En defensa de la teoría – o la ignorancia nunca ayudó a nadie
Alan Woods
En 1846, el comunista utópico alemán Wilhelm Weitling se quejaba de que los “intelectuales” Marx y Engels sólo escribían sobre temas oscuros que no tenían ningún interés para los trabajadores. Marx respondió furioso con las siguientes palabras: “la ignorancia nunca ayudó a nadie”. La respuesta de Marx es tan válida hoy como lo fue entonces.
La publicación de la serie La lucha de clases en la República romana [en inglés, esperamos tener preparada muy pronto su traducción al castellano. Nota de EM] ha suscitado un gran interés entre los lectores de Marxist.com. De acuerdo con la información que me ha sido pasada por el comité de redacción, hubo un número récord de visitas individuales a estos artículos, unos 2.200, que es considerablemente más alta que el promedio de visitas por cada artículo.
Este hecho confirma la corrección de la política de Marxist.com, que ha establecido una sólida reputación por la calidad de sus artículos teóricos. En un momento en que las ideas del marxismo se encuentran bajo ataque desde todas partes, nuestro sitio Web se destaca por su defensa firme y coherente de la teoría marxista en toda su múltiple riqueza. Esto demuestra que muchas personas en todo el mundo están interesadas en la teoría y se muestran entusiastas con profundizar sus conocimientos sobre marxismo.
Marxist.com tiene sus críticos, sin embargo. Algunos de nuestros críticos se quejan de que estamos escribiendo artículos sobre la antigua Roma en medio de la mayor crisis del capitalismo desde la década de 1930. Para hacernos justicia a nosotros mismos, debemos decir que Marxist.com ha publicado mucho sobre la crisis y continuará haciéndolo. Pero también tenemos el deber de escribir sobre otras cuestiones, para elevar el nivel de comprensión teórica de nuestros lectores, para proporcionar un análisis marxista, no sólo de la economía, sino también de la historia, la ciencia, el arte, la música y las demás esferas de la actividad humana.
¿Cómo respondemos a aquéllos que nos exigen restringir el alcance del marxismo para que encaje en su esquema mental limitado? No tenemos nada que responder, porque ya fueron contestados hace mucho tiempo por Lenin, quien escribió: sin teoría revolucionaria no puede haber ningún movimiento revolucionario. Esa es una verdad fundamental sobre la que todos los grandes marxistas siempre insistieron. Recordemos este hecho elemental con algunos ejemplos significativos.
No hay revolución sin teoría
Incluso antes de escribir “El Manifiesto Comunista”, Marx y Engels (que, debemos recordar, comenzaron su vida revolucionaria como estudiantes de filosofía hegeliana) llevaron a cabo una lucha contra esos dirigentes “proletarios” que veneraban el atraso y los métodos primitivos de lucha, y que se resistían obstinadamente a la introducción de la teoría científica.
El crítico ruso, Annenkov, que se encontraba en Bruselas durante la primavera de 1846, nos dejó un informe muy curioso de una reunión en la que se produjo una querella furiosa entre Marx y Weitling, el comunista utópico alemán. En un momento dado, Weitling, que era un trabajador, se quejó de que los “intelectuales” Marx y Engels escribían sobre temas oscuros que no interesaban a los trabajadores. Acusó a Marx de escribir “análisis y doctrinas de sillón lejos del mundo de las personas que sufren y padecen”. En ese momento, Marx, que era generalmente muy paciente, se revolvió indignado. Annenkov escribe:
“En sus últimas palabras Marx, finalmente, perdió el control de sí mismo y golpeó tan fuerte con su puño sobre la mesa que la lámpara que estaba encima de ella cayó con estrépito. Y saltó diciendo: ‘la ignorancia nunca ayudó a nadie’ “. (Recuerdos de Marx y Engels, p.272, Ed. Inglesa. Énfasis mío, AW)
Weitling se oponía a la teoría y al trabajo propagandístico paciente. Como Bakunin, sostenía que los pobres siempre estaban dispuestos para la revuelta. Este defensor de la “acción revolucionaria” en oposición a la teoría creía que, siempre y cuando haya dirigentes resueltos, se podría impulsar una revolución en cualquier momento. Incluso hoy en día encontramos ecos de estas ideas premarxistas primitivas en las filas de los marxistas.
