27 de Abril de 2009
“Esta transición de gobierno cierra el período de transición democrática”
Licenciado en Ciencias Jurídicas en la Universidad de El Salvador y post-grado en Ciencias Políticas en la Universidad de Essex, Inglaterra. Profesor y jefe de departamento de Ciencias Políticas en la Universidad de El Salvador, Investigador de Políticas Públicas en W.Wilson Center, Washington EE.UU. Investigador en Kellogg Institute for International Studies. Ha sido Concejal de la ciudad de San Salvador 1970-72, Ministro de la Presidencia 1989-90, Diputado en la Asamblea Legislativa 1997 – 2000, Candidato a la Presidencia de la República en los años 1994 y 2000. Actualmente, Rubén Zamora dirige para la ONU el proceso de democratización en Somalilandia, un Estado independiente adyacente a la caótica Somalia. De visita por 15 días en El Salvador, nos concedió una entrevista para hablar sobre la coyuntura actual en este país, luego de la victoria electoral del FMLN, lo que Zamora considera el fin de la transición hacia la democracia. El reto, asegura, será apostarle a la consolidación de la misma.
Héctor E. Benítez
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-¿Cómo podría comparar el actual proceso de transición con el que vivió el país cuando el gobierno de Napoleón Duarte cedió el poder al de Alfredo Cristiani?
-La primera gran diferencia es que aquella transición se dio en un período de guerra interna en el país, cuando la fuerza armada jugaba un papel determinante en la política nacional y los norteamericanos también. Lo menos que se podía decir del gobierno de Duarte y de Cristiani es que eran gobiernos políticamente tutelados y que la lógica de la confrontación militar era la que predominaba en todo esto, y en función de eso una transición que mostraba signos de quererse hacer de manera democrática era una cosa que convenía al sistema de contrainsurgencia. Hoy se da la transición como lo que podríamos llamar el último momento de la transición democrática que abren los acuerdos de paz. Inicia con los acuerdos de paz y se había ido alargando debido a que un elemento central en todas las transiciones democráticas es precisamente la alternancia, porque la alternancia testa al sistema político, testa al gobierno. Ese momento se da hasta ahora, veinte años después de los acuerdos de paz y es lo que caracteriza esta transición. Esta transición de gobierno cierra el período de transición democrática. Lo interesante, además del gane del FMLN y de Mauricio, es lo que ha venido después, un intento de hacer las cosas bien, como deben hacerse en una sociedad democrática.
-¿Cómo evalúa el desempeño, después de las elecciones, del presidente Saca y del presidente electo Funes?
-Bueno, por una parte el resultado electoral es básicamente limpio, aceptado por todos, no se ha reclamado fraude, ni ninguna de esas cosas. Segundo, el comportamiento tanto de uno como del otro, ha sido un comportamiento institucional. Se entienden equipos de transición, empieza un cierto nivel de actividad internacional del presidente saliente, se hace con el presidente entrante, como debería de ser en todas partes y hasta cierto punto se está planteando, por lo menos a nivel público, una transición normal. A otros niveles, ha habido intentos de parte del viejo poder, es decir del grupo que pierde el gobierno, de buscar extender su control dentro del nuevo período de gobierno, por ejemplo buscando que se paguen altas indemnizaciones a los empleados públicos que sean despedidos. Y esto es normal, basta señalar que el partido ARENA pasó sus primeros ocho años como oposición y luego son veinte años como gobierno. Y eso trae consecuencias para cualquier partido, que son: o el partido es sumamente fuerte y se apodera totalmente del gobierno, que es el esquema tradicional soviético en que el Partido Comunista termina siendo dueño del Estado y del aparato gubernamental, o viceversa, el partido empieza a descansar cada vez más en el aparato estatal para la definición y elaboración de políticas y para el reclutamiento de voluntades, que es lo que le ha sucedido a ARENA. Eso le sucede a los partidos que pasan mucho tiempo en el gobierno, empiezan a descansar en el recurso estatal, en la posibilidad de ejercer influencia vía Estado, contratos y así generar su propia clientela. ARENA va a tratar de limitar lo más posible la famosa barrida de puestos que ocurre cuando hay cambio de gobierno, y creo que en torno a eso va a haber mucho conflicto y negociación entre el nuevo gobierno y ARENA.
“No podemos hablar de un proceso irreversible”
-Dice usted que este período de transición es el último paso de la transición democrática. ¿Ahora entramos ya a la consolidación de la democracia? ¿Este camino es ya irreversible?
