El lenguaje religioso de George W. Bush:anlsiis semntico y teolgico

George W. Bush comenz a asistir a un grupo de estudio bblico en 1984, despus de dos dcadas de sufrir de severo alcoholismo. Asisti invitado por su amigo Don Evans, hoy su secretario de comercio. Por dos aos, Bush y Evans estudiaron las Escrituras, y Bush dej atrs el alcoholismo. En el mismo proceso, tambin logr enfocar su vida, antes difusa y confusa, en una cosmovisin coherente (o ideologa), que corresponda a la mentalidad de los “evanglicos conservadores” de su pas.

El movimiento evanglico conservador creca por entonces a pasos gigantescos en el escenario norteamericano, especialmente dentro del partido republicano. Pronto Bush hijo se incorpor a la campaa de reeleccin de su padre. Junto con otro amigo ntimo, Karl Rove (genio poltico y el estratega tras sus victorias, y hoy su asesor presidencial), se encarg del enlace con el sector “evanglico”. Los dos manejaron a la perfeccin la semntica de esa subcultura. Mientras otros candidatos discutan los temas polmicos, Rove le aconsej a Bush que ms bien simplemente hablara de su fe. Bush hijo se presentaba como “un hombre con Jess en su corazn”. Cuando un periodista le pregunt quin era su filsofo sociopoltico favorito, Bush contest: “Jess, porque cambi mi vida”. Eso corresponda perfectamente al individualismo extremo del fundamentalismo, y constitua lo que en el metalenguaje de subcdigos evanglicos se llama “testimonio personal”.

En la lucha semntica del lenguaje religioso, Bush y Rove ganaron sin problemas, pues no tuvieron rivales. Bush manejaba bien el lenguaje fundamentalista (y, en otro sentido, ese lenguaje comenz a manejarlo a l). Polticamente, su discurso ha sido muy eficaz, pero teolgicamente resulta mucho ms problemtico. No se parece mucho al discurso del cristianismo histrico; deja totalmente de lado, por ejemplo, los clsicos debates sobre la guerra justa. De hecho, su teologa explcita no parece profundizar ms all de algunas ideas muy generales y algunas palabras repetidas con mucha frecuencia (fe, valores, religin, oracin, la providencia, el mal). Por otra parte, la “teologa implcita” detrs de su discurso hace que surjan serias dudas y sospechas teolgicas. Vamos a analizar tres aspectos de esa teologa implcita en el discurso de George W. Bush, que parecen rayar en antiguas herejas.

1. El maniquesmo

Esta antigua hereja divide toda la realidad en dos: el Bien Absoluto y el Mal Absoluto. A juzgar por el discurso de Bush, los Estados Unidos de Amrica es una nacin engendrada por concepcin inmaculada, que ha alcanzado la santidad total de la teologa wesleyana. Pero a los enemigos del pas, Bush les aplica con toda su fuerza la doctrina calvinista de la depravacin total del ser humano. No hay nada que pueda explicar la conducta malvola de esas personas, y mucho menos justificarla. En la sociedad estadounidense, por el contrario, parece no haber entrado el pecado original.

La iglesia cristiana rechaz el maniquesmo como hertico hace muchos siglos. En el caso de George Bush, sus declaraciones pblicas implican claras herejas en cuanto a la doctrina bblica del ser humano (antropologa teolgica) y en cuanto al pecado (hamartiologa), e implcitamente en cuanto a la santificacin. Adems, en la espiritualidad patriotera de Bush, no cabe el menor espacio para el arrepentimiento ni siquiera para el autoexamen crtico, mucho menos para una conversin a Dios. Dentro de ese esquema, cmo es posible ser realmente cristiano?

En el acto memorial en la Catedral Nacional de Washington (14-09-2001), Bush proclam en trminos amenazantes: “Esta nacin es pacfica, pero feroz cuando se la provoca a la ira”. Estas eran como dos virtudes del pas. Un mes despus, en una conferencia de prensa (15-10-01), dijo ingenuamente:

Me confunde ver que hay tanto malentendido de lo que es nuestro pas, y que la gente nos pueda odiar… Simplemente no puedo creerlo, porque yo s cun buenos somos. Tenemos que hacer un mejor trabajo al representar a nuestro pas ante el mundo. Tenemos que explicar mejor a la gente del Medio Oriente, por ejemplo,… que es slo contra el mal contra lo que estamos luchando, no contra ellos.