Marx comprendió que el movimiento comunista sólo podía avanzar con una ruptura radical con estas nociones primitivas y con una limpieza exhaustiva en sus filas. La ruptura con Weitling era inevitable y llegó en mayo de 1846. Después, Weitling se instaló en Estados Unidos y dejó de jugar cualquier papel digno de mención. Sólo con la ruptura con la noción de “trabajador-activista” de Weitling fue posible establecer la Liga Comunista sobre una base sólida. Sin embargo la tendencia primitiva representada por Weitling se ha reproducido constantemente en el movimiento, en primer lugar en las ideas de Bakunin y más adelante en las variadas formas de ultraizquierdismo que aún plaga el movimiento marxista hasta el día de hoy.
En las Obras Escogidas de Marx y Engels encontramos una verdadera mina de oro de ideas. Aquí encontramos los escritos de Engels sobre la guerra campesina en Alemania, sobre la historia temprana de los alemanes, eslavos e irlandeses, su historia del cristianismo primitivo, etc. En su artículo sobre la muerte de Engels, Lenin escribió:
“Marx trabajó en el análisis de los fenómenos complejos de la economía capitalista. Engels, en sus trabajos, escritos en un lenguaje muy ameno, a menudo de carácter polémico, enfocó los problemas científicos más generales y los diversos fenómenos del pasado y del presente en el espíritu de la concepción materialista de la historia y de la doctrina económica de Marx.”
Una breve lista de las obras de Engels revela inmediatamente la amplitud de visión de su persona. Contamos con su magnífico trabajo polémico contra Dühring, que trata de la filosofía, y las ciencias naturales y sociales con gran profundidad. El origen de la familia, la propiedad a privada y el Estado se ocupa de los orígenes primitivos de la sociedad humana. Qué tiene que ver todo esto con la clase trabajadora y la lucha de clases, preguntarán nuestros críticos “prácticos”. Sólo esto: que esa fue la labor que estableció la base de la teoría marxista del Estado, que Lenin desarrolló más tarde en El Estado y la Revolución, el libro que sentó las bases teóricas para la revolución bolchevique.
Y ¿qué vamos a decir sobre Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana? En este libro, Engels no sólo aborda las ideas “abstractas y abstrusas” de Hegel, sino también las ideas oscuras de filósofos alemanes menores del movimiento de la izquierda hegeliana. Especialmente, en la Correspondencia de Marx y Engels se encuentra un tesoro oculto de ideas de una envergadura sorprendente. Los dos amigos intercambiaron opiniones sobre todo tipo de temas, no sólo de economía y política sino de filosofía, historia, ciencia, arte, literatura y cultura.
