La victoria este mediodía de Brasil sobre el seleccionado de Costa de Marfil, 3 a 1, acerca a los brasileños al sueño de su sexta copa mundial. Brasil juega un destacado papel en el escenario internacional. Y no sólo en futbol. Estará en Toronto la próxima semana en la Cumbre del G-20 como octava potencia industrial del planeta y ocupa una estrategica silla en el Concejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
El Concejo de Seguridad de las Naciones Unidas lo integran cinco miembros permanentes, incluyendo a tres naciones que participan de Sudáfrica 2010 como son Francia, Reino Unido y Estados Unidos. Los otros dos miembros son la Federación Rusa y la Republica Popular China. Y hay 10 miembros No Permanentes que son electos por un periodo de dos años, entre los que están los mundialistas Brasil, México, Japón, y Nigeria. Además de Turquía, Austria, Bosnia-Herzegobina, Gabón, Líbano y Uganda.
Brasil se coronó campeón en el sexto mundial de futbol que se celebró en Suecia. Los cuatro finalistas fueron Brasil, Suecia, Francia y Alemania Federal. Participaron como equipos latinoamericanos además del brasileño los de Argentina, México y Paraguay. Por primera vez en este mundial se garantizaron cupos para países africanos y asiáticos. No obstante esto, en las rondas finales, Egipto, Sudan e Indonesia se negaron a competir con Israel.
Recientemente Brasil junto con Turquía impulsaron una audaz medida diplomática al lograr firmar con Irán un acuerdo para transformar el uranio enriquecido y de esta forma evitar nuevas sanciones internacionales impulsadas por Estados Unidos e Israel, en el Concejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Esta destacada posición internacional de Brasil tiene también un componente militar. Hace menos de un año, en septiembre, el Presidente Ignacio Lula da Silva firmó un estratégico acuerdo con el gobierno francés mediante el cual recibirá armamento y tecnología de punta para edificar un sofisticado sistema de seguridad, que incluye 36 aviones Rafael, 51 helicópteros, y 5 submarinos, uno de ellos nuclear. El acuerdo también incluye la transferencia tecnológica para fabricar este sistema.
Diversos analistas caracterizan esta alianza brasileña-francesa como la respuesta a la alianza colombiano-estadounidense que permitirá a Washington hacer uso de siete bases militares en Colombia. Es a partir de esta fuerza económica y militar, que Brasil despliega su musculo diplomático que incluye una profunda amistad con Cuba Socialista, el rechazo al golpe militar en junio pasado de los militares hondureños y el respaldo al presidente legítimo, Manuel Zelaya, incluso el préstamo de su Embajada para facilitar su regreso; y el claro rechazo a la instalación de siete nuevas bases militares en Colombia.
Brasil se ha convertido en el abanderado de la defensa de los intereses de las naciones pobres en los diversos foros que realiza las Naciones Unidas. Brasil es una voz diferente. No rompe con los imperios, pero tampoco hace la voluntad de estos. Brasil en un mundo globalizado, actúa con independencia. Es parte del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) o sea de las potencias emergentes. Y para jugar este papel construye su base de apoyo desde la integración de América Latina y el Caribe.
Esto explica su papel relevante en la construcción de UNASUR que es la Unión de Naciones Suramericanas, proceso que “busca el desarrollo de un espacio integrado en lo político, social, cultural, económico, financiero, ambiental y en la infraestructura. Este nuevo modelo de integración incluirá todos los logros y lo avanzado por los procesos del Mercosur y la Comunidad Andina, así como la experiencia de Chile, Guyana y Suriname. El objetivo último es y será favorecer un desarrollo más equitativo, armónico e integral de América del Sur.” ( ver www.comunidadandina.org)
El canciller Celso Amorim explica que la posición de Brasil, se basa en la necesidad de “un mundo más balanceado.” Y UNASUR cuenta naturalmente con su Concejo de Defensa Sudamericano.
No obstante estos desarrollos positivos en el campo internacional del enfrentamiento con los imperios globalizadores, y el impulso del multilateralismo, no puede obviarse que este ritmo de gastos golpea fuertemente a los sectores populares brasileños y en esta forma disminuye el respaldo popular al gobernante Partido de los Trabajadores y a Lula mismo. Son gastos que afectan los bolsillos de los trabajadores, y en época de crisis económica. Brasil experimenta la contradicción de ser la novena economía del mundo y al mismo tiempo ocupar el lugar 70 del Índice de Desarrollo Humano, del Año 2007.
Y es en este marco en el que los sectores populares brasileños, y entre estos el poderoso y combativo Movimiento de los Sin Tierra (MST) plantean la necesidad urgente de combatir las políticas neoliberales y de impulsar un verdadero proceso de reforma agraria. Con estas banderas estamos también en pie de lucha acá en El Salvador.
Roberto Pineda, docente de la Universidad de El Salvador
San Salvador, 20 de junio de 2010
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