Muerte y Resurrección de Ernesto Cardenal Martinez
Por: Carlos Escorcia Polanco
Ernesto Cardenal Martinez, la gloria literaria de la Revolución Popular Sandinista, el poeta por excelencia, el mas importante poeta despues de Ruben Darío, el literato nicaragüense mas destacado de la segunda mitad del siglo veinte, el mas famoso poeta de la edad contemporanea, quien sublimizó e inmortalizó los valores humanos, culturales y espirituales de la Revolución, quien ascendió al estrellato tomado de la mano del pueblo nicaragüense en la epopeya de la insurrección, dejó de existir como panida y lleva mas de dos décadas de no producir esas poesías que impactaron en la conciencia del mundo que asombrado rendía tributo a ese sufrido y heroico pueblo de poetas, cantantes, escritores y artistas.
Ernesto Cardenal Martinez, el autor de los legendarios ³Salmos² que casi parecian una reedición de los Salmos del rey David de la Biblia, ha dejado de producir poesía de calidad desde que traicionando al Dios de la historia, el Dios que escuchó el clamor de su pueblo esclavo en Egipto y que descendió a liberarlos, decidió unirse a la rebelión de Coré, Datán y Abirán. Desde que Cardenal abandonó las filas del FSLN, renunciando a la mas gloriosa experiencia histórica del pueblo nicaragüense solo ha producido negatividad.
Su poesía cesó, aunque su prosa siguió produciendo libros como ³La Revolución Perdida², técnicamente muy bien escrita, pero despreciada por la Oligarquía y resentida por el pueblo. En 1999 escribe su autobiografia, irónica y reveladoramente titulada ³Vida Perdida.²
Todavía recuerdo con la nostalgia de mi adolescencia, cuando a mediados de los 70s leí por primera vez el Salmo 1 y el poemario ³Vida en el Amor² de Ernesto Cardenal. Quedé deslumbrado ante la calidad poética y romantica del ilustre escritor nicaragüense. Me impresionó igualmente su libro ³En Cuba² sobre la revolución cubana y sus encuentros con Fidel Castro.
Recuerdo un titular a ocho columnas del diario La Prensa, cuando era la verdadera ³República de papel² de Pedro Joaquín Chamorro, ³Cubanos retan a Cardenal² donde un grupo de exiliados gusanos batistianos, protegidos de Anastasio Somoza Debayle pretendieron negar las conquistas del socialismo y el heroismo del pueblo cubano, narrados magistralmente por Cardenal.
Durante esos años de juventud, cite mas de una vez el poema de amor ³A Claudia² de Ernesto. Consideré un privilegio cuando las circunstancias me permitieron visitarlo en la isla Mancarron en el paradisíaco archipiélago de Solentiname. Aun recuerdo las recriminaciones de un viejo pastor evangélico que me echó en cara que fuí a visitar a un comunista.
El día que el papa visitó Nicaragua en Febrero de 1982 y con su dedo acusador vilipendió a Cardenal, me encontraba en Boston, Massachussetts, invitado por organismos de solidaridad, defendiendo la Revolución Popular Sandinista. Ví con profunda desilusión como el mundo entero se venía encima contra mi poeta predilecto despues de Ruben Dario.
La feroz campaña mediática estadounidense era tan implacable como pulverizante contra el monje trapense. Las imágenes de un sacerdote de rodillas, humillado ante el autoritario papa que destrozó el corazón de las madres que irreverentes pedían una oración por sus hijos asesinados por la contrarevolución somocista, hicieron romper en llanto a la Normita Galo, de las comunidades eclesiales de base de la colonia Nicarao quien me acompañaba.
Durante los 80s, el diario de la infamia, no le reconocía a Cardenal su calidad literaria de renombre mundial y se burlaba de los esfuerzos del Ministerio de Cultura, por masificar la pintura y la poesía entre la juventud nicaragüense. La Prensa se burlaba de los talleres de poesía y de los sonetos de la policía. ³Quieren producir cardenalitos² se mofaba el diario de la Oligarquía, calificando de fracaso los talleres literarios promovidos por Cardenal.
³La luna no dará su resplandor y las estrellas caerán del cielo² nos advierten las Sagradas Escrituras en Mateo 24:19 en clara alusión al viraje de la historia anunciando los tiempos del fin. Si, esa misma luna de la que nos habla Luis Enrique Mejía Godoy en su diálogo de pocoyos y cocorocas en la isla Mancarron. Las estrellas de la Revolución Popular Sandinista continuan cayendo y hundiendose en el pantano de la ignominia. El elogio y el aplauso a rabiar para estas estrellas apagadas proviene de las Ocas del Cenegal, de la Oligarquia blancoide y de ancianos ex-torturadores de la tiranía somocista.
La poesía de Cardenal hizo historia en Nicaragua dándole la vuelta al mundo. Pero desde que el poeta de la Revolución le dió la espalda a la Revolución, la cual calificó de ³perdida², convirtiendose con una nueva reencarnación, en caja de resonancia de una carambola mediática transcontinental, el gran panida no volvió a producir la magia de una ³Misa Ecuménica en Dusseldorf².
Hoy los enemigos de siempre, las transnacionales de la desinformación y sus acólitos locales, trompetean jubilosos la venganza de Anastasio Somoza desde Asunción, Paraguay, dirigida por una dudosa y anti-fotogénica ³feminista² y orquestada por un violinista desde su tejado novelístico de Lima, relanzando refritos arrojados desde la madre patria y manipulando una querella judicial iniciada hace mas de una década entre Cardenal y un particular, antojadizamente acusando al presidente de Nicaragua de ³ladrón² y de estar detrás de la demanda.
El poeta que voló en las alas de la Teología de la Liberación a la par de gigantes como Gustavo Gutierrez, Don Helder Cámera, Monseñor Oscar Arnulfo Romero y Martín Luther King, guardó su pluma, enalbardó su asno y se perdió en la noche, echando fuego por la boca. Las cocorocas de Waslala que cantan para las primeras lluvias se silenciaron para no volver a cantar jamás. En eso terminó el gran poeta, luego de producir las mas sublime de las poesías, resucitó vomitando el mas amargo de los odios. Asi cambió su gloria por la imagen de un buey que come hierba. (Salmos 106:20)