La resistencia popular al golpe de estado del 25 de marzo de 1972 Entrevista con Dagoberto Sosa (2)

La resistencia popular al golpe de estado del 25 de marzo de 1972 Entrevista con Dagoberto Sosa (2)

SAN SALVADOR; 26 de noviembre de 2009 (SIEP) “El 25 de marzo de 1972, por la mañana temprano, cuando nosotros supimos del golpe de estado y luego de la captura del Ingeniero José Napoleón Duarte, que fue nuestro candidato presidencial triunfante de la UNO; nos pusimos como PCS en función de movilizar a los sectores populares para ir al encuentro de este movimiento que consideramos como progresista…

Luego nos enteramos que el Presidente, general Fidel Sánchez Hernández, se encontraba capturado por los golpistas en el Cuarte El Zapote de San Jacinto; y que entre los golpistas se encontraban personas vinculadas a la Universidad como el Ing. Reyes…

Asimismo habíamos escuchado en cadena de radio el llamado de José Napoleón Duarte a respaldar este golpe de sectores democráticos en contra de la dictadura y del fraude…incluso llamo a ser muy cuidadoso de no acercarse a sectores aledaños a la Guardia Nacional que iba a ser destruida en unos momentos, iba a ser bombardeada por la Fuerza Aérea, por ser el cuartel sede de un cuerpo represivo…lo interesante fue que este llamado de precaución activo un profundo interés popular de centenares de ciudadanos que emocionados querían presenciar la destrucción de ese infame cuerpo represivo, eran ríos de gente que había sido víctima inocente, y empezaron a movilizarse para lograr posiciones destacadas, hasta se subieron a las azoteas de los edificios…al final no se dio este acontecimiento.

Nuestra misión fue la de organizar a la gente para apoyar al golpe. Decidimos tomar como sede el local del MNR que quedaba en san Miguelito, por estar cerca del Cuartel San Carlos, que poyaba el golpe. Empezamos desde allí a contactar a gente amiga, a simpatizantes, y pactamos con los militares del cuartel, incluso llego un oficial que estuvo con nosotros, con el arreglo que nosotros entrenáramos militarmente y ellos iban a proporcionar las armas.

Me acuerdo que trasladamos a ese local todo el arsenal del Partido que se reducía a unos cuantos G-3, unas subametralladoras viejas, y unas carabinas M1. Nos constituimos como Comisión Militar del Partido. Iniciamos las prácticas del G-3 que era el arma que usaba la Guardia Nacional. La PN usaba la carabina M1. Iniciamos las prácticas de uso y manejo del G-3 a grupos de veinte personas. Mientras adentro entrenábamos a un grupo, afuera había gente esperando que le llegara su turno.

Uno de los instructores era El Niño, Víctor Manuel Sanchez, El Ronco, Remberto Cuenca Carrillo, que hoy es dirigente de SITRASALUD, y Alejandro Montano. Y yo coordinaba el esfuerzo a nivel general. .

Los que llegaban en gran número eran estudiantes y trabajadores, y hasta profesionales. Me acuerdo que llegó al local del MNR Ivo Príamo Alvarenga, lo llevó un militante nuestro, el Dr. Rubén Alvarado. Estaba enardecido, dispuesto a enfrentarse con las armas a la dictadura militar. ¡Quien se hubiera imaginado que ese mismo profesional cabezacaliente se iba a convertir con el paso de los años en un terco y hasta rastrero defensor de la derecha de este país, en un férreo anticomunista!

Cuando concluimos el adiestramiento básico del primer contingente enviamos a unos de los compañeros más aguerridos, para que pistola en mano fueran a requisar unos camiones, para poder trasladar a esta gente al Cuartel San Carlos. Llegaron los primeros dos camiones y subimos a la gente, pero primero el oficial rebelde que nos habían enviado se encargo de enseñar los portes militares, el saludo, como cuadrarse, etc. Eran las Milicias Populares.

Para nuestra sorpresa, alrededor del mediodía estaban regresando los primeros enviados, tristes, desilusionados, explicando que habían sido despachados del Cuartel porque la situación se había complicado, que los estaban dominando y no les habían dado armas…por la tarde decidimos recoger todo nuestro equipo y levantar vuelo. Al día siguiente llegaron los cuerpos de seguridad a buscar las armas… que ya estaban de nuevo guardadas en nuestros escondites.

