5. La religión.
El surgimiento de un monoteísmo ético como religión característica de los hebreos de época histórica sienta un precedente único en la historia del Oriente Próximo. Tal vez, el único ejemplo válido anterior a la reforma mazdeísta que Zoroastro instaura en la Persia del siglo VI a.C. sea la herejía de Amenofis IV, pero esta forma de monoteísmo solar, de adoración panteísta a través del disco solar que baña a sus criaturas, dista mucho de parecerse al monoteísmo hebreo, fundado en la creencia de un dios único principio cosmogónico innombrable que se revela a su pueblo y le manifiesta el destino reservado a éste, con puntos de acercamiento/alejamiento de su pueblo “elegido” oscilantes y coincidentes con el acercamiento/alejamiento de esta fe única.
No faltaron opiniones referentes a una posible influencia amarniana en los orígenes del monoteísmo hebreo, máxime teniendo en cuenta la tradición bíblica con el consabido “cautiverio en Egipto”: no existe documento histórico alguno que corrobore el paso del conjunto total de las tribus hebreas en Egipto, ya sea en mención de fuentes aloctonas, como así tampoco existe evidencia de este hecho en fuentes arqueológicas, ni en vestigios humanos comprobables a través de la antropología física. Este ha sido siempre uno de los puntos más álgidos sobre los cuales historiadores partidarios de una u otra opinión se han expedido. Más allá de posicionamiento alguno, referente a este punto, los pocos datos que tenemos extra-bíblicos de la errancia de tribus nómades, presumiblemente identificables con los hebreos, es la Estela de Israel, que poco dice al respecto.
Ni siquiera la pretendida antigüedad de la entrada del pueblo de Israel en Egipto, que siempre se quiso asociar con el fenómeno de las invasiones hicsas durante el Segundo Período Intermedio (1785-1570 a.C.) puede pensarse ni como una evidencia de esta antigüedad ni cuanto menos de este origen. Las excavaciones de Avaris (actualmente, Tell el-Daba) llevadas a cabo por los austríacos en el último decenio han dejado claramente sentado que tanto por la evidencia arqueológica (cerámica importada de fenicia), cuanto por las pruebas de la antropología física (cráneos semíticos, asociados a un contexto fenicio, con un ajuar de cotas de cuero en forma de lengua, típicamente fenicio) son la prueba contundente, al momento, de que el conjunto de pueblos identificados como hicsos serían un grupo semítico dirigidos por una aristocracia de origen fenicio. Esto echaría por tierra la visión tradicional apoyada por los relatos bíblicos.
La religión en los orígenes.
En cuanto a los orígenes de este monoteísmo, sin entrar en las características del mito (las sucesivas alianzas de Yavhé-Jehová-El-Eloín, con su pueblo, y las prescripciones éticas enumeradas en cada una de los códigos que Dios le entrega a su pueblo) es fácilmente deducible a través de la liturgia hebrea los puntos de contacto con la religión cananea. La sola nominación de El para designar a este dios único nos manifiesta claramente una tradición que pertenece al sustrato semita desde los orígenes protohistóricos. El ha sido siempre el principio activo masculino de las distintas cosmogonías semíticas, cambiando a veces su designación por las de Dumusi (súmero), Enlil (acadio)/Marduk (babilónico), Baal (amorreo), Masera (cananeo/arameo), que conservan siempre los mismos atributos cósmicos: principio masculino, dios de la guerra, dominador de los fenómenos cósmicos, dios fálico, y cuyo culto, con leves modificaciones, se mantiene a lo largo de las distintas culturas y períodos históricos: cultos en lugares altos, donde se les rinde sacrificio (el templete de la zigurat, por ejemplo; la pira de sacrificio a Baal en montañas o sobre las murallas de la ciudad). Como así también la institución de la prostitución sagrada, en las fiestas de Año Nuevo en Babilonia y su correlato en Canaán: Baal/Anat, Asur/Ishtar, Baal/Astarté, Asheba/Masera, que representan esta pareja divina cuyo culto es llevado a cabo por la sacerdotisa y el sumo sacerdote, que muchas veces coincide con el jefe de estado.
