EL SALVADOR: LA RESISTENCIA AL PROYECTO GLOBALIZADOR NEOLIBERAL 23-abril-08
El aspecto principal de la realidad política salvadoreña en los últimos quince años ha sido la resistencia popular al proyecto globalizador neoliberal. Cada día de estos tres lustros han estado acompañados por movilizaciones y protestas de diverso nivel y en diferentes sitios. Estas acciones populares con distintas banderas de lucha son un claro signo de rebeldía.
La derecha se fortalece
En 1989 inicia el proceso de implantación de un modelo neoliberal con la llegada del primer presidente de ARENA, Alfredo Cristiani. Ese mismo año se produce la mayor ofensiva guerrillera del FMLN, la cual acelera la solución política a un largo conflicto armado de 12 años. Ambos procesos dejaron una profunda huella en el horizonte político del país.
Y ambos procesos se inter-relacionaron. Por una parte, la finalización del conflicto armado en enero de 1992, por medio de un acuerdo nacional que marcó el fin de la dictadura militar, vino a darle un impulso mayor al proceso de privatizaciones de la emergente oligarquía financiera y por otra parte, las privatizaciones contribuyeron a enriquecer a los grupos empresariales enquistados en el estado.
La derecha empresarial aglutinada en el partido Alianza Republicana Nacionalista, terminó la guerra con un mayor peso político, ya que los militares fueron forzados a abandonar el barco del estado, y ARENA llenó ese vacío. La desaparición de la dictadura militar como sistema de dominación política les ha obligado a afinar sus mecanismos ideológicos.
Y esto le obligó a la derecha a ampliar su influencia en el campo ideológico por medio de modernizar los medios de comunicación, en especial la televisión. Uno de sus principales logros ha sido impactar en la mente de los sectores más pobres, por diversos medios, incluso iglesias alienantes, y espectáculos artísticos y deportivos saturadores y escapistas.
Además, crear sus propias universidades y neutralizar a la Universidad de El Salvador; crear sus propias iglesias de naturaleza evangélica y neutralizar a los sectores progresistas de la Iglesia católica Romana; crear sus centros de investigación social con sus intelectuales, y afinar su instrumento político convirtiéndolo en una poderosa maquinaria electoral, que lleva ya ganadas cuatro elecciones presidenciales.
La izquierda construye un poderoso partido político
Por otro lado, la izquierda aglutinada en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, logró convertir su presencia popular y poderío militar acumulado antes y durante la guerra, en una significativa fuerza política, con una fracción legislativa importante y el control municipal de las principales ciudades del país, incluida la capital.
La docena de campamentos y áreas de influencia guerrillera de los años ochenta se convirtieron en los noventa en el control de parte significativa del poder político. El FMLN no esta en el ejecutivo pero es una poderosa fuerza política nacional. Y la izquierda tiene un peso considerable en la cultura política del país. Centenares de banderas rojas ondean en los principales parques del país y el rostro y pensamiento de Schafik Handal, líder emblemático del FMLN, fallecido en el 2006, este presente en múltiples formas en todo el país.
Aunque este crecimiento y la construcción del FMLN como partido político, con sus responsabilidades y presencia en el Congreso y municipios, afectó fuertemente la situación del movimiento popular y social, el cual fue debilitado nuevamente, antes lo había sido en 1981 para integrar los mandos guerrilleros y a partir de 1994 lo fue para integrar los mandos municipales y legislativos. Y fueron los cuadros históricos de la izquierda, surgidos del movimiento social, los que asumieron este rol. Y el movimiento popular y social se debilitó ya que la apuesta desde 1994 fue por el poder legislativo y municipal.
Por otro lado, el esfuerzo de la derecha por destruir o desplazar al FMLN como alternativa política del país ha fracasado. La tendencia del FMLN es a fortalecerse, pero debe reconocerse que no ha logrado hasta ahora una acumulación que le permita arrebatarle el poder ejecutivo a la derecha, lo que le permitiría impulsar transformaciones que permitan el desmontaje del modelo neoliberal. Las elecciones presidenciales del 2009 son clave para dar este salto de calidad.
Dos proyectos que siguen enfrentándose
En la actualidad, estos dos proyectos históricos, el popular y el oligárquico, continúan luego de quince años, disputándose el corazón y la mente de los salvadoreños y salvadoreñas, enfrentándose en los terrenos político electoral pero también en lo religioso y cultural en general.
Es la búsqueda de la elusiva hegemonía sobre los sectores populares que garantiza el control del poder político en estos nuevos tiempos, en que la represión es dosificada y no sistemática. Y la dominación se ejerce más por medio del control ideológico que de la represión.
