Estimado Embajador Douglas Barclay:
He leído atentamente su discurso pronunciado en el foro “Logros de El Salvador: cómo mantenerlos”, patro-cinado por FUSADES y sin duda, que se trata de un importante documento que recoge los elementos políticos que, a su juicio, lo llevan a afirmar correctamente, que estamos viviendo un momento “Crítico para El Salvador”.
Usted ha tocado, Señor Embajador, una serie de aspectos sobre los cuales se piensa, se discute, se propone y se indigna una parte importante del pueblo salvadoreño y, aunque hubiera deseado que abordara la determinante Crisis Ambiental de la sociedad salvadoreña, lo cierto es que los temas abordados por usted describen el momento actual de nuestra sociedad y resulta evidente, estimado Embajador, su esfuerzo por presentarlos de manera clara, ordenada y rotunda.
Es cierto que El Salvador ha cambiado desde la firma de los Acuerdos de Paz de 1992, y es también cierto que ese cambio se acentúa antes de la firma de ese acuerdo político porque la guerra constituye el acontecimiento político más importante de nuestra historia republicana. Los avances referidos al Sistema Político no alcanzaron a reformar sustancialmente los fundamentos económicos de la sociedad y por eso, estimado Señor Embajador, aun cuando hay un aumento en la producción de la riqueza también hay un aumento en la producción de la pobreza y, de esta manera, toda la ayuda que su gobierno ha dado al gobierno de El Salvador parece fugarse en los pliegues de una realidad que sigue dictando su voluntad y así, la riqueza continúa produciendo pobreza.
El tema de la violencia criminal no es la mejor parte de su discurso, aunque, es la de mayores resonancias por sus pesos coyunturales y por sus impactos; usted sabe muy bien que el abordaje unilateralmente policial no es el camino demostrable de abordaje correcto tampoco es un tema cuantitativo ni de mayor control, y por eso es importante, que se escuchen opiniones y pareceres de todos los entornos, más allá del jardín gubernamental, para no seguir agotando en el aguijón de la vida, sucesivas políticas o tácticas. Este es el presupuesto para lograr un programa unificado, completo e integral sobre este tema.
La parte medular de su discurso se sitúa, en mi opinión, en los recursos que el gobierno necesita y aquí está tocando el problema esencial de la actual administración, porque si el gobierno no cuenta con los fondos necesarios pues tampoco tendrá políticas sociales ni políticas antidelincuenciales y tampoco contará con gobernabilidad y esto remonta, con mucho, al áspero tema de la delincuencia y nos sitúa en el candente tema de la Hacienda Pública.
Es fundamental su opinión cuando dice que “las personas y los empresarios deben pagar los impuestos que deben, ahora” porque aquí, estimado Embajador, funciona una grieta insuperable hasta ahora, de crisis gubernamental, y en verdad, con solo que se lograran niveles racionales de justicia tributaria y de sana administración del tributo, se construiría un nuevo rostro para el país y se reduciría el inmenso flujo de seres humanos que viajan hacia el norte, hacia su país Embajador, y que ahora tendrán que salvar un inútil, largo y culebreante muro. En este tema tributario hay mejorías y avances pero no debe haber espacio para “gorrones” porque nadie debe robarle a nadie la posibilidad de un mejor futuro. Coincidimos plenamente, en que pagar los impuestos como debe ser, es el primer paso para exigir un manejo probo de los mismos y esto debe ser ley para débiles y poderosos. Hasta ahora no ha sido así.
Hizo muy bien en tocar el tema de La Transparencia y La Ética en la administración pública porque éste es un agobiante problema en pleno crecimiento, por momentos parece insuperable y estalla y restalla en las interioridades del aparato gubernamental quebrando la confianza social en la gestión pública. La lucha contra este mal lacerante supone un trabajo político muy participativo, multicolor, muy ciudadano y muy patriótico.
Señor Embajador, los y las salvadoreñas sabemos de las cosas a las que usted se refirió en su discurso, pero es importante que usted las repita aun cuando lo haga en vísperas de retirarse del país, porque siempre hacen falta opiniones francas e inteligentes para que logren ser oportunas.
Cuando usted afirma que “no podemos solucionar sus problemas” además de ser una inmensa verdad, sitúa al país y a sus sectores más poderosos, en el terreno de la realidad más real porque si nuestra sociedad va a superar La Crisis Civilizatoria en que se encuentra ha de hacer acopio de todas sus energías y responsabilidades. No hay nada más peligroso para un país que entregar a otro sus sueños, esperanzas, problemas y posibilidades; por eso, el recordatorio final que usted nos hace resulta útil e importante porque los problemas de El Salvador no son los de Estados Unidos y los problemas de los Estados Unidos no deben ni pueden ser los problemas de El Salvador. Esto está claramente expuesto, Señor Embajador, y es una parte con bastante luz en su discurso. Compartimos la confianza, que usted dice tener, en nuestro país y en la capacidad de trabajo de los y las salvadoreñas. Mi pueblo es constructor de esperanzas que, día a día, se cincelan en la lucha cotidiana por la vida.
Le deseo muchos éxitos en su vida diplomática y espero que su permanencia entre nosotros sea un puente saludable entre dos pueblos que pueden convivir en la armonía y entendimientos que las realidades compartidas apremian.