La aparición de estas formas de culto en la religión hebrea es frecuente, como así también, la reacción que muchas veces Patriarcas, Jueces y Profetas interponen como resistencia hacia esta aculturación, por cuanto, ella significa no solamente un deterioro de la fe monoteísta, sino por el peligro que entraña la pérdida de poder político y económico, si se cede progresivamente en favor de la fe de los cananeos.
La baalización/desbaalización de la religión hebrea.
Ya en los tempranos relatos del libro del Génesis, particularmente en Gen. XII-XIII, encontramos alusiones que indican claramente un origen cananeo: “Y apareció Jehová a Abraham y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido. Luego se pasó de allí a un monte al oriente de Bet-el, y plantó su tienda teniendo a Bet-el al occidente y Hai al oriente; y edificó allí altar a Jehová e invocó el nombre de Jehová…”. Vemos como desde la temprana época de los Patriarcas, Abraham instaura un altar de culto en un lugar alto, en un monte cercano a Bet-el; lugar alto por excelencia del culto cananeo. Asimismo, la onomástica nos señala la presencia cananea en el nombre de la ciudad, Bet-el (casa del dios El). Esto quizás es comprensible en tiempos anteriores a la conquista de Palestina, pero observaremos más adelante que el sustrato cananeo permanece, que su población no es pasada por el herem y que tanto la toponimia de la zona como la onomástica hebrea conservan los nombres precedentes, incluso el del aborrecido El cananeo enemigo de Jehová.
En el Libro de Deuteronomio, capitulo XII, encontramos los llamados artículos de reforma. Si bien el redactor deuteronomista es muy posterior —el Deuteronomio fue puesto por escrito en la época del cautiverio babilónico y el exilio, siglo VII a.C.— nos muestra a través de esta nueva normativa el interés por conservar la tradición y luchar contra el relajo de las costumbres asociadas a este proceso de baalización que se manifestaba preferentemente en el culto de Asheba y Masera y en la elección de los lugares altos: “Destruiréis eternamente todos los lugares donde las naciones que vosotros heredareis sirvieron a sus dioses, sobre los montes altos, y sobre los collados, debajo de todo árbol frondoso. Derribareis sus altares y quebrareis sus estatuas, y sus imágenes de Aseara consumiréis con fuego; y destruiréis las esculturas de sus dioses, y raeréis su nombre de aquel lugar…”. Observamos en estos versículos que hay un imperativo absoluto de Jehová para destruir los lugares de culto de las naciones conquistadas —sabemos por otra fuente que esto no fue así, por lo menos no en un sentido general—; asimismo, la intención de abandonar los sitios altos, como lugar de culto, sobre todo debajo de los árboles —materialización por excelencia del fálico Masera, quien a veces se representa con un árbol y más frecuentemente como una columna o pira de madera, esto se refuerza unos versículos más adelante: “Quebrareis sus estatuas” (quebrareis los troncos, o sea a Masera) “…y sus imágenes de Asera consumiréis con fuego…“—, en esta condena por parte del narrador vemos algunas características típicas de la liturgia cananea.
Con respecto a las prescripciones rituales de la religión hebrea, más allá de los elementos particulares relativos a los códigos éticos, el culto no es muy disímil del resto de los cultos del Cercano Oriente, se caracteriza por ofrendas de alimentos (liturgia de antigua tradición en las culturas orientales, baste como ejemplo, la ofrenda diaria de alimentos de la religión egipcia, aunque en este caso no se hacía para alimentar al Ka). Asimismo, la ofrenda de las primicias de la tierra, elemento común de la mayoría de los cultos a la fertilidad en el Próximo Oriente y en el Mediterráneo; “..y allí llevaréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, y la ofrenda elevada de vuestras manos, vuestros votos, vuestras ofrendas voluntarias, y las primicias de vuestras vacas y vuestras ovejas; y comeréis allí delante de Jehová vuestro Dios, y os alegraréis, vosotros y vuestras familias, en toda obra de vuestras manos en la cual Jehová tu Dios te hubiere bendecido”.
