El valor supremo de la palabra…Entrevista con Manlio Argueta

SAN SALVADOR, 22 de julio de 2010 (SIEP) “La palabra, el pensamiento, la idea, tiene una fuerza poderosa, por la palabra mataron a Monseñor Romero, por la palabra mataron a los Padres Jesuitas… Saramago decía soy un comunista de ideas” reflexiona Manlio Argueta, reconocido escritor salvadoreño, director de la Biblioteca Nacional.

Agrega que “a mediados de los años cincuenta, vine de San Miguel, era un desconocido y gane un premio de poesía y entonces Roque (Dalton) y Roberto (Armijo) fueron a buscarme allá a Ciudad delgado donde vivía, y por medio de ellos conocí a muchas personas, de la bohemia, de la literatura y hasta de la política.”

“Y así conocí a mucha gente, conocí a Raúl Castellanos Figueroa, periodista, profesor universitario, muy culto, fue por su medio que conocí la música clásica, a Beethoven, a Bach…dirigente del PCS, fue el creador de la sección Platillos Voladores de la Prensa Gráfica. Y es una lastima que no haya estudios, obra publicada, en la actualidad no se le conoce, por lo que te decía que en nuestro medio no se valora la palabra, no se le da importancia, al contrario, se le teme…en el caso de Raúl ya murieron sus hijos, Robertico y Florencia, quizás de estar vivos se hubieran interesado por rescatar la obra de su padre…”

“Y la de su abuelo, porque Raúl era hijo de Jacinto Castellanos Rivas, otro intelectual periodista, él fue la persona que pasó las ultimas horas con Agustín Farabundo Martí, antes que lo fusilaran. Y del mismo Martí que tenemos, muy poco, casi nada, si lo comparas, digamos con Sandino y sus manifiestos antiimperialistas, sus cartas…y es que tanto en la izquierda como en la derecha se valora poco la palabra…”

“Fíjate que una vez el Chino Ramírez, que era mayor que nosotros, nos buscó a Miguel Ángel Parada y a mi, ambos éramos estudiantes de derecho en la UES, y en un estilo ceremonial nos comunicó que el Partido en reconocimiento a nuestro “distinguido trabajo” nos iba a presentar a un personaje distinguido. Nos mordía la curiosidad por saber quien era. Nos convocó para el día siguiente en el Parque Cuscatlán. Llegamos y nos dirigimos a una elevación que entonces había, en donde estaba un amate. El personaje nos saludo efusivamente y estrechando nuestras manos nos dijo: los felicito por el trabajo que realizan…Era el Chafo. Acababa de regresar de su exilio en Chile…Lemus había derogado la Ley de Defensa del Orden Publico y los exilados habían regresado.

A los 23 años sufrí mi primer exilio de muchos, nos sacaron para San Marcos…iba Schafik, Virgilio Guerra, Blas Escamilla…es que nosotros éramos la palabra en esa época, y cuando algo ocurría lo primero que se les ocurría a la dictadura era irnos a traer a nuestras casas, a Roque, a Schafik, a mi, meternos presos o sacarnos del país, me acuerdo que tenía un saco fino, el único, elegante, de color amarillo mostaza, o pimienta y lo tenia colgado detrás de la puerta y cuando me llegaban a sacar, solo lo agarraba y al llegar a la celda lo extendía y a dormir…conocían mi casa, donde nos reuníamos muchas veces, hasta le llamábamos las capturas los “viajes de agua”…me acuerdo que milite con Hipólito Calles, ferrocarrilero y Salvador Cayetano Carpio, panadero y nos reuníamos en la Colonia Guatemala.

Fui muy amigo también de su hermano, de Farid, le tenia mucho aprecio, lo quise mucho…estuvimos exilados juntos. Era como el “niño lindo” de la familia, el que se dedicaba a las finanzas. El se incorpora a la lucha después del Chafo. Era elegante, y hablaba de manera…gesticulando. Y muy bueno para los chistes…también el Chafo. Ah y ¿sabes que el Chafo tuvo una pantalonería con el sugerente titulo de El Mariscal? y ¿sabes porque le puso así? ¿Cuál era el único mariscal de esa época? Claro… Stalin.

Para esa época también regreso Abel Cuenca de México, es muy importante su obra Una democracia cafetera, tiene muchas ideas interesantes, se decía incluso que por esta obra había sido excluido del Partido…también conocí a muchas mujeres sindicalistas, eran mayores que nosotros pero les gustaba nuestra amistad, nos reuníamos, nosotros éramos ya poetas reconocidos, nos publicaban y ellas eran panificadoras, costureras, con experiencia de huelgas y de luchas sindicales…se me viene el nombre de Leticia Payes.

Sigo escribiendo, todos los días…trabajo en tres obras, tengo concluida ya una nueva novela, de titulo Los poetas del mal, solo estoy dándole unos retoques, y otra que se llama El sexto muro, y una ultima, Franciscana, que describe mis andanzas en USA.

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