Lunes, 17 de Agosto de 2009 / 10:05 h
Carta urgente al Presidente Funes
Dagoberto Gutiérrez
¿Cómo estás Presidente? Me imagino que aprendiendo a entender la temporalidad de un poder que puede ser real o artificial y también enseñando las verdades que emanan de la verdadera naturaleza de tu persona, aquí lo fundamental es eso, tu persona, porque la responsabilidad histórica es inmensa, es la mayor de cualquier presidente de post guerra con el factor decisivo que ningún presidente, antes que tú, ha sido depositario de tanta esperanza y confianza de parte de la gente más pobre y de tanta suspicacia y falta de fe de la gente más rica. Resulta que este desequilibrio produce el rasgo dominante de tu gobierno y de tu responsabilidad como persona. Esta, la persona y su componente la personalidad es lo permanente porque el cargo de presidente resulta ser, en todo caso, temporal.
El compromiso contraído durante la campaña electoral lo contrae el candidato de manera fundamental y también el partido, pero en otra dimensión, porque será el presidente el que responderá de los errores más que de los aciertos.
Su gestión, presidente, es de crisis porque corresponde a ese periodo, pero su gobierno no tiene porque ser de crisis y en todo caso la política a aplicar debería comprender, en todo momento, una noción critica de la crisis porque si bien, esta es planetaria, la vulnerabilidad del país frente a la misma es responsabilidad de 20 años de gobierno anterior.
Esta responsabilidad necesita ser ventilada publica y francamente para que el pueblo sepa de donde vienen sus males angustias y dolores y sepa, al mismo tiempo, quienes son los responsables. Esta resulta ser la verdad de la que arranca su gestión pero no su gobierno.
La gestión es el desempeño y el funcionamiento y su gobierno es la fórmula política y el proyecto por el que el pueblo votó y en ambos terrenos tu persona y tu personalidad responde y responderá ante cada votante que te apoyó.
La personalidad es una serie de atributos de cada persona y estos resultan ser determinantes a la hora de asumir compromisos; tratándose de un cargo como el de presidente resulta ser la sensibilidad humana y el olfato político animal el más determinante porque la primera oscuridad que rodea a un mandatario es el palpitar de las fanfarreas y el reflejo de las guirnaldas que le da lumbre al cargo y hacen que el presidente sea el rey o parezca el rey y si a esto se le agrega el ambiente áulico de la corte y los cortesanos que produce toda corte, tenemos el cuadro completo de una persona que ha dejado de oír, mirar y sentir como cualquier ser humano común y corriente en contacto ardiente con la realidad ardiente.
Tus primeros meses resultan predecibles pero siendo estos los más inofensivos conviene esperar los meses impredecibles y son éstos los que dictarán las últimas palabras sobre la posible armonía entre lo que eres tu como persona y lo que eres tu como funcionario. Porque, no piensa lo mismo un candidato que un presidente pero cualquier cosa que piense, su determinación, siempre será parcial y es aquí, en tu parcialidad y en tu capacidad de aplicar esa parcialidad, donde reside tu definición como gobernante. En otras palabras, pero en las mismas letras, está pendiente y así lo ve la gente, tu definición como presidente.
Resulta que la comunicación de un presidente y más aún de aquel en quien la gente pobre confía, conviene que sea sencilla, natural, fluida como los arroyos, cristalina como los ojos de una recién nacida y permanente. El presidente ha de saber dialogar permanentemente con la gente que le reclama derechos más que con la gente que le oferta sueños o le construye castillos de ensueño.
Es cierto que tu gobierno es gobierno sin partido pero eso tú lo has sabido de siempre y puedes y tienes que construirlo con el espeso follaje de la gente, adentro de casa presidencial y afuera de esas paredes que deben y pueden ser desmitificadas y sobre todo tú, comprometido como estás, necesitas contaminarlas de la gente.
Si existieren temas de tu gestión, como el de las presas, en el que chocas con la gente es, el contacto directo y la comunicación cara a cara, y personal la única que puede evitar que la herida producida se encone. El dialogo ha de hacerse tanto en casa presidencial como en la casa de los afectados; pero en todo caso hablando claro, escuchando claro, y más allá, más allá, y más allá de las declaraciones a los medios.
Si tu gobierno, querido presidente, es del pueblo debe venir de abajo, debe construirse abajo, debe de alumbrarse con luces de abajo y, vos y yo sabemos desde siempre, que los cambios de verdad solo son esos, los que son concebidos y paridos allí en el socavón de la realidad más que en los tabancos.
Sin duda que tu equipo de gobierno entiende esto y presumiblemente esta trabajando con esta inspiración. Solo resta prestarle atención a la opinión del pueblo cuando opinan lo contrario, y en realidad, este tema no se resuelve con encuestas, aunque puede apoyarse en ellas, sino más bien con la construcción de un tejido que te asegure a ti y a tu equipo que lo que el pueblo piensa es lo que se esta haciendo, porque si lo que se esta haciendo es lo que la oligarquía esta pensando estaremos construyendo un jardín en el mar.
La sensibilidad y el amorío entre el cielo y la tierra es lo que puede asegurar un buen comienzo y también un buen final porque este, siempre comienza en el principio.