Carranza éramos el Grupo Cabeza de la Columna 9 de Mayo. Éramos una organización político-militar, y estábamos organizados por zonas por cuadrantes, yo era el responsable del cuadrante del centenario, pasando por la Avenida España hasta el centro.
Para el III Pleno del FUAR en 1962, Carpio se fue enojado…me acuerdo que dijo: me voy porque tengo que ir a atender a un grupo de compañeros de la clase obrera que están realizando trabajo sindical…lo que pasaba es que estaba contrapunteándose con Schafik que dirigía el FUAR y a quien acusaba de ser ultra-izquierdista y aventurero…
Nosotros éramos grandes admiradores de la Revolución Cubana, incluso de antes que triunfara, nos reuníamos para escuchar Radio Rebelde, para oír la voz de Violeta Casal: aquí Radio Rebelde desde la Sierra Maestra…me gustaba oírla, con un radito Sony que tenía…
Continuara…