Lunes, 07 de Marzo de 2011 / 10:24 h
Fabio Castillo Figueroa: una vida por la dignidad de El Salvador
Por Dr. Víctor M. Valle
El 10 de marzo de 2011 un compatriota destacado y excepcional, Fabio Castillo Figueroa, cumple 90 años. Sean estas letras un tributo a su vida dedicada a construir la dignidad de El Salvador.
En 1942, Fabio, como estudiante de Medicina con apenas 21 años de edad, en la Universidad de El Salvador, fue parte de un comité estudiantil para conmemorar el centenario del fusilamiento de Francisco Morazán y los 150 años de su nacimiento. Sin duda, Fabio era un admirador de Morazán por sus ideales progresistas y unionistas.
En 1944, llegaba a su fin la dictadura del General Hernández Martínez, quien comenzó la dictadura militar, hizo la célebre masacre de 1932 y se mantuvo hasta el 9 de mayo de 1944, cuando un contexto internacional y un pueblo harto de sus abusos de poder lo obligaron a renunciar. En medio de la rebelión popular que precedió a su caída, los estudiantes universitarios organizaron un Comité de Huelga, que fue un ariete contra el dictador, integrado, entre otros, por Fabio Castillo Figueroa, Jorge Bustamante y Raúl Castellanos Figueroa, quien años más tarde llegó a ser Secretario General del Partido Comunista de El Salvador y murió en Moscú en 1970. Desde joven, pues, Fabio fue un valiente luchador contra las dictaduras.
En 1947, Fabio se graduó en la Universidad de El Salvador como Doctor en Medicina. La UES era la única universidad en El Salvador. La tesis doctoral de Fabio fue sobre los problemas de desnutrición en los barrios obreros de San Salvador. Fabio era, pues, un joven interesado en una ciencia al servicio de los problemas sociales que afectan a las mayorías desvalidas.
Se dice que todo lo que emprendía Fabio lo hacía con tesón, perseverancia, lucidez y valentía; pero sobre todo con dignidad. Además de sus logros políticos y académicos, antes de sus 25 años fue un destacado jugador de baloncesto. Uno de sus contemporáneos, Alfredo Martínez Moreno, muy conocida figura intelectual y política, me ha dicho con vehemencia que Fabio ha sido quizá el mejor basquetbolista de la historia salvadoreña.
El juicio es muy absoluto pero en algo refleja la calidad de Fabio como deportista. Sin duda el deporte le dio a Fabio muchos instrumentos para sus otros logros y por eso el es un educador partidario del deporte como parte integral de la educación y no como circo de masas para beneficio de unos cuantos aprovechados. Entre 1950 y 1956, Fabio se dedicó a afirmar su formación como científico. Estudió y trabajó en laboratorios científicos de Estados Unidos y Europa. Se comprometió con una ciencia al servicio de la humanidad que debería ser fundamento para una educación sólida, sobre todo en el área de la medicina y disciplinas afines. A su regreso, Fabio Castillo y su contemporánea María Isabel Rodríguez emprendieron una reforma académica en la Facultad de Medicina que trajo muchos beneficios a la calidad académica y a la productividad intelectual de esa Facultad universitaria. Fue en ese período que Fabio sembró las semillas para la otra reforma universitaria, de mayor alcance, que vendría después.
Desde su retorno a El Salvador, después de hacer estudios científicos avanzados, hasta casi todo 1960, Fabio se dedicó de lleno a la docencia universitaria y al estudio de la ciencia. El 19 de agosto de 1960, en un hecho de represión política del gobernante de turno, Teniente Coronel Lemus, los cuerpos de seguridad sitiaron la Facultad de Medicina por toda la noche. Nos quedamos encerrados y salimos después de negociaciones improvisadas con la Cruz Roja como mediadora.
Esa noche, se ha de haber despertado otra vez el espíritu rebelde, revolucionario y de luchador social que Fabio lleva consigo. Cuando el 26 de octubre de 1960 cayó Lemus por una conjura cívico-militar apoyada por los sectores populares, Fabio Castillo Figueroa fue nombrado miembro de la Junta de Gobierno Cívico-Militar junto a René Fortín Magaña, Ricardo Falla Cáceres (abogados) y los militares Rubén Alonso Rosales, Miguel Ángel Castillo y César Yánez Urías.
Además de ser miembro de la Junta, que se cayó a los tres meses por el embate de las derechas políticas, Fabio tuvo el recargo de Ministro de Educación y desde ahí se proponía hacer reformas educativas para una sociedad educada y un pueblo pensante, productivo, de criterio propio y defensor de su dignidad nacional.