No deja de sorprender que exista en este mundo un pas totalmente altruista, que vive siempre luchando contra el mal! El presidente Bush ha repetido estos autoelogios nacionalistas como un mantra mgico: “Nosotros somos el pas ms pacfico de la tierra “, dijo en otra ocasin (09-11-02). En su informe al Congreso, en 2003 (“State of the Union”, 29-01-03), el lenguaje humano casi no alcanzaba para expresar su culto a la patria. Entre otros prrafos, sirvan estos de muestra:

Los americanos son un pueblo resuelto, que ha superado cada prueba a la que lo han enfrentado los siglos. Estados Unidos de Amrica es una nacin fuerte, y honorable en el uso de su poder. Ejercemos el poder sin conquista y hacemos sacrificios por la libertad de extranjeros desconocidos.

Los americanos son un pueblo libre, que sabe que la libertad es el derecho y el futuro de cada nacin…

Esta nacin pelea contra su voluntad… Buscamos la paz; luchamos por la paz; pero a veces la paz tiene que ser defendida. Un futuro de terribles y constantes amenazas, no es en absoluto la paz. La adversidad ha revelado, al mundo y a nosotros mismos, el carcter de nuestro pas.

Segn estas euforias patrioteras, la superioridad moral de los americanos queda confirmada por su victoria sobre Irak, y no vale ninguna evidencia que demuestre lo contrario. Cuando los periodistas que estaban en Bagdad interrogaban al general Garner sobre las protestas masivas contra el ejrcito de ocupacin, el General contest que esas protestas demostraban ms bien que la democracia haba llegado a Irak. Despus exclam: “Debemos mirarnos en el espejo y sentirnos bien orgullosos, sacar el pecho y decir: Maldito sea, somos americanos!” El mismo da, despus de su dramtico “aterrizaje” en el portaaviones Abraham Lincoln, Bush exudaba patriotismo: “Cuando contemplo a los miembros de las fuerzas militares de los Estados Unidos, veo lo mejor de nuestro pas… Nosotros estamos comprometidos con la libertad”. Pareciera que el seor Bush no estaba informado sobre la realidad de algunos de los militares de su pas, como por ejemplo los escndalos sexuales de la Academia de las Fuerzas Areas en Colorado. Mucho menos recordaba las atrocidades de la guerra de Vietnam, y casos como el de My Lai, o la explotacin sexual de nios y nias por los soldados estacionados en Palmerola, Honduras.

En trminos bblicos, la actitud tan autocomplaciente y santurrona de Bush slo puede tildarse de farisesmo: “Te damos gracias, Seor, que no somos como las dems naciones, terroristas, sin democracia ni mercado libre”. Contra tales pretensiones de santidad va dirigida la denuncia que hace Jess de los fariseos: ustedes miran la paja en el ojo ajeno, pero no ven la viga en su propio ojo.

Dado ese estado de sublime inocencia de su propio pas, como Adn y Eva en el paraso, el presidente Bush ha encontrado una sola explicacin del odio contra EUA: “Los terroristas odian nuestra libertad”. Son tan malos, que aborrecen el bien porque es bueno. En la Catedral Nacional (14-09-01), Bush asumi la posicin en la que seguira insistiendo: “Esta es una lucha colosal entre el bien y el mal, y que nadie se equivoque: el bien [lase: Estados Unidos] vencer”. Nunca se ha apartado de ese anlisis simplista y maniqueo. En febrero de 2003 reiter ante la Asociacin de Emisoras Religiosas que “los terroristas odian el hecho… de que somos libres para adorar a Dios como nos parezca”.

