Carta al Presidente Funes

Carta al Presidente Funes

Dagoberto Gutiérrez

Querido Mauricio:

Leí tu discurso del primero una y otra vez, de arriba abajo y de abajo arriba y me invade el presentimiento que no dijiste cosas necesarias y no presentaste las necesarias rutas hacia el rumbo imprescindible. Es cierto que la crisis apremia, pero esta es y ha sido la mejor aliada, la de más confianza y sin embargo, a las medidas de crisis pienso que se han de endosar los pasos estratégicos del proyecto gubernamental.

Todas las medidas de crisis que anunciaste, son buenas y plausibles pero son cosas que ARENA no hizo porque no era su trabajo y sin embargo el momento político exige ir mas allá para que la crisis sea abordada desde el proyecto nuevo, este amorío legítimo puede evitar que tu gobierno sea de crisis y que responda eficientemente al compromiso contraído de gobernar para los mas pobres. Este afán siempre es complicado porque Monseñor Romero, al que llamas tu maestro, en una hondura de compromiso, difícilmente hubiera considerado a los jefes de los dos imperios mas importantes como sus modelos a seguir, tu sabes que las palabras introducen la sociedad adentro de nosotros y dicen como vemos el mundo y como el mundo nos ve a los que hablamos y escribimos y actuamos.

En realidad, querido Presidente, no se trata de decir todo lo imaginable en un texto sino de situar el texto en su contexto y este, el necio contexto, determinara siempre el texto, por eso es que la crisis planetaria del capitalismo, la crisis ambiental , la crisis del poder político tradicional estuvieron muy presentes en el contexto de tu texto y así mismo, Marianella García Villa, Lil Milagro Ramírez, Graciela, Ileana, Altagracia Kalil, Adelina Suncín, Mélida Anaya Montes, estuvieron siempre de pie , por encima de doña Hillary Clinton cuyos méritos no ignoramos. Es cierto, muy cierto que no se puede decir todo pero hay que decir todo lo que es importante para el pueblo, para poder hacer lo que necesita este pueblo para ser libre.

El rumbo del proceso exige, como tu sabes Presidente, una nueva democracia, nueva economía, nuevo poder político, nuevo ejercicio de este poder político y sobre esta base estratégica se ha de construir un nuevo modelo de desarrollo, es decir, aquel que asegure la sustentabilidad de la sociedad y que asegure el desarrollo de esta sustentabilidad, y aquí aparece sin falta la defensa irrenunciable del río Lempa dentro de un proyecto estatal que nos asegure que nuestra vena vital y sagrada siga dándonos la vida, aquí aparece la cuenca hidrográfica como figura fundamental, y la organización de las comunidades como base política de la salva guarda del agua y la moratoria en la construcción de presas. Todo esto es cosa de vida y muerte para la sustentabilidad de cualquier proyecto.

Una nueva economía parte del divorcio con el modus neoliberal y supone la recuperación del aparato de estado y supone que el aparato de estado recupere su dimensión constitucional frente al “chucho con rabia” del mercado neoliberal, este , el mercado, ha de ser instrumento social y no fin en sí mismo y la economía ha de ser una que asegure a todos el alimento y el bienestar, esto requiere degollar los privilegios, recuperar la agricultura y fortalecer , como nunca, la organización y la dignidad de los trabajadores del campo para reducir, sin prisa, pero sin pausa , la distancia entre la ciudad y el campo.

Por eso el desarrollo que buscamos no puede ser el del Banco Mundial, ni el de la oligarquía, insustentables ambos y ha de ser, por el contrario, aquel que nos haga diferentes , que ponga medicinas en los hospitales , que haga escuelas dignas que reconozca y garantice los derechos de las mujeres y jóvenes, que protejan el medio ambiente, que asegure la alimentación, que convoque al retorno de los expulsados de la patria, es decir que hablamos de un desarrollo no solo económico sino político democrático y cruzado por los derechos, tu tienes gente en tu equipo que entiende de esto, pero, en todo caso en la sociedad del pueblo hay talento para desmadejar esa problemática, y siempre es necesario evitar que la institucionalidad, con su mundo áulico, aislé, reduzca y agobie la inteligencia creadora, para eso hay que tener las ventanas y las puertas abiertas sin renunciar a los errores necesarios.

Tú y yo sabemos muy bien que solo concerta el que confronta, porque este amorío es el que crea la correlación necesaria para que el dialogo se convierta en negociación y, puestas así las cosas, que es como se dan en la realidad, la correlación negociadora puede ser determinada en la medida en que el gobierno avance en el cumplimiento de sus políticas y asegure el apoyo creciente de las mayorías.

Solo con esta fuerza política popular se puede pensar, saludablemente, en negociaciones con la oligarquía. De sobra sabemos que esta no entiende de negociación porque sabe mucho de negocios y no de acuerdos con concesiones por eso pienso que resulta clave avanzar en la implementación de una política que nutra al proyecto y este, el proyecto debe ganar el óptimo social para que lo que el gobierno haga sea, reconocido, buscado, entendido y apoyado por el pueblo, ese óptimo es trabajo de todo tu gabinete en todos los terrenos.

Un discurso es un texto y es tu primer texto como presidente, sin duda vendrán otros y mas allá de la temática lo cierto es que lo fundamental resulta ser saber desde donde hablas y para quienes hablas porque si es así se puede hablar claro a sabiendas de que siempre habrán sectores afectados cuando de gobernar para los mas débiles y la mayoría se trate, al fin y al cabo la ciencia no consiste en no equivocarse sino que, en el caso de un presidente, evitar el placentero privilegio de escuchar lo que a uno le agrada porque esta es la mejor vía para equivocarse sin remedio.

El problema fundamental no es el estilo diferente porque hay que ser diferente en todo y no solo en el estilo, el problema es ser mejores que la derecha y ser reconocidos como tales por los sectores para los cuales se gobierna, de otro modo los discursos serán solo palabras y nunca textos.

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