La JPT, esa desconocida
El movimiento estudiantil fue el escenario tradicional de la actividad juvenil y dentro de la misma, la política el interés dominante.
Por Edgar Ruano Najarro *
En los años del gobierno del presidente Vinicio Cerezo, el Consejo Empresarial organizó un Foro Nacional, en el que el Ejército de Guatemala realizó una presentación oficial denominada “27 años de lucha por la libertad”, que estuvo a cargo de varios integrantes del Alto Mando del Ejército y de otros jefes militares de la época.
En una de las primeras intervenciones, un coronel inició su exposición con un “Breve resumen histórico del proceso terrorista en Guatemala”. Dijo el oficial, que “En la década de 1920 un grupo de enemigos de la libertad, funda el primer Partido Comunista llamado Juventud Patriótica del Trabajo, el cual tuvo corta vida, pues fue abolido por el gobernante de la época”.
Aquél alto oficial quería referirse, en realidad, al Partido Comunista de Guatemala (PCG), fundado en mayo de 1922 por un grupo de obreros artesanos y algunos universitarios, el cual, en efecto, fue de corta duración, pues en 1932 el presidente Jorge Ubico ordenó una batida contra ese grupo, en la cual fueron encarcelados todos sus dirigentes y varias docenas de militantes. La historia de este primer PCG fue investigada por el historiador Arturo Taracena Arriola y publicada hace varios años en una revista extranjera.
Bajo el clima político de la revolución de octubre de 1944, con una nueva generación de universitarios, maestros y obreros, surgió un nuevo Partido Comunista en 1949, el que en 1952, en ocasión de su segundo congreso y como parte de su inscripción en el Registro Cívico, adoptó el nombre de Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT).
Después del derrocamiento del presidente Jacobo Árbenz en 1954, el PGT fue ilegalizado, pero logró mantener su actividad en la clandestinidad y pasados varios años, en la segunda mitad de la década de 1950, dispuso crear una organización juvenil al modo de las juventudes comunistas que acostumbraban tener todos los partidos comunistas del mundo, pues la Alianza de la Juventud Democrática, que era animada en los años de la revolución por el mismo PGT, no había sido definida como juventud comunista.
Pero, a la nueva organización, el PGT no le llamó Juventud Comunista, sino Juventud Patriótica del Trabajo (JPT). Ahí comenzó una historia, la historia de la JPT, organización juvenil que tanto habría de influir en la vida del mismo PGT y que tan desconocida sería en el ámbito político, al punto de que el oficial citado arriba llegaría a confundirla con el PCG de los años 20.
En sus primeros años la JPT se expandió vertiginosamente, especialmente en la universidad y en los institutos de educación media. La Chiqui Ramírez describe en su libro La guerra de los 36 años vista con ojos de mujer de izquierda, cómo se reclutaba a los jóvenes estudiantes para la JPT. Dice que el PGT llegó a redactar una carta en la que se pedía autorización a los padres de familia para que sus hijos ingresaran a la JPT.
Sin embargo, la verdadera fuente de reclutamiento para la JPT fueron las movilizaciones y actividades de los estudiantes. Entre los universitarios se mantenía viva la oposición a los gobiernos de Carlos Castillo Armas, Guillermo Flores Avendaño y Miguel Ydígoras Fuentes, ya fuera por medio del semanario El Estudiante, por las movilizaciones callejeras, como la de junio de 1956 o las de marzo y abril de 1962, o bien por la Huelga de Dolores. Por el lado de los estudiantes de secundaria, se fundó en 1958 el Frente Unido del Estudiantado Guatemalteco Organizado (FUEGO), que desempeñó un papel de primer orden en apoyo a los maestros en la huelga por el escalafón magisterial en 1960 y en las luchas populares de marzo y abril de 1962.
Todas esas movilizaciones fueron la prueba de fuego para los cuadros y la militancia del JPT, pues entre los directivos y líderes de las asociaciones estudiantiles, tanto universitarios, como de secundaria, hubo no pocos cuadros suyos, quienes al influjo de la situación política nacional y de las mismas movilizaciones se fueron forjando como líderes políticos, fenómeno que habría de repetirse cíclicamente por más de 30 años.