-Como decía, la alternancia se convierte en el último test, y un test definitivo, de la capacidad del sistema de permitir lo que en todo el período autoritario se había negado, que es la inclusión, y el máximo nivel de inclusión que es permitirle al oponente que llegue al gobierno. Por razones muy salvadoreñas, el período de transición de este país se ha alargado espantosamente. Pero con esto que se da, y hasta ahora el sistema resiste la prueba de la alternancia y la está manejando bien, podemos decir que estamos pasando de la etapa de la transición a la etapa de consolidación. El problema es que como se alargó tanto, en la transición misma empieza a plantearse un problema de crisis de la democracia representativa, de la institucionalidad democrática representativa bastante fuerte. La pérdida de credibilidad de la Corte Suprema de Justicia, la pérdida de reconocimiento de la Asamblea Legislativa. Por eso la consolidación aparece como algo oscuro.
-Vuelvo al punto de si este camino es o no irreversible, sobre todo por la alusión que usted hacía al PC soviético.
-Creo que después de lo que le pasó a la Unión Soviética, afirmar que hay procesos irreversibles no pasa de ser propaganda. Hay procesos de democratización que tienden a avanzar y a consolidarse, como los casos de Grecia, Portugal, España, Brasil y Chile. Pero también tenemos procesos de democratización que se han hecho pedazos. En África tenemos casos a montones, pero aquí, llamar a Nicaragua una democracia, con todo lo que ha pasado y está pasando, es bastante fuera de orden. En Nicaragua había un proceso de democratización, fruto de una negociación, con alternancia temprana; y luego lo que usted ha visto es un proceso de deterioro democrático muy serio, empezando no con Daniel Ortega, él lo está culminando, pero había empezado con Alemán. En ese sentido, no podemos hablar, en El Salvador, de un proceso irreversible, por lo que la consolidación de la democracia debe plantearse como una tarea fundamental en este país.
-¿Cómo observa el proceso de elección de funcionarios de segundo grado?
-Esto que se está dando es parte del proceso de desinstitucionalización. La asamblea siempre se ha negado a institucionalizar seriamente los procesos de elección de segundo grado. Esa institucionalización se da mediante una ley secundaria que hace el procedimiento por el cual la asamblea cumple con el mandato constitucional de elegir a los funcionarios. Aquí hay un proceso… en teoría hay una comisión que lo que hace es una pinche y vulgar negociación para entregar los puestos entre los países con mayor peso legislativo. Eso es sumamente negativo. Aquí, por ejemplo, cambian la ley para permitir un candidato que ya tenían arreglado, es el caso de doña Beatrice de Carrillo, ella no podía ser procuradora, pero cuando ya se habían arreglado el PCN, ARENA y el FMLN, cambiaron la ley para poderla elegir. O los tres que se autopropusieron, eso dice muy mal de ellos tres, es más, sólo por eso no deberían de ser ni siquiera considerados. El problema es de la concepción patrimonialista del Estado, donde el que ganó el gobierno lo reparte no para desarrollar el país sino para mantenerse en el gobierno.
“En la asamblea Mauricio está en minoría, y va a estar en minoría”
-¿Ve usted algún riesgo para el proceso de democratización la tradición ideológica y de manera de actuar de muchos dirigentes al interior del partido que acaba de ganar la presidencia?
-Obviamente ahí hay un problema que se ha estado manifestando. El hecho de que mucha gente haya salido del FMLN hay que entenderlo como que algo ha estado pasando ahí. Creo que el problema es, en parte, la concepción del partido y la relación entre partido y sociedad. Para mí el problema del FMLN no es ideológico en el sentido de si es más o menos de izquierda o si quiere el socialismo ya o después. En el FMLN nunca ha habido una seria discusión sobre la concepción de partido, que es la misma que tuvieron siempre, con matriz marxista-leninista. El problema es la tendencia de esa concepción, que en el fondo es patrimonialista del Estado y del gobierno. Eso podría convertirse en un serio problema para el gobierno, sobre todo tomando en cuenta que Mauricio Funes no es un miembro orgánico del FMLN, pero que necesita al FMLN para gobernar. Él puede poner ministros de su confianza, pero el problema de gobernar es un problema de Asamblea Legislativa, de Corte de Cuentas, de Corte Suprema de Justicia. Y en la Asamblea Mauricio está en minoría y va a estar en minoría. Si Mauricio trata de gobernar como lo ha hecho ARENA puede decir que va a comprar apoyo en la asamblea, pero ese apoyo es caro y para él va a ser mucho más caro de lo que lo ha sido para los otros, porque para el PCN es mucho más costos aparecer apoyando al Frente que a ARENA, y además le podría llevar a una serie de conflictos internos espantosos que podrían terminar en una ruptura con el FMLN y eso sería el final de su gobierno efectivo.