La reacción del narrador deuteronomista contra el relajamiento de las costumbres al entrar en contacto con el mundo cananeo se puede ver en el Versículo 8 del mismo Libro del Deuteronomio: “…no haréis como todo lo que hacemos nosotros aquí ahora, cada uno lo que bien le parece…”. Este versículo alude al desorden propio de la vida nómadica, ya que al entrar en la “Tierra Prometida”, debían respetar estrictamente la Ley, pero alude también a la no observación de la Ley por la posible influencia cananea. Es claramente ilustrativo el pasaje contra la idolatría que representa la baalización el Versículo 29 al 32 del Capítulo XII del Deuteronomio: “…cuando Jehová tú Dios haya destruido delante de ti las naciones a donde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, guardate de que no tropieces llendote en pos de ellas, después que sean destruidas delante de tí…”, clara imprecación en contra de las costumbres cananeas y aún de sus posesiones materiales, y más adelante “…no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: de la manera en que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así a Jehová tú Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aún a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses”.
Esta misma intención del narrador deuteronomista se observa con la elección de Jerusalén como lugar único de culto, aludido en los Versículos 4 a 6 del Capítulo XII del Deuteronomio: “…no haréis así a Jehová vuestro Dios, sino que el lugar que Jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre, para su habitación, ese buscaréis y allá iréis…”.
A tal punto las tradiciones culturales cananeas permanecieron conviviendo y fusionándose con la tradición patriarcal que las mismas tribus por momentos hacían convivir en forma sincrética el culto a Jehová con una forma de religiosidad más popular de origen cananeo como la tradición de Asheba. Esto se observa en la Capítulo XVI del Libro de Deuteronomio en los Versículos 21 y 22: “…no plantarás ningún árbol para Asera cerca del altar del Jehová tú Dios, que tú te habrás hecho ni te levantarás estatua, lo cual aborrece Jehová tú Dios”.
La preocupación del autor deuteronomista que relata hechos muy anteriores a su contemporaneidad (casi quinientos años), si bien combate la idolatría de la baalización de influencia cananea, específicamente, está aludiendo a una idolatría mucho más preocupante y cercana en el tiempo: la aculturación producida por largo período del exilio babilónico durante el cautiverio. Aquí se ve una doble intencionalidad historiográfica por parte del autor.
6. Establecimiento de los hebreos en Palestina y surgimiento de la monarquía. Nuevos aportes críticos.
La monarquía surge en Israel a fines del siglo XII a.C.
Saúl unifica la región montañosa, y David conquista y crea un estado poderoso.
Por primera vez se establece en la región una entidad política local independiente —un estado étnico nacional con una identidad ideológica y religiosa distintiva.
Finkelstein propone un criterio arqueológico para delinear el proceso de asentamiento y consolidación: el estudio de los patrones de asentamiento en la región montañosa de Israel —área donde tuvo lugar el proceso que llevó al surgimiento de la monarquía—. Modelos de asentamiento de la Edad del Hierro.
La teoría de la presión filistea.
Un elemento externo: la amenaza filistea, produjo el surgimiento de la monarquía.
La idea de monarquía era extraña a la sociedad israelita, la cual funcionaba, en el período de los Jueves con una estructura tribal, con un liderazgo carismático y pocas instituciones centrales. La monarquía es el paso forzado por causas externas.
Durante la mayor parte del período, las amenazas externas fueron breves y limitadas geográficamente, por lo que se pudieron manejar localmente. La amenaza filistea fue diferente, ya que desafió a toda la sociedad israelita durante un período prolongado de tiempo. Fue una amenaza política, religiosa y económica. Su ventaja radicaba en una avanzada organización militar; con superioridad tecnológica en metalurgia.
La presión filistea fue mayor durante el siglo XI: Israel fue vencida en Eben-ezer; se destruyó su centro de culto y administración de Siloh, y se deterioro el liderazgo tribal. Esto derivó en el establecimiento de fortalezas filisteas en el corazón de la región montañosa; y que los estados de Amón y Amalec, sacaran ventaja de la situación.