Nadie que piense un poco, o que sepa algo de historia, podra aceptar esa explicacin fantasiosa de Bush. El mismo Osama bin Laden era agente de los Estados Unidos, pero volvi contra ellos en 1991, cuando soldados norteamericanos (“impos” para el islam) ocuparon su patria, Arabia Saudita, la ms sagrada de las tierras islmicas. En 1996 emiti su “Declaracin de guerra contra los americanos que ocupan la tierra de las dos mezquitas santas”, y en 1998 su “Declaracin de Jihad contra judos y cruzados” reiter esas razones. El mismo Bush ha dado sobradas razones para provocar el odio: desde los bombardeos ilegales de Irak en sus primeras semanas de gobierno hasta su insultante bloqueo de la consulta de Durbn, frica del Sur, sobre racismo y derechos humanos. El maniquesmo de Bush no le permite ver la realidad.

Bush parece creer que su pas es no slo una democracia perfecta, sino la nica del mundo. Pero, si los terroristas odian la libertad, por qu no han atacado a Canad, que en algunos aspectos es una democracia mejor que los EUA? Por qu no existe el mismo odio contra Suecia, Holanda o Costa Rica?

Al principio, la administracin Bush bautiz su cruzada antiterrorista como “Operacin justicia infinita”, ttulo ofensivo tanto para musulmanes como para cristianos. El mensaje implcito era que los talibanes eran infinitamente culpables y los Estados Unidos infinitamente inocente, y que la “justicia infinita” contra aquellos sera una venganza sin lmite. Bush no parece haber percibido la hereja teolgica de describir su proyecto como “infinito”, vocablo que en el ingls, igual que en el lenguaje teolgico, es un atributo de Dios y nunca de las criaturas.

Bush ha definido a sus enemigos como “el eje del mal”. La expresin original en ingls, “axis of evil”, tiene connotaciones muy diferentes de las del espaol. El trmino “axis” en ingls tiene un significado mucho ms limitado que “eje” en castellano, y sirve mayormente para recordar a Hitler y los nazis. La palabra “evil” es mucho ms fuerte que “mal”, pues significa algo muy siniestro, hasta diablico. Es un trmino muy cargado teolgica y moralmente. Pero a Bush no se le ocurre preguntarse si ese “axis of evil” pudiera pasar tambin por Washington.

Este maniquesmo de Bush, nacido del matrimonio de un patriotismo enfermizo con una mala teologa, tiene dos corolarios. Primero, en esta lucha entre el Bien Absoluto y el Mal Absoluto, “quin no est con nosotros, est contra nosotros” y, por ende, es terrorista. Segundo, como pontific Donald Rumsfeld (05-12-01): “Toda la responsabilidad por todas y cada una de las muertes, sean de afganos inocentes o de americanos inocentes, es exclusivamente de los talibanes y de los de Al Qaeda”…, aunque sean bombas norteamericanas las que los maten.

La realidad es todo lo contrario: si de hecho la guerra contra Irak es una guerra injusta e ilegal, entonces todas las muertes, incluso las de los soldados iraques, son asesinatos criminales que deban de haberse evitado.

2. Mesianismo

Cuando George W. Bush, entonces gobernador de Texas, decidi buscar la presidencia de los Estados Unidos, describi su decisin en trminos que los evanglicos entenderan como un mandato divino: “He escuchado el llamado”, una frase que evocaba las comisiones profticas de las Escrituras hebreas. En seguida convoc a su mansin de gobernador a los principales pastores de la zona, para realizar un ritual de “imposicin de manos”, prctica que corresponde sobre todo a la ordenacin ministerial. A los pastores les dijo que l haba sido llamado (entindase, por Dios) a ser candidato. Ese lenguaje de vocacin divina ha sido frecuente en sus declaraciones, a un ritmo muy acelerado despus de la tragedia del once de setiembre de 2001.

