El tiempo pascual 2006

El tiempo Pascual

“Pensar nos permite descubrir que no estamos en el mundo para mirar la historia sino para construirla.”

Celebramos la Pascua a partir de una concepción religiosa y la práctica simbólica de lo que representa para nuestra fe. Por lo tanto las interpretaciones pueden ser diversas, aunque todos nos remitamos a un hecho en común.

En la religión judía, así en tiempos de Jesús, expresa la experiencia de la Memoria y recrea la situación de esclavitud de los antepasados en Egipto. La didáctica y enseñanza de la cena pascual es aprender de los errores no como signo de castigo sino como actitud para aprender a valorar la libertad y el valor de la vida.

Cada uno de los elementos contenidos en la cena, desde el pan sin levadura pasando por las hierbas amargas y las copas de vino, representan el ejercicio de reconocer el poder de Dios para liberar a su pueblo y el compromiso de éste por mantener la libertad como valor.

Cuando Jesús pide a sus discípulos preparar la Pascua se refiere a la Pascua judía donde se comía el cordero pascual, recordando que los antepasados antes de la salida de Egipto habían pintado con la sangre los dinteles de sus casas, y asado lo habían compartido en comunidad, familiares y vecinos. De esto podemos inferir que la libertad es un acto comunitario.

Jesús recurre al pan sin levadura y al vino para establecer un nuevo pacto siendo él el nuevo cordero pascual que se ofrece en sacrificio para reconciliación, y en el acto de amor de su muerte liberarnos de todas las angustias y los miedos que opacan nuestra realización humana.

El Evangelio de Juan, incorpora al marco de la cena pascual la actitud de Jesús de lavar los pies de sus discípulos, como vocación de servicio y del acto del poder como la capacidad de hacer y no de someter. Les anuncia un nuevo mandamiento: Ámense unos a otros. El amor recíproco como fortaleza de lo comunitario, como sustento de valor para enfrentar las alternativas de tener que convivir en un mundo complejo.

El Evangelio de Marcos rescata en el relato de la crucifixión la burla de sus verdugos ideológicos y el insulto de otros. Este sufrimiento no está ajeno al que muchos hombres y mujeres en el mundo sobrellevan cotidianamente.

La Redención, obrada por medio de Jesús, no refiere al acto pasivo del sufrimiento, sino a la memoria de que ha de ser revertido hacia un espacio creativo de una humanidad solidaria en la promoción de la equidad y la justicia para todos y todas.

La celebración Pascual se relaciona con lo actitudinal de cada uno. No refiere a la práctica de la religión como carente del acto de pensar, sino que en el pensar permite descubrir que no estamos en el mundo para mirar la historia sino para construirla. Que la maravillosa capacidad de pensar nos llevará a deconstruir las actitudes egoístas, los fundamentalismos, y el individualismo como temor a reconocer al otro y vivir en comunidad.

Deconstruir, como imagen de un nuevo empezar, volver a construir de una manera inclusiva junto con otros y que nos libera de las ataduras de la muerte.

Nuestra realidad nos presenta facetas contradictorias donde nos hemos acostumbrado a naturalizar las desigualdades, a convivir con la violencia, a quejamos de la práctica de los actos de gobierno pero a su vez nos resulta cómodo no asumir la ciudadanía responsablemente; a rasgamos las vestiduras cuando quieren deportar a los argentinos de Europa pero a la vez tener rasgos xenófobos hacia propios y vecinos.

Decimos que nos preocupa la educación, pero nos merecen más atención los paros del subte que conocer acerca del reclamo de los educadores. Estamos atentos a que las propuestas las hagan los otros, así resulta más fácil criticar, que hacer. Tenemos la tendencia a pensar que los que no piensan como nosotros son nuestros enemigos. Desde este contexto pretendemos celebrar la Pascua.

Me viene a la memoria una película que vi recientemente en una de mis visitas a san Gregorio, se trataba de un hombre que vivía siempre el mismo día, y así en el tiempo pudo darse cuenta de todo aquello que podría hacer diferente, así un día y otro día repetía el mismo día, aprendió a ver y valorar a los que estaban a su lado y reparar especialmente en aquellos con quienes había sido indiferente. Descubrió la belleza de la solidaridad y la alegría de haber perdido los miedos a animarse a incluir a los demás. El final de la película no te lo cuento…podrás imaginarlo.

Tal vez esta Pascua nos permita hacer cosas nuevas, diferentes, descubrirnos y descubrir a otros, y a otras situaciones que estaban a nuestro lado pero no podíamos apreciar. A darle una vuelta al valor de la libertad y de la vida como un don maravilloso dado por Dios, expresado en la Resurrección de Cristo.

¡Felices Pascuas!

Ricardo Veira

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