El paro de tres días al transporte que concluyó hoy es un fenómeno político nacional que amerita la más seria reflexión. Comparto estas reflexiones iniciales para coadyuvar a su análisis. Me parece que hay que abordar cinco aspectos básicos de esta situación: la respuesta gubernamental; el ánimo de la gente, el tejido social, los poderes emergentes y el proyecto autoritario
Sobre el primer punto me parece que la respuesta gubernamental fue sumamente débil. Y no podía ser de otra manera, porque se recurrió a la tradicional respuesta “autoritaria” de sacar miles de tropas a la calle contra un enemigo invisible. Eso fue lo que hizo Saca cuando enfrentó una situación similar en su gestión. El problema radica en que este es un gobierno de izquierda que no debería de seguir repitiendo las estrategias fracasadas de la derecha.
Un discurso triunfalista de Funes desde Casa Presidencial no puede ocultar la realidad que durante setentidos horas las pandillas MS y 18 pudieron con mínimos recursos paralizar este país. Y este hecho se convierte en la primera derrota política del Gobierno Funes, a manos de un poder emergente. Funes ha sido derrotado no por la Corte Suprema de Justicia, ni por la Asamblea Legislativa, ni mucho menos por la ANEP o por ARENA. Ha sido derrotado políticamente por fuerzas interesadas en un proyecto autoritario que han alquilado los servicios de estos grupos juveniles delincuenciales.
Una de las razones de esta derrota política radica en el timing. Los conspiradores supieron escoger el momento adecuado. Y el presidente Funes no midió la necesidad de su presencia en el terreno de juego y decidió seguir con su gira en Los Ángeles. El capitán del equipo estuvo ausente de este partido clave. La gente esperaba verlo y estuvo ausente. No puso su popularidad en las encuestas al servicio de ganar este partido.
Sobre el ánimo de la gente. No puede negarse que existen grandes segmentos de la población que se encuentran atemorizados por las pandillas juveniles y sus acciones delincuenciales. El hecho que la gente se movilizó hacia sus empleos a como diera lugar, no niega esta realidad. Es un hecho que las pandillas han logrado infundir temor y terror en la población. Y esto no se resuelve con una mayor presencia militar sino con la construcción de mecanismos que les garanticen mayores niveles de seguridad.
Y uno de los mecanismos más poderosos y al mismo tiempo más rezagados y debilitados es la organización popular. Un pueblo organizado no puede ser atemorizado. Pero en la actualidad la organización popular y particularmente comunitaria es muy débil. Se necesita impulsar la organización popular como mecanismo de defensa frente a la delincuencia. El Gobierno Funes debería poner esta estrategia como elemento esencial de una política nacional de seguridad. Pero no lo esta haciendo.
Debemos de reconstruir el tejido social de nuestras comunidades urbanas y rurales. La sobrevaloración del instrumento político FMLN sobre el instrumento social, proceso iniciado a partir de 1992, ha conducido a la actual situación en la cual “las maras” han desplazado al movimiento social de las comunidades de la ciudad y del campo.
Sobre las maras. Son una realidad que no puede obviarse. Están organizadas y cuentan con control territorial. Son nuestros jóvenes y son pobres. Están siendo manipulados. Están golpeando a nuestra propia gente. Ante esto surgen distintos caminos: ¿Los aniquilamos? ¿Los metemos presos a todos? ¿Los reinsertamos? ¿Es posible hacerlo? Necesitamos promover una gran discusión nacional sobre esta situación. Y construir una propuesta desde la izquierda. Porque la derecha esta avanzando en su labor de promover una salida militarista, reaccionaria.
Y finalmente debemos de preguntarnos quienes se benefician de esta situación. Y concluir que existen diversos sectores interesados en que este gobierno fracase, y lograr una restauración oligárquica. Estos sectores pudieran esta promoviendo estas acciones y luego justificar la necesidad de un golpe o de un régimen que imponga el “orden”. Por eso es peligrosa la salida “autoritaria” o la salida “legal.”
¿Cuales son los escenarios a futuro? Percibo tres escenarios, el más probable es que mañana se regrese a la normalidad y aquí no ha pasado nada y solamente esperar el estallido de la próxima crisis para ensayar las mismas respuestas. Y se espere que la ley aprobada de proscripción de pandillas resuelva la situación. Me parece que es la posición del Gobierno Funes.
Oro escenario es el de los sectores del proyecto autoritario que seguirán desde los medios de comunicación y desde trincheras de guerra psicológica, argumentando la necesidad de mayor presencia militar en las cárceles y en la calle, para que terminemos siendo una sociedad militarizada, en la que lo civil sea solamente un elemento decorativo.
Y otro escenario que pienso deberíamos de construir es el de fortalecer el movimiento popular y social, para que se convierta en el protector de sus comunidades frente a la delincuencia así como en el mecanismo para exigirle al Gobierno Funes que cumpla sus promesas de empleos, seguridad y reducir el alto costo de la vida. Este es nuestro desafío como izquierda.
Roberto Pineda, docente de la Universidad de El Salvador.
San Salvador, 9 de septiembre de 2010