Pocos das despus de los ataques, en el culto memorial celebrado en la Catedral Nacional de Washington (14-09-01), Bush habl de “una lucha colosal entre el bien y el mal”, en la cual dijo “nuestra responsabilidad ante la historia es clara: responder a estos ataques y quitar el mal del mundo” (“rid the world of evil”). Con el propsito de lograrlo, anunci una cruzada contra el terrorismo. Aparte de lo pretencioso de tal proyecto y de los sobretonos de “destino manifiesto”, al presidente no se le ocurri que haba “evil” tambin en su propio patio, y que la cruzada para liberar al mundo del mal deba comenzar en casa, con autoexamen, con arrepentimiento, y con una intencin sincera de “quitar del mundo” algunas de las causas del terrorismo y de los conflictos. Para Bush, “eliminar el mal” significaba “eliminar a los malos”. Es eso una mentalidad cristiana?

En su discurso al Congreso (20-09-01), Bush declar que “La libertad y el temor, la justicia y la crueldad, siempre han estado en guerra, y sabemos que Dios no permanece neutral en ese conflicto”. Dudarlo, enunci Bush, sera caer en el relativismo moral (consigna de otra de las causas de los “evanglicos”). Aparentemente, Dios tambin est sujeto al corolario del maniquesmo de Bush: si Dios est contra el terrorismo, tiene que estar al lado de la cruzada antiterrorista.

El ao siguiente, en su discurso anual al Congreso (29-01-02), Bush reafirm que “la historia ha llamado a los Estados Unidos y sus aliados a la accin”. Frente al Eje del Mal, dijo, “la gran esperanza de nuestros tiempos, y la gran esperanza de todos los tiempos, depende de nosotros”. Y ante la Asociacin de Emisoras Religiosas, declar: “Debemos recordar nuestro llamado, como nacin que ha sido bendecida, a crear un mundo mejor… y derrotar los designios de hombres malvados”. “La libertad insisti, no es un don de los EUA al mundo; es don de Dios a toda la humanidad”. Por eso, la nacin que encarna la libertad debe llevar ese don divino “a cada ser humano en todo el mundo”.

Un ao despus, en su informe al Congreso (29-01-03), ya en vsperas del ataque a Irak, Bush asegur a la nacin: “podemos avanzar con confianza porque este llamado histrico ha llegado al pueblo correcto”:

De nuevo, esta nacin y nuestros amigos somos lo nico que se interpone entre un mundo en paz y un mundo de caos y alarma constante. De nuevo, somos llamados a defender la seguridad de nuestro pueblo y las esperanzas de toda la humanidad. Y aceptamos esta responsabilidad…

Martin Marty cita otras palabras de Bush que tienen el mismo sentido: “Nuestra nacin ha sido escogida por Dios y comisionada por la historia, para ser un modelo de justicia ante el mundo” (Newsweek, 10-03-03; p. 17). Segn el vicepresidente Dick Cheney, el pas “tiene el deber de actuar con fuerza para construir un mundo a la imagen de los Estados Unidos”. O en palabras del portavoz presidencial, Ari Fleischer, la liberad (a la americana) “no es una doctrina Bush, ni una doctrina americana, sino una doctrina dada por Dios”.

Bush no parece tener muchos reparos al identificar a Dios con su propio proyecto. En un discurso al ao de los ataques (11-09-02), Bush cit un texto cristolgico aplicndolo a su propio proyecto de guerra: “Y la luz [EUA] en las tinieblas [enemigos de EUA] resplandeci, y las tinieblas no prevalecern contra ella” [EUA vencer a sus enemigos]. Cuando se present en uniforme militar sobre el portaaviones Abraham Lincoln (01-05-03), dijo a los militares lo siguiente: “Dondequiera que vayan ustedes, llevan un mensaje de esperanza, un mensaje que es antiguo y siempre nuevo. En las palabras del profeta Isaas: A los cautivos, salgan!; a los que estn en tinieblas, sean libres!” Es teolgicamente inadmisible que cualquier poltico se arrogue tales frases profticas y mesinicas para su propio programa, y mucho menos un programa de guerra y muerte.

