LAS SIETE VACAS FLACAS DE LA GLOBALIZACION
Reflexión sobre Génesis 41:17-18
Los poderosos justifican su dominación alegando que son pueblos superiores que tienen la misión de civilizar o evangelizar a los pueblos atrasados y bárbaros. Y la construcción de sus imperios, por el contrario, ha significado la destrucción de muchas naciones, de sus economías y estructuras sociales, de sus idiomas y religiones, de sus culturas y sus tradiciones a lo largo de la historia.
Y se nos ha impuesto una historia universal de la infamia que nos habla de los éxitos y las conquistas de los reyes de los imperios. Y se esconde o tergiversa la historia de los derrotados, de los vencidos en las rebeliones de los esclavos, de los explotados en las minas y en los mares, de los colonizados que encendieron la llama de la independencia.
El espíritu combativo del martiniqués Franz Fanon nos enseñó que no podemos permitir que las mascaras blancas que nos imponen los poderosos borren nuestra identidad de naciones en resistencia, con la piel negra, brillante, orgullosa, olorosa a montaña y a pólvora, que no pudo ser sometida, de los condenados de la tierra y de las ciudades que se levantan y marchan para recuperar sus derechos.
En nuestra interpretación del sueño de José las vacas gordas se comían a las vacas flacas. Las siete vacas flacas del planeta se encuentran en África y siguen siendo devoradas por las vacas gordas de la globalización. Son naciones negras que han sido sacrificadas en al altar sangriento del blanco capitalismo. Porque Fanon nos enseñó que capitalismo y racismo marchan de la mano. Es una historia de dolor y resistencia. Del sufrimiento surge la esperanza. De la luche surge la victoria.
La Conferencia de Berlín
A finales de 1884 el canciller alemán Bismarck convocó en Berlín a una reunión de las potencias del mundo para distribuirse los territorios africanos. Y pusieron un mapa del continente negro y como experimentados traficantes de esclavos, negociaron los pueblos y los territorios, los ríos y montañas. Uno para mi y otro para ti. Uno para Inglaterra y otra para Francia. Uno para Bélgica y otro para Portugal. Fue una reunión de asaltantes y de ladrones. Iban a civilizar a la salvaje África a su manera.
Acordaron colonizar siguiendo el curso de los ríos, primero del Níger y del Congo, luego la cuenca del Nilo para terminar en la región de los Grandes Lagos. Y los imperios antes de enviar tropas enviaban científicos para explorar y misioneros para evangelizar. En esa reunión estuvieron catorce imperios entre grandes y pequeños.
Para su vergüenza histórica estuvo el Imperio alemán (el anfitrión). Imperio austrohúngaro. Bélgica. Dinamarca. Imperio Otomano. España. USA. Francia. Inglaterra. Italia. Holanda. Portugal. Rusia y Suecia. De las siete vacas gordas actuales cinco estuvieron presentes. Solo faltó Canadá y Japón.
Y lo que finalmente permitió que estos imperios derrotaran la resistencia de los pueblos africanos y se dividieran al África fue la quinina y la ametralladora. La quinina les permitió a los invasores europeos resistir a la malaria. Mientras que el disparo automático de la ametralladora les permitió derrotar la superioridad numérica de los combatientes africanos. La tecnología y la medicina no son neutrales, favorecieron en este caso a los imperios, así como la pólvora y las enfermedades acabaron con muchas de nuestras naciones indígenas.
En cada uno de los nombres de estos países, en sus territorios desertificados, en sus pueblos empobrecidos, en estas vacas flacas de la globalización neoliberal se esconde el rostro de la resistencia africana y universal. Es significativo que la mayoría de estas siete naciones hayan sido colonias francesas. Como latinoamericanos debemos conocer sus testimonios de dolor y resistencia. En su lucha esta nuestra lucha. En sus sacrificios esta nuestra victoria.
La vaca flaca de Níger.
En el siglo XVIII llegan los europeos y con la excusa de exploraciones científicas empiezan a recorrer el río Níger, anotando lo que ven a su paso para “conocer” la geografía. A estas exploraciones se suman las misiones religiosas que llegan a “evangelizar.” Les siguen las tropas invasoras que con sus cañones llegan a “civilizar”.
Y luego de establecidos aparecen las compañìas con su fin supremo: explotar y saquear los recursos minerales. La lógica de los imperios es explorar, evangelizar, civilizar y enriquecerse. La lógica de los pueblos es la organización y la resistencia. Y en Niamey su capital y en sus poblaciones crece la lucha.
