La diferencia sexual y su representacin en el diccionario de la Real Academia Espaola

IntroduccinTradicionalmente, el sujeto del pensamiento, el sujeto del deseo, el sujeto del discurso, el sujeto de la historia es un ser masculino que se declara neutro universal, que se declara representante de la humanidad.1Sin embargo, el sujeto del deseo, el sujeto del conocimiento, el sujeto de la historia, el sujeto del discurso no es neutro universal sino sexuado. El conocimiento que ese sujeto pretendidamente universal ha producido a lo largo de la historia sera solamente conocimiento masculino, conocimiento en el que las mujeres no estaramos representadas. Porque, en las sociedades patriarcales los hombres habran construido la identidad masculina como nica identidad posible y nos habran negado a las mujeres una identidad propia.2El lenguaje, como sistema que refleja la realidad social pero que al mismo tiempo la crea y la produce, se convierte en el mbito en el que la subjetividad toma forma y consistencia, desde el momento en que el sujeto solamente se puede expresar dentro del lenguaje y el lenguaje no puede constituirse sin un sujeto que lo haga existir.3Mujeres y hombres no se encuentran en la misma posicin respecto del lenguaje porque la diferencia entre masculino y femenino no est simbolizada al mismo nivel, con el mismo estatuto, es decir, no responde a dos subjetividades diferentes, a dos sujetos que crean y nombran, sino que se presenta siempre uno, el femenino, como derivado y dependiente del otro, el masculino.Quien tiene la capacidad de nombrar, es quien puede decir el mundo, quien puede nombrar la realidad y crear realidad; y esta capacidad ha sido atribuida, en las sociedades patriarcales, a lo masculino. As se han creado normas y leyes que responden a convicciones fuertemente polticas e ideolgicas. Se ha erigido lo masculino como universal e incluso ms all de lo humano, se han atribuido cualidades masculinas a Dios a travs de la oracin, la plegaria y la narracin bblica,4 es decir a travs de la palabra.Esta atribucin es paradjica porque la experiencia muestra que es la madre la que ensea a hablar a nias y a nios del mismo modo que no es posible separar el ser del pensamiento, tampoco puede separarse la matriz de la vida del origen de la palabra.5 Para poder nombrar libremente la realidad ya de adultas, es necesario recuperar esta experiencia originaria y hacer que se le reconozca autoridad en el mundo.Esto es un hecho que encontramos ya en la historia, en la que ha habido mujeres que han tomado conciencia de la importancia de tomar la palabra, de nombrarse y nombrar el mundo, de utilizar una lengua en la que se reconozcan y en la que reconozcan las distintas experiencias femeninas.La humanista italiana Laura Cereta (1469-1499), en la bsqueda de una afirmacin positiva de su identidad, utiliz varias estrategias. Unas de ellas, fue la de buscar y crear una genealoga de mujeres que une pasado y presente, como anteriormente haba hecho Cristina de Pizn, y de la que ella forma parte, en la que fundamenta su identidad.Pero no fue esta la nica estrategia de afirmacin positiva de identidad que Laura Cereta utiliz. Un fillogo estudioso de su uso de la lengua latina, Smith, ha percibido cmo en sus textos se hallan una gran cantidad de nombres y adjetivos en una de las terminaciones femeninas de la tercera declinacin "trix", por ejemplo "furatrix". Smith seala cmo el uso del gnero femenino en estos sustantivos y adjetivos en latn clsico es raro, si no totalmente desconocido.6 Para darse voz, Cereta feminiz e hizo suya la lengua latina, transformando la gramtica que los eruditos han considerado clsica; un canon establecido en el que Cereta implcitamente no se reconoci.7 De la misma manera aun que explcitamente, hacia 1504 y en la Pennsula Ibrica, la humanista Juana de Contreras, discpula de Sculo, reivindic en un debate epistolar, en contra de la opinin de su maestro y de la autoridad de la gramtica, que quiere referirse a s con el apelativo de "herona", en latn declinado por la primera, y no de "herois", como le explica pacientemente Sculo que es la forma femenina correcta en los clsicos. Ella insiste de nuevo en que quiere ser "herona" en la primera declinacin (esa declinacin en la cual, como es sabido, las formas del femenino coinciden en latn y en castellano). Sculo responde irritado apelando a la autoridad de la gramtica latina y a la suya propia de maestro y erudito, autoridades ambas que Juana de Contreras no reconoci ni consider propias cuando se trataba de aceptar un gnero gramatical masculino ajeno a s. De sta manera Juana de Contreras es capaz de revelarse contra la gramtica latina, la ciencia idolatrada por los humanistas.8 Tambin hoy, en nuestro presente, existen "humanistas" como Sculo que, recurriendo a las leyes de la gramtica, la esttica y la belleza de la lengua, se oponen a que las mujeres se nombren y nombren en femenino. Sin embargo, la lengua, eso que, con el cuerpo es "don de la madre"9 es de todas y todos.10La cuestin de la lengua siempre ha estado presente en las reflexiones polticas del movimiento de mujeres y desde las diferentes tendencias del feminismo se ha luchado para evitar el sexismo y el androcentrismo,11 y sobre todo evitar el uso del masculino genrico que oculta la diferencia sexual situando el masculino con la palabra "hombre", como representante de la humanidad.hombre. (del lat. homo-inis.) m. Ser animado racional. Bajo esta acepcin se comprende todo el gnero humano.