En artículos anteriores hemos examinado la penetración del marxismo en la sociedad dominicana con anterioridad a 1930, año inaugural de la dictadura de Trujillo, hecho que se limitó a algunos intelectuales aislados ninguno de los cuales realizó esfuerzo por constituir una organización política.
Los primeros esfuerzos tendentes a crear una entidad política socialista ocurrieron después de la llegada de los refugiados de la guerra civil española, y por esa razón, aun cuando no se conocen evidencias documentadas que permitan establecer vínculos concretos entre esa migración y la fundación del primer partido socialista dominicano, todos los estudios coinciden en sostener, que la llegada a nuestro país de las víctimas del franquismo contribuyó a modificar el ambiente cultural nacional, y fortaleció el pensamiento democrático, sobre todo, en el marco de la juventud urbana, y dentro de ella, la universitaria.
Según Alejandro Paulino, uno de estos refugiados , J. Harare, publicó en 1944, el primer manual de economía marxista editado en nuestro país. (veáse: A. Paulino. “Las ideas marxistas en Rep. Dom. Editora universitaria. 1985).
Sin embargo lo que sí está claro es que fueron jóvenes dominicanos, hembras y varones, los que a riesgo de sus propias vidas, (muchos de los cuales fueron asesinados por la dictadura; casi todos padecieron los rigores durante años de las ergástulas del trujillismo) echaron sobre sus hombros la responsabilidad histórica de organizar los primeros agrupamientos socialistas y democráticos.
En ese orden, se conoce con certeza el papel jugado por Francisco Henríquez Vásquez, mejor conocido como Chito, en ese momento empleado como celador de Aduanas, de Freddy Valdez, de profesión zapatero, asesinado por los esbirros trujillistas, quien había residido en Cuba algún tiempo, donde militó en el PSP; de Pericles Franco, quien estudiaba medicina en Chile, donde militó en el Partido Comunista Chileno, y quien regresó a su país en 1941, de Félix Servio y Juan Ducoudray, el dirigente obrero Mauricio Báez y decenas de jóvenes más que harían muy larga la lista, y recuerden que tengo espacio limitado, cuestión normal en artículos periodísticos. El primer esfuerzo organizativo de los marxistas dominicanos fue la fundación, en 1941, en la clandestinidad, del Partido Revolucionario Democrático Dominicano. Todas las informaciones coinciden en señalar que este agrupamiento no se identificaba como socialista ni comunista, sino como un partido democrático dirigido a la unificación de los opositores a la tiranía, aun cuando muchos de sus creadores eran simpatizantes y conocedores de las ideas de Marx y Lenín.
Esta entidad registró poca vida, pues en el seno de su dirigencia se desarrolló un debate entre quienes se inclinaban por convertirlo en una organización revolucionaria comunista y los que se oponían.
El debate fue ganado por los primeros y en tal virtud, en 1946, fue fundado el Partido Socialista Popular, que se definió en su primer documento como una organización marxista, leninista, estalinista.
La añadidura de “stalinismo” a la proclama definitiva en el primer manifiesto del PSP, estaba a tono con la corriente “internacional difundida desde el Partido Comunista de la Unión Soviética, a todos los partidos , que en ese momento de brillantez de Stalin, a consecuencia del papel fundamental jugado por su nación en la derrota del fascismo durante la 2da. Guerra Mundial, presentaba el líder soviético no sólo como un extraordinario estratega político y militar, sino también como un gran teórico del marxismo.
Pero además no hay que olvidar que en el surgimiento a la palestra pública de los comunistas y en la fundación de ese partido, jugó un rol importante el Partido Socialista cubano, que en ese momento al igual que casi todos los partidos comunistas latinoamericanos, se definía también como estalinista, cuyos dirigentes actuaban por su notable experiencia, como orientadores de los marxistas dominicanos.
Tal y como lo explicó Galíndez hace casi cincuenta años en el libro que le costó la vida, “La Era de Trujillo”, la entrada a la actividad política pública de los comunistas en 1946, fue el fruto de una doble jugada. La del gobierno de Trujillo, cuya imagen internacional (a partir de la matanza de los miles de haitianos en el corte iniciado en octubre de 1937) se encontraba en el suelo, y la de los jóvenes comunistas dominicanos, que entendieron que el llamado forzado efectuado por la dictadura a la apertura de su régimen, fruto de la oleada progresista y democrática que desató la derrota del fascismo, era susceptible de ser aprovechada para el desarrollo de una actividad que pusiera fin a la dictadura, que ya había cumplido 16 años.
Trujillo, además, quien venía siendo presionado por un pequeño sector liberal del Departamento de Estado de Estados Unidos, que encabezó en principio Summer Welles, quería alcanzar una nueva reelección en 1947, diseñó su política de “apertura democrática” , como parte fundamental en la estrategia de ese último propósito.
Con ese fin, al tiempo que abrió las puertas al “libre ejercicio de la actividad política” de los comunistas y algunos de sus opositores silentes”, llamó también al teatro a miembros de grupos intelectuales y políticos e intelectuales que componían su cuadro de comedia, para que le acompañaran al montaje de su opereta.
El 29 de mayo de 1945, “el generalísimo y doctor” dirigió una carta a: Rafael Estrella Ureña, su vicepresidente en 1930 y miembro del grupo que le llevó al poder mediante el golpe del movimiento cívico del 23 de enero de ese último año, quien renunció y se exilió y que había regresado al país hacía poco tiempo, el Dr. Wenceslao Medrano, presidente de un partido obrero inexistente y que se sumó a su candidatura en 1930, a Rafael Augusto Sánchez, José del Carmen Ramírez, Rafael Espaillat, Andrés Pastoriza, Pedro A. Ricart, Martín de Moya, Luis Ginebra y Elías Brache, casi todos antiguos miembros del Partido Nacional de Horacio Vásquez.
El primero en responder lo fue Estrella Ureña, y más luego, Francisco Prats Ramírez, funcionario del régimen, dirigente del Partido Dominicano, y presidente de una central obrera creada por la tiranía, quien creó un partido nuevo para entrar al escenario, el Partido Laborista Democrático. Pero como la opereta tenía música, su partitura la examinaremos en nuestra próxima entrega, pues ya el espacio se nos agotó.