El cuarto poder de la globalización
Por Mónica Alvarez, IRW: Equipo de Investigaciones “Rodolfo Walsh”
La prensa oral y escrita, el cine, la televisión, y el último invento, internet, sin olvidarnos de las empresas de publicidad y mercado, son los factores más importantes para la dominación. Se utilizaron y se utilizan para apoyar el ejercicio del poder de los grandes grupos antaño políticos y hoy económicos
En los años 70 Armand Mattelart y Ariel Dorfman escriben ’”Para leer al Pato Donald”. Este libro fue concebido por sus autores como un manual de descolonización; marca como aquello que es aceptado como “entretenimiento infantil sano” por toda la sociedad está en realidad trasvasando formas de ser de una sociedad a otra directamente a los cimientos de la misma: niños y jóvenes. De esta manera se generan pautas conductuales naturales en la sociedad receptora, ajenas a la misma, que responden a necesidades concretas de la sociedad emisora.
Cuando se habla de globalización, se piensa en primer lugar en términos económicos y financieros, en políticas de vaciamiento y desplazamiento de industrias así como de las consecuencias lógicas que acarrea este proceso. Poco se piensa en otros factores que también conforman ese ámbito y que coadyuvan la inserción de esas ideas en la sociedad logrando una resistencia menor o nula a los cambios.
El cuarto poder
Haciendo un poco de historia vemos que quien maneja las ideas de una sociedad es quien determina el curso de la misma. Desde ideólogos como San Agustín para el cristianismo, pasando por Goebbels de la Alemania nazi hasta los Terminator en sus diferentes versiones, van induciendo a pensar de una determinada manera que pasa a ser considerada como deseada y aspirada de forma tal, que aquellos individuos que se oponen a la conducta generada por este patrón, son considerados como inadaptados; de allí, a peligrosos, hay tan sólo un leve matiz.
En su conferencia en Buenos Aires sobre “La estructura de dominación hoy y los límites de la democracia”, el pensador esloveno Slavoj Zizek demuestra como funciona la estructura de dominación en las sociedades “permisivas” posmodernas contemporáneas y su influencia en la llamada democracia. La clave está en la permisibidad y no en el silencio como se podría suponer; éste último haría sospechar que algo se oculta.
De otra forma, exponiendo la opinión del adversario en primer lugar, lo que se recuerda es la aseveración que se marca al final, ya sea como información o como cuestionamiento.
Los medios de comunicación, la prensa oral y escrita, cumplen la función básica y efímera de describir la realidad social. De esta manera los ciudadanos están informados en forma objetiva y rápida del acontecer nacional e internacional que afecta sus vidas. Su acción es eficaz e inmediata al entrar el individuo en una interacción de ideas y a la apelación que el medio hace a sus sentidos.
Es interesante notar que lo efímero y la objetividad juegan con la otra función de los medios que es la de atraer e influenciar la opinión individual y colectiva aún cuando ello signifique dejar de lado la veracidad.
Lo efímero se actualiza a través de matices o ampliando la información en días sucesivos. Para quienes tienen acceso al cable, las cadenas informativas bombardean con la misma noticia para influenciar simultáneamente determinada opinión en los rincones más diversos.
La objetividad es parcial ya que está condicionada por la línea de un grupo o del propio periodista. Las noticias que nos llegan ya sea por el medio escrito, oral o visual no presentan el hecho ocurrido sino que lo modifican/alteran para cumplir con un determinado objetivo, el político, no siempre claro para el receptor. Para ello apela a la sensibilidad del mismo.
Adoctrinamiento
La industria de Hollywood ha servido el “estilo de vida” norteamericano con valores universales como la libertad del ser humano, de los países, la posibilidad de riqueza y la disposición del norteamericano en acudir rápidamente en ayuda del necesitado/oprimido.
De esta forma se obtienen dos cosas: la apetencia por estos valores y la defensa de los mismos. En el inconsciente de la sociedad, esa defensa está íntimamente ligada a la idea de que es el yanqui el único que puede llevarla a cabo.
Mediante la presentación reiterada de situaciones tipo, se generan en nuestro inconsciente aseveraciones estereotipadas. Por ejemplo: el héroe de la película, si ha sido un rebelde social, muere al finalizar la misma; esto es válido para Humphrey Bogart como para Arnold Schwarzenegger.