Hubo jóvenes cuya militancia en la JPT fue efímera, ya que ingresaron al calor de las luchas estudiantiles, pero luego se retiraron, ya fuera por haberse graduado o porque en su vida profesional ya no les interesó la política clandestina o bien creyeron que habían estado equivocados.
Hubo otros que continuaron y con el tiempo se convirtieron en jefes y cuadros políticos de la nueva modalidad de lucha que se avecinaba, y de ellos, muchísimos murieron en el transcurso del conflicto armado. No obstante, fueron cientos de jóvenes, hombres y mujeres, que pasaron por las filas de la JPT. Cuando la dinámica de los acontecimientos políticos en Guatemala hizo que diversos grupos políticos tomaran el camino de las armas, los jóvenes de la JPT fueron los más entusiastas impulsores de la lucha armada, tanto, que en el seno de la JPT se gestó en 1965-66 un serio cuestionamiento a la dirección del PGT por considerar que no estaba a la altura de las necesidades de la guerra de guerrillas.
La dirección del PGT respondió con una hábil maniobra: en 1965 tomó la decisión de disolver a la JPT y luego convocó a una Conferencia Nacional en 1966 en la cual hizo que los principales líderes de la JPT ingresaran al Comité Central del Partido.
El antiguo secretario general de la JPT, Fernando Hernández, alias El Indio, era miembro del Centro Provisional de Dirección Revolucionaria (CPDR) de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), en cuya calidad sostuvo una larga discusión en 1966 con el periodista Isidoro Zarco en la columna Problemas y Soluciones que éste último publicaba en Prensa Libre. Después de la Conferencia pasó también a ser miembro de la Comisión Política del PGT.
Pocos años después, en su cuarto congreso celebrado en 1969, el PGT reconoció el error de haber disuelto a la JPT y la reactivó nuevamente, pero en 1981 de hecho la volvió a liquidar, pues decidió una profunda reestructuración de la misma, en la cual disolvió todos sus órganos de dirección. La nueva generación de jóvenes que surgió durante el ascenso de los movimientos sociales de los años 70, igualmente cuestionaba a la dirección del PGT por no colocarse a lado de las nuevas organizaciones guerrilleras que habían aparecido en el horizonte revolucionario, liderada más de alguna de ellas por antiguos militantes de la JPT.
Del mismo modo, como en 1966, en 1981 la dirigencia de la JPT pasó a formar parte del Comité Central del PGT, pero la crisis de esta organización esta vez fue tan profunda que comenzó a dividirse cada vez en más fracciones y la JPT desapareció definitivamente del panorama revolucionario guatemalteco. Como epílogo habría que señalar que en una sociedad como la guatemalteca, con una sociedad civil tan precaria, con sus tejidos sociales desgarrados por los regímenes autoritarios y por las condiciones de carencias de satisfactores sociales y económicos mínimos, las sucesivas generaciones de la juventud guatemalteca no han contado con canales de expresión organizativa para sus intereses específicos.
Por ello, el movimiento estudiantil fue el escenario tradicional de la actividad juvenil y dentro de la misma, la política el interés dominante. La JPT, junto con expresiones demócrata cristianas como el Frente Estudiantil Social Cristiano (FESC) y luego con el Frente Revolucionario “Robin García” (FERG), fue el medio por el que se manifestaron por mucho tiempo la energía y el impulso juvenil en las clases sociales menos favorecidas.
Un conocido académico guatemalteco decía hace varios años, medio en serio y medio en broma, que hace 40 años los hijos de los ricos entraban a los Boy Scouts y asistían a los “Jamborees” mundiales a menudo realizados en Estados Unidos, mientras que los hijos de los pobres ingresaban a la JPT y participaban en Festivales Mundiales de la Juventud y los Estudiantes en algún país socialista.
Cabe preguntarse: ¿Y ahora, a dónde entran los hijos de los ricos y los hijos de los pobres?
*Sociólogo guatemalteco