Saúl surgirá como jefe militar, actuando a la vez como juez y rey. Un jefe carismático con poder permanente.
La monarquía surge en el territorio de Benjamín, ya que era el foco de la amenaza filistea.
Han surgido cinco puntos acerca de las razones que causaron el choque entre Israel y los filisteos:
La expansión filistea fue expresión de su ambición de dominación política del país entero (Hermann).
La agresión filistea apuntó a impedir la expansión israelita a la planicie costera (Mayes, Abaroni, Bright).
Los filisteos reaccionaron frente a los ataques israelitas sobre las principales rutas comerciales (Albright, Gottwald).
La expansión filistea hacia el este partió de un crecimiento poblacional (Malamet).
El objetivo filisteo era la explotación económica de la región montañosa (Gottwald).
A esta última opinión se agrega la de Frick, quien ve el conflicto como resultante de una combinación del intento filisteo de controlar los productos agrícolas de la región montañosa y de la necesidad israelita de tierras causadas por el incremento poblacional.
Las nuevas tendencias cuentan con el avance de teorías sociológicas adaptadas a los estudios bíblicos: punto de vista sociopolítico, acentuando los factores sociales y económicos internos (Frick, 1985).
El análisis sociopolítico.
Hay dos temas a tratar para poder analizar el desarrollo sociopolítico del surgimiento de los estados:
1. Diferencias entre estado primario y estado secundario.
Los estados primarios surgen de un vacío de poder, es decir, sin entidades políticas contemporáneas o desarrolladas previamente en su vecindad: Egipto antiguo, Mesopotamia, costa peruana, valle del Indo.
Los estados secundarios emergen del colapso de otros estados a causa de la influencia de estados vecinos: monarquía israelita (esto está reflejado en el pedido de los ancianos de un rey a que los juzgue: “…he aquí tu has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.” Sam. VIII, 5.
Si bien las influencias externas influyen en la creación de un estado secundario, sin duda la influencia interna es muy importante.
2. Definición del status sociopolítico de Israel en los diferentes estadios que conducen al establecimiento de la monarquía.
Según Service hay cuatro fases para llegar a la constitución del Estado: bandas, tribus, sociedades de jefatura y estado. Para el estudio del surgimiento de la monarquía en Israel, las etapas importantes son la jefatura y el estado.
La jefatura se caracteriza por tener cargos en manos de familiares del jefe, con un gobierno central no demasiado fuerte y una sociedad que tiende a la fragmentación; mientras, en el estado, los cargos públicos son manejados por especialistas, no necesariamente familiares del líder. Su economía es especializada y la sociedad está estratificada.
Finkelstein toma como fuente a la Biblia, ya que la arqueología no permite distinciones sociopolíticas en el corto espacio de tiempo del estadio formativo de la monarquía.
El reino de Saúl se caracterizará por una administración poco desarrollada, no había una capital central. Saúl gobernó sobre un territorio étnicamente homogéneo. Es una jefatura o estadio temprano de un estado primitivo.
En contraposición, el reino de David se constituye a partir de una expansión territorial, es un estado multiétnico heterogéneo, su administración está plenamente desarrollada. Posee una capital, el Estado está plenamente desarrollado.
Modelos y teorías para el surgimiento de la monarquía y el estado en el Israel antiguo.
Modelo de urbanización de V. Gordon Childe.- Se llega a la urbanización por el excedente agrícola; lo que permite que parte de la población se dedique a la artesanía.
El excedente agrícola crea un excedente o riqueza (sobre todo en templos), alrededor de los cuales se levantan asentamientos. Producción especializada de bienes para el comercio; desarrollo gradual de sociedades estratificadas.
El comercio requiere una administración, lo que acarrea la invención de la escritura.
Modelo bélico o de circunscripción de Carneiro.
Para este modelo la guerra era un factor esencial, no suficiente, para el surgimiento del Estado.
El crecimiento de la población se daba por la necesidad de tierras para la agricultura, lo que provocaba la lucha entre comunidades locales, la creación de jefaturas en territorios vencidos, lo que lleva al surgimiento del estado, que en algunos casos puede llevar al surgimiento de un imperio.