Existe un equilibrio estratégico entre la izquierda y la derecha en el plano electoral, con la tendencia a ser superado por el FMLN mediante la conquista de la presidencia en el 2009.
La contradicción principal en esta etapa es entre la fracción de la burguesía vinculada a las finanzas y el comercio en estrecha alianza y dependencia del capital internacional, la cual logró desplazar a los sectores industriales y agrarios, golpeados por el conflicto armado, y la inmensa mayoría de la población salvadoreña, incluyendo a una tercera parte que ha sido enviada como fuerza de trabajo al exterior; incluyendo también a sectores industriales y agrarios, a medianos y pequeños empresarios, profesionales, y el fuerte sector de trabajadores de la economía informal. La guerra modificó profundamente la estructura social y económica, cultural y política.
El agotamiento del modelo neoliberal
A quince años de la firma de los Acuerdos de Paz presenciamos el agotamiento del modelo neoliberal implantado desde 1989, y fortalecido a partir de 1992. En este periodo se registra la dolarización de nuestra economía y posteriormente la compra por la banca internacional de nuestros principales bancos. El Banco Salvadoreño es hoy el HSBC.
Los grupos financieros locales se ven forzados a convertirse en socios menores de las grandes corporaciones financieras internacionales. El modelo garantiza inmensas ganancias pero a la vez crea inmensas desigualdades y un deterioro crítico del nivel de vida de la población, lo que a su vez alimenta la protesta social.
Es una situación paradójica de una economía consumista en una sociedad empobrecida. Y esta es una mezcla explosiva. La gente lucha en las calles para sobrevivir a esta embestida de la globalización neoliberal. La gente lucha y gradualmente descubre que si la explotación es global la resistencia también tiene que serlo. Y surgen las redes de la rebeldía y la protesta. Seattle es la chispa que encendió la pradera, que sigue sin apagarse. Y arde en Ahuachapan y en Sonsonate, en Usulután y en Chalatenango. Y ardera en todo el país a su debido tiempo.
Por otra parte, la emigración masiva hacia USA y la quiebra provocada de la agricultura modificaron la estructura social debilitando al movimiento sindical y campesino. Hoy el sector informal del comercio y las comunidades pasan a jugar un papel destacado en las luchas populares. Hoy tenemos trabajadores emigrantes de Nicaragua y Honduras que son discriminados y explotados en las áreas rurales.
Un escenario internacional favorable
La dinámica internacional que comprende la casi segura derrota de la ultraderecha republicana en la presidencia de USA, el empantanamiento de las tropas intervencionistas estadounidenses en Irak y Afganistán; la crisis inmobiliaria que esta afectando ya otras áreas de la economía de Estados Unidos; el aumento galopante del precio internacional del petróleo, son elementos que crean condiciones favorables para el avance de las luchas populares por la democracia y la justicia social. Y en América Latina, para el surgimiento de gobiernos comprometidos con cambios y alejados del modelo neoliberal. Paraguay es el último ejemplo de esta tendencia.
Hacia el triunfo del FMLN en el 2009
La figura de Mauricio Funes ha venido a estremecer el panorama político salvadoreño y a inclinar la balanza electoral hacia un triunfo del FMLN en el 2009, lo cual abriría una nueva etapa en el desarrollo del país. Hay un sector del capital que considera incluso saludable este cambio, pero otro sector que se resiste a ver desaparecer los beneficios que obtiene por el control del ejecutivo. Este último sector incluso amenaza con revertir el acuerdo político logrado en 1992.
Por otra parte, el movimiento social no se repone de la desmovilización ideológica provocada por los Acuerdos de Paz, y si bien es cierto que hay avances, los niveles de organización, unidad y movilización no corresponden al nivel crítico en que se encuentra la crisis nacional. Se necesita mayor nivel de organización y lucha para cambiar la correlación de fuerzas a favor de los intereses populares. Mientras no tengamos un movimiento popular en las calles la derecha nos seguirá golpeando con aumentos en el pan, el gas propano, el transporte y únicamente asimilaremos estos golpes. Debemos mejorar nuestra capacidad de respuesta como movimiento social.
La lucha contra las privatizaciones, por el agua, por una vivienda justa, por aumento salarial para enfrentar el alto costo de la vida, por ampliar las libertades democráticas, y fundamentalmente la lucha por desplazar a la derecha del poder político han sido los escenarios principales de los últimos quince años.
Los próximos meses serán de agudo enfrentamiento entre estos dos proyectos históricos: el oligárquico-financiero-imperialista y el popular democrático. El bloque que impacte con su mensaje en la población garantizara ya sea la continuidad de l sistema o su ruptura y el tránsito a un nuevo tipo de sociedad. Ese es el desafío que tenemos, derrotar a la derecha con la movilización popular. Y lo haremos.