Aquí tenemos una respuesta aplastante a todos los críticos burgueses de Marx que presentan una caricatura de marxismo como una doctrina seca y estrecha, que reduce todo el pensamiento humano a Economía y al desarrollo de las fuerzas productivas. Sin embargo, todavía hoy hay personas que gustan de llamarse a sí mismas marxistas y que defienden, no las verdaderas ideas de Marx y Engels en toda su riqueza, amplitud y profundidad, sino la misma caricatura “economicista” de los críticos burgueses del marxismo. Esto no marxismo en absoluto, sino, para utilizar la expresión de Hegel, “die leblosen Knochen eines Skeletts” (los huesos sin vida de un esqueleto), y sobre lo que Lenin comentó: “lo que se necesita no es leblose Knochen, sino la vida viviente”. (Lenin, Notas Filosóficas, Obras Escogidas, vol. 38. Edición inglesa)
Lenin y la teoría
Lenin siempre destacó la importancia de la teoría. Incluso en la fase inicial y embrionaria del partido, llevó a cabo una lucha implacable contra los “economicistas”, que tenían la mentalidad estrecha “práctico-proletaria” y que despreciaban la teoría como asunto de intelectuales, y no de los trabajadores. Respondiendo a este absurdo, Lenin escribió:
“La declaración de Marx: ‘Un paso adelante real del movimiento es más importante que una docena de programas’. Repetir estas palabras en un período de trastorno teórico es exactamente lo mismo que gritar al paso de un entierro: “¡Ojalá tengan siempre algo que llevar!”. Además, estas palabras de Marx se toman de su carta sobre el Programa de Gotha, en la que él condena duramente el eclecticismo en la formulación de los principios. Si deben unirse, escribió Marx a los dirigentes del partido, entonces lleguen a acuerdos para satisfacer los objetivos prácticos del movimiento, pero no permitan ninguna negociación sobre principios, no hagan ‘concesiones’ teóricas. Esta fue la idea de Marx, ¡y todavía hay personas entre nosotros que buscan en su nombre menospreciar la importancia de la teoría!
“Sin teoría revolucionaria no puede haber ningún movimiento revolucionario. Nunca se insistirá lo bastante sobre esta idea en un momento en que la predicación de moda del oportunismo va de la mano con un encaprichamiento por las formas más restringidas de actividad práctica. Sin embargo, para los socialdemócratas rusos la importancia de la teoría se ve reforzada por otras tres circunstancias, que son a menudo olvidadas: primero, por el hecho de que nuestro partido sólo está en el proceso de formación, apenas ha comenzado a definir sus características, y dista mucho aún de haber ajustado cuentas con las otras tendencias del pensamiento revolucionario que amenazan con desviar el movimiento de la ruta correcta”. (¿Qué Hacer? Dogmatismo y “Libertad de crítica”)
La tendencia “economicista”, como las de Weitling y Bakunin, se presentaba como una tendencia “proletaria genuina” que combatía contra la influencia perniciosa de los “teóricos intelectuales”. Una fuerte ruptura con esta tendencia, que combinaba la demagogia “proletaria” con el reformismo sindicalista en la práctica, fue la condición previa para la formación del bolchevismo. Pero la lucha por la teoría, contra los “prácticos” fue una característica constante durante mucho tiempo después.
Lenin escribió en 1908:
“La lucha ideológica librada por el marxismo revolucionario contra el revisionismo al final del siglo XIX no es sino el preludio de las grandes batallas revolucionarias del proletariado, que está marchando hacia adelante para la victoria completa de su causa a pesar de todos las oscilaciones y debilidades de la pequeña burguesía”. (Marxismo y revisionismo)
En su libro Stalin, Trotsky describe detalladamente la psicología de los “hombres de comité” bolcheviques, que también tenían la mentalidad “práctica”. Cometieron toda una serie de errores por su incapacidad para comprender el movimiento real de los trabajadores en 1905-6. La razón de sus errores (generalmente de carácter ultraizquierdista) fue su falta de comprensión de la dialéctica. Tenían una idea completamente abstracta y formalista de la construcción del partido, que no estaba relacionada con el movimiento real de los trabajadores. Por eso en 1905, para horror de Lenin, los bolcheviques de San Petersburgo abandonaron la primera reunión del Soviet, porque éste se negó a aceptar el programa del partido.
En 1908, cuando Lenin se encontró en minoría de uno en la dirección de la facción bolchevique, que estaba dirigida por los ultraizquierdistas Bogdanov y Lunacharsky, él estuvo dispuesto a escindirse sobre la base de una diferencia sobre filosofía marxista. No fue casual que en ese momento difícil, cuando la existencia misma de la tendencia revolucionaria estaba en peligro, pasara mucho tiempo escribiendo un libro sobre filosofía: Materialismo y Empiriocriticismo.