Cuando un contragolpe conservador derribo al breve gobierno, Fabio salió al exilio en México y llevó a cabo un trabajo académico en universidades de Estados Unidos.
Durante el exilio en México, otros universitarios salvadoreños exiliados como Jorge Arias Gómez y Tomás Guerra Rivas comenzaron a hablar de una posible candidatura de Fabio para Rector de la Universidad de El Salvador que, hasta entonces, era aún la única universidad del país. En julio de 1962 llegó Julio Rivera a la Presidencia. Fue candidato único. Había sido compañero de Fabio en el Liceo Salvadoreño pero desde que se alzó, siendo subteniente, contra el dictador Martínez en 1944, lo que le valió una condena a muerte, Rivera había tenido sus temblores progresistas. Y comenzó una apertura política que permitió el retorno de algunos exiliados.
Fabio regresó en agosto de 1962 y, desde ese momento, nos dedicamos a trabajar por su candidatura para Rector, candidatura que tenía el decidido apoyo del Partido Comunista y otros sectores que, en torno a Fabio como aglutinador y conductor, diseñamos y pusimos en marcha una reforma universitaria llamada a tener grandes alcances.
En marzo de 1963, Fabio comenzó su cuatrienio como Rector de la UES. Lo acompañamos en la Comisión de Reforma Albino Tinetti, el científico costarricense Alfonso Trejos Willis, Alejandro Dagoberto Marroquín, (destacado intelectual que no se debe confundir con el diputado del PCN), Mario Flores Macal, José María Méndez, Guillermo Manuel Ungo y yo.
En 1966 Fabio Castillo era una figura nacional conocida. Había pasado por una Rectoría académicamente eficaz y políticamente vistosa. Julio Rivera había abierto espacios políticos y sentó las bases para la representación proporcional en la Asamblea Legislativa, el respeto a la autonomía universitaria y algunos cambios tecnocráticos en la institucionalidad del gobierno: telecomunicaciones, acueductos y alcantarillados, para citar algunos; pero lo más importante es que se le vio inclinado a una ampliación de la libertad política. Por supuesto que aún había represión política de baja intensidad, con algunas muertes de opositores. Se abrían los espacios; pero no para tanto.
En agosto de 1966 se comenzó a hablar de inscribir una candidatura de izquierda. Obviamente la fuerza impulsora más importante de esta idea era el Partido Comunista y hubo reuniones con Fabio y varios izquierdistas entre los que recuerdo a Raúl Castellanos Figueroa, Mario Salazar Valiente, José Domingo Mira, Gustavo Loyola, Jorge Arturo Reina, exiliado hondureño, y otros.
De nuevo Fabio, como aglutinador, hacía posible que otros sectores progresistas no comunistas se adhirieran a esta lucha que fue pionera. Fabio renunció a la Rectoría para dedicarse a la campaña política. A fines de 1966 se le proclamó candidato presidencial de la izquierda. Fabio, una esperanza para el pueblo salvadoreño, según decía un pequeño afiche de propaganda, se dedicó a proclamar la necesidad de las grandes soluciones para los grandes problemas del país.
El instrumento era un pequeño partido –el Partido Acción Renovadora (PAR) – fundado a fines de los 1940 por el Coronel Asencio Menéndez, hijo del Presidente Francisco Menéndez. El partido fue tomado por sectores de izquierda y sirvió para legitimar la candidatura de Fabio.
Los otros candidatos eran Abraham Rodríguez, abogado, por el Partido Demócrata Cristiano, Alvaro Martínez, militar, por el derechista Partido Popular Salvadoreño, y Fidel Sánchez Hernández, militar, por el Partido de Conciliación Nacional, comprometido con la continuidad de los gobiernos militares instaurados en 1931. Ganó Sánchez y la dictadura militar retomó su rumbo.
Fabio quiso volver a la carga política y cuando la dictadura ilegalizó al Partido Acción Renovadora y comenzó con eso a cerrar espacios, intentó organizar, con algún grado de autonomía del Partido Comunista, el Partido Acción Revolucionaria que después tornó a ser el Partido Revolucionario. Por supuesto, la dictadura no estaba para tanta apertura y esos ensayos no prosperaron y la izquierda parlamentaria comenzó a moverse hacia otros instrumentos.