Los malos de la historia han ido evolucionando a través de los tiempos según las necesidades; primero fueron los indios, luego los mexicanos; más tarde los mafiosos (léase italianos e irlandeses). En la esfera ideológica evolucionaron de los nazis alemanes y fascistas italianos a los japoneses; pasaron por Vietnam, manteniendo los soviéticos su papel estelar hasta el desmantelamiento la de URSS. Más tarde le llegó el turno a los colombianos y ahora a los árabes en general con claras alusiones a las conexiones con Al Qaeda.
En todos los casos aparece un norteamericano o varios que ayudan a los desvalidos locales a luchar contra los indeseables. De esta manera se marca la necesidad de dependencia del mundo de los aportes militares de los Estados Unidos.
Ellos detentan la verdad, la bondad y el poder de castigar cual Dios Todopoderoso. Este panorama se repite a diario en la televisión y en el cine potenciando el impacto de las noticias que llegan a través de la radio y de la prensa escrita.
Las corporaciones mediáticas y las de segunda línea controlan la mayoría de los medios del mundo. Buscan la uniformidad; compran el producto nacional cuando éste logra la preferencia de la audiencia para modificarlo o discontinuarlo de manera tal que se mantenga el molde.
Globalización y complicidad. La nueva fase del colonialismo
Los medios de comunicación pueden ser cómplices de los procesos políticos o aporte en la tarea de la transformación social.
”El poder de la prensa es primordial” escribe Theodore White en The Making of the President. “Establece la agenda de discusión pública. Es un avasallador poder político que no puede ser controlado por ninguna ley. Determina lo que la gente habla y piensa con una autoridad reservada en algunas partes del mundo sólo a los tiranos, sumos sacerdotes y mandarines.” La complicidad de los medios de comunicación con los procesos corruptos que quiebran económicamente a los países luego de colaborar con su desmantelamiento es parte de la estrategia para fortalecer sus negocios y extenderlos.
La dictadura de los Medios
Nueve empresas globales de la comunicación (ocho de ellas estadounidenses) controlan la mayor parte de los satélites, las telecomunicaciones, la televisión, la radio, Internet, el acceso a la información, la industria cultural y el entretenimiento en todo el orbe.
La Asociación Mundial de Comunicación Cristiana (WACC por sus siglas en inglés) señala que la economía del libre mercado y los medios de comunicación, las principales fuerzas de la globalización, imponen patrones de consumo y formas de vida en todo el mundo.
”El mensaje monocultural de los medios de comunicación globales le está haciendo a la diversidad cultural lo que la globalización económica y la explotación no sustentable le hizo a la biodiversidad del mundo. Hoy existen más de 5 mil lenguas y culturas en todo el planeta, la inmensa mayoría amenazadas con desaparecer”, se afirma en un informe de la WACC sobre la propiedad de los medios de comunicación difundido recientemente.
Las políticas neoliberales han abierto en casi todos los países la propiedad de los medios escritos, las estaciones de radio y televisión, así como el cable y la televisión digital y satelital, a los intereses trasnacionales.
El mercado mediático global ha acabado dominado por las ocho corporaciones trasnacionales que rigen en los medios de Estados Unidos: ATT/Liberty Media, Disney, Time Warner, Sony, News Corporation, Viacom y Seagram, además del gigante alemán Bertelsman’.
Existen unas 50 empresas que participan del mercado mediático global. La mitad de estas firmas son estadounidenses; el resto europeas y japonesas. Las estadunidenses: Dow Jones, Gannett, Knight-Ridder, Hearst and Advance Publications. Las europeas: Kirch Group, Havas, Mediaset, Hachette, Prisa, Canal Plus, Pearson, Reuters y Reed Elsevier. Las japonesas, aparte de Sony, son productoras locales.
Hay una segunda línea, compuesta aproximadamente por 60 empresas que controlan sus propios mercados y son fuertes a nivel nacional o regional. Su lema “expandirse o morir”. Entre unas y otras controlan la mayoría de los medios del mundo: libros, revistas y periódicos; música, producción de televisión; estaciones y canales de cable, televisión satelital, producción cinematográfica, telenovelas, etc.
Según Robert McChesney, “la hipercomercialización de todas las actividades y el crecimiento del control corporativo traen consigo un contenido político: consumismo, desigualdad de clase, individualismo, son tomados como valores naturales, mientras que el activismo político, los valores cívicos y las actividades no comerciales se ven marginadas”. (Rich Media, Poor Democracy, 1999).