Despus del discurso del ao 2003 a la nacin, Christianity Today, revista evanglica y fielmente pro partido republicano, inform, en su edicin electrnica de 25 de abril, acerca de la preocupacin de algunos pastores porque Bush haba hecho un cambio problemtico en un himno evanglico. Bush se permiti parafrasear el muy querido himno “Hay poder, poder, sin igual poder, en Jess, quien muri”, de la siguiente manera: “Hay poder, sin igual poder, en la bondad, idealismo y fe del pueblo norteamericano”. Se trata de un himno doblemente sagrado, porque es adoracin a Jesucristo Salvador y porque se acostumbra cantar en la Santa Cena, al repartir la copa eucarstica de la comunin. Es ms, el original que cit Bush habla de poder milagroso sobrenatural (“wonder-working power”).

La ilusin mesinica del presidente Bush le produce un fenmeno de miopa y visin de tnel. Parece que, por sentirse llamado por Dios, no toma en cuenta las matizaciones que complican sus esquemas simplistas ni presta atencin a razones bblicas, teolgicas y ticas en contra de sus decisiones. La revista Newsweek observ que la fe de Bush en la voluntad de Dios le da una especie de impermeabilidad, “una mezcla de terquedad y arrogancia” (10-03-03; p. 15). No hacen mella en su armadura ideolgica los argumentos de lderes religiosos y denominaciones cristianas opuestos a sus guerras. En marzo de 2003, el obispo Joseph Sprague de Chicago protest que desde octubre el concilio de obispos metodistas haban solicitado, sin xito, una entrevista con su correligionario Bush. “El presidente no ha escuchado la voz de de su propia iglesia” (La Jornada, 27-03-03). Mientras incluso Tony Blair recibi a una comisin organizada por Jim Wallis de la revista Sojourners, Bush se neg a escucharlos. Bush parece no creer que Dios pueda hablarle tambin por medio de personas que discrepen de l.

Aparentemente el Dios de George Bush es un buen americano y republicano, muy patriota y fiel a la poltica exterior norteamericana. No es el Dios que juzga y cuestiona, sino un Dios que legitima proyectos de guerra y dominacin. Que diran de ese Dios Elas y los dems profetas?

3. Manipulacin de la oracin

La verdadera oracin no pretende decirle a Dios que haga lo que nosotros queremos que haga, sino pide a Dios que nos diga lo que Dios quiere que nosotros hagamos. No oramos para enlistar a Dios en nuestras filas, sino para examinarnos ante Dios, cambiar y hacer su voluntad. Por eso, la confesin de pecado y el arrepentimiento son momentos cruciales de la oracin y del culto. Bien dijo el primer ministro francs, Jean-Pierre Rafarin, “De ninguna manera podemos consultar a Dios slo para obtener un voto de confianza” (que fue lo que hizo Bush cuando pretendi consultar a las Naciones Unidas).

La oracin ha jugado un papel sin precedentes en la presidencia de George W. Bush y en la propaganda de los evanglicos conservadores que lo apoyan. Son frecuentes las fotos de Bush en oracin. Se le dio publicidad al hecho de que inmediatamente antes de su discurso de ultimtum a Sadam Hussein, Bush pidi a sus asesores que lo dejaran “a solas unos diez minutos”. En el simbolismo evanglico, eso significaba que un hombre de oracin iba a encontrarse con Dios, algo as como Moiss en el Monte Sina. En su entrevista con Tom Brokaw (New York Times, 26- 04-03), Bush dijo: “Yo tengo una tarea que realizar, y con las rodillas dobladas pido al buen Seor que me ayude a cumplirla con sabidura”. A un periodista ingls que le pregunt cmo manejaba el estrs, le contest: “Creo en la oracin y creo en el ejercicio fsico” (New York Times, 07-04-02).

George McGovern, excandidato presidencial demcrata, fue al grano cuando escribi lo siguiente (The Nation, 21-04-03):

El presidente afirma con frecuencia que lo est guiando la mano de Dios. Pero si Dios lo gui a invadir a Irak, Dios envi otro mensaje al Papa, a las Conferencias Episcopales catlicas, al Consejo Nacional de Iglesias y a muchos rabinos muy distinguidos, que creen todos que la invasin y bombardeo de Irak iba contra la voluntad de Dios. Con todo respeto, sospecho que Karl Rove, Richard Perle, Paul Wolfowitz, Donald Rumsfeld y Condalezza Rice… son los dioses (o diosas) a quienes escuchaba el presidente.