Uno podría preguntar qué estaba haciendo Vladimir Ilich escribiendo libros sobre tales asuntos ¿Qué posible relevancia podía tener el estudio de los escritos del Obispo Berkeley para los trabajadores rusos? También se puede preguntar por qué Lenin consideró necesario romper con la mayoría de los líderes bolcheviques sobre la cuestión de la filosofía. Pero Lenin comprendió muy bien el nexo causal entre el rechazo de Bogdanov al materialismo dialéctico y las políticas ultraizquierdistas adoptadas por la mayoría.
Durante la primera guerra mundial, Lenin regresó a la filosofía, e hizo un estudio profundo sobre Hegel que fue publicado muchos años más tarde bajo el título de Notas filosóficas. Una de sus últimas obras fue El significado del materialismo militante, en el que una vez más subraya la necesidad de estudiar a Hegel:
“Por supuesto, este estudio, esta interpretación, esta propaganda de la dialéctica hegeliana es extremadamente difícil, y las primeras experiencias en este sentido, sin duda, irá acompañadas de errores. Pero sólo quien nunca hace nada nunca se equivoca. Tomando como base el método de Marx de aplicar de manera materialista la forma de concebir la dialéctica hegeliana, podemos y deberíamos elaborar esta dialéctica desde todos los aspectos, imprimir en los diarios extractos de las principales obras de Hegel, interpretarlos de manera materialista y comentarlos con la ayuda de ejemplos de la forma en que Marx aplica la dialéctica, así como de ejemplos de dialéctica de la esfera de las relaciones económicas y políticas, que la historia reciente, especialmente la guerra imperialista moderna y la revolución, proporciona con abundancia inusual”
Trotsky y la teoría
Trotsky, como Lenin, dedicó toda su vida a una defensa intransigente de la teoría marxista. En un excelente artículo sobre Engels, subraya la actitud escrupulosa de éste hacia la teoría:
“Al mismo tiempo, la magnanimidad intelectual del maestro hacia su pupilo era verdaderamente inagotable. Solía leer los artículos más importantes del prolífico Kautsky en su forma de manuscrito, y cada una de sus cartas de crítica contiene sugerencias preciosas, el fruto de una reflexión seria y, a veces, de investigación. La obra bien conocida de Kautsky, Antagonismos de clase en la revolución francesa, que ha sido traducida a casi todos los idiomas de la humanidad civilizada, también parece que pasó a través del laboratorio intelectual de Engels. Su larga carta sobre las agrupaciones sociales en la época de la gran revolución del siglo XVIII – así como sobre la aplicación del método materialista de los acontecimientos históricos – es uno de los documentos más impresionantes de la mente humana. Por su gran concisión, cada una de sus fórmulas presupone una acumulación demasiado grande de conocimientos para que pueda entrar en la circulación de la lectura general; pero este documento, pese a que ha permanecido largo tiempo oculto, permanecerá para siempre no sólo como una fuente de instrucción teórica, sino también como una pieza de disfrute estético para toda persona que ha reflexionado seriamente sobre la dinámica de las relaciones de clase en una época de revolucionaria, así como sobre los problemas generales involucrados en la interpretación materialista de los acontecimientos históricos”. (Trotsky, Cartas de Engels a Kautsky, 1935)
En todas las obras de Trotsky vemos una amplitud de visión y un amplio interés, no sólo sobre historia, sino también en el arte y literatura y la cultura en general. Antes de la primera guerra mundial, escribió artículos sobre arte y sobre escritores como Tolstoi y Gogol. Después de la revolución de octubre, escribió extensamente sobre arte y literatura. Su libro Literatura y revolución es producto de ese período.