Se dan cambios internos en la sociedad, administración de territorios conquistados, y cesiones de tierras; lo cual crea: estratificación social, tributos, concentración urbana.
Esta teoría fue ampliada con los siguientes puntos:
1.Cuando una superficie extensa es ocupada por distintos grupos con diferencias demográficas asentados en subregiones de distinta productividad.
2. Cuando el potencial agrícola es suficiente para producir excedentes
3. El aumento de la población provoca un flujo migratorio hacia la periferia.
Los jefes intentaban adquirir recursos adicionales por medio de la conquista, la creación de un liderazgo militar estable, estimulando la estratificación social. Como consecuencia se llegaba a una intensificación de la producción agrícola y a la especialización económica.
Teorías del rol del comercio interregional o intraregional en el surgimiento del Estado (Johnson).
Para la teoría del comercio interregional, ciertos productos no están disponibles en una región determinada, lo que lleva a producir excedentes para proveerse de ellos. Esta especialización desarrolló la estratificación socio-administrativa
En cambio para la versión intraregional de este modelo, la especialización en subregiones para producir excedentes, se da a través de variaciones demográficas y ambientales en diferentes parte de la misma región.
Relación nómades-sedentarios (Oppenheimer, Flannery, Service, Cohen).
Según Oppenheimer grupos nómades poderosos, atacaban regiones fértiles, convirtiendo ataques en conquistas, y su líder se convertía en señor de las tierras agrícolas.
Este jefe actuaba como mediador entre nómades y sedentarios. Los nómades era utilizados para suprimir los levantamientos sedentarios a cambios de bienes agrícolas.
Las teorías más actualizadas contraponen al factor movilizador inicial de Oppenheimer una causalidad múltiple.
Aplicación de los modelos a la monarquía israelita.
Diversas teorías actuales han cambiado los postulados anteriores, jugando con los factores externos e internos y las innovaciones tecnológicas.
Pero es la teoría de Firck (1985) la que ha presentado la más completa reconstrucción del surgimiento de la monarquía.
Los filisteos eran un estimulador necesario, pero no suficiente, en el pasaje de jefatura a estado.
La creación de la jefatura por intensificación de la producción agrícola fue necesario para resolver los temas de integración y cooperación, problemas causados por la presión del aumento de la población sobre los limitados recursos de tierras.
Se plantearon soluciones técnicas para evitar los riesgos agrícolas (sequías): terrazas, para las cuales se necesitó dirección y control, para llegar al excedente.
El líder concede ventajas económicas a su círculo cercano lo que provoca: uso desigual de recursos y estratificación social.
A este sistema se le ha llamado: Sistema económico redistributivo.
Los datos arqueológicos.
Es importante el estudio de los patronos de asentamiento, fundamentales para el desarrollo político, económico y social.
Para el estudio del surgimiento de la monarquía, los estudios se han apoyado en asentamientos del Hierro I y II, en el territorio de Efraín.
El territorio de Efraín de tres subregiones geográfica-ambientales:
1. Franja de cultivos de secano y ganadería: borde desértico, secciones orientales de la cordillera central y pestes occidentales de las colinas.
2. Áreas de cultivos de secanos y horticultura: cordillera norteña, cordillera central sureña.
3. Región hortícola: laderas sureñas.
Hay que señalar, por otra parte, la importancia de la vegetación natural.
En la época del Hierro I la mayor parte de la población vivía en las unidades orientales de la región. Con el crecimiento de la población hubo una expansión hacia el oeste: laderas y colinas.
A partir del siglo VIII a.C. la balanza demográfica se inclina hacia unidades occidentales. El incremento del uso del hierro facilitó la penetración en áreas de maleza densa.
¿Cuál es la significación de este proceso demográfico para el surgimiento de la monarquía?.
La expansión hacia el oeste significó una lucha con una topografía hostil, formaciones rocosas y una densa cubierta de vegetación.
