ngel Gonzalo
Centro de Colaboraciones Solidarias.
Espaa, febrero del 2002.
En los ltimos aos, el pueblo argentino ha donado a la historia contempornea algo ms importante que una cantera inagotable de buenos futbolistas. Ha regalado, casi sin saberlo, dos smbolos fundamentales de la lucha y el compromiso de la sociedad civil. Dos smbolos que demuestran que otro mundo es posible, por encima de los intereses monetarios y las todopoderosas multinacionales. El primero de ellos lo protagonizan las madres y abuelas de la plaza de mayo. Sus reivindicaciones han dado la vuelta al mundo y su voz, gastada por los aos y por los agravios sufridos, no ha perdido potencia y se ha escuchado ya en todos los foros del planeta. La bsqueda incesante de la verdad sobre los desaparecidos durante la dictadura militar de 1976 a 1983 y la reclamacin de justicia para las vctimas, sus hijos o sus nietos, son hoy un ejemplo innegable del pundonor de un colectivo minoritario alzado frente al poder establecido. El segundo son las “caceroladas”, conocidas desde hace poco ms de dos aos en todo el mundo gracias a los medios de comunicacin, que han exportado la imagen de los ciudadanos argentinos agitando todo tipo de utensilios en contra de la corrupcin poltica y la burocracia, que ha empobrecido y arruinado un pas que, sin embargo, ocupa el puesto 34 en el ndice de Desarrollo Humano, segn Naciones Unidas. Pero estos dos movimientos sociales, a pesar de ser espontneos, no han nacido por casualidad en Argentina. Tienen su razn de ser en la idiosincrasia de un pueblo inconformista, donde trabajan ms de 100 ONG locales y asociaciones humanitarias. Estas organizaciones son las que ahora no copan las primeras planas de los diarios ni aparecen en los noticieros de televisin, pero son las que trabajan da a da para erradicar la pobreza en los barrios marginales de Buenos Aires o en las zonas ms humildes del pas. Son las que se ocupan de dotar de una buena educacin a los nios y adolescentes, son las que cuidan de los ancianos y las que se preocupan de las familias desocupadas y las mujeres, relegadas todava a un segundo plano en muchos lugares de la Pampa. Una encuesta realizada por Gallup Argentina revela que el 86% de los empresarios identifica a las organizaciones sin fines de lucro como las mejores instituciones para atender los problemas sociales, por encima de la iglesia catlica religin oficial del pas, que profesa ms del 90% de la poblacin y, por supuesto, de las instituciones pblicas, cuya credibilidad nunca estuvo tan denostada. Los sectores en los que se vuelcan las ONG locales, como actores vivos del desarrollo, son la alimentacin, la salud, la educacin y la capacitacin y organizacin comunitaria. Segn el Centro Cultural para el Desarrollo y Promocin de la Paz, los Derechos Humanos y la Democracia, “las ONG son requeridas como intermediarias entre el Estado y la sociedad para luchar contra la corrupcin, desburocratizar el Estado, defender el medio ambiente, los derechos del consumidor, para que la ayuda social llegue a los que ms la necesitan o para que las polticas pblicas conlleven una perspectiva de gnero”. La crisis actual ha derivado en terribles consecuencias para el pueblo argentino, pues se ha cobrado dos nuevos millones de pobres, segn reconoce Critas en su ltimo informe. Esta cifra ha de aadirse a la de los 19 millones de personas que en este pas viven por debajo del umbral de la pobreza tngase en cuenta que la poblacin estimada de Argentina supera por poco los 36 millones y medio de personas. Este hecho, unido a una tasa de desempleo que alcanza al 20% de la poblacin, nos lleva al caos en el que se encuentra sumido el pas. Como nico aspecto positivo, cabe destacar que ha servido para unir an ms a las organizaciones sociales en su firme propsito de luchar por la justicia y arrojar una luz de esperanza a la poblacin.