En 1923, escribió: “La literatura, cuyos métodos y procesos tienen sus raíces lejos en el pasado más lejano y representa la experiencia acumulada de artesanía verbal, expresa los pensamientos, sentimientos, estados de ánimo, puntos de vista y las esperanzas de cada nueva época y de su nueva clase”. (Trotsky, Las raíces sociales y la función social de la literatura) En el centro del tormentoso período de la revolución y contrarrevolución en la década de 1930 encontró tiempo para escribir sobre literatura y arte. En 1934, poco después de la catástrofe alemana, escribió un comentario sobre la novela de Ignazio Silone, Fontamara. En 1938, escribió el Manifiesto para un arte revolucionario independiente, junto con el escritor surrealista André Breton.
Sólo podemos imaginar la indignación de los filisteos pseudomarxistas: “¿Qué es esto? ¿El camarada Trotsky está perdiendo su tiempo en este momento revolucionario de la historia, escribiendo sobre arte? ¿Qué tiene que ver el arte con el proletariado y la lucha de clases? “. El filisteo sacude la cabeza amargamente y concluye que el camarada Trotsky no es el hombre que era. “¡Este no es el Trotsky de El Programa de Transición! ¡El Viejo debe estar perdiendo sus facultades mentales!”. ¡Sí, podemos imaginarlo!
En un momento en que Europa estaba sacudida por la revolución y contrarrevolución, cuando sus partidarios estaban siendo asesinados y la Cuarta Internacional luchaba por su supervivencia, ¿por qué Trotsky encontraba tiempo para dedicarse a cuestiones tales como el arte y la literatura? Cuando hayamos contestado a esta pregunta seremos capaces de ver la diferencia entre el marxismo genuino, lo revolucionario proletario genuino, y la caricatura superficial que pasa por marxismo en algunos círculos.
“Meros teóricos”
Durante la lucha fraccional que condujo a la escisión de la Tendencia Militant, la facción de la mayoría dijo que Ted Grant y Alan Woods eran “meros teóricos”. Esta simple frase dice lo suficiente para caracterizar a esa tendencia. Durante décadas dedicamos nuestras vidas a la construcción de la tendencia que resultó ser la más exitosa del movimiento trotskista desde la época de la oposición de izquierda rusa a fines de los años 20. Partiendo de un puñado de compañeros a principios de los años sesenta, conseguimos construir una gran organización con raíces sólidas en el movimiento laborista en Gran Bretaña.
Todos estos éxitos fueron el resultado de años de trabajo paciente. En última instancia, fueron el resultado de la ideas, los métodos y las perspectivas correctas elaboradas por Ted Grant, ese gran pensador marxista. Ted sobresalía cabeza y hombros por encima de cualquiera de sus contemporáneos. Estaba bien fundamentado en la teoría marxista y conocía las obras de Marx, Engels, Lenin y Trotsky como la palma de su mano.
Cuando Ted Grant y yo fuimos expulsados de Militant, nos encontramos en una situación difícil. La mayoría tenía un enorme aparato, mucho dinero y un equipo de rentados de unas 200 personas. Nosotros no teníamos ni siquiera una máquina de escribir. Sin embargo, ni Ted ni yo estábamos preocupados en lo más mínimo. Teníamos las ideas del marxismo, y eso era lo importante. Toda mi experiencia me ha convencido de que si se tienen las ideas correctas, siempre se podrá construir un aparato. Pero lo contrario no es verdad. Se puede tener el aparato más grande del mundo, pero si se trabaja sobre la base de teorías y métodos incorrectos, se fracasará.
Nosotros consideramos la situación y llegamos a la conclusión de que en la [entonces] presente situación, especialmente tras el colapso de la Unión Soviética, nuestra tarea más apremiante era defender las ideas básicas y las teorías del marxismo. El primer resultado fue el libro Razón y Revolución: filosofía marxista y ciencia moderna. Nuestros ex compañeros lanzaron grandes carcajadas sobre este libro. Su comentario sarcástico fue: “¡Vean! ¡Ted y Alan han abandonado la política para escribir libros sobre filosofía!” Esa fue su actitud hacia la teoría marxista – una actitud en la verdadera tradición de Weitling y de los “hombres de comité” bolcheviques, pero en absoluto de la de Marx, Engels, Lenin y Trotsky.