La información desigual
La desigualdad crece. Mientras que las clases medias y altas son consumidores y/o emisores de los nuevos medios (cable, antenas parabólicas y tv digital, Internet, telefonía celular), las clases urbanas y rurales quedan excluidas de los medios en sus países, donde sólo son presentados como noticia (tragedias, conflictos), casi nunca son emisores. A esto se suma el hecho de la regionalización de las noticias.
El acontecer capitalino y el de las grandes ciudades, por banal que sea ocupa la agenda del día como sucesos del ámbito nacional en función de su rentabilidad económica; el interior sólo merece una líneas de acuerdo a la trascendencia del hecho o se excluyen.
Estos códigos coloniales son trasladados desde otras grandes urbes y se hacen carne en las capitales y alrededores y son reproducidas y enviadas hacia el interior, siendo de esta forma colonizado por estos códigos de vida que poco tienen que ver con las realidades, identidades y símbolos provinciales o regionales.
El colonialismo informativo es esencial para dominar, porque como bien decía John William Cooke: la politización de la clase dominante implica la despolitización de las clases dominadas. No pensar, no actuar, no vivir.
Muchos países han ajustado su legislación permitiendo el acceso a los medios a empresas extranjeras; en otros casos se ha permitido la privatización de los mismos. En algunos casos hay una corriente de pensamiento que sostiene la necesidad de medios no comerciales.
En los países pobres, la privatización y la apertura nacional a los capitales trasnacionales fueron directrices impuestas indirectamente por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio al condicionar la ayuda a la aplicación de recortes en gastos públicos y subsidios y a la comercialización de todas las actividades. Los servicios públicos de radio y televisión sólo merecen unas líneas de acuerdo a la trascendencia del hecho o se excluyen.
Sin embargo la desigualdad se mantiene; Bernstein parece olvidarla o, la deja de lado concientemente. El fenómeno de Internet tiene como requisito indispensable la posibilidad de acceso a ese medio, una posibilidad económica poco pensable en pueblos donde el acento primordial es el hambre, incluyendo poblaciones de los Estados Unidos.
Es esa diferencia económica de posibilidades lo que contribuye a la uniformidad. El cuadro del mundo que se presenta a la gente no tiene la más mínima relación con la realidad, ya que la verdad sobre cada asunto queda enterrada bajo montañas de mentiras.
Cuando éstas no funcionan y la permisibidad falla gana terreno la censura ya sea impuesta en forma vertical, gobiernos a los medios o la autocensura. En el primer caso, las noticias pasan por un cedazo que indica qué y cómo publicar; en el segundo existen sobreentendidos sobre lo que es conveniente dejar de lado.
Informar o formar
El periodista debe tener la capacidad de insertar los hechos de los que es testigo en su contexto histórico, social, cultural y político. Su responsabilidad es enorme.
Debe unir su capacidad de informar con veracidad con la formativa, destacando de la maraña informativa aquellas porciones indispensables para la comprensión de la realidad.
En las grandes rebeliones sociales de los últimos años, la comunicación entendida como coordinación del comportamiento jugó un papel decisivo. Los medios alternativos y lo que Umberto Eco define como “guerrilla semiológica” (serie de intervenciones y actuaciones producidas, no desde el sitio de partida del mensaje, sino en el lugar al que llega, induciendo a los usuarios a discutirlo, a criticarlo, a no recibirlo pasivamente) son las formas que se generan para combatir la potencialidad de controlar “el mensaje” y “ejercer influencia sobre la opinión de los usuarios y hasta directamente moldear su conciencia”.
De esta forma se puede explicar la reacción de los españoles a la campaña de Aznar para inculpar al ETA y la respuesta del pueblo venezolano a la justificación del golpe de estado por parte de la derecha dirigido a la clase media antichavista.
Este tipo de difusión de la información veraz por medios tradicionales e informales, internet y telefonía celular, modifica en casos puntuales, casos de España y Venezuela, los designios de las trasnacionales.
Y he ahí la importancia que reviste el desarrollo de los medios alternativos como trincheras de combate en una guerra de guerrillas semiológica contra la dictadura de los medios de comunicación masivos sobre el colectivo.