La toma de la Plaza Libertad en Febrero de 1977

En 1977 la experiencia fue más amplia. Logramos que centenares de nuestros militantes y amigos realizaran una extraordinaria experiencia insurreccional. En esa época concebíamos a la insurrección como la vía más probable de la revolución y para eso nos preparábamos. Pensábamos que por la estrechez territorial no era posible una guerra larga y en el campo, en nuestro análisis de esa época esta posibilidad no tenía perspectiva. La vida se encargo de enseñarnos lo contrario.

Esa visión insurreccional la compartíamos con otras organizaciones revolucionarias. Y entonces trabajábamos para ir construyendo esa posibilidad. 1977 fue un gran aprendizaje popular de sublevación, de levantamiento, del desarrollo de la autodefensa…y de que sin armas, aunque hubiera apoyo popular, decisión de luchar y de ir hasta las últimas consecuencias, pero sin armas, con las masas desarmadas la respuesta era imposible, estaba condenada al fracaso.

En esta experiencia de febrero de 1977 pudimos desarrollar una red nacional de Grupos de Acción Revolucionaria., que la concebíamos como un red de organismos paramilitares, de carácter miliciano, ya que sus integrantes realizaban trabajo político durante el día y se preparaban militarmente y realizaban diversas acciones durante la noche, en especial de recuperación d armas a serenos. Esto lo iniciamos en el 77 y lo continuamos durante el 78 y el 79 y concluyó en 1980 con la creación de las FAL.

Este esfuerzo militar nos permitió en diciembre de 1979, ante la sorpresa de nuestros aliados asumir el compromiso unitario de realizar 15 tomas simultáneas de radio para divulgar un comunicado. Logramos hacerlo en 12 radios, nos fallaron 3. Este esfuerzo fue realizado por nuestros GAR. Cada GAR asumió una radio. La hora decidida fue de 7:30 p.m. En cada radio dejamos un casetera con el mensaje grabado y a los operadores amarrados…Claro, perdíamos las caseteras. Algunos comentaban “…a ver cuando vuelven estas caseteras.”

El 6 de agosto de 1979: encuentro con Carpio y Melida…

Este día realizamos una reunión bilateral entre el PC y las FPL. Acompañe a Schafik. Fue en la Col. Panamá. Carpio se mostró muy afable, cordial. Habían pasado casi diez años después de la separación…Intercambiamos información y coordinamos algunas asuntos. Dado que todos conspirábamos, se presentaban situaciones con casas de seguridad que eran ocupadas luego de ser detectadas, como fue el caso de una casa en la Col. Ursula que nosotros abandonamos porque había sido detectada por el enemigo y luego fue ocupada por ellos y ahí cayeron valiosos cuadros.

Al final de la reunión y cuando Carpio se había ya marchado, Mélida nos dijo: “hoy es el día de su santo…” De haberlo sabido lo hubiéramos felicitado, pensamos con Schafik

Primeros Golpes a nuestro aparato militar…

En 1980, creo que fue el 11 de noviembre, nos golpearon una estructura de logística conducida por Toni Handal. Lo desaparecieron junto con la esposa de Vanzetti. Como cobertura era un taller de estructuras metálicas llamado Euralas, Salarrue al revés. Fue un fuerte golpe.

En el 81 nos golpearon otra estructura, otro taller esta vez con la cobertura de Mecánica, y se levaron a su dueño, el camarada Armando Grande, familiar del Cuaz y lo desaparecieron junto a los que allí trabajaban. Eran esfuerzos para construir la Logística de las FAL…

El Cuaz y la Oficina Móvil de Schafik

El Cuaz fue un ayudante de Schafik, muy creativo, todavía vive…Fíjate que en los años setenta Schafik trabajaba mediante una Oficina Móvil. Aunque su residencia oficial era en la Col. El Roble, por l entrada de la Gasolinera Shell, él raramente llegaba su “casa oficial.” Su método de trabajo era llegar cada día a una casa diferente y allí montar una oficina. Llegaba con su secretaria y con El Cuaz, su motorista y ayudante. El Cuaz además era dibujante, pintor, etc.

A las 8:30 a.m. llegaba Schafik y su equipo a una casa amiga o alquilada, con cochera cerrada, se bajaba de su automóvil con su respectiva maquina de escribir y el infaltable DITO, un aparato de impresiones a base de alcohol con le que se sacaban hasta 80 copias de hojas con tinta morada, después de haber mecanografiado el esténcil. A las 5 p.m. se guardaban los instrumentos y se retiraban, hasta la siguiente casa del próximo día. La casa quedaba limpia. Era una red de colaboradores que garantizaban este esfuerzo. Había de esta manera muchas oficinas…

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