Tarde o temprano, los errores en teoría se traducen en un desastre en la práctica. La ex mayoría ha pagado el precio por sus errores. Lo que antes era una tendencia potente con raíces serias en el movimiento laborista ha sido reducida a una sombra de lo que fue. Por otra parte, Razón y Revolución jugó un papel clave en el establecimiento de la Corriente Marxista Internacional. Ha sido traducido a muchos idiomas y ha sido elogiado por muchos trabajadores, socialistas, comunistas, sindicalistas y bolivarianos (incluyendo a Hugo Chávez).
¿Cómo puede explicarse esto? Los trabajadores y jóvenes avanzados tienen sed por las ideas y la teoría. Quieren comprender lo que está sucediendo en la sociedad. No se sienten atraídos por las tendencias que simplemente les dicen lo que ya saben: que el capitalismo está en crisis, que hay desempleo, que viven en malas viviendas, que ganan salarios bajos, y así sucesivamente. La gente seria quiere saber por qué las cosas son como son, qué sucedió en Rusia, qué es el marxismo y otras cuestiones de carácter teórico. Por eso, la teoría no es una opción extra, como imaginan los “prácticos”, sino una herramienta esencial de la lucha revolucionaria.
Los trabajadores y la cultura
Es una calumnia contra el proletariado decir que los trabajadores no están interesados en los grandes asuntos de la cultura, la historia, la filosofía, etc. En mi experiencia de muchos años he encontrado que entre los trabajadores hay un interés mucho más auténtico por las ideas que en mucha gente procedente de las llamadas clases medias cultivadas. Recuerdo hace mucho tiempo, cuando estaba dando conferencias a trabajadores en el sur de Gales, de donde soy originario, que una vez encontré a un trabajador metalúrgico que había aprendido por sí solo el portugués para leer las obras de un poeta brasileño del que yo nunca había oído antes.
La idea de que los trabajadores no están interesados en la cultura proviene casi invariablemente de los pequeños burgueses intelectuales que no tienen ningún conocimiento de la clase trabajadora y que confunde a los trabajadores con el lumpemproletariado. Por lo tanto, muestran su desprecio por la clase trabajadora y su propio snobismo de clase media hacia los trabajadores. Esta es el tipo de persona que intenta congraciarse con los trabajadores vistiéndose de manera descuidada y tratando de imitar un acento “obrero”. Emplean un lenguaje mal hablado, pensando que eso mejora sus credenciales proletarias.
He visto demasiados casos de supuestos marxistas educados que piensan que es inteligente imitar el lenguaje y los hábitos del lumpemproletariado, imaginando que esto les dará más credibilidad como “verdaderos trabajadores”. En realidad, los trabajadores no utilizan normalmente ese tipo de lenguaje en sus casas o en su círculo más cercano. Imitar la conducta de los estratos más bajos y degradados de los trabajadores y la juventud no es digno de un marxista y mucho menos de alguien que aspira a ser un dirigente. En su artículo maravilloso La lucha por un lenguaje cultivado, Trotsky describió ese lenguaje como la marca de una mentalidad de esclavos, que los revolucionarios no deben imitar sino que deberían esforzarse por eliminar.
En este artículo, escrito en 1923, Trotsky elogia a los trabajadores de la fábrica de calzado La Comuna de París que aprobaron una resolución en la que se abstenían de emplear un lenguaje blasfemo (malas palabras) e imponían multas por emplear un lenguaje soez. El dirigente de la Revolución de Octubre no consideró esto como un detalle insignificante sino como una manifestación muy importante del esfuerzo de la clase obrera por liberarse de la mentalidad esclava y aspirar a un nivel superior de cultura. “El lenguaje blasfemo y las malas palabras son un legado de la esclavitud, de la humillación y del desprecio por la dignidad humana: de la propia y de los demás”. Eso fue lo que escribió el dirigente de la Revolución de Octubre.
