Lunes, 09 de Julio de 2012 / 08:47 h
Los 25 años de la Unes
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Dagoberto Gutiérrez
En el año 1987 y en plena guerra civil, justamente cuando en las faldas del cerro de Guazapa, al final de la tarde, derribábamos un helicóptero, en uno de los pequeños radios y en uno de los noticieros, se coló una noticia referida a la creación de una especie de movimiento u organización llamada Unidad Ecológica Salvadoreña. Su presidente era el Doctor Ricardo Navarro, y la información referente a sus objetivos, su naturaleza y propósitos fue superada por la euforia guerrillera que celebró el resto de la tarde el golpe dado a las fuerzas militares.
Lentamente, empezaron a llegar al cerro de Guazapa nuevas informaciones, hasta tener una visión más o menos completa del significado de la UNES. En realidad, para la guerrilla de las FAL, que controlábamos el lado sur del cerro de Guazapa, las normas ambientales estaban establecidas desde hacía varios años, de modo que estaba prohibido derribar arboles sin permiso previo, contaminar la aguas, contaminar los suelos, adoptar medidas que afectaran a la fauna, y en fin, cuando algún terrateniente violaba estas normas y derribaba algún árbol protegido, la población informaba al mando y rápidamente se reaccionaba.
La Unidad Ecológica Salvadoreña, y sus condiciones particulares, permitieron y determinaron la creación del Centro de Tecnología Apropiado (CESTA) y Ricardo Navarro fue su presidente; en tanto que un joven ingeniero llamado Mauricio Sermeño apareció como el nuevo presidente de la UNES. Posteriormente, el Doctor Ángel Ibarra seria el presidente y el Ingeniero Sermeño el director ejecutivo.
Han pasado 25 años y estos comprenden el fin de la guerra, todo el periodo de la paz y finalmente el derrumbe neoliberal en el planeta. Se trata de 3 momentos conectados entre sí. Veamos esa relación:
La UNES nace en el filo de la guerra, cuando faltaban dos años para la poderosa ofensiva militar y las operaciones militares eran todas cruentas y buscaban el aniquilamiento del enemigo. Todo giraba alrededor de la guerra y era razonable que fuera así. El aparecimiento de una organización ambiental en ese ambiente bélico era en cierto modo, pero solo en cierto modo, una especie de desencuentro. En realidad, la temática ambiental ya tenía en su génesis todo el sentido anti sistémico, político y popular que ha de tener para expresar la nueva manera de vivir y convivir entre los seres humanos que exprese esa lucha. Vistas así las cosas, la creación de la UNES era una especie de expresión de la necesidad de construir, a partir de una nueva relación con la naturaleza, una nueva relación entre los seres humanos, una nueva convivencia y una nueva sociedad, un mundo nuevo.
El segundo momento, el periodo de la paz, corresponde a lo que en circunstancias normales y dentro de una visión popular, sería la post guerra, pero como sabemos, cuando la guerra termina, la insurgencia de aquellos años y la contra insurgencia, comparten la renuncia a la post guerra y se inaugura un momento en el que nuestro país se convierte en laboratorio neoliberal, que consistió en hacer en 20 mil kilómetros cuadrados, el reino de las transnacionales del mercado, de los tratados de libre comercio, de la contaminación de las aguas, la atmósfera y los suelos, de la deshumanización de los seres humanos y su conversión en consumidores, y en definitiva, en la transformación de la naturaleza del país más pequeño del continente en una verdadera alacena. El imperio estadounidense hizo de El Salvador un mundo en el que la economía degollaba a la ecología. Pues bien, a todo esto se le llamo paz, y sobre este universo se compartió el poder político de alcaldías y parlamentos.
Este es el momento en el que la UNES aprende la importancia de nadar contra corriente, porque en semejante paz, un discurso y una acción que llame y luche para defender la vida, chocaba con toda la orgía neoliberal victoriosa. Pero este es el momento en el que aparecen las organizaciones ambientales populares, se organizan escuelas y las calles se llenan de la voz y las pancartas de los ambientalistas, la denuncia y la proclama ambiental confrontan con el orden establecido y anuncian la necesidad de un mundo nuevo. La UNES pasa a funcionar como una escuela política y un movimiento independiente de cualquier partido y perteneciente a la gente de las comunidades. Este es el momento de mayor aprendizaje y de elaboración de un pensamiento político ambiental muy necesario para pensar el mundo actual y el mundo alternativo.
Internacionalmente, la UNES trabaja en el ámbito regional y Centroamérica es recorrida y entendida como el escenario de un medio ambiente igualmente amenazado que no reconoce fronteras estatales. Para un país como El Salvador, cuyo único río estratégico, el Río Lempa, nace fuera de sus fronteras, la visión y el trabajo centroamericano es nervio vital de una estrategia ambiental y por eso la UNES dedica a este trabajo tiempo y talento.
En este tercer momento, la UNES se mueve en un mundo de derrumbes, porque toda aquella parafernalia triunfalista del mercado se quiebra en todo el planeta, y ahora se trata de salvar y de absolver a los responsables y culpables del desastre. Y así, cuando el cambio climático hunde sus garras en la vida de millones de personas, cuando los poderosos buscan ser salvados por los más débiles y cuando los Estados y gobiernos salvan a sus bancos a costa de los pobres y de la naturaleza, y cuando El Salvador es considerado el país más vulnerable del mundo, o el número 10 en otras listas, cuando todo esto ocurre, la Unidad Ecológica Salvadoreña se encuentra con los mayores retos que pudo imaginarse, es decir, con los mayores obstáculos y problemas.
Este es el momento del mayor desafío para la UNES, pues ante estos retos, aparentemente insalvables, la UNES sabe que todo ese mundo que se derrumba tiene que ver con su pensamiento y su trabajo, con su actitud, su filosofía y su experiencia en la lucha ambiental, y la UNES también sabe que es el momento de la alternativa, de reafirmar y reafirmarse en la vocación y la escuela de aprender a nadar contra corriente, y esto supone una recapitulación de todo lo hecho y lo aprendido para aprender de nuevo a luchar en un mundo que se derrumba, sin ser parte de ese derrumbe. La UNES tiene ante sus ojos, ante su vida y su filosofía, el desafío mayor de contribuir y luchar en una ecología política por construir un poderoso y tenaz movimiento ambiental que si ha de ser, tendrá que ser suficientemente político, suficientemente ambiental, suficientemente anti sistémico.
En sus 25 años de lucha, la UNES sabe muy bien cómo hacer este trabajo adentro de los huracanes actuales