Con la presidencia de Bush, y especialmente a raz de las guerras contra Afganistn e Irak, la oracin de los evanglicos conservadores, tecnologizada y masificada, entr en la era ciberntica. Se organizaron miles de “Crculos presidenciales de oracin” y “ruedas de oracin”, durante las veinticuatro horas del da:

Rueda de Oracin

por nuestros soldados… Por favor, no la rompas

“Seor, ten nuestras tropas en tus manos amorosas.

Protgelas como ellas nos protegen.

Bendcelas a ellos y a sus familias

por las acciones altruistas que realizan

por nosotros en nuestro tiempo de necesidad.

Esto lo pido en el nombre de Jess,

nuestro Seor y Salvador. Amn

[Haz click aqu cuando termines]

(ourtroops@prayerwheel.us)

Con cada “click” llega otra oracin al Seor para garantizar el triunfo militar de las tropas!

Un movimiento llamado “In Touch” (“En contacto”), fundando por el pastor bautista Charles Stanley, reparti entre los marines que entraban en combate muchos miles de folletos con el ttulo “Deber de un cristiano en tiempo de guerra” (incluida la “guerra espiritual”). Con el folleto iba una boleta que los infantes de marina deban firmar y enviar directamente al presidente. Por ese medio se comprometan a orar por l todos los das. La boleta deca: “Me he comprometido a orar por Ud, su familia, y su administracin”. Inclua peticiones especficas para cada da. Para el lunes: “Pide que el presidente y sus asesores sean fuertes y valientes para hacer lo correcto, a pesar de las crticas”. Para el mircoles: “Pide que el presidente y sus asesores estn seguros, sanos, y que duerman bien, libres de miedo” (y por qu no se pide lo mismo para los habitantes de Bagdad?). Para el viernes: “Pide que el presidente y sus asesores estn conscientes de su llamado divino”. En este vasto movimiento, se pide con frecuencia que Dios otorgue poder sobrenatural o sabidura sobrenatural al presidente para salir avante, o que sea “divinamente protegido”.

Conclusin: Es notable la concordancia del discurso de Bush con el de los falsos profetas del Antiguo Testamento. Mientras los verdaderos profetas denunciaban el pecado y la injusticia de su propio pueblo, los falsos profetas repetan “Paz, paz” (Bush: “somos un pueblo muy bueno”) y tranquilizaban a la nacin con engaos. Adems, los falsos profetas llamaban a lo malo bueno, y a lo bueno malo (por ejemplo, la agresin contra Irak y su destruccin son, en la retrica de Bush, “liberacin” y “llevar nuestra compasin al mundo entero”; las muertes civiles se llaman “daos colaterales”). Y mientras los profetas verdaderos proclamaban la soberana de Yahv, Dios de justicia y amor que juzga a las naciones y a las personas, los falsos profetas servan a Baal, un dios manipulable a la disposicin de los poderosos.

Hace siglos Carlos Marx concluy que “la religin es el opio del pueblo”. En el contexto de la iglesia luterana en la Alemania de los aos 1840, Marx tena mucha razn. Pero Marx nunca conoci a cristianos comprometidos como Camilo Torres de Colombia, Oscar Arnulfo Romero de El Salvador, Frank Pais de Cuba, Ernesto Cardenal de Nicaragua, Dietrich Bonhoeffer de Alemania, o Martin Luther King de los Estados Unidos. Si Marx hubiera conocido a esa clase de cristianos, habra dicho: “A veces la religin puede ser opio, pero muchas veces puede ser tambin levadura de justicia y transformacin”.

Qu paradjico, y qu lamentable, que el presidente Bush, con su hertica manipulacin del lenguaje religioso, se empea en darle la razn a Carlos Marx.

La peor droga es la que narcotiza el corazn y la conciencia. El peor trfico es el trfico con la fe y con la Palabra de Dios. Hay tambin “narcotraficantes” religiosos, que tendrn que dar respuesta al Dios de la justicia y de la vida.

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