Hay muchos niveles diferentes en la clase trabajadora, que reflejan diferentes condiciones y experiencias. Las capas más avanzadas del proletariado están activas en los sindicatos y en los partidos obreros. Ellos aspiran a una vida mejor. Toman un vivo interés por las ideas y la teoría, y se esfuerzan por educarse a sí mismos. Estos esfuerzos son una garantía del futuro Socialista, cuando los hombres y mujeres hayan roto, no sólo las cadenas físicas que los atan, sino las cadenas psicológicas que los mantienen esclavizados a un pasado bárbaro.
Trotsky subrayó la importancia de la lucha por el lenguaje cultivado: “La lucha por la educación y la cultura proporcionará a los elementos avanzados de la clase obrera todos los recursos del idioma ruso en su riqueza extrema, sutileza y refinamiento”.
Y explica que la revolución es “en primer lugar un despertar de la personalidad humana en las masas, que se supone que no poseen personalidad”. Es, “antes y sobre todo, el despertar de la humanidad, su marcha ascendente, y se caracteriza por un respeto creciente a la dignidad personal de cada individuo y por un interés cada vez mayor por los débiles”. (ibid.)
La transformación Socialista significa no sólo la conquista del poder: que es sólo el primer paso. La verdadera revolución – el salto de la humanidad desde el reino de la necesidad al reino de la libertad – aún tiene que llevarse a cabo. Engels señaló que en cualquier sociedad donde el arte, la ciencia y el Gobierno son el monopolio de una minoría, esa minoría utilizará y abusará de su posición para mantener la sociedad en condiciones de servidumbre.
Hacer concesiones al bajo nivel de conciencia de las capas más atrasadas y menos instruidas de la clase trabajadora, no ayuda a elevar su conciencia al nivel de las tareas que plantea la historia. Por el contrario, ayuda a reducirla, y esto siempre tendrá consecuencias retrógradas y reaccionarias. Podemos resumir la discusión de la siguiente manera: es progresivo y revolucionario lo que sirve para elevar el nivel de conciencia del proletariado. Es reaccionario todo lo que tiende a reducirlo.
Los marxistas deben estar en la primera línea de batalla de la clase trabajadora que está luchando para cambiar la sociedad. Nuestro deber es educar y formar a los cuadros de la futura revolución socialista. Para poder realizar esta tarea, debemos defender lo que es positivo, progresivo y revolucionario, y rechazar decisivamente todo lo que es atrasado, ignorante y primitivo. Tenemos nuestro objetivo fijado en un horizonte muy noble. Debemos elevar la visión de la clase trabajadora, comenzando con los elementos más avanzados, para el horizonte del que hablaba Trotsky en Literatura y Revolución:
“Es difícil predecir el grado de dominio sobre sí mismo que alcanzará el hombre del futuro o las alturas a las que llevará su técnica. La edificación social y la autoeducación psico-física serán dos aspectos del mismo proceso. Todas las artes: la literatura, el teatro, la pintura, la música y la arquitectura prestarán a este proceso una forma hermosa. Más correctamente, el proceso de la edificación de la cultura y la autoeducación del hombre comunista desarrollará hasta el punto más elevado todos los elementos vitales del arte contemporáneo. El hombre será incomparablemente más fuerte, más prudente e inteligente, y más refinado. Su cuerpo se hará más armónico, sus movimientos más rítmicos y su voz más musical; las formas de su modo de ser adquirirán una representatividad dinámica. El término promedio del intelecto humano ascenderá a la altura de un Aristóteles, de un Goethe o de un Marx. Y por encima de estas cumbres se elevarán otras nuevas”.