Carta a Rafael Aguiñada Carranza

Cuando leas esta nota sabrás que han pasado treinta años desde aquel septiembre de 1975 cuando te asesinaron. Te recordarás que días antes habías aceptado ser uno de los padrinos de mi boda y que también preparábamos un viaje especial a la playa de Las Hojas en el departamento de la Paz, aquí teníamos una confrontación especial con un terrateniente de apellido Closa e hicimos varios viajes a la zona.
Tu muerte abrió varios interrogantes, empezando por los autores, siguiendo por los móviles y llegando a la idea de la fascistización del país; el Presidente de entonces era, Arturo Armando Molina, con quien hablamos tú y yo en la Finca La Gloria sobre sus leyes agrarias; pues bien él asistió a tu entierro, con bastantes tragos adentro, con llanto negando la autoría de tu asesinato; tu entierro fue una manifestación de pueblo, de indignación y dolor, allí no hubo lugar para el miedo y la flor más fragante de tu funeral fue la indignación, que como fuente de la dignidad, promovió después incendios decisivos.
Te acuerdas, Rafael, que éramos diputados del pueblo, dos comunistas, del Partido Legal, Unión Democrática Nacionalista (UDN), miembro de la Alianza Unión Nacional Opositora (UNO); es bueno que contemos que en estos años los diputados ganábamos 2500 colones, que era un salario alto, del cual, nosotros teníamos un poco más de quinientos colones, era la legislatura de 1974 – 1976.
La Asamblea Legislativa era un foro de denuncia y nuestro trabajo siempre fue, como tú sabes, llevar a este foro, la voz iracunda del pueblo; esto era en las épocas de las grandes matanzas, como la de la Cayetana cuando de la Asamblea salían comisiones a investigar lo ocurrido y nosotros usábamos, como debe ser, a este órgano como instrumento de la gente. Te acordarás que nunca nos sentimos funcionarios y siempre fuimos revolucionarios desempeñando una tarea de manera exitosa.
Te cuento Rafael, que en el debate, en el Salón Azul de la Asamblea sobre tu asesinato, atacamos fuertemente a la dictadura militar de derecha; el Partido de Conciliación Nacional siempre negó su participación en tu muerte, y al final de ese debate, el Chele Juayúa, Presidente de la Asamblea en ese entonces me invitó a su oficina para asegurarme que ellos no habían tenido nada que ver y al final de la plática, imagínate, me dio un obsequio, consistente en una pequeña cajita que contenía dos condones.
Dos años después, Rafael, en otras elecciones, la UNO llevó de Candidato Presidencial al Coronel Claramount y el veintiocho de febrero de ese año el Ejército masacró al pueblo en la Plaza Libertad.
La lucha armada ya caminaba con pie de acero y el Partido Comunista logró un acuerdo político fundamental con las otras organizaciones políticas que se preparaban, con sus ritmos, estilos y métodos, para la guerra que se venía encima de manera indetenible.
Ese acuerdo, Rafael, se llamó Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, y fue, la experiencia política militar, más resonante de toda la historia política del país. El ejército nuestro se llamó fuerzas armadas de liberación, FAL, y operamos, en el Cerro de Guazapa, en el volcán de San Salvador, en Chalatenango, en Jucuarán, en Cerros de San Pedro y en la Guerra Urbana.
Tengo que contarte, por duro que sea, que tu hijo, Rafa, murió en esta guerra al resistirse a su captura en las cercanías del Hospital de Maternidad, también debo decirte, que tu hija menor, Galia, que estaba muy chiquita cuando nos reuníamos en tu casa en el IVU, también murió, en Guazapa, a finales de la Guerra.
En 1989 desatamos la mayor ofensiva militar de la historia del país y una de nuestras unidades militares más importantes llevó tu nombre. La guerra terminó con un pacto de paz, el FMLN murió y nació un partido con el mismo nombre, todas las organizaciones integrantes fueron disueltas y una nueva historia se nos vino encima.
La organización sindical, Rafa, en la que vos tanto trabajaste, casi desaparece, porque la clase obrera también se redujo cuando el país deja de ser productor y es convertido en un país de servicios.
Te cuento que hay una nueva clase dominante, que es la financiera, estos son peor que los cafetaleros, pero también te cuento, para que estés tranquilo y contento, que todo está renaciendo con el aliento oxigenante de La Resistencia y que hoy, se está aprendiendo a hacer política desde abajo y desde adentro, algunos, como el Partido fmln participan dificultosamente en la política ajena y la hacen como funcionarios; pero el vigor como la salud de la lucha viene de más adentro de la vida y de la sociedad.
Me parece, Rafa, que podés estar tranquilo, porque el pueblo está avanzando en un planeta en guerra, contra la naturaleza y los seres humanos.
Estamos avanzando y el enemigo es víctima de su lógica y de su racionalidad irracional. Treinta años de tu muerte, sin olvido y con memoria – muestran que nada se detiene.

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