Algunas zonas estaban desprovistas de aguas permanentes. La expansión hacia el oeste requirió del desmonte del terreno rocoso y de la foresta, cavar cisternas de agua y la formación de terrazas en las laderas.
Esto también necesitó el contacto con áreas vecinas —el excedente de productos hortícolas era intercambiado por grano y productos de animales no fácilmente encontrados en la zona occidental—.
El proceso de asentamiento inicialmente tuvo lugar mayormente en los bordes desérticos y en la cordillera central entre Jerusalén y el valle de Jezreel.
En las últimas etapas del siglo XI, se encuentran mejores tierras densamente pobladas, asentamiento en la región montañosa occidental y extensión a las zonas de Judea y Galilea.
Según los últimos estudios se dio durante el Hierro I un incremento de la población asentada; crecimiento emanado del crecimiento natural y del incremento derivado por el proceso de sedentarización entre grupos pastoriles:
Hierro I temprano 20.000 habitantes
No se incluyen a los nómades.
Finales del siglo XI 55.000 habitantes
Siglo VIII a.C. 135.000 habitantes
La expansión de los asentamientos israelitas en el siglo XI empujó a un número relativamente grande de personas a las áreas ecológicamente fronterizas de Palestina: zona montañosa y cuenca de Beersheba.
Las necesidades de asentamiento rompió con las estructuras en las que estaban formados los pequeños grupos familiares, desembocando en una economía especializada con importantes implicaciones sociales (búsqueda de mayores excedentes).
La situación, que se desarrolló principalmente en el siglo XI, ayudó a la población a superar las barreras geográficas entre las diferentes subregiones de la zona montañosa y a establecer un fuerte flujo interregional de bienes.
Cierto nivel de organización administrativa, estratificación de la sociedad:
Campesinos.
Administradores.
Villas prósperas y pobres.
Sitios centralizados con mercados y mercaderes.
El factor externo contribuyó. Fricciones entre la región montañosa y la llanura costera.
La actividad en los márgenes occidentales de las colinas, sobre el borde de la llanura costera aceleró el conflicto.
El asentamiento en esta última área se debió, presumiblemente, no solamente al crecimiento de la población en el área montañosa, sino también, a la demanda de grano y productos animales, lo que a su vez había sido puesto en movimiento por el incremento de producción de las áreas hortícolas en la zona montañosa occidental.
La expansión israelita amenazaba a los señores de las planicies, y el desarrollo de la economía hortícola en la zona montañosa creó un incentivo para los filisteos; estos dos eventos condujeron al enfrentamiento entre hebreos y filisteos. Éstos últimos estaban mejor preparados, luego de la derrota y destrucción de Siloh (mediados del siglo XI), el centro político-económico de la región montañosa, los filisteos buscaron disminuir el poder israelita y controlar la región. El paso siguiente era crear una guarnición de tropas en el centro del territorio de Benjamín, centro de la actividad israelita después de la destrucción de Siloh.
Por otra parte, la expansión de la actividad agrícola en la llanura sureña, llevó a los habitantes de la región montañosa a confrontarse con los habitantes del Neguev (Amalecitas y otros grupos).
La zona montañosa del Neguev y el valle del Beersheba fueron escenario de importantes cambios sociales; sedentarización, surgimiento de un centro urbano, estratificación social.
A finales del siglo XI se da una estructuración política: jefatura local, desarrollándose en dirección a un estado pleno. Es el choque entre israelitas y poblaciones del Beersheba como dos entidades emergentes que estaban creando un sistema económico-político desarrollado.
La penetración israelita amenazó el monopolio comercial de los habitantes. La victoria de Saúl sobre Amalec:”…yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel…”; “…ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene….”; “…y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto”, y la política sureña de David: “…puso luego David guarnición en Siria de Damasco, y los sirios fueron hechos siervos de David, sujetos a tributo…”; determinó el resultado de esta lucha. Subsecuentemente, tuvo lugar un cambio económico y social adverso —la declinación del rol de los pueblos sureños en el comercio—; un abandono gradual de Tel Masos (centro comercial del valle del Beersheba); un retorno a las formas nómades pastoriles en las montañas del Neguev y el abandono de los sitios sedentarios. Por el siglo X, ya encontramos a la joven monarquía norteña profundamente enraizada en el valle del Beersheba.