(A la postre el puesto del PAR lo ocupó la Unión Democrática Nacionalista (UDN) partido fundado por el político derechista, recientemente fallecido, Francisco Roberto Lima, quien había sido Vice-Presidente del Coronel Rivera y quien en un movimiento paralelo a la fundación, por el General José Alberto Medrano, de la Organización Democrática Nacionalista (ORDEN) había fundado un partido que conservara, como denominador común, las palabras Democrática y Nacionalista, como nacionalista fue después la otra organización republicana y nacionalista fundada por un discípulo de Medrano, Roberto d’Aubuisson).
El Gobierno de Sánchez Hernández recrudeció la represión y, con Medrano, reprimió en 1968 la primera huelga de educadores en ANDES. Por ese tiempo, Fabio comenzó a tener reuniones para explorar otras vías de lucha política, es decir la lucha armada. El esfuerzo era incipiente y silencioso; pero ya se sembraban las semillas. Cuando en 1969 el país se embarcó en la guerra contra Honduras, Fabio se dedicó a esclarecer el carácter de la guerra que solo servía los intereses conservadores de ambos países.
En 1972 hubo fraude y represión en las elecciones. El Coronel Molina fue impuesto como Presidente. Benjamín Mejía, un coronel progresista, quiso restaurar la legalidad y dio un golpe que fracasó. El país se agitó. El nuevo gobierno fraudulento insaturado el primero de julio de 1972 ocupó militarmente, el 19 de julio, la Universidad de El Salvador. Fabio fue desterrado a Costa Rica junto a muchos otros ciudadanos, incluido el Rector de la UES de entonces Rafael Menjívar.
En Costa Rica, Fabio Castillo hizo trabajo académico y continuó con su trabajo político. Mantenía comunicaciones permanentes con políticos izquierdistas. Lo recuerdo, cuando compartíamos casa, sobre su máquina escribiendo cartas hasta altas horas de la noche. En el decenio de los 1970s en Costa Rica, Fabio ha de haber tenido tiempo de contribuir en organizar, junto a otros, una organización político militar que después se supo era el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos, el PRTC, una de las fuerzas del FMLN, un esquema pluralista de la izquierda insurgente salvadoreña.
Vino la guerra civil. Durante gran parte de los 1980s Fabio fue miembro prominente de la Comisión Político-Diplomática del FMLN y ahí se le vio desplegar su aporte. Se movía por varios países y era recibido por personalidades que lo veían como un político honrado, progresista y creíble. Tuvo participación destacada en la causa de los derechos humanos en Centroamérica, cuando estos aún eran violados masivamente en las repúblicas centroamericanas. Asimismo, estuvo activo en la promoción de conceptos relacionados con la construcción de zonas de paz en Centroamérica.
En 1990 llegó el impulso final de la negociación para ponerle fin a la guerra interna en El Salvador. Los espacios comenzaron a abrirse y llegó ONUSAL a verificar el estado de los derechos humanos. A mediados de 1991, Fabio Castillo fue elegido, por segunda vez, como Rector de la Universidad de El Salvador, cargo que tuvo hasta 1995. De nuevo la UES tuvo el beneficio de una conducción lúcida y visionaria. Al concluir su período de Rector, Fabio trabajó en la organización de programas de educación sobre derechos humanos de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos.
Recuerdo cuando el 16 de enero de 1992, en la Residencia Presidencial de México, Fabio Castillo, Schafik Handal y yo nos fundimos en un abrazo fraterno porque creímos alegremente que “una larga noche había llegado a su fin” y era posible “hacer una revolución por medio de la negociación”, como dijo con entusiasmo y optimismo el Secretario General de Naciones Unidas Boutros-Boutros Ghali.
Cuando comenzó el siglo veintiuno, Fabio Castillo estaba muy activo en la promoción de la seguridad democrática y las reformas educativas en la región centroamericana. La democracia y la educación continuaban como sus nortes éticos e intelectuales. La sociedad salvadoreña comenzó a hacerle justicia por medio de reconocimientos importantes. En el 2004 la Asamblea Legislativa lo designó como Educador Meritísimo, en el 2006 la Alcaldía de San Salvador lo declaró Hijo Meritísimo y en el 2008 la Universidad de El Salvador le otorgó un doctorado Honoris Causa.
Habían parado las injusticias y ataques contra su vida, como cuando los dictadores de turno lo encarcelaban, golpeaban y desterraban o como cuando, al no poder encontrarlo, en los 1980s, dinamitaron su casa de Ayutuxtepeque hasta dejarla como tierra arrasada.
Hoy Fabio cumple 90 años. Vida fecunda, luchadora y ejemplar la suya. Gran campeón de la dignidad, de la democracia y del progreso en El Salvador. A la distancia le rindo cariñoso y solidario homenaje en el recuerdo de muchas jornadas compartidas.