(Diccionario de la Lengua Espaola).Pero la necesidad de decir y decirse en femenino, como ya hemos escrito desde el grupo NOMBRA, de poner en palabras la experiencia, las relaciones, la poltica de las mujeres, los sentimientos, en definitiva, la necesidad de decir la diferencia sexual femenina originalmente, sin mediaciones masculinas que la codifiquen y con un simblico autnomo que la represente, es algo que ya tiene lugar en el mundo. Todo ello comporta un trabajo de palabra y de escritura, conscientes de que ah, como seala Lia Cigarini, en el lenguaje, se dirime nuestra existencia.12 Ese trabajo de palabra y de escritura que en relacin con otras mujeres y con el reconocimiento de autoridad femenina es posible hacer. Unhacer, que la mujer que dio origen al grupo NOMBRA, Ana Maeru Mndez, a mi modo de ver, lleva a cabo. Es en este contexto donde se genera y se lleva a cabo el trabajo que aqu presento.El objetivo de este trabajo es analizar cmo est representada y nombrada la experiencia femenina en el Diccionario de la Lengua Espaola;13 Diccionario que prescribe y normatiza el uso de la lengua, y que la institucin que lo redacta, la Real Academia, posee el poder de legitimar, definir y juzgar. En la nueva edicin, la vigsima primera, explcita en su prembulo que pretende "cooperar al mantenimiento de la unidad lingstica" de los ms de trescientos millones de seres humanos que, (…) hablan hoy el idioma(…) y se valen de l como instrumento expresivo y conformador de una misma visin del mundo y de la vida".El trabajo se ha llevado a cabo a travs del estudio de una muestra que consiste en la seleccin de las entradas de referente humano en femenino que aparecen en el Diccionario. La muestra es cualitativa y he analizado, concretamente, los sustantivos femeninos, en algunos casos he recogido, tambin, los adjetivos que son susceptibles de ser usados como sustantivos, y que el propio diccionario expone como .t.c.s. (sase tambin como sustantivo) y aquellas entradas en las que pone "mujer de…", "mujer que…". No considero entrada en femenino aquellas que lo hacen en masculino y le aaden la terminacin femenina. Ejemplo: abogado, da; lexicgrafo, fa; operador, ra; etc., Sino que me refiero a entradas tales como: abadesa; abuela; cajera; afeitadera; randera; etc. Estos trminos en algunos casos tienen tambin entrada en gnero masculino, como por ejemplo ocurre en los tres primeros trminos, (abad, abuelo, cajero) y en otros casos no existe entrada de gnero masculino, afeitadera y randera.Parto de la base de que en estas voces (entradas en femenino) se ponen de manifiesto varias cuestiones. La primera cuestin que observo es que son voces que nombran o aluden a una experiencia exclusiva o predominantemente femenina o en la que ha habido un hacer femenino importante. Relacionadas con esta cuestin estn los trminos que nombran oficios, profesiones, experiencia religiosa, presencia en las instituciones. La segunda cuestin es que se pone de relieve la distinta valoracin de la experiencia masculina y femenina, pero no una valoracin distinta en el sentido de experiencia diferente, sino ms bien en el sentido de una distinta valoracin en detrimento, omisin y escamoteo de lo femenino, as como el hecho de definir lo femenino a travs de lo masculino. La tercera cuestin se centra en la informacin que proporcionan aquellos trminos que hacen referencia al cuerpo femenino, al comportamiento, la sexualidad, las relaciones y la palabra.He decidido clasificar la informacin obtenida en diferentes apartados, segn se nombren mbitos distintos de la experiencia femenina o, para decirlo de una forma ms precisa, de la experiencia femenina tal y como la nombra el Diccionario. Obviamente, es difcil dividir en compartimentos estancos la experiencia humana, y en este caso la experiencia femenina.14 Pero he considerado relevante visibilizar algunos de los grandes mbitos en que es representada y nombrada la experiencia de las mujeres. Por ello, he agrupado las voces segn se refieran a cuatro grandes mbitos: oficios y profesiones; experiencia y representacin femenina en funcin de (mujer de, prostitucin, valoracin del cuerpo y el comportamiento femenino); experiencia religiosa y presencia en las instituciones; un ltimo grupo, nombra fragmentos de simbolizacin autnoma de la existencia femenina.

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