Las luchas y tensiones con los filisteos en el oeste, con Amalec en el sur y con Amón en el este requerían de un liderazgo centralizados (especialmente en lo militar).
No fue un cambio drástico, como fue demostrado más arriba, ya que en la segunda mitad del siglo XI los tempranos sistemas de administración estaban ya operando en la zona montañosa israelita. Los eventos que condujeron a la monarquía están centrados en Benjamín porque, a causa de la destrucción de Siloh, los sitios israelitas más importantes se trasladaron a esta región, y porque la población de esta parte de la región sufrió en mayor medida la ocupación hostil filistea.
El liderazgo militar de Saúl rescató a Israel de los peligros del sur y el este, y expulsó a los filisteos del corazón de las montañas. Pero fue solamente en el reinado de David que la amenaza filistea fue completamente eliminada. En sus días, la jefatura o estado nacional de Saúl se convirtió en un estado poderoso y territorialmente amplio. La expansión de la monarquía a la planicie costera, los valles fértiles norteños y Galilea unificó a la mayoría de la región por primera vez bajo un gobierno local. La posibilidad del cultivo de grano en las tierras bajas llevó a su pico la especialización agrícola, ya que bajo un estado era ahora posible exportar óptimamente los varios nichos ecológicos —las tierras bajas para cultivos de secano y la zona montañosa para horticultura.
Para la reconstrucción del surgimiento de la monarquía, se incluyeron elementos característicos del surgimiento del estado:
Incremento de la población presionando a la expansión de las fronteras para cultivos.
Intensificación de la actividad agrícola que produce excedente y la creación de una estratificación social.
Comercio intra e inter regional entre grupos especializados en diferentes nichos ecológicos que contribuyen a la aparición de una administración avanzada.
Conflictos externos que unen a la población bajo un liderazgo militar.
7. La toma de Jerusalén. Legitimación de la monarquía de David. Permanencia de aculturación cananea en la cultura hebrea.
La conquista de Jerusalén, antigua ciudad jebusea, situada en territorio neutral, ajena al conflicto filisteo, fue interpretada como un acto de inteligencia política de David. Por un lado, hacerse de una ciudad de antigua civilización, es un hecho importante para la política interna del reino, implica una legitimación de su figura real; por otro lado, la elección de Jerusalén como capital, es un hecho estratégico para la lucha contra los filisteos: Jerusalén representa una ciudad de antiguo prestigio, lejana al área de conflicto —lugar seguro como asiento de la capital del reino— y al mismo tiempo, es un sitio prácticamente inexpugnable, altamente fortificado, por murallas y con una ciudadela en un territorio elevado. La justificación de la legitimidad de David se ve reforzada por el traslado del Arca de la Alianza a Sión, con la implícita consecuencia de que Yahvé pasase a ser de dios de las tribus a dios de la nueva monarquía, de la Casa de David, esto lo observamos en Deuteronomio XXXIII, 2; y también en el Salmo CXXXII, 13-14.
El culto jebuseo convivió con el culto yahvista, las formas culturales de Jerusalén no desaparecen, los lugares de culto jebuseo pasan a ser israelitas y las tradiciones de dichos santuarios se incorporan a la religión de Israel.
La monarquía en Israel comporta caracteres distintos de las variantes conocidos en el Próximo Oriente Antiguo, el rey no es un dios encarnado como en Egipto, ni un siervo elegido de los dioses como lo era en Mesopotamia. Su autoridad deriva de atributos personales, del carisma y valor militar y es una característica transmitida consanguíneamente, entroncándose con una tradición propia de los pueblos nómades, de compartir una historia común y avatares propios de esa historia en un período de errancia, lo que le da a la estirpe real un carácter de pertenencia con un fuerte anclaje en la tradición, acercándola al período tribal.
