La torre de Babel y la resistencia popular

La torre de Babel y la resistencia popular

Reflexión sobre Génesis 11:1-9

Mientras los imperios a lo largo de la historia han impuesto sus idiomas a los pueblos conquistados, estos han librado una larga y paciente resistencia lingüística para proteger, descubrir, a veces ocultar y también recrear el tesoro de sus lenguas. Es una batalla sorda pero importante porque en la lengua se esconde el espíritu de la resistencia que es el espíritu de Dios.

En la Biblia se refleja este enfrentamiento entre los imperios y la resistencia de los pueblos. Este es un enfrentamiento se realiza en todos los planos: en el militar, en el económico, en el social, en el político, en el religioso y en el lingüístico. Es una lucha en la que el proyecto histórico de los débiles va acumulando fuerza hasta derrotar al proyecto de los poderosos.

Y es por eso que los imperios acompañan la conquista con la religión y el lenguaje, con la cultura y la ideología. Hay lenguajes de los imperios y lenguajes de la resistencia. Y el mismo lenguaje de los imperios esta atravesado por la resistencia. Y los papeles cambian a medida que la historia avanza. Es lo que ha pasado con el mandarin, el hindú, el árabe, el griego, el latín, el español, el francés, el turco, el ruso y el inglés.

La torre de Babel o el imperio de Babilonia

Este texto del Antiguo testamento, del libro del Génesis es muy ilustrativo del enfrentamiento entre los imperios y la resistencia de los pueblos. Babilonia fue un gran imperio. Sus reyes dominaban a muchos pueblos y les cobraban tributo. Eran depredadores de las culturas como lo han sido todos los imperios. Como estrategia de conquista desterraban a su capital Babilonia, a los líderes de la resistencia para separarlos de los sectores populares y debilitar la protesta de la gente.

Los imperios han pretendido siempre establecer como eternas y universales sus verdades. Los reyes babilónicos pretendían que el mundo entero hablara la misma lengua con las mismas palabras. Este es el sueño de todos los imperios, destruir la diversidad popular. Establecer el más férreo control de lo que se piensa y de lo que se dice. Aspiraban a un discurso único, el de los poderosos.

Los Estados Unidos desde la Casa Blanca, desde el Pentágono, desde el Departamento de Estado han acumulado toda esta experiencia de siglos de los imperios de la tierra. Y promueven este discurso único por medio de la CNN que las veinticuatro horas del día nos ilustra sobre como ver, como entender, como oír, como sentir al mundo, como ver al mundo con los ojos del imperio.

Los poderosos construyen torres y murallas

Y la soberbia de los poderosos de aquellos tiempos, de los grandes jerarcas babilónicos protegidos por su dios Marduk, soñaba con el dominio de la tierra y también de los cielos. Y por eso se propusieron en la Baja Mesopotamia construir una ciudad y una torre que llegara a los cielos. Estamos hablando del actual Irak.

La rueda de la historia cambia los papeles y Babel (la Puerta del Cielo) es hoy ciudad ocupada por el imperio estadounidense. La ciudad donde gobernó Hammurabi en el siglo XVIII antes de Cristo es hoy ocupada militarmente por George Bush II. Era una ciudad construida en una llanura sobre el río Eufrates. Y con el paso del tiempo tuvo que someterse a otro imperio, a Asiria.

Ellos llamaban a estas torres zigurat y representaban el poderío de los reinos. El zigurat era una torre escalonada, con la función de acercar a los sacerdotes o soberanos a los dioses celestiales, o servir de estrado para que los dioses pudieran descender a comunicarse con los que los adoraban.

Su ambición de poder era gigantesca. Aspiraban a un sistema de dominación que aplastara toda resistencia. Iban con esta torre altísima a controlar y destruir la rebelión de los pueblos oprimidos. Las grandes torres como después las grandes iglesias eran construcciones orientadas a provocar el temor de la gente.

De la misma manera el presidente estadounidense Jorge Bush Hijo pretende hoy construir una muralla a lo largo de su frontera con México. Los poderosos a lo largo de la historia han construido murallas y torres, templos y cuarteles, estadios y cines para garantizar su dominio. La muralla estadounidense es la torre babilónica. El propósito es el mismo, ser instrumento de opresión.

Y por esto Dios reaccionó airado, tuvo conocimiento de esta ciudad y esta torre de los reyes de Washington y tomo medidas inmediatas. No podía permitir que la opresión se consolidara. Y con mano fuerte, este Dios de la Justicia conocido como Yahvé, de la misma manera que iba a acompañar al pueblo vietnamita muchos siglos después, se reveló con la resistencia anti-babilonia.

Y las pretensiones de los reyes babilónicos de una torre que alcanzara al cielo fueron derrotadas. Y el Señor los dispersó por toda la tierra y confundió su lengua. No lograron su propósito de dominar la tierra. Dios se hizo presente con toda su fuerza al lado de los oprimidos. Dios nunca abandona a sus hijos e hijas que luchan por la justicia.

Le correspondió al profeta Isaías dar testimonio de esta derrota de los reyes babilónicos. Nos dice Isaías, el profeta de la resistencia en tono festivo que:

“Tu, que decías en tu corazón:

escalare los cielos, por encima de los astros divinos levantaré mi trono,

y me sentaré en el Monte de la Asamblea,

en el vértice del cielo, escalare la sima de las nubes,

me igualare al Altísimo.

¡Ay, abatido al abismo, al vértice de la sima! (Isaías, 14: 13-15)

Mucho tiempo después el pueblo hebreo vivió otra experiencia de liberación muy importante en el camino de nuestra fe. El Pentecostés. Lucas nos relata que sucedió cuando estaban reunidos en la clandestinidad y de pronto oyeron:

“un ruido del cielo, como de viento recio, resonó en toda la sala donde se encontraban, y vieron aparecer unas lenguas como de fuego que se repartían posándose encima de cada uno. Se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.” (Hechos de los Apóstoles, 2:1-4)

La disputa en el terreno de los idiomas

El hebreo que es el idioma de los esclavos judíos que desafían al Faraón y el idioma de Jesús de Nazaret que se enfrenta al imperio romano es el mismo hebreo que hablan los colonos judíos, que construyen sus viviendas sobre las ruinas de los barrios palestinos en los territorios ocupados por Israel.

El inglés que es el idioma de los colonialistas británicos que conquistaron a la India y de los imperialistas estadounidenses que invadieron Vietnam e Irak, es el mismo inglés que hablaron los revolucionarios de Grenada, que dirigidos por Maurice Bishop intentaron asaltar el cielo en esta isla del Caribe.

El español de los imperialistas que desde la península ibérica asolaron las costas americanas y establecieron un régimen colonial es el mismo español con el que Simón Bolívar encabeza la insurgencia latinoamericana y con el que José Martì escribiò sus poemas.

El nahuat que las tribus pipiles impusieron en todo nuestro territorio y usaron para nombrar a los pueblos, a los ríos y montañas y para desplazar a los otros idiomas indígenas hoy es un escudo de nuestra identidad nacional y un idioma que luchamos por rescatar y conservar.

Rev. Roberto Pineda

Iglesia Luterana Popular de El Salvador

San Salvador, 4 de junio día de Pentecostés del 2006

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