El rostro de Níger esta bañado por este río caudaloso que le da vida a su pueblo. Por sus vertientes viven pueblos de distinto origen, los beréberes, los kanembu, los soninke, bororo, fulani, kamuri y hausa. En cada nación ardió la llama de la rebelión. Y en sus minas de uranio floreció la huelga y la protesta. Y en sus desiertos brillo la luz de la resistencia de los beduinos.
La vaca flaca de Sierra Leona
Los imperialistas británicos deciden en 1821 regresar a sus esclavos negros para África. Y la marina británica traslada a 70,000 esclavos para Freetown. Y el África los recibe como madre cariñosa. Pero los imperialistas con sus ejércitos regresan a imponer de nuevo la opresión. Y con el sudor de los mineros africanos se apoderan de los diamantes de las montañas. La capital es Freetown.
La vaca flaca de Burkina Faso
A Burkina Faso (Tierra de Dignidad) los colonialistas la llamaron Alto Volta cuando fue invadida por los franceses en 1896. En 1984 recuperó su verdadero nombre. En 1983 el capitán Thomas Sankara impulso un proceso de grandes reformas sociales incluyendo una reforma agraria y una campaña de alfabetización. La tierra y la palabra que fueron arrebatadas había que recuperarlas. Los imperialistas europeos se asustaron y decidieron derrocarlo con la ayuda de sirvientes locales. Sankara fue derrocado en 1987 y los imperialistas volvieron a reinar. Pero el sueño de Sankara sigue vivo en los sectores populares burkineses. La capital es Ouagadougou.
La vaca flaca de Malí
Malí es la cuna de tres grandes imperios africanos: el de Ghana, Malí y Songhay. En 1865 llegaron los franceses en búsqueda de riquezas y las encontraron. Posteriormente fue parte del África Occidental Francesa. Y saquearon el territorio. Se llevaron el oro. Y dejaron un país desértico, dependiente y hambriento. Pero en lucha. En Bamako crece la rebelión.
La vaca flaca de Chad
En Borkou se encontró un cráneo humano con 3 millones de años de antigüedad. El pueblo sao ha vivido a lo largo del río Chari durante miles de años. Y esta civilización fue invadida y esclavizada por los franceses en 1891. En 1910 fue parte del África Ecuatorial Francesa. El líder de la resistencia Rabah Zubeir enfrentó a los agresores. El 22 de abril de 1900 en Kousseri libra una gran batalla por la independencia. Los franceses se robaron de este país el petróleo y el uranio. Djamena es la capital.
La vaca flaca de Guinea-Bissau
Al mencionar Guinea-Bissau se piensa en Amilcar Cabral, ese gran revolucionario africano que logró la primera independencia de las colonias portuguesas por la lucha del Partido Africano por la Independencia de Guinea y Cabo Verde, fundado por Cabral en 1956. Y venció a la dictadura portuguesa de Antonio Salazar y logró la independencia en septiembre 1973. Meses antes fue asesinado por agentes secretos portugueses.
La vaca flaca de la República Centroafricana
Diamantes, oro y uranio son las riquezas que se roban de este país. Otro territorio conquistado por el imperio francés y sometido a un cruel saqueo diario. Otro país condenado por los organismos financieros a desangrarse hasta morir. Otro país con un puño alzado de rebeldía.
Son siete vacas flacas de la globalización neoliberal. Son siete pueblos en lucha. Como latinoamericanos rendimos homenaje a los líderes de la resistencia anticolonial africana, que nunca se rindieron y que con su ejemplo nos enseñan que otro mundo es posible.
Saludo desde los valles salvadoreños de Cuscatlan a Wangari Muta Maathai, la mujer que desde Kenya nos entrega un árbol de resistencia; al padre de la rebelión africana, a Kwame Nkrumak, de Ghana; a Ahmed Ben Bella de Argelia; a Patricio Lumumba del Congo; a Amilcar Cabral de Guinea Bissau, a Tomas Sankara de Burkina Faso; a Sekou Toure de Guinea; a Leopold Senghor de Senegal; a Julius Nyerere de Tanzania; a Jomo Kenyatta con sus Mau-Mau; a Nelson Mandela, revolucionario sudafricano.
Rev. Roberto Pineda
Iglesia Luterana Popular
San Salvador, 15 de septiembre de 2006