Lunes, 30 de Noviembre de 2009 / 08:52 h
La campaña contra el FMLN
Dagoberto Gutiérrez
La derecha ha arreciado, de repente, sus ataques contra el partido FMLN y por primera vez en mucho tiempo estos se dirigen a aspectos ideológicos y hasta programáticos. Resulta natural que las derechas se pronuncien contra el socialismo, el comunismo y que defiendan sus aparatos ideológicos; pero en la actual coyuntura, cuando este partido ni es partido de gobierno, ni es partido en el gobierno, ni está proponiendo ningún tipo de socialismo, ni pensando en el comunismo, que significaría el fin del Estado y su democracia. Que en este momento, digo se desate esta campaña contra molinos de viento inexistentes, resulta ser iluminante.
Don Quijote de La Mancha cargó contra molinos de viento como si fueran monstruos y el error no tuvo consecuencias fatales; pero, cuando los que no son don Quijote inventan monstruos donde solo hay molinos, es de suponer razones poderosas para ello.
La campaña construye enemigos imaginarios de las derechas y sin duda oculta a los amigos reales porque el momento político está determinado por el creciente conflicto entre el Presidente de la República y el partido que ganó las votaciones el 15 de marzo, este ha sido expulsado del gobierno, por la sencilla razón de que no pueden funcionar dos partidos de gobierno sin que haya un pacto político que así lo establezca.
Y el FMLN no acordó, ni con el Presidente, ni con sus amigos, ningún acuerdo sobre el gobierno ni sobre la manera de hacer política y, así las cosas, el Presidente parece interesado en demostrar que es él el que gobierna, el que decide, el que manda y en definitiva el que es Presidente.
Planteadas así las cosas, el Presidente no parece tener necesidad de justificar un previsible cambio en su gabinete, y aunque este sería inconveniente para sus intereses resulta ser, sin embargo, una decisión esperable.
Resulta que el Presidente necesita, real o imaginariamente, ganar las confianzas de los sectores en los que él confía y que confían en él y aunque el partido FMLN no influye en el gobierno y lo hace muy poco en la sociedad por su autismo político, de todos modos resulta ser el enemigo adecuado para una derecha adecuada en un momento adecuado.
La derecha del país resulta ser la defensora de un capitalismo fracasado y derrumbado en la misma Meca de esta lógica y fracasado además en nuestro mismo país: la pobreza aberrante, la riqueza infamante, el atraso abisal, la inseguridad total, la democracia macilenta, la corrupción invasiva y la desesperanza agobiante son el resultado del capitalismo aplicado desde arriba, con fuerza, sin ningún consenso y usando el aparato de Estado como único instrumento.
En ningún momento puede aparecer ninguna responsabilidad del socialismo ante la tragedia social de El Salvador y resulta necesario abrirse a la discusión de alternativa ante la lógica fracasada del capitalismo salvaje. En todo caso, el socialismo pensable será el que convenga a la sociedad salvadoreña, pero en todo caso ya sabemos que el capitalismo no conviene.
Esta verdad simple produce, sin embargo, responsabilidad política en los sectores que han usufructuado por décadas el poder político, estos son los dueños de la campaña que comentamos y por eso, están haciendo responsable a un irresponsable para después, posiblemente, convertir a un inocente en un culpable.
La misma lógica funciona en el ataque contra el Vicepresidente de la República, que teniendo una calidad política y partidaria debe y puede funcionar y asumir opiniones y posiciones en esa calidad porque, en todo caso, la Vicepresidencia no es ninguna función.
La campaña conviene al Presidente para justificar cambios en su gabinete y conviene a las derechas para justificar sus ataques al Presidente Hugo Chávez, aunque estemos ante procesos políticos diferentes y ante una revolución venezolana que goza del apoyo y simpatía del pueblo salvadoreño.
Lo peor para el partido FMLN, resulta ser, el silencio sepulcral que guardan sus órganos de dirección, aunque en la calle el pueblo tenga opinión sobre el drama de un partido que gana una votación para perder un gobierno. Es necesario que esta institución recupere la voz para que pueda defenderse.