El rey no es sino el mismo líder carismático encarnado antes en el patriarca de la tribu o el juez de las tribus unificadas que suma ahora, otro rasgo más de poder, el carácter militar. Esto es evidente en la monarquía hebrea, por lo menos hasta Salomón, momento en el cual debido al fin de la guerra de conquista, la institución de la monarquía cambia radicalmente acercándose a la figura típica de la monarquía oriental: un rey fuerte, opulento y autocrático, rodeado de una corte, de un nutrido grupo de nobles y un cuerpo administrativo acorde al manejo de cuantiosos recursos económicos, al tiempo que, las formas sociales de la corte toman características de refinamiento, acompañadas de un desarrollo artístico sin precedentes en la austera historia de Israel y de una literatura floreciente evidenciada en los testimonios bíblicos, particularmente en el Libro de los Salmos y en el Cantar de los Cantares.
El rey hebreo es un hombre, en ningún momento es deificado, ni en vida ni muerto, a diferencia de Egipto y como así tampoco cumple función sacerdotal alguna, como lo hace de rigor el rey mesopotámico.
8. Conclusión.
Quizás Jerusalén no fuera la más venerable ni la más poderosa ciudad-estado de Canaán, pero en comparación con el reinado advenedizo de David contaba con una antigüedad considerable y con una ubicación fortificada sólida y estratégica que con el correr del tiempo se había ganado la reputación de ser inexpugnable. Los jebuseos estaban convencidos de que David nunca podría conquistar su ciudad “…no entrarás aquí; porque hasta los ciegos y los cojos bastan para rechazarte”. No se puede saber exactamente como se produjo la conquista de Jerusalén, la Biblia nos atestigua la promesa de David de nombrar comandante de su ejército al primer hombre que matase a un jebuseo. Destino deparado a Joab, hijo de Seruya, quien presumiblemente subió por el “túnel de Warren”, conducto de agua que llevaba al manantial de Gijón, situado dentro de la ciudad. Esto nos ilustra la típica estructura de las ciudades-estado cananeas, sitios fortificados que se aprovisionaban de agua a través de un pozo cisterna con conductos de irrigación que la atravesaban.
Hasta ese entonces Jerusalén había tenido una importancia más que secundaria en el contexto de las ciudades-estado cananeas. La conquista de David se produce en el 1000 a.C. Jerusalén no había pertenecido hasta entonces ni a Judá ni a Israel, lo que la convertía en un punto neutral estratégico. David la conquista a título personal, rebautizandola “Ir David” (ciudad de David). La ciudad pasaría a ser por su fortaleza un enclave importante contra los filisteos, las tribus nómades del Sinaí y el
Neguev y los nuevos reinos de Amón y Moab.
David no conquista toda la ciudad, sino que se hace de la ciudadela o “fortaleza de Sión”. La incursión de David se puede equiparar a un golpe militar, ya que se hace del poder, dejando la estructura administrativa y religiosa jebusea, y en ningún momento condena al exterminio a los habitantes de la ciudad. No hay exilio ni deportación, los jebuseos y los israelitas interactuaron creativamente en la ciudad, y hasta es posible que la toma del poder por parte de David se haya producido con la anuencia de grupos jebuseos contrarios al poder imperante. La primera vez que se menciona a Jerusalén en la Biblia, el autor dice que jebuseos y judaítas vivían todavía juntos en la ciudad.
El establecimiento de los hebreos en Palestina, la instauración del reino hebreo, la entronización de Jerusalén bajo el reinado de David, inauguran una etapa nueva en la historia del Próximo Oriente Asiático durante el Primer Milenio a.C. Allí se da un estado territorial fuerte que interactúa con las potencias vecinas del Medio Oriente, una religión original, única en toda la historia del Próximo Oriente Medio, basada en un fuerte monoteísmo ético, que no descarta la influencia sincrética de otras religiones semíticas cuyos vestigios se pueden rastrear a través de la exégesis bíblica. El ejemplo de Jerusalén, la cultura jebusea conviviendo con la hebrea y los puntos de alza y baja de la baalización en la religión de Israel son un claro exponente de lo hasta aquí citado, y el objetivo de nuestra investigación.
Mapas e Ilustraciones
9. Bibliografia.
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