La Declaración Universal de los Derechos Humanos: 60 años después
Una Convocatoria Imprescindible
Han pasado seis décadas desde que la Declaración Universal de los 
Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas subrayara que la 
libertad, la justicia y la paz tienen como base el reconocimiento de la 
dignidad y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros 
de la familia humana. Sin embargo, el mundo está en emergencia.
La lógica depredadora, excluyente, explotadora, racista y patriarcal del 
capitalismo es incompatible con la afirmación y la reproducción de la 
vida plena y la satisfacción de las necesidades humanas. Las 
pretensiones de dominación, las guerras de conquista por el control de 
los recursos naturales, la agresión contra la naturaleza y la 
persistencia de un orden económico internacional profundamente injusto 
ha colocado al planeta al borde de una catástrofe irreversible.
Los patrones de producción y consumo irracionales e insostenibles del 
capitalismo, agravados hoy por la crisis, privilegian a unos pocos al 
precio de la pobreza, el hambre, el analfabetismo y la desesperanza de 
miles de millones de personas.
La militarización y la llamada guerra global contra el terrorismo han 
conducido a las más flagrantes violaciones de los derechos humanos, del 
derecho internacional y del derecho internacional humanitario. Las 
guerras son responsabilidad de los estados y son practicadas tanto por 
sus ejércitos regulares como por mercenarios que realizan la mayor parte 
de las actividades ilícitas para evadir las sanciones jurídicas o 
sociales. Se crean así zonas de vacío jurídico donde no se reconocen 
derechos a los considerados sospechosos, ni culpabilidad de los 
represores, que gozan de total impunidad.
Frente a esta realidad, los intelectuales, artistas, periodistas, 
líderes sindicales, parlamentarios, religiosos y luchadores sociales, 
reunidos en La Habana, en el Taller Internacional “LA DECLARACIÓN 
UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS: 60 AÑOS DESPUÉS”, reafirmamos nuestro 
compromiso con la lucha por conquistar y ampliar los derechos para todos 
y todas y con el fortalecimiento de una cooperación internacional 
genuina en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el Consejo de 
Derechos Humanos y en todas las otras instancias que consideremos 
apropiadas.
Ratificamos la interdependencia, indivisibilidad, universalidad, 
objetividad y no selectividad de todos los derechos humanos de los 
pueblos y de las personas. Defendemos por igual los derechos civiles, 
culturales, económicos, políticos, sociales y sexuales; el derecho a la 
soberanía, a la libre determinación de los pueblos, a la paz, a la 
justicia, a un ambiente sano, a un orden internacional democrático y 
justo, y a la solidaridad internacional.
Condenamos las guerras de agresión, la existencia de armas de 
destrucción masiva, la ocupación militar de países y territorios, y el 
colonialismo en pleno siglo XXI; la exclusión y criminalización de los 
pueblos originarios, las prácticas de tortura, las desapariciones 
forzadas, las ejecuciones extrajudiciales, el encarcelamiento y el 
asesinato de luchadores sociales y políticos, y otras violaciones que se 
han cometido y cometen en varias partes del mundo, y rechazamos toda 
forma de impunidad para sus responsables.
Reafirmamos el derecho de todos y todas al acceso sin discriminación a 
la salud, al empleo digno, la educación, la vivienda, la alimentación 
sana, la tierra, el agua y otros bienes esenciales.
Ratificamos los derechos de la naturaleza y de los territorios de los 
pueblos ante la embestida de empresas transnacionales saqueadoras y 
denunciamos la acción de agencias de contrainsurgencia encubiertas, como 
la USAID y la NED.
Demandamos la auditoría y anulación de las deudas ilegítimas, ya pagadas 
varias veces con la sangre y el sudor de los pueblos, y destinar esos 
recursos a saldar la enorme deuda social y ecológica contraída con las 
mayorías excluidas.
Exigimos que se juzgue a George W. Bush, a sus cómplices y a todo lo que 
representan por crímenes de lesa humanidad en los tribunales 
internacionales y populares.
Reclamamos el cierre inmediato de la Escuela de las Américas, de los 
centros de detención clandestinos y del campo de concentración y 
torturas que Estados Unidos mantiene en la base naval que ocupa en el 
territorio cubano de Guantánamo y que se reconozca la soberanía del 
pueblo de Cuba sobre esa porción de su suelo.
Junto con la exigencia de libertad para todos los activistas sociales 
presos por mandato del capital, demandamos la inmediata liberación de 
los cinco luchadores cubanos contra el terrorismo, que han cumplido ya 
más de una década de injusto y cruel encierro en cárceles 
norteamericanas, y de los tres portorriqueños presos por defender la 
independencia de su país.
Reivindicamos nuestro derecho al acceso y a la producción de la 
información, así como a un flujo informativo verdaderamente democrático, 
responsable y objetivo frente al control monopólico de la industria de 
comunicación. El acceso a la verdad constituye un derecho irrenunciable.
En el 50 Aniversario de la Revolución Cubana, nos sumamos al 
reconocimiento por los esfuerzos y la lucha de este pueblo que construye 
una vida digna, bajo la agresión y la hostilidad permanentes. Exigimos 
el levantamiento del criminal bloqueo económico, comercial y financiero 
del gobierno de Estados Unidos contra Cuba. Manifestamos nuestra 
admiración por la obra de solidaridad de cubanos y cubanas con millones 
de seres humanos de todo el planeta.
Ratificamos nuestra solidaridad con los pueblos y gobiernos empeñados en 
procesos de cambio social, por la independencia, autodeterminación y una 
vida más justa. Apoyamos el derecho del pueblo de Puerto Rico a su 
independencia.
Trabajaremos juntos en la reconceptualización de los derechos humanos 
como parte de los derechos de todas las formas de vida y nos 
comprometemos con un programa de lucha que no se limite al legado de la 
declaración de la ONU, sino que incorpore como sujetos de derecho a las 
comunidades, a los pueblos originarios y afrodescendientes, a los 
movimientos sociales y a la propia naturaleza. Luchar hoy por derechos 
humanos, implica una defensa integral de la vida, de las historias, 
territorios, cosmovisiones y culturas de los pueblos y de sus modos de 
hacer y vivir. Implica superar el capitalismo.
Convocamos a todas las personas de buena voluntad a defender juntos un 
mundo en el que prevalezcan la justicia, el humanismo, la paz, el 
respeto a la dignidad, la solidaridad y la igualdad de todos los pueblos 
y de todos los seres humanos en armonía con la naturaleza.
La Habana, 10 de diciembre de 2008.