ALAI AMLATINA, 26/07/2006/, Río de Janeiro.- Hace bastante
tiempo, venimos trabajando sobre el rol creciente del llamado
Tercer Mundo en la rearticulación de la economía mundial. No
encaramos el llamado Tercer Mundo como una expresión de
pobreza y atraso. Por el contrario, reafirmamos el sentido original
de este término, creado por el importante demógrafo francés,
Alfred Sauvy, que hacía un paralelo entre el Tercer Estado en la
Francia absolutista – que asumió el liderazgo de la economía
moderna capitalista – y el grupo de países que fueron objeto de la
dominación colonialista y que se liberaban en la Post Guerra para
ocupar un lugar fundamental en un nuevo orden económico
mundial.
La Conferencia de Bamdung, en 1955, reunió los líderes de China,
India, Egipto, Indonesia y Yugoslavia para reivindicar una política
de no alineamiento, cuyos principios básicos anti guerra fría, se
convirtieron progresivamente en los verdaderos ordenadores de la
conciencia universal en el final del siglo XX. El crecimiento del
Movimiento de los No-alineados, la creación de la OPEP, la
expansión de las propuestas socialistas en las zonas post
coloniales llevó a la reacción de los centros hegemónicos
mundiales en torno a la Comisión Trilateral que reunió EE.UU.,
Europa y Japón para detener la ofensiva socialista y del llamado
Tercer Mundo.
Uno de los productos más elaborados de esta contra-ofensiva ha
sido la creación del Grupo de los Siete. Este articulaba lo que en
su época eran considerados los mayores PBIs del mundo:
EE.UU., Alemania, Francia, Japón, Inglaterra, Italia y Canadá. El
Grupo de los Siete tuvo un rol esencial en el restablecimiento de la
hegemonía mundial centrada en Europa y sus discípulos (entre los
cuales se incluye el Japón a partir de la dinastía Meiji y, después
de desviaciones antes y durante la Segunda Guerra Mundial, y
finalmente bajo la ocupación estadounidense después de la
Segunda Guerra). La Tríada asumía su rol central en la economía
mundial
El gobierno Reagan modificó muy duramente esta realidad,
restableciendo la hegemonía norte-americana sobre el grupo de los
Siete o abandonándolo en varias ocasiones en nombre del poder
incontratable de los EE.UU. Estratégicamente, la guerra de las
estrellas y los programas de investigación de la Gran Ciencia
pretendían asegurar el poder absoluto del hegemón. La caída de la
URSS abrió el camino para la formación del Grupo de los Ocho,
con la integración de Rusia al grupo gestor del mundo, recuperado
en buena parte durante el período del gobierno Clinton.
Pero los hechos no confirmaron los planes de los centros
hegemónicos mundiales. Durante estos años de fuerte imposición
del programa económico neoliberal, los centros hegemónicos
mundiales fueron perdiendo posición a cada día. La crisis de largo
plazo iniciada en 1967, alcanzó su primero momento de auge en
1973, después de una recuperación económica altamente
comprometedora, entre 1983 y 1987, se profundizaron las
inestabilidades del sistema económico mundial y entre 1987 y
1994 la crisis retornó con enorme violencia generando las
condiciones para una reactivación del desarrollo en escala
mundial. Es decir, ingresamos en un nuevo ciclo largo a la manera
que descubrió el economista ruso Kondratiev.
El nuevo ciclo largo de crecimiento, iniciado en 1994, mostró que
los centros dinámicos de la acumulación internacional del capital
generaban nuevos polos de crecimiento que operaban en una
nueva realidad regional. Europa se fortaleció a costa de su
unificación y en detrimento de la independencia de sus economías
nacionales. Países como Inglaterra y en parte Alemania y más
claramente Italia y Francia fueron perdiendo posición en la
economía mundial abriendo espacio para la fuerte expansión del
sudeste asiático. Ahí, Japón pierde posición con respecto a China
que gana un enorme poder de articulación de una vasta y poderosa
economía regional e inicia una carrera para una fuerte participación
en la economía mundial. El refuerzo de India, cambia la inercia del
Asia Central y refuerza un relación aún en marcha con el Oriente
Medio, antes llamado el Oriente Próximo (de Europa…).
América Latina, absorbida en los ochenta y principio de los
noventa por el pago de una deuda externa colosal y una sumisión
extrema al FMI, se libera de gran parte de su deuda y restablece
poco a poco las condiciones para una recuperación del
crecimiento. Brasil asume el rol más activo en este proceso al
buscar la confirmación de la experiencia del MERCOSUR,
pasando del marco defensivo de una política de liberación de
mercados hacia la idea de un bloque regional de toda América del
Sur y hacia la conformación del Grupo de los 20.
En este nuevo contexto el Grupo de los Siete y aún el de los Ocho
pierde totalmente su rol hegemónico. No hay ninguna posibilidad
de generar un verdadero centro de decisiones significativas en el
plano internacional en el presente momento si no se incluye a
China, India, Brasil y también a África del Sur en este bloque de
articulación mundial Por esto la propuesta de Blair en este sentido,
además de otras propuestas que incluyen a México y Congo se
van consolidando en el cuadro político internacional. Como fase de
transición, en la presente reunión se incluye estos países en un
reunión especial del Grupo de los Ocho.
Mucho más cambios vienen por ahí. La creciente eficacia del
Grupo de los 20 que logró la aceptación de Europa de una rebaja
de 50% en sus aranceles agrícolas indica que el llamado Tercer
Mundo sale de la inercia a que llegó en los años 80s y 90s y
vuelve a ejercer su papel en la economía mundial. Se habla de una
reforma del FMI para aumentar la participación de sus miembros a
partir de sus Productos Brutos Internos. Se dimensiona más
seriamente el peso de las potencias demográficas y se siente
cada vez más el peso de la articulación de las empresas
productoras de energía y de materias primas claves del Tercer
Mundo para enfrentar el período de relativa escasez de los mismos
durante la expansión capitalista mundial aún en curso.
– Theotonio dos Santos es profesor titular de la UFF y director del
REGGEN (www reggen.org.br).